El abuelazgo, una forma de crianza en la familia Descargar este archivo (5.pdf)

Jessica Paola Obregón Patiño[1], Laura Evelia Torres Velázquez[2]

Universidad Nacional Autónoma de México

Resumen

El abue­laz­go es una cons­truc­ción social que se ha imple­men­ta­do en las fami­lias debi­do a los cam­bios socia­les, eco­nó­mi­cos y cul­tu­ra­les que las afec­tan; su prác­ti­ca da cuen­ta de las for­mas de crian­za de las y los nie­tos, vin­cu­la­das con la res­pon­sa­bi­li­dad, afec­to, auto­ri­dad y la cons­truc­ción de géne­ro, que se lle­van a cabo en la vida coti­dia­na. El obje­ti­vo de la pre­sen­te inves­ti­ga­ción fue dar cuen­ta del esti­lo de crian­za de una abue­la, quien se ha hecho car­go de la edu­ca­ción de su nie­ta. Se uti­li­zó meto­do­lo­gía cua­li­ta­ti­va de cor­te com­pren­si­va-inter­pre­ta­ti­va con el fin de res­ca­tar los sig­ni­fi­ca­dos des­de la voz de la par­ti­ci­pan­te, como téc­ni­ca de reco­lec­ción se uti­li­zó la entre­vis­ta semi­es­truc­tu­ra­da; los resul­ta­dos se pre­sen­tan con base en el aná­li­sis del con­te­ni­do temá­ti­co. Los prin­ci­pa­les hallaz­gos mues­tran que la crian­za inte­gra prác­ti­cas de cui­da­do, con­fian­za, auto­ri­dad y afec­ti­vi­dad; asi­mis­mo, se encon­tró que el géne­ro es un ele­men­to que per­mea en todo tiem­po estas prác­ti­cas.

Pala­bras cla­ve: Abue­laz­go, crian­za, cui­da­do, afec­ti­vi­dad, géne­ro.

Abstract

Grand­pa­renthood is a social cons­truc­tion that has been imple­men­ted in fami­lies due to social, eco­no­mic, and cul­tu­ral chan­ges that affect them. This prac­ti­ce accounts for the ways of rai­sing grand­chil­dren, lin­ked to res­pon­si­bi­lity, affec­tion, autho­rity, and gen­der that take pla­ce in every­day life. The objec­ti­ve of this research was to analy­ze the paren­ting sty­le of a grand­mother, who took care of her grand­daugh­te­r’s rai­sing. A qua­li­ta­ti­ve com­prehen­si­ve-inter­pre­ti­ve metho­do­logy was used to res­cue the mea­nings from the par­ti­ci­pan­t’s voi­ce. A semi struc­tu­red inter­view was used as a collec­tion tech­ni­que. Results are pre­sen­ted based on the analy­sis of the the­ma­tic con­tent. The main fin­dings show that paren­ting inte­gra­tes prac­ti­ces of care, trust, autho­rity, and affec­tion. Like­wi­se, it was found that gen­der is an ele­ment that always per­mea­tes the­se prac­ti­ces.

Key­words: Grand­mother, paren­ting, care, affec­ti­vity, gen­der.

Introducción

El con­cep­to de fami­lia deno­ta la impor­tan­cia de reco­no­cer que es un tér­mino plu­ral, con posi­bi­li­da­des de cons­truc­ción y ale­ja­do, sobre todo en este momen­to his­tó­ri­co, de una mira­da tra­di­cio­nal hege­mó­ni­ca don­de solo está con­for­ma­da por el padre, la madre y los hijos(as) (Pérez, 2011).

Tam­bién impli­ca con­ce­bir el con­cep­to des­de la plu­ra­li­dad, con­si­de­ran­do los cam­bios his­tó­ri­cos, socia­les, eco­nó­mi­cos, tec­no­ló­gi­cos y cul­tu­ra­les (Beck y Beck-Gernsheimm, 2012). De ahí que el posi­cio­na­mien­to teó­ri­co del cual se par­te es el cons­truc­cio­nis­mo, ya que des­de esta pos­tu­ra se reco­no­cen las dife­ren­tes posi­bi­li­da­des de cons­truc­ción de la fami­lia, vali­dan­do los dife­ren­tes cam­bios que enfren­ta y con­si­de­ran­do siem­pre el momen­to his­tó­ri­co, la cul­tu­ra y los sig­ni­fi­ca­dos de los dife­ren­tes inte­gran­tes (Ger­gen, 2012).

En este sen­ti­do, den­tro de los cam­bios que visi­bi­li­zan a la fami­lia como un cons­truc­to diná­mi­co, en el que se lle­van a cabo pro­ce­sos de legi­ti­ma­ción de roles, se encuen­tra el abue­laz­go o abue­li­dad. Norie­ga y Velas­co (2013), Marín Ren­gi­fo y Pala­cio-Valen­cia (2015b) y Mal­do­na­do (2015), men­cio­nan que, en Espa­ña, en Colom­bia y en Méxi­co res­pec­ti­va­men­te, el aumen­to en la espe­ran­za de vida, la dis­mi­nu­ción en las tasas de nata­li­dad, la inser­ción de la mujer en la vida labo­ral, los cam­bios en la nup­cia­li­dad, así como la con­vi­ven­cia en los hoga­res de tres o más gene­ra­cio­nes a par­tir de los años ochen­ta, han posi­bi­li­ta­do que los abue­los y abue­las ten­gan un papel acti­vo den­tro de la crian­za y el cui­da­do de los y las nie­tas.

Diver­sos auto­res (Pérez-Duar­te, 2014; Marín-Ren­gi­fo y Pala­cio-Valen­cia, 2015a; Marín-Ren­gi­fo y Pala­cio-Valen­cia, 2015b; Zapa­ta, Cas­tro y Agu­de­lo, 2016) mani­fies­tan que la fun­ción de los adul­tos mayo­res como abue­los dedi­ca­dos a la crian­za se ha incre­men­ta­do; sin embar­go, no tene­mos un dato con­ci­so de cuán­tos adul­tos mayo­res se dedi­can a la crian­za, por­que no hay una medi­da o cen­so que nos pro­por­cio­ne esta infor­ma­ción (Kán­ter-Coro­nel, 2021). El índi­ce de pobla­ción de adul­tos mayo­res, el vivir en un domi­ci­lio dife­ren­te al de los hijos o vivir con los hijos e hijas, el ocu­par­se del hogar, el ser jubi­la­do o pen­sio­na­do, etc., no refle­ja la fun­ción del abue­laz­go. Qui­zá hace fal­ta que los gobier­nos incor­po­ren un indi­ca­dor que nos per­mi­ta cono­cer cuán­tos adul­tos mayo­res rea­li­zan la fun­ción del abue­laz­go y las reper­cu­sio­nes fami­lia­res, socia­les y eco­nó­mi­cas que esto ha teni­do.

La legi­ti­ma­ción del tér­mino abue­laz­go invi­ta a mirar por un lado las diná­mi­cas fami­lia­res don­de se lle­van a cabo prác­ti­cas de crian­za, cui­da­do, afec­ti­vi­dad y auto­ri­dad en los nie­tos, por impo­si­ción, dele­ga­ción, volun­ta­rie­dad o nego­cia­ción; y por otro lado, refle­xio­nar cómo se cons­tru­yen roles de mater­ni­dad o pater­ni­dad de los abue­los y abue­las, ya sea por res­pon­sa­bi­li­dad o por sen­ti­mien­tos de afec­to (Gon­zá­lez et al., 2010; Weis­brot y Girau­do, 2012; Mal­do­na­do-Sau­ce­do, 2015), los cua­les des­de una mira­da bio­lo­gi­cis­ta solo esta­rían reco­no­ci­dos por la con­san­gui­ni­dad.

