Análisis narrativo de la vida de un joven con distrofia muscular de Duchenne Descargar este archivo (Análisis narrativo de la vida de un joven con distrofia.pdf)

Cintia Aguilar Delgadillo 1, Luciana Ramos Lira2

Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto Nacional de Psiquiatría

Resumen

La Dis­tro­fia Mus­cu­lar de Duchen­ne (DMD) es una enfer­me­dad cró­ni­ca, pro­gre­si­va, dis­ca­pa­ci­tan­te y mor­tal, abor­da­da prin­ci­pal­men­te des­de una pers­pec­ti­va médi­ca, cono­cién­do­se muy poco de la vida de las per­so­nas con este diag­nós­ti­co. Este artícu­lo ana­li­za la narra­ti­va de Feli­pe, un joven diag­nos­ti­ca­do con DMD, con el pro­pó­si­to de dar cuen­ta de cómo es vivir con esta con­di­ción de vida, des­de su pro­pia voz, toman­do en con­si­de­ra­ción que las cons­truc­cio­nes socia­les de la dis­ca­pa­ci­dad (o mode­los) per­mean la mane­ra de enten­der y sig­ni­fi­car esta enfer­me­dad.  A par­tir de una narra­ti­va epo­pe­ya heroi­ca, Feli­pe enfa­ti­zó los cam­bios y adap­ta­cio­nes cons­tan­tes a los que se enfren­tó, así como los moti­vos que fue encon­tran­do para vivir. Las cons­truc­cio­nes socia­les de la dis­ca­pa­ci­dad pre­sen­tes en su narra­ti­va alu­den al mode­lo médi­co, el social, el bio­psi­co­so­cial y el de pres­cin­den­cia, vin­cu­la­dos a sus con­tex­tos de inter­ac­ción: el esco­lar, el hos­pi­ta­la­rio, el fami­liar y el reli­gio­so.

Pala­bras cla­ve: Dis­tro­fia mus­cu­lar de Duchen­ne, mode­los de la dis­ca­pa­ci­dad, cons­truc­cio­nis­mo social, for­mas narra­ti­vas, aná­li­sis narra­ti­vo.

Abstract

Duchen­ne mus­cu­lar dys­trophy (DMD) is a chro­nic, pro­gres­si­ve, disa­bling and fatal disea­se that has been mostly stu­died from a medi­cal pers­pec­ti­ve. The­re­fo­re, the­re is very little know­led­ge about the lives of peo­ple who have this diag­no­sis. This paper analy­zes the narra­ti­ve of Feli­pe, a young man with DMD. The goal is to con­vey what it is like to live with this con­di­tion from his own voi­ce, and taking into account that social cons­truc­tions (or models) of disa­bi­lity per­mea­te the ways of unders­tan­ding and giving mea­ning to the disea­se. Feli­pe empha­si­zes the cons­tant chan­ges and adap­ta­tions he has faced, as well as the reasons he has found to con­ti­nue living based on an epic-heroic narra­ti­ve. The social cons­truc­tions of disa­bi­lity pre­sent in his narra­ti­ve refer to the medi­cal, social, biopsy­cho­so­cial, and religion/moral models lin­ked to their daily inter­ac­tion con­texts: school, hos­pi­tal, family and reli­gion.

Key words: Duchen­ne mus­cu­lar dys­trophy, models of disa­bi­lity, social cons­truc­tion, narra­ti­ve form, narra­ti­ve analy­sis.

Segui­ré bus­can­do siem­pre más de mil mane­ras
Pa’ seguir así de fren­te sin que nada me derrum­be
Por­que pare­cie­ra que se ha vuel­to una cos­tum­bre
La feli­ci­dad que lle­vo den­tro se refle­ja afue­ra
Aun así ya nin­gu­na par­te de mí cuer­po se mue­va

“Moti­vos pa´seguir”, frag­men­to de rap escri­to por Feli­pe.

Introducción

Las per­so­nas diag­nos­ti­ca­das con dis­tro­fia mus­cu­lar de Duchen­ne (DMD) —mayo­ri­ta­ria­men­te varo­nes— sue­len enfren­tar des­de muy tem­pra­na edad (entre los 2 y 4 años) afec­ta­cio­nes en la motri­ci­dad pro­vo­ca­da por la ausen­cia par­cial o total de la pro­teí­na dis­tro­fi­na. Con el paso de los años, estos sín­to­mas se van acen­tuan­do has­ta per­der la capa­ci­dad de mar­cha (entre los 10 y 12 años), deri­van­do en otros pro­ble­mas de salud, prin­ci­pal­men­te enfer­me­da­des car­dia­cas y res­pi­ra­to­rias que lle­van a su falle­ci­mien­to en la segun­da déca­da de vida (Cho­na & Chaus­tre, 2011; Fla­ni­gan, 2014).

