La dinámica de la familia y la diferenciación Descargar este archivo (11 - La dinámica de la familia y la diferenciación.pdf)

José de Jesús Vargas Flores1, Edilberta Joselina Ibáñez Reyes2 y Karina Mares Martínez3

Facultad de Estudios Superiores Iztacala, Universidad Nacional Autónoma de México

Resu­men

La fami­lia es el con­tex­to don­de el suje­to nace y adquie­re casi todo el apren­di­za­je social que va a desa­rro­llar a lo lar­go de su vida. Una for­ma de abor­dar este impor­tan­te apren­di­za­je es la teo­ría de la dife­ren­cia­ción de Bowen, la cual des­cri­be las rela­cio­nes emo­cio­na­les que se esta­ble­cen en la fami­lia. La fina­li­dad del pre­sen­te tra­ba­jo es des­cri­bir la diná­mi­ca fami­liar y la dife­ren­cia­ción den­tro de su fami­lia. Se lle­vó a cabo un estu­dio de cor­te cua­li­ta­ti­vo don­de se entre­vis­ta­ron a seis jóve­nes, tres de los cua­les tenían una rela­ción esta­ble y los otros tres no la tenían. Se pre­sen­tan los resul­ta­dos des­cri­bien­do y ana­li­zán­do­los a la luz de la teo­ría de la dife­ren­cia­ción y la trans­mi­sión inter­ge­ne­ra­cio­nal. Se dis­cu­ten los resul­ta­dos y se hacen suge­ren­cias de tipo con­cep­tual.

Pala­bras cla­ve: Dife­ren­cia­ción, Trans­mi­sión Inter­ge­ne­ra­cio­nal, Diná­mi­ca fami­liar, Inves­ti­ga­ción Cua­li­ta­ti­va.

Abs­tract

The family is the con­text whe­re the sub­ject is born and whe­re almost all of his social lear­ning will be acqui­red through his life. A way to approach this impor­tant lear­ning is using the Bowen’s dif­fe­ren­tia­tion theory in which it is des­cri­bed the emo­tio­nal rela­tionships that are esta­blished within the family. The main goal of this paper is to des­cri­be the family’s dyna­mics and the dif­fe­ren­tia­tion within the family. We have made a qua­li­ta­ti­ve study using six young sub­jects, in which three of them had a sta­ble rela­tionship and the other three did­n’t. The results are shown by des­cri­bing and analy­zing them using the dif­fe­ren­tia­tion theory and the inter­ge­ne­ra­tio­nal trans­mis­sion. The­se results are dis­cus­sed and con­cep­tual sug­ges­tions are given.

Key­words: Dif­fe­ren­tia­tion; Inter­ge­ne­ra­tio­nal trans­mis­sion; Family dyna­mics; Qua­li­ta­ti­ve inves­ti­ga­tion

Introducción

La fami­lia es el pri­mer gru­po con el que el indi­vi­duo esta­ble­ce víncu­los des­de que nace, por lo que es la prin­ci­pal deter­mi­nan­te de su desa­rro­llo tan­to físi­co como emo­cio­nal. Así como tam­bién deter­mi­na cómo se inter­ac­túa con el res­to de las per­so­nas, ya que se encar­ga de intro­du­cir­nos en la socie­dad.

La teo­ría de Bowen (1989), que tra­ba­ja con los sis­te­mas fami­lia­res, recal­ca que el tipo de rela­cio­nes que el indi­vi­duo esta­ble­ce en su fami­lia y el papel que él inter­pre­ta den­tro de la mis­ma, deter­mi­nan su dife­ren­cia­ción de ella, a su vez, esto influ­ye en  la auto­no­mía emo­cio­nal. Y tam­bién, deter­mi­na el mode­lo de com­por­ta­mien­to que eje­cu­ta­rá en cada aspec­to de su vida en don­de el indi­vi­duo esta­blez­ca rela­cio­nes inter­per­so­na­les, ya sea en los momen­tos de tran­qui­li­dad, como en las situa­cio­nes de ten­sión.

La fami­lia de mane­ra explí­ci­ta o implí­ci­ta nos impo­ne códi­gos, nor­mas y for­mas de com­por­ta­mien­to y con­vi­ven­cia; aun­que tam­bién de mane­ra incons­cien­te, a tra­vés de la coti­dia­nei­dad, nos tras­mi­te otras prác­ti­cas que se expre­san de mane­ra más nota­ble, al momen­to en que la cri­sis lle­ga a nues­tras vidas. Y así, se pue­de afir­mar que estos mode­los de con­duc­ta se van here­dan­do de gene­ra­ción en gene­ra­ción, pues el indi­vi­duo los reali­zó en el pasa­do con sus padres, tien­de a seguir­los con su pare­ja, y en un futu­ro, los repe­ti­rá con sus pro­pios hijos.

En la diná­mi­ca fami­liar y social, se nos va ense­ñan­do que el ciclo “nor­mal” de la vida per­so­nal es per­te­ne­cer a una fami­lia, con­se­guir una pare­ja y for­mar nues­tra pro­pia fami­lia con el paso del tiem­po (Estra­da, 2003). Hacién­do­nos hin­ca­pié de que ésa per­so­na que eli­ja­mos como pare­ja, debe hacer­nos feli­ces, pues se encar­ga­rá de cubrir nues­tras nece­si­da­des emo­cio­na­les (que algu­na vez fue­ron cubier­tas por nues­tra fami­lia). Cla­ra­men­te siguien­do los este­reo­ti­pos social­men­te acep­ta­dos de lo que “debe ser” una rela­ción de pare­ja.

Al momen­to de bus­car una pare­ja, el indi­vi­duo va ya pre­dis­pues­to con una serie de expec­ta­ti­vas y carac­te­rís­ti­cas que espe­ra encon­trar en su compañero(a), las cua­les se van apren­dien­do de diver­sos medios (ami­gos, escue­la o tra­ba­jo), pero que prin­ci­pal­men­te son adqui­ri­dos en la fami­lia, no sólo por lo que ésta nos dice, tam­bién por lo que nos demues­tra con sus actos día a día.

Teoría de Bowen

La teo­ría de Bowen (1989), de sis­te­mas fami­lia­res, es una teo­ría del com­por­ta­mien­to humano que bus­ca des­cri­bir las rela­cio­nes que se esta­ble­cen den­tro de la fami­lia, pues des­de esta pers­pec­ti­va, la fami­lia es con­si­de­ra­da como una uni­dad emo­cio­nal que influ­ye de mane­ra sig­ni­fi­ca­ti­va en los pen­sa­mien­tos, sen­ti­mien­tos y accio­nes del indi­vi­duo. En dicha uni­dad, el com­por­ta­mien­to de cual­quier miem­bro alte­ra la con­duc­ta del res­to de los miem­bros que la con­for­man; ya que la fami­lia se man­tie­ne, a tra­vés de un fun­cio­na­mien­to inter­de­pen­dien­te, de acuer­do con cada fami­lia, un nivel de inter­de­pen­den­cia emo­cio­nal. Lo que desem­bo­ca en que todos los indi­vi­duos se encuen­tren a expen­sas de la aten­ción, la apro­ba­ción y el apo­yo de los otros (Kerr, 2003). El nivel de depen­den­cia de tipo emo­cio­nal que el indi­vi­duo ten­ga hacia la fami­lia, al mis­mo tiem­po deter­mi­na­rá el nivel de dife­ren­cia­ción o de auto­no­mía emo­cio­nal que éste ten­ga.

Diferenciación

La dife­ren­cia­ción del yo, es el con­cep­to cen­tral de la teo­ría de Bowen (Titel­man, 2014), y hace refe­ren­cia al nivel de inde­pen­den­cia emo­cio­nal que el indi­vi­duo desa­rro­lla des­de el seno fami­liar, ya que se enfren­ta pri­me­ro a la dife­ren­cia­ción hacia los padres, es decir, a la sepa­ra­ción emo­cio­nal con estos. Se hace refe­ren­cia enton­ces, a la capa­ci­dad que tie­ne el suje­to de ser autó­no­mo sin sen­tir­se exclui­do del gru­po y pudien­do ver con mayor obje­ti­vi­dad lo que acon­te­ce den­tro del mis­mo (Kerr, 2003; Var­gas e Ibá­ñez, 2002). El gra­do de dife­ren­cia­ción deter­mi­na el impac­to que las otras per­so­nas y los acon­te­ci­mien­tos exter­nos oca­sio­na­ran en el indi­vi­duo.

Expli­ca­do des­de la diná­mi­ca fami­liar, de acuer­do con Bowen (1989), los miem­bros de una fami­lia se carac­te­ri­za­rán por ser dife­ren­cia­dos, indi­fe­ren­cia­dos, o aque­llos con una situa­ción de ape­go emo­cio­nal no resuel­to.

