Abraham Maslow: the Visionary of Humanistic Psychology
Ángel Corchado Vargas[1]
Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, Universidad Nacional Autónoma de México
Resumen
El presente trabajo es un ensayo biográfico de Abraham Maslow, reconocido como uno de los representantes más importantes de la Psicología Humanista durante el siglo XX. Se vincularon elementos de su vida, con la construcción de algunos de los conceptos de su teoría, comprendiendo que la persona es producto de sus vivencias, elecciones y decisiones. Se identifican pautas experienciales en la vida del psicólogo estadounidense que promovieron la orientación de su perspectiva teórica, siendo así, un legado importante para la comprensión del desarrollo del potencial humano. Se concluye que comprendiendo la manera en que se sustentaron las bases vivenciales y conceptuales de la teoría de Maslow, se podrán poner bajo la reflexión, resignificación y crítica el modelo propuesto en las futuras generaciones.
Palabras clave: Maslow, biografía, autorrealización, psicología positiva, psicología transpersonal.
Abstract
This paper presents a biographical essay on Abraham Maslow, recognized as one of the most important representatives of Humanistic Psychology during the 20th century. It links elements of his life to the construction of some of the concepts of his theory, understanding that the person is a product of their experiences, choices, and decisions. Experiential patterns in the life of the american psychologist are identified that promoted the orientation of his theoretical perspective, thus constituting an important legacy for understanding the development of human potential. It is concluded that by understanding how the experiential and conceptual bases of Maslow’s theory were sustained, it will be possible to subject the proposed model to reflection, reinterpretation, and criticism in future generations.
Keywords: Maslow, biography, self-actualization, positive psychology, transpersonal psychology.
“El hombre no es otra cosa que su propio proyecto”
Jean Paul Sartre
Desde la visión existencialista del siglo XX, somos el producto de nuestras acciones y nos construimos con base en las experiencias cotidianas. La filosofía que sustenta el principio de que la existencia precede a la esencia, manifiesta que somos el producto de lo que vivimos y nuestra diaria toma de decisiones está permeada por nuestras experiencias. Partiendo de este postulado, será lo más congruente abordar la vida de quien sentó, junto con otros personajes, las bases de lo que se conoce como la Psicología Humanista: Abraham Maslow.
Para poder comprender la obra de Maslow, es necesario abordar la manera como él vivió, se formó, creció y se construyó como persona. Abraham proviene de una familia judía, que, como tantas, tuvo que escapar de la ruina que se había suscitado en Europa, tras la caída del zarismo ruso. Samuel Maslow, el padre de Abraham, llega a los Estados Unidos con no más de un par de valijas, su lengua natal y con el sueño de un futuro mejor. Hoffman (2009) hace referencia a una llegada por parte del padre de Abraham Maslow en Filadelfia, donde vivió un par de años y donde tuvo que confrontarse con una cultura totalmente diferente a la que se vivía en la gélida Europa Oriental. Poco después contrae nupcias con su prima hermana, Rose y en 1908 nace su primer hijo, al que por tradición habrán de ponerle el nombre de un familiar significativo. Ese primogénito es Abraham.
Aludiendo a Mueller (1993) el escenario del principio del siglo XX era bastante dramático y desalentador, ya que se vivía “el drama del hombre occidental en su afán de conocerse mejor” (p. 569). Si bien es cierto que Samuel Maslow había huido de tierras lejanas para poder encontrar un mejor estilo de vida, llegó a mimetizarse con un estilo de vida acelerado, deshumanizado y con una fuerza industrializada sin precedente. Es muy probable que ese estado de angustia por encontrar un futuro mejor para la familia haya convertido a Samuel en un hombre igual o más estricto que el abuelo de Abraham y, por otro lado, Rose se haya convertido en una madre supersticiosa y que, dentro de su formación religiosa, haya convertido la amenaza con un castigo divino, cada ocasión que tanto el pequeño Abraham como sus cuatro hermanos realizaban una travesura o jugaban a algo que Dios no veía bien. Se tiene entonces una vida para Abraham rodeada de diferentes incidencias: por un lado, el padre siempre preocupado por promover un futuro y seguridad económica mejor; desde otro ángulo la estricta educación en casa y finalmente, una infancia rodeada de antisemitismo y discriminación (Hoffman, 2009).
