Desesperanza, depresión y bienestar psicológico en alumnos de medicina Descargar este archivo (Desesperanza.pdf)

Leticia Osornio Castillo, Victoria Mariel Resendiz Morales, Laura Palomino Garibay y Andrea Witt González

Facultad de Estudios Superiores Iztacala
Universidad Nacional Autónoma de México

Resumen

Los estu­dian­tes de medi­ci­na son un gru­po de alta vul­ne­ra­bi­li­dad fren­te al sui­ci­dio, quie­nes no sólo se enfren­tan a los estre­so­res coti­dia­nos sino a las exi­gen­cias pro­pias de la carre­ra. El obje­ti­vo fue iden­ti­fi­car los aspec­tos aso­cia­dos a la idea­ción sui­ci­da en estu­dian­tes de la carre­ra de Médi­co ciru­jano. Par­ti­ci­pa­ron 20 alum­nos de la FESI-UNAM que habían pre­sen­ta­do idea­ción y/o inten­to de sui­ci­dio y que se encon­tra­ban en aten­ción psi­co­ló­gi­ca y/o psi­quiá­tri­ca. Se les apli­có cin­co ins­tru­men­tos y se reali­zó un aná­li­sis cuan­ti­ta­ti­vo. Los resul­ta­dos arro­ja­ron pre­sen­cia de idea­ción sui­ci­da en todos los par­ti­ci­pan­tes y se obser­vó una corre­la­ción sig­ni­fi­ca­ti­va con depre­sión; se encon­tró que la mayo­ría de los estu­dian­tes pre­sen­ta­ban des­es­pe­ran­za mode­ra­da o gra­ve. Se con­clu­ye la impor­tan­cia de emplear estra­te­gias de pre­ven­ción e inter­ven­ción a nivel indi­vi­dual y pro­mo­ver el uso de los espa­cios edu­ca­ti­vos para el desa­rro­llo de habi­li­da­des socio­emo­cio­na­les.

Pala­bras cla­ve: Idea­ción sui­ci­da, inten­to sui­ci­dio, depre­sión, alum­nos medi­ci­na.

Abstract

Medi­cal stu­dents, who not only deal with every­day pres­su­res but also the expec­ta­tions of the career, are a popu­la­tion that is highly sus­cep­ti­ble to sui­ci­de. Fin­ding the fac­tors con­nec­ted to sui­cidal idea­tion in medi­cal sur­geon career stu­dents was the goal. Twenty FESI-UNAM stu­dents who had dis­pla­yed sui­cidal thin­king, attem­pted sui­ci­de, or were recei­ving psy­cho­lo­gi­cal or psy­chia­tric care took part. A quan­ti­ta­ti­ve analy­sis was carried out using five dif­fe­rent ins­tru­ments. The results revea­led that all par­ti­ci­pants repor­ted sui­cidal thoughts, and depres­sion was found to be sig­ni­fi­cantly corre­la­ted with sui­ci­de idea­tion. It was also revea­led that the majo­rity of stu­dents had mode­ra­te to seve­re hope­less­ness. It con­ti­nues by empha­si­zing the sig­ni­fi­can­ce of adop­ting indi­vi­dual pre­ven­ti­ve and inter­ven­tion stra­te­gies as well as encou­ra­ging the use of edu­ca­tio­nal spa­ces for the deve­lop­ment of socio­emo­tio­nal skills.

Key words: Hope­less­ness, Depres­sion, Attem­pting sui­ci­de, Medi­cal stu­dents

Entre las prin­ci­pa­les cau­sas de muer­te en pobla­ción joven se encuen­tra el sui­ci­dio (Cons­tan­za et al., 2018). Según la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud (2018), el sui­ci­dio es una prio­ri­dad de Salud Públi­ca pues­to que cer­ca de 800.000 per­so­nas se sui­ci­dan cada año y muchas más pien­san o inten­tan hacer­lo. La idea­ción sui­ci­da es el pri­mer momen­to de una serie de even­tos des­en­ca­de­nan­tes del sui­ci­dio, fenó­meno que cobra la vida de miles de per­so­nas cada año en todo el mun­do (Per­do­mo, et al., 2023). Ésta hace refe­ren­cia a la pre­sen­cia de pen­sa­mien­tos rela­cio­na­dos a la inten­ción de qui­tar­se la vida de mane­ra pla­ni­fi­ca­da o no pla­ni­fi­ca­da (Cons­tan­za et al., 2018). Es impor­tan­te dife­ren­ciar­lo del inten­to sui­ci­da que es aquel acto que rea­li­za un indi­vi­duo, de mane­ra volun­ta­ria y pla­nea­da, con el obje­ti­vo de fina­li­zar su vida (Alta­mi­rano, 2023). Dis­tin­tos auto­res han iden­ti­fi­ca­do la expe­rien­cia de inten­tos de sui­ci­dio pre­vios como una varia­ble aso­cia­da a la con­duc­ta sui­ci­da (Cas­ta­ño y Cal­de­rón, 2014; Blan­dón, Car­mo­na, Men­do­za y Medi­na, 2015; Medi­na et al., 2017; Cór­do­va y Rosa­les 2011; Rosa­les et al., 2013; Rosa­les, Cór­do­va y Ramos, 2012).