Den­tro de los estu­dios de abue­li­dad se ha encon­tra­do que exis­ten dife­ren­cias con las prác­ti­cas de crian­za y cui­da­do de los pro­ge­ni­to­res. La crian­za ha sido rela­cio­na­da con sen­ti­mien­tos de obli­ga­ción y res­pon­sa­bi­li­dad, pero impli­ca un mayor sen­ti­mien­to de car­ga emo­cio­nal en las abue­las, ya que invo­lu­cra el esta­ble­ci­mien­to de lími­tes, tiem­po y vigi­lan­cia de las acti­vi­da­des enco­men­da­das a los nie­tos; inclu­so algu­nos abue­los y abue­las indi­can que son más fle­xi­bles con los nie­tos de lo que fue­ron con sus hijos e hijas. En el caso del cui­da­do, se rela­cio­na sobre todo con espa­cios de tiem­po cor­tos o espo­rá­di­cos, en los cua­les no exis­te un sen­ti­mien­to de pre­sión emo­cio­nal (Weis­brot y Girau­do, 2012; Marín-Ren­gi­fo y Pala­cio-Valen­cia, 2015a; Marín-Ren­gi­fo y Pala­cio-Valen­cia, 2015b).

Aho­ra bien, un pun­to que es nece­sa­rio resal­tar es el estu­dio de géne­ro, ya que se ha encon­tra­do que exis­ten dife­ren­cias en las acti­vi­da­des y en el invo­lu­cra­mien­to emo­cio­nal entre abue­los y abue­las con sus nie­tos y nie­tas (Osu­na, 2006). En cuan­to a las acti­vi­da­des que se rea­li­zan en con­jun­to, son las abue­las quie­nes rea­li­zan tareas esco­la­res con sus nietos(as); mien­tras que los abue­los se cen­tran en acti­vi­da­des recrea­ti­vas y de ocio con ellos y ellas. Con res­pec­to al invo­lu­cra­mien­to emo­cio­nal, son las abue­las quie­nes los cono­cen más debi­do a la cer­ca­nía afec­ti­va que cons­tru­yen con sus nie­tos y nie­tas (Osu­na, 2006; León et al., 2016).

Mar­tí­nez-Espi­no­za y Gaxio­la-Robles (2019), repor­tan algu­nos males­ta­res en la prác­ti­ca del Abue­laz­go. Por ejem­plo, a las abue­las, al ser muje­res, se les atri­bu­ye el cui­da­do y la aten­ción de la fami­lia; y, si no lo cum­plen, gene­ran sen­ti­mien­tos de cul­pa y algu­nos cues­tio­na­mien­tos e inco­mo­di­dad en la fami­lia exten­sa. Inclu­so cuan­do el moti­vo para no encar­gar­se del cui­da­do de los nietos(as) sea por can­san­cio, enfer­me­dad y/o moles­tias físi­cas como par­te del pro­ce­so de enve­je­ci­mien­to, pro­vo­can­do en las abue­las un sen­ti­mien­to de dis­mi­nu­ción para ejer­cer el cui­da­do; sin embar­go, en muchas oca­sio­nes acce­den a encar­gar­se del cui­da­do, aun enfer­mas o can­sa­das, para no ser cues­tio­na­das, no sen­tir­se cul­pa­bles, o no pare­cer indi­fe­ren­tes ante la nece­si­dad de los hijos o hijas de que les cui­den a su pro­le.

Dado lo plan­tea­do ante­rior­men­te, en este estu­dio con­si­de­ra­mos impor­tan­te dar cuen­ta del papel que los abue­los y abue­las han rea­li­za­do en la crian­za de sus nie­tos y nie­tas, en algu­nas oca­sio­nes como cui­da­do­res y en otras sus­ti­tu­yen­do el papel de padre y/o madre. Por lo tan­to, el obje­ti­vo de este tra­ba­jo es dar cuen­ta del esti­lo de crian­za[3] de una mujer que es abue­la, que se ha hecho car­go de su nie­ta y que rea­li­za la fun­ción de abue­laz­go.

Método

Participantes

Sil­via[4] es una mujer de 58 años al momen­to de la entre­vis­ta, ori­gi­na­ria del nor­te de la Ciu­dad de Méxi­co. Tie­ne estu­dios de bachi­lle­ra­to y actual­men­te se dedi­ca al hogar. Está casa­da des­de hace 40 años con su espo­so Luis, quien tie­ne 62 años; él es cho­fer de un trái­ler en una empre­sa de paque­te­ría. Jun­tos tuvie­ron dos hijos varo­nes, el pri­me­ro de ellos es Pedro de 39 años y el segun­do es Geró­ni­mo de 36. Sil­via fue abue­la por pri­me­ra vez a los 37 años, ya que su hijo menor se hizo car­go de la crian­za de una niña, hija solo de su pare­ja; des­pués de un año Geró­ni­mo pro­creó una hija con su pare­ja. Las eda­des actua­les de sus nie­tas por par­te de su hijo menor son de 21 y 20 años. Sil­via no man­tie­ne con­tac­to con ellas, solo con Geró­ni­mo vía tele­fó­ni­ca y a veces cuan­do va a visi­tar­la a su domi­ci­lio.

Has­ta los 51 años Sil­via se asu­me como abue­la, cuan­do nace su nie­ta Tere­sa, hija de Pedro; a los 53 años ella deci­de (dadas las cir­cuns­tan­cias) hacer­se car­go, jun­to con su hijo mayor, de la crian­za de su nie­ta Tere­sa. Actual­men­te Sil­via, su espo­so Luis, su hijo Pedro y su nie­ta Tere­sa de 7 años viven en un depar­ta­men­to pro­pio en el Esta­do de Méxi­co.

Pedro apor­ta eco­nó­mi­ca­men­te para el man­te­ni­mien­to del hogar y se hace car­go del sus­ten­to eco­nó­mi­co de su hija. Él tie­ne el bachi­lle­ra­to ter­mi­na­do y, al momen­to de la entre­vis­ta, tra­ba­ja como geren­te en la mis­ma com­pa­ñía de paque­te­ría en la que tra­ba­ja su papá. Sil­via men­cio­nó que tie­ne pro­ble­mas de reu­ma­tis­mo en una mano y una pier­na, lo cual hace que sufra de fuer­tes dolo­res cuan­do hace mucho frío.

Tipo de estudio

Se uti­li­zó meto­do­lo­gía cua­li­ta­ti­va de cor­te com­pren­si­va-inter­pre­ta­ti­va, ya que per­mi­te con­tex­tua­li­zar los dife­ren­tes dis­cur­sos, en este caso de la par­ti­ci­pan­te quien narra su expe­rien­cia de abue­laz­go (Den­zin y Lin­coln, 2011). Asi­mis­mo, esta meto­do­lo­gía per­mi­te, con base en sus dis­cur­sos y acor­de a las cate­go­rías de inte­rés, rea­li­zar un aná­li­sis inter­pre­ta­ti­vo de sus des­crip­cio­nes de vida coti­dia­na enfo­ca­das al abue­laz­go (Ito y Var­gas, 2005).

