Aportaciones psicoanalíticas para la interpretación del acto criminal Descargar este archivo (Aportaciones psicoanalíticas para la interpretación del acto criminal.pdf)

Wael Sarwat Hikal Carreón[1]

Universidad Autónoma de Nuevo León, México

Resumen

El pre­sen­te artícu­lo expo­ne a tres psi­co­ana­lis­tas neo­freu­dia­nos que estu­vie­ron ape­ga­dos a Sig­mund Freud en algu­na eta­pa del desa­rro­llo de la teo­ría psi­co­ana­lí­ti­ca. Cada uno reali­zó estu­dios que deri­va­ron apor­ta­cio­nes apli­ca­bles a la psi­quia­tría, el psi­co­aná­li­sis y la psi­co­lo­gía, entre otras áreas. Aquí se resal­ta­rá la par­te que es toma­da por la cri­mi­no­lo­gía y la psi­co­lo­gía cri­mi­nal para des­ci­frar la per­so­na­li­dad anti­so­cial duran­te su con­duc­ta cri­mi­nal. En este aco­ta­do espa­cio se pre­sen­tan a tres psi­co­ana­lis­tas, Adler y el com­ple­jo de infe­rio­ri­dad como deto­nan­te nega­ti­vo de la con­duc­ta; a Jung y el incons­cien­te cri­mi­nal colec­ti­vo, y final­men­te a Reik, con la com­pul­sión a con­fe­sar.

Pala­bras cla­ve: Alie­na­ción men­tal; Cas­ti­go; Delin­cuen­cia; Psi­co­aná­li­sis; Psi­co­pa­to­lo­gía.

Abstract

This arti­cle expo­ses three neo-Freu­dian psy­choa­nalysts who were atta­ched to Sig­mund Freud at some sta­ge in the deve­lop­ment of psy­choa­naly­tic theory. Each one carried out stu­dies that deri­ved con­tri­bu­tions appli­ca­ble to psy­chiatry, psy­choa­naly­sis, psy­cho­logy, among other areas. Here will be high­ligh­ted what is taken by cri­mi­no­logy and cri­mi­nal psy­cho­logy to decipher the anti­so­cial per­so­na­lity during cri­mi­nal con­ducts. In this limi­ted spa­ce are pre­sen­ted three psy­choa­nalysts, Adler, and the infe­rio­rity com­plex as a nega­ti­ve trig­ger for the con­duct, Jung, and the collec­ti­ve cri­mi­nal uncons­cious, and finally Reik, with the com­pul­sion to con­fess.

Key­words: Delin­quency; Men­tal disor­ders; Psychoanalysis;Psychopathology; Sanc­tion.

Introducción

Freud sen­ta­ría las bases de estu­dios pro­fun­dos sobre los huma­nos en sus temo­res, deseos, com­ple­jos y fija­cio­nes, des­cu­brien­do pro­ce­sos men­ta­les y de desa­rro­llo de la per­so­na­li­dad don­de están invo­lu­cra­dos múl­ti­ples diná­mi­cas y situa­cio­nes inter­nas y exter­nas que influ­yen en noso­tros. Tales estu­dios han impac­ta­do en el ámbi­to cri­mi­nal, don­de la teo­ría gene­ral se apli­ca a los casos de estu­dio de la per­so­na­li­dad del cri­mi­nal que per­mi­ten recons­truir sus pro­ce­sos, esto para emplear­lo de mane­ra tera­péu­ti­ca y aca­dé­mi­ca. Lue­go de los estu­dios de Freud, otros inves­ti­ga­do­res toma­ron como base sus pos­tu­la­dos para rea­li­zar deri­va­cio­nes, inclu­so modi­fi­ca­cio­nes o correc­cio­nes al no estar de acuer­do del todo con este, pero no es el caso cono­cer ese deba­te en el pre­sen­te artícu­lo, sino ver cuá­les fue­ron las apor­ta­cio­nes des­de nue­vos y diver­sos enfo­ques que nos per­mi­ten inter­pre­tar la con­duc­ta cri­mi­nal.

