Autoconcepto en adultos: estudio de género y de tenencia de hermanos Descargar este archivo (3 - Autoconcepto en adultos.pdf)

Andrea Arnaiz García1, Patricia Guerra Mora2, Cristina Di Giusto Valle3, Juan Pablo Pizarro Ruiz4

Universidad de Oviedo, Universidad de Burgos

Resu­men

En el pre­sen­te estu­dio se ana­li­zan las dife­ren­cias en auto­con­cep­to en fun­ción de dos varia­bles: tenen­cia o no de hermanos/as y géne­ro. La mues­tra estu­vo for­ma­da por 33 par­ti­ci­pan­tes adul­tos. Para la eva­lua­ción se empleó el cues­tio­na­rio AF5 (Gar­cía y Musi­tu, 2001). Se han encon­tra­do dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas en auto­es­ti­ma fami­liar en fun­ción del núme­ro de hermanos/as y en auto­es­ti­ma emo­cio­nal en base al géne­ro. Estos resul­ta­dos se podrían expli­car tenien­do en cuen­ta la aten­ción reci­bi­da y pro­pen­sión a pade­cer altos nive­les de ansie­dad, ines­ta­bi­li­dad emo­cio­nal o depre­sión.

Pala­bras cla­ve: her­ma­nos, géne­ro, auto­con­cep­to

Abs­tract

The pre­sent study analy­zes the dif­fe­ren­ces in self-con­cept in fun­ction of two varia­bles: having or not siblings and gen­der. The sam­ple con­sis­ted of 33 adult par­ti­ci­pants. The ques­tion­nai­re AF5 (Gar­cía y Musi­tu, 2001) was used for the eva­lua­tion. We found sig­ni­fi­cant dif­fe­ren­ces in fami­lial self-esteem depen­ding on the num­ber of siblings and on emo­tio­nal self-esteem based on gen­der. The­se results can be explai­ned con­si­de­ring the atten­tion pro­vi­ded and the pro­pen­sity to suf­fer high levels of anxiety, emo­tio­nal ins­ta­bi­lity or depres­sion.

Key­words: Siblings, Gen­der, Self-con­cept

Introducción

Son nume­ro­sos los estu­dios que tan­to actual­men­te como en déca­das ante­rio­res han estu­dia­do las poten­cia­les varia­bles que pue­den inci­dir en el ajus­te y fun­cio­na­mien­to social. Una de las varia­bles más rele­van­tes es el auto­con­cep­to, tal y como seña­lan Gon­zá­lez-Pien­da, Núñez, Gon­zá­lez-Puma­rie­ga y Gar­cía (1997). Un auto­con­cep­to posi­ti­vo per­mi­te un ade­cua­do fun­cio­na­mien­to per­so­nal, social y pro­fe­sio­nal e influ­ye en la satis­fac­ción per­so­nal (Esnao­la, Goñi y Mada­ria­ga, 2008).

Uno de los com­po­nen­tes fun­da­men­ta­les del self es el auto­con­cep­to, es decir,

la ima­gen que uno tie­ne de sí mis­mo y que se encuen­tra deter­mi­na­da por la acu­mu­la­ción inte­gra­do­ra de la infor­ma­ción tan­to exter­na como inter­na, juz­ga­da y valo­ra­da median­te la inter­ac­ción de los sis­te­mas de esti­los (o for­ma espe­cí­fi­ca que tie­ne el indi­vi­duo de razo­nar sobre la infor­ma­ción) y valo­res. (Gon­zá­lez-Pien­da et al., 1997, p. 272).

Orte­ga (2010) seña­la que el auto­con­cep­to pre­sen­ta dos ver­tien­tes: la des­crip­ti­va y la valo­ra­ti­va. La pri­me­ra de ellas hace refe­ren­cia a la auto­ima­gen, es decir, cómo per­ci­bo que soy; mien­tras que la segun­da hace refe­ren­cia a cómo valo­ro mi auto­ima­gen (auto­es­ti­ma). Esta auto­ra indi­ca que cuan­do exis­te una gran dife­ren­cia entre la auto­ima­gen ideal y la que se per­ci­be, es más pro­ba­ble que la per­so­na pre­sen­te un auto­con­cep­to nega­ti­vo, ansie­dad y depre­sión.

