Inclusión del arte feminista en México Descargar este archivo (Inclusión del arte feminista en México.pdf)

Mtra. Margarita Martínez Rivera1

Programa Institucional de Estudios de Género
Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM

Resumen

Hablar sobre arte es hablar de crea­ción, acti­vi­dad que nace con la huma­ni­dad, por lo que con­for­ma una his­to­ria en la cual la mujer ha sido invi­si­bi­li­za­da por el patriar­ca­do. Ante esto, las teo­rías femi­nis­tas se pro­po­nen recu­pe­rar esa pre­sen­cia de la mujer artis­ta; espa­cio de desa­rro­llo de este tra­ba­jo al orien­tar­se a los ini­cios de la his­tó­ri­ca del arte. En esta his­to­ria, el femi­nis­mo for­ta­le­ce el hablar del arte de las muje­res; ini­cio que comien­za en Esta­dos Uni­dos y Euro­pa, pro­ce­so que influ­ye en toda Lati­noa­mé­ri­ca. Con base en lo ante­rior, en el pre­sen­te tra­ba­jo se hace una refle­xión des­de la pers­pec­ti­va de géne­ro sobre el arte femi­nis­ta en Méxi­co, en espe­cial por par­te de los pri­me­ros gru­pos femi­nis­tas, sus obje­ti­vos, así como sus pro­pues­tas para hacer visi­ble la crea­ti­vi­dad en la mujer, mani­fes­ta­cio­nes que son sus­ten­ta­das en prin­ci­pios femi­nis­tas.

Pala­bras cla­ve: Femi­nis­mo, Patriar­ca­do, Arte femi­nis­ta, Pers­pec­ti­va de géne­ro.

Abstract

To talk about art is to talk about crea­tion, an acti­vity that is born with huma­nity, and it forms a story in which women have been ren­de­red invi­si­ble by patriarchy. Femi­nist theo­ries try to reco­ver their pre­sen­ce in the his­to­ri­cal tra­jec­tory of Art. Femi­nism strengthens the talk of the art of women, influen­ces that began in the Uni­ted Sta­tes and Euro­pe, a pro­cess that influen­ced the same in Latin Ame­ri­ca, so in the pre­sent work a reflec­tion is made from the gen­der pers­pec­ti­ve on femi­nist art in Mexi­co, espe­cially by the first femi­nist art groups and their acti­vi­ties to make visi­ble the art of women based on prin­ci­ples of femi­nism and its dif­fe­rent mani­fes­ta­tions.

Key­words: Femi­nism, Patriarchy, Femi­nist art, Gen­der pers­pec­ti­ve.

Introducción

El arte es una repre­sen­ta­ción en don­de se plas­ma una idea, un pen­sa­mien­to o sen­ti­mien­to; éste tie­ne diver­sas for­mas que están en el domi­nio de toda per­so­na, por lo cual nace con la huma­ni­dad. El arte nos ubi­ca den­tro de un uni­ver­so per­so­nal, con ele­men­tos de una reali­dad per­ci­bi­da, lle­van­do la per­cep­ción a un nue­vo orden con dife­ren­tes for­mas. Esto con­lle­va una iden­ti­fi­ca­ción, pro­ce­so o solu­ción de algu­na situa­ción con carac­te­rís­ti­cas par­ti­cu­la­res, a la vez que es una for­ma de apren­di­za­je, un pen­sa­mien­to o una con­jun­ción de varios ele­men­tos, lo cual Velaz­co (2007) seña­la como un pro­ce­so de crea­ti­vi­dad. Así, al con­ju­gar­se con la cul­tu­ra, el autor o auto­ra reto­ma una pecu­liar for­ma de per­ci­bir y des­cri­bir la vida coti­dia­na, con una nece­si­dad de ser com­par­ti­da, den­tro de lo cual a la per­so­na le lla­ma­mos artis­ta (Pás­ca­le, 2005).

El arte des­ta­ca la capa­ci­dad de expre­sar o mani­fes­tar expe­rien­cias, ideas y pro­ce­sos nue­vos, en un pro­ce­so y pro­duc­to crea­ti­vo que pue­de ser un paso o eta­pa útil para resol­ver un algo, para repre­sen­tar un cam­bio per­cep­tual o una trans­for­ma­ción de una idea o solu­ción a un pro­ble­ma social, cul­tu­ral o intra­per­so­nal. La crea­ti­vi­dad es una for­ma ideal de com­por­ta­mien­to y se cen­tra en la capa­ci­dad per­so­nal para cons­truir sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te la socie­dad y la vida mis­ma, den­tro de un con­tex­to que es el arte (Cha­cón, 2005).

Así, el arte no sólo se pro­du­ce en la cabe­za, sino sur­ge de la inter­ac­ción entre pen­sa­mien­tos de una per­so­na y su con­tex­to socio­cul­tu­ral, situa­ción que es ubi­ca­da como un logro públi­co. Por lo tan­to, la cul­tu­ra asi­mi­la la intro­duc­ción de este­reo­ti­pos, lo cual inci­de en obs­tácu­los para emer­ger del medio pri­va­do mani­fies­to andro­cén­tri­co para las acti­vi­da­des feme­ni­nas, orien­tan­do así un camino de dife­ren­cias y des­apro­ba­ción (Csiks­zent­mihal­yi, 1998; Pás­ca­le, 2005).