Se uti­li­zó como téc­ni­ca de reco­lec­ción de la infor­ma­ción la entre­vis­ta semi­es­truc­tu­ra­da, por­que ayu­da a cono­cer la infor­ma­ción de los par­ti­ci­pan­tes, gra­cias a las des­crip­cio­nes colo­quia­les de su reali­dad y des­de su pers­pec­ti­va per­so­nal; asi­mis­mo, per­mi­te res­ca­tar los sig­ni­fi­ca­dos que los par­ti­ci­pan­tes han cons­trui­do sobre su expe­rien­cia en el tema a inves­ti­gar (Mar­tí­nez, 2006; Kva­le, 2011). La entre­vis­ta semi­es­truc­tu­ra­da se basó en 4 ejes de aná­li­sis: esti­lo de crian­za, cons­truc­ción de la mater­ni­dad o pater­ni­dad en los y las abue­las, el estu­dio de géne­ro y la incer­ti­dum­bre ante la posi­bi­li­dad de pér­di­da de la crian­za de nie­tos-nie­tas.

Procedimiento

La invi­ta­ción a for­mar par­te del estu­dio se reali­zó por vía tele­fó­ni­ca a la par­ti­ci­pan­te, en don­de se men­cio­na­ron los pro­pó­si­tos de la inves­ti­ga­ción, la moti­va­ción y la impor­tan­cia de mos­trar la expe­rien­cia del abue­laz­go. Asi­mis­mo, se hicie­ron pun­tua­li­za­cio­nes éti­cas don­de se expli­có la liber­tad para par­ti­ci­par, la deci­sión de com­par­tir cier­ta infor­ma­ción o de aban­do­nar el estu­dio en cual­quier momen­to. Se enfa­ti­zó en que, si desea­ba par­ti­ci­par, se uti­li­za­ría un seu­dó­ni­mo para ella y para los par­ti­ci­pan­tes de su fami­lia, con el fin de sal­va­guar­dar sus iden­ti­da­des. Se le men­cio­nó la impor­tan­cia de gra­bar la entre­vis­ta y se soli­ci­tó su per­mi­so para hacer­lo. Una vez que la par­ti­ci­pan­te brin­dó su con­sen­ti­mien­to oral, se fijó la cita para rea­li­zar la entre­vis­ta vía tele­fó­ni­ca.

Se eli­gió el aná­li­sis de con­te­ni­do temá­ti­co, ya que per­mi­te rea­li­zar inter­pre­ta­cio­nes de las des­crip­cio­nes del mun­do de los par­ti­ci­pan­tes, con­si­de­ran­do su con­tex­to social y la pers­pec­ti­va per­so­nal. Para rea­li­zar­lo, se lle­vó a cabo la trans­crip­ción, codi­fi­ca­ción y cate­go­ri­za­ción de las uni­da­des de infor­ma­ción, obte­ni­das con base en la simi­li­tud de su sig­ni­fi­ca­do (Váz­quez, 1996).

Resultados

Los resul­ta­dos de este estu­dio se van a pre­sen­tar con base en 4 ejes de aná­li­sis: esti­lo de crian­za de los y las abue­las y sus com­po­nen­tes (crian­za, cui­da­do, afec­ti­vi­dad, auto­ri­dad); cons­truc­ción de la mater­ni­dad o pater­ni­dad en los y las abue­las; el estu­dio de géne­ro, como ele­men­to pre­sen­te en las prác­ti­cas de crian­za, ​e incer­ti­dum­bre ante la posi­bi­li­dad de pér­di­da de la crian­za de nie­tos-nie­tas:

Estilo de crianza (crianza, cuidado, afectividad, autoridad)

El esti­lo de crian­za es la for­ma en la cual la fami­lia incor­po­ra ele­men­tos que con­si­de­ra impor­tan­tes para ense­ñar y edu­car a los hijos e hijas; invo­lu­cra todo aque­llo que los padres y madres con­si­de­ran que deben incluir para for­mar a los infan­tes en per­so­nas autó­no­mas e inde­pen­dien­tes. Agui­rre (2000) e Izze­din y Pacha­joa (2009) con­si­de­ran que la crian­za es ese pro­ce­so que faci­li­ta al niño y a la niña incor­po­rar­se y des­en­vol­ver­se ade­cua­da­men­te en la socie­dad.

La crian­za sur­ge en la vida de hom­bres y muje­res cuan­do se enfren­tan al naci­mien­to o adop­ción de un infan­te que esta­rá des­de ese momen­to a su car­go. Sin embar­go, en el caso de los adul­tos mayo­res, ellos no toman la deci­sión de ser abue­los; enton­ces, ¿qué pasa cuan­do por segun­da vez a estos hom­bres y muje­res se les pre­sen­ta la opor­tu­ni­dad de ejer­cer la crian­za? Los adul­tos mayo­res gene­ral­men­te toman la deci­sión de ayu­dar a sus hijos o hijas por tener una rela­ción afec­ti­va con sus nietos(as) o bien, por­que se los deja­ron debi­do a que, en muchas oca­sio­nes, sus hijos e hijas no pla­nea­ron o pre­vie­ron lo que impli­ca­ría en sus vidas y acti­vi­da­des la lle­ga­da de un infan­te.

Este es el caso de Sil­via, quien men­cio­na que acce­dió a hacer­se car­go de la crian­za de Tere­sa debi­do a la fal­ta de cui­da­do que le tenía su nue­ra. Ella narra que cuan­do la lle­va­ban a su casa obser­va­ba que la niña pre­sen­ta­ba siem­pre un esta­do de des­nu­tri­ción, por lo que un día le dijo a su hijo que se la tra­je­ra a su casa y ella se haría car­go de su cui­da­do. Esta deci­sión vino acom­pa­ña­da de cier­to ner­vio­sis­mo debi­do a que reco­no­cía que ya había per­di­do la prác­ti­ca de cui­dar a un menor:

… sí le entra­ban a uno ner­vios, como que ya per­dis­te la cos­tum­bre… pues lo vuel­ves otra vuel­ta a reto­mar, pero… pues aho­ra sí que… adap­tán­do­se poco a poco, ya fue como que real­men­te nos ubi­ca­mos en lo que era.

Resul­ta intere­san­te que Sil­via men­cio­ne “per­dis­te la cos­tum­bre” como un ele­men­to impor­tan­te que le gene­ra cier­to ner­vio­sis­mo; con ello se pue­de men­cio­nar que las prác­ti­cas de cui­da­do una vez, que se apren­den con los hijos e hijas, solo hace fal­ta recor­dar­las para lle­var­las a cabo con los nie­tos. Es decir, la crian­za (en este caso de Tere­sa) fue posi­ble gra­cias a las cons­tan­tes acti­vi­da­des que se rea­li­za­ron años atrás y que aho­ra, al ser recor­da­das en la prác­ti­ca, per­mi­ten esta adap­ta­ción y un sen­ti­mien­to de segu­ri­dad que con­tri­bu­ye a dis­mi­nuir la posi­ble ansie­dad; lo cual deja entre­ver que Sil­via, aho­ra como abue­la, cons­tru­ye nue­va­men­te un papel de res­pon­sa­bi­li­dad como par­te del cui­da­do de su nie­ta.

