Gobernanza de las redes de conocimiento: Contrastación de un modelo para el estudio de la formación consensuada Descargar este archivo (2 - Gobernanza de las redes de conocimiento.pdf)

José Alfonso Aguilar Fuentes1, Minerva Isabel Pérez Ortega2, Gabriel Pérez Crisanto3, María de Lourdes Morales Flores4, Cruz García Lirios5

UAEMEX, Universidad de Cantabria, UAM‑X, UNAMJ, UAEMEX

Resu­men

Las redes de cono­ci­mien­to, enten­di­das como alian­zas estra­té­gi­cas entre uni­ver­si­dad y empre­sas con res­pec­to a prác­ti­cas e inser­ción labo­ral, supo­nen un gra­do de corres­pon­sa­bi­li­dad que los acto­res dis­tin­guen como for­ma­ción con bene­fi­cios espe­ra­dos y for­ma­ción con orien­ta­ción de exper­tos. El pre­sen­te estu­dio no expe­ri­men­tal se pro­pu­so explo­rar ambas dimen­sio­nes de la for­ma­ción pro­fe­sio­nal en una selec­ción no pro­ba­bi­lís­ti­ca de 258 estu­dian­tes de una uni­ver­si­dad públi­ca. A par­tir de un mode­lo estruc­tu­ral [χ2 = 135,25 (25gl) p = 0,002; GFI = 0,990; CFI = 0,995; RMSEA = 0,001] se acep­tó la hipó­te­sis de las rela­cio­nes teó­ri­cas entre los fac­to­res e indi­ca­do­res con res­pec­to a los resul­ta­dos obte­ni­dos. Se advier­ten líneas de inves­ti­ga­ción rela­ti­vas a la eva­lua­ción, acre­di­ta­ción y cer­ti­fi­ca­ción de los pro­ce­sos con base en la nego­cia­ción, la media­ción, la con­ci­lia­ción y el arbi­tra­je entre las orga­ni­za­cio­nes alia­das.

Pala­bras cla­ve: gober­nan­za, redes, for­ma­ción, vali­dez, con­sen­so

Abs­tract

The net­works of know­led­ge –unders­tood as stra­te­gic allian­ces bet­ween uni­ver­sity and com­pa­nies in regard to prac­ti­ces and labor inser­tion– assu­me a degree of co-res­pon­si­bi­lity that the actors dis­tin­guish like for­ma­tion with expec­ted bene­fits and trai­ning with gui­dan­ce of experts. This non-expe­ri­men­tal study is aimed to explo­re both dimen­sions of voca­tio­nal trai­ning in a non-pro­ba­bi­lis­tic selec­tion of 258 stu­dents from a public uni­ver­sity. From a struc­tu­ral model [χ2 = 135.25 (25gl) p = 0.002; GFI = 0.990; CFI = 0.995; RMSEA = 0.001] we accep­ted the hypothe­sis of the theo­re­ti­cal rela­tions bet­ween the fac­tors and indi­ca­tors with res­pect to the results obtai­ned. Lines of research rela­ting to the eva­lua­tion, accre­di­ta­tion and cer­ti­fi­ca­tion of pro­ces­ses based on nego­tia­tion, media­tion, con­ci­lia­tion and arbi­tra­tion bet­ween allied orga­ni­za­tions are noted.

Key­words: Gover­nan­ce, net­works, trai­ning, vali­dity, con­sen­sus

Introducción

En cuan­to a pre­su­pues­to, la for­ma­ción pro­fe­sio­nal glo­bal está lide­ra­da por Esta­dos Uni­dos con cer­ca de 140 mil millo­nes de dóla­res, segui­do de Japón, Fran­cia y Ale­ma­nia. En últi­mo sitio se encuen­tran Argen­ti­na y Méxi­co duran­te el perio­do que va de 1994 a 2007. Sin embar­go, la inver­sión des­ti­na­da a la inves­ti­ga­ción mues­tra dife­ren­cias poco sig­ni­fi­ca­ti­vas entre Aus­tra­lia, Corea, Chi­na, EU, Fran­cia y Japón.

Sin embar­go, exis­ten dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas entre el dine­ro pro­ve­nien­te de la indus­tria y el finan­cia­mien­to públi­co u otros meca­nis­mos de inver­sión en Ale­ma­nia, Cana­dá, EU, Fran­cia, Corea, Japón, Méxi­co, Rei­no Uni­do y Sue­cia.

En el caso del finan­cia­mien­to empre­sa­rial, se man­tie­nen las dife­ren­cias entre los paí­ses, aun­que se man­tie­nen cons­tan­tes en el perio­do que va de 1998 a 2007 en Ale­ma­nia, Argen­ti­na, Bra­sil, Cana­dá, Corea, Chi­na, EU, Espa­ña, Fran­cia y Japón. En el caso de Méxi­co, se obser­va un finan­cia­mien­to empre­sa­rial cre­cien­te que se dupli­có en el perio­do de aná­li­sis com­pren­di­do.

Aho­ra bien, la uti­li­za­ción del finan­cia­mien­to dis­po­ni­ble tam­bién se man­tie­ne cons­tan­te, ya que de 1998 a 2007 las ins­ti­tu­cio­nes y uni­ver­si­da­des de edu­ca­ción supe­rior uti­li­za­ron un mon­to cons­tan­te que sólo en los casos de Chi­le, Corea, Espa­ña y Japón decre­ció, mien­tras que en los casos de Bra­sil, Cana­dá y Esta­dos Uni­dos se ha incre­men­ta­do. En el caso de Méxi­co, se obser­va un incre­men­to sus­tan­cial a la mitad del perio­do, el cual ter­mi­na con una dis­mi­nu­ción impor­tan­te.

Esta­dos Uni­dos lide­ra el gru­po con cer­ca de un millón 400 mil inves­ti­ga­do­res, mien­tras que Chi­na regis­tró en el 2007 el mis­mo núme­ro de inves­ti­ga­do­res; sin embar­go, su aumen­to expo­nen­cial deno­ta una baja de cali­dad. Japón ocu­pa el ter­cer sitio, segui­do de Ale­ma­nia con 600 mil y 200 mil inves­ti­ga­do­res, res­pec­ti­va­men­te.

En el caso de Amé­ri­ca Lati­na, paí­ses como Bra­sil, Méxi­co, Argen­ti­na y Chi­le ocu­pan el pues­to noveno, déci­mo, undé­ci­mo y docea­vo res­pec­ti­va­men­te, con cer­ca de 100 mil inves­ti­ga­do­res en los cua­tro paí­ses. No obs­tan­te que has­ta el año 2007 Chi­na y Esta­dos Uni­dos tenían el mis­mo núme­ro de inves­ti­ga­do­res, en cuan­to a la pro­duc­ción de artícu­los exis­te una dife­ren­cia de 200 mil entre ambos paí­ses. Inclu­so Ale­ma­nia y Japón equi­pa­ran la pro­duc­ción de Chi­na.

Por su par­te, Fran­cia, Cana­dá e Ita­lia ocu­pan pues­tos inter­me­dios, mien­tras que Bra­sil es el país latino con mayor pro­duc­ción. Res­pec­to a citas aca­dé­mi­cas, Esta­dos Uni­dos mar­ca la pau­ta duran­te el perio­do de 1997 a 2008 con res­pec­to a los demás paí­ses, mien­tras que Méxi­co ocu­pa uno de los últi­mos sitios.

Sin embar­go, a pesar de que Esta­dos Uni­dos lide­ra cada uno de los rubros espe­ci­fi­ca­dos, en cuan­to a paten­tes es nota­ble­men­te supe­ra­do por Japón; por su par­te, los paí­ses lati­nos alcan­zan las 50 mil paten­tes de 1998 a 2007. Por últi­mo, el incre­men­to de becas expli­ca la emer­gen­cia de paten­tes en Méxi­co, al igual que su nula par­ti­ci­pa­ción en los demás rubros. De 2000 a 2009 el mon­to se ha tri­pli­ca­do en Méxi­co.

En sín­te­sis, las pro­ble­má­ti­cas edu­ca­ti­vas pare­cen expli­car­se des­de el mon­to pre­su­pues­tal y el finan­cia­mien­to de la inves­ti­ga­ción en Méxi­co con res­pec­to a los paí­ses desa­rro­lla­dos. Las dife­ren­cias entre paí­ses no sólo son de orden finan­cie­ro, sino ade­más orga­ni­za­ti­vo, ya que Japón con 20 mil millo­nes de dóla­res supera el núme­ro de paten­tes de Esta­dos Uni­dos, que invier­te 140 mil millo­nes de dóla­res, aun­que la pro­duc­ción de artícu­los y el núme­ro de citas jus­ti­fi­ca tal mon­to de inver­sión; a pesar de ello, Japón es un mode­lo de ges­tión para los paí­ses emer­gen­tes de Amé­ri­ca Lati­na en cuan­to a inno­va­cio­nes tec­no­ló­gi­cas.

Los estu­dios orga­ni­za­cio­na­les mues­tran que el cli­ma labo­ral es un fac­tor pre­pon­de­ran­te en la expli­ca­ción de las rela­cio­nes cola­bo­ra­ti­vas entre emplea­dos y direc­ti­vos. En este sen­ti­do, la vio­len­cia labo­ral ha sido iden­ti­fi­ca­da como un fac­tor adya­cen­te a la for­ma­ción pro­fe­sio­nal, ya que esta supo­ne con­flic­tos inter­per­so­na­les y de tareas que inhi­ben la pro­duc­ti­vi­dad y com­pe­ti­ti­vi­dad.