Auna­do a lo ante­rior, Gui­le­ra (2011) seña­la que todo acto artís­ti­co o crea­ti­vo no siem­pre logra la acep­ta­ción social fácil­men­te, ya que exis­te una resis­ten­cia a la ori­gi­na­li­dad o inno­va­ción, al cam­bio que rom­pe la cos­tum­bre, que pro­vo­ca resis­ten­cia a ser acep­ta­do. Expli­ca que ante una menor ori­gi­na­li­dad, solo es acep­ta­da por per­so­nas selec­tas. Al ser regu­lar, solo es admi­ti­da por usua­rios exi­gen­tes. Si es baja, la acep­ta­ción es rápi­da y, al ser muy baja tie­ne la pro­pie­dad de ser con­su­mi­da por las masas. Como se obser­va, hay múl­ti­ples cau­sas de recha­zo auna­do a este­reo­ti­pos y mie­dos a lo des­co­no­ci­do mani­fes­tan­do resis­ten­cia al cam­bio de hábi­tos o de pau­tas cul­tu­ra­les, ya que el arte de la mujer rom­pe lo coti­diano en el arte patriar­cal.

A su vez, la his­to­ria­do­ra de arte Lin­da Nochlin (Novoa, 2013) seña­la que las muje­res, al no ser reco­no­ci­das con un talen­to de crea­ción ori­gi­nal hacia la crea­ti­vi­dad, lo inter­pre­tan como una prác­ti­ca esen­cial­men­te social, en la que los este­reo­ti­pos como aspec­tos socia­les las estig­ma­ti­zan al inno­var ele­men­tos den­tro de un arte patriar­cal. Esto se refle­ja en no tener un apo­yo fami­liar y del medio que la rodea, lo cual impi­de desa­rro­llar­se ple­na­men­te en el terreno del arte. Es nece­sa­rio pri­me­ro enten­der el con­cep­to de arte y con­for­mar una his­to­ria del arte don­de exis­ta cabi­da equi­ta­ti­va para ambos sexos.

Csks­zent­mihal­yi, (1998) afir­ma que, no obs­tan­te los obs­tácu­los, hom­bres y muje­res con­ti­núan pro­du­cien­do ideas nue­vas en las que com­bi­nan la rela­ción del sig­ni­fi­ca­do de su per­cep­ción, para trans­for­mar­las, aden­trán­do­se en el empo­de­ra­mien­to crea­dor, que satis­fa­ce su nece­si­dad de un cam­bio sim­bó­li­co, gene­ran­do dife­ren­tes for­mas de pen­sar y sen­tir, como un pro­ce­so social y cul­tu­ral al igual que psi­co­ló­gi­co.

Esta rela­ción con el pen­sa­mien­to, así como la for­ma de expre­sión y comu­ni­ca­ción, es el deseo de hacer una repre­sen­ta­ción del mun­do y de las cosas que nos rodean. Es la rela­ción arte-comu­ni­ca­ción-repre­sen­ta­ción, la cual es nece­sa­ria en toda per­so­na a tra­vés de la expre­sión cor­po­ral, ya sean con soni­dos movi­mien­tos, letras, figu­ras o colo­res, recur­sos ori­gi­na­dos para mani­fes­tar y con­for­mar la iden­ti­dad, al igual que para comu­ni­car­se en lo social den­tro de su cul­tu­ra (De la Villa, 2003).

Por lo tan­to, el arte es fun­da­men­tal para la cul­tu­ra de una socie­dad, ya que es un medio, for­ma y ori­gen de expre­sión; éste mues­tra una evo­lu­ción a tra­vés del tiem­po, con­for­man­do una his­to­ria del arte, en la que el ser humano com­par­te y expre­sa ideas, emo­cio­nes de cómo inter­pre­ta su visión del mun­do.

Así, la for­ma de dar y sen­tir pla­cer, de con­ce­bir el cuer­po, tener dife­ren­tes for­mas de socia­li­zar al vin­cu­lar­se, se han trans­for­ma­do lo lar­go de los años al igual que el len­gua­je artís­ti­co lo hace con sus mani­fes­ta­cio­nes artís­ti­cas, logran­do pasar por los mode­los de viri­li­dad hege­mó­ni­cos y visi­bi­li­zar el arte de muje­res igno­ra­das. El arte no tie­ne sexo, aun­que hable de sexo, no obs­tan­te que a lo lar­go de la his­to­ria del arte se ve envuel­ta en la cul­tu­ra patriar­cal, don­de el bino­mio hom­bre-mujer ha remar­ca­do su dife­ren­cia (De la Villa, 2013).

Crear arte como una for­ma de comu­ni­ca­ción e iden­ti­dad de toda per­so­na, vis­to a tra­vés de la his­to­ria del arte se ve sobre­po­bla­da de artis­tas varo­nes, sin men­cio­nar la incur­sión de la mujer crea­ti­va. El arte de la mujer siem­pre ha exis­ti­do, y en las últi­mas déca­das se ha encau­za­do por las corrien­tes femi­nis­tas hacia una visi­bi­li­dad de la mujer artis­ta. Esta pro­pues­ta sur­ge en Euro­pa y Esta­dos Uni­dos, pos­te­rior­men­te en Lati­noa­mé­ri­ca, lo que nos per­mi­te pres­tar aten­ción a la influen­cia femi­nis­ta sobre la inser­ción del arte de la mujer en Méxi­co, des­de la pers­pec­ti­va de géne­ro. Con­si­de­ran­do que sui­ni­cio se con­for­ma por artis­tas hom­bres y muje­res auto­nom­bra­dos Gru­pos.