Cabe recor­dar que los estu­dios de la abue­li­dad mar­can una dife­ren­cia entre la crian­za y el cui­da­do, ya que seña­lan que la crian­za tie­ne que ver sobre todo con un sen­ti­mien­to de obli­ga­ción, car­ga emo­cio­nal y res­pon­sa­bi­li­dad; mien­tras que el cui­da­do tie­ne que ver con lap­sos de tiem­po cor­to o espo­rá­di­co, don­de no exis­te pre­sión emo­cio­nal (Weis­brot y Girau­do, 2012; Marín-Ren­gi­fo y Pala­cio-Valen­cia, 2015a). Sin embar­go, con­si­de­ra­mos que crian­za y cui­da­do no se pue­den sepa­rar, ya que el cui­da­do es uno de los ele­men­tos del esti­lo de crian­za, el cual for­ma par­te del pro­ce­so de pre­pa­rar al niño y a la niña no solo para des­en­vol­ver­se en socie­dad, sino que impli­ca aten­cio­nes físi­cas, emo­cio­na­les y socia­les; por su par­te, el cui­da­do no solo pue­de cata­lo­gar­se con base en los perio­dos de tiem­po cor­to, ya que con ello se da por enten­di­da una pos­tu­ra pasi­va ante el otro, des­de una tem­po­ra­li­dad. Des­de nues­tra pers­pec­ti­va, el cui­da­do impli­ca una acción, un actuar de la per­so­na que cui­da, así como una res­pon­sa­bi­li­dad con­si­go mis­ma y con los otros, en este caso los nie­tos y nie­tas, tal como se obser­va en lo refe­ri­do por Sil­via:

Pues la rela­ción está en que la cui­do, en par­te por­que es hija de Pedro y por­que real­men­te para mí sig­ni­fi­ca dema­sia­do, y no quie­ro ver­la que se enfer­me para nada, en nada, por­que yo cuan­do se enfer­ma por cual­quier cues­tión, entro en deses­pe­ra­ción… me pon­go a llo­rar con ella y ya la abra­zo… y así has­ta que se tran­qui­li­za… y has­ta que se me pasa, no sé si sean cues­tio­nes nor­ma­les o sea cosa mía… pero real­men­te para mí vale mucho.

En su dis­cur­so se pue­de adver­tir que Sil­via rela­cio­na el cui­da­do, la crian­za y el afec­to, ya que mues­tra la dedi­ca­ción que tie­ne cuan­do su nie­ta Tere­sa está enfer­ma. Tam­bién se evi­den­cian las aten­cio­nes físi­cas y emo­cio­na­les que tie­nen que ver con la crian­za y el cui­da­do media­do por la cons­truc­ción de géne­ro, ya que se ha socia­li­za­do que las muje­res son las res­pon­sa­bles del cui­da­do de la salud (Lagar­de, 1996).

Aho­ra bien, otro pun­to impor­tan­te den­tro de la crian­za es la demos­tra­ción de afec­to tra­du­ci­do en emo­cio­nes y sen­ti­mien­tos, los cua­les pue­den con­tri­buir no solo a la posi­bi­li­dad de iden­ti­fi­car­se como abue­los, sino de apro­piar­se de un rol dife­ren­te, en este caso el de madre, tal como com­par­te la par­ti­ci­pan­te:

… has­ta que la niña nació es como yo empe­cé a sen­tir que para mí era muy impor­tan­te… muy muy mucho muy fuer­te el cari­ño hacia ella por­que era como que si fue­ra mi hija, mi pro­pia hija que yo hubie­ra teni­do; enton­ces fue para mí muy impor­tan­te y has­ta la fecha es muy impor­tan­te.

Sin embar­go, esto no apli­ca para todas las nie­tas de Sil­via, ya que men­cio­na:

No, como que es más con­fian­za [con Tere­sa] que con la [nie­ta] más gran­de por­que con la otra casi no nos vemos, o sea nos vemos cada quin­ce días o dos veces al mes, así dia­rio, dia­rio no nos vemos. A Úrsu­la [nie­ta más gran­de] pues sí la quie­ro, pero es un poqui­to menos la con­vi­ven­cia, si estu­vie­ra aquí yo creo que sería igual; pero como la tie­nen todo el tiem­po como quien dice ence­rra­da, uno no se pue­de poner con­tra lo que la mamá diga, aun­que uno qui­sie­ra lo con­tra­rio ¡pues no se pue­de! No vas a pasar por enci­ma de la auto­ri­dad de la mamá. Si estu­vie­ra más cer­ca­na, a lo mejor si se die­ra un poqui­to más la con­fian­za y se lle­ga­ría al extre­mo que se está lle­gan­do aho­ri­ta con Tere­sa y sería más agra­da­ble, pero pues des­gra­cia­da­men­te, pues no se pue­de.

Enton­ces, ¿qué hace que la rela­ción de afec­to varie de una nie­ta a otra? Sil­via lo atri­bu­ye a la cer­ca­nía, a la con­vi­ven­cia; ella seña­la que, si con­vi­vie­ra más con su otra nie­ta, podría lle­gar a tener la mis­ma rela­ción con las dos. De acuer­do con Zapa­ta, Cas­tro y Agu­de­lo (2016), la crian­za de los abue­los se carac­te­ri­za más por la afec­ti­vi­dad que por la res­pon­sa­bi­li­dad, a dife­ren­cia de la crian­za de las madres y los padres. Sin embar­go, en este caso obser­va­mos que están pre­sen­tes tan­to la res­pon­sa­bi­li­dad como el afec­to, lo cual favo­re­ce que Tere­sa y Sil­via cons­tru­yan con el paso del tiem­po dife­ren­tes roles.

Otro de los ele­men­tos rele­van­tes que tie­nen que ver con la crian­za es la auto­ri­dad, ya que ejer­cer la auto­ri­dad en la fami­lia sig­ni­fi­ca tomar la res­pon­sa­bi­li­dad de vigi­lar, con­du­cir y guiar a las y los hijos con el fin de lograr su mejor desa­rro­llo, por lo que resul­ta sig­ni­fi­ca­ti­vo con­si­de­rar en la crian­za de los abue­los quién ejer­ce esa auto­ri­dad. Sil­via nos comen­ta al res­pec­to:

Que sí lue­go la rega­ño y demás, pero por lógi­ca, ¿no? Pero así si sien­to mucho, de que si se enfer­ma tan­ti­to yo qui­sie­ra que no le pasa­ra nada, que todo lo malo que le pasa­ra le pasa­ra a uno, y no a ella. Pero ¿quién sabe si sea nor­mal eso? Yo creo que pue­de ser una cues­tión nor­mal y que hay mucha gen­te que diga que estoy exa­ge­ran­do, pero yo hago las cosas como las sien­to, por­que sien­to que las cosas son impor­tan­tes. Y ya todo lo demás, es como dice mucha gen­te que exa­ge­ra­mos, pero para noso­tros es lo que sen­ti­mos.

Yerro (2013) seña­la que las y los abue­los sue­len tener una rela­ción menos ten­sa con sus nie­tos y nie­tas, al esta­ble­cer rela­cio­nes de auto­ri­dad dife­ren­tes a las que tie­nen con sus pro­ge­ni­to­res, lo que les per­mi­te mejo­res posi­bi­li­da­des de cui­dar y aten­der a los infan­tes. En el dis­cur­so de Sil­via encon­tra­mos lo que seña­la el autor, al ejer­cer Sil­via la auto­ri­dad con menor ten­sión y bus­can­do el mayor bien­es­tar de la niña.

Construcción de la maternidad o paternidad en las y los abuelos

Así como los hom­bres y las muje­res no nacen como padres y madres, e inclu­so cuan­do las y los abue­los ya ejer­cie­ron la pater­ni­dad, los roles fami­lia­res son diná­mi­cos y fle­xi­bles, pues se van cons­tru­yen­do en la coti­dia­ni­dad, en la cer­ca­nía y en el afec­to; esto auna­do a que los padres se hacen a un lado y otor­gan o dele­gan la crian­za a los abue­los, de modo que se pue­den asu­mir roles dife­ren­tes, tal como se obser­va en lo com­par­ti­do por Sil­via:

… muy muy mucho muy fuer­te el cari­ño hacia ella por­que era como que si fue­ra mi hija, mi pro­pia hija que yo hubie­ra teni­do… No, yo a la niña la empe­cé a sen­tir mía des­de el momen­to en que había naci­do. Y de hecho a mí no me impor­tó, aho­ra si… lo que haya sido su mamá, por­que para mí la niña vale mucho, es muy impor­tan­te en mi vida. La niña tenía año y medio cuan­do ya se que­dó aquí con noso­tros. No seré su mamá de la niña, pero no se vale por­que yo la he edu­ca­do.