Los psicoanalistas neofreudianos

Los psi­co­ana­lis­tas neo­freu­dia­nos son tra­ta­dis­tas del psi­co­aná­li­sis que fue­ron capa­ci­ta­dos en la teo­ría freu­dia­na, quie­nes des­pués modi­fi­ca­ron los estu­dios ori­gi­na­les y crea­ron nue­vas tesis, inclu­so con­tra­rias a la ori­gi­nal. En la ima­gen a con­ti­nua­ción se obser­va a San­dor Feren­czi (Hun­gría) de pie a la dere­cha; sen­ta­dos: Freud a la izquier­da, Hall al cen­tro y Jung a la dere­cha.

III

Figura 1. Los psicoanalistas neofreudianos
(Fuente: https://​habi​tar​tuin​te​rior​.com/​i​n​t​e​r​p​r​e​t​a​c​i​o​n​-​s​u​e​n​os/)

Alfred Adler y el complejo de inferioridad como detonante positivo y negativo

Alfred Adler1.png

Figura 2. Alfred Adler
(Fuente: https://​www​.pin​te​rest​.de/​p​i​n​/​1​5​7​6​9​6​4​2​4​4​3​5​5​7​8​4​6​9​/​?​d​=​t​&​m​t​=​l​o​gin)

Psi­co­ana­lis­ta neo­freu­diano, Alfred Adler (1870–1937) opi­na­ba que la impor­tan­cia atri­bui­da por Freud a las nece­si­da­des sexua­les era exa­ge­ra­da y des­pro­por­cio­na­da. Adler nació en Vie­na, Aus­tria, y tuvo una infan­cia com­pli­ca­da, pues fue un niño débil, lo que orien­tó sus preo­cu­pa­cio­nes sobre el com­ple­jo de infe­rio­ri­dad físi­ca. Estu­dió medi­ci­na y fue cate­drá­ti­co del Peda­go­gium de Vie­na, y pos­te­rior­men­te del Cole­gio de Medi­ci­na Long Island en Nue­va York y de la Uni­ver­si­dad de Colum­bia (Morris, 1997, p. 357).

Era un reco­no­ci­do médi­co cuan­do se jun­tó con Freud, con­vir­tién­do­se en uno de sus pri­me­ros segui­do­res y tra­ba­jan­do en cola­bo­ra­ción duran­te 10 años. Des­pués se sepa­ró de Freud por cla­ras dife­ren­cias en la teo­ría, que el fun­da­dor del psi­co­aná­li­sis no podía acep­tar; enton­ces Adler fun­da su pro­pia corrien­te de pen­sa­mien­to: La psi­co­lo­gía indi­vi­dual. Esta deno­mi­na­ción no impli­ca una opo­si­ción entre lo indi­vi­dual y lo colec­ti­vo; por el con­tra­rio, para Adler las influen­cias ambien­ta­les tie­nen una gran impor­tan­cia en la per­so­na­li­dad de cada suje­to. Así, para la cri­mi­no­lo­gía clí­ni­ca son impor­tan­tes los aspec­tos inte­rio­res per­so­na­les y la influen­cia que tie­ne el medio sobre ellos.

Este autor empleó el con­cep­to de com­ple­jo de infe­rio­ri­dad para casos en don­de los adul­tos no han podi­do sobre­po­ner­se a los sen­ti­mien­tos de infe­rio­ri­dad desa­rro­lla­dos duran­te la infan­cia. Las rela­cio­nes socia­les tem­pra­nas con los padres tie­nen un efec­to rele­van­te sobre la capa­ci­dad de los niños para supe­rar los sen­ti­mien­tos de infe­rio­ri­dad y lograr orien­tar­se hacia pro­pó­si­tos úti­les para la socie­dad, como la cola­bo­ra­ción y mejo­ra­mien­to de esta. El com­ple­jo de infe­rio­ri­dad podría ser defi­ni­do como la fija­ción de sen­ti­mien­tos de infe­rio­ri­dad per­so­nal que dan lugar a una ines­ta­bi­li­dad y temor emo­cio­nal y social.

