5. La obesidad infantil en México Descargar este adjunto (5. La obesidad infantil en México.pdf)

Pablo Mercado y Gonzalo Vilchis

Universidad Iberoamericana; México, D.F.

Actual­men­te exis­ten diver­sas cau­sas del incre­men­to de la obe­si­dad infan­til en Méxi­co; entre otros, los fac­to­res más rele­van­tes son los medios de comu­ni­ca­ción y la fal­ta de acti­vi­dad físi­ca en la pobla­ción. Los hábi­tos ali­men­ti­cios no son los correc­tos y en com­bi­na­ción con la faci­li­dad con la que se pue­de con­su­mir comi­da cha­ta­rra. Como con­se­cuen­cia de esta com­bi­na­ción, en los últi­mos años, en nues­tro país, ha aumen­ta­do sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te la obe­si­dad. En este estu­dio par­ti­ci­pa­ron 400 suje­tos de ter­ce­ro a sex­to gra­do de pri­ma­ria de una escue­la públi­ca; los resul­ta­dos indi­can que los fac­to­res ante­rio­res tie­nen un gran impac­to en la ali­men­ta­ción de la pobla­ción infan­til.

Pala­bras cla­ve: Obe­si­dad, sobre­pe­so, infan­til.

 

Now a day the­re are a lot of cau­ses that have been increa­sing the chil­dren obe­sity in Mexi­co. The more rele­vant points whe­re the impact of the medias and the few phy­si­cal acti­vity in the popu­la­tion. The eating habits are not correct and in com­bi­na­tion with the fast food make that in the last years the obe­sity have grown con­si­de­rably in our country. This study was made with four hun­dred par­ti­ci­pants of third to sixth gra­de of a public pri­mary school, and the results sho­wed that the past facts have a great impact in the ali­men­ta­tion of the child popu­la­tion.

Key words: Obe­sity, over­weight, child.

Introducción

La obe­si­dad es un pro­ble­ma que preo­cu­pa no sólo a Méxi­co sino tam­bién a todo el mun­do. En el pre­sen­te tra­ba­jo se expo­ne algu­nos de los fac­to­res que cau­san la obe­si­dad infan­til en nues­tro país, obser­van­do que el sec­tor que la pade­ce con mayor inten­si­dad es la niñez en la cual han aumen­ta­do de mane­ra sig­ni­fi­ca­ti­va la obe­si­dad y el sobre­pe­so.

La obesidad como un problema de salud pública

La obe­si­dad es una pro­ble­má­ti­ca que con­cier­na a cual­quier país y sobre todo a los paí­ses en desa­rro­llo como Méxi­co. Los estu­dios evi­den­cian que el sobre­pe­so y la obe­si­dad se aso­cian con ries­gos de incre­men­tar enfer­me­da­des del cora­zón, arte­rioes­cle­ro­sis y dia­be­tes melli­tus, inclu­so a eda­des más tem­pra­nas de las que podría pen­sar­se. Se tra­ta de una enfer­me­dad com­ple­ja y mul­ti­fac­to­rial que pue­de ini­ciar­se en la infan­cia, y se carac­te­ri­za por un exce­so de gra­sa cor­po­ral que colo­ca al indi­vi­duo en una situa­ción de ries­go para la salud.

Según seña­lan datos sobre obe­si­dad infan­til, ha habi­do un aumen­to dra­má­ti­co en los pasa­dos diez años. En Méxi­co, las encues­tas nacio­na­les de salud de los años 1999 y 2006 demues­tran que tan­to el sobre­pe­so como la obe­si­dad en niños de entre 5 y 11 años aumen­ta­ron casi un 40%. La últi­ma encues­ta nacio­nal reve­ló que en el país, 26% de los niños en edad esco­lar pre­sen­tan sobre­pe­so y obe­si­dad. En Sono­ra, los datos son aún más preo­cu­pan­tes, pues el 40% de los niños y el 35% de las niñas pade­cen sobre­pe­so u obe­si­dad (Qui­zán, Álva­rez y Espi­no­za, 2007).

La obe­si­dad actual­men­te es cono­ci­da como la gran epi­de­mia del siglo XXI, afec­ta indis­tin­ta­men­te a muje­res y hom­bres, adul­tos, ado­les­cen­tes y niños. No obs­tan­te, ante­rior­men­te se con­si­de­ra­ba que el niño obe­so esta­ba sano; era admi­ra­do como un niño lleno de vida.