Des­de la pers­pec­ti­va de géne­ro, nos per­mi­te tener un aná­li­sis de la voz y mira­da de per­so­nas no reco­no­ci­das y exclui­das del espa­cio y dis­cur­so, como acon­te­ce en la mujer, ya que pro­po­ne una for­ma sis­te­má­ti­ca de exa­mi­nar los dife­ren­tes roles de ellos y ellas al per­mi­tir sepa­rar infor­ma­ción por sexo para su aná­li­sis, den­tro del cual se pro­po­nen ele­men­tos de obser­va­ción sobre el tra­ba­jo de la artis­ta feme­ni­na (Mul­yey, 1975, en De la Villa, 2013).

Antecedentes

En la his­to­ria del arte, las teo­rías femi­nis­tas resal­tan la pre­sen­cia silen­cio­sa de las muje­res, así como el recha­zo que reci­ben, basa­do en una supues­ta inca­pa­ci­dad asig­na­da de for­ma natu­ral hacia la crea­ti­vi­dad artís­ti­ca, e impi­dien­do que mani­fies­ten abier­ta­men­te su opi­nión, con­di­ción social y polí­ti­ca.

La mujer en el arte usa un medio, el len­gua­je, para per­mi­tir­se expre­sar y comu­ni­car lo vivi­do des­de su pers­pec­ti­va; un len­gua­je que hable de su expe­rien­cia, aun­que trans­gre­da lo común, así como lo que le suce­de o lo que no le ocu­rre, al igual de cómo son supri­mi­das o guia­das sus emo­cio­nes. Es la for­ma de mani­fes­tar, en pri­mer lugar para sí mis­ma, lo que se sien­te, una for­ma de mane­jar emo­cio­nes y for­ta­le­cer la iden­ti­dad. Es una “doble voz” que deja oír en la escri­tu­ra o figu­ras, a la mujer. De igual modo, el femi­nis­mo da cuen­ta de cómo estos obs­tácu­los impi­den que la crea­ti­vi­dad artís­ti­ca feme­ni­na expre­se y comu­ni­que las expe­rien­cias con otras muje­res, para exte­rio­ri­zar y com­par­tir el ser feme­ni­na (De la Villa, 2003).

Pero el arte de la mujer no solo es repri­mi­do, sino con­de­na­do. Lo hacen invi­si­ble, obs­ta­cu­li­zan­do la mani­fes­ta­ción de rela­cio­nes intra­per­so­na­les al con­si­de­rar a las artis­tas como no nor­ma­ti­vas, mar­gi­na­les, o crea­cio­nes meno­res o no for­ma­les. A lo ante­rior, Sosa (2010) aña­de que la his­to­ria del arte favo­re­ce a un sexo sobre el otro, ten­dien­do a excluir a la mujer de los prin­ci­pa­les movi­mien­tos artís­ti­cos sobre los que se ha ela­bo­ra­do la his­to­ria del arte occi­den­tal. Por ello, las rela­cio­nes de géne­ro adquie­ren una sóli­da estruc­tu­ra inde­fi­ni­ble bajo un mol­de del este­reo­ti­po en sus dife­ren­tes con­tex­tos, públi­cos y pri­va­dos. En res­pues­ta, las teo­rías femi­nis­tas apor­tan ele­men­tos para trans­for­mar las con­duc­tas regi­das por pre­jui­cios este­reo­ti­pa­dos, para alcan­zar una socie­dad equi­ta­ti­va que des­cu­bra las diver­sas mani­fes­ta­cio­nes artís­ti­cas y que anu­le la dis­cri­mi­na­ción.

Por su par­te, Vicen­te de Foron­da (2017) aña­de que la his­to­ria del arte que reci­bi­mos a tra­vés de manua­les de tex­to, libros, catá­lo­gos, etcé­te­ra, ha silen­cia­do a las muje­res crea­do­ras y, por incon­gruen­te que pue­da resul­tar (al menos en bue­na par­te de las Facul­ta­des de Bellas Artes de nues­tro país), los alum­nos y alum­nas lle­gan a cono­cer a muy pocas muje­res artis­tas, sien­do capa­ces de iden­ti­fi­car sólo unas pocas excep­cio­nes al fina­li­zar su carre­ra. Lo des­ta­ca­ble de este hecho es que la mayo­ría de los gale­ris­tas, direc­to­res de museos, crí­ti­cos de arte o rela­cio­na­dos con este medio han sido edu­ca­dos en un sis­te­ma seme­jan­te don­de pre­va­le­cen los intere­ses mas­cu­li­nos. Situa­cio­nes como estas son abor­da­das por las teo­rías femi­nis­tas.

