Socio-emotional Processes in Political Cohesion
Emmanuel Miranda Reséndiz[1], Rubén González Vera[2]
FES Iztacala, UNAM
Resumen
El objetivo del presente artículo fue analizar los procesos socioemocionales inmersos en la cohesión política, en miembros de un equipo político. La metodología contempló una muestra intencional, de cuatro miembros activos de un equipo político de dos hombres y dos mujeres, con al menos tres años de participación en la misma agrupación de forma ininterrumpida, la cual tendría al menos cinco años de conformación. La técnica empleada fue una entrevista semiestructurada compuesta de tres aspectos clave: (a) sobre la decisión de adherirse al equipo político, (b) sobre la permanencia en el equipo político y, © sobre continuar en el equipo político. Los datos recabados se manejaron de acuerdo con el esquema propuesto por Martínez (2017), para su comprensión. Los resultados detallan la presencia de las siguientes emociones: confianza, honestidad, sensación de libertad, gratitud, lealtad, miedo, poder, apoyo, entusiasmo, amor, entrega, alegría, esperanza, empatía y solidaridad, además de un notable uso de términos vinculados a procesos socioemocionales.
Palabras clave: Actividad política, clima emocional, socioemociones, práctica sociocultural, psicología política.
Abstract
The objective of this article was to analyze the emotional processes involved in political cohesion in members of a political team. The methodology contemplated a purposive sampling of four active members of a political team, two men and two women, with at least three years of uninterrupted participation in the same group, which would have at least five years of conformation. The technique used was a semi- structured, composed of three key aspects; (a) about the decision to join the political team, (b) about the permanence in the political team, and © about continuing to adhere to the political team. The data collected were handled according to the scheme proposed by Martinez (2017), for comprehension. The results detail the presence of the following emotions: trust, honesty, sense of freedom, gratitude, loyalty, fear, power, support, enthusiasm, love, dedication, joy, hope, empathy and solidarity, and a use of categories linked to socioemotional processes.
Keywords: Political activity, emotional climate, socioemotions, sociocultural practice, political psychology.
Introducción
El ser humano a lo largo de su desarrollo como especie, se ha caracterizado por su profunda dependencia a vivir en grupos sociales, intrínsecamente relacionados y organizados que, durante milenios, los objetivos de permanecer agrupados se debieron únicamente a la supervivencia. Sin embargo, conforme la especie humana fue evolucionando, la vida en grupo fue tornándose más compleja. Engels (1979), nos detalla este desarrollo social y cultural, a modo de estadios (salvajismo, barbarie y civilización), y por lo menos en los dos últimos, podemos corroborar lo que para Aristóteles estaba claro que la sociedad (polis) es una de las cosas que hay por naturaleza, y que el hombre es por naturaleza un animal político.
La política es una actividad humana que se encarga de gestionar en pocas palabras el modo de vida, por lo cual esta resulta relevante en todo nivel de estudio y en toda disciplina. No obstante, hablar de lo político es sumamente complejo, ya que en esencia como dice Bisquerra (2017), conlleva una consideración de una multitud de variables (sociales, económicas, educativas, de justicia y salud, etc.), no obstante, poco se ha dicho sobre los procesos psicológicos inmersos en dicha actividad, lo que sin duda permitiría un análisis más profundo de lo político.
Resulta fundamental precisar que cuando se habla de procesos psicológicos, se está haciendo énfasis en los procesos socioemocionales, pues se debe comprender que las emociones, en concordancia con Enríquez y López (2014), no deben ser colocadas únicamente en el sujeto que las vivencía, debiéndose comprender que la experiencia emocional, siempre implica a los otros, por lo cual, en este trabajo, compartimos la idea de abordar a las emociones, como construcciones culturales, históricas y sociales (socioemociones).
En este sentido, Enríquez y López (2014) afirman que “…Podemos decir entonces que las emociones son procesos relacionales, nodos vinculares, donde sujeto, encuentro y mundo son la misma cosa” (pp. 32), si consideramos a las emociones, no solo individuales sino como procesos sociales, entonces podemos decir que “…Toda emoción también es política”. (Enríquez y López, 2014, p.34).