Este rol de madre asu­mi­do por Sil­via no solo es iden­ti­fi­ca­do por Tere­sa, sino tam­bién defen­di­do por ella, tal como se obser­va a con­ti­nua­ción:

…a mí no me ve como su abue­li­ta, me dice mamá. Y es como dicen los mucha­chos, mis hijos, que como ellos me dicen mamá, la niña oye, pero no es eso, por­que inclu­so cuan­do sali­mos hace como un mes a com­prar unas mate­rias pri­mas la seño­ra le dijo a la niña ¿oye no le vas a com­prar un dul­ce a tu abue­li­ta? Y ella dijo ¡ella no es mi abue­li­ta, ella es mi mamá! Y bien eno­ja­da que le con­tes­tó a la seño­ra. Y mi mari­do me dice y ¿por qué no dijo lo mis­mo de mí, que soy tam­bién su papá? Nada más a mí dice que yo no soy su abue­li­ta sino su mamá.

Sil­via refie­re que la niña le dice mami y es algo que a ella le com­pla­ce, por­que ocu­pa ese lugar por el cui­da­do y crian­za que le ha dado, aun­que los hijos jus­ti­fi­can que es por­que los oye a ellos decir­le así. Sin embar­go, la rela­ción que se va for­man­do es de afec­to, de cui­da­do una con otra, de con­fi­den­tes cada vez más cer­ca­nas, con las carac­te­rís­ti­cas que ten­dría una rela­ción madre-hija; a dife­ren­cia de la rela­ción con su espo­so, al cual la niña lo defi­ne como su abue­lo, lo cual es com­pren­si­ble por­que ella al vivir tam­bién con su papá, resal­ta esta figu­ra des­de el plano afec­ti­vo.

El estudio de género, elemento presente en las relaciones de crianza

De acuer­do con Osu­na (2006) y León et al., (2016), el géne­ro per­mea las acti­vi­da­des y el invo­lu­cra­mien­to emo­cio­nal entre abue­los y abue­las con sus nie­tos y nie­tas. En este sen­ti­do, se encon­tra­ron coin­ci­den­cias con los auto­res, ya que Sil­via es quien, como mujer, se encar­ga no solo de rea­li­zar las tareas esco­la­res con su nie­ta, sino de todo lo que impli­ca el pro­ce­so de ense­ñan­za y apren­di­za­je. Tam­bién influ­ye el hecho de que su nue­ra no esté pre­sen­te en la vida de su nie­ta, así como de con­tar con la ayu­da y acep­ta­ción de su hijo en la crian­za; por ello, a Sil­via se le ha faci­li­ta­do el cui­da­do y dis­ci­pli­na en la crian­za de Tere­sa:

De orga­ni­za­ción es lo mis­mo solo que se sien­te un poqui­to más pesa­do, es que por ejem­plo en las cues­tio­nes de las tareas de la tele­vi­sión, es más pesa­do por­que man­dan, o sea man­dan la tarea de la pro­gra­ma­ción que hay en la tele­vi­sión, inclu­so las maes­tras man­dan tareas y es más pesa­do por­que este… hay que orga­ni­zar el tiem­po para que este… resuel­va uno las tareas de la tele­vi­sión, las tareas de la escue­la y lo que tie­ne uno que hacer en la casa. Pedro [su hijo y padre de la niña] ha esta­do al pen­dien­te, es él el que se ha con­tac­ta­do con ella para entre­gar las tareas, es por medio de foto­gra­fías es lo que hace­mos noso­tras, por decir él nos man­da men­sa­jes y noso­tras le man­da­mos las fotos o algo para que vea la maes­tra.

Si bien se le ha faci­li­ta­do el cui­da­do y la dis­ci­pli­na de su nie­ta, esto no impli­ca que Sil­via no esté car­ga­da tam­bién de otras acti­vi­da­des enfo­ca­das al man­te­ni­mien­to del hogar, ya que men­cio­na en su dis­cur­so lo “pesa­do” que es orga­ni­zar­se con las tareas esco­la­res y el “queha­cer en la casa”. La sobre­car­ga de acti­vi­da­des domés­ti­cas enfo­ca­das a la lim­pie­za y la ali­men­ta­ción, que son dele­ga­das a las muje­res como par­te de un papel social de géne­ro, ha sido evi­den­cia­do sobre todo en este perio­do de con­fi­na­mien­to (Valle-Mor­fin et al., 2021), lo cual pue­de gene­rar con­se­cuen­cias adver­sas en la salud de las muje­res.

Este aspec­to de sobre­car­ga apa­re­ce de for­ma reite­ra­da en lo com­par­ti­do por Sil­via; se ven los esfuer­zos que hace para tener un rato de jue­go y tiem­po libre para estar con su nie­ta, aspec­to que en oca­sio­nes los padres no con­si­de­ran impor­tan­te, o al tener como prio­ri­dad la pro­vi­sión ali­men­ta­ria, se deja de lado:

Pues de hecho hay veces que me levan­to como a las 5 de la maña­na o algo así, para que me dé tiem­po de hacer un poqui­to de queha­cer y pre­ve­nir las cosas para la comi­da. … yo me levan­to más tem­prano de lo que acos­tum­bro para que me pon­ga un poqui­to a reco­ger, y ver qué es lo que voy a hacer de comer y tener un tiem­po libre para ella [se refie­re a su nie­ta]. Sí jue­go con ella, que a las escon­di­di­llas, que a las esta­tuas de mar­fil, que a la pelo­ta y estoy ahí corrien­do con ella para que no se sien­ta tan así, le digo yo tam­bién me dis­trai­go. O tam­bién nos pone­mos ahí como men­sas a can­tar, ahí esta­mos las dos locas gri­te y gri­te [risas de ella], esta­mos las dos des­can­san­do un poqui­to de la tele­vi­sión.

Otro aspec­to don­de el géne­ro está pre­sen­te es en el esta­ble­ci­mien­to de acti­vi­da­des para edu­car a Tere­sa den­tro del con­tex­to fami­liar, las cua­les están den­tro del posi­cio­na­mien­to hege­mó­ni­co, por­que asu­men que ella debe apren­der a hacer el queha­cer, por­que es mujer:

Pues sí reco­ge la mesa, o está así de que va a lavar los tras­tes ¡aun­que se moja todi­ta, todi­ta! Pero ella según lava los tras­tes, o lue­go me ve que voy a lavar y ya me dice: te ayu­do a lavar. Y lue­go ya va y me dice te ayu­do, y le digo, tú me vas a pasar la ropa ¡al fin que ya no está moja­da! Y ya tú la vas metien­do ya que está seca y ya así nos la vamos lle­van­do. Bueno más que nada lo pri­me­ro es irse a la escue­la, ya aquí en la casa es que se pone a reco­ger la mesa o a barrer.