El feminismo y el arte

Siem­pre ha exis­ti­do el arte de la mujer, pero a fines de los años sesen­ta del siglo pasa­do se sub­ra­ya el esfuer­zo y logro de la pro­pues­ta femi­nis­ta, y en los seten­ta alcan­zan a ser visi­bles las crea­cio­nes feme­ni­nas; así, se reco­no­ce a la mujer artis­ta, con­for­man­do la his­to­ria del arte y la prác­ti­ca artís­ti­ca feme­ni­na (Cha­cón, 2005).

Al mis­mo tiem­po, las artis­tas femi­nis­tas mar­can sus obras, apro­ban­do que la expe­rien­cia feme­ni­na sea igual­men­te váli­da que las del hom­bre. Así se labra un prin­ci­pio para des­per­tar la con­cien­cia, don­de el méto­do es usar la pro­pia expe­rien­cia como la for­ma más váli­da para for­mu­lar un aná­li­sis polí­ti­co, al refor­mu­lar nue­vos pape­les en la socie­dad, tan­to en hom­bres como en muje­res.

 Por lo tan­to, el movi­mien­to femi­nis­ta exa­mi­na las repre­sen­ta­cio­nes de las muje­res en el arte, así como tam­bién del arte ya ori­gi­na­do por muje­res. Des­de su ini­cio en el siglo XIX, el femi­nis­mo extien­de sus obser­va­cio­nes entre las nece­si­da­des de las dife­ren­tes muje­res y cul­tu­ras, lo que mues­tra la nece­si­dad de hablar de femi­nis­mos y no de femi­nis­mo.

El tér­mino femi­nis­mo evo­ca la lucha por la igual­dad entre muje­res y hom­bres. En Esta­dos Uni­dos, alre­de­dor de los años 60 y 70, se ini­cia una for­ma de ver el arte, en la que repre­sen­tar el cuer­po de la mujer es dis­tin­ta, ya que por pri­me­ra vez eran muje­res las que se repre­sen­ta­ban a sí mis­mas bajo su visión artís­ti­ca (Novoa, 2013).

Cabe seña­lar que ante­rior­men­te exis­tie­ron artis­tas que repre­sen­ta­ban a otras muje­res; pero el femi­nis­mo se hace un plan­tea­mien­to muy fuer­te, ya que sur­ge la influen­cia de la lite­ra­tu­ra de femi­nis­tas que tra­ba­jan la iden­ti­dad feme­ni­na, el géne­ro y la polí­ti­ca, den­tro de las cua­les se pue­den citar entre otras a Simo­ne de Beau­voir, Betty Frie­dan, Judith Butler y Lin­da Noch­kin. Auna­do a ellas se encuen­tran las pre­cur­so­ras del Arte Femi­nis­ta, como son Judy Chica­go y Miriam Sha­pi­ro, las cua­les plan­tean un arte hecho por y para muje­res. Tra­du­cien­do este pen­sa­mien­to en una pro­duc­ción artís­ti­ca, (lla­ma­da ico­no­lo­gía (ale­go­ría) vagi­nal, Fema­le Ima­gi­nery) que va a refor­mu­lar un arte femi­nis­ta (De la Villa, 2013).

Así, las muje­res han teni­do (y tie­nen) que supe­rar gran­des obs­tácu­los a lo lar­go de la his­to­ria para poder desa­rro­llar sus capa­ci­da­des y ser debi­da­men­te reco­no­ci­das; a pesar de ello, las muje­res se han dedi­ca­do al arte, aun­que sus nom­bres a menu­do no apa­rez­can en los libros de tex­to o en las enci­clo­pe­dias. Ya que el arte, como una nece­si­dad en la artis­ta, es una opor­tu­ni­dad para hablar, denun­ciar, docu­men­tar el con­trol, la repre­sión y explo­ta­ción sobre ella, para exi­gir tomar el con­trol de su cuer­po como pro­pio, para tener la capa­ci­dad de deci­dir sobre sus accio­nes y expo­ner la vio­len­cia sexual o sim­bó­li­ca de la cual es suje­ta, para así reto­mar la repre­sen­ta­ción de su cuer­po feme­nino. Es una oca­sión para expre­sar­se con ima­gi­na­ción, el ser auten­ti­ca y espon­tá­nea, que con­du­ce a la rea­li­za­ción per­so­nal al con­tem­plar el cuer­po con una cone­xión entre lo cor­pó­reo y lo sub­je­ti­vo (Sac­chet­ti, 2010).

Mén­dez (2003) afir­ma que las artis­tas se hacen cons­cien­tes a las trans­for­ma­cio­nes socia­les y eco­nó­mi­cas que se van a pro­du­cir a par­tir de los años sesen­ta y par­ti­ci­pa­rán plas­mán­do­lo en sus obras, pro­ban­do for­mas de arti­cu­lar etnia, cla­se social y géne­ro, así como luchan­do con­tra axio­mas tra­di­cio­na­les rela­ti­vos a la iden­ti­dad. Estas artis­tas mos­tra­ron el arte como un ins­tru­men­to capaz de expre­sar cues­tio­nes en torno a la dife­ren­cia e iden­ti­dad, a los pro­ce­sos de eman­ci­pa­ción feme­ni­na y pro­ble­má­ti­cas en torno a la crea­ción artís­ti­ca, así como a las rela­cio­nes de domi­na­ción que se pre­sen­tan entre lo feme­nino y mas­cu­lino.

