Abuso sexual infantil: caso de estudio desde la praxis Psicológica Forense Descargar este archivo (1-Abuso-sexual-infantil.pdf)

Martha Patricia Gutiérrez Quintana[1]

Instituto de Posgrado en Psicoterapia Cognitivo-Conductual,
Querétaro, México

Resu­men

Esta inves­ti­ga­ción abor­da los aspec­tos psi­co­ló­gi­cos y jurí­di­cos impli­ca­dos en el sufri­mien­to de las víc­ti­mas de Abu­so Sexual Infan­til (ASI). Se expo­ne el caso de una menor de tres años que pre­sen­ta sin­to­ma­to­lo­gía pro­pia de ASI. Con la expo­si­ción de un caso se bus­ca con­cien­ti­zar sobre el enfren­ta­mien­to de los meno­res a un Sis­te­ma Judi­cial Mexi­cano que no está total­men­te pre­pa­ra­do para aten­der situa­cio­nes de esta natu­ra­le­za. Los meno­res de edad que son víc­ti­mas de este deli­to (ASI) ten­drán que enfren­tar­se tan­to a las con­se­cuen­cias desas­tro­sas de este even­to como a las adver­si­da­des pro­pias de la vida.

Pala­bras cla­ve: Rap­port, revic­ti­mi­za­ción, reve­la­ción, tes­ti­mo­nio.

Abs­tract

This research addres­ses the psy­cho­lo­gi­cal and legal aspects invol­ved in the suf­fe­ring of vic­tims of Child Sexual Abu­se (CSA). The case of a child under 3 years old who pre­sents sym­ptoms of CSA is expo­sed. With the expo­su­re of a case, we seek to rai­se awa­re­ness about the con­fron­ta­tion of minors with a Mexi­can Pro­se­cu­tion Sys­tem that is not fully pre­pa­red to deal with situa­tions of this natu­re. Minors who are vic­tims of this cri­me (CSA) will have to face both the disas­trous con­se­quen­ces of this event and the adver­si­ties of life.

Key­words: Rap­port, revic­ti­mi­za­tion, dis­clo­su­re, tes­ti­mony.

Introducción

El menor que sufre abu­so sexual es una víc­ti­ma des­de el momen­to que pade­ció la agre­sión, la cual per­ma­ne­ce­rá duran­te toda su vida, pues sufri­rá las secue­las de los hechos vio­len­tos de los que fue obje­to debi­do a que su agre­sor ha fla­ge­la­do sus fibras más sen­si­bles como ser humano, ha frac­tu­ra­do la estruc­tu­ra y esen­cia emo­cio­nal, cog­ni­ti­va y con­duc­tual del menor de edad cuan­do estas aún se encon­tra­ban en desa­rro­llo.

Corby y cole­gas (2017), defi­nen el ASI como “for­zar o per­sua­dir a un niño o a un joven para que par­ti­ci­pe en acti­vi­da­des sexua­les”. Hacen hin­ca­pié en dar prio­ri­dad al tes­ti­mo­nio de los meno­res. Seña­lan que a pesar de que exis­ten limi­ta­dos indi­ca­do­res exter­nos y con­fia­bles en el tes­ti­mo­nio de los meno­res, pau­la­ti­na­men­te se les está dan­do mayor cre­di­bi­li­dad e impor­tan­cia con res­pec­to a los hechos acon­te­ci­dos.

Actual­men­te, los pro­fe­sio­na­les y las auto­ri­da­des mues­tran mayor aper­tu­ra para estar al tan­to de lo que tes­ti­fi­can las niñas, niños y ado­les­cen­tes; sin embar­go, es com­ple­jo corro­bo­rar que efec­ti­va­men­te se dio un abu­so, más aún cuan­do está invo­lu­cra­do el núcleo fami­liar.

Se gene­ra, enton­ces, una dis­yun­ti­va entre la pro­ban­za de los hechos y los indi­ca­do­res exter­nos con­fia­bles del ASI. Es en esta dis­yun­ti­va don­de radi­ca la esen­cia medu­lar de esta inves­ti­ga­ción, ya que, por una par­te, se tie­nen las bate­rías de prue­bas psi­co­ló­gi­cas, médi­cas y judi­cia­les (leyes, pro­to­co­los de actua­ción y tra­ta­dos inter­na­cio­na­les) para la correc­ta obten­ción del tes­ti­mo­nio de un menor víc­ti­ma de ASI, mien­tras que, por otra par­te, se encuen­tra en tela de jui­cio la pala­bra, el tes­ti­mo­nio o reve­la­ción del menor abu­sa­do.

Tam­bién es impor­tan­te con­si­de­rar los argu­men­tos de los padres o tuto­res, que están des­orien­ta­dos res­pec­to a cómo actuar para mane­jar las situa­cio­nes que enfren­tan a par­tir del momen­to de la reve­la­ción. La com­ple­ji­dad de estos argu­men­tos se mag­ni­fi­ca cuan­do el abu­so sexual infan­til pro­vie­ne de alguno de los miem­bros de la fami­lia.

Deri­va­do de esta pro­ble­má­ti­ca intra­fa­mi­liar y los pro­ce­sos judi­cia­les que se ini­cian, cuan­do se denun­cia el abu­so se gene­ran even­tos y cir­cuns­tan­cias que pue­den revic­ti­mi­zar al menor. En muchas oca­sio­nes se pre­sen­tan actua­cio­nes ocio­sas orde­na­das por auto­ri­da­des en aras de “cono­cer la ver­dad”, dejan­do de lado o res­tan­do valor al tes­ti­mo­nio de los meno­res, lo cual desem­bo­ca en revic­ti­mi­za­ción ins­ti­tu­cio­nal.