Pie­drahi­ta, Gar­cía, Sir­ley y Sti­va­lis (2011) men­cio­nan que las ideas o pen­sa­mien­tos sui­ci­das for­man par­te del pro­ce­so nor­mal de desa­rro­llo en la infan­cia y ado­les­cen­cia, cuan­do el menor tra­ta de res­pon­der a los pro­ble­mas de su exis­ten­cia. El foco de aten­ción prin­ci­pal en la idea­ción sui­ci­da es el ries­go de sui­ci­dio, sien­do que el com­po­nen­te cog­ni­ti­vo-afec­ti­vo sobre qui­tar­se la vida y ela­bo­rar un plan para ello son par­te de la eta­pa pasi­va de la idea­ción, que más ade­lan­te pue­de mani­fes­tar­se como la con­si­de­ra­ción acti­va, la pla­ni­fi­ca­ción, la pre­pa­ra­ción y la eje­cu­ción del pro­pio sui­ci­dio (Sala­man­ca y Sia­ba­to, 2017; Cas­tro et al., 2022). Pese a ello, Sala­man­ca y Sia­ba­to (2017) con­si­de­ran que esta idea­ción por sí sola no con­lle­va a la pla­ni­fi­ca­ción o a la ten­ta­ti­va sui­ci­da, sino que requie­re de la vin­cu­la­ción de otras varia­bles que inter­ac­túan para que se dé el paso del pen­sa­mien­to hacia la pla­ni­fi­ca­ción, la ten­ta­ti­va o hacia el sui­ci­dio con­su­ma­do; gene­ral­men­te está aso­cia­da a fac­to­res de ries­go que aumen­tan la pro­ba­bi­li­dad de lle­var­la a cabo, como son la impul­si­vi­dad, el esta­do de áni­mo bajo y la ansie­dad.

De los fac­to­res aso­cia­dos a la idea­ción sui­ci­da, tene­mos los indi­vi­dua­les, que son aque­llos que depen­den de la per­so­na y que están rela­cio­na­dos con su desa­rro­llo onto­ló­gi­co y sus carac­te­rís­ti­cas indi­vi­dua­les. Uno de los prin­ci­pa­les fac­to­res que se colo­ca den­tro de esta cate­go­ría es la depre­sión, cita­da por varios auto­res como uno de los ele­men­tos que más influ­yen en la apa­ri­ción de con­duc­tas sui­ci­das (Cas­ta­ño y Cal­de­rón; 2014; Gar­cía del Alba, Quin­ta­ni­lla et al., 2011; Hidro­bo, 2015; Sán­chez, Mue­la y Gar­cía, 2014; Toro et al., 2016; Medi­na, Hera­zo, Barrios, Rode­lo y Sali­nas 2017), par­ti­cu­lar­men­te con una visión pesi­mis­ta y gene­ra­li­za­da del futu­ro (Toro, Gra­ja­les y Sar­mien­to, 2016). De acuer­do con Frank (cita­do en Cas­ta­ño y Cal­de­rón, 2014), cuan­do no se alcan­za el logro exis­ten­cial, se ori­gi­na una frus­tra­ción que se aso­cia a la des­es­pe­ran­za, carac­te­ri­za­da por la duda sobre el sen­ti­do de la vida y por un vacío exis­ten­cial que se mani­fies­ta en un esta­do de tedio, en la per­cep­ción de fal­ta de con­trol sobre la pro­pia vida y en ausen­cia de metas vita­les. Según el autor, esto pue­de incre­men­tar el ries­go sui­ci­da aún cuan­do las con­di­cio­nes per­so­na­les sean favo­ra­bles, pues se care­ce de sen­ti­do de vida. Sin embar­go, Gar­cía del Alba et al. (2011) con­si­de­ran que cul­tu­ral­men­te los con­cep­tos de depre­sión y tris­te­za están ínti­ma­men­te liga­dos como sig­nos y sín­to­mas pre­vios al inten­to de sui­ci­dio, más no como cau­sa.