De tal for­ma, la crea­ción feme­ni­na refle­ja en sus obras su pro­pio espa­cio e ini­cia un mane­jo dis­tin­to de códi­gos expre­si­vos con diver­sos mate­ria­les y nue­vas herra­mien­tas téc­ni­cas que aban­do­ne los medios tra­di­cio­na­les exclu­si­vos de artis­tas varo­nes. En este con­tex­to, la gene­ra­ción de muje­res atraí­da por los plan­tea­mien­tos del movi­mien­to femi­nis­ta deno­mi­na­do “segun­da ola”, se aden­tra en la bús­que­da de la “iden­ti­dad feme­ni­na”. Sus bús­que­das son múl­ti­ples y varia­das, no sólo por los sopor­tes que uti­li­zan (que van des­de la escri­tu­ra, pin­tu­ra y el dibu­jo has­ta el per­for­man­ce o la xero­gra­fía), sino tam­bién por su par­ti­cu­lar visión de la for­ma en que la mujer artis­ta impreg­na su pro­duc­ción hacia esa bús­que­da (Ville­gas, 2003).

El arte feminista en México

En Méxi­co, a prin­ci­pios del siglo XX, las muje­res artis­tas se ven invi­si­bi­li­za­das tan­to para dar cla­ses de arte o par­ti­ci­par en expo­si­cio­nes, remar­can­do los roles tra­di­cio­na­les y este­reo­ti­pos feme­ni­nos (Mayer, 2013). Esto a pesar de los pen­sa­mien­tos femi­nis­tas y de exis­tir ya una lis­ta de pin­to­ras como María Izquier­do, Isa­bel Villa­se­ñor, Lola Cue­to, Auro­ra Reyes, Nahui Olin y Fri­da Kah­lo; al igual que artis­tas emi­gran­tes como Reme­dios Varo, Olga Cos­ta, Tina Modot­ti, Leo­no­ra Carring­ton, entre otras. En aque­lla épo­ca no se les men­cio­na­ba tan­to como hoy, aun­que algu­nas tam­po­co son reco­no­ci­das en la actua­li­dad.

Auna­do a lo ante­rior, Ville­gas (2006) comen­ta que, alre­de­dor de los años 70 y 80, los con­cep­tos del arte femi­nis­ta en Méxi­co se cues­tio­nan lo artís­ti­co y sus mani­fes­ta­cio­nes a la par de lo polí­ti­co, esta­ble­cién­do­se una gene­ra­ción artís­ti­ca con­for­ma­da por la unión de artis­tas mas­cu­li­nos y feme­ni­nos, las cua­les se deno­mi­na­ron “Gru­pos”, carac­te­ri­za­dos por dar una alter­na­ti­va al arte eli­tis­ta, apo­lí­ti­co y mer­can­ti­lis­ta. Se seña­la­ba como un arte com­ba­ti­vo que enfren­ta­ba la reali­dad del país, ya sea con foto­gra­fías ambien­ta­lis­tas, per­for­man­ces, poe­sía urba­na o gra­ba­do con con­te­ni­do social, sin preo­cu­par­se por la moda o las corrien­tes artís­ti­cas.

Propuesta del arte feminista

En pri­mer lugar, pro­po­nen y rea­li­zan sacar el arte de los museos y gale­rías, lle­van­do a cabo even­tos en la calle para tener más con­tac­to con el públi­co como el fin pri­mor­dial de difun­dir su arte. Los gru­pos artís­ti­cos mani­fies­tan que “el Arte Femi­nis­ta es un movi­mien­to emi­nen­te­men­te polí­ti­co, crea­do por muje­res artis­tas intere­sa­das en par­ti­ci­par acti­va­men­te en el cam­po de la cul­tu­ra”, pro­po­nien­do lo siguien­te (Mayer, 1990):

  • Pro­mo­ver el tra­ba­jo de muje­res artis­tas, res­ca­tan­do a las olvi­da­das o hacien­do valer sus dere­chos como pro­fe­sio­na­les.
  • Tra­ba­jar temá­ti­cas rela­cio­na­das con bús­que­das femi­nis­tas, con crí­ti­cas cons­tan­tes hacia un mun­do exclu­si­va­men­te mas­cu­lino.
  • Influir en lo social para modi­fi­car o sus­ti­tuir la ima­gen sexis­ta que en gene­ral se tie­ne de la mujer.

Ville­gas (2006), estu­dio­sa de la his­to­ria de arte feme­nino en Méxi­co, nos seña­la que bajo los fun­da­men­tos femi­nis­tas se con­for­ma­ron dife­ren­tes gru­pos, con un con­tex­to social y artís­ti­co, de los cua­les se hace una bre­ve sem­blan­za de algu­nos de ellos a con­ti­nua­ción.

Grupos artísticos feministas

Uno de los pri­me­ros gru­pos o colec­ti­vos mexi­ca­nos de arte es el No-gru­po, acti­vo de 1977 a 1983, en el que par­ti­ci­pa­ron, entre otros artis­tas, Maris Bus­ta­man­te, Mel­quia­des Herre­ra, Alfre­do Núñez y Rubén Valen­cia. Ellos inno­va­ron la esce­na artís­ti­ca mexi­ca­na al invo­lu­crar al públi­co en lo que Bus­ta­man­te deno­mi­nó “Mon­ta­jes de Momen­tos Plás­ti­cos”, es decir, per­for­man­ce. Estos gru­pos de artis­tas se lla­man a sí mis­mos “tra­ba­ja­do­res de la cul­tu­ra”, que fue­ron el ini­cio de una nue­va pro­pues­ta de la crea­ción artís­ti­ca, así como del uso de mate­ria­les inno­va­do­res.