Se tra­ta de accio­nes com­ple­ta­men­te dis­tan­tes a lo seña­la­do por la legis­la­tu­ra vigen­te y a los tra­ta­dos inter­na­cio­na­les de los que el esta­do mexi­cano for­ma par­te. En este orden de ideas, el Dere­cho Inter­na­cio­nal, a tra­vés de la Con­ven­ción sobre los Dere­chos del Niño (CDN) del Fon­do de las Nacio­nes Uni­das para la Infan­cia (UNICEF), seña­la que los niños y niñas dejan de ser sim­ples bene­fi­cia­rios de los ser­vi­cios y de la pro­tec­ción del Esta­do, para con­ce­bir­se como suje­tos de dere­cho.

Lo rele­van­te de este desa­rro­llo nor­ma­ti­vo es que supo­ne un reco­no­ci­mien­to de la infan­cia como suje­to pleno de dere­chos, con un catá­lo­go amplio de dere­chos asig­na­dos que le per­te­ne­cen. Pues­to que se tra­ta de docu­men­tos sus­cri­tos por el Esta­do, este desa­rro­llo nor­ma­ti­vo adquie­re cla­ras obli­ga­cio­nes fren­te a las víc­ti­mas meno­res de edad.

Las víc­ti­mas de ASI ten­drán una mar­ca emo­cio­nal y psi­co­ló­gi­ca per­ma­nen­te con la que lidia­rán toda su vida. Pese a que el actual Sis­te­ma Judi­cial Mexi­cano con­tem­pla la repa­ra­ción del daño, las víc­ti­mas no encon­tra­rán en nin­gu­na sen­ten­cia el ali­vio a los dolo­res psi­co­emo­cio­na­les pro­vo­ca­dos por el ASI.

En 2016, el Dia­rio de la Repú­bli­ca de San Luis Poto­sí publi­có el docu­men­to titu­la­do Una car­ta, el des­aho­go de una chi­ca abu­sa­da por su padre, don­de se mani­fies­ta el siguien­te tes­ti­mo­nio: “Siem­pre me he pre­gun­ta­do por qué mi papá no pudo ser como los otros, por qué no me qui­so como papá. Yo que­ría un padre nor­mal, uno bueno.” (M, M., 2016).

La fami­lia en torno a una víc­ti­ma de ASI, reac­cio­na de for­ma mul­ti­fac­to­rial, es decir, exis­ten fac­to­res de índo­le psi­co­ló­gi­ca, emo­cio­nal, eco­nó­mi­ca, social y cul­tu­ral invo­lu­cra­dos. La víc­ti­ma resul­ta­rá afec­ta­da en mayor o menor gra­do depen­dien­do de su edad, la fre­cuen­cia y el tipo de agre­sión y, sobre todo, de la rela­ción que guar­de con el agre­sor.

En este sen­ti­do, la psi­co­lo­gía como cien­cia espe­cia­li­za­da en el desa­rro­llo de la psi­que del indi­vi­duo jue­ga un papel muy impor­tan­te para la implan­ta­ción de téc­ni­cas inno­va­do­ras y meca­nis­mos de inda­ga­ción para eva­luar el hecho y el daño del abu­so sexual come­ti­do a los infan­tes, con la fina­li­dad de miti­gar, en la medi­da de lo posi­ble, el daño sufri­do.

Acerca de la problemática del abuso sexual a menores

El ASI es un tema de inte­rés que com­pro­me­te a amplios sec­to­res públi­cos y pri­va­dos. Su impor­tan­cia exi­ge que todos los pro­fe­sio­nis­tas que tra­ba­jan con este tema se sen­si­bi­li­cen, pre­pa­ren y com­pro­me­tan con el Inte­rés Supe­rior de la Niñez (ISN).

Si bien es cier­to que exis­ten múl­ti­ples ins­tru­men­tos que coad­yu­van a detec­tar el abu­so sexual en los meno­res de edad, tam­bién es cier­to que no todos los pro­fe­sio­na­les que tra­ba­jan en estos ámbi­tos psi­co­ló­gi­cos y foren­ses cono­cen la apli­ca­ción de estos meca­nis­mos o las vici­si­tu­des que ocu­rren duran­te la pra­xis, ya sea por fal­ta de capa­ci­ta­ción o sen­si­bi­li­dad, por igno­ran­cia o incom­pren­sión de los ins­tru­men­tos jurí­di­cos.

Por con­si­guien­te, no se esta­ble­ce la serie­dad sufi­cien­te sobre el tema cuan­do se crean hipó­te­sis ten­den­cio­sas por par­te de los pro­fe­sio­nis­tas que tra­ba­jan los casos por con­ve­nien­cia en su afán cie­go y des­me­di­do por pro­cu­rar los intere­ses de sus man­dan­tes. Esto resul­ta en la segre­ga­ción del ISN e impi­de el escla­re­ci­mien­to de los hechos reve­la­dos por las niñas, niños y ado­les­cen­tes.

En la prác­ti­ca nos hemos enfren­ta­do a un sis­te­ma judi­cial pla­ga­do de intere­ses e igno­ran­cia de la pro­ble­má­ti­ca infan­til, pues­to que los pro­fe­sio­na­les abor­dan los liti­gios tra­tan­do a los meno­res de edad como adul­tos.

A pesar de lo ante­rior, cada vez son más los jue­ces y abo­ga­dos que hacen un tra­to dife­ren­cial y espe­cia­li­za­do a las niñas, niños y ado­les­cen­tes por moti­vo de su eta­pa evo­lu­ti­va y gra­do de vul­ne­ra­bi­li­dad.

