Comunicación y su relación con la educación en el contexto universitario Descargar este archivo (Comunicación y su relación con la educación en el contexto universitario.pdf)

Georgina Amayuela Mora 1

Centro de Estudio de Ciencias de la Educación “Enrique José Varona”,
Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte Loynaz” Camagüey, Cuba

Resu­men

La comu­ni­ca­ción en el con­tex­to edu­ca­ti­vo es un pro­ce­so que ha sido estu­dia­do por dife­ren­tes cien­cias y des­de diver­sos ángu­los, sin embar­go, aún son insu­fi­cien­tes las pro­pues­tas y refle­xio­nes sobre su impor­tan­cia en la cali­dad del pro­ce­so edu­ca­ti­vo de todos los nive­les de ense­ñan­za. El obje­ti­vo del pre­sen­te artícu­lo es valo­rar la sig­ni­fi­ca­ción de la rela­ción entre comu­ni­ca­ción y edu­ca­ción en fun­ción del éxi­to del pro­ce­so for­ma­ti­vo de los edu­can­dos en el con­tex­to uni­ver­si­ta­rio. Se emplea­ron méto­dos del nivel teó­ri­co y empí­ri­co para rea­li­zar el aná­li­sis de las con­cep­cio­nes sobre el obje­to de estu­dio. Se con­clu­ye con un sis­te­ma de reco­men­da­cio­nes que, a con­si­de­ra­ción de la auto­ra, son impres­cin­di­bles para per­fec­cio­nar el pro­ce­so for­ma­ti­vo des­de el víncu­lo entre comu­ni­ca­ción y edu­ca­ción.

Pala­bras cla­ve: edu­ca­ción, comu­ni­ca­ción, comu­ni­ca­ción edu­ca­ti­va

 

Abs­tract

The com­mu­ni­ca­tion in the edu­ca­tio­nal con­text is a pro­cess that has been stu­died by dif­fe­rent scien­ces and from various points of view, howe­ver, the pro­po­sals and reflec­tions on the impor­tan­ce of this pro­cess in the qua­lity of edu­ca­tio­nal pro­cess at all levels are still insuf­fi­cient. The pur­po­se of this paper is asses­sing the sig­ni­fi­can­ce of the rela­tion bet­ween com­mu­ni­ca­tion and edu­ca­tion accor­ding to the suc­cess of the lear­ning pro­cess of the stu­dents in the uni­ver­sity con­text. To per­form the analy­sis of the con­cep­tions on the pro­ces­ses sub­jects of study were used theo­re­ti­cal and empi­ric methods. The work pro­vi­des a sys­tem of recom­men­da­tions, which the author con­si­ders indis­pen­sa­ble to impro­ve the bond bet­ween com­mu­ni­ca­tion and edu­ca­tion. 

Key words: Edu­ca­tion, Com­mu­ni­ca­tion, Edu­ca­tio­nal Com­mu­ni­ca­tion

Introducción

Las ten­den­cias de la unes­co y los ace­le­ra­dos cam­bios tec­no­ló­gi­cos han trans­for­ma­do los méto­dos y pro­ce­di­mien­tos de la edu­ca­ción en todos los nive­les de ense­ñan­za. Actual­men­te se pre­ci­sa de desa­rro­llar estra­te­gias que sean sos­te­ni­bles en el tiem­po, como el desa­rro­llo de habi­li­da­des, el apren­der a apren­der, la edu­ca­ción con­ti­nua y el desa­rro­llo y for­ma­ción de com­pe­ten­cias.

Para dar res­pues­ta a estas exi­gen­cias en el con­tex­to uni­ver­si­ta­rio, se pre­ci­sa del domi­nio de las poten­cia­li­da­des de la comu­ni­ca­ción como pro­ce­so que posi­bi­li­te el desa­rro­llo del pro­ce­so docen­te-edu­ca­ti­vo y par­ti­cu­lar­men­te el desa­rro­llo y la for­ma­ción de la per­so­na­li­dad de los edu­can­dos.