Las Redes For­ma­ti­vas Pro­fe­sio­na­les (RFP) son sis­te­mas de infor­ma­ción y comu­ni­ca­ción rela­ti­vas al desa­rro­llo de com­pe­ten­cias edu­ca­ti­vas deri­va­das de siner­gias ins­ti­tu­cio­na­les y orga­ni­za­cio­na­les. Las RFP impli­can sis­te­mas tec­no­ló­gi­cos infor­ma­ti­vos des­de los que es posi­ble cons­truir una iden­ti­dad aca­dé­mi­ca o labo­ral siem­pre que los nodos for­men con­sen­sos y corres­pon­sa­bi­li­da­des en torno a la pro­duc­ción cien­tí­fi­ca y tec­no­ló­gi­ca.

Al depen­der de las rela­cio­nes entre ins­ti­tu­cio­nes y orga­ni­za­cio­nes, las RFP están expues­tas a pro­ble­má­ti­cas inhe­ren­tes a las rela­cio­nes cola­bo­ra­ti­vas. De este modo, el cli­ma labo­ral es el fac­tor deter­mi­nan­te de con­ve­nios, acuer­dos y/o con­sen­sos orien­ta­dos al desa­rro­llo orga­ni­za­cio­nal, indus­trial, cien­tí­fi­co y tec­no­ló­gi­co, así como de las inno­va­cio­nes de los gru­pos cola­bo­ra­ti­vos.

Una red es un con­jun­to de nodos cen­tra­les y peri­fé­ri­cos en torno a los cua­les se esta­ble­cen rela­cio­nes simé­tri­cas o asi­mé­tri­cas de inter­ac­ción. En el pri­mer caso, los nodos cen­tra­les se dis­tan­cian de los nodos peri­fé­ri­cos. La bre­cha infor­ma­cio­nal entre los nodos es expli­ca­da por la trans­fe­ren­cia dis­con­ti­nua de cono­ci­mien­to. En el segun­do caso, las dife­ren­cias entre los nodos cen­tra­les y peri­fé­ri­cos se redu­cen a su míni­ma expre­sión faci­li­tan­do el inter­cam­bio de infor­ma­ción.

En el ámbi­to orga­ni­za­cio­nal edu­ca­ti­vo, la for­ma­ción pro­fe­sio­nal es el pro­ce­so en torno al cual se espe­ra desa­rro­llar las com­pe­ten­cias que per­mi­ti­rán la inser­ción labo­ral del estu­dian­te. En este sen­ti­do, los con­ve­nios de cola­bo­ra­ción entre uni­ver­si­da­des y empre­sas están orien­ta­dos a ajus­tar las habi­li­da­des y cono­ci­mien­tos de los estu­dian­tes a los reque­ri­mien­tos del mer­ca­do local y glo­bal. Ello supo­ne rela­cio­nes simé­tri­cas entre los par­ti­ci­pan­tes, ya que la con­fian­za, coope­ra­ción, com­pro­mi­so, satis­fac­ción y faci­li­dad son indi­ca­do­res de una for­ma­ción empren­de­do­ra. En con­tras­te, cuan­do las rela­cio­nes asi­mé­tri­cas pri­van sobre los inte­gran­tes de una red, la des­con­fian­za, el egoís­mo, la insa­tis­fac­ción y el estrés aflo­ran como para­dig­ma limi­tan­te de las rela­cio­nes de tareas y cola­bo­ra­ti­vas.

Los mar­cos teó­ri­cos que expli­can el com­por­ta­mien­to de las redes de cono­ci­mien­to a tra­vés de tec­no­lo­gías de infor­ma­ción y comu­ni­ca­ción han esta­ble­ci­do como fac­to­res deter­mi­nan­tes a los prin­ci­pios valo­ra­ti­vos, las creen­cias en torno a infor­ma­ción y los prin­ci­pios nor­ma­ti­vos de la socia­li­za­ción de Inter­net y los dis­po­si­ti­vos elec­tró­ni­cos. La rela­ción entre estas varia­bles con res­pec­to al com­por­ta­mien­to tec­no­ló­gi­co ha sido esta­ble­ci­da a par­tir del supues­to según el cual acti­tu­des, per­cep­cio­nes e inten­cio­nes son media­do­res del impac­to de valo­res, creen­cias y nor­mas sobre el uso de un dis­po­si­ti­vo tec­no­ló­gi­co.

La Teo­ría de las Redes de Cono­ci­mien­to (NRT por sus siglas en inglés), plan­tea que las uni­ver­si­da­des y las empre­sas son nodos de inter­cam­bio de infor­ma­ción que devie­nen rela­cio­nes pro­duc­ti­vas a tra­vés de sus inter­cam­bios de cono­ci­mien­to, del desa­rro­llo de pro­yec­tos inter­dis­ci­pli­na­res y de los flu­jos de adies­tra­mien­tos (Ade­ni­ke, 2011).

La inno­va­ción, des­de la NRT, es un efec­to del inter­cam­bio de infor­ma­ción entre los pro­yec­tos de inves­ti­ga­ción y tec­no­lo­gía, así como de la pla­ni­fi­ca­ción estra­té­gi­ca del cono­ci­mien­to. En ese sen­ti­do, una red de cono­ci­mien­to impli­ca la par­ti­ci­pa­ción cola­bo­ra­ti­va de espe­cia­lis­tas y tec­nó­lo­gos en torno a una acti­vi­dad pro­duc­ti­va-tec­no­ló­gi­ca; por ello, la con­fi­gu­ra­ción de una red se lle­va a cabo a par­tir de la estruc­tu­ra orga­ni­za­ti­va-cola­bo­ra­ti­va entre uni­ver­si­da­des y sec­to­res indus­tria­les (Bor­jas, 2010).

En tér­mi­nos de las redes orga­ni­za­cio­na­les, con­ver­gen dos tipos de cono­ci­mien­to: codi­fi­ca­do y táci­to.

El pri­me­ro se refie­re a las rela­cio­nes pro­duc­ti­vas en las que la comu­ni­ca­ción de pro­ce­di­mien­tos, la cap­ta­ción y el adies­tra­mien­to se encar­gan de imple­men­tar la misión y la visión de la orga­ni­za­ción entre los recur­sos huma­nos (Cerrón, 2010).

El segun­do tipo de cono­ci­mien­to se arti­cu­la a par­tir del inter­cam­bio de pro­ce­di­mien­tos no escri­tos en un manual, sino trans­fe­ri­dos por el per­so­nal más expe­ri­men­ta­do hacia el per­so­nal de nue­vo ingre­so. Se tra­ta de creen­cias y valo­res en torno a la eje­cu­ción de tareas, la uti­li­za­ción del equi­po téc­ni­co y los pro­ce­di­mien­tos de pro­duc­ción-dis­tri­bu­ción (Coro­nel, 2010).

Ambos cono­ci­mien­tos, sim­bo­li­zan la cons­truc­ción de una cul­tu­ra orga­ni­za­cio­nal-labo­ral-téc­ni­ca, en torno a la cual la con­fian­za resul­ta fun­da­men­tal. La NRT con­si­de­ra que de fal­tar el fac­tor con­fian­za, la con­fi­gu­ra­ción de una red no podría lle­var­se a cabo, pues­to que el apren­di­za­je cola­bo­ra­ti­vo requie­re de una dis­tri­bu­ción de res­pon­sa­bi­li­da­des en don­de aquel inte­gran­te que no sigue la diná­mi­ca labo­ral o cli­ma orga­ni­za­cio­nal, es exclui­do (Cues­ta, 2012).

En este sen­ti­do, las redes de cono­ci­mien­to requie­ren de tres con­di­cio­nes para sub­sis­tir: el poder hori­zon­tal, redis­tri­bui­do entre los inte­gran­tes de la red y la car­ga de res­pon­sa­bi­li­dad, orien­ta­da a todos y cada uno de los inte­gran­tes de la red. La solu­ción a las pro­ble­má­ti­cas pos­te­rio­res a la con­fi­gu­ra­ción de la red está en la red mis­ma. Por ello, las deci­sio­nes se esta­ble­cen median­te un meca­nis­mo de induc­ción más que de selec­ción (Díaz, 2013).

Un fac­tor esen­cial de la red son los tra­duc­to­res, quie­nes poseen habi­li­da­des y cono­ci­mien­tos sobre las nece­si­da­des del per­so­nal ope­ra­ti­vo y los reque­ri­mien­tos del per­so­nal admi­nis­tra­ti­vo en torno a la pla­ni­fi­ca­ción estra­té­gi­ca de las metas (Gar­ga­llo, 2010).

Si se con­si­de­ran len­gua­jes dife­ren­tes entre las nece­si­da­des de cre­ci­mien­to de una empre­sa y la inves­ti­ga­ción bási­ca, los tra­duc­to­res resul­tan fun­da­men­ta­les, pues­to que su for­ma­ción trans­dis­ci­pli­na­ria y su expe­rien­cia teó­ri­co-apli­ca­da, son un esla­bón entre empre­sa­rios, admi­nis­tra­do­res y per­so­nal (Gil, 2010).

Por otra par­te, la auto­efi­ca­cia es una per­cep­ción y/o una creen­cia moti­va­da por ensa­yos de acier­tos y erro­res per­so­na­les o imper­so­na­les lle­va­dos a cabo deli­be­ra­da o dis­cur­si­va­men­te. Dado que la auto­efi­ca­cia alu­de al fra­ca­so, pero prin­ci­pal­men­te al éxi­to, aún a pesar de aque­llos ensa­yos falli­dos que inci­tan al logro, la per­cep­ción y creen­cia de auto­efi­ca­cia se sus­ten­ta en la con­se­cu­ción de obje­ti­vos espe­ra­dos más que en la com­pe­ti­ti­vi­dad, el reco­no­ci­mien­to o el apren­di­za­je vica­rio. Si la auto­efi­ca­cia es un sis­te­ma de per­cep­cio­nes y creen­cias enfo­ca­da al éxi­to, enton­ces el gru­po al que per­te­ne­ce o quie­re per­te­ne­cer el agen­te auto-efi­caz está rela­cio­na­do con el éxi­to. Debi­do a que los gru­pos son diver­sos, la auto­efi­ca­cia varía en fun­ción de esta diver­si­dad. Un gru­po com­pe­ti­ti­vo atri­bu­ye éxi­to a uno de sus inte­gran­tes cuan­do este ha sobre­pa­sa­do los logros ante­ce­den­tes, los cua­les debie­ron ser fija­dos por el gru­po. En este sen­ti­do, el con­cep­to de auto­efi­cien­cia pare­ce ajus­ta­do de mane­ra feha­cien­te a la influen­cia de un gru­po sobre los obje­ti­vos, el sis­te­ma y logros de un indi­vi­duo (Anwar y Norul­ka­mar, 2012).