Las per­so­nas con un yo desa­rro­lla­do o dife­ren­cia­das, son per­so­nas que han resuel­to de una mejor mane­ra el víncu­lo emo­cio­nal con su fami­lia, son res­pon­sa­bles de ellos mis­mos pero no par­ti­ci­pan o no se hacen res­pon­sa­bles de la irres­pon­sa­bi­li­dad de otros (Var­gas, Ibá­ñez y Armas, 2009). Se adap­tan fácil­men­te al estrés, afron­tan de mejor mane­ra los pro­ble­mas y por ende, tien­den a tener menos con­flic­tos. Una capa­ci­dad que tie­nen desa­rro­lla­da las per­so­nas dife­ren­cia­das, es que dis­tin­guen entre el inte­lec­to y su emo­ti­vi­dad, lo que hace que res­pon­dan con la con­cien­cia y con­trol sufi­cien­tes tan­to de la situa­ción, como de ellos mis­mos (Bowen, 1998).

Indiferenciación fusionada

Es una unión emo­cio­nal que el indi­vi­duo man­tie­ne con otra per­so­na, la cual desem­bo­ca en depen­den­cia debi­do al mie­do que le pro­du­ce sepa­rar­se de ella. Una per­so­na fusio­na­da, per­ci­be una sepa­ra­ción como algo terri­ble, inso­por­ta­ble o catas­tró­fi­co, ten­dien­do a ser impul­si­va emo­cio­nal­men­te, a ser terri­to­rial, alta­men­te sen­si­bles y a creer que siem­pre tie­nen razón (Var­gas e Ibá­ñez, 2007). El indi­vi­duo que se encuen­tra fusio­na­do bus­ca­rá siem­pre ser que­ri­do, reco­no­ci­do y sen­tir­se acom­pa­ña­do, ya que él solo no pue­de cubrir sus nece­si­da­des emo­cio­na­les y ten­de­rá a bus­car a alguien que lo haga; pero al mis­mo tiem­po, se sen­ti­rá con el deseo de hacer­se car­go de los demás y hacer­los feli­ces.

Y ante algu­na situa­ción de ansie­dad y estrés den­tro del gru­po, las per­so­nas con un yo poco desa­rro­lla­do o indi­fe­ren­cia­das se con­vier­ten en los miem­bros más vul­ne­ra­bles del sis­te­ma fami­liar. Se carac­te­ri­zan por pre­sen­tar poca adap­ta­ción a las deman­das del exte­rior, de mane­ra que depen­den de la apro­ba­ción y acep­ta­ción de los demás, por lo que la mayor par­te del tiem­po, modi­fi­can lo que pien­san o dicen para com­pla­cer a otros (Kerr, 2003; Bowen, 1998).

Indiferenciación desconectada emocionalmente

Es una de las alter­na­ti­vas a las recu­rren las per­so­nas con pro­ble­mas emo­cio­na­les no resuel­tos, con­sis­te bási­ca­men­te en esta­ble­cer una dis­tan­cia emo­cio­nal de mane­ra geo­grá­fi­ca o con un ale­ja­mien­to per­so­nal. Es decir, la per­so­na se tra­ta de con­ven­cer de que no nece­si­ta de los demás y empren­de una bús­que­da de una supues­ta inde­pen­den­cia. Para las per­so­nas des­co­nec­ta­das emo­cio­nal­men­te, la rela­ción con los seres que­ri­dos o sig­ni­fi­ca­ti­vos les pro­du­ce ansie­dad y mie­do, por lo que optan por negar­la y huir de la mis­ma (Bowen, 1997; Kerr, 2003). De esta for­ma, una per­so­na des­co­nec­ta­da pue­de huir de su casa y no se vuel­ve a saber de ella en diez años. O tal vez no se ale­je geo­grá­fi­ca­men­te, pero se des­co­nec­ta del res­to de la fami­lia de mane­ra inter­per­so­nal. Gene­ral­men­te estas per­so­nas se están que­jan­do de todo lo que ocu­rre en la fami­lia y crean gran ten­sión en las rela­cio­nes fami­lia­res, de tal mane­ra que cuan­do se ale­jan, los demás se sien­ten ali­via­dos. Por supues­to, no logran resol­ver el con­flic­to con la fami­lia, salen huyen­do de la fami­lia y pos­po­nen su con­flic­ti­va emo­cio­nal cuan­do pos­te­rior­men­te esta­ble­cen otras rela­cio­nes ínti­mas.

Familia

La fami­lia fun­ge un papel sig­ni­fi­ca­ti­vo en el desa­rro­llo del yo de las per­so­nas, ya que así como el indi­vi­duo se dife­ren­cia de sus padres, éstos un día tuvie­ron que hacer­lo con los suyos. Enton­ces, por obvie­dad, se espe­ra que un sis­te­ma fami­liar bien dife­ren­cia­do, pro­pi­cie una dife­ren­cia­ción apro­pia­da en sus miem­bros; sin embar­go, esto no siem­pre es así. Mien­tras que una fami­lia poco dife­ren­cia­da, que por lo regu­lar se tor­na exi­gen­te, deman­dan­te y per­fec­cio­nis­ta, impe­di­rá la dife­ren­cia­ción de sus inte­gran­tes. Hacien­do de los hijos, per­so­nas indi­fe­ren­cia­das fusio­na­das o des­co­nec­ta­das emo­cio­nal­men­te. 

Así como la fami­lia nos dota de diver­sas for­ta­le­zas para enfren­tar al mun­do, de la mis­ma mane­ra pue­de here­dar­nos fac­to­res que nos con­vier­ten en per­so­nas más vul­ne­ra­bles. La pro­yec­ción fami­liar es una situa­ción en don­de los padres trans­mi­ten sus ansie­da­des y pro­ble­mas emo­cio­na­les a los hijos y como resul­ta­do de ésta, se encuen­tran los hijos que pre­sen­tan una gran nece­si­dad de aten­ción y apro­ba­ción, con difi­cul­ta­des para afron­tar las expec­ta­ti­vas, con sen­ti­mien­to de res­pon­sa­bi­li­zar­se por los otros y por cul­par­se a sí mis­mos o a los demás ante situa­cio­nes incon­ve­nien­tes (Kerr, 2003; Var­gas e Ibá­ñez, 2007).

Den­tro de la fami­lia, se van dan­do pau­tas de inter­ac­ción con las per­so­nas que son sig­ni­fi­ca­ti­vas en nues­tra vida, estas inter­ac­cio­nes se repi­ten en las rela­cio­nes que esta­ble­ce­mos con los demás. La teo­ría de Bowen es de cor­te inter­ge­ne­ra­cio­nal dado que el gra­do de dife­ren­cia­ción se trans­mi­te de una gene­ra­ción a la siguien­te y el indi­vi­duo lle­va, de mane­ra implí­ci­ta, inter­na­li­za­dos los con­flic­tos, pro­ble­mas, for­mas de ver la vida y solu­cio­nes que han per­te­ne­ci­do a sus padres y a gene­ra­cio­nes pasa­das, dán­do­se de una mane­ra pau­sa­da, tan­to que, es difí­cil ser detec­ta­do por la per­so­na. Este gra­do de dife­ren­cia­ción que se va here­dan­do des­de la fami­lia de ori­gen, se acen­túa y remar­ca más con el paso de las gene­ra­cio­nes, hacién­do­se evi­den­te den­tro de la pro­pia fami­lia exten­sa (Kerr, 2003; Ibá­ñez, Guz­mán y Var­gas, 2010).

Todos estos patro­nes de com­por­ta­mien­to den­tro de la fami­lia de ori­gen, son extra­po­la­dos a todas las rela­cio­nes inter­per­so­na­les que el indi­vi­duo esta­blez­ca a lo lar­go de su vida, sin impor­tar el gra­do de dife­ren­cia­ción que desa­rro­lle. Lo que sí depen­de­rá de qué tan desa­rro­lla­do Yo ten­ga, será la mane­ra de res­pon­der ante las deman­das que el entorno requie­ra.

Por ejem­plo, una per­so­na bien dife­ren­cia­da pien­sa que el amor, el afec­to y la apro­ba­ción de los demás son algo muy desea­ble pero no indis­pen­sa­ble, sien­do capaz de esta­ble­cer com­pro­mi­sos cla­ros con los demás. Por otro lado, una per­so­na fusio­na­da, opta­rá por actuar de mane­ra depen­dien­te, dán­do­le una exce­si­va impor­tan­cia a todas sus rela­cio­nes. Y por últi­mo, una per­so­na des­co­nec­ta­da, pen­san­do que ha “cor­ta­do” todo víncu­lo con su fami­lia de ori­gen, bus­ca­rá en algún gru­po una cla­se de “fami­lia sus­ti­tu­ta” (Bowen, 1998), en don­de segui­rá adop­tan­do la mis­ma diná­mi­ca que con la fami­lia de ori­gen. Cuan­do la ten­sión se pre­sen­te en algún gru­po al que per­te­nez­ca o con algu­na per­so­na, él hui­rá de la situa­ción una y otra vez.  Aun­que exis­ten excep­cio­nes en don­de no siem­pre tie­ne que ser así, pues el indi­vi­duo, ante sus con­flic­tos intrap­sí­qui­cos cau­sa­dos por su fami­lia de ori­gen, tie­ne la opción de repe­tir­los, crear defen­sas con­tra ellos, o supe­rar­los en sus rela­cio­nes con los otros.