La depre­sión es una enfer­me­dad fre­cuen­te en todo el mun­do, y se cal­cu­la que afec­ta a más de 300 millo­nes de per­so­nas (OMS, 2018). En Méxi­co, el Bole­tín UNAM infor­mó en el 2018 que espe­cia­lis­tas de esta casa de estu­dios men­cio­nan que, en el país, apro­xi­ma­da­men­te 2.5 millo­nes de jóve­nes de entre 12 y 24 años pre­sen­tan depre­sión, la cual es con­si­de­ra­da den­tro de los prin­ci­pa­les pade­ci­mien­tos que se sur­gen duran­te dicha eta­pa.

Por tan­to, los jóve­nes repre­sen­tan una pobla­ción de ries­go ante la depre­sión y los uni­ver­si­ta­rios son par­te de ella; Rive­ros, Her­nán­dez y Rive­ra (2007) seña­lan que varios estu­dios repor­tan que la fre­cuen­cia de los cua­dros depre­si­vos es mayor en la pobla­ción estu­dian­til que en la gene­ral. Améz­qui­ta y Gon­zá­lez (cita­do en Ferrel, Barros y Her­nán­dez, 2011) refie­ren que en el ámbi­to uni­ver­si­ta­rio, debi­do a sus carac­te­rís­ti­cas com­ple­jas, que exi­gen nue­vas for­mas de com­por­ta­mien­to para enfren­tar situa­cio­nes nove­do­sas, exis­ten una serie de fac­to­res estre­san­tes que pue­den gene­rar depre­sión. Por su par­te, Bar­ba­chan (2017) indi­ca que en los estu­dian­tes la depre­sión está a la orden del día en cada eta­pa de su carre­ra uni­ver­si­ta­ria, ame­na­zan­do con inva­dir su men­te cada vez que el estu­dian­te fra­ca­sa o comien­za a com­pa­ra­se dema­sia­do con las demás per­so­nas de su entorno, cues­tio­nan­do su pro­pio poten­cial al pun­to de temer­le al futu­ro, eva­dien­do los obs­tácu­los que se pre­sen­tan en su carre­ra, a veces recu­rrien­do a la deser­ción e inclu­so al sui­ci­dio.

Exis­ten otros fac­to­res de ries­go halla­dos en un gru­po pobla­cio­nal amplia­men­te estu­dia­do por ser vul­ne­ra­ble a la con­duc­ta sui­ci­da: los estu­dian­tes de medi­ci­na, sien­do las prin­ci­pa­les varia­bles aso­cia­das con la idea­ción sui­ci­da en esta pobla­ción ade­más de la depre­sión y el estrés cró­ni­co, la vida estre­san­te o el bur­nout rela­cio­na­do con la carre­ra (Cas­tro et al., 2022). Otros fac­to­res aso­cia­dos con menor fre­cuen­cia son los con­su­mos de sus­tan­cias psi­co­ac­ti­vas y alcohol (Osa­ma, et al., 2014; Cas­tro, et al., 2022). Den­tro de los fac­to­res de ries­go de índo­le aca­dé­mi­co que con­lle­van al estu­dian­te a la idea­ción sui­ci­da se encuen­tran el fra­ca­so, el área per­so­nal nega­ti­va y el mie­do e incer­ti­dum­bre por las expec­ta­ti­vas de futu­ro (Cór­do­ba et al., 2015; Soriano-Sán­chez & Jimé­nez-Váz­quez, 2022). Se ha obser­va­do que des­de las eta­pas de for­ma­ción como estu­dian­tes de medi­ci­na hay mayo­res tasas de depre­sión, idea­ción sui­ci­da y des­gas­te labo­ral en com­pa­ra­ción a la pobla­ción gene­ral, sien­do en sí mis­mo el sui­ci­dio la segun­da cau­sa de muer­te hablan­do espe­cí­fi­ca­men­te de resi­den­tes de medi­ci­na (Sán­chez-Muros., 2022).