El obje­ti­vo del pre­sen­te artícu­lo es valo­rar la sig­ni­fi­ca­ción de la rela­ción entre comu­ni­ca­ción y edu­ca­ción en fun­ción del éxi­to del pro­ce­so for­ma­ti­vo de los edu­can­dos en el con­tex­to uni­ver­si­ta­rio.

Desarrollo

Las con­cep­cio­nes edu­ca­ti­vas actua­les con­ci­ben el pro­ce­so docen­te-edu­ca­ti­vo como un pro­ce­so comu­ni­ca­ti­vo dia­ló­gi­co, don­de deben pre­va­le­cer las rela­cio­nes hori­zon­ta­les entre docen­tes y dis­cen­tes, y don­de el alumno asu­me un papel acti­vo y pro­ta­gó­ni­co ante su pro­pio desa­rro­llo. En este pro­ce­so de inter­cam­bio se impli­ca la per­so­na­li­dad de los suje­tos en su inte­gri­dad, es decir, se mani­fies­ta la uni­dad de lo cog­ni­ti­vo y lo afec­ti­vo, lo induc­tor y lo eje­cu­tor Ama­yue­la (2005).

La comu­ni­ca­ción es posi­ble en tan­to exis­te un cono­ci­mien­to común entre los miem­bros de una comu­ni­dad que se pre­cien de ser acto­res socia­les com­pe­ten­tes, es decir, capa­ces de com­pren­der las accio­nes de otros y las pro­pias (…) la comu­ni­ca­ción pue­de ser enten­di­da como pues­ta en común, como un pro­ce­so que requie­re un cono­ci­mien­to mutuo, el cual es simul­tá­nea­men­te cau­sa y con­se­cuen­cia del sen­ti­do Bus­tos, J.C. (2011).

Según la pers­pec­ti­va de este autor, la infor­ma­ción sólo resul­ta sig­ni­fi­ca­ti­va sobre la base de un sen­ti­do común. La comu­ni­ca­ción ade­más, supo­ne una inten­cio­na­li­dad, impli­ca media­ción de códi­gos y está vin­cu­la­da a la vida de mane­ra gene­ral.

Estos dos aspec­tos esen­cia­les dis­tin­guen la comu­ni­ca­ción y deben ser con­si­de­ra­dos por los edu­ca­do­res para ejer­cer la labor for­ma­ti­va.

Es muy sig­ni­fi­ca­ti­vo el valor que posee la comu­ni­ca­ción en la influen­cia edu­ca­ti­va que debe ejer­cer el pro­fe­sor sobre el estu­dian­te y en la asi­mi­la­ción del apren­di­za­je al igual que en su pro­ce­so for­ma­ti­vo en gene­ral. De mane­ra que la comu­ni­ca­ción y la edu­ca­ción son dos pro­ce­sos que, si bien se dis­tin­guen por su esen­cia, ambos están muy rela­cio­na­dos y se com­ple­men­tan.

La rela­ción entre comu­ni­ca­ción y edu­ca­ción cons­ti­tu­ye un área de explo­ra­ción teó­ri­ca y prác­ti­ca aún no sufi­cien­te­men­te tra­ta­da. Fue­ron los comu­ni­ca­do­res, inves­ti­ga­do­res de la edu­ca­ción popu­lar, los pri­me­ros que lla­ma­ron la aten­ción sobre la impor­tan­cia de esta inter­re­la­ción.

La edu­ca­ción impli­ca un pro­ce­so orien­ta­do al desa­rro­llo per­so­nal, don­de el edu­can­do simul­tá­nea­men­te cons­tru­ye cono­ci­mien­tos y se desa­rro­lla en pla­nos diver­sos como per­so­na (Gon­zá­lez ‚1995). El pro­ce­so de edu­ca­ción requie­re de la inter­re­la­ción entre la asi­mi­la­ción del cono­ci­mien­to y el desa­rro­llo de la per­so­na­li­dad. En este mis­mo sen­ti­do, Gon­zá­lez afir­ma que el cre­ci­mien­to de la per­so­na en el pro­ce­so edu­ca­ti­vo se carac­te­ri­za por el desa­rro­llo de la auto­es­ti­ma, de la segu­ri­dad per­so­nal y los intere­ses; así como de la capa­ci­dad para comu­ni­car­se con otros, cri­te­rio que es com­par­ti­do por esta auto­ra.