Abraham hace referencia al hecho de que desde muy pequeño fue un ávido devorador de libros. Sus escapadas a la biblioteca no eran más que una oportunidad para evadir la violencia que imperaba dentro y fuera de su hogar (viviendo ni más ni menos que en Brooklyn). Rose era una mujer realmente malvada, como hacía referencia el propio Abraham (llamándola incluso esquizofrenógena, es decir generadora de esquizofrenia) y los vecinos con esa carga de intolerancia hacia creencias diferentes a la sociedad cristiana americana, hicieron de la infancia y adolescencia de Abraham algo realmente difícil de sobrellevar. Sin embargo, definitivamente se puede entrever que las experiencias adversas bajo las que creció el joven Abraham sirvieron de precedente para formular uno de los términos más significativos de su teoría: el de la biología humanista y la buena sociedad, ya que en ella pone de manifiesto que las personas autorrealizantes “tienen menos dudas acerca de lo que es correcto y lo que es incorrecto [a diferencia de] la mayoría de las personas” (Maslow, 2002.p. 24). La idea es entonces, que cuando una persona vive en un estado de neurosis (lo cual es denominado por Maslow como disminución humana) vive con ansiedad, compulsividad o represión (Maslow, 2002); Amodeo & Wentworth, 1998). Para la ideología del autor, la persona neurótica se basa en el principio de que sufre por satisfacer las expectativas de los demás, antes que sus propias expectativas y vive culpando al mundo de lo mal que puede vivir. Abraham nunca perdonó a su madre el maltrato físico y psicológico del que fue víctima, pero no la culpa por ello. Resulta curioso que, de acuerdo con Hoffman (2009), Abraham Maslow se haya referido a su madre como una persona mezquina, egoísta y con falta de amor por los demás, pero que de esa experiencia atribuya el hecho de haberse convertido en un legítimo interesado por el estudio del amor, la bondad y la amistad. En sus propias palabras expresa: “…pero mi filosofía vital, mi interés por la investigación y hasta mi visión teórica hunden también sus raíces en el odio y la revulsión contra todo lo que ella representaba” (Hoffman, 2009, p. 27).
Tenemos a un Maslow que se reconoce con sus polaridades, sus partes inacabadas y con paradojas, como cualquier ser humano. El reconocerse como una persona que siente un profundo desprecio por su madre, lo convierte, por un lado, en un hombre imperfecto como cualquiera, pero también desconcertante al ser reconocido por muchos como un hombre admirable por su bondad. Esta dicotomía ha sido explicada por Maslow en su obra La amplitud potencial de la naturaleza humana de manera clara, siendo definida por Abraham como un valor del Ser (Maslow, 2002).