Si la auto­efi­ca­cia es un sis­te­ma de per­cep­cio­nes que incen­ti­van los logros deli­mi­tan­do las capa­ci­da­des efi­ca­ces, la auto­efi­cien­cia tam­bién sería un sis­te­ma de per­cep­cio­nes y creen­cias, pero a dife­ren­cia de la auto­efi­ca­cia, esta­ría orien­ta­da a la eje­cu­ción de un pro­ce­di­mien­to o tec­no­lo­gía. Los fac­to­res que impul­san la auto­efi­ca­cia serían idén­ti­cos en el caso de la auto­efi­cien­cia. Si la com­pe­ti­ti­vi­dad, el reco­no­ci­mien­to y el apren­di­za­je vica­rio impul­san la auto­efi­ca­cia, enton­ces la auto­efi­cien­cia tam­bién ten­dría ese impul­so (Arnau y Mon­ta­né, 2010).

Los estu­dios psi­co­ló­gi­cos acti­tu­di­na­les se han enfo­ca­do en su con­cep­tua­li­za­ción, for­ma­ción, acti­va­ción, acce­si­bi­li­dad, estruc­tu­ra, fun­ción, pre­dic­ción, cam­bio, ino­cu­la­ción, iden­ti­dad y ambi­va­len­cia. Las acti­tu­des han sido defi­ni­das a par­tir de dimen­sio­nes afec­ti­vas y racio­na­les; ambas son el resul­ta­do de expe­rien­cias y expec­ta­ti­vas. Esto impli­ca su estruc­tu­ra: uni­di­men­sio­nal o mul­ti­di­men­sio­nal, con­fi­gu­ra­da a su vez en fac­to­res exóge­nos y endó­ge­nos. Es decir, cuan­do las acti­tu­des acti­van deci­sio­nes y com­por­ta­mien­tos, cau­san un pro­ce­so peri­fé­ri­co, emo­ti­vo, espon­tá­neo, heu­rís­ti­co y ambi­va­len­te. En con­tras­te, cuan­do las acti­tu­des trans­mi­ten los efec­tos de valo­res y creen­cias sobre las inten­cio­nes y accio­nes, son media­do­ras endó­ge­nas de un pro­ce­so cen­tral, racio­nal, deli­be­ra­do, pla­ni­fi­ca­do y sis­te­má­ti­co (Ber­de­cia, Gon­zá­lez y Carras­qui­llo, 2012).

Los estu­dios psi­co­ló­gi­cos han demos­tra­do dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas entre las acti­tu­des hacia per­so­nas y acti­tu­des hacia obje­tos. Las pri­me­ras se refie­ren a este­reo­ti­pos o atri­bu­tos, mien­tras las segun­das se refie­ren a eva­lua­cio­nes o dis­po­si­cio­nes. En ambas, la ambi­va­len­cia es un indi­ca­dor de cam­bio cuan­do inter­ac­cio­nan creen­cias y eva­lua­cio­nes, for­man­do dis­po­si­cio­nes nega­ti­vas y posi­ti­vas hacia el obje­to. Los con­flic­tos se for­man al inte­rior de los com­po­nen­tes for­ma­dos por creen­cias hacia el obje­to. La resis­ten­cia a la per­sua­sión es una con­se­cuen­cia de la ambi­va­len­cia acti­tu­di­nal. Si el entorno ame­na­za la for­ma­ción y la fun­ción de las acti­tu­des, estas adap­ta­rán al indi­vi­duo ante las con­tin­gen­cias. De este modo, las acti­tu­des poseen dos fun­cio­nes esen­cia­les: son egoís­tas y uti­li­ta­ris­tas (Car­don, Gre­goi­re, Ste­vens y Patel, 2013).

Exis­ten tres teo­rías que emplean acti­tu­des como varia­ble pre­dic­to­ra de las inten­cio­nes y com­por­ta­mien­tos: Teo­ría de la Acción Razo­na­da, Teo­ría de la Con­duc­ta Pla­ni­fi­ca­da y Teo­ría del Pro­ce­sa­mien­to Espon­tá­neo.

La Teo­ría de la Acción Razo­na­da sos­tie­ne que las acti­tu­des son media­do­ras del efec­to de las creen­cias sobre las inten­cio­nes y los com­por­ta­mien­tos. Un incre­men­to en las creen­cias aumen­ta las dis­po­si­cio­nes hacia deci­sio­nes y accio­nes espe­cí­fi­cas y deli­be­ra­das. Se tra­ta de un pro­ce­so que va de lo gene­ral, en cuan­to a creen­cias, hacia lo par­ti­cu­lar, en cuan­to a inten­cio­nes y accio­nes. No obs­tan­te, el poder pre­dic­ti­vo de las creen­cias gene­ra­les está aco­ta­do por la espe­ci­fi­ci­dad y uni­di­men­sio­na­li­dad de las acti­tu­des. Dado que las acti­tu­des trans­mi­ten el efec­to de las creen­cias, deli­mi­tan sus indi­ca­do­res en dis­po­si­cio­nes pro­ba­bles de lle­var­se a cabo (Cas­tel y Freund­lich, 2010).

La Teo­ría de la Con­duc­ta Pla­ni­fi­ca­da, por su par­te, advier­te que el efec­to de las creen­cias sobre el com­por­ta­mien­to está media­do por acti­tu­des y per­cep­cio­nes de con­trol. Ante una situa­ción o even­to con­tin­gen­te, la per­cep­ción de con­trol incre­men­ta su poder pre­dic­ti­vo de las inten­cio­nes y los com­por­ta­mien­tos si y sólo si inter­ac­túa con dis­po­si­cio­nes espe­cí­fi­cas. En la medi­da en que la per­cep­ción de con­trol dis­mi­nu­ye, su rela­ción con las acti­tu­des hace pre­de­ci­ble un efec­to míni­mo en las deci­sio­nes. Nece­sa­ria­men­te, el pro­ce­so deli­be­ra­do y pla­ni­fi­ca­do de la toma de deci­sio­nes e imple­men­ta­ción de estra­te­gias requie­re de una per­cep­ción de con­trol con­sis­te con las dis­po­si­cio­nes hacia el obje­to (Cas­tro y Mar­tins, 2010).

Final­men­te, la Teo­ría del Pro­ce­sa­mien­to Espon­tá­neo plan­tea a las acti­tu­des como con­se­cuen­cia de la acti­va­ción de expe­rien­cias con el obje­to acti­tu­di­nal. Las acti­tu­des son aso­cia­cio­nes entre eva­lua­cio­nes de obje­tos. Una eva­lua­ción nega­ti­va incre­men­ta la dis­po­si­ción y con ello la espon­ta­nei­dad del com­por­ta­mien­to (Cay­koy­lu, Egri, Havlo­vic y Brad­ley, 2011).

El cam­bio acti­tu­di­nal alu­de a emo­cio­nes y afec­tos con­se­cuen­tes a los actos indi­vi­dua­les y de los cua­les las per­so­nas se sien­ten res­pon­sa­bles. Tam­bién se tra­ta de la influen­cia social que ejer­cen los gru­pos docen­tes sobre los estu­dian­tes. O bien, la recep­ción de men­sa­jes per­sua­si­vos orien­ta­dos al razo­na­mien­to cen­tral, o men­sa­jes per­sua­si­vos diri­gi­dos a la emo­ti­vi­dad peri­fé­ri­ca. En gene­ral, el sis­te­ma acti­tu­di­nal es sen­si­ble a la ines­ta­bi­li­dad del obje­to y a las varia­cio­nes cog­ni­ti­vas que inci­den en la con­sis­ten­cia, esta­bi­li­dad, pre­dic­ción, com­pe­ten­cia o mora­li­dad del indi­vi­duo (Celik, Turunc y Bege­nir­bas, 2011).

El cam­bio con­sis­ten­te de acti­tu­des está rela­cio­na­do con su estruc­tu­ra mul­ti­di­men­sio­nal resul­tan­te de la pre­sión mayo­ri­ta­ria. La diver­si­dad de dimen­sio­nes impli­ca una cons­truc­ción con­sis­ten­te del cam­bio acti­tu­di­nal. Es decir, las acti­tu­des asu­men una fun­ción de res­pues­tas inter­na­li­za­das ante situa­cio­nes cons­tan­tes enmar­ca­das por los medios de comu­ni­ca­ción masi­va (Chiang, Mén­dez y Sán­chez, 2010).