La fami­lia por su par­te tam­bién jue­ga un rol pre­pon­de­ran­te en esta pro­ble­má­ti­ca, en espe­cial cuan­do el abu­so se ha dado al inte­rior de esta. Este esce­na­rio incre­men­ta los daños oca­sio­na­dos en la estruc­tu­ra psi­co­ló­gi­ca y emo­cio­nal de los meno­res de edad, ya que las con­se­cuen­cias se pro­lon­gan por más tiem­po y el pro­nós­ti­co se reser­va a un tra­ta­mien­to y estra­te­gia psi­co­ló­gi­ca opor­tu­na.

Dado que el ISN está ele­va­do a ran­go Cons­ti­tu­cio­nal (Cfr. Art. 4º), es tarea de todos los pro­fe­sio­na­les que inter­ve­ni­mos en casos que invo­lu­cran a meno­res víc­ti­mas de abu­so sexual ser garan­tes del cum­pli­mien­to de las dis­po­si­cio­nes que ema­nan de las leyes rela­cio­na­das con la mate­ria.

Identificación de los participantes

La inves­ti­ga­ción se deri­vó a par­tir de la peti­ción de un abo­ga­do patrono que soli­ci­tó un dic­ta­men peri­cial psi­co­ló­gi­co de una menor de edad que, se sos­pe­cha­ba, fue víc­ti­ma de ASI; par­ti­ci­pa­ron enton­ces:

  • S1 de 3 años
  • Psi­có­lo­ga
  • Juez
  • Fami­lia nuclear (madre) y abue­los mater­nos de S1

Historia del problema

A pesar de que en Méxi­co exis­ten ins­ti­tu­cio­nes espe­cia­li­za­das en la defen­sa y pro­tec­ción de los niños, aún se per­ci­be des­con­fian­za por par­te de los padres o tuto­res para acu­dir a dar par­te a las auto­ri­da­des sobre estos hechos de abu­so; des­con­fian­za que se suma a la cri­sis emo­cio­nal y psi­co­ló­gi­ca que expe­ri­men­tan al momen­to de la reve­la­ción hecha por los niños, niñas y ado­les­cen­tes.

Una vez que la o el menor de edad rea­li­za la reve­la­ción, la pro­ble­má­ti­ca se visua­li­za des­de dis­tin­tas pers­pec­ti­vas. Las iden­ti­fi­ca­das son:

  1. La fami­liar
  2. La de la víc­ti­ma del ASI
  3. La mira­da jurí­di­ca
  4. La de la tria­da de pro­fe­sio­na­les impli­ca­das de mane­ra direc­ta en la valo­ra­ción de la víc­ti­ma (psi­có­lo­go-médi­co-fis­cal)
  5. La social

No debe­mos olvi­dar las varia­bles de dila­ción en la tra­mi­to­lo­gía de las denun­cias, la angus­tia de los padres o tuto­res ante la expo­si­ción del menor a repe­tir nue­va­men­te una y otra vez los hechos (revic­ti­mi­za­ción) y la fal­ta de sen­si­bi­li­dad de las auto­ri­da­des para gene­rar un ambien­te de con­fian­za (rap­port) para poner­se al nivel de com­pren­sión y enten­di­mien­to de los meno­res agre­di­dos, para que estos res­pon­dan, con­for­me a su desa­rro­llo cog­ni­ti­vo, a los inte­rro­ga­to­rios que se les hacen.

Se pre­ten­de gene­rar en las y los meno­res de edad la per­cep­ción de que su pala­bra es escu­cha­da, toma­da en cuen­ta y que tie­nen apo­yo y pro­tec­ción en las auto­ri­da­des.

Marco teórico

Un menor libre de daño sexual se refie­re a la natu­ra­li­dad con la que las infan­cias debe­rían desa­rro­llar su sexua­li­dad, sin que exis­tan hechos adver­sos que alte­ren o per­vier­tan el cur­so natu­ral o nor­mal, ni inte­rrum­pan dicho desa­rro­llo (Tobar, 1999). El ASI se entien­de cuan­do se invo­lu­cra a un niño o niña en acti­vi­da­des sexua­les que ellos no lle­gan a com­pren­der, ya que no tie­nen la madu­rez inte­lec­tual ni psi­co­ló­gi­ca para dar su con­sen­ti­mien­to. De igual mane­ra, el ASI es una de las aris­tas de la vio­len­cia por­que esta­ble­ce un abu­so de poder que impli­ca lace­ra­cio­nes físi­cas, psi­co­ló­gi­cas o emo­cio­na­les irre­ver­si­bles (Mar­tí­nez, 2016).

En 2014 la Supre­ma Cor­te de Jus­ti­cia de la Nación emi­tió el Pro­to­co­lo de Actua­ción para Quie­nes Impar­ten Jus­ti­cia en Casos que Invo­lu­cren Niñas, Niños y Ado­les­cen­tes (2a Edi­ción). Exis­ten dos tipos de razo­na­mien­tos fun­da­men­ta­les que lle­va­ron a la Supre­ma Cor­te de Jus­ti­cia de la Nación a la ela­bo­ra­ción de un Pro­to­co­lo de Actua­ción en esta mate­ria.

La pri­me­ra tie­ne que ver con el mar­co cons­ti­tu­cio­nal y las obli­ga­cio­nes del Esta­do que se deri­van del mis­mo. La segun­da con las carac­te­rís­ti­cas espe­cí­fi­cas de la infan­cia y ado­les­cen­cia que los lle­van a con­si­de­rar­los como per­so­nas dife­ren­tes a los adul­tos y que requie­ren de una aten­ción espe­cia­li­za­da.