Continuando con el trayecto de vida de Abraham, hacia el año 1922 ingresa en la Boys High School of Brooklyn la cual albergaba a los jóvenes más inquietos y deseosos de continuar en el camino de superación hacia la Universidad. En ese lugar pudo establecer vínculos amistosos con personajes de la talla de Irwin Shaw, un connotado novelista que, al hacer alusión a dicho recinto educativo, mencionó que allí había aprendido todo lo que necesitaba para salir huyendo de Brooklyn. Hacia 1925, Abraham, o Abe, como le llamaban sus familiares y amigos, logró ingresar al City College of New York, combinando trabajos nocturnos con estudios por medio de becas y apoyos. Corría el año de 1926, cuando Abe cursaba estudios de Derecho y su necesidad por escribir, estudiar y filosofar en cuanto a un mundo cada vez más equitativo y armonioso eran el motor que lo sostenía. Sus ideas socialistas y la necesidad económica en casa eran dos territorios en pugna. Por un lado, Maslow denunciaba la economía de consumo que imperaba en su escenario inmediato y por otra recibía de manera constante los cuestionamientos de su padre acerca de los estudios que lo comprometerían de por vida para poder mantener y sostener a una familia y evidentemente, en lo que eso sucedía, las aportaciones que habría de hacer a la casa. Cifra Hoffman (2009) que el joven Abraham se encontraba inquieto por la aridez de sus estudios de Derecho, pero también se encontraba incierto ante las posturas filosóficas que parecían rescatar únicamente la maldad humana y los pecados de la humanidad. Era el año 1927 cuando Maslow se traslada a la Universidad de Cornell en Ithaca, continuando con su doble labor de trabajar y estudiar. Para sus padres no era suficiente lo que el joven hacía, siendo reprendido por sus múltiples gastos y derroche del dinero y nuevamente se volvió a encontrar con ciertos sectores sociales de antisemitismo y aún más, de feminismo antisemita. Extrañaba a su joven novia, pero su obsesión por el trabajo y el estudio lo mantuvieron distraído. Fue precisamente en ese año, que tomó un curso de Psicología ni más ni menos que con Titchener, contemporáneo de Freud y James. Los mejores tiempos del padre del estructuralismo ya habían pasado y Maslow no perdió la oportunidad de calificar el curso recibido por el maestro como absurdo, despojado de vida y sin ninguna relación con las personas.
En el 1928, Maslow viaja a Indiana y su vida comienza a cambiar de manera significativa. Se matricula en la Universidad de Wisconsin con la finalidad de estudiar Psicología (finalmente, la mala experiencia en Cornell y el sistema persecutorio y ortodoxo de ciertos profesores, lo llevan a optar por alejarse y definir su profesión). Cerca de su amada Bertha y más estable en cuanto a sus intereses personales, en 1930 logra la licenciatura considerando que su formación inicial se encontraba entre el conductismo y el positivismo, iniciando su trayectoria por medio de publicaciones y formulando sus primeras ideas sobre la naturaleza humana. En palabras de Martínez (2004) Maslow se aboca a la idea de plantear nuevas interrogantes, nuevas posibilidades, ver los viejos problemas desde otros ángulos considerando la creatividad y marcando un avance real en la ciencia.
La vida académica de Maslow cobra otra dimensión a partir de su tránsito por Wisconsin. Al dar una visión distinta de la Psicología, considera que ha sido un gran error estudiar únicamente gente enferma, situaciones catastróficas y falta de integración en el ser humano; es entonces cuando se centra en el estudio de la cara creativa y a favor de la vida del hombre (Kopp, 1999; Rowan, 1988).
Pasaron los años y en 1935, después de los años de la gran depresión, Maslow estaba absorto en los ajustes finales de su tesis doctoral. Fue en ese mismo año que presentó una propuesta para participar en un encuentro de psicología animal, dirigido ni más ni menos que por Thorndike. Su trabajo fue aceptado. Pese a que Thorndike no había estado del todo de acuerdo con las conclusiones que Maslow había generado de un estudio sobre primates, le invito a recibir una beca posdoctoral para continuar con una línea de investigación que tenía como eje la naturaleza humana y el orden social. La investigación del prócer y aun joven investigador comenzó a tener notoriedad y esta oportunidad le dio la pauta para cuestionar algunos de los postulados que Thorndike había dado a conocer dentro de su investigación. No cabe duda de que Abraham se había caracterizado por ser un brillante aprendiz de los grandes psicólogos del siglo XX, pero también su inquietud y constante búsqueda de nuevas aristas en el campo del conocimiento psicológico lo llevaban a la ruptura constante con sus mentores. Sus estudios sobre primates fueron trasladados al estudio de la conducta sexual humana y en 1937 había dado a conocer a la comunidad de psicólogos algunas de las conclusiones de su investigación. Hoffman (2009) reporta que en el año de 1940 la sexualidad humana estaría cobrando un auge distinto gracias a las conclusiones que Maslow obtuvo de sus estudios sobre mujeres con sentimiento de dominancia y el logro de la autoestima[2]. Es de suponerse que, a partir de este momento, el concepto de salud psicológica, permeado por las necesidades de carencia o déficit estaba gestándose (Kopp, 1999). En este mismo año conoce a Goldstein, quedando fascinado por el concepto filosófico de autorrealización y lo adopta para explicar su teoría de la motivación y de la personalidad humana.