Sobre la rela­ción entre comu­ni­ca­ción y edu­ca­ción son varios los auto­res que han inves­ti­ga­do esta pro­ble­má­ti­ca: Alon­so, A. C. (1988), Ojal­vo, V. (1995), Fer­nán­dez, A. M. (1996), Már­quez, J. L. (1996), Ortiz, E. (1997), Kaplún, M. (2000), Soto, M. (2004).

Edu­ca­ción y comu­ni­ca­ción son pro­ce­sos inse­pa­ra­bles, ya que cual­quier hecho edu­ca­ti­vo requie­re media­cio­nes comu­ni­ca­ti­vas y no hay situa­ción comu­ni­ca­ti­va que no ten­ga una influen­cia edu­ca­ti­va, en algún sen­ti­do. Pero el aná­li­sis de los víncu­los entre edu­ca­ción y comu­ni­ca­ción tie­ne múl­ti­ples dimen­sio­nes, que se han ido escla­re­cien­do con el desa­rro­llo de las con­cep­cio­nes teó­ri­cas y meto­do­ló­gi­cas de ambos pro­ce­sos.

Al decir de Ojal­vo (1997), se requie­re esta­ble­cer la dis­tin­ción de dos nive­les bási­cos en que se da la rela­ción entre ambos pro­ce­sos: el pri­mer nivel, que pudié­ra­mos lla­mar “no pro­po­si­ti­vo”, es inhe­ren­te a toda rela­ción huma­na, sien­do cual­quier acto edu­ca­ti­vo una rela­ción de indi­vi­duos que entran en inter­ac­ción; está implí­ci­ta, de hecho, una dimen­sión comu­ni­ca­cio­nal, don­de se inter­cam­bian men­sa­jes, aun­que este obje­ti­vo no sea cons­cien­te para algu­nos de los impli­ca­dos.

El segun­do nivel, según esta auto­ra, se carac­te­ri­za por la exis­ten­cia de un pro­pó­si­to, una inten­ción, un obje­ti­vo expre­so de lle­var a cabo deter­mi­na­dos pro­ce­sos comu­ni­ca­cio­na­les, como trans­mi­tir, infor­mar, com­par­tir, deba­tir, etc.

Se coin­ci­de con esta auto­ra al ase­ve­rar que en el pro­ce­so de socia­li­za­ción del ser humano se entre­mez­clan estos dos nive­les de rela­ción entre comu­ni­ca­ción y edu­ca­ción, entre inter­ac­ción y for­ma­ción de la per­so­na­li­dad.

Aportes de L. S. Vygotsky sobre la relación Comunicación/Educación

Es sig­ni­fi­ca­ti­vo seña­lar tam­bién los apor­tes que sobre esta rela­ción hace el psi­có­lo­go L.S. Vygotsky prin­ci­pal repre­sen­tan­te del para­dig­ma socio-his­tó­ri­co cul­tu­ral.

Den­tro de los prin­ci­pa­les apor­tes de Vygotsky a la com­pren­sión del víncu­lo entre edu­ca­ción y comu­ni­ca­ción se rela­cio­nan a con­ti­nua­ción los siguien­tes:

  • El com­pren­der el apren­di­za­je como una acti­vi­dad social y no sólo como un pro­ce­so de rea­li­za­ción indi­vi­dual. Es el pro­ce­so de la for­ma­ción de la per­so­na­li­dad del edu­can­do, de la adqui­si­ción de cono­ci­mien­tos y apro­pia­ción de la cul­tu­ra que tie­ne lugar a par­tir de las inter­ac­cio­nes que se pro­du­cen en la escue­la y en la cla­se, de los tipos de acti­vi­dad que en ellas se desa­rro­llan, en el seno de deter­mi­na­do con­tex­to social, his­tó­ri­co, ins­ti­tu­cio­nal, que con­di­cio­nan los valo­res e idea­les de la edu­ca­ción.
  • El papel del len­gua­je en el desa­rro­llo de la acti­vi­dad cog­nos­ci­ti­va.