La aten­ción espe­cia­li­za­da y dife­ren­cia­da a los meno­res es tam­bién una con­di­ción para garan­ti­zar con­di­cio­nes de igual­dad en el acce­so a sus dere­chos, debi­do a su eta­pa evo­lu­ti­va y gra­do de vul­ne­ra­bi­li­dad.

Es com­ple­jo eva­luar el gra­do de daño en una víc­ti­ma de ASI. Sería iló­gi­co pen­sar que las con­duc­tas defi­cien­tes a lar­go pla­zo se pre­sen­ta­rán sola­men­te cuan­do ese menor sea un adul­to, de ahí la impe­rio­sa nece­si­dad de medir el impac­to en fun­ción del ISN. Por dicha razón, Viviano (2012) hace un aná­li­sis de las con­se­cuen­cias (a cor­to, mediano y lar­go pla­zo) pos­te­rio­res al ASI que se pre­sen­ta en niñas, niños y ado­les­cen­tes, mis­mas que se resu­men a con­ti­nua­ción:

Corto plazo (período inmediato al abuso)
  • Dimen­sión emo­cio­nal: sen­ti­mien­tos de tris­te­za y des­am­pa­ro, cam­bios brus­cos en el esta­do de áni­mo, irri­ta­bi­li­dad, rebel­día, temo­res diver­sos, ver­güen­za, cul­pa y ansie­dad.
  • Dimen­sión cog­ni­ti­va: bajo ren­di­mien­to o deser­ción esco­lar, baja aten­ción y con­cen­tra­ción, des­mo­ti­va­ción.
  • Dimen­sión con­duc­tual: cam­bios en los hábi­tos ali­men­ti­cios y del sue­ño, temo­res, agre­si­vi­dad, recha­zo a figu­ras de auto­ri­dad, hos­ti­li­dad y/o temor fren­te al agre­sor, entre otros.
Mediano plazo (de 1 a 3 años posteriores al ASI)
  • Dimen­sión emo­cio­nal: depre­sión en diver­sos gra­dos, tras­tor­nos de ansie­dad y sue­ño, terro­res noc­tur­nos, tras­tor­nos ali­men­ti­cios, inten­tos de sui­ci­dio o ideas sui­ci­das, dis­tor­sión del desa­rro­llo sexual. Los meno­res abu­sa­dos expe­ri­men­tan sen­ti­mien­tos bási­cos de mie­do, ver­güen­za y preo­cu­pa­ción, pero de una for­ma exce­si­va.
  • Dimen­sión cog­ni­ti­va: tras­tor­nos de apren­di­za­je.
  • Dimen­sión con­duc­tual: deser­ción esco­lar, fuga del hogar, con­su­mo de dro­gas, alcohol, delin­cuen­cia, con­duc­tas sexua­les de ries­go, inte­rés exce­si­vo por jue­gos sexua­les y mas­tur­ba­ción com­pul­si­va.
Largo plazo (más de 3 años del ASI)
  • Dimen­sión emo­cio­nal: se advier­te baja auto­es­ti­ma, dis­fun­cio­nes sexua­les, depre­sión, sen­ti­mien­tos de ser dife­ren­te a los demás.
  • Dimen­sión cog­ni­ti­va: fra­ca­so esco­lar.
  • Dimen­sión con­duc­tual: pro­mis­cui­dad sexual, pros­ti­tu­ción, inadap­ta­ción social, abu­so de sus­tan­cias, rela­cio­nes fami­lia­res con­flic­ti­vas.

Metodología

Esta inves­ti­ga­ción es de tipo cua­li­ta­ti­vo y cuan­ti­ta­ti­vo con alcan­ce des­crip­ti­vo, pues bus­ca defi­nir las pro­pie­da­des pri­mor­dia­les a des­ta­car de un fenó­meno. Para el estu­dio se reco­lec­tó infor­ma­ción en un momen­to jurí­di­co (eta­pa pro­ba­to­ria) y se enun­cia­ron los pasos para la ela­bo­ra­ción de un dic­ta­men foren­se en víc­ti­mas ASI.

La meto­do­lo­gía emplea­da se esque­ma­ti­za de la siguien­te mane­ra:

Figura 1. Diagrama de la Metodología empleada

Pre­gun­ta de inves­ti­ga­ción

¿Qué evi­den­cias psi­co­ló­gi­cas y foren­ses es nece­sa­rio reco­pi­lar, ana­li­zar e inter­pre­tar para sus­ten­tar un caso de abu­so sexual infan­til en con­tex­tos jurí­di­cos?

Obje­ti­vo de la inves­ti­ga­ción

Des­cri­bir la infor­ma­ción nece­sa­ria para sus­ten­tar un dic­ta­men psi­co­ló­gi­co foren­se de abu­so sexual a una menor de tres años de edad.