La dife­ren­cia­ción es un con­cep­to que se ha uti­li­za­do para des­cri­bir los patro­nes de inter­ac­ción fami­liar que, en mayor o menor medi­da, regu­la la dis­tan­cia entre los miem­bros de la fami­lia y ayu­da a equi­li­brar la indi­vi­dua­li­dad y la inti­mi­dad  (Var­gas, Ibá­ñez y Armas, 2009).

Pareja

Como pun­to de par­ti­da para enten­der las rela­cio­nes de pare­ja, se debe con­si­de­rar que para los seres huma­nos, más que para nin­gu­na otra espe­cie, son impor­tan­tes las nece­si­da­des de apa­rea­mien­to, com­pa­ti­bi­li­dad físi­ca y bio­ló­gi­ca (Val­dez, Gon­zá­lez-Arra­tia y Sán­chez, 2005). Así como tam­bién,  la nece­si­dad de  afec­to, ape­go, cui­da­do, cari­ño, inter­de­pen­den­cia, com­pa­ñía y amor. Según Algu­nos auto­res el amor es un com­pro­mi­so con uno mis­mo y hacia otra per­so­na, don­de es nece­sa­rio sal­va­guar­dar las res­pec­ti­vas per­so­na­li­da­des, inde­pen­dien­tes y úni­cas (Val­dez, Maya, Agui­lar, Gon­zá­lez y Bas­ti­da, 2012).

Como ya se ha men­cio­na­do, den­tro de la fami­lia se va for­man­do un esti­lo de inter­ac­ción con las per­so­nas cer­ca­nas e impor­tan­tes, dicho esti­lo se repi­te en las rela­cio­nes con los demás, sobre todo con la pare­ja, pues es la per­so­na con la que se expe­ri­men­ta una inti­mi­dad simi­lar a la que el indi­vi­duo expe­ri­men­ta con la fami­lia. El caso de  elec­ción  de pare­ja es una expe­rien­cia que pone a prue­ba a los indi­vi­duos, pues­to que en ella se ven invo­lu­cra­dos aspec­tos de la his­to­ria per­so­nal, la rela­ción que se tuvo con los padres, la capa­ci­dad que se tie­ne para adap­tar­se a nue­vas situa­cio­nes, saber nego­ciar y escu­char al otro y la habi­li­dad para cono­cer y comu­ni­car los pro­pios sen­ti­mien­tos (Val­dez, Gon­zá­lez-Arra­tia y Sán­chez, 2007).

El ser humano es edu­ca­do sutil pero cons­tan­te­men­te por la fami­lia y la socie­dad, a que es natu­ral siem­pre depen­der emo­cio­nal­men­te de otra per­so­na. Los medios de comu­ni­ca­ción, la músi­ca y  la lite­ra­tu­ra, se encar­gan de refor­zar esta idea. Enton­ces, se pasa de la depen­den­cia emo­cio­nal con la fami­lia, hacia la depen­den­cia emo­cio­nal hacia la pare­ja y el amor, es decir, la com­pa­ñía del otro. Al indi­vi­duo se le ense­ña que los demás están obli­ga­dos a cubrir sus nece­si­da­des emo­cio­na­les, y ver la sole­dad como algo anti­na­tu­ral, en lugar de ser ense­ña­do des­de la infan­cia a cubrir sus nece­si­da­des por sí mis­mo, a saber estar solo y  hacer­se com­pa­ñía a sí mis­mo.

La elec­ción de pare­ja no es, enton­ces, úni­ca­men­te una tarea social inhe­ren­te a la vida adul­ta, sino una nece­si­dad de afec­to e inter­de­pen­den­cia que com­pren­de varia­bles bio­ló­gi­cas, fami­lia­res y psi­co­so­cia­les. Es impor­tan­te seña­lar tam­bién, que las ideas acer­ca de cómo se es una bue­na pare­ja, están enmar­ca­das en las expe­rien­cias pre­vias de rela­ción en fami­lia y es en el víncu­lo con padres y otros sig­ni­fi­ca­ti­vos que cada uno de los miem­bros de la pare­ja cons­tru­ye su mapa del mun­do  y, a par­tir de él, esta­ble­ce un con­tra­to pri­va­do, que espe­ra hacer efec­ti­vo a tra­vés de la inter­ac­ción con el otro (Ace­ve­do y Res­tre­po, 2010).

Teoría de Bowen y las relaciones de pareja.

En el caso de la dife­ren­cia­ción, ésta mol­dea y modu­la la dis­tan­cia entre los miem­bros de la pare­ja. Una per­so­na que ha cre­ci­do en un entorno dife­ren­cia­do, con­fía en su pare­ja y no tie­ne mie­do a que la aban­do­nen. Ama de una mane­ra más obje­ti­va a su pare­ja, y a pesar de amar­la, pue­de reco­no­cer los defec­tos que ésta ten­ga y aun así seguir amán­do­la.

Cuan­do los hijos viven den­tro de un ambien­te indi­fe­ren­cia­do, tien­den a repe­tir las tram­pas que les hicie­ron sus padres. Exi­gien­do a su pare­ja que sean per­fec­tos de acuer­do a un están­dar estric­to, se sien­ten incó­mo­dos con sus pare­jas, pero ante la nece­si­dad emo­cio­nal que tie­nen, no son capa­ces de sepa­rar­se. Otra alter­na­ti­va es que se sepa­ran cons­tan­te­men­te, bus­can­do siem­pre alguien que cubra sus nece­si­da­des. Gene­ral­men­te estas nece­si­da­des son cubier­tas momen­tá­nea­men­te por­que no cono­cen a pro­fun­di­dad a la pare­ja, se ena­mo­ran de ella y la con­si­de­ran per­fec­ta. Pero cuan­do ya entran en un com­pro­mi­so con ella y la cono­cen de cer­ca, comien­zan a dar­se cuen­ta de sus defec­tos y no son capa­ces de enten­der­los y tole­rar­los, por lo que se vuel­ven a sepa­rar y a bus­car a otra pare­ja y así suce­si­va­men­te, van en bus­ca de alguien que cubra de mane­ra per­fec­ta y exac­ta sus nece­si­da­des emo­cio­na­les  (Var­gas e Ibá­ñez, 2003).

A par­tir de la teo­ría for­mu­la­da por Bowen, don­de el com­por­ta­mien­to humano es media­do por un meca­nis­mo de regu­la­ción interno, el cual se com­po­ne de lo apren­di­do en la niñez y el tipo de fami­lia a la que se per­te­ne­ce. Se sabe que lo que el indi­vi­duo apren­de de niño, es con lo que lle­ga a esta­ble­cer una rela­ción de pare­ja, y pos­te­rior­men­te al matri­mo­nio, mez­clán­do­se con el apren­di­za­je de su pare­ja, adap­tán­do­se y for­man­do un nue­vo esti­lo de com­por­ta­mien­to que, a su vez, trans­mi­ti­rán a sus hijos (Var­gas e Ibá­ñez, 2007).

Es así como la estruc­tu­ra de la teo­ría de Bowen logra abor­dar, de mane­ra muy fun­cio­nal, las rela­cio­nes inter­per­so­na­les y los fenó­me­nos que sus­ci­tan en éstas. El obje­ti­vo de esta inves­ti­ga­ción es des­cri­bir de qué for­ma las prác­ti­cas fami­lia­res son expor­ta­das al res­to de las rela­cio­nes inter­per­so­na­les. De mane­ra más espe­cí­fi­ca, des­cri­bir cómo ope­ra el nivel de dife­ren­cia­ción, en la dis­po­si­ción de ini­ciar y man­te­ner una rela­ción de pare­ja esta­ble. Pre­ten­dién­do­se tam­bién, ana­li­zar, des­cri­bir y defi­nir la cons­truc­ción del con­cep­to de pare­ja de los par­ti­ci­pan­tes.

Método

Para lle­var a cabo el obje­ti­vo, se lle­vó a cabo un tra­ba­jo de tipo cua­li­ta­ti­vo, el cual se carac­te­ri­za por reco­no­cer la diver­si­dad de casos, con­tex­tos y situa­cio­nes. Tenien­do como obje­ti­vo esta­ble­cer secuen­cias de pro­ce­sos, cau­sas y rela­cio­nes expli­ca­ti­vas. Se eli­gió éste tipo de estu­dio con la inten­ción de pro­fun­di­zar en la infor­ma­ción reca­ba­da, pues con­si­de­ran­do que hablan­do de fami­lia, no se pue­de gene­ra­li­zar.