Morbilidad asociada a la obesidad

En muchos estu­dios de casos, repe­ti­da­men­te se han iden­ti­fi­ca­do tras­tor­nos depre­si­vos, ansio­sos, insa­tis­fac­ción con su ima­gen cor­po­ral y baja auto­es­ti­ma en niños obe­sos. Esta fre­cuen­cia es supe­rior en chi­cas que en chi­cos y se incre­men­ta con la edad, se incre­men­ta cuan­do se aso­cia al ante­ce­den­te de obe­si­dad en los padres aun cuan­do no se ha podi­do demos­trar en lac­tan­tes obe­sos un incre­men­to en el ries­go de obe­si­dad adul­ta ni en la mor­bi­li­dad aso­cia­da a la obe­si­dad infan­til. Tam­bién seña­la que del 8 al 13% (ries­go atri­bui­ble) de las obe­si­da­des adul­tas podrían haber sido evi­ta­das si se hubie­ran tra­ta­do en la infan­cia ya que la mayo­ría fue­ron obe­si­da­des de ins­tau­ra­ción en la edad adul­ta. Sin embar­go, dado el ses­go de selec­ción pre­sen­te en las mues­tras, los resul­ta­dos no pue­den ser extra­po­la­dos a todos los meno­res obe­sos ya que estas inves­ti­ga­cio­nes fue­ron rea­li­za­das en niños obe­sos que asis­ten a con­sul­tan por esa cau­sa.

La obesidad en niños

Des­de los años ochen­tas, los niños han teni­do la incli­na­ción por con­su­mir ali­men­tos dis­tin­tos a los acos­tum­braos en la fami­lia; desean comer la deno­mi­na­da “rápi­da” como ham­bur­gue­sas, piz­zas, hot­dogs, pollo fri­to, etc. Aque­llos de fami­lias de recur­sos eco­nó­mi­cos bajos, comen de lo que hay en casa y bus­can otro sabor que dis­fru­tar incli­nán­do­se por la comi­da cha­ta­rra. Asi­mis­mo, la acti­vi­dad físi­ca se hace cada vez más inau­di­ta; lo peor es que se está here­dan­do a los niños estos hábi­tos de vida pasi­va.

En Euro­pa, por ejem­plo, los niños no acos­tum­bran el ejer­ci­cio físi­co y los sec­to­res de salud tie­nen como prio­ri­dad la acti­vi­dad físi­ca. En la pobla­ción infan­til, el hábi­to de ejer­ci­cio físi­co es bajo y dis­mi­nu­ye al aumen­tar la edad. Mon­roy (2008) nos mues­tra una nota alar­man­te sobre el aumen­to de la obe­si­dad en los paí­ses desa­rro­lla­dos:

“Poco más de 30 años han sido nece­sa­rios para con­si­de­rar a la obe­si­dad un pro­ble­ma de salud públi­ca de orden mun­dial y en rápi­do ascen­so. Datos impor­tan­tes reve­lan que en EUA el 55% de los adul­tos tie­nen sobre­pe­so y una cuar­ta par­te de ellos obe­si­dad. En cuan­to a la obe­si­dad infan­til en Euro­pa, el pro­ble­ma es tan gra­ve que en los últi­mos 10 años el núme­ro de niños con sobre­pe­so se ha incre­men­ta­do por lo menos en 400 000 habi­tan­tes cada año de los cua­les 85 000 son obe­sos. Es sig­ni­fi­ca­ti­vo resal­tar que la obe­si­dad coexis­te con pro­ble­mas opues­tos como la des­nu­tri­ción en paí­ses como Bra­sil y Méxi­co, en don­de la obe­si­dad ha deja­do de ser un pro­ble­ma de los estra­tos eco­nó­mi­cos rela­ti­va­men­te altos para pasar a ser un indi­ca­dor de pobre­za, tal y como suce­de en los paí­ses desa­rro­lla­dos.”

