Apoyo social en población de adultos mayores Descargar este archivo (11. Apoyo social en población de adultos mayores.pdf)

Rocío Soria Trujano1, Mónica Janethe Flores Sosa2, Nancy Lara de Jesús3 y Alexandra Adriana Mayen Aguilar4

Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM

Resu­men

Las per­so­nas ancia­nas se enfren­tan a cam­bios físi­cos, jubi­la­ción, viu­dez, menor par­ti­ci­pa­ción social, y todo ello pue­de pro­vo­car­les alte­ra­cio­nes emo­cio­na­les, y el apo­yo social adquie­re rele­van­cia para que los afron­ten. Los obje­ti­vos del pre­sen­te estu­dio se cen­tra­ron en eva­luar el apo­yo social a los adul­tos mayo­res, ana­li­zan­do las posi­bles dife­ren­cias entre sexos y actividad/inactividad labo­ral. Se eva­lua­ron 300 par­ti­ci­pan­tes. Se uti­li­zó el área de apo­yo social del Per­fil de Estrés de Ken­neth Nowack. Los resul­ta­dos indi­ca­ron que la mayo­ría de los par­ti­ci­pan­tes mani­fes­ta­ron un nivel medio de apo­yo social. Las per­so­nas adul­tas mayo­res que no tra­ba­jan repor­ta­ron tener más apo­yo. Se encon­tra­ron dife­ren­cias por ítems en cuan­to a sexos. La vejez es una eta­pa en la que los ancia­nos son vul­ne­ra­bles y el apo­yo social es impor­tan­te para afron­tar­la. La fami­lia y las amis­ta­des jue­gan un papel impor­tan­te como redes socia­les de apo­yo.

Pala­bras cla­ve: apo­yo social, ancia­nos, acti­vi­dad labo­ral.

Abs­tract

Elderly peo­ple are facing phy­si­cal chan­ges, reti­re­ment, widowhood, a less social par­ti­ci­pa­tion, and all of that can cau­se them emo­tio­nal alte­ra­tions, so the social sup­port acqui­res rele­van­ce, so they can face that. The objec­ti­ves of this study were: eva­lua­te the social sup­port in elderly peo­ple, analy­zing the pos­si­ble dif­fe­ren­ces based on sex and work activity/inactivity. The­re were eva­lua­ted 300 par­ti­ci­pants. It was emplo­yed the social sup­port net­work of the stress pro­fi­le of Ken­neth Nowack. The results indi­ca­ted that the majo­rity of the par­ti­ci­pants expres­sed a medium ave­ra­ge level of social sup­port. The elderly per­son that doesn’t work repor­ted to have more sup­port. It was found dif­fe­ren­ces based on sex. Old age is a sta­ge whe­re elderly peo­ple are vul­ne­ra­ble, and the social sup­port is impor­tant to affront it. Family and friendship play an impor­tant role as social sup­port net­works

Key Words: Social sup­port, elderly peo­ple, work acti­vity.

Según el Con­se­jo Nacio­nal de Pobla­ción (CONAPO, 2016) en el año 2030, en Méxi­co ten­drá 20.4 millo­nes de adul­tos mayo­res, lo cual impli­ca­rá un gran incre­men­to en las deman­das de ser­vi­cios de salud, de vivien­da y de pen­sio­nes. En 2010 había 17 adul­tos mayo­res por cada 100 per­so­nas jóve­nes; en el año 2013 eran 19 por cada 100 y para el año 2030, se espe­ra que vivan 43 ancia­nos por cada 100 jóve­nes. CONAPO (2014) seña­la que el enve­je­ci­mien­to de la pobla­ción en Méxi­co será un gran desa­fío demo­grá­fi­co, pues exis­ten deman­das de tipo eco­nó­mi­co debi­do al incre­men­to en el núme­ro de pen­sio­nes que habrán de entre­gar­se, lo que, auna­do a la reduc­ción en la pobla­ción de jóve­nes, cada vez serán menos las per­so­nas con capa­ci­dad pro­duc­ti­va, y más las per­so­nas jubi­la­das. En cuan­to a los ser­vi­cios de salud, habrá gran deman­da para la aten­ción de enfer­me­da­des cró­ni­co-dege­ne­ra­ti­vas.

A pesar de que las per­so­nas hoy en día vivan más tiem­po, no nece­sa­ria­men­te se ase­gu­ra mayor bien­es­tar para los adul­tos mayo­res, pues­to que el orga­nis­mo, a mayor edad, sufre mayor dete­rio­ro. Los ancia­nos se enfren­tan no sola­men­te a cam­bios físi­cos, sino a aque­llos rela­cio­na­dos con su edad: jubi­la­ción, viu­dez, menor par­ti­ci­pa­ción social, y todo ello pue­de pro­vo­car­les alte­ra­cio­nes emo­cio­na­les. Arias (2013) men­cio­na que algu­nas per­so­nas mayo­res tie­nen una vida social esca­sa y apo­yo social insu­fi­cien­te, debi­do a la pér­di­da de fami­lia­res y ami­gos, de roles y de espa­cios de par­ti­ci­pa­ción, y en este con­tex­to, los víncu­los cen­tra­les en las redes de apo­yo son: la pare­ja, los hijos, y los ami­gos.