El cam­bio acti­tu­di­nal está rela­cio­na­do con el prin­ci­pio disua­si­vo de la ino­cu­la­ción. Antes del ata­que de men­sa­jes per­sua­si­vos, se indu­ce la per­cep­ción de ame­na­zas, ries­go e incer­ti­dum­bre. En gene­ral, la sobre­ex­po­si­ción a men­sa­jes per­sua­si­vos indu­ce una alta ela­bo­ra­ción, y con ello la per­sua­sión. La emi­sión masi­va de men­sa­jes per­sua­si­vos, la moti­va­ción y las habi­li­da­des de mane­jo con­se­cuen­tes pue­den deri­var en inde­fen­sión. Esto quie­re decir que, ante la ola de infor­ma­ción, las per­so­nas redu­cen su per­cep­ción de con­trol y tien­den a creer que los even­tos son incon­men­su­ra­bles, impre­de­ci­bles e incon­tro­la­bles. O bien, los indi­vi­duos se for­man una iden­ti­dad que con­sis­te en iden­ti­fi­car­se con un gru­po admi­nis­tra­ti­vo en refe­ren­cia a un gru­po docen­te. En el pro­ce­so de inde­fen­sión, el indi­vi­duo cons­tru­ye el cam­bio de acti­tud y su refor­za­mien­to de des­es­pe­ran­za. En el pro­ce­so iden­ti­ta­rio, es el gru­po el que influ­ye en el cam­bio acti­tu­di­nal de la per­so­na. La inde­fen­sión es un pro­ce­so de auto­va­li­da­ción o pro­fe­cía auto cum­pli­da. En con­tras­te, la iden­ti­dad es una vali­da­ción con­ver­gen­te de nor­mas gru­pa­les (Chin­chi­lla y Cruz, 2010).

La influen­cia social del gru­po docen­te o del gru­po admi­nis­tra­ti­vo alu­de a las nor­mas mayo­ri­ta­rias y a los prin­ci­pios mino­ri­ta­rios orien­ta­dos al cam­bio acti­tu­di­nal. La influen­cia de las mayo­rías pro­pi­cia la con­for­mi­dad indi­vi­dual, mien­tras los prin­ci­pios mino­ri­ta­rios pro­pi­cian el con­flic­to y el cam­bio acti­tu­di­nal. Recien­te­men­te, el esti­lo de la mino­ría ha resul­ta­do ser el fac­tor de influen­cia social y cam­bio acti­tu­di­nal más per­ma­nen­te. Es decir, la cons­truc­ción de con­sen­sos mayo­ri­ta­rios pare­ce tener un efec­to efí­me­ro y la cons­truc­ción de disen­sos pare­ce ofre­cer un cam­bio cons­tan­te (Díaz, Her­nán­dez y Rol­dán, 2012).

Los estu­dios de las acti­tu­des hacia el com­por­ta­mien­to se han enfo­ca­do en su ambi­va­len­cia. Las per­so­nas tra­tan de equi­li­brar la infor­ma­ción favo­ra­ble y des­fa­vo­ra­ble hacia ese obje­to dis­po­si­cio­nal man­te­nien­do acti­tu­des ambi­va­len­tes. Es decir, los obje­tos acti­tu­di­na­les son par­te del entorno en el que se encuen­tran las per­so­nas y su nece­si­dad de orde­nar­lo, pre­de­cir­lo y con­tro­lar­lo. Por ello, aun­que el obje­to acti­tu­di­nal sea con­sis­ten­te con sus per­cep­cio­nes, valo­res y creen­cias, las per­so­nas deben con­tras­tar dichos obje­tos con los com­por­ta­mien­tos aso­cia­dos a ellos (Figei­re­do, Grau, Gil y Gar­cía, 2012).

La edu­ca­ción es un sis­te­ma de redes de cono­ci­mien­to que con­fi­gu­ran un ciclo de ense­ñan­za-apren­di­za­je. En el ini­cio del ciclo edu­ca­ti­vo, las redes de cono­ci­mien­to son ape­nas un ante­pro­yec­to. Las estra­te­gias de pro­duc­ción están orien­ta­das por un para­dig­ma emer­gen­te, más que domi­nan­te. Se tra­ta de la vero­si­mi­li­tud de teo­rías por­que el cono­ci­mien­to ape­nas se sus­ten­ta por ideo­lo­gías. La segun­da eta­pa del ciclo edu­ca­ti­vo es la eva­lua­ción por pares, la cual con­sis­te en el ajus­te de los pro­yec­tos a la polí­ti­ca del gru­po admi­nis­tra­ti­vo. Pos­te­rior­men­te, en la ter­ce­ra eta­pa, se obser­va la difu­sión del cono­ci­mien­to en los espa­cios aca­dé­mi­cos ins­ti­tu­cio­na­les (Fuen­tes, Herre­ro y Gra­cia, 2010).

Los estu­dios sobre redes de cono­ci­mien­to advier­ten que la for­ma­ción de gru­pos y la pla­ni­fi­ca­ción de pro­yec­tos son tan impor­tan­tes como la con­fian­za e iden­ti­dad en torno a una orga­ni­za­ción, ins­ti­tu­ción o uni­ver­si­dad (Fuen­tes y Sán­chez, 2010).

La for­ma­ción de gru­pos tie­ne su ori­gen en los pro­ce­sos psi­co­ló­gi­cos socia­les de la cate­go­ri­za­ción, com­pa­ra­ción, repre­sen­ta­ción e iden­ti­dad social en torno a los cua­les el con­flic­to y el cam­bio, son los fun­da­men­tos de las redes de cono­ci­mien­to (Galin­do y Echa­va­rría, 2011).

El con­flic­to ante­ce­de al cam­bio. Se tra­ta de rela­cio­nes asi­mé­tri­cas entre los inte­gran­tes de un gru­po en refe­ren­cia a inte­gran­tes de otro gru­po con­si­de­ra­do como ajeno a los intere­ses comu­nes de un gru­po. El con­flic­to emer­ge cuan­do las dife­ren­cias entre los gru­pos son evi­den­tes (Gon­zá­lez, Sán­chez y López, 2011).

En el caso de los estu­dian­tes de la UAEM y los emplea­dos de Nis­san, no sub­ya­ce el con­flic­to pues­to que el trán­si­to de estu­dian­tes de la UAEM a emplea­dos de Nis­san es per­ci­bi­da como nor­mal, y no exis­te algu­na des­ave­nen­cia al res­pec­to (Gui­llén, Lleó y Per­les, 2011).

Sin embar­go, el con­flic­to emer­ge en el momen­to en el que alguno de los estu­dian­tes tras­gre­de el regla­men­to de prác­ti­cas afec­tan­do las trans­fe­ren­cias de cono­ci­mien­to. Pues­to que los docen­tes-inves­ti­ga­do­res son los res­pon­sa­bles de ges­tio­nar y capa­ci­tar a los estu­dian­tes en su inser­ción a la misión y a la visión de las orga­ni­za­cio­nes, tie­nen que velar por el cum­pli­mien­to del regla­men­to y san­cio­nar a quie­nes vio­len las reglas de cola­bo­ra­ción (Hol­den y Karsh, 2010).

Otro tipo de con­flic­to es el rela­ti­vo a la inno­va­ción, la cual se defi­ne como la influen­cia de una mino­ría per­se­ve­ran­te en sus accio­nes con la inten­ción de per­sua­dir o disua­dir a un gru­po admi­nis­tra­ti­vo. Y dado que sub­ya­ce al inte­rior de la orga­ni­za­ción o la uni­ver­si­dad, se tra­ta del con­flic­to en el que los estu­dian­tes invo­lu­cra­dos per­ci­ben un mayor apro­ve­cha­mien­to de sus capa­ci­da­des y recur­sos. Con­se­cuen­te­men­te, deman­dan mayor ges­tión y capa­ci­ta­ción para lograr obje­ti­vos cen­tra­dos en la inno­va­ción admi­nis­tra­ti­vo-tec­no­ló­gi­ca (López y López, 2011).

Por otra par­te, el cam­bio es una con­se­cuen­cia del con­flic­to. Se tra­ta de un pro­ce­so en el que la con­ver­sión pre­ce­de a la per­sua­sión que acti­vó un con­flic­to y una acti­tud cen­tral o peri­fé­ri­ca de nece­si­dad de cog­ni­ción (Mole­ro, Recio y Cua­dra­do, 2010).

El cam­bio acti­tu­di­nal en torno al cues­tio­na­mien­to de con­vic­cio­nes alu­de a un pro­ce­so disua­si­vo en el que la infor­ma­ción pue­de ser racio­na­li­za­da o emo­ti­va. En el pri­mer caso, la nece­si­dad de cog­ni­ción pue­de pro­pi­ciar una diso­nan­cia en la que la infor­ma­ción no con­cuer­da con las expec­ta­ti­vas. En el segun­do caso, la infor­ma­ción pro­pi­cia emo­cio­nes que incre­men­tan las expec­ta­ti­vas hacia el obje­to infor­ma­cio­nal-acti­tu­di­nal (Mora­les, Ari­za, y Muñiz, 2012).

En este sen­ti­do, el cam­bio tam­bién es sinó­ni­mo de con­ver­sión en el que las acti­tu­des hacia un obje­to pro­pi­cian una modi­fi­ca­ción del com­por­ta­mien­to del indi­vi­duo ante el gru­po (Ríos, Téllez y Ferrer, 2010).

En el caso de las redes de cono­ci­mien­to, el con­flic­to y el cam­bio son pro­ce­sos esen­cia­les para enten­der las barre­ras y las faci­li­da­des de trans­fe­ren­cia del cono­ci­mien­to entre gru­pos simé­tri­cos y asi­mé­tri­cos en torno a la infor­ma­ción de un obje­to, pro­ce­so, ins­ti­tu­ción u orga­ni­za­ción (Rodrí­guez, Reta­mal, Liza­na y Cor­ne­jo, 2011).

Los indi­vi­duos esta­ble­cen cate­go­rías, com­pa­ra­cio­nes, iden­ti­da­des y repre­sen­ta­cio­nes en torno a ellos mis­mos en rela­ción con inte­gran­tes de un gru­po, así como en refe­ren­cia a otros indi­vi­duos per­te­ne­cien­tes a otros gru­pos (Rojas, Gar­cía y Gar­cía, 2011).

Al esta­ble­cer pará­me­tros de com­pa­ra­ción, los con­flic­tos al inte­rior de un gru­po aca­dé­mi­co pue­den tras­la­dar­se a los con­flic­tos entre gru­pos orga­ni­za­cio­na­les. Este es el pri­mer paso para la deli­mi­ta­ción de la iden­ti­dad o per­te­nen­cia a un gru­po (Shrrof, Denenn y Ng, 2011).