Par­ti­ci­pan­tes: 6 adul­tos jóve­nes varo­nes de 19 a 26 años de edad. 3 de ellos no han teni­do una rela­ción de pare­ja esta­ble jamás en su vida, y los otros 3 se encuen­tran en una rela­ción de pare­ja esta­ble de míni­mo dos años.

Tabla 1. Datos sociodemográficos de los participantes

Par­ti­ci­pan­te

Nom­bre

Edad

Ocu­pa­ción

Esta­tus

1

Omar

25 años

Cap­tu­ris­ta en una edi­to­rial

Sol­te­ro

2

Hora­cio

22 años

Egre­sa­do de la licen­cia­tu­ra

Sol­te­ro

3

Die­go

23 años

Egre­sa­do de la licen­cia­tu­ra

En una rela­ción

4

Eduar­do

24 años

Egre­sa­do de nivel supe­rior

En una rela­ción

5

Mar­ce­lo

22 años

Egre­sa­do de la licen­cia­tu­ra

Sol­te­ro

6

Edgar

20 años

Estu­dian­te de nivel supe­rior

En una rela­ción

Esce­na­rio: Cubícu­lo de la Clí­ni­ca Uni­ver­si­ta­ria de Salud Inte­gral (CUSI) de la Facul­tad de Estu­dios Supe­rio­res Izta­ca­la, ubi­ca­da en el muni­ci­pio Tlal­ne­pantla de Baz.

Méto­do de reco­lec­ción de datos: Entre­vis­ta en pro­fun­di­dad, ya que el obje­ti­vo fue com­pren­der la per­cep­ción y el pun­to de vis­ta que rela­ta el infor­man­te con sus pala­bras, acer­ca de algún acon­te­ci­mien­to, hecho o expe­rien­cia.

Ins­tru­men­to: Se reali­zó un guión de entre­vis­ta inten­tan­do hacer una his­to­ria de vida con temas como su niñez, infan­cia, ado­les­cen­cia, ambien­te fami­liar, des­crip­ción de sus padres, her­ma­nos, etcé­te­ra.

Méto­dos de aná­li­sis de datos: Pro­gra­ma para el aná­li­sis de datos cua­li­ta­ti­vos Atlas-ti, para la rea­li­za­ción de un aná­li­sis des­crip­ti­vo por cate­go­rías de la infor­ma­ción reca­ba­da. Un aná­li­sis de tipo cua­li­ta­ti­vo tie­ne como obje­ti­vo extraer del dis­cur­so del infor­man­te, una serie de sig­ni­fi­ca­dos que per­mi­tan com­pren­der la situa­ción del suje­to. Para pos­te­rior­men­te gene­rar “mode­los ana­lí­ti­cos” que per­mi­tan la inter­pre­ta­ción del fenó­meno estu­dia­do. En don­de, la cate­go­ri­za­ción ser­vi­rá para iden­ti­fi­car y cla­si­fi­car los ele­men­tos úti­les y rele­van­tes del dis­cur­so, para rea­li­zar pos­te­rior­men­te de cada agru­pa­mien­to una sín­te­sis de la infor­ma­ción e inter­pre­tar­la.

Resultados

Se hace una pre­sen­ta­ción bre­ve de cada uno de los par­ti­ci­pan­tes y un aná­li­sis de la infor­ma­ción obte­ni­da. Los nom­bres han sido cam­bia­dos para con­ser­var la con­fi­den­cia­li­dad de los par­ti­ci­pan­tes.

Participante 1.

Omar es un hom­bre sol­te­ro de 25 años de edad que tra­ba­ja como cap­tu­ris­ta en una edi­to­rial de libros. Actual­men­te vive con su madre de 50 años de edad, su abue­la mater­na de 81 años, y sus dos her­ma­nos meno­res, Iván de 22 años y Andrés de 6; en el muni­ci­pio de Eca­te­pec de More­los en el Esta­do de Méxi­co. Los miem­bros de la fami­lia nuclear se han man­te­ni­do así des­de el año 2012 cuan­do su padre falle­ce debi­do a una com­pli­ca­ción qui­rúr­gi­ca, al diag­nos­ti­car­le un año antes insu­fi­cien­cia renal.

La rela­ción de Omar con su madre en el pasa­do fue muy con­flic­ti­va, por el con­tra­rio de la que man­te­nía con su padre, que aun­que la cali­fi­ca­ba de muy estre­cha, ésta se vio frac­tu­ra­da por la pre­fe­ren­cia que su padre tenía hacia su her­mano Igna­cio y por la infi­de­li­dad de su padre en su matri­mo­nio. En la tran­si­ción de la ado­les­cen­cia a su adul­tez, la rela­ción de Omar con sus padres se inter­cam­bia y él mues­tra más apo­yo hacia su madre, estre­chan­do el lazo con ella cuan­do su padre falle­ce. En el pasa­do, los padres de Omar fue­ron pro­vee­do­res eco­nó­mi­cos en el hogar, su padre como ven­de­dor y su madre como tra­ba­ja­do­ra en un lugar esta­ble­ci­do. Como Omar deci­dió no seguir estu­dian­do, se dedi­có a tra­ba­jar, pero no apor­ta­ba ingre­sos a casa; lo que cam­bia cuan­do su padre mue­re, y en la actua­li­dad son Omar y su madre los que lle­van los gas­tos de la fami­lia mien­tras Igna­cio y Andrés estu­dian.

Es impor­tan­te men­cio­nar que la abue­la de Omar siem­pre ha vivi­do con ellos, y ha sido un fac­tor cons­tan­te de con­flic­tos en la fami­lia, en un ini­cio con el padre de Omar cuan­do vivía, inter­vi­nien­do en su matri­mo­nio; y pos­te­rior­men­te con los tres her­ma­nos por lo que hacen o no. A ella hace unos años se le fue diag­nos­ti­ca­da demen­cia senil, y la rela­ción con sus nie­tos, Omar la ha des­cri­to como con­flic­ti­va.

Geno­gra­ma

En el geno­gra­ma (figu­ra 1) de Omar, se expo­ne la com­po­si­ción de su fami­lia nuclear y expli­ca super­fi­cial­men­te el tipo de rela­ción que exis­te entre los miem­bros del sis­te­ma fami­liar. Deba­jo del esque­ma se encuen­tra una tabla con los sig­ni­fi­ca­dos de la sim­bo­lo­gía en él.

Figura 1. Genograma que muestra las relaciones entre los miembros de la familia de Omar.

Sím­bo­lo

Rela­ción

Viu­dez

Con­flic­to

Des­co­ne­xión

Cer­ca­na

Dis­tan­te

Fusión

Sím­bo­lo

       

Rela­ción

Cer­ca­na con con­flic­to

Muy cer­ca­na

       

De acuer­do con la his­to­ria de Omar, tie­ne un Yo indi­fe­ren­cia­do con ten­den­cia a la fusión. Se le ubi­ca en ése pun­to de la esca­la por la poca capa­ci­dad que ha desa­rro­lla­do para impe­dir que sus emo­cio­nes inter­ven­gan en sus pen­sa­mien­tos y accio­nes. Actuan­do des­de su infan­cia de mane­ra emo­ti­va por el favo­ri­tis­mo que su padre tenía hacia Igna­cio y con una acti­tud des­obe­dien­te para cada favor u orden que pro­ve­nía de su madre, la cual era jus­ti­fi­ca­da por la rela­ción hos­til que man­tu­vo con ella.

Para cuan­do es ado­les­cen­te, y al comen­zar a caer la ima­gen que tenía de su padre, Omar comien­za a res­pon­sa­bi­li­zar a los demás por lo que hacía. Por ejem­plo, al haber deci­di­do dejar los estu­dios, y remar­car algu­nas con­duc­tas “vicio­sas”, así como una nula con­si­de­ra­ción por los lími­tes de la casa, son accio­nes por las que el par­ti­ci­pan­te argu­men­tó que su padre infiel no podía dar­le un ejem­plo de vida.

Participante 2.

Hora­cio es un hom­bre sol­te­ro de 22 años de edad, aca­ba de fina­li­zar la licen­cia­tu­ra en Psi­co­lo­gía en la UNAM por lo que de momen­to no tra­ba­ja. Actual­men­te vive con su madre de 43 años, sus dos her­ma­nos, David de 24 y Omar de 18, jun­to con su abue­la mater­na de 70 años y dos tíos, Pablo y Víc­tor de 36 y 49 años res­pec­ti­va­men­te. Ellos viven en Ati­za­pán de Zara­go­za en el Esta­do de Méxi­co. Éste ha sido su lugar de resi­den­cia a par­tir de que los padres de Hora­cio se sepa­ran cuan­do él era un niño.