Téc­ni­cas e ins­tru­men­tos

a) Entre­vis­ta Psi­co­ló­gi­ca Clí­ni­ca – Foren­se

b) Bate­ría de prue­bas:

  • Test de Inven­ta­rio de fra­ses revi­sa­do (IFR): Prue­ba psi­co­mé­tri­ca emplea­da para diag­nos­ti­car la pre­sen­cia de indi­ca­do­res de com­por­ta­mien­to que indi­can abu­so sexual infan­til (Colom­bo et al., 2005).
  • Test de abu­so infan­til: Prue­ba psi­co­mé­tri­ca desa­rro­lla­da para explo­rar indi­ca­ti­vos de abu­so en infan­tes (Sulli­van et al., 2004).
  • Hora de Jue­go Libre: Es una téc­ni­ca psi­co­ló­gi­ca emplea­da para que el niño pue­da expre­sar sus sen­ti­mien­tos y pro­ble­mas, sus temo­res, su odio, sole­dad, sen­ti­mien­tos de fra­ca­so y des­adap­ta­ción por medio del jue­go.
  • Diná­mi­cas con muñe­cos sexua­dos o ana­tó­mi­ca­men­te correc­tos: Los muñe­cos ana­tó­mi­cos o sexua­dos se uti­li­zan como una herra­mien­ta pro­yec­ti­va y como un medio de expre­sión para que los niños y niñas que han vivi­do algún tipo de vio­len­cia sexual repre­sen­ten por medio del jue­go esta expe­rien­cia que para ellas y ellos es difí­cil de ver­ba­li­zar.
  • Cues­tio­na­rio pro­pues­to para sos­pe­cha de abu­so sexual en niños y niñas: Cues­tio­na­rio rea­li­za­do a padres de fami­lia que per­mi­te eva­luar los cam­bios expe­ri­men­ta­dos por los meno­res cuan­do son víc­ti­mas de abu­so sexual (Sal­vag­ni et al., 2014).
  • Cues­tio­na­rio para padres: Cues­tio­na­rio rea­li­za­do a padres de fami­lia que per­mi­te eva­luar los cam­bios expe­ri­men­ta­dos por los meno­res cuan­do son víc­ti­mas de abu­so sexual (Soto, 1997).

Se uti­li­zó una meto­do­lo­gía adap­ta­da de la Guía para la Eva­lua­ción Peri­cial de Daño en Víc­ti­mas de Deli­tos Sexua­les de la Fis­ca­lía Nacio­nal del Minis­te­rio Públi­co de Chi­le y del Pro­to­co­lo de Actua­ción para Quie­nes Impar­ten Jus­ti­cia en Casos que Invo­lu­cren Niñas, Niños y Ado­les­cen­tes de la Supre­ma Cor­te de Jus­ti­cia de la Nación de Méxi­co.

Procedimiento

Cri­te­rios Inclu­yen­tes:

  1. Prin­ci­pio de la míni­ma inter­ven­ción.
  2. Pre­ser­var la inte­gri­dad psi­co­emo­cio­nal del menor de edad peri­ta­do en todo momen­to de la inves­ti­ga­ción.
  3. Res­guar­do de la neu­tra­li­dad téc­ni­ca.
  4. Regis­tro fiel del mate­rial clí­ni­co foren­se.

Cri­te­rios Exclu­yen­tes:

  1. Evi­tar pre­gun­tas suges­ti­vas o induc­ción de res­pues­tas.
  2. Evi­tar emi­tir jui­cios de valor.

La soli­ci­tud de par­ti­ci­pa­ción del peri­to requi­rió de la iden­ti­fi­ca­ción y cla­si­fi­ca­ción de los cam­bios emo­cio­na­les, psi­co­ló­gi­cos y con­duc­tua­les que había expe­ri­men­ta­do y mani­fes­ta­do la niña.

A par­tir de este reque­ri­mien­to se con­for­mó una estra­te­gia peri­cial que impli­có, entre otros ele­men­tos, la apli­ca­ción de una bate­ría de prue­bas psi­co­ló­gi­cas (véan­se las téc­ni­cas); con­sul­ta con diver­sas fuen­tes de infor­ma­ción (madre, abue­los, escue­la) y el aná­li­sis e inter­pre­ta­ción de los datos obte­ni­dos para la ela­bo­ra­ción de un dic­ta­men peri­cial psi­co­ló­gi­co a la menor en cues­tión, al que se refe­ri­rá como suje­to 1 (S1) en lo suce­si­vo.

El pro­ce­so de eva­lua­ción de S1 se lle­vó a cabo en agos­to de 2017. Todos los pro­ce­sos de eva­lua­ción se rea­li­za­ron en un con­sul­to­rio pri­va­do, en ins­ta­la­cio­nes ambien­ta­das. Se tra­ta de un espa­cio espe­cial­men­te dise­ña­do para que S1 se sin­tie­ra cómo­da, segu­ra y en con­fian­za, el cual se encuen­tra equi­pa­do con ven­ti­la­ción e ilu­mi­na­ción ade­cua­da, mobi­lia­rio infan­til, mate­rial didác­ti­co acor­de a la edad cro­no­ló­gi­ca de la menor y mate­ria­les que per­mi­tan la inter­ac­ción ade­cua­da entre la menor peri­ta­da y el peri­to. Ade­más, es un espa­cio ais­la­do de dis­trac­to­res exter­nos, con equi­po de gra­ba­ción audio­vi­sual y don­de se pro­cu­ra la gene­ra­ción de rap­port en todo momen­to.

Obtención y procesamiento de la información

Siguien­do la meto­do­lo­gía enun­cia­da, las eta­pas se eje­cu­ta­ron de la siguien­te for­ma:

1. Etapa de planificación

Se lle­vó a cabo una entre­vis­ta ini­cial con la madre de S1 para cono­cer el con­tex­to de esta, así como sus ante­ce­den­tes en la esfe­ra fami­liar y social. La entre­vis­ta ini­cial explo­ró exhaus­ti­va­men­te las sos­pe­chas de la madre de S1 acer­ca del “secre­to” que le con­fió esta, en don­de S1 men­cio­na­ba que exis­tie­ron toca­mien­tos por par­te de su padre.