Entre las fun­cio­nes del auto­con­cep­to des­ta­ca sobre­ma­ne­ra el hecho de regu­lar y guiar la con­duc­ta a tra­vés de una serie de auto­per­cep­cio­nes o auto­es­que­mas que repre­sen­tan gene­ra­li­za­cio­nes cog­ni­ti­vas; tam­bién se encar­ga de regu­lar los esta­dos afec­ti­vos y orga­ni­zar la expe­rien­cia del suje­to (Gon­zá­lez-Pien­da et al., 1997). Asi­mis­mo, Pin­trich (1994) seña­la la impor­tan­cia del auto­con­cep­to en el pro­ce­so de apren­di­za­je. La auto­es­ti­ma es uno de los pre­dic­to­res más rele­van­tes del gra­do de ajus­te psi­co­ló­gi­co duran­te la ado­les­cen­cia y la adul­tez (Parra, Oli­va, y Sán­chez-Quei­ja, 2004).

Son varios los estu­dios que ana­li­zan las dife­ren­cias según el géne­ro en rela­ción a la auto­es­ti­ma, aun­que los resul­ta­dos no son con­clu­yen­tes. Mien­tras que algu­nas inves­ti­ga­cio­nes no encuen­tran dife­ren­cia algu­na (Garai­gor­do­bil, Cruz y Pérez, 2003; Lamei­ras y Rodrí­guez, 2003; Gen­ti­le, Gra­be, Dolan-Pas­coe, Twen­ge y Wells, 2009; Inglés, Pas­tor, Torre­gro­sa, Redon­do y Gar­cía-Fer­nán­dez, 2009), otras encuen­tran dife­ren­cias en muje­res con res­pec­to a hom­bres, con un peor auto­con­cep­to glo­bal en éstas (Wil­gen­bush y Merrel, 1999; Hay, 2000; Pas­tor, Bala­guer y Gar­cía-Meri­ta, 2003; Cha­brol, Car­lin, Michaud, Rey, Cas­san, Jui­llot, Ros­seau y Callaha­net 2004; Khan­lou, 2004; Padi­lla, Gar­cía y Suá­rez, 2010; Rei­na, Oli­va y Parra, 2010; Gue­rra, Arnaiz y Di Gius­to, 2014).

Otros estu­dios pre­sen­tan en las muje­res un peor auto­con­cep­to físi­co (Nel­son, 1996; Young y Mroc­zek, 2003; Esnao­la, 2004; Goñi, Ruiz de Azúa y Libe­ral, 2004; Hag­ger, Bidd­le y Wang, 2005) y un mejor auto­con­cep­to social, fami­liar y aca­dé­mi­co (Amez­cua y Pichar­do, 2000; Gar­cía y Musi­tu, 2001).

Garai­gor­do­bil y Durá (2005) halla­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas entre hom­bres y muje­res, sien­do las chi­cas supe­rio­res en el auto­con­cep­to aca­dé­mi­co y fami­liar, pero infe­rio­res a los chi­cos en auto­con­cep­to emo­cio­nal y físi­co. Estos resul­ta­dos coin­ci­den con los halla­dos por Padi­lla et al. (2010), quie­nes encon­tra­ron que en los varo­nes el auto­con­cep­to emo­cio­nal, físi­co, social y glo­bal es más ele­va­do que en las muje­res; mien­tras que éstas pun­túan más alto a nivel fami­liar y aca­dé­mi­co.

Esnao­la (2006) encon­tró, coin­ci­dien­do con la mayo­ría de los estu­dios, que se dan dife­ren­cias esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vas a nivel de auto­con­cep­to glo­bal, con pun­tua­cio­nes más altas en los chi­cos, así como suce­de en el auto­con­cep­to emo­cio­nal y físi­co; mien­tras que las chi­cas tie­nen pun­tua­cio­nes más ela­va­das en el auto­con­cep­to aca­dé­mi­co. Goñi, Fer­nán­dez-Zaba­la e Infan­te (2012) encon­tra­ron un peor auto­con­cep­to emo­cio­nal en las muje­res.

Es de inte­rés el meta-aná­li­sis rea­li­za­do por Major, Barr, Zubek y Babey (1999) en el que se con­clu­yó que la edad mode­ra la rela­ción entre géne­ro y auto­es­ti­ma, obser­van­do que des­de los cin­co a los 10 años no se encuen­tran dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas en auto­es­ti­ma en cuan­to al géne­ro, pero que a par­tir de los 11 años está es mayor en los chi­cos.