Como cau­sas del com­ple­jo de infe­rio­ri­dad, Adler encuen­tra prin­ci­pal­men­te las ano­ma­lías orgá­ni­cas y la infe­rio­ri­dad psí­qui­ca, por caren­cia o defor­mi­dad de órga­nos, debi­li­dad de los mis­mos, etcé­te­ra. Pero no son estas las cau­sas úni­cas, ya que las con­di­cio­nes socia­les y eco­nó­mi­cas, cuan­do son extra­or­di­na­ria­men­te con­tra­rias al suje­to, le hacen fra­ca­sar, cuan­do en con­di­cio­nes nor­ma­les hubie­ra sido exi­to­so.

Adler desa­rro­lló un solu­cio­na­dor de con­flic­tos que él lla­ma­ría com­pen­sa­ción, defi­ni­do como los esfuer­zos de la per­so­na por recu­pe­rar­se a debi­li­da­des per­so­na­les, reales o ima­gi­na­rias; por ejem­plo, los músi­cos-can­tan­tes: Cris­tal, José Feli­ciano, Ste­vie Won­der (los tres con cegue­ra), Rober­to Car­los (sin una pier­na), entre otros, quie­nes desa­rro­lla­ron habi­li­da­des audi­ti­vas par­ti­cu­lar­men­te agu­das.

Si la com­pen­sa­ción falla, la per­so­na se deja­rá ven­cer por esas difi­cul­ta­des y no ten­drá la capa­ci­dad de repo­ner­se. Por esta razón, Adler pro­pu­so que el prin­ci­pal estí­mu­lo y moti­vo humano es el deseo de supe­rio­ri­dad, no en el sen­ti­do de ubi­car­se por enci­ma de los demás, sino como una for­ma de lograr un desa­rro­llo y per­fec­ción per­so­na­les que todos bus­can, como evo­lu­ción o mejo­ra­mien­to.

El fuer­te sen­ti­mien­to de infe­rio­ri­dad, la aspi­ra­ción de supe­rio­ri­dad per­so­nal y un defi­cien­te sen­ti­mien­to de comu­ni­dad son siem­pre reco­no­ci­bles en la fase pre­ce­den­te a la des­via­ción de la con­duc­ta. Al res­pec­to, Adler afir­ma: “La acti­vi­dad anti­so­cial que se diri­ge con­tra el pró­ji­mo es la adqui­ri­da pre­coz­men­te por aque­llos niños que caen en la erró­nea opi­nión de que todos los demás pue­den ser con­si­de­ra­dos como obje­to de su per­te­nen­cia, y exte­rio­ri­zar esta opi­nión ame­na­zan­do con su acti­tud, el tra­ba­jo, la salud y vida de los demás. Su com­por­ta­mien­to peli­gro­so depen­de­rá del gra­do de su sen­ti­mien­to de comu­ni­dad”.

Adler tuvo inte­rés por el fenó­meno cri­mi­nal. Al visi­tar las cár­ce­les, dife­ren­ció en ellas a la pobla­ción, divi­dién­do­la en neu­ró­ti­cos y delin­cuen­tes. Adler con­clu­yó que el cri­mi­nal es un enemi­go de la socie­dad y no lamen­ta su deli­to, sino que lo jus­ti­fi­ca y lo racio­na­li­za; es decir, se le res­ba­la, le fal­ta el inte­rés social. El neu­ró­ti­co por el con­tra­rio, sí tie­ne inte­rés social, pero tie­ne pro­ble­mas de adap­ta­ción.

El cri­mi­nal tie­ne una razón pri­va­da, una lógi­ca pro­pia que rom­pe con el enten­di­mien­to de la vida. Las cár­ce­les son uni­ver­si­da­des del cri­men y el tra­ta­mien­to para los inter­nos debe mejo­rar, el inte­rés en recons­truir en ellos valo­res socia­les debe ser mayor. Lo peor de las cár­ce­les es la bru­ta­li­dad o el ais­la­mien­to. Por otra par­te, impor­tan­te tam­bién es el recons­truir las estruc­tu­ras socia­les, así como las for­mas de gobierno, pues influ­yen tam­bién en su defor­ma­ción de la per­so­na­li­dad.