Estos Gru­pos coexis­tie­ron como colec­ti­vos de artis­tas que sobre­sa­lie­ron en 1983 en el con­tex­to de gru­pos de Arte Femi­nis­ta, los cua­les quie­ren reno­var el sis­te­ma artís­ti­co del país, que bus­can crear un nue­vo espa­cio crí­ti­co en don­de los artis­tas tuvie­ran la opor­tu­ni­dad de hacer un arte públi­co, polí­ti­co y así par­ti­ci­par en el pro­ce­so de cam­bio de Méxi­co y el mun­do. Entre otros, Ville­gas (2006) seña­la algu­nas carac­te­rís­ti­cas de estos gru­pos:

Tla­cui­las y Retra­te­ras. Sur­ge en 1983 del taller de Arte Femi­nis­ta coor­di­na­do por Móni­ca Mayer. Sus inte­gran­tes son estu­dian­tes de la escue­la de arte, his­to­ria­do­ras, pin­to­ras y fotó­gra­fas. Sus inves­ti­ga­cio­nes se basa­ron en la situa­ción de las artis­tas visua­les mexi­ca­nas; en cómo logran o pien­san lograr ser artis­tas, las difi­cul­ta­des a las que se enfren­tan, para lo cual entre­vis­ta­ron apro­xi­ma­da­men­te a 400 artis­tas visua­les. Su even­to prin­ci­pal, con un obje­ti­vo  artís­ti­co y socio­ló­gi­co, es la “Fies­ta de XV”, el cual con­si­de­ran un even­to femi­nis­ta y acon­te­ci­mien­to social impor­tan­te, al que lla­man arte social por repre­sen­tar artís­ti­ca­men­te la idio­sin­cra­sia de nues­tro país a tra­vés de un per­for­man­ce. Este se reali­zó en la Aca­de­mia de San Car­los en 1984.

Gru­po Bio-Arte: Ini­cia en 1983, intere­sa­das en el arte polí­ti­co, el cam­bio social y un nue­vo len­gua­je. Su tema son las trans­for­ma­cio­nes y meta­mor­fo­sis bio­ló­gi­cas de la mujer, plas­ma­das en un mural lla­ma­do “Muje­res Artis­tas- Artis­tas Muje­res”, rea­li­za­do en el Museo de Bellas Artes de Tolu­ca.

Entre otros Gru­pos se encuen­tran: Pro­ce­so Pen­tá­gono, Mira, Ger­mi­nal y Suma, todos ellos con poca dura­ción. Tam­bién hay que des­ta­car el que es con­si­de­ra­do como el pio­ne­ro, Pol­vos de Galli­na Negra, con una pre­sen­cia muy sóli­da que fun­cio­nó duran­te más de 10 años, que agru­pó hom­bres y muje­res artis­tas, y el cual mere­ce ser visua­li­za­do por apor­tar refle­xio­nes para ubi­car a la mujer en una posi­ción artís­ti­ca feme­ni­na. A con­ti­nua­ción seña­la­mos las carac­te­rís­ti­cas de este gru­po.

Polvos de Gallina Negra

Mayer (1990, p. 12) comen­ta que este Gru­po es fun­da­do en 1983, inte­gra­do por Móni­ca Mayer, Moris Bus­ta­man­te y Her­mi­nia Dosal. La deci­sión de nom­brar­lo Pol­vo de Galli­na Negra evo­ca un reme­dio con­tra el mal de ojo. Según estas artis­tas, su deci­sión de nom­bre fue sen­ci­lla, ya que en este mun­do es difí­cil ser artis­ta auna­do a ser mujer artis­ta, pero lo más nefas­to y con­de­na­do por el patriar­ca­do es tra­tar de ser artis­ta femi­nis­ta, por lo que pen­sa­ron que sería sabio pro­te­ger­se ya des­de el nom­bre.

Aña­de que una de las fun­da­do­ras de este gru­po, en una entre­vis­ta publi­ca­da en el perió­di­co El Uni­ver­sal, comen­ta que al inte­rior exis­ten dos carac­te­rís­ti­cas: se reto­ma la idio­sin­cra­sia mexi­ca­na, como lo popu­lar, la ima­gi­ne­ría, el len­gua­je; y en segun­do lugar el humor dis­tin­ti­vo del mexi­cano, que es un poco negro, con jue­gos de pala­bras y doble sen­ti­do.

Den­tro de este gru­po, mar­ca­ron los siguien­tes obje­ti­vos (Mayer, 2001):

  • Ana­li­zar la ima­gen de la mujer en el arte y los medios de comu­ni­ca­ción.
  • Estu­diar y pro­mo­ver la par­ti­ci­pa­ción de la mujer en el arte.
  • Crear imá­ge­nes a par­tir de la expe­rien­cia de ser mujer en el patriar­ca­do, para dar una visión inno­va­do­ra de la reali­dad.