Kopp (1999) comparte:
“la primera vez que leí el concepto de autorrealización de Maslow fue en los años 50, cuando pasó copias escritas a máquina de un manuscrito inédito a algunos de los que estábamos estudiando como graduados en Brooklyn College[3] donde él enseñaba. La experiencia fue como si me hubieran quitado las anteojeras permitiéndome ver de una manera que me llenaba de esperanza. Su fascinante visión empezó a sacarme de mi reflexiva inmersiónen el mundo psicoanalítico de neurosis y complejos” (p. 207).
En la década de los cuarenta, se presentan algunos datos inciertos con respecto a la relación que tuvo Maslow con sus colegas. Lo que resulta significativo es el hecho de que su actitud retadora a lo establecido y el constante cuestionamiento de los paradigmas previamente establecidos logran en él una cimentación como académico e investigador. Ocurre, de forma muy curiosa hacia los años posteriores, una veneración notable por parte de Kopp hacia su maestro, Maslow, tal como se observa en la cita anteriormente expuesta y a su vez, Abraham demuestra un aprecio excepcional por Goldstein y la explicación filosófica de la autorrealización y la función organísmica (Maslow, 2007).
En estos momentos, de manera simultánea se empiezan a construir en diferentes puntos geográficos, una serie de conceptos que configuran lo que con el tiempo se conoció como psicología humanista, movimiento del potencial humano o psicología existencial humanista, siendo así que Rowan (1987), rescata el concepto de autorrealización de Maslow, acuñado años atrás, pero entendido por otros autores del movimiento como ideas similares e incluso iguales: integración de los niveles inferiores en Sullivan, el ser integrado en Loevinger, autonomía en Fromm y Riesman, así como el concepto de persona en pleno funcionamiento, como lo llamaría Rogers.
Para mediados del siglo XX, Maslow se encuentra de lleno en la investigación sobre hombres y mujeres autorrealizados. Los test que en otros tiempos le habían resultado confiables y de mucha utilidad para poder determinar la salud emocional de los seres humanos, ahora estaban siendo seriamente cuestionados por él. Kinsey y Maslow, que habían trabajado durante varios años en proyector relacionados con la sexualidad, toman diferentes rumbos (Hoffman, 2009). Los años cincuenta permitieron que el ideal de Maslow, gestado durante los años precedentes, pudiera cristalizarse tal como lo mencionan Delgado y Olivares (2015; en Mares y Carrascoza, 2015), en el sentido de estudiar a personas saludables y dotadas de un espíritu creativo y no a los casos clínicos perturbados.
Resulta revelador el contexto de la época en que Maslow se posiciona como uno de los representantes de la psicología humanista más relevantes, siendo hacia el año de 1954, cuando sale a la luz la primer edición de Motivación y personalidad. Entre diversas ideas, destaca la concepción de la psicología positiva, reflexionando sobre el error en el que se había incurrido hasta ese entonces por parte de diversos profesionales de la disciplina con respecto a la naturaleza humana. Mencionaba en ese entonces que habría que alejarse de las concepciones negativas y pesimistas sobre la persona, ya que éstas limitan la posibilidad de desarrollo de las personas. Critica severamente a quienes le dan una connotación negativa a la vivencia humana y menciona que “conforme están ahora las cosas en psicología, la ciencia, como un todo, también persigue frecuentemente objetivos limitados o triviales con métodos y técnicas limitados y bajo la guía de un vocabulario y conceptos limitados” (Maslow, 1954, p.352). Por limitación alude el que se ha centrado la atención en rescatar sólo los aspectos negativos de la persona y no sus posibilidades de desarrollo.