Esto quiere decir que el ser humano y su mundo exterior, no son aspectos aislados perfectamente delimitados entre sí, más bien ambos aspectos conforman una unidad indivisible. De acuerdo con Enríquez y López (2014), la cohesión social, en este caso de los grupos políticos, surge cuando los grupos comparten las mismas ideas, intereses y sobre todo emociones, creándose así un sentimiento de pertenencia, es decir; los grupos políticos se organizan en gran medida, a partir de una base emocional.
Del panorama descrito, nace la siguiente interrogante ¿Qué procesos socioemocionales, se manifiestan en la cohesión política?, buscando responder a la interrogante, se plantea como objetivo de este trabajo, analizar los procesos socioemocionales inmersos en la cohesión política, en miembros activos de un equipo político (partido político).
La actividad política
El concepto de “actividad política” es el más apropiado para abordar desde la psicología política de corte sociocultural, el fenómeno político-psicológico, esto es, como diría Arrollo (1986) “…la conducta relacional es la piedra fundamental que da a la actividad política la garantía psico-social…” (p. 24). Cuando hablamos de “lo político” nos estamos refiriendo a éste, como “acción política”, la cual responde de acuerdo con Adamo et al., (1995) a un paradigma construccionista, donde la acción política es vista como parte de la construcción social, histórica, dinámica y dialéctica. Hablar entonces de acción o actividad política, es incluir no sólo los hechos tradicionalmente contemplados como políticos, sino también muchos otros considerados poco políticos y que se han dejado de lado.
En palabras de González et al., (2014) González, la psicología sociocultural logra generar una visión crítica, humanista, reflexiva e integradora de lo interno y lo externo. Por lo que, entender el concepto de “actividad” es crucial porque de acuerdo con Pérez et al., (2017) se puede decir que, los fenómenos psicológicos se forman en la medida en que las personas se implican en la actividad social, es decir la actividad práctica y organizada socialmente, lo que genera una influencia fundamental sobre lo psicológico, en este sentido, podemos decir, que la actividad moldea los fenómenos psicológicos.
Hablar de la actividad política permite reconocer que los fenómenos políticos son de vital interés para la psicología sociocultural, pues su naturaleza está vinculada al desarrollo psicológico de quienes participan en dicha actividad. Por tanto, queda perfectamente justificada, la pertinencia del estudio de los fenómenos políticos por parte de la psicología y en concreto de la psicología sociocultural.
Ahora bien, es importante mencionar qué fenómeno político se va a estudiar en el presente trabajo, y es la cohesión política, la cual puede entenderse desde su símil, cohesión de grupo, entendido por Carron et al., (2007), como “…un proceso dinámico que se refleja en la tendencia de un grupo a mantenerse unido en la consecución de sus objetivos instrumentales y/o para la satisfacción de las necesidades afectivas de sus miembros…” (p. 213). Para poder comprender la cohesión política, desde el marco de estudio ya mencionado, empezaremos con la siguiente precisión, respecto a la actividad (actividad-política): de acuerdo con Pérez et al., (2017) la actividad es una premisa central en la psicología sociocultural, no obstante cuando hablamos de este término debemos tomar en cuenta que se está incluyendo a los procesos simbólicos, históricos, contextuales, sociales, culturales e individuales de la persona, en este último, comúnmente encontramos a los procesos emocionales, ejes rectores de nuestra investigación.
Aportaciones socioculturales de la emoción
La visualización de las emociones como nudos vinculares, corresponde en lo general a la psicología sociocultural, donde las emociones vistas como modos relacionales son entendidas como “proceso socioemocional”, cuyo concepto, al igual que el de “actividad política, enmarca el estudio emocional desde el enfoque sociocultural, lo que permite reconocer a las emociones en su relación, con lo otro, en la interacción, tal como lo vimos en el apartado de la actividad política.
El proceso socioemocional, es irreductible a alguno de sus elementos (psicológicos, biológicos, culturales etc.), es un proceso contextual, con lo cual queremos decir que el sentir una emoción es irreductible a lo biológico y a lo cultural, pues ambos participan activamente. Para Ahmed (2015), existe una interacción entre lo individual y lo cultural, donde uno no precede al otro, sino que se fusionan y complementan.