El anti­so­cial es un ser que fra­ca­só en su vida fami­liar y social. Tra­ta de rea­li­zar actos que dañen a los demás para demos­trar su fuer­za, su supe­rio­ri­dad. La víc­ti­ma será infe­rior al cri­mi­nal y este se sen­ti­rá con con­trol sobre ella, sobre la ley, y de aque­llo que le plaz­ca, pien­sa que domi­na al entorno. El anti­so­cial no pudo ven­cer sus pro­ble­mas y no con­si­guió la adap­ta­ción social.

Por otro lado, el sen­ti­mien­to de infe­rio­ri­dad gené­ti­co, orgá­ni­co o con­di­cio­na­do por la situa­ción resul­ta muy actual, pues en las socie­da­des pre­va­le­cen este­reo­ti­pos de toda índo­le: se cri­ti­ca por ser muy altos, del­ga­dos, obe­sos, arrai­ga­dos físi­ca­men­te en ras­gos nati­vos, no agra­cia­dos físi­ca­men­te, excén­tri­cos, o por estar dis­ca­pa­ci­ta­dos. Resul­ta fac­ti­ble ejer­cer un con­trol deter­mi­na­do sobre el físi­co, pues se pue­de adel­ga­zar o engor­dar, pero qué suce­de cuan­do se es invi­den­te o se cami­na mal, el recha­zo de los demás crea temor, tris­te­za o agre­si­vi­dad, según la gené­ti­ca de cada indi­vi­duo y la for­ma en que los padres lo ayu­den a acep­tar la dis­ca­pa­ci­dad, es indis­pen­sa­ble.

En el esfuer­zo de com­pen­sar ese sen­ti­mien­to median­te la ambi­ción de poder, es asun­to cru­cial. Cuan­do se tie­nen un com­ple­jo se lucha por salir ade­lan­te y esto engran­de­ce; sin embar­go, según la per­so­na­li­dad, una vez pro­ba­do “el poder” que pue­de ejer­cer res­pec­to a los demás, se lle­ga inclu­so a la humi­lla­ción por­que debi­do al com­ple­jo (supe­rio­ri­dad-infe­rio­ri­dad), se toma la revan­cha. Se tra­ta aquí de casos refe­ri­dos a pro­ble­mas físi­cos o psi­co­ló­gi­cos, pero resul­ta que el poder, aun en per­so­nas a quie­nes se con­si­de­ra equi­li­bra­das, hace per­der el con­trol y que en muchas oca­sio­nes el con­tac­to con la reali­dad se defor­ma.

Adler sugi­rió que las per­so­nas se esfuer­zan cons­tan­te­men­te por alcan­zar la per­fec­ción indi­vi­dual como la per­fec­ción de la socie­dad a la que per­te­ne­cen. Aun­que todas las per­so­nas se esfuer­zan por alcan­zar la per­fec­ción social e indi­vi­dual, cada indi­vi­duo desa­rro­lla un con­jun­to par­ti­cu­lar de pro­yec­tos y creen­cias que se con­vier­ten en su for­ma de vida. Se con­si­de­ra que este énfa­sis en el esfuer­zo volun­ta­rio hacia las metas socia­les y posi­ti­vas seña­lan a Adler como el padre de la Psi­co­lo­gía Huma­nis­ta. Cabe seña­lar la dife­ren­cia entre esta y el psi­co­aná­li­sis. La pri­me­ra adap­ta al indi­vi­duo al ambien­te y el psi­co­aná­li­sis lo adap­ta a sí mis­mo (Ore­lla­na Wiar­co, 2009).