Guz­mán, Huen­chuan y Mon­tes de Oca (2003) indi­can que la vejez pue­de afec­tar a los ancia­nos de mane­ra nega­ti­va pues, en el caso de las muje­res, éstas pier­den muchas veces, el rol de apo­yo y cui­da­do en su papel de madres; en el caso de los hom­bres, la jubi­la­ción no sola­men­te pue­de ale­jar­los del ámbi­to labo­ral, sino de los con­tac­tos socia­les que ahí tenían. De ahí la gran impor­tan­cia del apo­yo social, tan­to fami­liar como de ami­gos, que esta pobla­ción pue­da tener.

Lin y Ensel (1989; cita­dos en Melén­dez, Tomás y Nava­rro, 2007, p. 408) seña­lan que el apo­yo social se refie­re al “con­jun­to de pro­vi­sio­nes expre­si­vas o ins­tru­men­ta­les (per­ci­bi­das o reci­bi­das) pro­por­cio­na­das por comu­ni­da­des, redes socia­les y per­so­nas de con­fian­za, sin sos­la­yar que estas pro­vi­sio­nes se pue­den pro­du­cir en situa­cio­nes coti­dia­nas o de cri­sis”. El apo­yo social “hace refe­ren­cia al con­jun­to de apor­ta­cio­nes de tipo mate­rial, emo­cio­nal, infor­ma­cio­nal o de com­pa­ñía que la per­so­na reci­be o per­ci­be de par­te de los dis­tin­tos miem­bros que con­for­man su red social” (Gra­cia, Herre­ro y Musi­to, 2002; cita­dos en Bor­chardt, 2017, pp. 32–33).

El apo­yo social tie­ne com­po­nen­tes estruc­tu­ra­les que se rela­cio­nan a la inte­gra­ción social (for­mar par­te de dife­ren­tes redes de apo­yo); y fun­cio­na­les (tran­sac­cio­nes entre los indi­vi­duos, como el apo­yo emo­cio­nal y reci­bir favo­res). Se pue­de hablar tam­bién de apo­yo reci­bi­do (pedir ayu­da) y de apo­yo per­ci­bi­do (con el que se cree que se cuen­ta) (Reblin y Uchino, 2008; Thong, Kap­tein, Kre­diet, Boes­cho­ten & Dek­ker, 2007). El apo­yo social pue­de per­ci­bir­se o reci­bir­se de las redes socia­les, con res­pec­to a las cua­les, el Ins­ti­tu­to Nacio­nal de las Muje­res (INMUJERES, 2015, p. 1) esta­ble­ce: “Nos refe­ri­mos a las redes median­te las cua­les las per­so­nas crean lazos entre sí brin­dán­do­se apoyo…Constituyen una fuen­te de recur­sos mate­ria­les, afec­ti­vos, psi­co­ló­gi­cos y de ser­vi­cios… para hacer fren­te a situa­cio­nes de ries­go”. Las redes socia­les se defi­nen como “una prác­ti­ca sim­bó­li­co-cul­tu­ral que inclu­ye el con­jun­to de rela­cio­nes inter­per­so­na­les que inte­gran a una per­so­na con su entorno social y le per­mi­te man­te­ner o mejo­rar su bien­es­tar mate­rial, físi­co y emo­cio­nal” (Sali­nas, Man­ri­que y Téllez, 2008, p. 163).

La red social hace refe­ren­cia a los aspec­tos estruc­tu­ra­les de las rela­cio­nes socia­les: núme­ro de miem­bros con los que se inter­ac­túa, fre­cuen­cia de los con­tac­tos socia­les, inti­mi­dad y víncu­los. El apo­yo social se refie­re a las inter­ac­cio­nes que un indi­vi­duo esta­ble­ce den­tro de su red social: apo­yo ins­tru­men­tal, emo­cio­nal, social (Esco­bar, Puga y Mar­tin, 2008). Poliz­zi y Arias (2014) men­cio­nan que las carac­te­rís­ti­cas estruc­tu­ra­les de una red social son: tama­ño, den­si­dad (gra­do de inter­re­la­ción entre los miem­bros), dis­tri­bu­ción (ubi­ca­ción), dis­per­sión (dis­tan­cia espa­cial entre los miem­bros), homo­ge­nei­dad o hete­ro­ge­nei­dad (simi­li­tud o dife­ren­cia de carac­te­rís­ti­cas socia­les, cul­tu­ra­les y demo­grá­fi­cas, entre los miem­bros); las carac­te­rís­ti­cas fun­cio­na­les tie­nen rela­ción con la com­pa­ñía, el apo­yo emo­cio­nal, los con­se­jos, ayu­da mate­rial y de ser­vi­cios, así como para tener acce­so a nue­vos con­tac­tos socia­les.