Vygotsky des­ta­có el estre­cho víncu­lo entre pen­sa­mien­to y len­gua­je, entre el desa­rro­llo inte­lec­tual y la pala­bra. Dado que el len­gua­je no se desa­rro­lla fue­ra de la socie­dad, sino que es un pro­duc­to de la acti­vi­dad huma­na. Una prác­ti­ca social no pue­de pen­sar­se en el desa­rro­llo de la cons­cien­cia, y, en gene­ral, de la per­so­na­li­dad huma­na fue­ra de los nexos socia­les, de las rela­cio­nes entre los seres huma­nos. La fun­ción prin­ci­pal de los sig­nos es la comu­ni­ca­ción, ellos per­mi­ten la media­ción inter­per­so­nal y el esta­ble­ci­mien­to de víncu­los socia­les entre los seres huma­nos, en este caso se habla del carác­ter obje­ti­vo del signo.

Vygotsky, cita­do por Ojal­vo, ase­ve­ra que: “El desa­rro­llo de la comu­ni­ca­ción y el de la gene­ra­li­za­ción van de la mano (…) el modo gene­ra­li­za­do del refle­jo de la reali­dad en la cons­cien­cia —que es intro­du­ci­da por la pala­bra en la acti­vi­dad del cere­bro— es otro aspec­to de aquel hecho de que la cons­cien­cia del hom­bre es una cons­cien­cia social, una cons­cien­cia que se for­ma en la comu­ni­ca­ción” (Vygotsky, pág.196).

La com­pren­sión del papel de la inter­ac­ción social de la comu­ni­ca­ción en el desa­rro­llo de la cons­cien­cia huma­na tie­ne una impor­tan­cia tras­cen­den­tal para la ins­tru­men­ta­ción del pro­ce­so docen­te como pro­ce­so social, dia­ló­gi­co, de inter­ac­ción entre docen­te y dis­cen­te, tal como lo com­pren­de la Comu­ni­ca­ción Edu­ca­ti­va.

La edu­ca­ción, en sus con­cep­cio­nes actua­les, supo­ne la ela­bo­ra­ción con­jun­ta de sig­ni­fi­ca­dos y sen­ti­dos. En este sen­ti­do, Vygotsky enfa­ti­za que lograr que los con­te­ni­dos del pro­ce­so docen­te sean no solo “sig­ni­fi­ca­dos” para los alum­nos, sino que adquie­ran “sen­ti­do per­so­nal” en su acti­vi­dad coti­dia­na que los moti­ve a actuar en corres­pon­den­cia con ellos es uno de los altos fines de la edu­ca­ción, que solo podrá alcan­zar­se cuan­do se res­ca­te su esen­cia social, huma­na, inter­ac­ti­va, comu­ni­ca­ti­va.

La comu­ni­ca­ción edu­ca­ti­va es aque­lla que se visua­li­za en la actua­li­dad don­de se redi­men­sio­na la fun­ción orien­ta­do­ra del pro­fe­sor uni­ver­si­ta­rio y del tutor en el pro­ce­so de ense­ñan­za-apren­di­za­je a tono con las exi­gen­cias socia­les y que es com­pren­di­da a par­tir de la dia­léc­ti­ca entre la direc­ti­vi­dad y la no direc­ti­vi­dad del pro­ce­so, en tan­to ser tutor sig­ni­fi­ca guiar el pro­ce­so de apren­di­za­je del estu­dian­te hacia la cons­truc­ción autó­no­ma de cono­ci­mien­tos, habi­li­da­des y valo­res Rodrí­guez L.  y et. al. (2011).