El abor­da­je de una enfer­me­dad here­di­ta­ria, cró­ni­ca, pro­gre­si­va, dis­ca­pa­ci­tan­te y mor­tal como lo es la DMD requie­re de dis­tin­tas dis­ci­pli­nas y enfo­ques por su com­ple­ji­dad. Par­ti­cu­lar­men­te, por el impac­to que tie­ne en los niños, ado­les­cen­tes y jóve­nes la pér­di­da pau­la­ti­na de fun­cio­nes y el peli­gro inmi­nen­te de su falle­ci­mien­to. A pesar de ello, las apro­xi­ma­cio­nes a la DMD se han rea­li­za­do pri­mor­dial­men­te des­de una pers­pec­ti­va médi­ca, dada la impor­tan­cia de con­tar con un diag­nós­ti­co tem­prano y cer­te­ro, así como con tra­ta­mien­tos para abor­dar las com­pli­ca­cio­nes de salud aso­cia­das (Birn­krant et al., 2018, 2018a).

Des­afor­tu­na­da­men­te, los aspec­tos que alu­den a la sub­je­ti­vi­dad de los niños y jóve­nes con DMD han sido esca­sa­men­te inves­ti­ga­dos (Abbot & Car­pen­ter, 2015; Lind­say et al., 2016). Poco se sabe de cómo es su vida en el día a día. La mayor par­te de la lite­ra­tu­ra se ha enfo­ca­do en el impac­to de la enfer­me­dad en los fami­lia­res (De Mou­ra et al., 2016; Nozoe et al., 2016; Tho­mas, Raja­naj & Nali­ni, 2014), con­si­de­ran­do que la pro­gre­sión de la DMD —la dis­ca­pa­ci­dad motriz y las afec­ta­cio­nes a la salud—, con­lle­va un aumen­to en la nece­si­dad de apo­yos para rea­li­zar prác­ti­ca­men­te todas las acti­vi­da­des coti­dia­nas, entre ellas mover­se, cam­biar de pos­tu­ra, comer, bañar­se, ves­tir­se, tomar medi­ca­men­tos, etc., sien­do las madres las que sue­len pro­veer dichos apo­yos al fun­gir como las prin­ci­pa­les cui­da­do­ras (Ken­ne­son & Bobo, 2010).

Lla­ma la aten­ción esta invi­si­bi­li­za­ción de las per­so­nas con DMD, y el esca­so inte­rés en abor­dar­las des­de su pro­pia pers­pec­ti­va. El pre­sen­te artícu­lo pro­po­ne un acer­ca­mien­to a tra­vés de la narra­ti­va de un joven con DMD. Se reto­ma una pers­pec­ti­va socio-cons­truc­cio­nis­ta des­de la cual se asu­me que la mane­ra en que las per­so­nas cons­tru­yen y narran su mun­do no es solo un pro­duc­to indi­vi­dual (Ger­gen, 1996). Los acon­te­ci­mien­tos narra­dos pue­den ser exclu­si­vos de un indi­vi­duo, pero la for­ma de estruc­tu­rar­los es acor­de a las con­ven­cio­nes socia­les, cul­tu­ra­les y las narra­ti­vas com­par­ti­das, de las que sole­mos apro­pia­mos en el día a día (Smith & Spar­kes, 2008).

En las enfer­me­da­des vin­cu­la­das con algu­na dis­ca­pa­ci­dad, es impor­tan­te con­si­de­rar que los mode­los de la dis­ca­pa­ci­dad vigen­tes en los con­tex­tos rela­cio­na­les de las per­so­nas, son fun­da­men­ta­les para cons­truir y narrar sus his­to­rias. Los mode­los pro­po­nen defi­ni­cio­nes y expli­ca­cio­nes cau­sa­les de la dis­ca­pa­ci­dad. Se mues­tran como eta­pas his­tó­ri­cas, pero no son exclu­yen­tes: se tras­la­pan y con­vi­ven en dife­ren­tes momen­tos (ver figu­ra 1).

Figura 1. Modelos de la discapacidad
Elaboración propia con base en las siguientes fuentes: Guzmán, 2012, Oliver, 1998, OMS, 2001, ONU, 2006, Palacios (2008), Palacios y Romañac, 2007.

Des­de la lógi­ca del mode­lo de pres­cin­den­cia se teme y des­pre­cia a los niños con dis­ca­pa­ci­dad; son eli­mi­na­dos a tra­vés de la muer­te o de la mar­gi­na­ción en luga­res leja­nos a la comu­ni­dad; en el mode­lo médi­co la dis­ca­pa­ci­dad es con­si­de­ra­da como una enfer­me­dad sus­cep­ti­ble de ser modi­fi­ca­da a tra­vés de la reha­bi­li­ta­ción para res­ta­ble­cer un fun­cio­na­mien­to “nor­mal”; en el mode­lo social, las per­so­nas con dis­ca­pa­ci­dad (PcD), y tam­bién evi­den­cia­ron las barre­ras socia­les y ambien­ta­les que las han colo­ca­do en des­ven­ta­ja para par­ti­ci­par social­men­te en igual­dad de con­di­cio­nes que las per­so­nas sin dis­ca­pa­ci­dad; en el mode­lo bio­psi­co­so­cial la dis­ca­pa­ci­dad es enten­di­da como una inter­ac­ción diná­mi­ca entre los esta­dos de salud y los fac­to­res con­tex­tua­les, por ello es eva­lua­da y tra­ta­da tan­to en lo bio­ló­gi­co como en lo social; en el mode­lo de la diver­si­dad fun­cio­nal se con­si­de­ra que las  PcD fun­cio­nan de mane­ra dis­tin­ta a la habi­tual, por lo que bus­ca el reco­no­ci­mien­to de la dis­ca­pa­ci­dad como par­te de la diver­si­dad del ser humano; para el mode­lo social de los dere­chos huma­nos es esen­cial que los esta­dos par­te de las Nacio­nes Uni­das pro­mue­van, pro­te­jan y ase­gu­ren el goce de los dere­chos huma­nos (DH) y las liber­ta­des de las PcD, de acuer­do a lo esta­ble­ci­do en la Con­ven­ción sobre los Dere­chos de las Per­so­nas con Dis­ca­pa­ci­dad (CDPD).