Jara et al. (2008) repor­tan que la carre­ra de medi­ci­na deman­da en sus estu­dian­tes una apli­ca­ción con las máxi­mas exi­gen­cias, carac­te­rís­ti­cas pro­pias de la pro­fe­sión. A su vez, Denis et al. (2017) seña­lan que los estu­dian­tes de medi­ci­na se enfren­tan a eva­lua­cio­nes com­pli­ca­das, altos nive­les de com­pe­ti­ti­vi­dad, car­gas exce­si­vas de tra­ba­jo, pocas horas de sue­ño e incer­ti­dum­bre de saber que de su estu­dio depen­de­rá en un futu­ro la vida o la salud de una per­so­na; sin men­cio­nar el hecho de que en los perío­dos fina­les de pre­pa­ra­ción (inter­na­do de pre­gra­do, ser­vi­cio social y resi­den­cia médi­ca) deben resis­tir jor­na­das de tra­ba­jo de has­ta 36 horas segui­das sin dor­mir, a expec­ta­ti­vas de resul­ta­dos ele­va­dos e, inclu­so, a situa­cio­nes de mal­tra­to físi­co, psi­co­ló­gi­co y aca­dé­mi­co.

En opo­si­ción a los ante­rior, tene­mos el bien­es­tar; el tema del bien­es­tar humano es algo que preo­cu­pa a la huma­ni­dad des­de que emer­ge como tal; el ser humano bus­ca la satis­fac­ción de sus nece­si­da­des como todo ser vivo; sin embar­go, la con­cien­cia de sen­tir­se feliz es algo espe­cí­fi­co de la espe­cie huma­na (Ora­mas, San­ta­na y Ver­ga­ra, 2006). No obs­tan­te, his­tó­ri­ca­men­te el foco de las inter­ven­cio­nes en áreas rela­cio­na­das con la salud se ha cen­tra­do más en la reduc­ción del dolor, el sufri­mien­to y caren­cias que en el desa­rro­llo de las capa­ci­da­des indi­vi­dua­les y colec­ti­vas (Váz­quez, Her­vás, Raho­na y Gómez, 2009). Gómez-Bus­ta­man­te y Cogo­llo (2010) seña­lan que los pro­fe­sio­na­les de la salud tien­den a res­tar impor­tan­cia al abor­da­je de los fac­to­res pro­tec­to­res de la salud men­tal y se cen­tran más en los fac­to­res de ries­go. Auna­do al papel que pue­da tener el ámbi­to aca­dé­mi­co sobre el bien­es­tar psi­co­ló­gi­co de los jóve­nes, se aña­de lo refe­ren­te a las situa­cio­nes pro­pias de esta eta­pa. Ryff y Sin­ger (como se citó en San­ti­llán et al., 2017) seña­lan que el bien­es­tar está pro­fun­da­men­te influen­cia­do por el con­tex­to que rodea la vida de las per­so­nas y de las opor­tu­ni­da­des de auto­rrea­li­za­ción, las cua­les no sue­len estar igual­men­te dis­tri­bui­das para cada gru­po eta­rio. Con base en algu­nas de las dimen­sio­nes de la esca­la de Ryff situa­das en el con­tex­to de los jóve­nes en Méxi­co, San­ti­llán et al. (2017) indi­can que el Pro­pó­si­to en la Vida es a veces difí­cil de encon­trar en un mun­do que pare­ce sin sen­ti­do y horrí­fi­co, y qué mejor ejem­plo, que el caso de los jóve­nes mexi­ca­nos quie­nes cuen­tan con pocas opor­tu­ni­da­des de estu­dio, empleo, acce­so a la cul­tu­ra de for­ma gra­tui­ta, así como muchas for­mas de invo­lu­crar­se en el cri­men orga­ni­za­do, en el con­su­mo de sus­tan­cias y en otras con­duc­tas de ries­go.

Lo ante­rior nos lle­va a pre­gun­tar­nos por un lado sobre la rela­ción que exis­te entre la idea­ción sui­ci­da con el ren­di­mien­to aca­dé­mi­co, sin­to­ma­to­lo­gía depre­si­va, des­es­pe­ran­za y bien­es­tar psi­co­ló­gi­co en estu­dian­tes de medi­ci­na

Objetivo general

Iden­ti­fi­car la rela­ción entre la idea­ción sui­ci­da con el ren­di­mien­to aca­dé­mi­co, sin­to­ma­to­lo­gía depre­si­va y bien­es­tar psi­co­ló­gi­co.

Hipó­te­sis. A mayor sin­to­ma­to­lo­gía depre­si­va, mayor idea­ción sui­ci­da, a mayor des­es­pe­ran­za, mayor idea­ción sui­ci­da y, a mayor bien­es­tar psi­co­ló­gi­co, menor idea­ción sui­ci­da.