Bajo estos con­cep­tos deci­die­ron tener un emble­ma que mar­ca­ra su pro­pues­ta, usa­do a lo lar­go de su tra­ba­jo:

Figura 1. Concepto del grupo: Polvo de Gallina Negra.
(Publicada en la revista FEM 1984)

En una entre­vis­ta para el perió­di­co El Uni­ver­sal, Móni­ca Mayer habla sobre el gru­po que con­for­mó, y hace hin­ca­pié en sus con­cep­tos fun­da­men­ta­les:

Se tra­ba­ja con mucho humor ya que esta es la for­ma. El femi­nis­mo es un tema tan can­den­te y con­tro­ver­ti­do y difí­cil que, si no uti­li­za el sen­ti­do del humor, la gen­te no te oye o te agre­de. (…) es a tra­vés del humor que uno se pue­de comu­ni­car (Mayer, 1990; en Ville­gas, 2006, p. 3).

Y pro­si­gue su comen­ta­rio al seña­lar que el humor está pre­sen­te des­de el nom­bre:

El pol­vo de galli­na negra es el reme­dio infa­li­ble con­tra el mal de ojo. Noso­tros sabe­mos que a las muje­res les hacen mal de ojo… más si somos femi­nis­tas y si somos artis­tas femi­nis­tas ¡peor nos va! Por eso diji­mos vamos a lla­mar­nos “Pol­vo de Galli­na Negra”, en el nom­bre, está el reme­dio (Mayer,1990; en Ville­gas, 2006, p. 48).

El pri­mer pro­yec­to del gru­po Galli­na Negra fue un per­for­man­ce (espec­tácu­lo de músi­ca, dan­za, tea­tro y artes plás­ti­cas) que con­sis­tió en “la rece­ta del gru­po Pol­vo de Galli­na Negra para hacer­le el mal de ojo a los vio­la­do­res”; o “el res­pe­to al dere­cho del cuer­po es la paz”, mani­fies­to con­tra la vio­len­cia hacia las muje­res, rea­li­za­da en el Hemi­ci­clo a Juá­rez, en 1983. La rece­ta es:

Ingre­dien­tes:

2 doce­nas de ojos y cora­zo­nes de mujer que se acep­te como tal.

20 kg. de rayos y cen­te­llas de mujer que se eno­ja cuan­do le agre­den.

1 tone­la­da de múscu­los de ace­ro de mujer que exi­ge res­pe­to a su cuer­po.

3 len­guas de mujer que no se some­te aún cuan­do fue vio­la­da.

1 sobre de gre­ne­ti­na de mujer, sabor espi­na­ca, que com­pren­de y apo­ya a una mujer que fue vio­la­da.

30 gra­mos. de pol­vo de voces que des­mi­ti­fi­quen la vio­la­ción.

7 gotas de hom­bres que apo­yen la lucha con­tra la vio­la­ción.

1 piz­ca de legis­la­do­res intere­sa­dos en los cam­bios socia­les que deman­da­mos las muje­res.

Unas cuan­tas cucha­ra­das de fami­lias y escue­las que no pro­mue­ven los roles tra­di­cio­na­les.

3 doce­nas de men­sa­jes de comu­ni­ca­do­res res­pon­sa­bles que dejen de pro­du­cir imá­ge­nes que pro­mue­ven la vio­la­ción.

3 pelos de super­fe­mi­nis­ta.

2 col­mi­llos de mili­tan­te de par­ti­do de opo­si­ción.

½ ore­ja de espon­tá­neo y curio­so.

Siguien­do cui­da­do­sa­men­te las ins­truc­cio­nes sobre el modo de pre­pa­ra­ción logra­re­mos tener como resul­ta­do final nues­tra explo­si­va mez­cla con la cual Ud. podrá sor­pren­der a los vio­la­do­res que habi­tan su mis­ma casa o la de la veci­na, los tími­dos y los agre­si­vos, los pasi­vos y los acti­vos, y los que la ace­chan en el tra­ba­jo o en el camión y final­men­te a los que se escon­den en la noche que hoy veni­mos a tomar.

 GRUPO POLVO DE GALLINA NEGRA

(Fun­da­do el 21 de junio de 1983)

Maris Bus­ta­man­te

Her­mi­nia Dosal

Móni­ca Mayer

Nota

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Rece­ta del gru­po Pol­vo de Galli­na Negra para hacer­le

el Mal de Ojo a los Vio­la­do­res, 1983. Publi­ca­do en la

Agen­da Femi­nis­ta de 1984. Archi­vo Pin­to mi Raya.

Figu­ra 2. Toma­do de http://​pre​gun​te​.pin​to​mi​ra​ya​.com/​i​m​a​g​e​s​/​4​R​e​c​e​t​a​P​G​N​1​9​8​3​1​.​jpg

Las principales integrantes de Polvo de Gallina Negra.