Dada la edad y eta­pa evo­lu­ti­va de S1 y con­for­me a lo esta­ble­ci­do por los Pro­to­co­los de Actua­ción, deon­to­lo­gía foren­se y pers­pec­ti­va de dere­chos huma­nos, fue nece­sa­rio obte­ner el con­sen­ti­mien­to infor­ma­do por escri­to de su madre, pre­vio al ini­cio de la eva­lua­ción.

La madre pre­sen­tó a S1 a eva­lua­ción psi­co­ló­gi­ca de for­ma pun­tual, lim­pia y con ali­ño. S1 se mos­tró irri­ta­ble, inse­gu­ra, exhi­bió acti­tu­des de hos­ti­li­dad, recha­zo, inquie­tud, renuen­cia, agre­si­vi­dad y temor si la madre no esta­ba pre­sen­te.

Información obtenida, analizada e interpretada

Den­tro del pro­ce­so de reco­pi­la­ción de infor­ma­ción se advir­tió que S1 es alle­ga­da a su madre, mien­tras que su padre recha­zó a S1 des­de que esta­ba en ges­ta­ción, por lo que no desa­rro­lló una rela­ción pater­no­fi­lial ni una vin­cu­la­ción afec­ti­va con esta figu­ra.

S1 acos­tum­bra­ba a dor­mir con los bra­zos abier­tos. A par­tir del divor­cio de sus padres tuvo con­vi­ven­cias con su padre, y S1 comen­zó a dor­mir en posi­ción fetal, cubrién­do­se la cabe­za con la almoha­da o el pro­tec­tor de su cuna y pre­sen­tan­do sin­to­ma­to­lo­gía de alte­ra­ción del sue­ño, pro­pia de pesa­di­llas o terro­res noc­tur­nos. Ade­más, a par­tir de las refe­ri­das con­vi­ven­cias, S1 cam­bió nota­ble­men­te sus hábi­tos de sue­ño, lle­gan­do a dor­mir muy poco cada noche, des­per­tan­do con sobre­sal­tos y llan­to, e inclu­so soli­ci­tan­do la pre­sen­cia cons­tan­te de su madre duran­te la noche.

Al ini­cio de las con­vi­ven­cias, S1 se iba con su padre sin mayor pro­ble­ma, pero al cabo de algu­nas sema­nas comen­zó a llo­rar mucho y hablar en tono de niña peque­ña, “como si fue­ra bebé”; por otra par­te, desa­rro­lló irri­ta­bi­li­dad con­tra las per­so­nas con las que con­vi­vía y mani­fes­ta­ba vio­len­cia en con­tra de sus jugue­tes.

Con el paso del tiem­po y pre­vio a cada con­vi­ven­cia, S1 pre­sen­ta­ba angus­tia, estrés, ansie­dad y temor. Fue cuan­do se ini­ció la mani­fes­ta­ción de recha­zo, así como la nega­ción a salir y con­vi­vir con su padre. Alre­de­dor de cua­tro meses des­pués de haber deja­do de ver a su padre, S1 ini­ció pro­gre­si­va­men­te a dor­mir de bra­zos abier­tos y los terro­res noc­tur­nos dis­mi­nu­ye­ron.

Cuan­do S1 tuvo que ver nue­va­men­te a su padre por man­da­to judi­cial (con­vi­ven­cias libres), S1 incre­men­tó la sin­to­ma­to­lo­gía que pre­sen­ta­ba con ante­la­ción, ade­más de que empe­zó a desa­rro­llar con­duc­tas de hiper­se­xua­li­dad, es decir, tocar­se los geni­ta­les de for­ma fre­cuen­te. Al mis­mo tiem­po, S1 ini­ció el hábi­to de besar en la boca a sus abue­los y a su madre. Al inda­gar con S1 el por­qué de esta con­duc­ta, refi­rió que su padre lo hacía con ella.

En el ámbi­to esco­lar, S1 reac­cio­na­ba con inquie­tud a la cla­se de músi­ca los vier­nes y pre­gun­ta­ba: “¿Qué día es hoy? ¿Hoy toca músi­ca?”. Cuan­do se le res­pon­día que sí, S1 entra­ba en páni­co y comen­za­ba a llo­rar, dicien­do “no mami, no mami”. Se le pre­gun­tó por qué no que­ría acu­dir a la cla­se de músi­ca y res­pon­dió que cada que salía con su papá ponía una can­ción en el auto a todo volu­men y que no que­ría acor­dar­se de él.

2. Etapa de ejecución

Resul­ta nece­sa­rio, pre­vio a con­ti­nuar con el pro­ce­so, ase­gu­rar­se que se ha gene­ra­do rap­port con S1. Una vez inte­gra­da la infor­ma­ción obte­ni­da en la eta­pa ante­rior, se pro­ce­dió a apli­car la bate­ría de prue­bas psi­co­ló­gi­cas acor­de con el tipo de caso, así como con los obje­ti­vos y moti­vos que pro­pi­cia­ron la par­ti­ci­pa­ción del peri­to.

A con­ti­nua­ción, se pre­sen­ta un extrac­to de los hallaz­gos más sobre­sa­lien­tes de la entre­vis­ta con S1. Se apre­cia al ini­cio de la entre­vis­ta, gra­ba­da en audio y video, que al cerrar la puer­ta la entre­vis­ta­do­ra (Psic.) S1 reac­cio­na inme­dia­ta­men­te pre­gun­tan­do:

S1. ¿Por qué la cie­rras?