La psicología positiva, para Maslow, consiste en el estudio de la persona sana, contrastando con la psicología llamada por él negativa, que se ha centrado en el estudio de las personas enfermas, las personas medias o promedio (Maslow, 1954). Con el paso de los años, se encuentra en la figura de Abraham un mayor posicionamiento de su teoría, aportando conceptos que enriquecen sus concepción de la persona sana. Entre ellos se rescatan dos muy importantes y que manifiestan la idea de que el ser humano, en la búsqueda de su autorrealización, también atraviesa por momentos difíciles. El primero de ellos es el complejo de Jonás. Dicho concepto dado a conocer por él, en una conferencia dictada en 1996 (como se cita en Maslow, 2001) y tiene que ver con el miedo que, en el trascurso de su vida, la persona siente para llegar al logro, a la superación. Es el miedo a la propia grandeza y pareciera ser que, en lugar de aspirar a un lugar más alto, la persona se autosabotea en sus propia actualización. que algunas personas sienten a alcanzar el éxito o a lograr una superación personal. Inspirado en la historia bíblica de Jonás, donde el profeta es elegido por el Dios hebreo para cumplir una misión pero que por miedo e inseguridad se esconde del ente divino, decide escapar de lo que es una responsabilidad tan grande, es que Maslow rescata el principio del cual se hace alusión. El miedo al éxito, el sabotaje propio, la necesidad de control, la lucha-huida como mecanismo y el temor a destacar son algunas de las características de esta descripción que hace Maslow. Este concepto lo retoma Wilber (1986; citado en Rowan, 1991), cuando manifiesta que ocasionalmente la persona se resiste al proceso de transformación, por miedo a explorar su espiritualidad. Menciona que por el complejo de Jonás la persona se acobarda en el ingreso a su dimensión espiritual, en primera instancia por medio de la meditación el cultivo de la intuición.
En palabras Hoffman (1996; citado en Maslow, 2001), aunque Maslow se caracterizó por su visión optimista de la naturaleza del ser humano y de sus posibilidades de crecimiento personal, también fue realista al rescatar este concepto. Dice el biógrafo del psicólogo estadounidense que sus principales preocupaciones durante la década de los sesenta estuvieron centradas en responder el porqué las personas no logran el desarrollo pleno de su potencial, qué es lo que no se los permite y qué ocurre en su personalidad para que no logren un desarrollo pleno y sano.
El segundo concepto característico en Maslow, y en el mismo orden de ideas, tiene que ver con la desacralización. Hacia el inicio de las década de los setenta, el autor define este aspecto como un proceso que se genera cuando la persona deja de darle un valor sagrado o de trascendencia a algunos aspectos de su vida. En términos generales, en su obra La amplitud potencial de la naturaleza humana, publicada en 1971, manifiesta que, si bien todos los seres humanos presentan en algún momento una sensación de vacío o pérdida de propósito en la vida, así como una falta de vinculación con los valores del Ser como la honestidad, la congruencia, la conexión con las demás personas y en consecuencia se presenta la imposibilidad de encontrar un valor más allá de lo utilitario o material en las personas y las cosas, él hace referencia al hecho de que en las juventudes se hace más visible. Las personas con pocos años de edad llegan a desconfiar de las instituciones, del mundo poco congruente de los adultos; dejan de confiar y se desacralizan. Hay también una sensación de soledad; sin embargo, cuando la persona reencuentra con el valor de las personas y las cosas, puede re-sacralizarse. En este punto se sigue observando a un Maslow más centrado en describir a la persona como un ser con polaridades, con posibilidades de desarrollo, pero también con limitaciones (Maslow, 2002).
En 1971 salió a la luz la última obra integrada por Maslow, quien en el año 1969 integró personalmente los textos que la conformarían. Fue el día 8 de junio de 1970 que, producto de un ataque cardíaco, muere Abraham a la edad de 62 años. Su legado a la psicología sigue siendo importante, ya que, gracias a muchas de sus ideas, la psicología humanista se fortaleció y abrió brecha para seguir comprendiendo el proceso de desarrollo de la persona. Se puede identificar una confluencia de ideas con Seligman, en cuanto a la psicología positiva. Seligman podría verse como una persona que heredó muchas ideas de Maslow, en lo referente a la visión optimista de la naturaleza humana y el estudio de las experiencias de la vida que dejan una huella favorable en las personas. Seligman maduró a visión de la psicología positiva con elementos de corte más científico.