Mate­ria­les y Méto­do. La pre­sen­te inves­ti­ga­ción se reali­zó a par­tir de un enfo­que cuan­ti­ta­ti­vo, corre­la­cio­nal, trans­ver­sal. La mues­tra fue no pro­ba­bi­lís­ti­ca, par­ti­ci­pa­ron 20 estu­dian­tes, de ambos sexos, entre 18 y 25 años de la Facul­tad de Estu­dios Supe­rio­res Izta­ca­la (FESI), todos sol­te­ros.

Cri­te­rios de inclu­sión. Ser alumno de la carre­ra de Médi­co ciru­jano, repor­tar ante­ce­den­tes de al menos un inten­to de sui­ci­dio en algún momen­to de su vida o idea­ción sui­ci­da.

Con­si­de­ra­cio­nes éti­cas. Se les expli­có de mane­ra indi­vi­dual su par­ti­ci­pa­ción en la inves­ti­ga­ción y se les garan­ti­zó el ano­ni­ma­to de la infor­ma­ción y se soli­ci­tó la auto­ri­za­ción de un con­sen­ti­mien­to infor­ma­do. Ade­más, inclui­mos como cri­te­rio el que estar reci­bien­do aten­ción psi­co­ló­gi­ca y/o psi­quiá­tri­ca al momen­to de rea­li­zar la inves­ti­ga­ción.

Pos­te­rior­men­te se les apli­ca­ron cin­co ins­tru­men­tos: 1) Un cues­tio­na­rio de datos gene­ra­les ela­bo­ra­do espe­cí­fi­ca­men­te para esta inves­ti­ga­ción, 2) Inven­ta­rio de Orien­ta­cio­nes Sui­ci­das (ISO 30), 3) Esca­la de Idea­ción Sui­ci­da de Beck, 4) Esca­la de Depre­sión del Cen­tro de Estu­dios Epi­de­mio­ló­gi­cos (CES‑D), 5) Esca­la de Des­es­pe­ran­za de Beck y 6) Esca­la de Bien­es­tar Psi­co­ló­gi­co de Ryff. Todos con con­fia­bi­li­dad y vali­dez para esta pobla­ción. Pre­via fir­ma de un con­sen­ti­mien­to infor­ma­do, se les fue­ron apli­ca­dos a los par­ti­ci­pan­tes.

Resultados

En la mues­tra se obser­vó que el 75% de ellos habían inten­ta­do aten­tar con­tra su vida por lo menos una vez, algu­nos en más de una oca­sión. De 15, tres lo han hecho sólo una vez, tres dos veces, cin­co tres veces, dos cua­tro veces y uno cin­co veces, mien­tras que un alumno refi­rió una cifra aún más ele­va­da. Los méto­dos emplea­dos por los estu­dian­tes han sido las heri­das con ins­tru­men­tos pun­zo­cor­tan­tes, el con­su­mo de pas­ti­llas, el sal­tar de un edi­fi­cio, el ahor­ca­mien­to, los acci­den­tes, el uso de algún tipo de arma y la inges­ta de pro­duc­tos del hogar; con­si­de­ran­do que quie­nes han rea­li­za­do más de un inten­to tam­bién han recu­rri­do a más de un méto­do.

En pro­me­dio las cali­fi­ca­cio­nes de los estu­dian­tes osci­lan entre 7.1 a 8.75.

En rela­ción a los resul­ta­dos de los dife­ren­tes ins­tru­men­tos, encon­tra­mos lo siguien­te:

Idea­ción sui­ci­da

Se encon­tró que el 100% de los alum­nos que par­ti­ci­pa­ron en esta inves­ti­ga­ción, pre­sen­ta­ron idea­ción sui­ci­da. El pro­me­dio de pun­ta­je más alto, fue en la cate­go­ría de Actua­li­za­ción de la ten­ta­ti­va, segui­do de Carac­te­rís­ti­cas de la idea­ción o del deseo de muer­te.

Gráfica 1. Promedio por categorías de la Escala de Ideación Suicida (SSI)

Los ítems que los alum­nos de medi­ci­na res­pon­die­ron con más alto pun­ta­je pro­me­dio fue­ron: el ítem 11 “Razo­nes para pensar/desear el inten­to sui­ci­da” de la cate­go­ría “Carac­te­rís­ti­cas de la idea­ción o del deseo de muer­te”, en un pro­me­dio de 1.55, sien­do el mayor del ins­tru­men­to, los par­ti­ci­pan­tes con­si­de­ran que la prin­ci­pal razón para lle­var a cabo un inten­to sui­ci­da es la com­bi­na­ción entre esca­par, solu­cio­nar pro­ble­mas, fina­li­zar de for­ma abso­lu­ta y el mani­pu­lar el entorno, lla­mar la aten­ción o ven­gar­se.