Concepciones contemporáneas sobre la relación comunicación-educación

Al ana­li­zar algu­nas de las con­cep­cio­nes peda­gó­gi­cas del víncu­lo comu­ni­ca­ción-edu­ca­ción se evi­den­cia que las con­cep­cio­nes más moder­nas de la ense­ñan­za mues­tran como el pro­ce­so docen­te se desa­rro­lla a par­tir de la inter­ac­ción entre pro­fe­sor y alum­nos y en el gru­po de estu­dian­tes. Ade­más, se  ha escla­re­ci­do que los pro­ce­sos de ense­ñan­za y apren­di­za­je no se redu­cen a situa­cio­nes diá­di­cas docen­te-dis­cen­te, (aun­que estas están pre­sen­tes y son muy impor­tan­tes), sino que es nece­sa­rio tener en cuen­ta, ade­más, la red de rela­cio­nes con los igua­les, ya que son estos víncu­los los que for­man el con­tex­to en que tie­ne lugar el apren­di­za­je, cuan­to mayor sea la comu­ni­ca­ción en un gru­po, más se refor­za­rá su vida inter­na, sus posi­bi­li­da­des de acción y de lograr los fines que se pro­pon­gan.

Des­de la mira­da de esta auto­ra, la red de rela­cio­nes con los igua­les y su papel en el desa­rro­llo per­so­nal y del gru­po es un aspec­to que mere­ce un mayor tra­ta­mien­to en las inves­ti­ga­cio­nes psi­co­pe­da­gó­gi­cas.

J.C. Filloux ha inves­ti­ga­do la natu­ra­le­za comu­ni­ca­ti­va del gru­po esco­lar con­clu­yen­do que no hay duda de que una cla­se es por exce­len­cia un lugar de comu­ni­ca­ción. El cam­po peda­gó­gi­co se defi­ne por la rela­ción del maes­tro y del alumno con un saber que es comu­ni­ca­do de diver­sas for­mas. La cla­se, que espe­cí­fi­ca este cam­po en su dimen­sión de gru­po, tie­ne pues, como fun­ción esen­cial, ser el sus­tra­to de una corre­la­ción del saber bajo la for­ma de trans­mi­sión, de apor­ta­ción de infor­ma­ción, de inves­ti­ga­ción acti­va, es decir, de pro­ce­sos de comu­ni­ca­cio­nes (Filloux, p.69).

Es evi­den­te que este autor con­si­de­ra que el esti­mu­lar la inter­ac­ción entre los miem­bros del gru­po esco­lar arro­ja­rá influen­cias posi­ti­vas sobre el apren­di­za­je, de mane­ra que cuan­to mayor sea la comu­ni­ca­ción en un gru­po más se refor­za­rá su vida inter­na y los pro­pó­si­tos que en él se tra­cen.

En este mis­mo sen­ti­do R. San­to­yo tam­bién abor­da el tema, coin­ci­dien­do con los cri­te­rios antes vis­tos: “La edu­ca­ción ha sido y sigue sien­do, fun­da­men­tal­men­te un pro­ce­so de inter­ac­ción. Des­de el jar­dín de infan­tes has­ta los nive­les de post­gra­do se reco­no­ce la impor­tan­cia de las inter­ac­cio­nes en el pro­ce­so de socia­li­za­ción del indi­vi­duo, y de los cono­ci­mien­tos que con­for­man la cul­tu­ra nacio­nal y uni­ver­sal” (Santoyo,1985: 57).

Des­de la pers­pec­ti­va de Frei­net la comu­ni­ca­ción es esen­cial­men­te dina­mi­za­do­ra de los pro­ce­sos edu­ca­ti­vos y seña­la ade­más que los niños apren­den por medio de la comu­ni­ca­ción.

Al decir de Gutié­rrez, la edu­ca­ción y la comu­ni­ca­ción son un mis­mo y úni­co pro­ce­so de co-par­ti­ci­pa­ción, de co-pro­duc­ción, de co-enten­di­mien­to y comu­nión, lo que equi­va­le a decir que la cali­dad de la edu­ca­ción, des­de este enfo­que, no vie­ne dada por el cam­bio de pro­gra­mas, por el con­trol más exac­to de los pro­ce­sos ni por los obje­ti­vos. Éstos se valo­ri­zan y sig­ni­fi­can por el tipo de inter­re­la­cio­nes que se logran esta­ble­cer entre los com­po­nen­tes per­so­na­les del pro­ce­so docen­te-edu­ca­ti­vo, es decir, por las inter­re­la­cio­nes entre pro­fe­sor y estu­dian­tes y de estu­dian­tes entre sí.