Y estas direc­tri­ces al pare­cer han teni­do éxi­to, ya que tam­bién Sil­via men­cio­na más ade­lan­te en su dis­cur­so:

… cuan­do yo vine, cuan­do me fui nada más dejé medio barri­do y ya cuan­do yo lle­gué ¡ya esta­ba has­ta tra­pea­do! Y dice: mami ya te tra­pie para que nada más… ya no te can­ses… para que ya no hagas nada, ya des­can­sa por­que has­ta vie­nes sudan­do mucho.

Con lo ante­rior se ejem­pli­fi­ca que es en la crian­za don­de se repro­du­cen los este­reo­ti­pos de géne­ro, en don­de se ins­tru­yen a niños y niñas en el papel que debe­rán jugar social­men­te como hom­bres y muje­res, esto por medio de las acti­vi­da­des coti­dia­nas en don­de se ense­ñan, mode­lan y se vigi­la su cum­pli­mien­to; y como se obser­va en este caso, se va inte­rio­ri­zan­do el papel de géne­ro.

En este pun­to cobra sen­ti­do lo expues­to por Zapa­ta, Cas­tro y Agu­de­lo (2016), quie­nes comen­tan que la crian­za es un pro­ce­so inter­ge­ne­ra­cio­nal en el cual se exte­rio­ri­zan en el infan­te las cos­tum­bres, creen­cias, modos de ver y vivir la vida; en este caso basa­do en ideas hege­mó­ni­cas de este­reo­ti­pos de géne­ro. No obs­tan­te, con­si­de­ra­mos que la crian­za impli­ca tam­bién un ejer­ci­cio refle­xi­vo del tipo de creen­cias que dan vida a las rela­cio­nes de cui­da­do, afec­ti­vi­dad y auto­ri­dad, con­si­de­ran­do la pers­pec­ti­va de géne­ro con el fin de no repli­car prác­ti­cas basa­das en este­reo­ti­pos hege­mó­ni­cos.

Final­men­te, son noto­rias las dife­ren­cias que Sil­via con­ti­nua­men­te seña­la con res­pec­to al ser muje­res y ser hom­bres; ella se sien­te a gus­to con su nie­ta por­que las dos son muje­res y per­ci­be que, aun­que su espo­so se lle­va muy bien con la nie­ta, no es lo mis­mo, por­que él es hom­bre y la nie­ta mujer. Una vez más vemos ses­gos de géne­ro en la crian­za[5], por­que se ha con­si­de­ra­do que las rela­cio­nes entre el mis­mo géne­ro son mejo­res que la rela­ción entre los géne­ros.

Pues sí le ha brin­da­do un poqui­to de con­fian­za pero como que ella es un poqui­to más…más ¿cómo se pue­de decir? Como que por el hecho de ser mujer, como que se retrae un poqui­to más de acer­car­se mucho a ellos…por des­con­fian­za de qué pue­da haber o no sé. Pero es que tam­bién como des­de niñi­ta, des­de que empe­zó a entrar al kín­der le dije­ron que como mujer­ci­ta debe de dar­se su lugar, y es lo que me ima­gino que ella hace; inclu­so le dijo si quie­res que te res­pe­te me res­pe­tas por­que yo no quie­ro ser gro­se­ra con­ti­go, así que me res­pe­tas.

La rela­ción con el abue­lo es bue­na; sin embar­go, Sil­via tie­ne cla­ro que la niña, como mujer, no pue­de tener una rela­ción más estre­cha con su abue­lo, por el orden hege­mó­ni­co de géne­ro, el cual no es cues­tio­na­do en esta fami­lia.

Sí la abra­za, se la lle­va él soli­to (el abue­lo) a jugar bici­cle­ta, a jugar al par­que, a pati­nar, a jugar bas­quet­bol. Y ella en sus momen­tos vie­nen abra­za­dos, o que vamos al mer­ca­do vie­nen ahí pla­ti­can­do, ¡no sé de qué pla­ti­can! [risas] pero vie­nen los dos pla­ti­can­do y de la mano, pero cada quien en su lugar, por­que ella sabe que cada uno debe estar en su lugar.

En este rela­to, pode­mos obser­var que tan­to para Sil­via, como para su espo­so y sus hijos está cla­ro el papel de géne­ro que deben jugar los hom­bres y las muje­res; está cla­ro que así debe ser, sin cues­tio­nar, ni repen­sar. Se da por hecho el mode­lo hege­mó­ni­co de la dife­ren­cia y des­igual­dad sexual.

Aho­ra bien, algo que no se encon­tró en la revi­sión de la lite­ra­tu­ra que se hizo sobre abue­laz­go, es la incer­ti­dum­bre que pue­den expe­ri­men­tar las abue­las ante la sepa­ra­ción de las y los nie­tos, lo cual sí se encon­tró en el pre­sen­te estu­dio. A con­ti­nua­ción, damos cuen­ta de este tema y de la impor­tan­cia que tie­ne en la rela­ción abue­la- nie­ta.

La incertidumbre ante la posibilidad de pérdida

La infor­ma­ción obte­ni­da en la entre­vis­ta que se reali­zó a Sil­via per­mi­te visi­bi­li­zar los lími­tes que tie­ne el paren­tes­co de los abue­los para la crian­za de los nie­tos-nie­tas, pues tan­to la guar­da y cus­to­dia como la patria potes­tad legal­men­te se otor­ga a los padres bio­ló­gi­cos en pri­mer tér­mino, y solo ante la ausen­cia o inca­pa­ci­dad de estos se pue­de otor­gar a los abue­los y abue­las, des­pués de la rea­li­za­ción de un cui­da­do­so estu­dio psi­co­so­cial, en el cual se acre­di­te su capa­ci­dad para encar­gar­se de la crian­za, pro­cu­ran­do el bien supe­rior del menor.

Recor­de­mos que un menor es una per­so­na en desa­rro­llo, del cual nues­tra legis­la­ción bus­ca­rá en todo momen­to el mejor entorno en el cual logra­rá su ópti­mo desa­rro­llo; es así como la patria potes­tad y la guar­da y cus­to­dia solo las otor­ga una auto­ri­dad com­pe­ten­te; en el caso de Sil­via, exis­te la madre bio­ló­gi­ca de su nie­ta, aun­que deci­dió no hacer­se car­go de su hija, pues se fue y aban­do­nó a la pare­ja y a su hija, tam­bién exis­te el padre bio­ló­gi­co que se hace car­go (jun­to con su madre) de su hija. Esto deja a Sil­via en una inde­fen­sión legal, pues no se le ha otor­ga­do median­te deci­sión jurí­di­ca la crian­za de la nie­ta, así es que su labor está en fun­ción de que su hijo esté pre­sen­te; sin embar­go, ante una deman­da de la madre o fami­lia mater­na, la auto­ri­dad com­pe­ten­te pue­de optar por otor­gar­le a la madre o a su fami­lia la guar­da y cus­to­dia.

Sil­via mani­fies­ta en la entre­vis­ta su incer­ti­dum­bre y temor cons­tan­te, sobre todo cuan­do se da cuen­ta de que la fami­lia mater­na se acer­ca a la niña o men­cio­nan que quie­ren rela­cio­nar­se con ella. Con res­pec­to a este pun­to, es impor­tan­te com­pren­der y resal­tar que a pesar de que estos lími­tes sean cons­trui­dos afec­ti­va­men­te en la coti­dia­ni­dad, exis­te un mar­co jurí­di­co que regu­la las rela­cio­nes de crian­za que hacen los abue­los y abue­las, las cua­les pue­den ser modi­fi­ca­das.