Psic. ¿Cómo la quie­res?

S1. ¡Nooo! –se levan­ta diri­gién­do­se a la puer­ta y dicien­do– la tie­nes que abrir toda así –dejan­do la puer­ta de la ofi­ci­na abier­ta–.

Psic. ¿Cómo te lla­mas?

S1. ‘X’.

Psic. – ¿Cómo se lla­ma tu mamá?

S1. ‘Y’

Psic. ¿Y tu papá?

S1. ‘Z’

Psic. ¿Me podrías pla­ti­car, por qué estás aquí?

S1. Lo que diga ella –mues­tra a la muñe­ca ana­tó­mi­ca–.

Psic. ¿Cómo se lla­ma ella? – seña­lan­do a la muñe­ca.

S1. “X”

Psic. “X”, ¿tie­nes algo que con­tar­me?

S1. Yo esta­ba con mi papá… dame una toa­lli­ta –se le entre­ga un tra­pi­to– y me talló la coli­ta y las pom­pas.

Psic. ¿Me podrías expli­car?

S1. Me aga­rró la coli­ta y las pom­pas con la mano.

Psic. ¿Dón­de esta­ban?

S1. Yo esta­ba en el baño.

Psic. ¿Y ese baño dón­de está?

S1. En casa de mis abue­li­tos.

Psic. ¿Tus abue­li­tos de quién son papás?

S1. De mi papá.

Psic. ¿Cuán­tas veces pasó?

S1. Muchas veces.

Psic. ¿Le con­tas­te a alguien?

S1. Sí, al juez y a mi mamá.

Psic. ¿Qué le con­tas­te?

S1. Que nun­ca pase eso.

Psic. ¿Qué cosa?

S1. Esa cosa que te estoy pla­ti­can­do.

Psic. ¿Sabes cuá­les par­tes de tu cuer­po te tocó?

S1. Si, las pom­pis y la coli­ta.

Psic: ¿Cómo jue­gas con tu papá?

S1. Juga­mos a que me da besos en el cuer­po.

Psic. ¿Alguien te da besos en la boca?

S1. Umm­ju –afir­ma con su cabe­za–.

Psic. ¿Quién?

S1. Mi papá.

Análisis de los resultados

3. Etapa de análisis

Una vez que se con­clu­yó el pro­ce­so de eva­lua­ción en su con­jun­to y des­pués de seguir a caba­li­dad los pro­to­co­los de eje­cu­ción, así como de ana­li­zar e inter­pre­tar los resul­ta­dos de las prue­bas apli­ca­das, se obtie­ne lo siguien­te:

S1 pre­sen­ta indi­ca­do­res psi­co­ló­gi­cos alta­men­te espe­cí­fi­cos de ASI. Ya que ha reve­la­do haber sido víc­ti­ma de abu­so sexual. Otro indi­ca­dor com­pa­ti­ble con el ASI son las con­duc­tas hiper­se­xua­li­za­das de S1, las cua­les son poco fre­cuen­tes en niñas de su edad, ade­más de que S1 mues­tra cono­ci­mien­tos sexua­les inusua­les a su eta­pa evo­lu­ti­va.

Las con­duc­tas hiper­se­xua­li­za­das que mos­tra­ba S1 fue­ron mas­tur­ba­ción com­pul­si­va, varian­tes pecu­lia­res en sus jue­gos, como jue­gos de “médi­cos”, “los novios”, “el papá y la mamá”, recha­zo a los adul­tos hom­bres, pedir o inten­tar besar en la boca, sexua­li­za­ción pre­coz inusual para la edad de la menor.

4. Etapa de presentación de resultados

Al inte­grar los resul­ta­dos de la bate­ría de prue­bas psi­co­ló­gi­cas y en las diver­sas diná­mi­cas desa­rro­lla­das duran­te la eva­lua­ción, se obser­van sufi­cien­tes ele­men­tos de alte­ra­ción en diver­sas áreas que con­fi­gu­ran evi­den­cias ine­quí­vo­cas de abu­so sexual: cam­bios en los hábi­tos del sue­ño, pro­ble­mas de inte­gra­ción social, alte­ra­ción del humor, regre­sión en la inte­gra­ción esco­lar, con­duc­tas de hiper­se­xua­li­dad, agre­si­vi­dad, tras­tor­nos con­duc­tua­les, tras­tor­nos cog­ni­ti­vos, reve­la­ción de abu­so sexual, seña­la­mien­to de su agre­sor sexual y nega­ti­va abso­lu­ta de con­vi­vir con su padre.

Se infie­re enton­ces que S1 pre­sen­ta sin­to­ma­to­lo­gía atri­bui­ble o aso­cia­da a meno­res que han sido agre­di­dos sexual­men­te. Con ello se ha reco­pi­la­do la infor­ma­ción nece­sa­ria para sus­ten­tar un dic­ta­men psi­co­ló­gi­co foren­se de abu­so sexual a una menor de tres años.

Conclusiones

Actual­men­te nos enfren­ta­mos a una cues­tión suma­men­te deli­ca­da y gra­ve. El ASI no es un tema menor, al con­tra­rio, es una pro­ble­má­ti­ca cada vez más evi­den­cia­da, pero exis­te des­co­no­ci­mien­to del tema, por­que en la vida coti­dia­na es un “secre­to” que guar­dan los meno­res, un silen­cio que se mani­fies­ta con con­se­cuen­cias dra­má­ti­cas y per­ma­nen­tes que afec­tan el desa­rro­llo y aten­tan con­tra su dig­ni­dad. Pero, al mis­mo tiem­po, los hace más vul­ne­ra­bles y pro­pen­sos a nue­vas vic­ti­mi­za­cio­nes.