Debi­do a la repen­ti­na sepa­ra­ción de sus padres des­pués de sie­te años o menos de matri­mo­nio, la rela­ción de Hora­cio con su padre siem­pre ha sido super­fi­cial, mien­tras que con su madre ha sido una rela­ción muy estre­cha. Aun­que Hora­cio des­cri­ba las rela­cio­nes de los tres her­ma­nos con sus padres como igua­les, él siem­pre ha per­ci­bi­do favo­ri­tis­mos de su fami­lia hacia sus her­ma­nos. Apa­ren­tan­do que esto no le ha afec­ta­do para rela­cio­nar­se con sus fami­lia­res.

Al vivir con par­te de la fami­lia mater­na, ésta ha desem­pe­ña­do un papel impor­tan­te en la vida de Hora­cio, debi­do a los lazos afec­ti­vos que ha esta­ble­ci­do con tío (a)s y pri­mo (a)s a lo lar­go de su vida y la fre­cuen­te con­vi­ven­cia que exis­te entre todos ellos. Una per­so­na de espe­cial rele­van­cia para Hora­cio es su tío Pablo, quien ha ser­vi­do como figu­ra pater­na en cues­tio­nes emo­cio­na­les, aca­dé­mi­cas y ejem­pla­res. Al mis­mo tiem­po que la fami­lia ha ayu­da­do a cubrir nece­si­da­des emo­cio­na­les, tam­bién ha sido cau­sa de con­flic­tos debi­do a dife­ren­cias de opi­nio­nes, cos­tum­bres y terri­to­ria­li­da­des como es el caso de su tío Víc­tor.

Geno­gra­ma

Aquí se pre­sen­ta el geno­gra­ma (figu­ra 2) de Hora­cio, se expo­ne la com­po­si­ción de su fami­lia nuclear y expli­ca super­fi­cial­men­te el tipo de rela­ción que exis­te entre los miem­bros del sis­te­ma fami­liar.

Figura 2. Genograma que muestra las relaciones entre los miembros de la familia de Horacio.

De acuer­do con la infor­ma­ción del dis­cur­so de Hora­cio, él tie­ne un Yo indi­fe­ren­cia­do con ten­den­cia a la fusión. Se le colo­ca en dichos nive­les debi­do al inten­so impac­to que el ambien­te ejer­ce sobre Hora­cio, el cual dis­pa­ra de mane­ra inme­dia­ta su reac­ti­vi­dad emo­cio­nal, sien­do ésta la que domi­na y gobier­na sus pen­sa­mien­tos y accio­nes. Iden­ti­fi­cán­do­lo en el ran­go de la indi­fe­ren­cia­ción por el uso fre­cuen­te de la fra­se “ansie­dad adap­ta­ti­va” a lo lar­go de la entre­vis­ta. Ansie­dad que comen­zó a mani­fes­tar­se des­de la sepa­ra­ción de sus padres cuan­do era niño y recor­dan­do que la pre­sen­cia de la ansie­dad es una de las carac­te­rís­ti­cas de una per­so­na indi­fe­ren­cia­da.

Participante 3.

Die­go es un hom­bre de 23 años de edad, egre­sa­do de la carre­ra de Psi­co­lo­gía en la UNAM. Su fami­lia nuclear se com­po­ne de sus padres, con los que actual­men­te vive en la dele­ga­ción Izta­cal­co en el Dis­tri­to Fede­ral y su medio her­mano Alan, quien ha deja­do a la fami­lia para for­mar la pro­pia con su espo­sa e hijas­tro.

La fami­lia de Die­go ha sufri­do varias modi­fi­ca­cio­nes a lo lar­go de su vida, ini­cian­do por ser una fami­lia recons­trui­da, ya que sus padres vie­nen de un matri­mo­nio pre­vio con hijos, en don­de su madre inte­gra a Alan a la nue­va fami­lia. Sien­do él un fac­tor de con­flic­tos entre los padres de Die­go en diver­sas oca­sio­nes. Un momen­to sig­ni­fi­ca­ti­vo para Die­go, es la mudan­za que su fami­lia hace del Dis­tri­to Fede­ral a San Luis Poto­sí cuan­do él era niño; eta­pa en la que tie­ne un acci­den­te con con­se­cuen­cias emo­cio­na­les y den­tro de su fami­lia, Alan pasa unos meses en la cár­cel por mane­jar en esta­do de ebrie­dad.

Para cuan­do Die­go es ado­les­cen­te, la fami­lia vuel­ve a reaco­mo­dar­se en cuan­to a rela­cio­nes y jerar­quías y es cuan­do Die­go deci­de regre­sar al Dis­tri­to Fede­ral a estu­diar el bachi­lle­ra­to, mien­tras su fami­lia nuclear se que­da en San Luis Poto­sí. Lle­gan­do a vivir con sus tíos pater­nos cer­ca de año y medio, perio­do en el que Die­go se encuen­tra rodea­do de mal­tra­to, con­flic­tos, y sen­sa­cio­nes de aban­dono, por lo que Die­go muchas veces con­si­de­ró regre­sar a San Luis Poto­sí con sus padres, con los cua­les la rela­ción se vol­vió super­fi­cial y con­flic­ti­va en dicho perio­do. Pero opor­tu­na­men­te, lle­ga la posi­bi­li­dad de vivir con tres pri­mos de su madre, don­de el ambien­te hos­til de su otra fami­lia es sus­ti­tui­do por una atmos­fe­ra de preo­cu­pa­ción y cui­da­do, crean­do Die­go estre­chos lazos afec­ti­vos con sus tíos, ase­gu­ran­do que ellos han teni­do más influen­cia en la per­so­na que es aho­ra, que su fami­lia nuclear.

Cuan­do Die­go se encuen­tra a pun­to de ter­mi­nar al bachi­lle­ra­to, su fami­lia mater­na le comen­ta que ya no pue­de vivir con ellos, deci­dien­do Die­go tra­ba­jar y vivir solo, poco tiem­po des­pués con­ven­ce a Alan de vivir con él en el Dis­tri­to Fede­ral. Pos­te­rior­men­te sus padres se reúnen con Die­go y su her­mano para radi­car toda la fami­lia en el Dis­tri­to Fede­ral don­de viven actual­men­te. Cam­bian­do nue­va­men­te la diná­mi­ca fami­liar, pues al sepa­rar­se Alan de la fami­lia nuclear, los con­flic­tos dis­mi­nu­ye­ron, la rela­ción de Die­go con sus padres es estre­cha, pero él ase­gu­ra tener lími­tes más cla­ros y fir­mes, así como una posi­ción más empo­de­ra­da e inde­pen­dien­te. Todos estos han sido fac­to­res que han fomen­ta­do una mejor con­vi­ven­cia y capa­ci­dad de afron­ta­mien­to entre los miem­bros de la fami­lia.

Geno­gra­ma

Aquí se pre­sen­ta el geno­gra­ma (figu­ra 3) de Die­go, el cual expo­ne la com­po­si­ción de su fami­lia nuclear y expli­ca super­fi­cial­men­te el tipo de rela­ción que exis­te entre los miem­bros del sis­te­ma fami­liar.

Figura 3. Genograma que muestra las relaciones entre los miembros de la familia de Diego.

De acuer­do con la infor­ma­ción dada por Die­go, él tie­ne un Yo dife­ren­cia­do con lige­ra ten­den­cia a la fusión. Se le ubi­ca en tal lugar de la esca­la por haber desa­rro­lla­do la capa­ci­dad de ser una per­so­na más autó­no­ma y res­pon­sa­ble de sí mis­ma, la cual se fija metas basa­das en sus deseos pro­pios, y que ha logra­do supe­rar fun­cio­nal­men­te sus con­flic­tos con la fami­lia de ori­gen, todo esto a tra­vés de las expe­rien­cias de vida de la ado­les­cen­cia y par­te de la adul­tez, que lo hicie­ron tran­si­tar de un indi­vi­duo fusio­na­do, a uno más dife­ren­cia­do.

Empe­zan­do por des­cri­bir los ras­gos que carac­te­ri­za­ban la fusión de Die­go. En su infan­cia el con­flic­to fami­liar lo hacía adop­tar una acti­tud ansio­sa, que aun­que él no fue­ra un invo­lu­cra­do en el con­flic­to de la fami­lia, éste tenía un fuer­te impac­to en él al ver a la fami­lia agre­si­va y des­uni­da. Lo cual, pos­te­rior­men­te fue adop­tan­do en todas sus rela­cio­nes inter­per­so­na­les, admi­tien­do que entre más pudie­ra evi­tar el con­flic­to, mejor. El hecho de que su acci­den­te lo deja­ra con una pobre valo­ra­ción de sí mis­mo, y poca moti­va­ción por des­pe­gar­se del hogar; arrai­ga­do a su com­por­ta­mien­to al ser­vi­cio de la com­pla­cen­cia de sus padres, al ser el “hijo que todas las madres que­rían”, con­vir­tién­do­lo en un niño con­sen­ti­do. Fue­ron bases sufi­cien­tes para que Die­go poco a poco cubrie­ra con el per­fil de un adul­to muy pobre­men­te dife­ren­cia­do.