Por su par­te, Herre­ra A. (2010)considera quehay dife­ren­cia entre comu­ni­car y edu­car por­que edu­car es edu­cir, hacer que el otro saque lo mejor de sí, que lo des­en­tra­ñe; y para esto se exi­ge que quien se edu­ca no se limi­ta a pro­ce­sar lo que le ense­ñan o comu­ni­can, sino que edu­car­se con­sis­te en hacer suyo algo, de mane­ra que esté sien­do mejor, cosa que va más allá de que modi­fi­que una con­duc­ta, que es lo que tra­di­cio­nal­men­te los mode­los de comu­ni­ca­ción alcan­zan a ver”.

Los auto­res rela­cio­na­dos ante­rior­men­te coin­ci­den en las con­si­de­ra­cio­nes siguien­tes:

  • La edu­ca­ción es un pro­ce­so de inter­ac­ción.
  • La comu­ni­ca­ción dina­mi­za el pro­ce­so edu­ca­ti­vo.
  • La cali­dad de la edu­ca­ción depen­de en pri­mer lugar del carác­ter de las inter­re­la­cio­nes que se esta­blez­can entre el pro­fe­sor y los estu­dian­tes.
  • La base de la edu­ca­ción es pre­ci­sa­men­te la comu­ni­ca­ción.
  • Exis­te una rela­ción recí­pro­ca entre comu­ni­car y edu­car, al mis­mo tiem­po que se evi­den­cia dife­ren­cia entre ambos pro­ce­sos.

La con­si­de­ra­ción de la edu­ca­ción como pro­ce­so comu­ni­ca­ti­vo con­du­ce al aná­li­sis de la prác­ti­ca edu­ca­ti­va des­de una pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca expre­sa­da en los mode­los edu­ca­ti­vos impe­ran­tes en las prin­ci­pa­les ten­den­cias peda­gó­gi­cas con­tem­po­rá­neas.

Modelos de educación y su correspondiente forma de comunicación

Al ana­li­zar algu­nos estu­dios al res­pec­to en el con­tex­to uni­ver­si­ta­rio se obser­va que dife­ren­tes auto­res (Gon­zá­lez Rey, F.; Ojal­vo, V.; Fer­nán­dez, Ama­yue­la, G.) des­ta­can la estre­cha rela­ción entre la edu­ca­ción y la comu­ni­ca­ción y afir­man que dicha rela­ción pre­su­po­ne que a cada tipo de edu­ca­ción le corres­pon­de una deter­mi­na­da con­cep­ción y prác­ti­ca de la comu­ni­ca­ción. Al res­pec­to J. Díaz Bor­de­na­ve, cita­do por Kaplun (p.18), dis­tin­gue 3 mode­los fun­da­men­ta­les de edu­ca­ción con su corres­pon­dien­te for­ma de comu­ni­ca­ción. Estas for­mas de comu­ni­ca­ción son las siguien­tes:

  1. Edu­ca­ción que hace énfa­sis en los con­te­ni­dos.
  2. Edu­ca­ción que se cen­tra en los efec­tos.
  3. Edu­ca­ción que enfa­ti­za en el pro­ce­so.

Los mode­los de comu­ni­ca­ción 1 y 2 evi­den­cian, a con­si­de­ra­ción de la auto­ra, limita­cio­nes gene­ra­les:

  • Repre­sen­tan al men­sa­je en un solo sen­ti­do, es decir, pre­do­mi­na un flu­jo de infor­ma­ción des­de el emi­sor has­ta el per­cep­tor en for­ma uni­di­rec­cio­nal.
  • Al intro­du­cir la retro­ali­men­ta­ción como ele­men­to del pro­ce­so de comu­ni­ca­ción, no se esta­ble­cen sus nive­les de mani­fes­ta­ción y se les atri­bu­ye a los medios un exce­si­vo pro­ta­go­nis­mo.
  • Gene­ral­men­te se abso­lu­ti­za la impor­tan­cia de alguno de sus ele­men­tos.