Entre las obras de Adler des­ta­can: Estu­dio Sobre las Infe­rio­ri­da­des Orgá­ni­cas, El Carác­ter Ner­vio­sos, El Cono­ci­mien­to del Hom­bre y El Sen­ti­do de la Vida. Para cono­cer más sobre él, con­súl­te­se la Socie­dad Nor­te­ame­ri­ca­na de Psi­co­lo­gía Adle­ria­na, en: http://​www​.alfre​dad​ler​.org/, así como la Uni­ver­si­dad Adler, en: http://​www​.adler​.edu/

Carl Jung y el inconsciente criminal colectivo

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Figura 3. Carl Gustav Jung
(Fuente: https://​es​.wiki​pe​dia​.org/​w​i​k​i​/​C​a​r​l​_​G​u​s​t​a​v​_​J​ung)

Carl Jung (Sui­za, 1875–1961), estu­dió en Basi­lea y París, fue ayu­dan­te en una clí­ni­ca psi­quiá­tri­ca de Zürich y cate­drá­ti­co des­de 1905. Ade­más fue médi­co y pre­cur­sor de la Psi­quia­tría Moder­na, hizo apor­ta­cio­nes a la psi­co­te­ra­pia, ade­más de fun­dar la Psi­co­lo­gía Ana­lí­ti­ca, tra­tó de encon­trar un ori­gen de la psi­que (DiCa­prio, 1989, p. 84). Sería el pri­me­ro en pre­si­dir la Aso­cia­ción Psi­co­ana­lí­ti­ca Inter­na­cio­nal (Aso­cia­ción Psi­co­ana­lí­ti­ca Inter­na­cio­nal, s.f.), des­de 1910 has­ta 1917 apro­xi­ma­da­men­te, y por lo tan­to de lide­rar los con­gre­sos inter­na­cio­na­les de Psi­co­aná­li­sis.

Al prin­ci­pio apo­yó de mane­ra incon­di­cio­nal el pen­sa­mien­to de Freud, pero más tar­de recha­zó la impor­tan­cia ele­men­tal atri­bui­da a los impul­sos sexua­les incons­cien­tes. En lugar de ello, suge­ría la exis­ten­cia de un incons­cien­te colec­ti­vo. Para Jung, el incons­cien­te es una repre­sen­ta­ción de la natu­ra­le­za, es algo que nos da ori­gen. El mate­rial incons­cien­te con­sis­te en impul­sos, urgen­cias, inten­cio­nes, con­clu­sio­nes y toda la gran varie­dad de sen­ti­mien­tos. Cual­quie­ra de estos pue­de for­mar par­te tem­po­ral o cons­tan­te en el incons­cien­te.

Creía que exis­ten dos nive­les dis­tin­tos del incons­cien­te: 1) Incons­cien­te per­so­na: Con­tie­ne los pen­sa­mien­tos ocul­tos, expe­rien­cias arrin­co­na­das e ideas sin desa­rro­llar, y 2) incons­cien­te colec­ti­vo: Con­sis­te de recuer­dos y patro­nes con­duc­tua­les here­da­dos de gene­ra­cio­nes arcai­cas.

Jung decía que, así como el cuer­po humano es un museo de órga­nos en el que detrás de ello hay una lar­ga his­to­ria de evo­lu­ción, la men­te lo es de la mis­ma mane­ra. No pue­de haber un pro­duc­to sin his­to­ria, y se refie­re a lo bio­ló­gi­co, pre­his­tó­ri­co e incons­cien­te desa­rro­llo de la men­te en el ser humano arcai­co, en que la men­te era cer­ca­na a la de un ani­mal. Con­tra­rio a esto, en la actua­li­dad, y con el paso de los siglos, hemos tra­ta­do de dife­ren­ciar­nos de los ani­ma­les o de lo sal­va­je a tra­vés de la cul­tu­ra, hemos ido per­dien­do la natu­ra­li­dad por las reglas impues­tas, de ahí que se nos haga la dife­ren­cia con los ani­ma­les.

Jung pro­pu­so que el incons­cien­te colec­ti­vo con­tie­ne arque­ti­pos, es decir, repre­sen­ta­cio­nes sim­bó­li­cas de una per­so­na, obje­to o expe­rien­cia. Jung les lla­ma­ba arque­ti­pos o imá­ge­nes fun­da­men­ta­les, y fue cri­ti­ca­do según él por gen­te que no cono­ce de psi­co­lo­gía y mito­lo­gía. Jung tuvo un pacien­te que esta­ba en páni­co por­que decía que tenía cier­tos pen­sa­mien­tos y que esta­ba loco, pero Jung le mos­tró un libro de hace 400 años y le dijo que no había razón para que pen­sa­rá así, que en aquel tiem­po tenían sus mis­mas ideas. El hom­bre se mos­tró tran­qui­lo des­pués de eso.