El obje­ti­vo prin­ci­pal de este artícu­lo es dar cuen­ta de los aspec­tos rele­van­tes en la vida de Feli­pe, un joven con DMD, a par­tir de su pro­pia narra­ti­va, de la for­ma sin­gu­lar de estruc­tu­rar­la, así como de los con­tex­tos socia­les y de inter­ac­ción que dan lugar a su com­pren­sión del mun­do. Pre­ten­de­mos apro­xi­mar­nos a cono­cer a la per­so­na más allá del diag­nós­ti­co y de lo refe­ri­do por la pers­pec­ti­va médi­ca.

Método

Feli­pe par­ti­ci­pó en un estu­dio más amplio rea­li­za­do con cua­tro jóve­nes mayo­res de 18 años con diag­nós­ti­co de DMD, quie­nes acu­dían a tra­ta­mien­to y psi­co­te­ra­pia en un Cen­tro Espe­cia­li­za­do en el Tra­ta­mien­to de las Dis­ca­pa­ci­da­des (CETD), en la Ciu­dad de Méxi­co. El con­tac­to se esta­ble­ció a tra­vés de una psi­có­lo­ga fami­liar ads­cri­ta a dicho CETD.

Tipo de estu­dio. Se reali­zó una inves­ti­ga­ción cua­li­ta­ti­va de tipo narra­ti­vo enfo­ca­da en com­pren­der los sen­ti­dos y sig­ni­fi­ca­dos que las per­so­nas le otor­gan a su expe­rien­cia de vida a tra­vés del estu­dio de sus his­to­rias (Cha­se, 2015; Good­son & Gill, 2001).

Téc­ni­ca de reco­lec­ción de la infor­ma­ción. Se reali­zó una entre­vis­ta (divi­di­da en dos sesio­nes) enfo­ca­da en los rela­tos de vida. No se con­tó con una guía de entre­vis­ta para pro­cu­rar no alte­rar la estruc­tu­ra e ila­ción que Feli­pe le die­ra a su rela­to (Cha­se, 2015). Pre­vio a la entre­vis­ta y como par­te de las con­si­de­ra­cio­nes éti­cas, se expli­ci­ta­ron los intere­ses, moti­va­cio­nes, obje­ti­vos y pro­ce­di­mien­tos de la inves­ti­ga­ción, bus­can­do en todo momen­to res­pe­tar sus dere­chos, creen­cias, valo­res y liber­tad de elec­ción, entre ellos, el deseo de que apa­re­cie­ra su nom­bre y no un seu­dó­ni­mo, ade­más de soli­ci­tar su apro­ba­ción para la gra­ba­ción en audio de la entre­vis­ta. Se le pro­por­cio­nó un con­sen­ti­mien­to infor­ma­do don­de que­dó asen­ta­do lo antes men­cio­na­do (Clif­ford, 2011; Mon­dra­gón, 2009).

Pro­ce­di­mien­to. La entre­vis­ta se ini­ció con una bre­ve intro­duc­ción, enfa­ti­zan­do el esca­so cono­ci­mien­to de la vida común de las per­so­nas con DMD, segui­da de una pre­gun­ta deto­na­do­ra (Lin­dón, 1999): “…me gus­ta­ría pedir­te que me hables de ti, de lo que te gus­ta­ría com­par­tir para cono­cer cómo es tu vida”. En la sesión dos, Feli­pe comen­zó a rela­tar los aspec­tos que desea­ba agre­gar a su his­to­ria. Al con­cluir el rela­to, se le pre­gun­tó cómo que­ría titu­lar­la, y se acor­dó un ter­cer encuen­tro para la devo­lu­ción del aná­li­sis. Cabe seña­lar que la par­ti­ci­pa­ción y retro­ali­men­ta­ción de Feli­pe se dio duran­te todo el pro­ce­so de la inves­ti­ga­ción, en par­ti­cu­lar al corre­gir, afi­nar y apro­bar las valo­ra­cio­nes de cada uno de los acon­te­ci­mien­tos repre­sen­ta­das en el grá­fi­co (ver figu­ra 2).