Retomar al modelo sociocultural de las emociones (socio-emociones), permite superar el reduccionismo médico-biológico universalista, que permea al individuo, ya que, al hablar de socio-emociones se está incorporando a todos los elementos que conllevan el sentir, sin patologizar a las emociones (López, 2014). Por lo cual hemos de decir que las emociones desde el marco anteriormente descrito son profundamente políticas, nos obligan a tomar posturas ante la vida y la vida pública, las socioemociones presentes, en un equipo político, juegan un papel importante a la hora de mantenerlos cohesionados.
Sobre la relación entre las emociones y la actividad política, Bericat (2012), nos menciona que “Las emociones que experimentan los seres humanos juegan un papel fundamental en la dinámica de todos los fenómenos sociales.” (p. 1), incluyendo por supuesto, a la actividad política.
Emociones y política
Las emociones son políticas en tanto que fungen como agentes activadores o inhibidores de posicionamientos que dirigen nuestra actividad, es decir, las emociones tienen implicaciones sociales, éticas y políticas, por tanto, de acuerdo con Enríquez y López (2014), “…toda emoción también es política” (pp. 34). Las emociones tienen un papel importante en el poder político y por lo tanto son reguladoras de la vida social, dado que impulsan iniciativas, acciones, e incluso movimientos sociales.
Sentir es entonces tomar un posicionamiento; la implicación política de las emociones se observa más claramente en algunas, como el miedo o la esperanza, como diría Le Bon (2012) “En la muchedumbre, la exageración de sentimientos está fortificada por el hecho de que, manifestado un sentimiento se propaga rápidamente…acreciendo su fuerza…” (p. 37). Las emociones se hacen presentes, en la política como profesión, en la política de las grandes instituciones, los partidos políticos, pero son más evidentes en la propia actividad política. De acuerdo a González (2016), “lo político”, entendiendo esto como actividad transformadora de las condiciones materiales de los individuos y que puede ser individual o colectiva, sin importar cuál forma de hacerla esté presente; es indudable que la actividad política corresponde a la producción simbólica y emocional, de las experiencias del equipo político.
Las socioemociones, son un elemento constitutivo de lo social, que dependen en gran medida del contexto histórico del cual surgen; son creadas a partir de la interacción intersubjetiva que denota identidad y adherencia cultural. Se convierten en un dispositivo de poder político, que dotan en la persona un posicionamiento político y de actuación; de igual manera dotan a los grupos políticos, de una identidad. Ahmed (2015), apunta que es comprensible que el grado de compromiso de los individuos para con el equipo político en el que se integran dependa de su implicación emocional a dicho grupo. Sin duda las emociones poseen un poder político innegable, son decisivas en la regulación de la vida social; por lo que hablar de socioemociones, no es una mera ambigüedad teórica, es en todo caso una postura.
Metodología
Para analizar los procesos emocionales en la cohesión de un equipo político, vamos a contextualizar a dicho equipo, pues estamos hablando de un grupo inmerso en un partido político de izquierda, el de Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), el cual surgió en México como respuesta a gobiernos anteriores, y que se llevó el triunfo presidencial en 2018 posicionando por primera vez en la historia del país a un partido de izquierda en el poder público, fenómeno sin precedentes
Una vez que el movimiento-partido llegó al poder público, su articulación como movimiento se debilitó, pues todos sus dirigentes políticos que en su momento se alinearon a los objetivos, fueron recuperados por el servicio público convirtiéndose en servidores públicos; los demás equipos y personalidades que no fueron incluidos dentro del sector público fueron alejándose del movimiento y creando fracciones alternas o internas a éste, lo cual debilitó al llamado movimiento-partido, dejando únicamente un partido hegemónico, con respaldo social, pero sin estructura como partido político y mucho menos como movimiento.