Participante 4.

Eduar­do es un hom­bre de 24 años de edad egre­sa­do de la carre­ra de Inge­nie­ría Mecá­ni­ca en el IPN. Su fami­lia nuclear está for­ma­da por su madre de 46 años de edad, su padre de 44, ambos se dedi­can al comer­cio, su her­ma­na Adria­na de 14 años, y su medio her­mano mayor Saúl, el cuál vivió con ellos una bre­ve tem­po­ra­da y ha deja­do el hogar. Él fue con­ce­bi­do en una rela­ción ante­rior de su madre.

La fami­lia de Eduar­do siem­pre ha vivi­do en la mis­ma vivien­da, ubi­ca­da en la dele­ga­ción Izta­pa­la­pa en el Dis­tri­to Fede­ral. Dicha vivien­da per­te­ne­ció a los padres adop­ti­vos del padre de Eduar­do, y actual­men­te Eduar­do y su fami­lia la com­par­ten con tres tíos más; esta infor­ma­ción es rele­van­te debi­do a que en un momen­to exis­tió el con­flic­to entre los her­ma­nos por saber quién o quié­nes here­da­rían la casa al morir los abue­los, tenien­do como con­se­cuen­cia el dis­tan­cia­mien­to y rom­pi­mien­to de algu­nas rela­cio­nes entre los fami­lia­res.

La fami­lia de Eduar­do se ha carac­te­ri­za­do por man­te­ner un con­flic­to sutil e implí­ci­to, en don­de exis­te un apo­yo y res­pon­sa­bi­li­dad entre la pare­ja, y de los padres hacia los hijos. Hacien­do una excep­ción en la infan­cia de Eduar­do, épo­ca en la que al mudar­se Saúl con la fami­lia nuclear, fue la cau­sa de los con­flic­tos entre los padres de Eduar­do. En este enton­ces, sus padres seguían el rol de padre tra­ba­ja­dor y madre ama de casa. Eduar­do des­de su niñez fue una per­so­na muy que­ri­da por su abue­la bio­ló­gi­ca, María, lo cual es rele­van­te, pues un moti­vo por el cual Eduar­do se encuen­tra en con­flic­to con la fami­lia exten­sa, es por su acti­tud de indi­fe­ren­cia ante la enfer­me­dad y muer­te de ella.

Des­de que Eduar­do es ado­les­cen­te y has­ta la actua­li­dad, el deta­lle de una serie de fric­cio­nes y dis­fun­cio­nes que ha teni­do con su fami­lia se encuen­tra en el favo­ri­tis­mo que él ha per­ci­bi­do hacia Adria­na des­de que ella nació. Hechos que le han cau­sa­do con­flic­tos con sus padres y Adria­na, optan­do Eduar­do hoy en día dis­tan­ciar­se de la fami­lia.

Geno­gra­ma

Aquí se pre­sen­ta el geno­gra­ma de Eduar­do, el cual expo­ne la com­po­si­ción de su fami­lia nuclear y expli­ca super­fi­cial­men­te el tipo de rela­ción que exis­te entre los miem­bros del sis­te­ma fami­liar.

Figura 4. Genograma que muestra las relaciones entre los miembros de la familia de Eduardo.

De acuer­do con la his­to­ria de Eduar­do, tie­ne un Yo indi­fe­ren­cia­do fusio­na­do. Se le ubi­ca en ése pun­to de la esca­la por la muy defi­cien­te sepa­ra­ción que Eduar­do ha teni­do con su fami­lia de ori­gen. Sien­do una per­so­na alta­men­te fusio­na­da, que ha desa­rro­lla­do un Yo “fal­so” que inten­ta dar una impre­sión de inde­pen­den­cia. Debi­do a las fallas que Eduar­do ha seña­la­do en su rela­ción con los miem­bros de su fami­lia, cali­fi­ca las rela­cio­nes como dis­tan­tes y super­fi­cia­les, refi­rién­do­las como “bue­na”, “nor­mal” y “neu­tral”. Uti­li­zan­do dichas eti­que­tas como un meca­nis­mo de defen­sa para su con­di­ción vul­ne­ra­ble y de alta reac­ti­vi­dad al ambien­te en el que se encuen­tra. Eduar­do vive enga­ñán­do­se al no dife­ren­ciar para su como­di­dad los con­cep­tos de inde­pen­den­cia, auto­su­fi­cien­cia y des­co­ne­xión.

Para ini­ciar a expli­car la fusión de Eduar­do, tam­bién se pue­de recu­rrir a la teo­ría del ape­go de Bowlby (1993), des­de la cual Eduar­do desa­rro­lló un ape­go inse­gu­ro si con­si­de­ran­do a las inter­ac­cio­nes posi­ti­vas, de apo­yo y de dis­po­ni­bi­li­dad que el indi­vi­duo tie­ne con los cui­da­do­res, como los ele­men­tos que des­pués pro­veen de segu­ri­dad al niño para rela­cio­nar­se de la mis­ma mane­ra con las per­so­nas sig­ni­fi­ca­ti­vas. En el caso del par­ti­ci­pan­te, dichas inter­ac­cio­nes fue­ron muy esca­sas y defi­cien­tes, al ser su her­ma­na Adria­na la más gran­de preo­cu­pa­ción de sus padres. A pesar de que Eduar­do con­si­de­re que una rela­ción dis­tan­te con los demás es bue­na y más con­ve­nien­te.

Participante 5.

Mar­ce­lo es un hom­bre de 22 años de edad egre­sa­do de la carre­ra de Psi­co­lo­gía en la UNAM. Él y su fami­lia viven en el muni­ci­pio de Tul­titlán en el Esta­do de Méxi­co. Dicha fami­lia se con­for­ma por su madre de 45 años de edad que estu­dió una carre­ra téc­ni­ca como enfer­me­ra, su padre de 47 con una carre­ra téc­ni­ca tam­bién y su her­mano menor José, de 19 años quien se encuen­tra cur­san­do el nivel supe­rior.

Mar­ce­lo vivió su infan­cia en el seno de una fami­lia fun­cio­nal y afec­ti­va, en don­de su padre era quien tra­ba­ja­ba para man­te­ner­la, mien­tras su madre se que­da­ba en casa a cui­dar de los niños. Duran­te la niñez de Mar­ce­lo, su fami­lia no se vio per­tur­ba­da por con­flic­tos ni pro­ble­mas rele­van­tes. Al ser el hijo mayor, sus padres cen­tra­ron expec­ta­ti­vas muy altas en él en el ámbi­to aca­dé­mi­co, Mar­ce­lo recuer­da mucho la exi­gen­cia aca­dé­mi­ca que sus padres ejer­cían en él. Fue un niño obe­dien­te, que­ri­do y con­sen­ti­do, inclu­so des­pués de que nace José, jamás ha per­ci­bi­do un tra­to pre­fe­ren­cial hacia alguno de los her­ma­nos.

Para cuan­do Mar­ce­lo ini­cia su ado­les­cen­cia y cur­sa la secun­da­ria, su fami­lia comien­za a atra­ve­sar difi­cul­ta­des eco­nó­mi­cas, por lo que su madre sale a bus­car empleo. La fal­ta de dine­ro fue la pie­dra angu­lar de una serie de con­flic­tos que dura­ron años en la fami­lia de Mar­ce­lo, con­flic­tos que mar­ca­ron fuer­te­men­te las rela­cio­nes y diná­mi­cas fami­lia­res de cada miem­bro del sis­te­ma. Ade­más de la ansie­dad gene­ra­da por la fal­ta de dine­ro, el hecho de que la madre de Mar­ce­lo tra­ba­ja­ra pro­vo­ca­ba celos en su padre, tan inten­sos que desem­bo­ca­ron en con­duc­tas vio­len­tas y en una ten­ta­ti­va de divor­cio. Ante tal atmós­fe­ra de hos­ti­li­dad, las rela­cio­nes entre todos los miem­bros de la fami­lia pier­den el equi­li­brio y mien­tras algu­nas se dis­tan­cian y debi­li­tan, otras se fusio­nan. De la mis­ma mane­ra, la vio­len­cia físi­ca no fue exclu­si­va en la inter­ac­ción entre los padres de Mar­ce­lo, tam­bién exis­tió de su padre diri­gi­da hacia él y su her­mano.