Pro­pues­ta de aná­li­sis.Se reali­zó un aná­li­sis narra­ti­vo. Las narra­ti­vas “son un dis­cur­so del yo que se hace inte­li­gi­ble en el seno de las rela­cio­nes vigen­tes” (Ger­gen, 1996, pp. 231); no son el refle­jo de la reali­dad sino for­mas socia­les que dan cuen­ta de cier­ta reali­dad social que cons­tru­yen y crean un sen­ti­do de lo que es ver­dad. Esta­ble­cen rela­cio­nes cohe­ren­tes entre acon­te­ci­mien­tos rele­van­tes para cada per­so­na a tra­vés del tiem­po. Los com­po­nen­tes narra­ti­vos per­mi­ten hacer­las inte­li­gi­bles, otor­gan­do un sen­ti­do de cohe­ren­cia, de direc­ción y de reali­dad a la vida de las per­so­nas (Ger­gen & Ger­gen, 1986; 1988): (a) un pun­to final apre­cia­do (meta), acon­te­ci­mien­to a expli­car, alcan­zar o evi­tar; (b) acon­te­ci­mien­tos rele­van­tes selec­cio­na­dos, para acer­car­se o ale­jar­se de la meta; © orde­na­ción de los acon­te­ci­mien­tos: por impor­tan­cia, valor de inte­rés, por opor­tu­ni­dad o por secuen­cia lineal; (d) esta­bi­li­dad de la iden­ti­dad de los per­so­na­jes (prin­ci­pal y secun­da­rios) a tra­vés del tiem­po; (e) víncu­los o expli­ca­cio­nes cau­sa­les del resul­ta­do; (f) seña­les de demar­ca­ción, pala­bras o fra­ses que indi­can el prin­ci­pio y el fin del rela­to.

La vin­cu­la­ción y eva­lua­ción de cada acon­te­ci­mien­to rele­van­te da lugar a for­mas narra­ti­vas bási­cas: en las esta­bles la vin­cu­la­ción de los acon­te­ci­mien­tos es inal­te­ra­da con res­pec­to a la tra­yec­to­ria del indi­vi­duo hacia la meta, la vida no flu­ye ni mejor ni peor; en una narra­ción pro­gre­si­va, la eva­lua­ción a lo lar­go del tiem­po se incre­men­ta, la vida va mejor en todos los sen­ti­dos; en las for­mas narra­ti­vas regre­si­vas, la vin­cu­la­ción de los acon­te­ci­mien­tos es decre­cien­te, se repre­sen­ta a tra­vés de un movi­mien­to con­ti­nuo hacia aba­jo. Exis­ten varian­tes más com­ple­jas al com­bi­nar las for­mas bási­cas: la narra­ción trá­gi­ca hace refe­ren­cia a una narra­ción pro­gre­si­va segui­da de una regre­si­va, en cuyos rela­tos se cuen­ta cómo una per­so­na que ha alcan­za­do una posi­ción ele­va­da cae rápi­da­men­te; la narra­ción come­dia-nove­la es una narra­ción regre­si­va segui­da por una pro­gre­si­va, la vida del pro­ta­go­nis­ta prin­ci­pal es cada vez más pro­ble­má­ti­ca, pero al final logra res­tau­rar la feli­ci­dad; en la narra­ción del mito de ¡y vivie­ron feli­ces! una narra­ción pro­gre­si­va es segui­da por una esta­ble; en la for­ma narra­ti­va epo­pe­ya heroi­ca se pre­sen­tan una serie de fases pro­gre­si­vo-regre­si­vas, carac­te­ri­za­das por bata­llas con­ti­nuas a las que se ha enfren­ta­do el narra­dor, de las que siem­pre logra salir vic­to­rio­so. Las for­mas narra­ti­vas posi­bles de cons­truir y recons­truir son infi­ni­tas, pero el reper­to­rio de posi­bi­li­da­des se pue­de ver limi­ta­do por la uti­li­dad social de éstas y la cul­tu­ra. (Ger­gen, 1996).

Aná­li­sis de la narra­ti­va de Feli­pe.El aná­li­sis con­sis­tió en: (1) trans­crip­ción de la entre­vis­ta; (2) lec­tu­ra de la entre­vis­ta; (3) sín­te­sis bio­grá­fi­ca; (4) iden­ti­fi­ca­ción de los com­po­nen­tes narra­ti­vos; (5) repre­sen­ta­ción de los acon­te­ci­mien­tos rele­van­tes en el grá­fi­co; (6) iden­ti­fi­ca­ción de la for­ma narra­ti­va; (7) devo­lu­ción, lec­tu­ra con­jun­ta del aná­li­sis narra­ti­vo (entre­vis­ta­do­ra y Feli­pe); (8) rea­li­za­ción de los ajus­tes suge­ri­dos por Feli­pe (omi­tir algu­nas mule­ti­llas); y (9) iden­ti­fi­ca­ción de los con­tex­tos rela­cio­na­les de Feli­pe y las cons­truc­cio­nes socia­les de la dis­ca­pa­ci­dad pre­sen­tes en su narra­ti­va (mode­los).

Resultados

a) Sín­te­sis bio­grá­fi­ca 3

Feli­pe es un varón de 22 años, dis­fru­ta del dibu­jo, del gra­fi­ti y el rap. Es el hijo mayor de cin­co, vive con sus padres y dos her­ma­nos meno­res al sur de la Ciu­dad de Méxi­co, en una zona de difí­cil acce­so. No exis­te trans­por­te públi­co para apro­xi­mar­se a su hogar, gene­ral­men­te se tras­la­dan cami­nan­do o en taxi. Tan­to Feli­pe como sus her­ma­nos están al cui­da­do de su madre y eco­nó­mi­ca­men­te depen­den de su padre, quien tra­ba­ja como alba­ñil. La rela­ción con su fami­lia ha sido un gran recur­so, sus padres jamás mar­ca­ron dife­ren­cias en el tra­to entre él y sus her­ma­nos.