En rela­ción a la varia­ble auto­es­ti­ma en fun­ción del tama­ño de la fami­lia —es decir, de tener her­ma­nos o ser hijo úni­co—, Shaf­fer (2002) seña­la que los estu­dios mues­tran que los hijos úni­cos tie­nen una auto­es­ti­ma ele­va­da y lo expli­can alu­dien­do al hecho de que reci­ben, por par­te de los adul­tos, más aten­ción, tan­to cuan­ti­ta­ti­va como cua­li­ta­ti­va. Arranz, Yenes, Ola­ba­rrie­ta y Mar­tín (2001) encon­tra­ron que los hijos úni­cos tenían un auto­con­cep­to fami­liar supe­rior a los suje­tos con her­ma­nos, con­cre­ta­men­te sobre aque­llos que deno­mi­na­ban “no dife­ren­cia­dos”, es decir, niños y niñas que no cum­plían las con­di­cio­nes más favo­ra­bles para reci­bir aten­ción (ser pri­mo­gé­ni­to, tama­ño peque­ño de fami­lia, dife­ren­cia de edad entre los her­ma­nos de tres o más años y ser el úni­co en su géne­ro). Nava­rro, Tomás y Oli­ver (2006) encon­tra­ron que los hijos úni­cos pre­sen­tan una auto­es­ti­ma más alta que aque­llos que tie­nen her­ma­nos.

Este estu­dio pre­ten­de estu­diar las varia­bles auto­es­ti­ma y per­so­na­li­dad en fun­ción de la tenen­cia o no de hermanos/as, así como en fun­ción del géne­ro.

Método

Participantes

La mues­tra del pre­sen­te estu­dio se com­po­ne de 33 suje­tos espa­ño­les, con una edad media de 22,3 años y una des­via­ción típi­ca de 3,566. El 24.24% son varo­nes y 75.76% muje­res. Res­pec­to a la tenen­cia de her­ma­nos, el 69.70% tie­nen her­ma­nos fren­te al 30.30% que son hijos úni­cos.

Materiales

Para la rea­li­za­ción de este estu­dio se ha emplea­do el AF5 de Gar­cía y Musi­tu (2001), que se ha usa­do como medi­da del auto­con­cep­to en sus dis­tin­tas dimen­sio­nes.

El cues­tio­na­rio AF5 (Auto­con­cep­to for­ma 5) de Gar­cía y Musi­tu (2001). Está dise­ña­do y vali­da­do para los suje­tos de los dos últi­mos cur­sos de Edu­ca­ción Pri­ma­ria, ESO, Bachi­lle­ra­to, pobla­ción uni­ver­si­ta­ria y adul­tos en gene­ral.

En este ins­tru­men­to el auto­con­cep­to se pre­sen­ta inte­gra­do por cin­co dimen­sio­nes: aca­dé­mi­co-labo­ral, emo­cio­nal, fami­liar, físi­co y social. Cada una de ellas es eva­lua­da por 6 ítems que se pun­túan en una esca­la de 1–99, cons­tan­do el cues­tio­na­rio de 30 ítems en total. Pre­sen­ta un coefi­cien­te alfa de Cron­bach de 0.81 para todo el cues­tio­na­rio. El auto­con­cep­to aca­dé­mi­co eva­lúa la per­cep­ción de la per­so­na sobre la cali­dad con la que rea­li­za su rol como estu­dian­te o tra­ba­ja­dor. El auto­con­cep­to físi­co mide la per­cep­ción que tie­ne sobre su aspec­to y apa­rien­cia físi­ca. El auto­con­cep­to fami­liar eva­lúa la per­cep­ción que tie­ne de lo inte­gra­do que está en su ámbi­to fami­liar. El auto­con­cep­to social por su par­te, mide la per­cep­ción que tie­ne acer­ca de lo inte­gra­do que está en su comu­ni­dad social; y el auto­con­cep­to emo­cio­nal, eva­lúa la per­cep­ción que tie­ne res­pec­to a su esta­do y res­pues­tas emo­cio­na­les así como su capa­ci­dad de con­tro­lar­las.

Procedimiento

Se reu­nió a los par­ti­ci­pan­tes de for­ma indi­vi­dual para expli­car­les las ins­truc­cio­nes, resol­ver cual­quier duda que pudie­ra sur­gir, y ase­gu­rar el ano­ni­ma­to y con­fi­den­cia­li­dad de los datos. La cum­pli­men­ta­ción del cues­tio­na­rio no tuvo lími­te de tiem­po.

Análisis de datos

Para el estu­dio de los datos reco­gi­dos se empleó el paque­te esta­dís­ti­co SPSS ver­sión 18.0. Para cono­cer si las dife­ren­cias en los fac­to­res son esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vas se empleó la prue­ba para­mé­tri­ca t de Stu­dent para mues­tras inde­pen­dien­tes.