En Méxi­co tam­bién se ha caí­do en el des­cui­do. La mayo­ría de la pobla­ción es de nivel socio­eco­nó­mi­co bajo y por lo tan­to exis­ten fac­to­res que hacen más vul­ne­ra­ble a la gen­te a sufrir una inmen­sa des­nu­tri­ción y obe­si­dad. Comen­ta Figue­roa (2009) “La obe­si­dad tie­ne una etio­lo­gía mul­ti­fac­to­rial en la que los fac­to­res de mayor fuer­za se rela­cio­nan con los esti­los de vida. Tan­to el nivel socio­eco­nó­mi­co podría con­di­cio­nar la pre­sen­cia de obe­si­dad como la obe­si­dad podría tener con­se­cuen­cias socia­les en el indi­vi­duo (si la movi­li­dad social es el fac­tor más rele­van­te, es la obe­si­dad la que con­di­cio­na­ría la posi­ción social del indi­vi­duo)”. En el 2003, lle­vó a cabo una inves­ti­ga­ción con niñas y niños mexi­ca­nos de cin­co a once años y con­clu­yó que:

“El sobre­pe­so y obe­si­dad son pro­ble­mas de salud de alta pre­va­len­cia en niños en edad esco­lar en Méxi­co, espe­cial­men­te en niñas, y se aso­cia posi­ti­va­men­te con el nivel socio­eco­nó­mi­co, la edad de los esco­la­res y la esco­la­ri­dad de las madres. Asi­mis­mo, tie­nen mayor pre­va­len­cia de sín­dro­me meta­bó­li­co. A par­te de la cues­tión eco­nó­mi­ca, exis­ten otros aspec­tos que gene­ran la obe­si­dad en la socie­dad como el polí­ti­co y social. Algu­nos temas que no ponen impor­tan­cia en los cen­tros de edu­ca­ción son el aco­so esco­lar, el mal­tra­to infan­til, la pobre­za, la auto­le­sión y la obe­si­dad, esta últi­ma espe­cial­men­te en edu­ca­ción infan­til y pri­ma­ria.”

Se debe tener con­si­de­rar a la obe­si­dad como un pro­ble­ma que trae otras con­se­cuen­cias, como lo men­cio­na Mon­roy (2008) “La epi­de­mia de obe­si­dad abar­ca muchos pro­ble­mas tan­to indi­vi­dua­les como socia­les, como un ries­go mayor de muer­te pre­ma­tu­ra, dis­mi­nu­ción de la cali­dad de vida y cos­tos de salud ele­va­dos”. En gene­ral, los fac­to­res deter­mi­nan­tes más estu­dia­dos de la obe­si­dad están rela­cio­na­dos con el esti­lo de vida, espe­cial­men­te el bino­mio ali­men­ta­ción y acti­vi­dad físi­ca (Ferrei­ra y Wan­der­ley, 2009). Al res­pec­to Figue­roa (2009) expo­ne que,

“La obe­si­dad no debe ser con­si­de­ra­da úni­ca­men­te como un dis­tur­bio pro­du­ci­do por el des­equi­li­brio entre las nece­si­da­des ener­gé­ti­cas y la ali­men­ta­ción, sino como un dis­tur­bio nutri­cio­nal que pue­de coexis­tir con defi­cien­cias de micro­nu­trien­tes y otras enfer­me­da­des caren­cia­les, par­ti­cu­lar­men­te en los gru­pos socio­eco­nó­mi­cos más vul­ne­ra­bles.”

La familia y obesidad en niños

Los padres infor­ma­dos de la obe­si­dad y sobre­pe­so están preo­cu­pa­dos y se dedi­can en incul­car a sus hijos para pre­ve­nir este mal. Bosch, et al. (2010) en su estu­dio pro­por­cio­nan algu­nos aspec­tos que se debe de tener en cuen­ta para la inter­ven­ción tan­to a nivel comu­ni­ta­rio como fami­liar sobre la obe­si­dad infan­til. Un fac­tor que con­di­cio­na a los niños a con­su­mir ali­men­tos “cha­ta­rra” son los medios de comu­ni­ca­ción (Mota, 2009). Otro fac­tor es el aumen­to indis­cri­mi­na­do de los res­tau­ran­tes de comi­da rápi­da.

Figue­roa (2009) men­cio­na que “urge prio­ri­zar la obe­si­dad en con­di­cio­nes de pobre­za”. A con­ti­nua­ción se citan varios auto­res para expli­car los dife­ren­tes fac­to­res que pro­du­cen obe­si­dad:

De Onis y Blöss­ner (2000) seña­lan que una carac­te­rís­ti­ca común encon­tra­da son las altas tasas de obe­si­dad en muje­res de bajos ingre­sos y el aumen­to de la obe­si­dad en niños meno­res de cin­co años de las ciu­da­des más pobres.