Para Feli­pe, su vida fue como una mon­ta­ña rusa, lle­na de subi­das y baja­das, pues cuan­do logra­ba sen­tir­se bien y se adap­ta­ba a la enfer­me­dad, ésta avan­za­ba, pro­vo­can­do des­áni­mo y temor rela­cio­na­do con su falle­ci­mien­to. Cuan­do fue entre­vis­ta­do, su esta­do emo­cio­nal se había vis­to afec­ta­do por las com­pli­ca­cio­nes de salud que pre­sen­ta­ron tan­to él como su madre. Esta­ba pró­xi­mo a ser dado de alta del CETD, pero se man­te­nía moti­va­do en pre­pa­rar un canal de You­Tu­be cuyo obje­ti­vo era infor­mar a la gen­te sobre las par­ti­cu­la­ri­da­des de la DMD, y visi­bi­li­zar que no todas las dis­ca­pa­ci­da­des son igua­les.

b) Narra­ti­va epo­pe­ya heroi­ca de Feli­pe

Feli­pe uti­li­zó una narra­ti­va epo­pe­ya heroi­ca al rela­tar su his­to­ria. Obser­va­mos una serie de acon­te­ci­mien­tos valo­ra­dos de mane­ra posi­ti­va segui­das por valo­ra­cio­nes nega­ti­vas (narra­ti­vas pro­gre­si­vo-regre­si­vas) (ver figu­ra 2).

Com­po­nen­tes narra­ti­vos

Feli­pe titu­ló su his­to­ria “Osci­la­cio­nes de una vida irre­gu­lar”. La meta de su narra­ti­va fue enfa­ti­zar las fluc­tua­cio­nes que ha teni­do su vida y trans­mi­tir cómo fue que encon­tró moti­vos para vivir a pesar de las difi­cul­ta­des a las que se ha enfren­ta­do. El dibu­jo fue el pri­mer acon­te­ci­mien­to rela­ta­do por Feli­pe. Dibu­jar repre­sen­ta­ba una dis­trac­ción, así como la posi­bi­li­dad de expre­sar sus emo­cio­nes, y de ser reco­no­ci­do como una per­so­na con talen­tos. Sig­ni­fi­có, ade­más, la posi­bi­li­dad de esta­ble­cer rela­cio­nes inter­per­so­na­les, al ser admi­ra­do por sus dibu­jos.

“…siem­pre tuve esa pasión de dibu­jar… para que vie­ran ¿no? que podía hacer algo, o sea que no se fija­ran ¿cómo se lla­ma?… no sé, en mi dis­ca­pa­ci­dad ¡vaya!” (Sesión 1).

El diag­nós­ti­co y la dis­ca­pa­ci­dad fue­ron even­tos impac­tan­tes, des­es­pe­ran­za­do­res y catas­tró­fi­cos en su vida. Se ente­ró “de gol­pe” y des­de una pers­pec­ti­va com­ple­ta­men­te médi­ca qué repre­sen­ta­ría vivir con DMD.

“…al prin­ci­pio cuan­do te ente­ras de la noti­cia de la dis­ca­pa­ci­dad como que eso te pone un poco mal ¿no?, o sea, que te dicen… es que no vas a poder hacer esto, o tu vida va a lle­gar a una cier­ta edad y todo eso, o sea, en vez de que te la pla­ti­quen… de una for­ma dife­ren­te… los doc­to­res te lo dicen así de gol­pe. O sea, no sé, bus­car una for­ma correc­ta para decir­la y no sólo decir­le vas a estar así, no vas a poder hacer esto, o sea, como que lue­go te meten mie­do y ese mie­do como que te con­fun­de…” (Sesión 1).

El ingre­so al CETD fue un acon­te­ci­mien­to favo­ra­ble en la vida de Feli­pe. Encon­tró expli­ca­cio­nes de carác­ter médi­co que le hicie­ron mayor sen­ti­do que las reli­gio­sas; escu­cha, vida social y un gran recur­so para acce­der a tra­ta­mien­to médi­co espe­cia­li­za­do, acor­de a las posi­bi­li­da­des eco­nó­mi­cas de su fami­lia.

“…cuan­do entré al CETD pues ya las cosas fue­ron cam­bian­do o sea, me ayu­da­ron… pla­ti­car con un psi­có­lo­go sí ayu­da… O sea, decir todos tus mie­dos… sacar las inse­gu­ri­da­des, todo eso ayu­da y cono­cer ami­gos tam­bién, no sé con tu mis­ma con­di­ción por­que lue­go las otras per­so­nas no entien­den, o sea, de que lue­go no pue­des ir a cier­tos luga­res o no pue­des hacer cier­tas cosas. Estar con per­so­nas… que tal vez están en tu con­di­ción ayu­da a cono­cer ami­gos… te digo que antes de entrar al CETD no con­vi­vía con nadie, hice la secun­da­ria y de ahí ya no con­vi­vía con nadie, o sea como que era sólo yo con mis her­ma­nos y lue­go como mis her­ma­nos iban a la escue­la, había tiem­po que pasa­ba casi  todo el día solo…conocer ami­gos es lo que me ayu­dó a estar bien…” (Sesión 1).