La cate­go­ri­za­ción intra e inter-gru­pos, con­sis­te en un con­jun­to de per­cep­cio­nes alre­de­dor de los recur­sos, habi­li­da­des y capa­ci­da­des al inte­rior de un gru­po en refe­ren­cia a otro gru­po. Si la per­cep­ción es el orde­na­mien­to ses­ga­do de los obje­tos, tan­to los gru­pos y sus indi­vi­duos ses­gan sus apre­cia­cio­nes al momen­to de eva­luar sus actos y las de otros. Tal es el caso del ses­go de atri­bu­ción, en torno al cual las per­cep­cio­nes indi­vi­dua­les atri­bu­yen a sus capa­ci­da­des los logros y atri­bu­yen a las capa­ci­da­des de otros sus fra­ca­sos (Sobra­dos y Fer­nán­dez, 2010).

En ambos casos, UAEM y Nis­san cons­tru­yen ses­gos atri­bu­ti­vos en los que se com­pa­ran los cono­ci­mien­tos en rela­ción con su apli­ca­ción ante cate­go­rías de espe­cia­li­za­ción o pla­ni­fi­ca­ción estra­té­gi­ca del cono­ci­mien­to. Dicho pro­ce­so tam­bién es inhe­ren­te a los gru­pos docen­tes y admi­nis­tra­ti­vos en torno al sis­te­ma de trans­fe­ren­cia del cono­ci­mien­to (Tayo y Ade­ye­mi, 2012).

Pos­te­rior a la cate­go­ri­za­ción y la com­pa­ra­ción, sub­ya­ce la iden­ti­dad, defi­ni­da como las deci­sio­nes de per­te­nen­cia a par­tir de jui­cios atri­bu­ti­vos ses­ga­dos. Si un estu­dian­te per­ci­be mayo­res posi­bi­li­da­des de cre­ci­mien­to per­so­nal en algún gru­po al que no per­te­ne­ce, deci­di­rá cam­biar­se o con­ver­tir sus ideas a las del gru­po favo­re­ci­do. En este sen­ti­do, la red de cono­ci­mien­to sería aque­lla mayor­men­te favo­re­ci­da por los jui­cios y atri­bu­cio­nes indi­vi­dua­les. En este pun­to del pro­ce­so de for­ma­ción de gru­po se cons­tru­yen dos tipos de refe­ren­cia: gru­po docen­te y gru­po admi­nis­tra­ti­vo (Teh, Chong, Yong y Yew, 2010).

El gru­po admi­nis­tra­ti­vo cons­tru­ye su iden­ti­dad sub­ya­cien­do las capa­ci­da­des del gru­po docen­te. Es decir, la cons­ti­tu­ción de una red de cono­ci­mien­to no sólo se efec­túa a par­tir de las per­cep­cio­nes de capa­ci­dad de los inte­gran­tes de un gru­po, sino tam­bién de las per­cep­cio­nes de inca­pa­ci­dad del gru­po docen­te (Var­gas y Are­nas, 2012).

En la medi­da en que un gru­po admi­nis­tra­ti­vo ses­ga sus jui­cios valo­ra­ti­vos, tras­la­da sus con­flic­tos al gru­po docen­te. El ses­go per­cep­ti­vo se trans­for­ma en ses­go atri­bu­ti­vo y ter­mi­na como ses­go selec­ti­vo. Al enfo­car el ses­go en el gru­po docen­te, el indi­vi­duo del gru­po admi­nis­tra­ti­vo cons­tru­ye un entra­ma­do de repre­sen­ta­cio­nes en torno al cual se inter­pre­tan las capa­ci­da­des, los recur­sos y los lími­tes del gru­po admi­nis­tra­ti­vo en refe­ren­cia al gru­po docen­te (Yáñez, Are­nas y Ripoll, 2010).

La repre­sen­ta­ción de las com­pe­ten­cias gru­pa­les docen­tes supo­ne una eva­lua­ción de sus com­por­ta­mien­tos por par­te del indi­vi­duo y su gru­po docen­te. Se tra­ta de un con­jun­to de emo­cio­nes y cog­ni­cio­nes en torno a las cau­sas del actuar del gru­po docen­te en com­pa­ra­ción a las accio­nes del gru­po admi­nis­tra­ti­vo. Es decir, los indi­vi­duos sólo quie­ren obser­var los actos que con­tra­di­cen al gru­po admi­nis­tra­ti­vo y tra­tan de mini­mi­zar sus efec­tos en las deci­sio­nes de las per­so­nas (Zam­pe­ta­kis y Mous­ta­kis, 2013).

En la medi­da en que el indi­vi­duo tie­ne con­tac­to con el gru­po docen­te, incre­men­ta sus emo­cio­nes y cog­ni­cio­nes en torno al accio­nar del gru­po docen­te. Pre­ci­sa­men­te, a par­tir de estas expe­rien­cias es posi­ble infe­rir pro­ce­sos acti­tu­di­na­les que expli­quen la exclu­sión del gru­po docen­te por atri­buír­se­les recur­sos y capa­ci­da­des dife­ren­tes en com­pa­ra­ción al gru­po admi­nis­tra­ti­vo (Yuan­gion, 2011).

En dicho pro­ce­so de exclu­sión, sub­ya­ce la con­sis­ten­cia emo­ti­va-cog­ni­ti­va-con­duc­tual que expli­ca las dife­ren­cias entre los gru­pos. Si el gru­po admi­nis­tra­ti­vo exclu­ye a los inte­gran­tes del gru­po docen­te, enton­ces habrá mos­tra­do una alta con­sis­ten­cia que ame­na­za la con­sis­ten­cia del gru­po admi­nis­tra­ti­vo. Por ello, los indi­vi­duos que per­te­ne­cen a un gru­po admi­nis­tra­ti­vo tien­den a ver dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas con res­pec­to al gru­po docen­te y sus inte­gran­tes (Var­gas, 2011).

No obs­tan­te, la con­sis­ten­cia del gru­po admi­nis­tra­ti­vo está ses­ga­da al com­pa­rar­se con el gru­po docen­te, pues­to que una idea ses­ga­da sue­le ser más un pre­jui­cio que un argu­men­to (Pra­da, 2013).

En el ámbi­to de las redes de cono­ci­mien­to, la con­sis­ten­cia del gru­po admi­nis­tra­ti­vo y el gru­po docen­te es incom­pa­ti­ble. Para que una red de cono­ci­mien­to fun­cio­ne, se requie­re de un gru­po admi­nis­tra­ti­vo que pue­da enla­zar sus cono­ci­mien­tos con un gru­po docen­te incon­sis­ten­te en sus emo­cio­nes, cog­ni­cio­nes y accio­nes, razo­nes por las cua­les la trans­fe­ren­cia de cono­ci­mien­to del gru­po admi­nis­tra­ti­vo ven­dría a jus­ti­fi­car la siner­gia de los gru­pos por­que sub­sa­na la incon­sis­ten­cia del gru­po docen­te. Este pro­ce­so tam­bién pue­de obser­var­se si el gru­po admi­nis­tra­ti­vo es incon­sis­ten­te y el gru­po docen­te es con­sis­ten­te (Oran­tes, 2011).

Sin embar­go, los indi­vi­duos que per­ci­ben incon­sis­ten­cia emo­ti­va-cog­ni­ti­va-con­duc­tual en torno a la pro­duc­ción de cono­ci­mien­to en su gru­po admi­nis­tra­ti­vo ter­mi­nan migran­do al gru­po docen­te, pues­to que este les per­mi­ti­rá un mayor cre­ci­mien­to per­so­nal. Este pro­ce­so de migra­ción es de orden emo­ti­vo-cog­ni­ti­vo, pues­to que las emo­cio­nes en torno al gru­po docen­te pro­du­cen aver­sión al gru­po admi­nis­tra­ti­vo, pero afi­ni­dad y adhe­sión al gru­po docen­te (Omar, 2010).

Los tra­duc­to­res, aque­llos que cuen­tan con cono­ci­mien­tos, capa­ci­da­des y habi­li­da­des para ges­tio­nar siner­gias entre el gru­po admi­nis­tra­ti­vo y el gru­po docen­te, tien­den a bus­car datos que corro­bo­ren sus ges­tio­nes de cono­ci­mien­to. No obs­tan­te, la inac­ce­si­bi­li­dad al gru­po docen­te impi­de la ges­tión del cono­ci­mien­to, la for­ma­ción de siner­gias y la trans­fe­ren­cia de cono­ci­mien­tos. Si los indi­vi­duos tie­nen acce­so res­trin­gi­do a un gru­po docen­te pue­den mime­ti­zar­lo con el gru­po admi­nis­tra­ti­vo y caer en el supues­to de com­pa­ti­bi­li­dad natu­ral del cono­ci­mien­to tan­to del gru­po docen­te como del gru­po admi­nis­tra­ti­vo. La con­se­cuen­cia de esta com­pa­ti­bi­li­dad será la inhi­bi­ción de la red de cono­ci­mien­to y su deve­nir en corrup­ción, simu­la­ción o nepo­tis­mo en torno a la pro­duc­ción y trans­fe­ren­cia del cono­ci­mien­to. Es decir, un incre­men­to en la inac­ce­si­bi­li­dad al gru­po docen­te aumen­ta las pro­ba­bi­li­da­des del fra­ca­so de pro­gra­mas orga­ni­za­cio­na­les, cien­tí­fi­cos y tec­no­ló­gi­cos entre el gru­po admi­nis­tra­ti­vo y el gru­po docen­te (Medi­na, 2010).