Resultados

En la Tabla 1 se pre­sen­tan las dife­ren­cias en los dis­tin­tos fac­to­res del auto­con­cep­to tenien­do en cuen­ta si se tie­nen her­ma­nos o no. Las pun­tua­cio­nes medias de los par­ti­ci­pan­tes sin her­ma­nos son supe­rio­res a las medias de los suje­tos con her­ma­nos, excep­to en el caso de la auto­es­ti­ma emo­cio­nal. No obs­tan­te, úni­ca­men­te se encuen­tran dife­ren­cias esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vas en la auto­es­ti­ma fami­liar.

Tabla 1. Diferencias en los factores de autoconcepto según la tenencia de hermanos/as

Fac­to­res

Media

T

Sig

Con

Her­ma­nos

Sin

Her­ma­nos

A. Aca­dé­mi­co

59.26

72,10

1,241

0,224

A. Físi­co

51,30

62,60

0,974

0,337

A. Social

43,22

50,40

0,725

0,474

A. Emo­cio­nal

48,91

46,60

-0,198

0,844

A. Fami­liar

46,52

61,60

2,100

0,044

Las dife­ren­cias según el géne­ro en rela­ción con el auto­con­cep­to se mues­tran en la Tabla 2. Úni­ca­men­te se encuen­tran dife­ren­cias esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vas en la auto­es­ti­ma emo­cio­nal, don­de los hom­bres pre­sen­tan pun­tua­cio­nes supe­rio­res a las muje­res.

Tabla 2. Diferencias en los factores de autoconcepto según el género

Fac­to­res

Pun­tua­ción media

T

Sig

Hom­bre

Mujer

A. Aca­dé­mi­co

62,625

63,320

-0,061

0,952

A. Físi­co

68,625

50,280

1,506

0,142

A. Social

44,250

45,760

-0,141

0,889

A. Emo­cio­nal

71,750

40,680

2,770

0,009

A. Fami­liar

58,875

48,600

1,016

0,318

Discusión y conclusiones

En este estu­dio, en fun­ción de la varia­ble tenen­cia de her­ma­nos y/o her­ma­nas, úni­ca­men­te se han encon­tra­do dife­ren­cias esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vas en auto­con­cep­to fami­liar. Los par­ti­ci­pan­tes hijos úni­cos pre­sen­tan una auto­es­ti­ma fami­liar supe­rior sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te a la de aque­llos suje­tos que tie­nen her­ma­nos. Los datos obte­ni­dos en rela­ción a la varia­ble tenen­cia de hermanos/as están en con­so­nan­cia con los obte­ni­dos por Arranz et al. (2001). Estos resul­ta­dos pue­den deber­se a que los hijos úni­cos cuen­tan con la exclu­si­vi­dad de la aten­ción en el ámbi­to fami­liar, tal y como seña­la Shaf­fer (2002).

En cuan­to a los resul­ta­dos obte­ni­dos en rela­ción a la varia­ble géne­ro, estos mues­tran dife­ren­cias esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vas en auto­es­ti­ma emo­cio­nal, don­de los hom­bres pre­sen­tan pun­tua­cio­nes supe­rio­res. Estos datos con­cuer­dan con los halla­dos por Garai­gor­do­bil y Durá (2005), Padi­lla et al. (2010), y Goñi et al. (2012). Las muje­res son más pro­pen­sas a pade­cer altos nive­les de ansie­dad, ines­ta­bi­li­dad emo­cio­nal o depre­sión (Pichar­do, 2000; Rothen­berg, 1997), tal y como mues­tran López-Ibor y Val­dés (2002) en el DSM-IV-TR. Las muje­res son pro­pen­sas a hacer esti­ma­cio­nes más bajas de su inte­li­gen­cia emo­cio­nal (Petri­des y Furnham, 2000), lo que según, Jimé­nez y López-Zafra (2008) podría expli­car la baja auto­es­ti­ma en las muje­res, así como el hecho de que los hom­bres pre­sen­tan pun­tua­cio­nes más altas en auto­es­ti­ma debi­do a la sobre­es­ti­ma­ción de sus capa­ci­da­des.

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Notas

1. Uni­ver­si­dad de Ovie­do. Beca pre­doc­to­ral Seve­ro Ochoa BP13012. Email: andreaarnaiz29@gmail.com

2. Uni­ver­si­dad de Ovie­do. Beca FPU12-02242. Email: patryguerra@hotmail.com

3. Uni­ver­si­dad de Bur­gos. Email: cdi@ubu.es

4. Uni­ver­si­dad de Bur­gos. Email: rjpizarro@ubu.es