Actual­men­te no se han vuel­to a sus­ci­tar situa­cio­nes de agre­sión físi­ca y aun­que el con­flic­to sigue exis­tien­do, Mar­ce­lo con­si­de­ra que éste ha dis­mi­nui­do aun­que las razo­nes por las que se gene­ra son las mis­mas. La dife­ren­cia aho­ra se encuen­tra en que si antes Mar­ce­lo era el miem­bro de la fami­lia que se sen­tía res­pon­sa­ble por man­te­ner el equi­li­brio en casa, poco a poco ha inten­ta­do des­co­nec­tar­se de dicha res­pon­sa­bi­li­dad que él solo adqui­rió.

Geno­gra­ma

Aquí se pre­sen­ta el geno­gra­ma (figu­ra 5) de Mar­ce­lo, el cual expo­ne la com­po­si­ción de su fami­lia nuclear y expli­ca super­fi­cial­men­te el tipo de rela­ción que exis­te entre los miem­bros del sis­te­ma fami­liar. Deba­jo del esque­ma se encuen­tra una tabla con los sig­ni­fi­ca­dos de la sim­bo­lo­gía en él.

Figura 5. Genograma que muestra las relaciones entre los miembros de la familia de Marcelo.

De acuer­do con la his­to­ria de Mar­ce­lo, tie­ne un Yo indi­fe­ren­cia­do con ten­den­cia a la fusión. Se le ubi­ca en ése pun­to por la inca­pa­ci­dad que tie­ne para impe­dir que sus emo­cio­nes inter­ven­gan en sus accio­nes y pen­sa­mien­tos. Pero si bien, algo que carac­te­ri­za a la gen­te en dado pun­to de la esca­la, es una mayor pro­ba­bi­li­dad para lograr desa­rro­llar un nivel de dife­ren­cia­ción más alto al que se tie­ne.

Empe­zan­do por des­cri­bir la fusión de Mar­ce­lo, ésta se mani­fies­ta des­de la infan­cia con la exi­gen­cia que su madre ejer­ce sobre él, pidien­do siem­pre la per­fec­ción de Mar­ce­lo como alumno, como hijo y como her­mano mayor, sien­do la abso­lu­ta obe­dien­cia el medio para no decep­cio­nar a sus padres. Lo que va hacien­do de Mar­ce­lo, un niño influen­cia­do por el elo­gio, y sus­cep­ti­ble a la crí­ti­ca de sus padres.

La indi­fe­ren­cia­ción de Mar­ce­lo sale a relu­cir a par­tir de su ado­les­cen­cia, don­de se acen­túa y “toca fon­do”. Ante los pro­ble­mas en casa, él ocu­pa el lugar del hijo trian­gu­la­do al ser el hijo al que su madre recu­rría en bus­ca de apo­yo. Lo cual lo con­vir­tió en el miem­bro más vul­ne­ra­ble del hogar, desa­rro­llan­do así, la nece­si­dad y el sen­ti­mien­to de res­pon­sa­bi­li­dad por inten­tar solu­cio­nar los des­per­fec­tos de su fami­lia y por ase­gu­rar la salud emo­cio­nal de todos los miem­bros que la inte­gran.

Participante 6.

Edgar es un hom­bre de 20 años de edad que cur­sa una uni­ver­si­dad pri­va­da el área de sis­te­mas. Él y su fami­lia viven en el muni­ci­pio de Nau­cal­pan en el Esta­do de Méxi­co. Su fami­lia inte­gra­da por su madre de 42 años quien es maes­tra, su padre de 49 que es ser­vi­dor públi­co y su her­mano mayor Ernes­to de 21 años, quien actual­men­te cur­sa la carre­ra de inge­nie­ría indus­trial.

El caso de Edgar es par­ti­cu­lar por­que su dis­cur­so se divi­de en dos eta­pas. La pri­me­ra, que es el ini­cio de la entre­vis­ta, el dis­cur­so pue­de inter­pre­tar­se como super­fi­cial, ensa­ya­do y “boni­to”; des­cri­bien­do su vida, su ambien­te y todo lo que suce­de a su alre­de­dor como lo que él quie­re ver, o como se le ha ense­ña­do que es correc­to, bueno, y lo que “debe ser”. En su entre­vis­ta se encuen­tran fre­cuen­te­men­te fra­ses como “qué bue­na vida he teni­do”, “así ha suce­di­do todo, no creas que te mien­to”, “nun­ca he teni­do pro­ble­mas”, “yo creo que todos son mis ami­gos”.

Para la segun­da par­te de la entre­vis­ta, al pedir­le ejem­plos y casos reales, comien­zan a apa­re­cer sig­ni­fi­ca­ti­vas con­tra­dic­cio­nes entre lo que des­cri­be y lo que ha suce­di­do. El ejem­plo más noto­rio es en la des­crip­ción que hace de su fami­lia como casi per­fec­ta, don­de no exis­ten con­flic­tos. Suce­dien­do lo mis­mo en sus rela­cio­nes socia­les, al con­si­de­rar­se una per­so­na extre­ma­da­men­te socia­ble, y pos­te­rior­men­te reco­no­cien­do la inco­mo­di­dad que a veces le gene­ra estar con muchas per­so­nas, o con cier­to tipo de per­so­nas. Las incon­gruen­cias tam­bién se encuen­tran en la auto­per­cep­ción que tie­ne de sí mis­mo en varias eta­pas de su vida, al com­pa­rar­lo con su mane­ra de reac­cio­nar ante diver­sas situa­cio­nes y ante diver­sas per­so­nas.

Para Edgar no hay per­so­nas sig­ni­fi­ca­ti­vas más que sus padres y su novia, Mar­le­ne. Y al momen­to de argu­men­tar que nun­ca se ha vis­to ante momen­tos car­ga­dos emo­cio­nal­men­te, ni fami­lia­res, amis­to­sos o amo­ro­sos, no con­si­de­ra haber atra­ve­sa­do un momen­to sig­ni­fi­ca­ti­vo que haya con­si­de­ra­do como un desa­fío para su vida y es por eso que con­si­de­ra tener una vida afor­tu­na­da­men­te tran­qui­la.

Geno­gra­ma

Aquí se pre­sen­ta el geno­gra­ma (figu­ra 6) de Edgar, el cual expo­ne la com­po­si­ción de su fami­lia nuclear y expli­ca super­fi­cial­men­te el tipo de rela­ción que exis­te entre los miem­bros del sis­te­ma fami­liar.

Figura. 6. Genograma que muestra las relaciones entre los miembros de la familia de Edgar.

La fuer­te ansie­dad que exis­te en la fami­lia de Edgar, hace que él adop­te com­ple­ta­men­te las creen­cias, valo­res, acti­tu­des y pen­sa­mien­tos de su madre. Lo cual se ve refle­ja­do inclu­so en la mane­ra en la que el par­ti­ci­pan­te habla y se expre­sa.

Una vez ana­li­za­do el dis­cur­so de Edgar se pue­de seña­lar que él tie­ne un Yo pobre­men­te dife­ren­cia­do, par­ti­cu­lar­men­te fusio­na­do. Se le ubi­ca en este pun­to de la esca­la por la muy poca sepa­ra­ción que Edgar ha teni­do de su fami­lia de ori­gen, así como por la alta ansie­dad que ésta mane­ja y el anhe­lo por el con­trol que pre­do­mi­na en sus padres. Dicha ansie­dad se mani­fies­ta de mane­ra tan pasi­va, que Edgar y su fami­lia han podi­do has­ta la fecha tener una diná­mi­ca fami­liar depen­dien­te apa­ren­te­men­te fun­cio­nal y sin con­flic­tos, sien­do una fami­lia que ha apren­di­do a “que­rer” su pro­fun­da depen­den­cia.

Des­de la teo­ría del ape­go de Bowlby (1993), Edgar ha desa­rro­lla­do un ape­go inse­gu­ro, el cual por la infor­ma­ción dada ha sido fomen­ta­do en mayor gra­do por su madre, al decir­le con quién rela­cio­nar­se, cómo es correc­to que debe ser, qué es correc­to que debe hacer. Y sobre todo, la insis­ten­te bús­que­da de la unión y depen­den­cia entre la fami­lia, la cual impi­de que Edgar se arries­gue a bus­car más víncu­los amis­to­sos segu­ros y con­fia­bles, pues dicha inse­gu­ri­dad se expli­ca des­de el momen­to en el que Edgar con­si­de­ra a su padre y a su her­mano como a sus dos prin­ci­pa­les ami­gos. Así como el recha­zo por inti­mar dema­sia­do con sus ami­gos, lo cual refle­ja su inse­gu­ri­dad hacia las per­so­nas fue­ra de la fami­lia.