El len­gua­je de un menor dis­ta mucho del de un adul­to, por ello este tra­ba­jo de inves­ti­ga­ción ins­ta a los padres, tuto­res y ope­ra­do­res del Sis­te­ma de Jus­ti­cia, a:

  1. Valo­rar su tes­ti­mo­nio.
  2. Ofre­cer un tra­to espe­cia­li­za­do y dife­ren­cia­do debi­do a su eta­pa evo­lu­ti­va y gra­do de vul­ne­ra­bi­li­dad.
  3. Pro­pi­ciar un ambien­te de segu­ri­dad.
  4. A gene­rar rap­port en todo momen­to.
  5. Infor­mar­se y actuar acor­de a las suge­ren­cias de los espe­cia­lis­tas en la mate­ria.

Es impor­tan­te des­ta­car la rele­van­cia del papel que jue­gan todos los pro­fe­sio­nis­tas dedi­ca­dos a este tema tan sen­si­ble, pro­fun­do y dolo­ro­so. Se debe mos­trar empa­tía sin per­der obje­ti­vi­dad, como per­so­nas y pro­fe­sio­na­les tene­mos la obli­ga­ción éti­ca de com­pro­me­ter­nos cada vez más con las niñas, niños y ado­les­cen­tes que sufren ASI. Con­tar con cali­dad huma­na per­mi­te la actua­li­za­ción de estos temas; apor­tar a par­tir de la prác­ti­ca; gene­rar nue­vas inves­ti­ga­cio­nes para tener bases sóli­das y de impac­to trans­ver­sal, así como la exi­gen­cia mis­ma que impli­ca cam­bios para gene­rar nue­vas expec­ta­ti­vas y poder ofre­cer una posi­bi­li­dad de recu­pe­ra­ción y apo­yo psi­co­emo­cio­nal a las víc­ti­mas de ASI.

Deri­va­do de la pro­ble­má­ti­ca que enfren­ta el Psi­có­lo­go Foren­se en tri­bu­na­les en este tema, el pre­sen­te tra­ba­jo ofre­ce a los lec­to­res una guía de apo­yo y actua­ción, por­que reco­pi­la expe­rien­cias, apor­ta téc­ni­cas y ejem­pli­fi­ca sig­nos y sín­to­mas que per­mi­ten diag­nos­ti­car el abu­so que haya sufri­do un menor, a la vez que exhi­be la for­ma de reco­pi­lar la infor­ma­ción nece­sa­ria para sus­ten­tar un dic­ta­men psi­co­ló­gi­co foren­se en abu­so sexual a un menor de edad.

A estos mis­mos lec­to­res, se reco­mien­da el estric­to ape­go a los orde­na­mien­tos jurí­di­cos y el segui­mien­to pun­tual de los diver­sos pro­to­co­los de actua­ción exis­ten­tes en la mate­ria. Con lo ante­rior, se habrán con­se­gui­do al menos dos obje­ti­vos:

  1. Evi­tar la revic­ti­mi­za­ción del menor
  2. El acce­so a la jus­ti­cia de los meno­res víc­ti­mas de ASI

Si den­tro de estos lec­to­res se encuen­tran auto­ri­da­des judi­cia­les del esta­do, se les ins­ta a creer y valo­rar el tes­ti­mo­nio de los meno­res, a sen­si­bi­li­zar­se, a capa­ci­tar­se, a brin­dar las con­di­cio­nes dife­ren­cia­les en la aten­ción de las víc­ti­mas, a apo­yar los esfuer­zos de la socie­dad para erra­di­car el fla­ge­lo del ASI por­que daña las fibras más sen­si­bles de una socie­dad en eta­pa de for­ma­ción.

A las auto­ri­da­des, se les exhor­ta a asu­mir la res­pon­sa­bi­li­dad de ofre­cer la posi­bi­li­dad de jus­ti­cia, recu­pe­ra­ción y apo­yo psi­co­emo­cio­nal a los meno­res víc­ti­mas de ASI.

“Si tu hijo o hija deci­de hablar aní­ma­le y mués­tra­le con­fian­za, para que siem­pre hable con liber­tad” (Cecil Cam­pu­zano, 2020).

“No pode­mos ense­ñar a nues­tros niños a com­por­tar­se mejor hacién­do­los sen­tir peor…” (Anó­ni­mo).

Agradecimientos

Agra­dez­co al Ins­ti­tu­to de Pos­gra­do en Psi­co­te­ra­pia Cog­ni­ti­vo-Con­duc­tual las faci­li­da­des brin­da­das para la eje­cu­ción, desa­rro­llo y revi­sión del pre­sen­te artícu­lo.

Un agra­de­ci­mien­to par­ti­cu­lar a los padres de fami­lia que han con­fia­do en mi expe­rien­cia, cono­ci­mien­tos y per­se­ve­ran­cia para dic­ta­mi­nar en casos de abu­so sexual infan­til.

Referencias

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Notas

  1. Licen­cia­da en Psi­co­lo­gía Social por la Uni­ver­si­dad Mexi­ca­na Plan­tel Cen­tral, Coach Onto­ló­gi­co Cer­ti­fi­ca­do por World Coaching Cor­po­ra­tion, Maes­tran­te en Psi­co­lo­gía Jurí­di­ca Foren­se por el Ins­ti­tu­to de Pos­gra­do en Psi­co­te­ra­pia Cog­ni­ti­vo Con­duc­tual Correo elec­tró­ni­co: info@sise-servicios.com