Pos­te­rior­men­te, con un pro­me­dio de 1.1 en la cate­go­ría de “Carac­te­rís­ti­cas del inten­to” con res­pec­to al ítem 12 que hace refe­ren­cia al “Méto­do (especificidad/planificación del inten­to con­tem­pla­do)” los estu­dian­tes seña­lan haber con­si­de­ra­do el méto­do, pero sin aún cal­cu­lar cier­tos deta­lles.

Final­men­te, con un pro­me­dio igual al ante­rior y de la mis­ma cate­go­ría, los par­ti­ci­pan­tes mar­ca­ron en el ítem 13 “Méto­do (accesibilidad/planificación del inten­to con­tem­pla­do)” que su méto­do con­si­de­ra­do les pue­de tomar tiem­po o esfuer­zo, o bien que no hay opor­tu­ni­dad de lle­var­lo a aca­bo

A par­tir de los resul­ta­dos obte­ni­dos en el pun­ta­je del Inven­ta­rio de Orien­ta­cio­nes Sui­ci­das (ISO 30), se obser­vó que la mayo­ría de la pobla­ción se encon­tra­ba den­tro de la cate­go­ría de ries­go alto 65%, mode­ra­do 35%. Lo cual es preo­cu­pan­te por la posi­bi­li­dad de que pudie­ran vol­ver a inten­tar aten­tar con­tra su vida, por­que estos jóve­nes tie­nen ante­ce­den­tes de al menos un inten­to de sui­ci­dio. Del total de par­ti­ci­pan­tes, el pro­me­dio de pun­ta­je más alto se obser­vó en las cate­go­rías Des­es­pe­ran­za, Sole­dad y Ais­la­mien­to social e, Inca­pa­ci­dad para enfren­tar emo­cio­nes (Grá­fi­ca 2).

Gráfica 2. Promedio de puntaje categoría de Riesgo Suicida

Las pre­gun­tas que tuvie­ron pro­me­dio más alto fue­ron: “Cuan­do mi vida no trans­cu­rre fácil­men­te estoy domi­na­do por una con­fu­sión de sen­ti­mien­tos”, corres­pon­dien­te a la cate­go­ría de “Inca­pa­ci­dad para enfren­tar emo­cio­nes” tuvo el pro­me­dio de 2.3, el máxi­mo de todo el ins­tru­men­to, jun­to con la pre­gun­ta 24 “Cuan­do fra­ca­so, quie­ro escon­der­me, des­apa­re­cer” que per­te­ne­ce a la cate­go­ría de “Sole­dad y ais­la­mien­to social”. En un ter­cer lugar de mayor pro­me­dio se obser­vó al ítem 12 “Cuan­do me pasa algo malo sien­to que mis espe­ran­zas de una vida mejor son poco reales” de la cate­go­ría “Des­es­pe­ran­za”, con un pro­me­dio de 2.15.

Idea­ción sui­ci­da y depre­sión

Al apli­car una r de Pear­son para corre­la­cio­nar la idea­ción sui­ci­da con la depre­sión, se encon­tró una corre­la­ción posi­ti­va (r= .774, p< ‚001); lo que quie­re decir que, si incre­men­ta la depre­sión, tam­bién lo hará la idea­ción sui­ci­da. Por lo tan­to, se acep­ta la hipó­te­sis de que, a mayor sin­to­ma­to­lo­gía depre­si­va, mayor idea­ción sui­ci­da.

La esca­la de Depre­sión CES‑D esta­ble­ce un pun­to de cor­te de 16 o más para iden­ti­fi­car a los estu­dian­tes con sin­to­ma­to­lo­gía depre­si­va, a par­tir de ello se encon­tró que el total de los par­ti­ci­pan­tes pre­sen­ta­ron sín­to­mas de depre­sión.

Idea­ción sui­ci­da y des­es­pe­ran­za

Al apli­car la prue­ba r de Pear­son, no se encon­tró corre­la­ción entre idea­ción sui­ci­da y des­es­pe­ran­za. Por lo que se recha­za la hipó­te­sis de que, a mayor des­es­pe­ran­za, mayor idea­ción sui­ci­da. No obs­tan­te, se encon­tró que, del total de la pobla­ción, des­ta­ca que un 40% mos­tró des­es­pe­ran­za mode­ra­da y un 5% des­es­pe­ran­za seve­ra (Grá­fi­ca 3).