Lo ante­rior lle­va a pen­sar si exis­te un incons­cien­te colec­ti­vo de carác­ter cri­mi­nal, o si pudie­ran here­dar­se ten­den­cias incons­cien­tes de natu­ra­le­za anti­so­cial. Esto podría ser una for­ma del suje­to no evo­lu­cio­na­do de Lom­bro­so; es decir, un ser atá­vi­co, que en Jung serían pen­sa­mien­tos atá­vi­cos.

Posi­ble­men­te lo que Jung inten­ta expli­car es que la con­duc­ta del anti­so­cial se debe a sus ante­pa­sa­dos, que mata­ban, ini­cia­ban fue­go, gol­pea­ban, pero por sobre­vi­ven­cia; en el caso del cri­mi­nal, este no tie­ne con­tro­la­do el ins­tin­to sal­va­je de matar, robar, no mos­trar remor­di­mien­to, etcé­te­ra y por eso es lle­va­do a actuar así: por su fal­ta de evo­lu­ción-adap­ta­ción.

El cri­mi­nal es la super­vi­ven­cia de un ser pri­mi­ti­vo. Un tras­tor­na­do podrá escu­char voces que lo ata­quen y que lo lle­ven a ata­car, lo que podría ser una regre­sión al pasa­do mito­ló­gi­co y pre­his­tó­ri­co. Tam­bién Garó­fa­lo seña­la­ba arque­ti­pos de tipo moral inna­tos que se pre­sen­tan de la mis­ma mane­ra que la cons­ti­tu­ción físi­ca de la raza a la que se per­te­ne­ce. Dice que en oca­sio­nes hay un ins­tin­to que lle­va a actuar fue­ra de todo razo­na­mien­to.

Esto se refie­re a la impul­si­vi­dad e inca­pa­ci­dad para pla­ni­fi­car el futu­ro. Al hablar de deli­to natu­ral, se refie­re a que es de ori­gen psi­co­ló­gi­co y antro­po­ló­gi­co, que siem­pre ha exis­ti­do des­de el pasa­do. El robo y el homi­ci­dio son los deli­tos más anti­guos, prac­ti­ca­dos por los huma­nos y ani­ma­les, y que aún per­sis­ten; es decir, hay una heren­cia-gené­ti­ca cri­mi­nal. De igual for­ma, Ferri seña­la­ba que es más fácil hacer el mal, ya que este ha exis­ti­do siem­pre y es algo que se lle­va en sí des­de hace siglos.

Más sobre este autor pue­de ser con­sul­ta­do en: Refle­xio­nes sobre Psi­co­lo­gía y Cul­tu­ra y Vida. La pági­na de Jung, en: http://​www​.cgjung​pa​ge​.org/, y el Ins­ti­tu­to de Zürich CGJ, en: http://​www​.jun​gins​ti​tut​.ch/

Theodor Reik y la compulsión a confesar

http://images.profileengine.com/large/437644105/theodor.reik

Figura 4. Theodor Reik
(Fuente: https://​www​.psyalpha​.net/​b​i​o​g​r​a​f​i​e​n​/​t​h​e​o​d​o​r​-​r​e​i​k​?​l​a​n​g​u​a​g​e​=de)

Theo­dor Reik (Aus­tria) fue cola­bo­ra­dor de Freud, se hizo famo­so por sus obras de psi­co­aná­li­sis, des­ta­can­do en su tra­ba­jo La Com­pul­sión a Con­fe­sar. En este seña­la que algu­nos sín­to­mas neu­ró­ti­cos como el enro­je­ci­mien­to y tar­ta­mu­deo pue­den inter­pre­tar­se como con­fe­sio­nes incons­cien­tes que expre­san los impul­sos repri­mi­dos de las per­so­nas, y al mis­mo tiem­po como un deseo al cas­ti­go que se infli­ge por comu­ni­car tales impul­sos.