La pér­di­da de movi­li­dad limi­tó su habi­li­dad para dibu­jar, pero el apren­der a escri­bir can­cio­nes de rap le per­mi­tió con­ti­nuar expre­san­do sus emo­cio­nes.

“… tra­ta­ba de escri­bir, al prin­ci­pio no sig­ni­fi­ca­ban o no tenía sen­ti­do, lo veía como el uso del tiem­po para escri­bir, fui escri­bien­do lo que me gus­ta­ba, impro­vi­sa­ba cual­quier cosa y ahí escri­bí una can­ción… en toda esa can­ción escri­bí todo lo que pasé… o sea, las razo­nes por las que tenía que seguir, habla­ba de todos esos cam­bios… resu­mí todo en una can­ción…”

La eta­pa esco­lar fue com­pli­ca­da para Feli­pe. En la pri­ma­ria expe­ri­men­tó bur­las y malos tra­tos de sus com­pa­ñe­ros y maes­tros. En la secun­da­ria, la expe­rien­cia mejo­ró, pues fue mayor­men­te inclui­do, pero no logró libra­se de las bur­las.

“… en la pri­ma­ria pues…, lue­go si se bur­la­ban ¿no?, que de repen­te esta­ba de pie y todo mi peso se iba al sue­lo… le decían a mi mamá es que tu hijo se hace el gra­cio­so y se tira…las bur­las de que usa­ba en silla de rue­das o de ¡ah tú no pue­des!” (Sesión 2).

Final­men­te, rela­tó cómo las afec­ta­cio­nes a la salud de su madre (ner­vio ciá­ti­co) impac­ta­ron en su esta­do de áni­mo, al per­ca­tar­se de cuán­to depen­día de ella.

“Mi mamá se enfer­mó. O sea, como que eso tam­bién me pegó y ya casi me que­rían man­dar medi­ca­men­to… bueno creo que lo toma­ron como si tuvie­ra depre­sión… el doc­tor con­si­de­ró… que podría ini­ciar con la depre­sión. Y pues es que le con­té ¿no? que me sen­tía como que no era capaz de hacer las cosas, o sea, por­que mi mamá es la que casi me ayu­da la mayor par­te del tiem­po… se des­gas­tó los liga­men­tos, o sea, y no podía hacer, o sea tenía un dolor muy fuer­te y pues no le per­mi­tía hacer muchas cosas… Sí reci­bí ayu­da de mi tía y de mis pri­mas ¿no?… pero no era lo mis­mo por­que en ese tiem­po, no me bañé, no comía bien, no hacía mis ejer­ci­cios por­que no sabían cómo” (Sesión 2).

El orden en que rela­tó los acon­te­ci­mien­tos fue por impor­tan­cia; solía sal­tar de un acon­te­ci­mien­to a otro, sin invo­lu­crar la secuen­cia cro­no­ló­gi­ca. A lo lar­go del rela­to Feli­pe se ubi­có como per­so­na­je prin­ci­pal. Los per­so­na­jes secun­da­rios que men­cio­nó fue­ron: su fami­lia, un recur­so en su vida coti­dia­na; una com­pa­ñe­ra de secun­da­ria de la que se ena­mo­ró (chi­ca espe­cial); la psi­có­lo­ga, quien le ayu­dó a afron­tar sus temo­res e inse­gu­ri­da­des; los médi­cos que le noti­fi­ca­ron “de gol­pe el diag­nós­ti­co”; un gru­po psi­co­te­ra­péu­ti­co de jóve­nes con DMD, con quie­nes se iden­ti­fi­có y, cuan­do el joven del gru­po falle­ció, lo ins­pi­ró a valo­rar su vida; los com­pa­ñe­ros de secun­da­ria (los estu­dio­sos) que lo inte­gra­ron, pero lo sobre­pro­te­gían por su dis­ca­pa­ci­dad,  y el gru­po de “rela­jien­tos” que lo tra­tó “nor­mal”; la fami­lia exten­sa como una red de apo­yo; y el psi­quia­tra, que lo medi­có sin enten­der lo acon­te­ci­do.

Algu­nos víncu­los cau­sa­les se rela­cio­na­ron con las siguien­tes temá­ti­cas: no sen­tir­te bien con su apa­rien­cia físi­ca lo lle­vó al ais­la­mien­to por temor a ser recha­za­do; una vida social le ayu­dó a sen­tir­se mejor y evi­tar pen­sa­mien­tos nega­ti­vos; cono­cer his­to­rias de vida simi­la­res, repre­sen­tó una ins­pi­ra­ción de vida; la noti­fi­ca­ción “de gol­pe” del diag­nós­ti­co le gene­ró mie­do, con­fu­sión y ais­la­mien­to; y por últi­mo, enten­der que su dis­ca­pa­ci­dad fue pro­duc­to de una muta­ción y no de un cas­ti­go de Dios lo lle­vó a recha­zar expec­ta­ti­vas fal­sas de cura­ción, espe­cí­fi­ca­men­te las de índo­le reli­gio­sa.