La situa­ción civil de madre y padre, en con­jun­to con los dere­chos que cada uno pue­de tener sobre sus hijos e hijas, es uno de los aspec­tos que tam­bién influ­ye en la rela­ción entre nie­tos, nie­tas, abue­los y abue­las. Este es el caso de Sil­via, ya que debi­do a la for­ma en que lle­gó su nie­ta a su vida, la cual de acuer­do con su dis­cur­so, está mar­ca­da por la indi­fe­ren­cia de su madre bio­ló­gi­ca y demás fami­lia mater­na; aho­ra Sil­via mues­tra eno­jo y cier­ta incer­ti­dum­bre en que la rela­ción con su nie­ta pue­da cam­biar debi­do a la posi­ble cer­ca­nía con su fami­lia mater­na, tal como se mues­tra a con­ti­nua­ción:

…cuan­do la niña esta­ba más chi­qui­ta no apa­re­ció ni mamá ni abue­li­tos ni nada, y aho­ri­ta sí que la niña está más gran­de ¡se apa­re­cen todos! ¡no se vale! ¡Nun­ca, nun­ca! [Tono de voz alto y eno­ja­da] Por­que des­de el momen­to que Pedro [papá de Tere­sa] le hizo su bau­ti­zo y su pri­mer año en los videos esta­mos noso­tros nada más, ahí no apa­re­ce para nada su mamá. De hecho, cuan­do la niña cum­plió un año que se hizo la fies­ta para la con­vi­ven­cia con la niña, nun­ca se acer­có la mamá para nada, o sea que ha vis­to que en foto­gra­fías está Pedro car­gán­do­la, o yo, o mi mari­do o mi otro hijo, pero nun­ca su mamá, nun­ca. Cuan­do la niña que esta­ba más chi­qui­ta no apa­re­ció ni mamá ni abue­li­tos ni nada y aho­ri­ta sí que la niña está más gran­de ¡se apa­re­cen todos! ¡no se vale! Por­que des­gra­cia­da­men­te en algún momen­to la niña nece­si­tó la aten­ción que nece­si­ta­ba y nadie se pres­tó y aho­ri­ta que ya está más gran­de ¡tie­ne abue­li­to, abue­li­ta, tíos, tías! ¿de dón­de salió? ¡quién sabe! [Tono de voz de eno­jo] yo pien­so que eso no se vale.

Aho­ra bien, este eno­jo pue­de escon­der cier­to mie­do de per­der la rela­ción tan cer­ca­na y sig­ni­fi­ca­ti­va que aho­ra tie­ne con su nie­ta, ya que en reali­dad ambas, como se obser­vó ante­rior­men­te en los dis­cur­sos, con­ci­ben su rela­ción como madre-hija. Ante esta preo­cu­pa­ción e incer­ti­dum­bre de per­der a la niña, Sil­via com­par­te sus emo­cio­nes y sen­ti­mien­tos con las maes­tras de la escue­la de su nie­ta; se obser­va que ellas saben de la situa­ción por la que atra­vie­sa esta fami­lia, y se pue­de ver la fina­li­dad de com­par­tir lo que suce­de, tener cier­ta apro­ba­ción, apo­yo y tran­qui­li­dad de per­so­nas exter­nas a la fami­lia:

… des­de que ella empe­zó a ir al kín­der que la niña era mía total­men­te mía , por­que me decían las maes­tras, me empe­za­ron a decir que en las con­di­cio­nes en que usted está de salud y jun­to con toda la situa­ción de que la niña y las acti­vi­da­des que vie­nen, que tie­nen que hacer como padres dice, usted es la que está al fren­te de todo ese deta­lle y por ese lado pues no se preo­cu­pe lo que pase, o que quie­ran ame­na­zar­la, la niña es de usted, por­que usted la ha vis­to, usted la ha cui­da­do y en todo pun­to, y por eso es de que en mí se ha estre­cha­do más, aho­ra sí se pue­de decir la con­fian­za entre ella y yo. Aho­ra sí que doy has­ta mi vida, pues para mí es mucho, mucho muy impor­tan­te la rela­ción que ten­ga yo con ella.

Asi­mis­mo, se pue­de obser­var que para Sil­via exis­te la creen­cia de que hay un tiem­po de vigen­cia para la cons­truc­ción de lazos afec­ti­vos, de res­pon­sa­bi­li­dad y de cer­ca­nía hacia los infan­tes, en este caso hacia su nie­ta; y en este momen­to para ella es incom­pren­si­ble e impo­si­ble que se for­men estos víncu­los con su fami­lia mater­na. Sin embar­go, este recla­mo sigue mos­tran­do el mie­do a la pér­di­da de la rela­ción y cons­truc­ción de lazos afec­ti­vos con su nie­ta.

Final­men­te, es impor­tan­te pun­tua­li­zar que la par­ti­ci­pan­te no mani­fies­ta males­ta­res debi­do a la crian­za, aun­que sí men­cio­na su can­san­cio y las maes­tras de la escue­la de Tere­sa hablan de su esta­do de salud; sin embar­go, ella no habla al res­pec­to, qui­zá por­que no es una per­so­na mayor toda­vía, pues cuen­ta con 58 años y en la entre­vis­ta seña­la que des­de antes de los 40 años fue abue­la; no obs­tan­te, fue has­ta los 51 años cuan­do nació Tere­sa y a los casi 53 cuan­do se hizo car­go de su crian­za. Con­si­de­re­mos que una mujer de esa edad y habien­do teni­do dos hijos, toda­vía tie­ne for­ta­le­za físi­ca y emo­cio­nal; qui­zá esa sea la razón por la que Sil­via no habla de los males­ta­res físi­cos que le cau­sa la crian­za de Tere­sa.

Zapa­ta, Cas­tro y Agu­de­lo, (2016), alu­dien­do a Megías y Balles­te­ros (2011), men­cio­nan que actual­men­te los abue­los tie­nen una gran impli­ca­ción en el cui­da­do y edu­ca­ción de los nie­tos, e inclu­so pro­por­cio­nan ayu­da finan­cie­ra debi­do a las difi­cul­ta­des que los padres tie­nen por las horas de tra­ba­jo, el tra­ba­jo extra­do­més­ti­co de las muje­res, las sepa­ra­cio­nes o divor­cios y los pro­ble­mas eco­nó­mi­cos que atra­vie­san. De esta for­ma, en muchas oca­sio­nes la crian­za que ellos ejer­cen es el resul­ta­do de una fal­ta, ya sea del padre o de la madre, o de ambos; por lo que los abue­los, en esta tarea de crian­za, se esme­ran en un pro­yec­to edu­ca­ti­vo que garan­ti­ce la auto­no­mía, inde­pen­den­cia y madu­rez del infan­te, tan­to físi­ca como psi­co­ló­gi­ca y social.

Reflexiones finales

En este tra­ba­jo hemos ana­li­za­do el esti­lo de crian­za de una mujer que se encuen­tra al cui­da­do de su nie­ta; los hallaz­gos se orga­ni­zan de acuer­do a cua­tro ejes: el esti­lo de crian­za, la cons­truc­ción de la mater­ni­dad o pater­ni­dad en los y las abue­las, el estu­dio de géne­ro y la incer­ti­dum­bre ante la posi­bi­li­dad de pér­di­da de la crian­za de nie­tos-nie­tas.

Entre los resul­ta­dos rele­van­tes encon­tra­mos que la crian­za de los abue­los está basa­da en la auto­ri­dad, dis­ci­pli­na y más aún en la afec­ti­vi­dad; la dife­ren­cia con la crian­za de los padres es que los abue­los deci­den invo­lu­crar­se en este com­pro­mi­so con sus nie­tos o nie­tas y que lo hacen con mayor afec­ti­vi­dad, es una segun­da opor­tu­ni­dad de crian­za, en don­de tra­tan de enmen­dar los erro­res, bajar el estrés y expre­sar más su afec­to, a dife­ren­cia de lo rea­li­za­do como padres y madres.