Figue­roa (2009) y Peña y Baca­llao (2001) men­cio­nan que el incre­men­to tan abrup­to de la obe­si­dad que ha ocu­rri­do en las últi­mas déca­das, así como su gran exten­sión, obe­de­ce prin­ci­pal­men­te a cam­bios impor­tan­tes en la ali­men­ta­ción de la pobla­ción, al patrón de acti­vi­dad físi­ca y a otros fac­to­res de índo­le socio­cul­tu­ral como son los medios de comu­ni­ca­ción.

Método

El estu­dio rea­li­za­do es de tipo explo­ra­to­rio, con un dise­ño trans­ver­sal; el tipo de mues­treo uti­li­za­do fue no pro­ba­bi­lís­ti­co. Se tra­ba­jó con 400 suje­tos de dos dis­tin­tos esce­na­rios: una escue­la pri­ma­ria y una igle­sia cató­li­ca.

Sujetos

Se selec­cio­nó a 400 niños y niñas de una escue­la pri­ma­ria públi­ca y de un cen­tro reli­gio­so cató­li­co. Se eli­gió en la igle­sia a 50 niños y niñas de mane­ra alea­to­ria salien­do de misa. Se les invi­tó a con­tes­tar como iban lle­gan­do de mane­ra per­so­nal. En la escue­la pri­ma­ria públi­ca se selec­cio­nó a 350 niños. La direc­to­ra del lugar asig­nó los gra­dos de ter­ce­ro a sex­to año de pri­ma­ria. A cada pro­fe­sor se le expli­có el cues­tio­na­rio para que lo apli­ca­ran en sus res­pec­ti­vos gru­pos. La escue­la y la igle­sia se ubi­can en una zona habi­ta­cio­nal e indus­trial den­tro del muni­ci­pio de San Mateo Aten­co, en el Esta­do de Méxi­co. En total de niñas fue­ron 191 y niños 209. Seis niños y dos niños se tuvie­ron que deser­tar por­que eran de pri­me­ro y segun­do año de secun­da­ria que se apli­có el cues­tio­na­rio den­tro de la igle­sia.

Instrumento

Los niños fue­ron eva­lua­dos antes de salir de cla­ses­con un ins­tru­men­to de cues­tio­na­rio de fal­so y ver​da​de​ro​.Al prin­ci­pio se ela­bo­ró con 93 reac­ti­vos, pos­te­rior­men­te se selec­cio­na­ron 50 de ellos con­si­de­ran­do que son reac­ti­vos que dan impac­to. Pos­te­rior­men­te, se agru­pa­ron en dife­ren­tes áreas. Así, El ins­tru­men­to con­clui­do cons­ta de 50 reac­ti­vos agru­pa­dos en cua­tro áreas: 10 reac­ti­vos del Área de Obe­si­dad y sobre­pe­so, 15 del área Con­su­mo de Ali­men­tos, 10 del área de medios de comu­ni­ca­ción, 15 del área de edu­ca­ción física.Consta de un apar­ta­do de datos gene­ra­les don­de­se pre­gun­tó sexo, edad, año que cur­sas, núme­ro de her­ma­nos, reli­gión, ¿tra­ba­ja tu papa?, ¿tra­ba­ja tu mamá?, ¿tra­ba­jas?

La apli­ca­ción del cues­tio­na­rio duro apro­xi­ma­da­men­te 40 minu­tosy cada alumno lo con­tes­tó en su pro­pio salón.

Resultados

A con­ti­nua­ción se pre­sen­tan una serie de grá­fi­cas en las cua­les se hace un aná­li­sis esta­dís­ti­co del resul­ta­do de las prue­bas apli­ca­das.

Grá­fi­ca 1. Núme­ro de her­ma­nos y con­su­mo de ali­men­tos.

En la Grá­fi­ca 1 se mues­tra que hay una dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va entre niños que tie­nen más her­ma­nos que los que tie­nen menos. Se obser­va que en todos los gru­pos influ­ye el núme­ro her­ma­nos que se tie­ne con la ali­men­ta­ción que lle­van, los que tie­nen seis her­ma­nos tie­nen una ali­men­ta­ción más des­cui­da­da con res­pec­to a los demás gru­pos.

Grá­fi­ca 2. Núme­ro de her­ma­nos y edu­ca­ción físi­ca.