Las seña­les de demar­ca­ción uti­li­za­das por Feli­pe para dar ini­cio a su rela­to eran: “por dón­de empie­zo”, “cómo empe­zar”, “una vez” y “todo empe­zó”; mien­tras que para con­cluir­lo, un “y ya”. Para vin­cu­lar o expli­car los acon­te­ci­mi­ne­tos recu­rrió al “o sea”.

c) Con­tex­tos y cons­truc­cio­nes socia­les de la dis­ca­pa­ci­dad

El con­tex­to esco­lar se vin­cu­la con el mode­lo médi­co, evi­den­te en la eva­lua­ción que se hace de la for­ma de cami­nar de Feli­pe (“no nor­mal”) y su deri­va­ción a una ins­ti­tu­ción públi­ca (Sis­te­ma inte­gral para el Desa­rro­llo Inte­gral de la Fami­lia, DIF) para ser tra­ta­do y reha­bi­li­ta­do. Los malos tra­tos, el ais­la­mien­to, la fal­ta de recur­sos eco­nó­mi­cos y huma­nos que pusie­ron a Feli­pe en una des­ven­ta­ja para la con­ti­nua­ción de sus estu­dios, alu­den a un mode­lo social.

En el con­tex­to hos­pi­ta­la­rio la acti­tud pater­na­lis­ta y poco empá­ti­ca de los médi­cos al momen­to de noti­fi­car el diag­nós­ti­co, así como en la pres­crip­ción del uso de un res­pi­ra­dor arti­fi­cial (BIPAP de 24 horas) en el hos­pi­tal espe­cia­li­za­do en enfer­me­da­des res­pi­ra­to­rias (HER), sin con­si­de­rar el con­tex­to eco­nó­mi­co y fami­liar de Feli­pe, alu­den a la pers­pec­ti­va del mode­lo médi­co. En el CETD pare­cen pre­va­le­cer las pre­mi­sas del mode­lo bio­psi­co­so­cial, pues ade­más de la aten­ción médi­ca, Feli­pe reci­bió aten­ción psi­co­ló­gi­ca y se pro­mo­vió su inclu­sión social. 

En el con­tex­to fami­liar per­mean el mode­lo de pres­cin­den­cia, espe­cí­fi­ca­men­te en las cau­sas que el padre de Feli­pe atri­bu­yó a la DMD (un cas­ti­go de Dios), y al hecho de acu­dir a la igle­sia con la espe­ran­za de que Feli­pe se cura­ra. La inclu­sión paren­tal y fra­ter­na en las acti­vi­da­des de la vida coti­dia­na: jue­gos, con­vi­ven­cia, sali­das y queha­ce­res, apun­tan al mode­lo social.

En el con­tex­to reli­gio­so, los comen­ta­rios de los feli­gre­ses de la igle­sia, hacien­do refe­ren­cia a la DMD como pro­duc­to de un peca­do come­ti­do por los padres y pos­te­rior­men­te la deci­sión de Feli­pe de estu­diar la Biblia como estra­te­gia de afron­ta­mien­to para ami­no­rar sus dudas y temo­res ante la noti­fi­ca­ción de su falle­ci­mien­to inmi­nen­te ―dadas sus afec­cio­nes res­pi­ra­to­rias― dan cuen­ta del mode­lo de pres­cin­den­cia.

 

Figura 2. “Oscilaciones de una vida irregular”: La narrativa de Felipe

En el eje infe­rior hori­zon­tal, se repre­sen­ta el avan­ce del tiem­po, indi­ca qué tan pró­xi­mo o lejano se está de la meta desea­da; el eje ver­ti­cal indi­ca la eva­lua­ción del acon­te­ci­mien­to, en tér­mi­nos posi­ti­vos si es que éste se acer­ca­ba a la meta desea­da o nega­ti­vo si se ale­ja­ba. La línea azul, repre­sen­ta la eva­lua­ción de acon­te­ci­mien­tos rele­van­tes refe­ri­dos por Feli­pe. Dicha repre­sen­ta­ción se reali­zó de mane­ra con­jun­ta con Feli­pe, quien hizo comen­ta­rios y correc­cio­nes a la mis­ma.

Discusión

El aná­li­sis de la narra­ti­va de Feli­pe nos per­mi­te dar cuen­ta de la com­ple­ji­dad de vivir con DMD, pues no sólo lidió con pér­di­das de fun­cio­na­mien­to y males­ta­res físi­cos, sino con el des­co­no­ci­mien­to de las impli­ca­cio­nes de la enfer­me­dad, tan­to por los pro­fe­sio­na­les de salud como de las per­so­nas en gene­ral en dife­ren­tes con­tex­tos. Aspec­tos que dis­mi­nu­ye­ron la posi­bi­li­dad de un tra­ta­mien­to tem­prano y favo­re­cie­ron la pro­gre­sión de la DMD. Estos hechos, ade­más, refle­jan las barre­ras socia­les a las que se enfren­tó para ser inclui­do y par­ti­ci­par en los dis­tin­tos ámbi­tos de su vida, par­ti­cu­lar­men­te en el acce­so a la edu­ca­ción y una vida social (Bin­krant, 1018; Pala­cios, 2008; Oli­ver, 1998).