Tam­bién encon­tra­mos una crian­za más rela­ja­da, por­que con­ta­ban con la apro­ba­ción de su hijo en el cui­da­do y aten­ción de Tere­sa, y en lo eco­nó­mi­co no tenían pro­ble­mas, debi­do a la pre­sen­cia del padre de la niña que apor­ta­ba eco­nó­mi­ca­men­te.

Es tam­bién rele­van­te la for­ma en que los este­reo­ti­pos de géne­ro emer­gen en los dis­cur­sos, en las prác­ti­cas, en las creen­cias y en la dis­ci­pli­na; los pape­les de ser hom­bre y mujer se incul­can des­de la crian­za, por lo que pudi­mos obser­var que Tere­sa, con ape­nas 7 años, ya los tie­ne bien cimen­ta­dos, inclu­so se asu­me en oca­sio­nes como mamá de su papá, como cui­da­do­ra y defen­so­ra de su abue­la, con reser­vas y reca­tos en su con­duc­ta con su tío, su papá y su abue­lo por ser varo­nes, así como con­fi­den­te de su abue­la por el hecho de ser muje­res.

Otro aspec­to para resal­tar y que no encon­tra­mos en la lite­ra­tu­ra revi­sa­da es la incer­ti­dum­bre que pue­den vivir los abue­los y abue­las ante la posi­bi­li­dad de una sepa­ra­ción defi­ni­ti­va de sus nie­tos, esto a pesar de haber cons­trui­do a tra­vés del tiem­po y de for­ma coti­dia­na una crian­za res­pon­sa­ble y afec­ti­va. Como se sabe, en este con­tex­to las per­so­nas a las que se les otor­ga con mayor fre­cuen­cia la guar­da y cus­to­dia son al padre y la madre; por lo cual la abue­la enfren­ta este cons­tan­te sen­ti­mien­to de mie­do, debi­do a la des­con­fian­za de que su nue­ra la ale­je de su nie­ta.

Este pano­ra­ma invi­ta a refle­xio­nar sobre la nece­si­dad de rea­li­zar más inves­ti­ga­cio­nes para con­tri­buir en la cons­truc­ción de un mar­co jurí­di­co que reco­noz­ca legal­men­te este tipo de víncu­los, que pro­te­ja la acti­vi­dad de Abue­laz­go que rea­li­zan los adul­tos mayo­res, que pro­te­ja el sano desa­rro­llo de los niños y niñas que han sido cria­dos por los abue­los, ya sea por la ausen­cia de los padres o por su aban­dono. Es nece­sa­rio con­tar con ele­men­tos sufi­cien­tes para que se regu­le legal­men­te la acti­vi­dad de crian­za que hacen los abue­los y no solo se vea como una ayu­da, sin otor­gar­les dere­chos y obli­ga­cio­nes. Pues­to que el incre­men­to de la espe­ran­za de vida plan­tea a nivel mun­dial un gran desa­fío fami­liar, social, eco­nó­mi­co y sani­ta­rio, tal como lo plan­tean Lei­va et al. (2020), que debe­rá ser aten­di­do por el gobierno en bene­fi­cio de su pobla­ción, en este caso en bene­fi­cio de los abue­los y abue­las que se dedi­can a la crian­za de sus nie­tos y nie­tas.

Den­tro de las limi­ta­cio­nes que se enfren­ta­ron en nues­tro estu­dio fue que no se con­tó con un con­sen­ti­mien­to infor­ma­do escri­to debi­do a la situa­ción de salud actual del Covid-19. Sin embar­go, se expli­có a la par­ti­ci­pan­te el obje­ti­vo del estu­dio, el tra­ta­mien­to que se iba a dar a la infor­ma­ción y el dere­cho que tenía para aban­do­nar o ter­mi­nar la entre­vis­ta en el momen­to que lo qui­sie­ra, y ver­bal­men­te ella men­cio­nó que enten­día la infor­ma­ción y que deci­día par­ti­ci­par.

Otra limi­ta­ción pudo ser el que solo tuvi­mos una par­ti­ci­pan­te; sin embar­go, la infor­ma­ción reca­ba­da fue sufi­cien­te para abor­dar los aspec­tos más rele­van­tes que se mues­tran en la lite­ra­tu­ra y ade­más se iden­ti­fi­có un ele­men­to más que no se había encon­tra­do, que es la incer­ti­dum­bre por per­der a la nie­ta, en el sen­ti­do de que regre­se la madre o la fami­lia mater­na quie­ra tener la cus­to­dia.

Entre las suge­ren­cias para futu­ras inves­ti­ga­cio­nes es impor­tan­te con­si­de­rar tam­bién la expe­rien­cia de los abue­los den­tro de este pro­ce­so de crian­za, ya que con­si­de­ra­mos que el géne­ro es una pie­za cla­ve que está pre­sen­te en las dife­ren­tes prác­ti­cas den­tro de la fami­lia, así como bus­car más par­ti­ci­pan­tes que nos pue­dan dar infor­ma­ción sobre su viven­cia, para ir cons­tru­yen­do estos esti­los de crian­za que se pre­sen­tan en el Abue­laz­go.

Final­men­te, con­si­de­ra­mos impor­tan­te ir cons­tru­yen­do los esti­los de rela­cio­nes afec­ti­vas, de cui­da­do y de crian­za sobre el Abue­laz­go para que esta figu­ra, que muchos adul­tos mayo­res están lle­van­do a cabo, pue­da ser reco­no­ci­da jurí­di­ca­men­te para defen­der sus dere­chos y nor­mar sus obli­ga­cio­nes, al mis­mo tiem­po de que se pro­te­ja el desa­rro­llo y bien­es­tar de los infan­tes.

Referencias

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Notas

  1. Facul­tad de Psi­co­lo­gía, Uni­ver­si­dad Nacio­nal Autó­no­ma de Méxi­co. Correo elec­tró­ni­co obrepat82@yahoo.com.mx

  2. Divi­sión de Inves­ti­ga­ción y Pos­gra­do UIICSE, Facul­tad de Estu­dios Supe­rio­res Izta­ca­la, Uni­ver­si­dad Nacio­nal Autó­no­ma de Méxi­co. Correo elec­tró­ni­co lauratv@unam.mx

  3. Sin embar­go, no con­ce­bi­mos el esti­lo de crian­za del abue­laz­go den­tro de la cla­si­fi­ca­ción que se han rea­li­za­do sobre la paren­ta­li­dad (Jor­ge y Gon­zá­lez, 2017); en este tra­ba­jo vamos a ir cons­tru­yen­do el modo, el esti­lo y la for­ma de crian­za des­de el ser abue­lo o abue­la.

  4. Los nom­bres de las y los par­ti­ci­pan­tes han sido cam­bia­dos para pro­te­ger su iden­ti­dad.

  5. El ses­go de géne­ro según el glo­sa­rio para la igual­dad del Ins­ti­tu­to Nacio­nal de las Muje­res se refie­re a la omi­sión sobre las con­cep­tua­li­za­cio­nes de las muje­res, los hom­bres y las rela­cio­nes de géne­ro en un deter­mi­na­do obje­to o pro­ble­má­ti­ca de estu­dio

    (https://​cam​pus​ge​ne​ro​.inmu​je​res​.gob​.mx/​g​l​o​s​a​r​io/)