Los tra­duc­to­res, en tan­to ges­to­res del cono­ci­mien­to, son media­do­res de las rela­cio­nes entre pro­fe­so­res y estu­dian­tes. Cuan­do el cli­ma orga­ni­za­cio­nal entre el gru­po admi­nis­tra­ti­vo y el gru­po docen­te devie­ne en ambi­güe­dad y adver­si­dad más que en trans­pa­ren­cia y leal­tad, los impli­ca­dos en las redes de cono­ci­mien­to mani­pu­lan la infor­ma­ción para per­se­guir sus intere­ses, y en ese con­tex­to, los tra­duc­to­res deben per­sua­dir a ambos gru­pos de la insos­te­ni­bi­li­dad de su rela­ción. No es sufi­cien­te con diag­nos­ti­car las dife­ren­cias gru­pa­les, ade­más es impres­cin­di­ble redu­cir los ries­gos y la incer­ti­dum­bre poten­cian­do los bene­fi­cios de cada enla­ce y nodo de la red de cono­ci­mien­to (Man­ning, 2010).

Aho­ra bien, la con­sis­ten­cia afec­ti­vo-con­duc­tual entre ambos gru­pos impli­ca crea­ti­vi­dad, la cual intro­du­ce en una diná­mi­ca inno­va­do­ra a ambos gru­pos. Se tra­ta de un cli­ma orga­ni­za­cio­nal fle­xi­ble en el que se poten­cia­li­zan las ideas en torno a la pro­duc­ción y trans­fe­ren­cia de cono­ci­mien­to. Dado que las redes de cono­ci­mien­to son diver­sas, en cada enla­ce o nodo es nece­sa­rio diver­si­fi­car la pro­duc­ción y trans­fe­ren­cia del cono­ci­mien­to. En la medi­da en que el cli­ma orga­ni­za­cio­nal sea blan­do, incre­men­ta la con­fian­za y la iden­ti­dad al inte­rior de ambos gru­pos (Long, 2013).

Con­fian­za e iden­ti­dad son el resul­ta­do de un tipo de infor­ma­ción per­sua­si­va cono­ci­da como creen­cia y el ámbi­to orga­ni­za­cio­nal en el que se difun­den las creen­cias es cono­ci­do como acti­tud hacia la red de cono­ci­mien­to, sus inte­gran­tes y pro­ce­sos. Un incre­men­to de la infor­ma­ción rela­ti­va a la red aumen­ta la cer­ti­dum­bre, pro­duc­ción y trans­fe­ren­cia de cono­ci­mien­to. En con­tras­te, la dis­mi­nu­ción de infor­ma­ción inhi­be la rela­ción gru­pal. Por con­si­guien­te, las rela­cio­nes cola­bo­ra­ti­vas e inno­va­do­ras reper­cu­ten en la pro­duc­ti­vi­dad; empe­ro, el estrés como ago­ta­mien­to, des­per­so­na­li­za­ción o frus­tra­ción pue­de emer­ger como resul­ta­do del incre­men­to de deman­das pro­duc­ti­vas (Gil, 2010).

En suma, la Teo­ría de la Red For­ma­ti­va Pro­fe­sio­nal expli­ca las rela­cio­nes cola­bo­ra­ti­vas orien­ta­das al equi­li­brio entre deman­das y recur­sos en con­tex­tos de esca­sez, incer­ti­dum­bre, inse­gu­ri­dad y ries­go. La teo­ría anti­ci­pa la emer­gen­cia de fac­to­res tales como con­fian­za, com­pro­mi­so y satis­fac­ción que a su vez deter­mi­nan la inno­va­ción y even­tual­men­te la feli­ci­dad orga­ni­za­cio­nal (Carreón, 2011).

Sin embar­go, la teo­ría sólo expli­ca una par­te del pro­ce­so for­ma­ti­vo pro­fe­sio­nal ya que en las orga­ni­za­cio­nes sub­ya­cen barre­ras que inhi­ben el desa­rro­llo. En este sen­ti­do, ambi­va­len­cia y vio­len­cia orga­ni­za­cio­nal son exter­nas a la for­ma­ción pro­fe­sio­nal (Carreón, 2013).

Por con­si­guien­te, la ges­tión del cono­ci­mien­to supo­ne redes for­ma­ti­vas que inno­van en situa­cio­nes adver­sas y con­tin­gen­tes, pero tam­bién sub­ya­cen a los con­flic­tos y las asi­me­trías inhe­ren­tes al cli­ma orga­ni­za­cio­nal.

Empe­ro, inves­ti­ga­cio­nes más recien­tes han demos­tra­do que la socia­li­za­ción de infor­ma­ción en las redes de cono­ci­mien­to dise­mi­na su efec­to sobre per­cep­cio­nes de uti­li­dad y ries­go, así como sobre acti­tu­des vin­cu­la­das con ansie­dad y adic­ción a las redes, prin­ci­pa­les deter­mi­nan­tes del com­por­ta­mien­to.

De este modo, el com­por­ta­mien­to tec­no­ló­gi­co es deter­mi­na­do por el pro­ce­sa­mien­to de infor­ma­ción en torno a una red de cono­ci­mien­to. Este efec­to, al ser media­do por deci­sio­nes de cola­bo­ra­ción, incre­men­ta el poder pre­dic­ti­vo de las creen­cias sobre las rela­cio­nes de tareas e inter­per­so­na­les en una orga­ni­za­ción (Ade­ni­ke, 2011).

Por su par­te, las inten­cio­nes cola­bo­ra­ti­vas supo­nen acti­tu­des de con­fian­za, capa­ci­da­des per­ci­bi­das y creen­cias infor­ma­ti­vas que al inter­re­la­cio­nar­se deter­mi­nan la toma de deci­sio­nes favo­ra­ble o des­fa­vo­ra­ble a un gru­po de cono­ci­mien­to (Bor­jas, 2010).

Pese a lo ante­rior, el pro­ce­so de cons­truc­ción del cono­ci­mien­to no sería fac­ti­ble sin la for­ma­ción de acti­tu­des de con­fian­za en las que los gru­pos cola­bo­ra­ti­vos dise­mi­nan infor­ma­ción que será cate­go­ri­za­da en herra­mien­tas de apren­di­za­je o moti­va­ción orien­ta­da al logro de obje­ti­vos y metas (Cerrón, 2010).

De mane­ra para­le­la, las capa­ci­da­des per­ci­bi­das com­ple­men­tan la for­ma­ción de cate­go­rías de infor­ma­ción ya que se tra­ta de habi­li­dad y cono­ci­mien­tos en torno a la cons­truc­ción de una red for­ma­ti­va pro­fe­sio­nal (Coro­nel, 2010).

No obs­tan­te, algu­nos estu­dios plan­tean que la for­ma­ción pro­fe­sio­nal y la cons­truc­ción de una red son pro­ce­sos dife­ren­tes ya que supo­nen valo­res egoís­tas que con­tra­di­cen los valo­res altruis­tas (Díaz, 2013). Se tra­ta de una serie de nor­mas gru­pa­les en torno a las cua­les los indi­vi­duos son for­ma­dos pro­fe­sio­nal­men­te, o bien, son orien­ta­dos emo­cio­nal­men­te al for­jar­se una iden­ti­dad (Cues­ta, 2012). A pesar de ello, es la socia­li­za­ción de la infor­ma­ción la que deter­mi­na­rá el com­por­ta­mien­to de un indi­vi­duo en un gru­po cola­bo­ra­ti­vo (Gar­ga­llo, 2010).

A modo de rese­ña, el esta­do del cono­ci­mien­to ha expli­ca­do el ren­di­mien­to orga­ni­za­cio­nal de gru­pos y redes cola­bo­ra­ti­vas ante situa­cio­nes de esca­sez, incer­ti­dum­bre, inse­gu­ri­dad y ries­go. Los indi­vi­duos y gru­pos desa­rro­llan cli­mas de con­fian­za poten­cia­li­zan su com­pro­mi­so labo­ral y se apro­xi­man a la satis­fac­ción de vida, pero tam­bién imple­men­tan una ges­tión crea­ti­va y pro­ce­sos inno­va­do­res como res­pues­ta a la con­tin­gen­cia.

En el caso de la con­fian­za, el com­por­ta­mien­to tec­no­ló­gi­co está indi­ca­do por rela­cio­nes cola­bo­ra­ti­vas en las que los bene­fi­cios no serían en fun­ción de cos­tos, sino más bien deri­va­dos de una inter­de­pen­den­cia al momen­to de lle­var a cabo una tarea deter­mi­na­da (Gil, 2010). Es decir, la for­ma­ción pro­fe­sio­nal que supo­ne el uso inten­si­vo de tec­no­lo­gías devie­ne de rela­cio­nes simé­tri­cas que un gru­po esta­ble­ce para dis­tri­buir las habi­li­da­des y dise­mi­nar los cono­ci­mien­tos. Se tra­ta de rela­cio­nes com­pro­me­ti­das ya que, si un inte­gran­te no desa­rro­lla las com­pe­ten­cias labo­ra­les, enton­ces será exclui­do de un gru­po que ha esta­ble­ci­do una cul­tu­ra de alta cali­dad pro­duc­ti­va (Long, 2010). En este sen­ti­do, la cola­bo­ra­ción es el resul­ta­do de obje­ti­vos com­par­ti­dos, mien­tras que el indi­vi­dua­lis­mo sería un efec­to del sis­te­ma de metas que pre­mia el esfuer­zo per­so­nal (Man­ning, 2010).

En el caso de la coope­ra­ción, a dife­ren­cia de la sim­ple cola­bo­ra­ción nor­ma­ti­va, el com­por­ta­mien­to tec­no­ló­gi­co supo­ne habi­li­da­des y cono­ci­mien­tos espe­cia­li­za­dos para el cum­pli­mien­to de pro­pó­si­tos. Es por ello por lo que los gru­pos se ven ori­lla­dos a esta­ble­cer rela­cio­nes coope­ra­ti­vas, ya que el gru­po mis­mo debe inter­cam­biar infor­ma­ción, pro­ce­sar estra­te­gias o imple­men­tar téc­ni­cas que supo­nen el apo­yo con­ti­nuo entre sus inte­gran­tes (Medi­na, 2010).