En la Grá­fi­ca 2 se mues­tra que hay una dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va entre niños que tie­nen seis her­ma­nos que los que tie­nen menos o más. Se obser­va que en todos los gru­pos influ­ye el núme­ro her­ma­nos que se tie­ne con la acti­vi­dad físi­ca que lle­van a cabo, los que tie­nen seis her­ma­nos tie­nen a ser más acti­vos con res­pec­to a los demás gru­pos.

Grá­fi­ca 3. Núme­ro de her­ma­nos y medios de comu­ni­ca­ción.

En la Grá­fi­ca 3 se mues­tra que hay una dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va entre niños que tie­nen más her­ma­nos que los que tie­nen menos. Se obser­va que en todos los gru­pos influ­ye el núme­ro her­ma­nos que se tie­ne con los medios de comu­ni­ca­ción, los que tie­nen seis sie­te o nue­ve her­ma­nos tie­nen una ali­men­ta­ción más des­cui­da­da con res­pec­to a los demás gru­pos, aun­que tam­bién en este par­te se mues­tra un con­tras­te rele­van­te.

Discusión

La obe­si­dad y el sobre­pe­so son situa­cio­nes que son cau­sa­dos por dife­ren­tes fac­to­res que están uni­dos entre sí. Los niños y niñas están enfren­tan­do un sin núme­ro de fac­to­res que los ori­llan a caer a la obe­si­dad y el sobre­pe­so. En los estu­dios se obser­va que el sexo no influ­ye en pade­cer obe­si­dad y sobre­pe­so.

Entre el sexo y el fac­tor con­su­mo de ali­men­tos tam­po­co exis­te dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va. El resul­ta­do es una ten­den­cia al “sobre con­su­mo” pasi­vo. En cuan­to a la edu­ca­ción físi­ca, niñas y niños no son afec­tos al ejer­ci­cio. De for­ma gene­ral, las niñas son más seden­ta­rias que los niños y estas dife­ren­cias se incre­men­tan con la edad.

Las mamás que tra­ba­jan son más cons­cien­tes de la pro­ble­má­ti­ca que cru­za la infan­cia y esto les moti­va a expli­car­les a sus hijos sobre la obe­si­dad y sobre­pe­so. En cuan­to a los aspec­tos de con­su­mo de ali­men­tos, medios de comu­ni­ca­ción y edu­ca­ción físi­ca no se encon­tra­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas con rela­ción a los hijos de mamás que tra­ba­jan con los hijos de mamás que sí tra­ba­jan. Los niños están rodea­dos de ali­men­tos con mayor can­ti­dad de gra­sas y azú­ca­res. No se encon­tró algu­na dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va en los niños que tra­ba­jan con los niños que no tra­ba­jan en las cua­tro áreas: obe­si­dad y sobre­pe­so, con­su­mo de ali­men­tos, medios de comu­ni­ca­ción y edu­ca­ción físi­ca. Ambos gru­pos de niños saben las con­se­cuen­cias que pro­vo­can la obe­si­dad y el sobre­pe­so, pero no se abs­tie­nen de con­su­mir los ali­men­tos gra­so­sos.

Para el ejer­ci­cio no hay dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas con los dife­ren­tes gra­dos de la escue­la. Los niños que tie­nen más her­ma­nos tie­nen una ali­men­ta­ción más des­cui­da­da y menos nutri­ti­va. Cuan­do en una fami­lia exis­ten varios hijos enton­ces hay más moti­va­ción para hacer ejer­ci­cio físi­co. Pue­de haber moti­va­ción si los her­ma­nos son del mis­mo sexo, ya sean dos her­ma­nos o dos her­ma­nas. Los niños de sex­to gra­do están emo­cio­na­dos por ter­mi­nar la pri­ma­ria y están ocu­pa­dos en otras acti­vi­da­des.

No exis­ten dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas entre reli­gión y obe­si­dad y sobre­pe­so. Las dis­tin­tas reli­gio­nes están cons­cien­tes de que la obe­si­dad y sobre­pe­so son enfer­me­da­des que se debe de com­ba­tir. En lo refe­ren­te al con­su­mo de ali­men­tos, las reli­gio­nes per­mi­ten todo tipo de ali­men­tos para la nutri­ción de los cre­yen­tes. Son tec­no­lo­gía útil para infor­mar­se sobre temas de gran impor­tan­cia como la obe­si­dad y sobre­pe­so. El ejer­ci­cio físi­co es impor­tan­te para tener salud espi­ri­tual.

Referencias

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