Con res­pec­to a su madre, pode­mos notar la indi­fe­ren­cia­ción de la mis­ma por medio de sus con­duc­tas de sobre­pro­tec­ción, preo­cu­pa­ción exce­si­va, auto­ri­ta­ris­mo (sutil y pasi­vo), y el deseo y exi­gen­cia de hijos per­fec­tos al decir­les cómo deben de ser y “acon­se­jan­do” lo que no deben hacer. Algo que here­da Edgar de ella, pues tam­bién com­par­te esa carac­te­rís­ti­ca al que­rer estar rodea­do por pura gen­te “sana” y “correc­ta”. La madre de Edgar es una per­so­na tan depen­dien­te (fusio­na­da), que bajo la jus­ti­fi­ca­ción de la “unión fami­liar” y el “amor a los hijos” bus­ca satis­fa­cer las nece­si­da­des emo­cio­na­les pro­pias, evi­tar la sen­sa­ción de aban­dono y lle­nar el vacío de un mari­do ausen­te por el tra­ba­jo.

Es tan gran­de la depen­den­cia que hay den­tro de la fami­lia nuclear, que Edgar, con tal de no decep­cio­nar y sen­tir­se par­te de la fami­lia, obe­de­ce y sigue exce­si­va­men­te al pie de la letra los prin­ci­pios que sus padres le ense­ña­ron. Así como tam­bién le afec­ta mucho la crí­ti­ca que hacen de su com­por­ta­mien­to, e influ­yen fuer­te­men­te en sus deci­sio­nes per­so­na­les.

Discusión y conclusión

El pro­ce­so de trans­mi­sión mul­ti­ge­ne­ra­cio­nal pro­pues­to por Kerr y Bowen (1988), que des­cri­be el pro­ce­so en el cual los padres here­dan a los hijos cier­tos atri­bu­tos, hábi­tos o mane­ras de reac­cio­nar al ambien­te, se des­cri­be a con­ti­nua­ción en los siguien­tes esque­mas. Los resul­ta­dos del pro­ce­so de trans­mi­sión fue­ron cla­si­fi­ca­dos en tres cate­go­rías; la pri­me­ra es fami­lia, y den­tro de ésta se con­si­de­ra­ron todos aspec­tos que los par­ti­ci­pan­tes here­da­ron de sus padres, y de los cua­les hacen prác­ti­ca en la diná­mi­ca fami­liar.

Como se plan­teó des­de un ini­cio, el víncu­lo inter­per­so­nal de prin­ci­pal inte­rés para el tra­ba­jo fue la pare­ja. Pudien­do afir­mar lo dicho por Val­dez, Gon­zá­lez-Arra­tia y Sán­chez (2005), acer­ca de que las diná­mi­cas fami­lia­res son lle­va­das a la rela­ción de pare­ja, ya que ésta es el víncu­lo emo­cio­nal más pare­ci­do al que esta­ble­ce­mos con la fami­lia. Encon­tran­do en cada uno de los par­ti­ci­pan­tes atri­bu­tos fami­lia­res que son par­te de la diná­mi­ca con sus pare­jas, o con el sexo opues­to (en el caso de los par­ti­ci­pan­tes sin pare­ja).

Aun así, a tra­vés de las entre­vis­tas fue posi­ble detec­tar la diná­mi­ca social de los par­ti­ci­pan­tes y como casi todos eran jóve­nes uni­ver­si­ta­rios, excep­to Omar, la ruti­na esco­lar fue de gran ayu­da para obser­var que así como en la pare­ja, los mode­los inter­nos de con­vi­ven­cia se repi­ten en todas las inter­ac­cio­nes del indi­vi­duo, como lo había afir­ma­do Bowen (1998).

En cuan­to al obje­ti­vo de expli­car cómo el nivel de dife­ren­cia­ción ope­ra en la dis­po­si­ción de ini­ciar y esta­ble­cer una rela­ción de pare­ja, se espe­ra­ba que los par­ti­ci­pan­tes indi­fe­ren­cia­dos no tuvie­ran la habi­li­dad para esta­ble­cer rela­cio­nes dura­de­ras. Lo cual fue des­car­ta­do a tra­vés de los casos de Eduar­do y Edgar, quie­nes a pesar de tener muy bajos nive­les de dife­ren­cia­ción, se encuen­tran den­tro de una rela­ción sen­ti­men­tal esta­ble y dura­de­ra.

Al pro­po­ner des­cri­bir y ana­li­zar la cons­truc­ción del con­cep­to de pare­ja que los par­ti­ci­pan­tes han ela­bo­ra­do a tra­vés de su his­to­ria. Se con­cuer­da con lo dicho por Gott­man (1999), cuan­do lle­ga al pun­to de que todos los indi­vi­duos, inde­pen­dien­te­men­te de su gra­do de dife­ren­cia­ción, desea­rán y des­cri­bi­rán pare­jas y rela­cio­nes sen­ti­men­ta­les inde­pen­dien­tes y fun­cio­na­les. Dicha defi­ni­ción que­da atrás al momen­to de ana­li­zar los tras­fon­dos de las expe­rien­cias de los par­ti­ci­pan­tes; cuyas defi­ni­cio­nes que­dan plas­ma­das en el siguien­te esque­ma, encon­tran­do simi­li­tu­des con algu­nas defi­ni­cio­nes de algu­nos auto­res revi­sa­dos.

Es por lo ante­rior, que se está de acuer­do con lo dicho por Toman (1969) y Val­dez, Gon­zá­lez-Arra­tia y Sán­chez (2007), al notar cómo el ambien­te y la diná­mi­ca fami­liar deter­mi­nan fuer­te­men­te las inter­ac­cio­nes del ser humano fue­ra del seno fami­liar. Sien­do capa­ces de repli­car los mode­los de inter­ac­ción más implí­ci­tos y pro­fun­dos que uno ha apren­di­do en casa. Y en el caso de las rela­cio­nes de pare­ja, dadas inter­ac­cio­nes son fun­da­men­ta­les al momen­to de deter­mi­nar la dis­po­si­ción, depen­den­cia o des­co­ne­xión que se esta­ble­ce con ellas.

Algo que pudo detec­tar­se en el trans­cur­so de las entre­vis­tas, fue que los par­ti­ci­pan­tes que se encon­tra­ban sin algu­na rela­ción de pare­ja esta­ble y dura­de­ra, han sido los hijos de las his­to­rias y mode­los mari­ta­les más ansio­sos y dis­fun­cio­na­les, al momen­to de ser com­pa­ra­dos con los par­ti­ci­pan­tes con pare­ja. El siguien­te esque­ma enu­me­ra las situa­cio­nes mari­ta­les que han juga­do a favor o en con­tra de los par­ti­ci­pan­tes para rela­cio­nar­se en pare­ja.

Algo que el tra­ba­jo con adul­tos jóve­nes ayu­dó a explo­rar, fue la expo­si­ción y el con­tras­te entre un nue­vo esti­lo de vida expues­to, el cual inclu­ye mayo­res metas pro­fe­sio­na­les, per­so­na­les, así como la acep­ta­ción de diver­sas diná­mi­cas socia­les y sen­ti­men­ta­les y/o sexua­les que no podrían cla­si­fi­car­se como rela­ción de pare­ja; con un con­cep­to social de pare­ja anti­cua­do, cuyos tér­mi­nos son tan rígi­dos y espe­cí­fi­cos, que no dan paso a la incor­po­ra­ción de éstas nue­vas diná­mi­cas. Sien­do aquí, don­de se encuen­tra un foco de con­flic­to para ellos, en don­de creen que la rea­li­za­ción per­so­nal no se lle­va con la vida con pare­ja. Pero, a pesar de que al menos la pobla­ción entre­vis­ta­da, algu­nos par­ti­ci­pan­tes se die­ran la opor­tu­ni­dad de expe­ri­men­tar la libe­ra­ción sexual y/o prio­ri­zar las metas per­so­na­les y/o pro­fe­sio­na­les antes que a la pare­ja; a tra­vés del dis­cur­so es noto­ria la impor­tan­cia y el peso que ésta tie­ne en sus vidas. Pues inclu­so los par­ti­ci­pan­tes que se encuen­tran sin pare­ja, se man­tie­nen en la bús­que­da del mode­lo román­ti­co, com­pro­me­ti­do y social­men­te acep­ta­do.

Referencias

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Notas

1. Pro­fe­sor titu­lar del área de Psi­co­lo­gía Clí­ni­ca. Correo elec­tró­ni­co: jjvf@unam.mx

2. Pro­fe­so­ra Titu­lar del Área de Psi­co­lo­gía Expe­ri­men­tal. Correo elec­tró­ni­co: joselinai@gmail.com

3. Licen­cia­da en Psi­co­lo­gía egre­sa­da de la FESI. Correo elec­tró­ni­co: karina_m.beatle@hotmail.com