Sin embar­go, otro indi­ca­dor del com­por­ta­mien­to tec­no­ló­gi­co es la empa­tía entre sus inte­gran­tes ya que el tra­ba­jo inten­si­vo y la con­se­cu­ción de obje­ti­vos o el cum­pli­mien­to de metas impli­ca rela­cio­nes afec­ti­vas y emo­cio­na­les para redu­cir los con­flic­tos per­so­na­les a la ausen­cia de comu­ni­ca­ción (Omar, 2010).

Res­pec­to a la soli­da­ri­dad, a dife­ren­cia de la cola­bo­ra­ción o la coope­ra­ción, supo­ne la for­ma­ción pro­fe­sio­nal con base en la diná­mi­ca de equi­pos cola­bo­ra­ti­vos al inte­rior de la red de cono­ci­mien­to. Mien­tras que la cola­bo­ra­ción y la coope­ra­ción están deter­mi­na­das por valo­res socia­les, la soli­da­ri­dad va más allá de los prin­ci­pios nor­ma­ti­vos o valo­ra­ti­vos que unen a los gru­pos, pues se tra­ta de una con­cien­cia de esca­sez e incer­ti­dum­bre que per­mi­te anti­ci­par situa­cio­nes de des­abas­to com­par­tien­do los recur­sos (Oran­tes, 2011).

En con­se­cuen­cia, la pro­pen­sión al futu­ro es el resul­ta­do de con­duc­tas soli­da­rias que anti­ci­pan esce­na­rios de ries­go. En efec­to, los gru­pos cola­bo­ra­ti­vos son moti­va­dos por estra­te­gias de pre­ven­ción y afron­ta­mien­to ante situa­cio­nes des­fa­vo­ra­bles a los gru­pos con los que com­par­ten obje­ti­vos y metas (Pra­da, 2013).

Por últi­mo, el indi­ca­dor por exce­len­cia del com­por­ta­mien­to tec­no­ló­gi­co es el empren­di­mien­to o espí­ri­tu disi­den­te. Así pues, el uso de una tec­no­lo­gía y más aún la for­ma­ción de redes cola­bo­ra­ti­vas, no ten­drían sen­ti­do si sólo se per­si­guie­ran ganan­cias a cor­to o mediano pla­zo. La for­ma­ción pro­fe­sio­nal con­sis­te en anti­ci­par esce­na­rios de esca­sez, ries­go e incer­ti­dum­bre para el cual los gru­pos de cono­ci­mien­to for­man redes que en esen­cia son empren­de­do­ras, disi­den­tes de las situa­cio­nes que se ave­ci­nan o las catás­tro­fes que se espe­ran (Var­gas, 2011).

En resu­mi­das cuen­tas, la espe­ci­fi­ca­ción de rela­cio­nes plan­tea que la vio­len­cia for­ma­ti­va orga­ni­za­cio­nal está indi­ca­da por ocho fac­to­res rela­ti­vos al pre­jui­cio, des­per­so­na­li­za­ción, bene­vo­len­cia, hos­ti­ga­mien­to, sub­yu­ga­ción, cosi­fi­ca­ción, estig­ma y aco­so que con­for­man un cli­ma de rela­cio­nes y de tareas en los que aflo­ran dis­cur­sos que redu­cen los méri­tos de los indi­vi­duos y enal­te­cen las dife­ren­cias entre los gru­pos.

Método

Diseño

Se lle­vó a cabo un estu­dio explo­ra­to­rio, trans­ver­sal de cor­te cuan­ti­ta­ti­vo.

Muestra

Se reali­zó una selec­ción no pro­ba­bi­lís­ti­ca de 258 estu­dian­tes de una uni­ver­si­dad públi­ca. El cri­te­rio de selec­ción fue per­te­ne­cer al sis­te­ma de prác­ti­cas y ser­vi­cio social en orga­ni­za­cio­na­les e ins­ti­tu­cio­nes con y sin fines de lucro del muni­ci­pio de Chi­mal­hua­cán, Esta­do de Méxi­co.

Instrumento

Se uti­li­zó la Esca­la de la For­ma­ción Con­sen­sua­da de Carreón (2016) la cual inclu­ye 12 reac­ti­vos en torno a la nego­cia­ción, media­ción, con­ci­lia­ción y arbi­tra­je rela­ti­vos a la ges­tión y admi­nis­tra­ción de redes de cono­ci­mien­to y cali­dad de pro­ce­sos y pro­duc­tos.

Procedimiento

Los par­ti­ci­pan­tes fue­ron entre­vis­ta­dos y encues­ta­dos en las ins­ta­la­cio­nes de la uni­ver­si­dad. Fue­ron infor­ma­dos de que los resul­ta­dos de la inves­ti­ga­ción no afec­ta­rían ni posi­ti­va ni nega­ti­va­men­te su situa­ción esco­lar. Se les pidió que con­tes­ta­ran hones­ta­men­te a las pre­gun­tas y ase­ve­ra­cio­nes. Se les invi­tó a que con­sul­ta­ran los resul­ta­dos en el infor­me final del gru­po de inves­ti­ga­ción. Los datos fue­ron pro­ce­sa­dos en el Paque­te Esta­dís­ti­co para Cien­cias Socia­les (SPSS por sus siglas en inglés) y el Soft­wa­re de Aná­li­sis de Momen­tos Estruc­tu­ra­les (AMOS por sus siglas en inglés) en sus ver­sio­nes 10 y 6.0

Análisis

Se uti­li­za­ron los pará­me­tros de cur­to­sis, alfa de Cron­bach, coefi­cien­tes KMO, prue­ba de Bartlett, pesos fac­to­ria­les, corre­la­cio­nes de Pear­son, cova­rian­zas “phi”, pesos “beta” y “gama”, así como índi­ces de ajus­te y resi­dua­les a fin de con­tras­tar el mode­lo de rela­cio­nes espe­ci­fi­ca­das con los datos obser­va­dos.

Normalidad

El valor cur­to­sis cer­cano a la uni­dad fue asu­mi­do como evi­den­cia de dis­tri­bu­ción nor­mal de las res­pues­tas de encues­ta­dos con res­pec­to a las ase­ve­ra­cio­nes que miden las varia­bles del estu­dio en un ins­tru­men­to con opcio­nes de res­pues­ta y nive­les de medi­ción inter­va­lar.

Validez

Los coefi­cien­tes KMO supe­rio­res a 0,600 y la prue­ba de Bartlett con nive­les de sig­ni­fi­can­cia menor a 0,050 fue­ron asu­mi­das como evi­den­cia de corre­la­cio­nes pro­duc­to momen­to que faci­li­ta­ron el aná­li­sis fac­to­rial explo­ra­to­rio de com­po­nen­tes prin­ci­pa­les con rota­ción vari­max. Pos­te­rior­men­te, los pesos fac­to­ria­les supe­rio­res a 0,300 fue­ron con­si­de­ra­dos como evi­den­cias de la maxi­mi­za­ción de varian­za en cuan­to a los fac­to­res deri­va­dos del aná­li­sis explo­ra­to­rio. Los por­cen­ta­jes de varian­za expli­ca­da supe­rio­res a 0,20 fue­ron asu­mi­dos como evi­den­cia de acep­ta­ción de la hipó­te­sis nula.

Confiabilidad

El valor alfa de Cron­bach supe­rior a 0,70 fue asu­mi­do como sufi­cien­te para demos­trar la con­sis­ten­cia inter­na de los indi­ca­do­res con res­pec­to a la esca­la gene­ral y las subes­ca­las par­ti­cu­la­res. La corre­la­ción pro­duc­to momen­to supe­rior a 0,90 fue con­si­de­ra­da como una evi­den­cia de coli­nea­li­dad y mul­ti­co­li­nea­li­dad, las cua­les sig­ni­fi­can que los ítems son simi­la­res en cuan­to a sus con­te­ni­dos.

Correlación

Los valo­res r de Pear­son cer­ca­nos a la uni­dad y al cero fue­ron des­car­ta­dos de pos­te­rio­res aná­li­sis ya que sig­ni­fi­can rela­cio­nes coli­nea­les o espu­rias. En cam­bio, aque­llos valo­res supe­rio­res a 0,30 e infe­rio­res a 0,90 fue­ron asu­mi­dos como evi­den­cias de rela­cio­nes de depen­den­cia.

Covarianza

Los valo­res “phi” entre 0,30 y 0,90 fue­ron iden­ti­fi­ca­dos como evi­den­cias de rela­cio­nes de depen­den­cia para el caso de varia­bles cate­gó­ri­cas o en com­bi­na­ción con varia­bles con­ti­nuas.

Estructura

Los valo­res “beta” entre varia­bles exóge­nas y endó­ge­nas entre 0,30 y 0,90 fue­ron asu­mi­das como evi­den­cia de rela­cio­nes de depen­den­cia. Del mis­mo modo, los valo­res “gam­ma” entre varia­bles endó­ge­nas cer­ca­nos a cero o a la uni­dad fue­ron des­car­ta­dos de pos­te­rio­res aná­li­sis.

Ajuste

El Índi­ce de Bon­dad de Ajus­te (GFI por sus siglas en inglés) cer­cano a la uni­dad fue asu­mi­do como evi­den­cia de ajus­te y acep­ta­ción de la hipó­te­sis nula. Por el con­tra­rio, los valo­res infe­rio­res a 0,975 fue­ron con­si­de­ra­dos como evi­den­cia de recha­zo de la hipó­te­sis nula y acep­ta­ción de la hipó­te­sis alter­na.