Gráfica 3. Nivel de Desesperanza

Los ítems con más alto pun­ta­je fue­ron: el 14 “Las cosas no mar­chan como yo qui­sie­ra” se ajus­ta a su situa­ción per­so­nal, pues mar­có un pro­me­dio de 0.84. Segui­do del ítem 18 “El futu­ro me pare­ce vago e incier­to” con un pro­me­dio de 0.75 y el ítem 4 “No pue­do ima­gi­nar cómo será mi vida den­tro de 10 años” con un pro­me­dio de 0.65.

Ideación suicida y bienestar psicológico

Al apli­car una r de Pear­son para corre­la­cio­nar la idea­ción sui­ci­da, no se encon­tró que se corre­la­cio­na­ra con el pun­ta­je obte­ni­do en las cate­go­rías. Sin embar­go, al cla­si­fi­car a los alum­nos de medi­ci­na en nive­les de Bien­es­tar psi­co­ló­gi­co, encon­tra­mos que nin­guno for­mó par­te de la cate­go­ría de Bien­es­tar psi­co­ló­gi­co alto o ele­va­do, bajo 60%, mode­ra­do 40%.

Los pun­ta­jes pro­me­dio más bajos fue­ron en las cate­go­rías: 1) Domi­nio del Entorno, es decir, en la habi­li­dad para ele­gir o crear entor­nos favo­ra­bles que satis­fa­gan los deseos y nece­si­da­des pro­pias, la capa­ci­dad para con­tro­lar en for­ma efec­ti­va el medio y la pro­pia vida, así como el uso com­pe­ten­te de los recur­sos dis­po­ni­bles en el medio; 2) Cre­ci­mien­to per­so­nal, con res­pec­to al sen­ti­do de auto­de­ter­mi­na­ción, de cre­ci­mien­to y desa­rro­llo con­ti­nuo como per­so­na, la auto­per­cep­ción de expan­sión per­so­nal, la aper­tu­ra a nue­vas expe­rien­cias, el sen­ti­do de rea­li­za­ción del pro­pio poten­cial, así como cam­bios en direc­cio­nes que indi­can un incre­men­to de auto­co­no­ci­mien­to y efi­ca­cia; 3) Pro­pó­si­to de vida, a la creen­cia de que la vida tie­ne pro­pó­si­to y sig­ni­fi­ca­do y se mani­fies­ta con la capa­ci­dad de esta­ble­cer metas vita­les y sen­ti­do de auto­di­rec­ción; per­sis­ten­cia en el cum­pli­mien­to de obje­ti­vos y la creen­cia de que la pro­pia vida, tan­to pasa­da como pre­sen­te, es útil y tie­ne un sen­ti­do.

Discusión y conclusiones

Des­de el prin­ci­pio se tenía cla­ro que todos los par­ti­ci­pan­tes con­ta­ban con cier­to ries­go, dado que el cri­te­rio de inclu­sión fue el haber pre­sen­ta­do pen­sa­mien­tos sui­ci­das y/o inten­tos pre­vios, que de acuer­do con la lite­ra­tu­ra son de los prin­ci­pa­les fac­to­res de ries­go (Blan­dón et al., 2015; Medi­na et al., 2017; Cór­do­va y Rosa­les, 2011; Rosa­les et al., 2013; Rosa­les et al., 2012; Baque­ri­zo et al., 2022). Se encon­tró que actual­men­te la mayo­ría de los par­ti­ci­pan­tes pre­sen­tan un ries­go alto. Esto quie­re decir que si bien para la mayo­ría su últi­mo inten­to se había rea­li­za­do hace unos meses o más de un año, los pen­sa­mien­tos sui­ci­das per­ma­ne­cían en el pre­sen­te, lo que repre­sen­ta­ría una mayor pro­ba­bi­li­dad de rea­li­zar un nue­vo inten­to.