A la situación descrita anteriormente se agregaron otros elementos, como el distanciamiento de Andrés Manuel López Obrador, quien pasará a ser una figura meramente moral, como el incumplimiento de acuerdos políticos y finalmente la conformación de equipos o fracciones internas. Es aquí justamente, donde se enmarca la presente investigación, el tratar de analizar determinados procesos socioemocionales, que mantienen cohesionado a un equipo político, enmarcado en la dinámica descrita.
Esta investigación, partió de la interrogante; ¿Qué procesos emocionales, se manifiestan en la cohesión política? para responder a dicha pregunta, se llevó a cabo una investigación cualitativa de corte fenomenológico. Teniendo como objetivo analizar los procesos emocionales en la cohesión política, en miembros activos de un equipo partidista.
Participantes
Fueron seleccionados de acuerdo con la propuesta de análisis para estudios cualitativos de Martínez (2017), es decir una muestra intencional, de cuatro miembros activos de un equipo político, dos hombres y dos mujeres, con al menos tres años de participación en el mismo equipo político de forma ininterrumpida, cuya conformación del equipo tendría al menos cinco años, todos miembros del parido Morena.
Escenario y materiales
La investigación se desarrolló en una oficina adecuada para la atención psicológica, amplia, con buena ventilación, sillas acolchadas y cómodas, con buena iluminación y privacidad. Se empleó un celular con grabadora de voz, equipo de cómputo, formato impreso de entrevista semiestructurada aplicada, hojas de papel, bolígrafos y agua purificada para ofrecer a los participantes.
Procedimiento
Se trabajó con cada participante, en distintos días de marzo y abril de 2022, en un tiempo aproximado, de una hora y media con cada uno, se aplicó una entrevista semiestructurada compuesta de diez preguntas eje, sobre los procesos socioemocionales que se generaron y mantuvieron la cohesión de los participantes en su equipo político.
La entrevista se elaboró en tres ejes clave; (a) sobre la decisión de adherirse al equipo político, (b) sobre la permanencia en el equipo político y, © sobre continuar permaneciendo al equipo político. Los datos recabados de la aplicación de la entrevista semiestructurada se vaciaron de acuerdo con el esquema, propuesto por Martínez (2017).
Descripción de resultados
Con base en el conjunto de entrevistas realizadas a los cuatro miembros activos de un equipo político, de los cuales fueron dos hombres y dos mujeres, se puede cerrar esta presentación, descripción, análisis e interpretación de resultados, subrayando que es notable la aparición del uso de términos y expresiones vinculados a procesos socioemocionales, tal como lo define Ahmed (2015), las emociones efectivamente, crean relaciones de proximidad, entre los miembros de un equipo político. En este sentido, todos los sujetos reconocen como su referente moral a Andrés Manuel López Obrador, pero ven en Armando Navarrete su líder político e ideológico (referente político), al cual le reconocen un profundo agradecimiento, como líder del equipo político al que pertenecen, describiéndolo como un líder inteligente, con capacidad de liderazgo, congruente, confiable y leal.
El motivo por el cual los sujetos se integraron al equipo político fue distinto en cada uno, pero todos coinciden en una integración complicada, algunos como el sujeto (P1J), incluso manifiestan haber sido relegados por el resto de los integrantes. Los sujetos manifestaron que, comenzaron a sentirse parte del equipo conforme iban implicándose en la actividad política del equipo. (P1J)
“En el momento que me hicieron participar en las distintas actividades…al inicio voy a ser muy honesto, he, si me sentía un poquito relegado, como que no me tomaban en cuenta… pero he yo mostré cierto interés, disposición de tiempo… y fue como me empezaron a involucrar…”.
Igualmente, todos los sujetos manifestaron, no tener intenciones de abandonar a su equipo político bajo ninguna situación, se perciben como miembros de un equipo fuerte, bien representado, con apertura y respaldo a sus miembros. (P1J)
“Yo creo firmemente en que el partido movimiento solo es uno… hay intereses personales, sí, pero esa persona no es el partido… no voy a pensar nunca en cambiar de equipo político…” (P2E) “No, no lo dejaría, aunque las cosas después no se den bien, yo creo que por agradecimiento… yo creo que siempre queda un tema de lealtad”.