La noti­fi­ca­ción del diag­nós­ti­co por par­te de los pro­fe­sio­na­les de salud no sólo requie­re del cono­ci­mien­to cien­tí­fi­co de dis­tin­tas espe­cia­li­da­des médi­cas, sino tam­bién de sen­si­bi­li­za­ción y empa­tía para hacer­lo. En la narra­ti­va de Feli­pe, es evi­den­te que la mane­ra en que le fue noti­fi­ca­da su enfer­me­dad fue total­men­te inapro­pia­da, gene­rán­do­le una pers­pec­ti­va de vida deso­la­do­ra. Para Feli­pe, una alter­na­ti­va para comu­ni­car el diag­nós­ti­co sería infor­mar de las pér­di­das de fun­cio­na­mien­to y las com­pli­ca­cio­nes de salud a las que se enfren­ta­rán los niños y jóve­nes, pero tam­bién de las posi­bi­li­da­des que tie­nen en cada eta­pa de la enfer­me­dad. Su pro­pues­ta era pre­ci­sa­men­te la de com­par­tir his­to­rias de per­so­nas con DMD que die­ran cuen­ta de lo que hacen y cómo es su vida más allá del tra­ta­mien­to médi­co.

En cuan­to a su rela­to, las fluc­tua­cio­nes del mis­mo per­mi­ten vis­lum­brar una mul­ti­pli­ci­dad narra­ti­va (Ger­gen, 1988), des­ta­can­do que exis­ten múl­ti­ples his­to­rias por con­tar. La valo­ra­ción de los acon­te­ci­mien­tos fluc­tuó depen­dien­do del con­tex­to y las per­so­nas con las que inter­ac­tuó, la eta­pa de la enfer­me­dad y la pro­pia edad de Feli­pe. De este modo, el enten­di­mien­to y sig­ni­fi­ca­do que le otor­gó a su con­di­ción de vida no fue úni­ca, y con­ta­rio a lo plan­tea­do por la mayor par­te de la lite­ra­tu­ra médi­ca que abor­da la DMD, su vida no estu­vo com­ple­ta­men­te deter­mi­na­da por el diag­nós­ti­co y la tra­ge­dia. Aspec­to evi­den­te  en la apro­pia­ción o trans­gre­sión de las pre­mi­sas de cua­tro mode­los de la dis­ca­pa­ci­dad: el médi­co, el social, el bio­psi­co­so­cial y el de pres­cin­den­cia, con mayor o menor pre­do­mi­nan­cia en la narra­ción según los acon­te­ci­mien­tos y momen­tos de su vida.

La devo­lu­ción del aná­li­sis per­mi­tió cono­cer los efec­tos favo­ra­bles de con­tar su his­to­ria. Feli­pe se per­ca­tó de los cam­bios y logros a lo lar­go de su vida, pero sobre todo de su apor­te en el cono­ci­mien­to en el abor­da­je de la DMD a dife­ren­tes nive­les: para los pro­fe­sio­na­les de la salud, la pobla­ción en gene­ral y prin­ci­pal­men­te para las per­so­nas con DMD, así como para sí mis­mo.

si alguien me hubie­ra dicho pues estas pala­bras ¿no? que digo aho­ri­ta a la edad de, no sé, a los 12, hubie­ra sido dife­ren­te” (Feli­pe, sesión de devo­lu­ción).

Por todo lo ante­rior, pode­mos decir que la narra­ti­va es una herra­mien­ta útil, la cual per­mi­te dar cuen­ta de las diver­sas for­mas de vivir y sig­ni­fi­car la DMD, pero sobre todo de la per­ti­nen­cia y rele­van­cia de con­si­de­rar el con­tex­to y la viven­cia sin­gu­lar en su abor­da­je y tra­ta­mien­to.

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Notas

1. Can­di­da­ta a Doc­to­ra en Psi­co­lo­gía Social y Ambien­tal en el Pro­gra­ma de Maes­tría y Doc­to­ra­do en Psi­co­lo­gía, Facul­tad de Psi­co­lo­gía, UNAM, Ciu­dad de Méxi­co, Méxi­co. Correo elec­tró­ni­co: cintiaguilar@gmail.com. Tesis doc­to­ral finan­cia­da por el CONACYT (núme­ro de CVU 324001/becario 229932).

2. Direc­ción de Inves­ti­ga­cio­nes Epi­de­mio­ló­gi­cas y Psi­co­so­cia­les. Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Psi­quia­tría “Ramón de la Fuen­te Muñiz”, Ciu­dad de Méxi­co, Méxi­co.

3. Feli­pe falle­ció a los 23 años, apro­xi­ma­da­men­te un año des­pués de ini­ciar su par­ti­ci­pa­ción en la inves­ti­ga­ción. Se hará refe­ren­cia a su rela­to como si aún vivie­ra, con­si­de­ran­do que así fue el momen­to en el que se reali­zó este aná­li­sis.