Con res­pec­to a la des­es­pe­ran­za, si bien no mos­tra­ron ele­va­dos por­cen­ta­jes de espe­ran­za seve­ra, algu­nos auto­res (Jimé­nez, 2008; Medi­na et al., 2017) la refie­ren como otro fac­tor de ries­go. (Cas­ta­ño y Cal­de­rón., 2014) men­cio­nan que cuan­do la per­so­na pre­sen­ta des­es­pe­ran­za, esta pier­de las moti­va­cio­nes y la espe­ran­za de alcan­zar metas; gene­ra pen­sa­mien­tos nega­ti­vos acer­ca de su exis­ten­cia, pier­de sus sue­ños y, en pocas pala­bras, el sen­ti­do de la vida. (San­ti­llán et al. 2017) indi­can que el Pro­pó­si­to en la Vida es a veces difí­cil de encon­trar en un mun­do que pare­ce sin sen­ti­do y horrí­fi­co, y qué mejor ejem­plo que el caso de los jóve­nes mexi­ca­nos quie­nes cuen­tan con pocas opor­tu­ni­da­des de estu­dio, empleo, acce­so a la cul­tu­ra de for­ma gra­tui­ta, así como muchas for­mas de invo­lu­crar­se en el cri­men orga­ni­za­do, en el con­su­mo de sus­tan­cias y en otras con­duc­tas de ries­go.

Por otro lado, el alto pun­ta­je en la cate­go­ría de inca­pa­ci­dad para enfren­tar emo­cio­nes con­cuer­da con las expe­rien­cias com­par­ti­das por los uni­ver­si­ta­rios, quie­nes espe­ci­fi­can sen­ti­mien­tos de tris­te­za, ira y cul­pa­bi­li­dad de vivir; el inade­cua­do mane­jo de sus emo­cio­nes que los lle­van a ser impul­si­vos y que con­jun­ta­men­te lle­gan a tener un impac­to en su auto­es­ti­ma. Pare­ce ser que sen­tir­se inca­pa­ces de con­tro­lar las situa­cio­nes nega­ti­vas que les rodean y lo que las mis­mas les hacen sen­tir, hace que la idea de aca­bar con su pro­pia vida sea la alter­na­ti­va más lla­ma­ti­va. Al res­pec­to, (Domín­guez, Colo­ra­do y Car­bono 2015), repor­tan difi­cul­ta­des en las habi­li­da­des emo­cio­na­les para enten­der, com­pren­der y regu­lar las emo­cio­nes, con­tra­rio a quie­nes no pre­sen­tan nin­gu­na auto­le­sión.

Al res­pec­to de la depre­sión, en el pre­sen­te estu­dio se encon­tró que, en efec­to, exis­te una corre­la­ción posi­ti­va entre estos dos fenó­me­nos, Cas­tro, Mal­do­na­do y Car­do­na (2022), encon­tra­ron las varia­bles de depre­sión y car­ga per­ci­bi­da even­tual­men­te expli­can la idea­ción sui­ci­da. Asi­mis­mo, los estu­dian­tes de esta inves­ti­ga­ción repor­ta­ron más per­sis­ten­tes los sín­to­mas del esta­do de áni­mo o humor tris­te y algu­nos sín­to­mas de la cate­go­ría rela­cio­na­da a la soma­ti­za­ción. Por tan­to. De igual mane­ra, los datos son con­cor­dan­tes, con el pun­ta­je de la esca­la de Ryff, se encon­tró que no se per­ci­ben capa­ces de afron­tar los even­tos nega­ti­vos, de bus­car la auto­rrea­li­za­ción o cre­ci­mien­to per­so­nal y de tener o lograr metas que los lle­ven a dar­le un sen­ti­do a su pro­pia vida. Es decir, poseen una visión nega­ti­va de sí mis­mos, del mun­do y del futu­ro; aspec­to cog­ni­ti­vo cla­ve en la depre­sión de acuer­do al mode­lo de Beck, Rush, Shaw y Emery (2005). Sin embar­go, es muy impor­tan­te no olvi­dar que es una pro­ble­má­ti­ca com­ple­ja de natu­ra­le­za mul­ti­cau­sal.

Final­men­te, esta inves­ti­ga­ción evi­den­cia la nece­si­dad de seguir tra­ba­jan­do para dis­mi­nuir las tasas altas que posi­cio­nan al sui­ci­dio como un pro­ble­ma de salud públi­ca a nivel mun­dial y evi­tar que un inten­to no se con­vier­ta en el pri­me­ro de muchos que pue­dan cul­mi­nar en una muer­te por sui­ci­dio. Tra­ba­jar no sólo a nivel indi­vi­dual sino tam­bién fami­liar y social. Tra­tar de dis­mi­nuir fac­to­res de ries­go, pero igual­men­te pro­mo­ver o poten­ciar aque­llos pro­tec­to­res. Coin­ci­di­mos con Baque­ri­zo (2022) en que las uni­ver­si­da­des pue­den ser un esce­na­rio per­fec­to para ello, los estu­dian­tes lle­gan a pasar más de la mitad de su día en las aulas, varios días de la sema­na duran­te varios años.

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