Las dos pri­me­ras varian­tes, ade­más, con­si­de­ran al alumno como el obje­to de la acción del edu­ca­dor. Sin embar­go, en la ter­ce­ra varian­te, la edu­ca­ción se con­ci­be y orga­ni­za a par­tir del alumno, con el pro­pó­si­to de lograr su desa­rro­llo inte­gral.

 Tenien­do en cuen­ta la inten­ción de des­ta­car el pro­ce­so docen­te-edu­ca­ti­vo como pro­ce­so de inter­ac­cio­nes múl­ti­ples, se expli­ci­ta­rá a con­ti­nua­ción sólo la ter­ce­ra posi­ción. En edu­ca­ción exis­ten dife­ren­tes varian­tes de este mode­lo de edu­ca­ción.

Por ejem­plo la pro­pues­ta de Pau­lo Frei­re de “Edu­ca­ción Libe­ra­do­ra” es una cla­ra mani­fes­ta­ción de este mode­lo. Su obje­ti­vo prin­ci­pal es no sólo la tras­for­ma­ción de edu­can­dos y edu­ca­do­res, sino de la socie­dad mis­ma don­de ellos con­vi­ven. El mode­lo de comu­ni­ca­ción que corres­pon­de a este tipo de edu­ca­ción es un mode­lo demo­crá­ti­co y cen­tra­do en la prác­ti­ca dia­ló­gi­ca.

Por su par­te Lia­dis (p.5), a par­tir de los tra­ba­jos de Vygotsky y Leon­tiev sobre el papel de las rela­cio­nes inter­per­so­na­les y de la acti­vi­dad social en la deter­mi­na­ción de la per­so­na­li­dad huma­na, ela­bo­ró y fun­da­men­tó una teo­ría del desa­rro­llo de la per­so­na­li­dad de los estu­dian­tes a tra­vés de su pro­pia acti­vi­dad en el pro­ce­so docen­te-edu­ca­ti­vo y de las inter­ac­cio­nes que esta­ble­ce con sus pro­fe­so­res y com­pa­ñe­ros. Ade­más, par­te de con­ce­bir la ense­ñan­za como inter­ac­ción entre pro­fe­sor y alum­nos, aspec­to que se dife­ren­cia de lo plan­tea­do en la ense­ñan­za tra­di­cio­nal.

En este mode­lo de acti­vi­dad con­jun­ta, la posi­ción del pro­fe­sor es más demo­crá­ti­ca y los estu­dian­tes asu­men una posi­ción acti­va y crea­ti­va; poseen auto­con­trol, auto­con­cien­cia y son capa­ces de modi­fi­car sus moti­vos, ade­más se pro­pi­cia el diá­lo­go pro­ble­ma­ti­za­dor, la acti­vi­dad es con­jun­ta y cada uno desa­rro­lla sus poten­cia­li­da­des median­te la ayu­da de otros. En este mode­lo, el alumno es suje­to acti­vo de la edu­ca­ción y el pro­fe­sor pro­pi­cia las rela­cio­nes e inter­ac­cio­nes con los alum­nos de for­ma tal que pue­da mani­fes­tar todo su mun­do cog­ni­ti­vo y afec­ti­vo, ade­más de desa­rro­llar todas sus habi­li­da­des.

Según Cal­vino(2007) Una bue­na comu­ni­ca­ción supo­ne (exi­ge) la ade­cua­ción del esti­lo comu­ni­ca­ti­vo a las pecu­lia­ri­da­des del alumno.

Relación entre comunicación y educación teniendo en cuenta el papel del alumno

A con­ti­nua­ción se rela­cio­nan ambas cate­go­rías aten­dien­do al papel que le asig­nan al alumno.

Al ana­li­zar los mode­los expues­tos se obser­va que cons­ti­tu­yen refe­ren­tes impor­tan­tes para el pre­sen­te estu­dio, sin embar­go, en la comu­ni­ca­ción edu­ca­ti­va, en par­ti­cu­lar la que tie­ne lugar en el mar­co del pro­ce­so docen­te-edu­ca­ti­vo, cuan­do se ana­li­za la rela­ción entre comu­ni­ca­ción y edu­ca­ción se reco­mien­da intro­du­cir una nue­va rela­ción, como varian­te de la edu­ca­ción que hace énfa­sis en el pro­ce­so.