Residual

Los valo­res cer­ca­nos a cero fue­ron asu­mi­dos como evi­den­cia de ajus­te entre las rela­cio­nes espe­ci­fi­ca­das y los datos obte­ni­dos, por con­si­guien­te, se acep­tó la hipó­te­sis nula de ajus­te entre ambos mode­los. En con­tras­te, los valo­res supe­rio­res a 0,007 fue­ron con­si­de­ra­dos como evi­den­cia de recha­zo de la hipó­te­sis nula.

Resultados

La tabla 1 mues­tra los des­crip­ti­vos de los reac­ti­vos que con­for­man el ins­tru­men­to. La con­fia­bi­li­dad gene­ral de la esca­la (alfa de 0,880) y de las subes­ca­las de for­ma­ción espe­ra­da (alfa de 0,882) y for­ma­ción per­ci­bi­da (alfa de 0,891) mues­tran una con­sis­ten­cia inter­na ade­cua­da.

Tabla 1. Descriptivos del instrumento

Códi­go

Subescala/ reac­ti­vo

M

DE

alfa

F1

F2

 

Subes­ca­la de For­ma­ción Espe­ra­da (nego­cia­ción, media­ción, con­ci­lia­ción y arbi­tra­je en torno a la for­ma­ción como bene­fi­cio espe­ra­do)

   

0,882

   

R1

El apren­di­za­je de las mate­má­ti­cas es un bene­fi­cio per­so­nal

3,21

1,01

0,801

0,301

 

R2

La redac­ción cien­tí­fi­ca es la cul­mi­na­ción de un esfuer­zo-bene­fi­cio aca­dé­mi­co

3,20

1,82

0,832

0,382

 

R3

La inser­ción al mer­ca­do labo­ral abo­na al pres­ti­gio de la ins­ti­tu­ción

3,54

1,31

0,853

0,357

 

R4

El cono­ci­mien­to es exclu­si­vo de men­tes eru­di­tas

3,41

1,46

0,851

0,384

 

R5

Las prác­ti­cas pro­fe­sio­na­les demues­tran la impor­tan­cia de los con­ve­nios

3,26

1,67

0,821

0,395

 

R6

Las habi­li­da­des compu­tacio­na­les sólo intere­san a exper­tos

3,67

1,38

0,862

0,381

 

R7

La apli­ca­ción de cono­ci­mien­tos bene­fi­cia al mer­ca­do local

3,02

1,97

0,837

0,326

 
 

Subes­ca­la de For­ma­ción Per­ci­bi­da (nego­cia­ción, media­ción, con­ci­lia­ción y arbi­tra­je en torno a la for­ma­ción sen­ti­da)

   

0,891

   

R8

Sien­to que las mate­má­ti­cas se apren­den con exper­tos

3,10

1,72

0,831

 

0,405

R9

Pien­so que la inves­ti­ga­ción sólo es para los cien­tí­fi­cos

3,27

1,36

0,852

 

0,406

R10

Con­si­de­ro que una ges­tión sólo pue­den hacer­la los admi­nis­tra­ti­vos

3,35

1,85

0,857

 

0,416

R11

Asu­mo que el cono­ci­mien­to es de quien se dedi­ca a inves­ti­gar

3,75

1,39

0,826

 

0,472

R12

Me pare­ce que es estu­dió se imi­ta

3,92

1,27

0,862

 

0,439

R13

Una redac­ción sol­ven­te es posi­ble con un buen manual

3,06

1,94

0,865

 

0,485

R14

A menu­do un pro­me­dio exce­len­te es méri­to per­so­nal

3,16

1,58

0,806

 

0,406

Méto­do de extrac­ción; ejes prin­ci­pa­les, rota­ción pro­max. M = Media, DE = Des­via­ción Están­dar, Alfa = Con­sis­ten­cia Inter­na qui­tan­do el valor del ítem para cada uno corres­pon­dien­te. Ade­cua­ción y Esfe­ri­ci­dad [F1 = For­ma­ción Espe­ra­da (23% de la varian­za total expli­ca­da), F2 = For­ma­ción Per­ci­bi­da (19% de la varian­za total expli­ca­da). Todos los ítems se res­pon­den con: 0 = nada pro­ba­ble, 1 = muy poco pro­ba­ble, 2 = poco pro­ba­ble, 3 = pro­ba­ble, 4 = muy pro­ba­ble.

Fuente: Elaborada con los datos del estudio

En el caso de la vali­dez, los dos fac­to­res esta­ble­ci­dos expli­ca­ron el 42% de la varian­za total, pero las corre­la­cio­nes entre los ítems y los fac­to­res fue­ron bajas, ya que en el mode­lo estruc­tu­ral se espe­ci­fi­ca­ron los sie­te indi­ca­do­res, pero sólo fue­ron sig­ni­fi­ca­ti­vos cua­tro de los sie­te (véa­se Figu­ra 1).

Figura 1. Modelo de reflejante de la formación consensuada
Fuente: Elaborada con los datos del estudio

Los pará­me­tros de ajus­te y resi­dual [χ2 = 135,25 (25gl) p = 0,002; GFI = 0,990; CFI = 0,995; RMSEA = 0,001] sugie­ren la acep­ta­ción de la hipó­te­sis nula rela­ti­va a la corres­pon­den­cia entre las rela­cio­nes teó­ri­cas de los indi­ca­do­res y los fac­to­res con res­pec­to a las rela­cio­nes pon­de­ra­das.

Consideraciones finales

El apor­te del pre­sen­te tra­ba­jo al esta­do del cono­ci­mien­to radi­ca en el esta­ble­ci­mien­to de dos fac­to­res, uno rela­ti­vo a la for­ma­ción espe­ra­da y otro alu­si­vo a la for­ma­ción per­ci­bi­da. Se tra­ta de una estruc­tu­ra refle­jan­te de cua­tro indi­ca­do­res para cada fac­tor. El dise­ño explo­ra­to­rio del estu­dio y la selec­ción no pro­ba­bi­lís­ti­ca de la mues­tra limi­tan la gene­ra­li­za­ción de los hallaz­gos a una pobla­ción, pero el con­tras­te de la estruc­tu­ra de dos fac­to­res con cua­tro indi­ca­do­res mues­tra un ajus­te con res­pec­to a los enfo­ques teó­ri­cos de la for­ma­ción pro­fe­sio­nal y las redes de cono­ci­mien­to.

Por con­si­guien­te, futu­ras líneas de inves­ti­ga­ción en torno a la for­ma­ción como resul­ta­do de un pro­ce­so de nego­cia­ción, media­ción, con­ci­lia­ción y arbi­tra­je per­mi­ti­rán una gene­ra­li­za­ción de los hallaz­gos a mues­tras y pobla­cio­nes aca­dé­mi­cas que trans­fie­ren cien­cia y tec­no­lo­gía a tra­vés de con­ve­nios con las micro, peque­ñas y media­nas empre­sas.

Res­pec­to al ins­tru­men­to, es posi­ble adver­tir que las corre­la­cio­nes entre los fac­to­res y los reac­ti­vos pue­den ser mayo­res siem­pre que la selec­ción de la mues­tra sea pro­ba­bi­lís­ti­ca y se empleen téc­ni­cas de aná­li­sis fac­to­rial con­fir­ma­to­rio, como la de com­po­nen­tes prin­ci­pa­les con rota­ción varia­max.

A dife­ren­cia de otros ins­tru­men­tos que pon­de­ran la gober­nan­za del cono­ci­mien­to o la for­ma­ción pro­fe­sio­nal, la pre­sen­te esca­la per­mi­te con­tras­tar dos estruc­tu­ras rela­ti­vas al pro­ce­so de apren­di­za­je de habi­li­da­des y cono­ci­mien­tos que por una par­te son expec­ta­ti­vas de bene­fi­cio y uti­li­dad, pero por la otra refie­ren a expec­ta­ti­vas de ries­go.

Es decir, la medi­ción de la for­ma­ción pro­fe­sio­nal con­sen­sua­da es indi­ca­ti­vo de una gober­nan­za de redes edu­ca­ti­vas, pero tam­bién es un pro­ce­so de cali­dad en el mar­co de la eva­lua­ción, acre­di­ta­ción y cer­ti­fi­ca­ción de las Ins­ti­tu­cio­nes de Edu­ca­ción Supe­rior y sus con­ve­nios con el mer­ca­do labo­ral regio­nal.

Pre­ci­sa­men­te, la impor­tan­cia de esta­ble­cer un diag­nós­ti­co social para la pro­mo­ción de una for­ma­ción pro­fe­sio­nal corres­pon­sa­ble entre los acto­res edu­ca­ti­vos y aca­dé­mi­cos es de suma impor­tan­cia en la dis­cu­sión de las polí­ti­cas edu­ca­ti­vas para el Desa­rro­llo Local.

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Notas

1. Doc­tor en Edu­ca­ción, Pro­fe­sor de Tiem­po Com­ple­to, UAEMEX, Huehue­to­ca. E‑mail: jaaguilarf@uaemex.mx

2. Doc­to­ra en Cien­cia Polí­ti­ca, Pro­fe­so­ra Docen­te Inves­ti­ga­do­ra, Uni­ver­si­dad de Can­ta­bria, San­tan­der. E‑mail: minerva.perez@unican.es

3. Maes­tro en Tec­no­lo­gía de la Infor­ma­ción, Pro­fe­sor Inves­ti­ga­dor, UAM, Xochi­mil­co. E‑mail: gperezc@uam.mx

4. Doc­to­ra en Tra­ba­jo Social, Pro­fe­so­ra de Prác­ti­cas, UNAMJ, Coyoa­cán. E‑mail: mfloresm@unam.mx

5. Estu­dios de Doc­to­ra­do en Psi­co­lo­gía, Pro­fe­sor de Asig­na­tu­ra, UAEMEX, Huehue­to­ca. E‑mail: cgarcial213@profesor.uaemex.mx