Las emociones recíprocas se convierten así, en el fundamento de la identidad colectiva, una conexión individual, cognitiva, moral y emocional con una comunidad más amplia, una categoría, una práctica o una institución, que pueden fortalecer al grupo, evitando el agotamiento y alimentando el compromiso de los miembros (Poma y Gravante, 2018).
A nivel individual las emociones motivan el activismo y permiten entender por qué los individuos deciden involucrarse hasta que los costos de la movilización puedan superar los (sus) beneficios, mientras que, a nivel colectivo, crearían el ambiente favorable para el desarrollo de la movilización (Poma y Gravante, 2018). Así queda constatado cuando el sujeto (P4E)
“…yo vengo de una propuesta política, que he, no fue compatible conmigo…yo quería hacer un cambio por mi país…me permitían mayor, he, flexibilidad…donde mis ideas realmente contaban…me uní a este equipo, me estaban reprimiendo en el otro…” o por lo referido por el participante (P3R) “Lo que más me agrada es, este, continuar este, con los mismos compañeros que inicié… Me agrada el hecho de que me haya dado el movimiento una oportunidad de participar…me sigue motivando porque ya el pertenecer a ello he podido desarrollarme y aprender…y apoyar, a las personas”.
La mayoría de las emociones, se experimentan en las relaciones con otras personas. El contagio emocional es la transmisión de emociones por contacto personal, el contagio emocional en un grupo de personas genera climas emocionales, en el caso del sujeto (P3R) detalla climas de satisfacción, alegría y agradecimiento. Dicho clima emocional da pie al surgimiento de lo que se conoce como emociones colectivas. (Bisquerra, 2017).
Hemos mencionado las convergencias de los sujetos, respecto a la percepción de su referente político, la percepción de su equipo, su experiencia al integrarse y su sentir al interior de este; sin embargo, cuando hablamos de emociones, encontramos divergencias en el sentir de los sujetos, para el sujeto “P1J”, las emociones que les distinguen del resto son confianza, sensación de libertad y honestidad, en cambio para para el sujeto “P2E”, las emociones distintivas fueron seguridad, gratitud y la sensación de poder. Para el sujeto “P3R”, las emociones distintivas las definió como confianza amor, entrega, satisfacción, alegría y agradecimiento; el sujeto “P4E”, manifiesta como emociones distintivas del resto: agradecimiento, lealtad y sensación de poder.
Las emociones, como se ha mencionado son fenómenos, socialmente construidos, culturalmente regulados e individualmente vividos, aunque los sujetos sean parte de un equipo donde se percibe un clima emocional homogéneo, cada uno de ellos interpretará y experimentará experiencias emocionales propias.
Conclusiones
Primeramente, es importante retomar, el objetivo: Analizar los procesos emocionales en la cohesión política, en miembros activos de un equipo político. A partir de dar respuesta a la pregunta; ¿Qué procesos emocionales, se manifiestan en la cohesión política? Se observaron las siguientes emociones: confianza, honestidad, sensación de libertad, gratitud, lealtad, miedo, poder, apoyo, entusiasmo, amor, entrega, alegría, esperanza, empatía y solidaridad.
Respecto del proceso emocional que desarrolla un individuo que se ha insertado en un equipo político y de las estrategias socioemocionales que permiten o impiden a un individuo permanecer cohesionado a un equipo político, se podría plantear lo siguiente: Habermas (Citado en Pambo, 1990) detalla que una identidad del “Yo” sólo puede desarrollarse con base en la identidad trascendente de un grupo; el individuo, entonces, al estar ubicado en su grupo define una serie de expectativas en función de las cuales actuará, es decir, adquirirá un rol.
En otras palabras, desde el proceso de identificación con los otros, se producen procesos socioemocionales, pues desde la identificación de los “unos”, de la unidad, se produce una emoción de empatía y a su vez, una de rechazo hacia los “otros”, es decir, de la otredad.