Móni­ca Mayer: De la Ciu­dad de Méxi­co, artis­ta visual, fun­da­do­ra de los colec­ti­vos artís­ti­co No-gru­po y Pol­vo de Galli­na Negra, pio­ne­ra en Méxi­co del arte femi­nis­ta. Actual­men­te sigue como acti­vis­ta del arte femi­nis­ta. For­mó par­te del cam­bio en la for­ma de pen­sar del artis­ta, pro­mo­vió la poli­ti­za­ción del arte y la expan­sión de éste a todo públi­co; acer­có y pro­mo­vió el arte ante la socie­dad, lo hizo públi­co a par­tir de medios no tra­di­cio­na­les y medios de comu­ni­ca­ción masi­va, sin depen­der por com­ple­to del mer­ca­do del arte. Jun­to con su espo­so Víc­tor Ler­ma, crea­ron un archi­vo con infor­ma­ción de los colec­ti­vos, su pro­duc­ción y las acti­vis­tas, lla­ma­do “Archi­vo Pin­to Mi Raya” (McKe­lli­gan, 2006).

Maris Bus­ta­man­te: Luchó con­tra obs­tácu­los impues­tos por el gobierno, la ins­ti­tu­ción y el mer­ca­do del arte, para cam­biar tan­to al cam­po artís­ti­co en Méxi­co como a quie­nes lo pro­du­cían.

Her­mi­nia Dosal: Inte­gran­te que duró poco, por dife­ren­cias de opi­nión. No obs­tan­te, siguió los mis­mos plan­tea­mien­tos polí­ti­cos, pues el ser fotó­gra­fa le hacía no coin­ci­dir con el per­for­man­ce. Actual­men­te pro­du­ce publi­ci­dad comer­cial (Mayer, 1990).

Como se obser­va en el reco­rri­do de las muje­res des­de los años seten­ta, exis­te una par­ti­ci­pa­ción den­tro de la crea­ción feme­ni­na con una fuer­te ten­den­cia femi­nis­ta por dar­le fuer­za y ser reco­no­ci­do como un Arte Femi­nis­ta que reco­ge sus expe­rien­cias.

Reflexiones

Como se obser­va, esta gene­ra­ción de artis­tas femi­nis­tas pro­po­ne con su crea­ción nue­vas imá­ge­nes de la mujer que opa­quen los este­reo­ti­pos impues­tos por un sis­te­ma patriar­cal en base a una recons­truc­ción de cua­dros cos­tum­bris­tas con imá­ge­nes que mues­tran rela­cio­nes socia­les con un cam­bio de con­tex­to.

Se obser­va cómo todo artis­ta nece­si­ta espa­cios en lo que expre­se su viven­cia, su his­to­ria, don­de brin­de una diver­si­dad de expe­rien­cias que en la prác­ti­ca son plas­ma­das de diver­sas for­mas inno­van­do lo coti­diano, lo cual en la mujer se ve como trans­gre­sor, lle­ván­do­la a ser mar­gi­na­da; sin embar­go, esto no obs­ta­cu­li­za seguir crean­do una obra de arte que expre­se su iden­ti­dad.

El arte es una for­ma de expre­sar las viven­cias median­te una obra crea­ti­va, de cómo se enfren­tan los incon­ve­nien­tes, expre­san­do las cir­cuns­tan­cias que están alre­de­dor, con­for­man­do una tra­yec­to­ria de la his­to­ria de arte que debe ser visua­li­za­da y reco­no­ci­da en sus esfuer­zos por legi­ti­mar­la como una acti­vi­dad pro­fe­sio­nal. El pre­sen­te tra­ba­jo tra­ta de recu­pe­rar los obje­ti­vos de las artis­tas femi­nis­tas para el arte en gene­ral, un arte inclu­si­vo de varo­nes y muje­res. Auna­do a lo cual, tam­bién per­mi­te plan­tear­se pun­tos de explo­ra­ción, como son la posi­ción de los varo­nes den­tro del gru­po, cómo mane­ja­ron las crí­ti­cas no pro­duc­ti­vas, por qué se apa­gó su difu­sión, entre otras cosas. A su vez, nos mues­tran que el arte es una impe­rio­sa nece­si­dad que pro­vo­ca pro­po­ner nue­vas herra­mien­tas de mani­fes­ta­ción de la crea­ti­vi­dad en nues­tra vida.

Actual­men­te el arte de la mujer sigue invi­si­bi­li­za­do, aun­que algu­nas son muy nom­bra­das. Los tra­ba­jos de los gru­pos des­cri­tos nece­si­tan un aná­li­sis minu­cio­so para enten­der su tra­ba­jo de empo­de­ra­mien­to a la mujer, no sólo en el arte sino en todo con­tex­to. Cabe seña­lar que actual­men­te muchos con­cep­tos de estos gru­pos femi­nis­tas son usa­dos como paro­dias en los medios de comu­ni­ca­ción, per­dien­do el sen­ti­do del obje­ti­vo por el cual se pro­pu­sie­ron.

A su vez, la infor­ma­ción de este tra­ba­jo tra­ta de pro­pi­ciar curio­si­dad para pro­fun­di­zar más sobre los obje­ti­vos toma­dos de las teo­rías femi­nis­ta, que per­mean no solo al arte sino a toda una his­to­ria de las per­so­nas fren­te a la exclu­sión en dife­ren­tes con­tex­tos.

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Notas

1. Pro­fe­so­ra de la Carre­ra de Psi­co­lo­gía de la FES Izta­ca­la. Correo elec­tró­ni­co: mar_khxe@hotmail.com