Otra gran influencia de Maslow se identifica en la psicología transpersonal. La influencia de las doctrinas orientales en este autor, sentaron bases en la psicología para que, años más adelante, otros autores, como Ken Wilber, Fritjof Capra, Daniel Goleman, Richard Tart entre otros, siguieran la misma línea de fusión entre la concepción oriental y de occidente, respecto al bienestar psicológico (Walsh & Vaughan, 2008). La psicología transpersonal brinda una visión amplia y holística sobre la naturaleza humana. Rebasa los límites de la psicología tradicional, explorando la dimensión espiritual y trascendente de la experiencia humana, teniendo como objetivo proporcionar a las personas un sentido más amplio del significado y propósito de vida.
Conclusión
Sin duda alguna, Abraham Maslow fue uno de los representantes más icónicos de la psicología en el siglo XX, pero más aun, su nombre no puede deslindarse de la psicología humanista. Motivos hay de sobra para que Sheldon Kopp le haya llamado el visionario de la psicología humanista. Gracias a sus aportaciones, pudieron sentarse las bases para la comprensión de la naturaleza tendiente a la autorrealización en los seres humanos; sin embargo, para quienes se han interesado en la vida y obra de este autor, será necesario descubrir la riqueza de sus planteamientos y argumentaciones. Desafortunadamente, la lectura limitada de este representante de la psicología humanista se ha visto limitada a la tan mencionada pirámide las necesidades, pero eso sólo es un eslabón del entramado y la riqueza de su sistema de pensamiento. Será incuestionable que, para las generaciones actuales y futuras, se dedique una lectura detallada de sus postulados, para que, con conocimiento y sustento suficiente, se pueda criticar, reconstruir, redefinir e incluso perfeccionar el pensamiento de un hombre que, a pesar de haber tenido una infancia difícil e incluso violenta, se haya convertido en un hombre resiliente y capaz de comprender que la persona es, por excelencia, una posibilidad de crecimiento, desarrollo y autorrealización.
Referencias bibliográficas
Amodeo, J., & Wentworth, K. (1998). Crecer en intimidad. Descleé de Brouwer.
Delgado, G. & Olivares, R. (2015). Tradición Existencial Humanista. En Mares, G. & Carrascoza, C. (Coord.) (2015). Principales escuelas en Psicología. Bases teóricas (169–203). UNAM-FESI.
Hoffman, E. (2009). Abraham Maslow. Vida y enseñanzas el creador de la psicología humanista. Kairós.
Kopp, S. (1999). Gurú. Metáforas de un psicoterapeuta. Gedisa.
Martínez, M. (2004). La psicología humanista. Un nuevo paradigma psicológico. Trillas.
Maslow, A. (1954). Motivación y personalidad. Sagitario.
Maslow, M. (2001). Visiones del futuro. Kairós.
Maslow, A. (2002). La amplitud potencial de la naturaleza humana. Trillas.
Maslow, A. (2007). El hombre autorrealizado (17ª edición). Kairós.
Mueller, F. (1993). Historia de la psicología. Fondo de Cultura Económica.
Rowan, J. (1987). The horned god. Routledge & Kegan Paul.
Rowan, J. (1988). Ordinary Ectasy. Humanistic Psychology in Action. Routledge.
Rowan, J. (1991). Subpersonalities. The people inside us. Routledge.
Walsh, R., & Vaughan, F. (2008). Más allá del ego. Textos de psicología transpersonal (10ª edición). Kairós.
Notas
- Profesor de Carrera Asociado C TC de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM.
Correo: angel.corchado@iztacala.unam.mx ORCID: https://orcid.org/0000–0002-4436–6237 ↑
- De acuerdo con el autor, fue en este año donde por primera vez Maslow elucida el término autoestima. ↑
- En la posguerra, Maslow regresó a Brooklyn para impartir cátedra. ↑