De manera simultánea, una vez lograda esta identificación dentro del grupo político, se comparten valores, prácticas, ideologías; y por supuesto una cultura del sentimiento, tal como lo que señala Maffesoli (1998) es consecuencia de la atracción, lo cual quiere decir, que se adhieren a ella según las ocurrencias o deseos; así, el valor, la admiración, el hobby o el gusto que son compartidos se convierten en cimientos, en vectores de ética, en una moral, “sin obligación ni castigo”, sin otra obligación que la de elegir adherirse y ser miembro de un cuerpo colectivo, y el castigo por ser excluido.
Ahora bien, una vez que se han creado estos lazos identitarios de esta cultura socioemocional, es necesario analizar, qué emociones influyen para que los individuos permanezcan cohesionados a determinado equipo político. A partir de lo recabado, se destaca el hecho, que las emociones se fortalecen las unas con las otras, lo que favorece la solidaridad y la identificación en el grupo. Dichas emociones, muestran que la creación de la cultura al interior del grupo, se convierten en elementos clave para comprender no únicamente la motivación para la actividad política, sino para entender las dinámicas del grupo a seguir (Poma y Gravante, 2018).
Cabe mencionar que, uno de los elementos más acentuados que facilita la cohesión del grupo, es la figura de liderazgo al interior del equipo político. De acuerdo con Maffesoli (1998), existen héroes, santos, figuras que son, en cierto sentido, matrices que permiten que cada uno se reconozca y se comunique con otros, en este caso Andrés Manuel López Obrador, quien es la figura que sirve como receptáculo, de la expresión del “nosotros”, favorece el surgimiento de un fuerte sentimiento colectivo; sin embargo, aunque esta figura es la que los unifica, el liderazgo del equipo político estudiado, no recae en Andrés Manuel, más bien en Armando Navarrete López (presidente municipal), que es la figura líder del equipo. De acuerdo con Arrollo (1986), se vislumbra una afición hacia el liderazgo político, de dicho personaje; lo que crea una carencia de saber político, en los miembros de Morena.
Evidente es que los procesos emocionales manifestados, se experimentan en las relaciones con el resto de los miembros, ocurriendo “un contagio emocional”, que refiere Bisquerra (2017), como la transmisión de emociones por contacto personal; el “contagio emocional” en un grupo de personas, en este caso en el equipo político, que genera “climas emocionales”. Particularmente se detalla en climas de satisfacción, alegría y agradecimiento, que dan pie al surgimiento de lo que se conoce como emociones colectivas o socioemocionales. Dando como resultado un proceso de tipificación de las experiencias, por parte de los miembros del equipo, en amorosas o dolorosas, en forma de recuerdos o vivencias, a lo cual Arrollo (1986) denomina como “vida afectiva”, la cual ha permitido que el equipo político pueda adquirir significados de las relaciones humanas y generar códigos compartidos. El contagio emocional en este caso se da a partir de la empatía, donde una proximidad afectiva, ha facilitado la generación, de vínculos afectivos fuertes (Bisquerra, 2017).
Por último, la ideología, juega un papel importante, pues sin ideología no hay identidad, a través de ella se reconoce un origen común o un punto de partida colectivo, las coyunturas de acciones y los acontecimientos particulares, se pueden ordenar de diversas maneras, a partir de intereses o proyectos específicos del equipo político (Aguado y Portal, 2014). La ideología orienta a la acción, pero para desarrollar la acción o actividad tanto individual como grupal, es necesaria la inmersión emocional de los miembros en el equipo, donde esta inmersión es crucial, pues define la permanencia de los miembros en la colectividad, dando como resultado, una identidad colectiva (Chihu y López, 2007).
Algunas líneas de investigación, tendrían que partir de la visión de aquellos procesos socioemocionales, que activan o inhiben el desarrollo de la participación, de cómo el individuo a partir de una base socioemocional decide participar activamente o, por lo contrario, no hacerlo, así como de la figura de los liderazgos políticos, como catalizadores de la actividad política misma, del resto del grupo.
El principio que sustenta este planteamiento es el siguiente: la cohesión de un equipo político tiene como base procesos socioemocionales, por lo que el vínculo entre los procesos socioemocionales, de los miembros de un equipo político, permite dicha cohesión.
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