Freud indi­ca­ba: “El que ten­ga ojos para ver y oídos para escu­char podrá con­ven­cer­se de que nin­gún mor­tal pue­de guar­dar un secre­to. Si sus labios callan, habla­rá con la pun­ta de los dedos; la trai­ción bro­ta por cada poro de su cuer­po” (Hous­ton, s.f.).

En El Ase­sino Des­co­no­ci­do, Reik rea­li­za el per­fil psi­co­ló­gi­co de los delin­cuen­tes que que­dan como des­co­no­ci­dos; sin embar­go, dado el ins­tin­to de cul­pa, las evi­den­cias deja­das en la esce­na del cri­men son deseos incons­cien­tes para ser des­cu­bier­to y cas­ti­ga­do. Barat­ta toma la con­cep­ción pena­lis­ta y psi­co­ana­lí­ti­ca de Reik sobre una teo­ría psi­co­ana­lí­ti­ca del Dere­cho Penal basa­da en la doble fun­ción de la pena:

  1. “La pena sir­ve a la satis­fac­ción de la nece­si­dad incons­cien­te de cas­ti­go que impul­sa a una acción prohi­bi­da, y
  2. La pena satis­fa­ce tam­bién la nece­si­dad de cas­ti­go de la socie­dad median­te su incons­cien­te iden­ti­fi­ca­ción con el delin­cuen­te” (Barat­ta, 2004, p. 46).

Lo mis­mo suce­de cuan­do en la escue­la algún niño hace una tra­ve­su­ra o en casi cual­quier lugar en el que se hace algo malo, se bus­ca que sea des­cu­bier­to quien hizo la mal­dad. Esto refle­ja en algu­nos casos un apa­ren­te deseo de ver­se cas­ti­ga­do por medio de alguien más. Seña­la­ba Freud que: “El psi­co­aná­li­sis ha ido mucho más lejos al for­mu­lar la tesis de una cri­mi­na­li­dad asen­ta­da en las pro­fun­di­da­des del incons­cien­te, y al suge­rir la hipó­te­sis de que exis­te en la colec­ti­vi­dad un tam­bién incons­cien­te sen­ti­mien­to de jus­ti­cia que se rebe­la cuan­do el mal­he­chor no es ade­cua­da­men­te repri­mi­do” (Reyes Echan­día, 1987).

Conclusiones

Se obser­va­ron algu­nas apor­ta­cio­nes que los lla­ma­dos psi­co­ana­lis­tas neo­freu­dia­nos rea­li­za­ron, deri­va­dos de la obra de Freud, ini­cian­do con Adler con res­pec­to del com­ple­jo de infe­rio­ri­dad, que en su lado nega­ti­vo lle­va a frus­tra­cio­nes, agre­si­vi­dad, into­le­ran­cia y posi­ble bús­que­da de com­pen­sa­ción tóxi­ca o nega­ti­va. Tam­bién se mos­tró a Jung con el incons­cien­te cri­mi­nal, atri­bu­yen­do un carác­ter agre­si­vo a las razo­nes ins­tin­ti­vas y anti­guas del humano, que se repre­sen­tan en accio­nes de con­no­ta­ción sal­va­je, no superan­do la agre­si­vi­dad des­truc­ti­va. Final­men­te, se vie­ron las apor­ta­cio­nes de Reik sobre el sen­ti­mien­to de cul­pa y la ten­den­cia a la con­fe­sión en un deseo de auto­des­truc­ción o ali­vio del mal rea­li­za­do.

Referencias

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Notas

  1. Doc­to­ran­do en Filo­so­fía con Acen­tua­ción en Estu­dios de la Edu­ca­ción (beca­rio CONACYT) por la Facul­tad de Filo­so­fía y Letras de la Uni­ver­si­dad Autó­no­ma de Nue­vo León. Correo elec­tró­ni­co: wael.hikalcrr@uanl.edu.mx. Orcid https://orcid.org/0000–0003-1278–567X