Dicha rela­ción poten­cia la nece­si­dad de apro­ve­char la diná­mi­ca de las rela­cio­nes entre las fun­cio­nes de la comu­ni­ca­ción.

 En este caso la aten­ción de la edu­ca­ción se cen­tra en las rela­cio­nes entre pro­fe­sor y alum­nos. Ade­más, al papel acti­vo del alumno es fun­da­men­tal al ser res­pon­sa­ble de su pro­pio pro­ce­so for­ma­ti­vo, sin res­tar­le impor­tan­cia ni res­pon­sa­bi­li­dad al pro­fe­sor.

 El alumno es más cons­cien­te de su lugar en el pro­ce­so docen­te-edu­ca­ti­vo y de las expec­ta­ti­vas que tie­ne la socie­dad con res­pec­to a su desa­rro­llo como pro­fe­sio­nal y como per­so­na. En este mis­mo sen­ti­do vale decir, que la res­pon­sa­bi­li­dad ante su pro­pio pro­ce­so de for­ma­ción y comu­ni­ca­ción, posi­bi­li­ta que cada día asu­ma mayo­res retos como suje­to acti­vo en el pro­ce­so de auto­trans­for­ma­ción y trans­for­ma­ción de la reali­dad en gene­ral.

Conclusiones

Las rela­cio­nes entre edu­ca­ción y comu­ni­ca­ción se mani­fies­tan cada vez más como resul­ta­do de una cre­cien­te ten­den­cia demo­cra­ti­za­do­ra en todos los sis­te­mas edu­ca­ti­vos y de una teo­ri­za­ción y prác­ti­ca edu­ca­ti­va cada vez más cien­tí­fi­ca. La edu­ca­ción y la comu­ni­ca­ción son dos pro­ce­sos que se inte­gran en el pro­ce­so docen­te-edu­ca­ti­vo, los cua­les per­mi­ten el desa­rro­llo de la per­so­na­li­dad de los edu­can­dos, es decir, su pro­ce­so for­ma­ti­vo.

Se pre­ci­sa que los docen­tes inte­rio­ri­cen que solo a par­tir de un pro­ce­so de comu­ni­ca­ción aser­ti­vo y afec­ti­vo, será posi­ble inci­dir en las dimen­sio­nes (ins­truc­ti­va, edu­ca­ti­va y desa­rro­lla­do­ra) del pro­ce­so for­ma­ti­vo en el con­tex­to uni­ver­si­ta­rio, a tono con las actua­les exi­gen­cias del mun­do con­tem­po­rá­neo.

El aná­li­sis de los mode­los fun­da­men­ta­les de edu­ca­ción, con su corres­pon­dien­te for­ma de comu­ni­ca­ción, evi­den­cia que las rela­cio­nes entre las fun­cio­nes (infor­ma­ti­va, afec­ti­va y regu­la­do­ra) de la comu­ni­ca­ción deben con­si­de­rar­se en el mode­lo que hace énfa­sis en el pro­ce­so. En este caso, la aten­ción de la edu­ca­ción se cen­tra en las rela­cio­nes entre pro­fe­sor y alum­nos don­de se des­ta­ca al papel acti­vo del alumno como res­pon­sa­ble de su pro­pio pro­ce­so for­ma­ti­vo, sin res­tar­le impor­tan­cia ni res­pon­sa­bi­li­dad al pro­fe­sor.

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Notas

1. Lic en Edu­ca­ción, Espe­cia­lis­ta en Psicología/Pedagogía, Pro­fe­so­ra Titu­lar. Doc­to­ra en Cien­cias Peda­gó­gi­cas, pro­fe­so­ra e inves­ti­ga­do­ra del Cen­tro de Estu­dio de Cien­cias de la Edu­ca­ción “Enri­que José Varo­na”, Uni­ver­si­dad de Cama­güey “Igna­cio Agra­mon­te Loy­naz” Cama­güey, Cuba