Exis­ten inves­ti­ga­cio­nes que demues­tran el inte­rés por el papel que jue­ga el apo­yo social en la salud, de tal mane­ra que el hecho de con­tar con muchas redes de apo­yo social y de bue­na cali­dad, dis­mi­nu­ye el ries­go de mor­ta­li­dad; en tales inves­ti­ga­cio­nes des­ta­ca que el ais­la­mien­to social es un fac­tor de ries­go que pro­vo­ca mala salud, y en algu­nos casos, la muer­te.

La sole­dad invo­lun­ta­ria pue­de tener efec­tos nega­ti­vos sobre los ancia­nos gene­ran­do depre­sión (Lla­nes, López, Váz­quez y Her­nán­dez, 2015; Rive­ra, Beni­to y Paz­zi, 2015), que pue­de lle­var a la idea­ción sui­ci­da, sobre todo cuan­do se ha per­di­do a la pare­ja (O’Luanaigh & Law­lor, 2008); la fal­ta de apo­yo social pue­de cau­sar enfer­me­da­des físi­cas tales como pre­sión alta, pro­ble­mas car­dio­vas­cu­la­res, decre­men­to de fun­cio­nes cog­ni­ti­vas y un sis­te­ma inmu­ne limi­ta­do (Haw­kley & Caciop­po, 2007). El apo­yo social es un ele­men­to pro­tec­tor de la salud en los adul­tos mayo­res al mode­rar los efec­tos nega­ti­vos del estrés (Yan­guas y Letu­ria, 2006). La fami­lia es un gran recur­so de apo­yo. Se ha encon­tra­do que los adul­tos mayo­res que con­vi­ven con sus fami­lia­res pre­sen­tan mejor salud men­tal, físi­ca y emo­cio­nal, en com­pa­ra­ción con los ancia­nos que viven solos (Vival­di y Barra, 2012). Sali­nas, Man­ri­que y Téllez (2008) argu­men­tan que el apo­yo social en la pobla­ción de adul­tos mayo­res adquie­re rele­van­cia para que estas per­so­nas afron­ten los cam­bios, tan­to físi­cos como socia­les, a los que se ven expues­tos. Por ello la impor­tan­cia de con­tar con el apo­yo social de sus fami­lias, tan­to de ori­gen como exten­sa, así como de amis­ta­des y veci­nos.

Así fue como sur­gió el inte­rés por rea­li­zar el pre­sen­te estu­dio, cuyo obje­ti­vo fue eva­luar el apo­yo social en adul­tos mayo­res, ana­li­zan­do posi­bles dife­ren­cias entre sexos y entre acti­vi­dad e inac­ti­vi­dad labo­ral.

Método

Dise­ño:

Estu­dio explo­ra­to­rio des­crip­ti­vo

Par­ti­ci­pan­tes:

Se eva­lua­ron 300 per­so­nas adul­tas mayo­res (60 años de edad o más), resi­den­tes de la Ciu­dad de Méxi­co o del área metro­po­li­ta­na. Nin­guno de ellos esta­ba vivien­do en algu­na resi­den­cia para ancia­nos, ni pre­sen­ta­ba inca­pa­ci­da­des físi­cas y/o cog­ni­ti­vas apa­ren­tes. Se dis­tri­bu­ye­ron en algu­na de las siguien­tes mues­tras: 1) 75 muje­res ancia­nas que no eran acti­vas labo­ral­men­te; 2) 75 muje­res ancia­nas acti­vas labo­ral­men­te; 3) 75 hom­bres ancia­nos que no eran acti­vos labo­ral­men­te; y 4) 75 hom­bres ancia­nos que eran acti­vos labo­ral­men­te. La edad pro­me­dio de la mues­tra total fue de 67.5 años; para la mues­tra feme­ni­na fue de 66 años y para la mas­cu­li­na de 69 años. Se les con­tac­tó por vía veci­nal, de amis­ta­des o fami­lia­res, sien­do la mues­tra no pro­ba­bi­lís­ti­ca, de tipo inten­cio­nal, ya que se reque­rían par­ti­ci­pan­tes con carac­te­rís­ti­cas espe­cí­fi­cas. Reci­bie­ron infor­ma­ción com­ple­ta con res­pec­to a los obje­ti­vos de la inves­ti­ga­ción, del ins­tru­men­to a emplear­se y de la for­ma en la que par­ti­ci­pa­rían, de mane­ra que pudie­se con­tar­se con su con­sen­ti­mien­to infor­ma­do. Ade­más, se hizo del cono­ci­mien­to de los par­ti­ci­pan­tes que los datos obte­ni­dos en la inves­ti­ga­ción podrían ser pre­sen­ta­dos en even­tos cien­tí­fi­cos y/o publi­ca­dos en revis­tas espe­cia­li­za­das, res­pe­tan­do su ano­ni­ma­to.

Ins­tru­men­to:

Se empleó el Per­fil de Estrés de Ken­neth Nowack (2002), en cuan­to a su área de apo­yo social. Este ins­tru­men­to se pilo­teó y el Alpha de Cron­bach fue de .777 La esca­la de apo­yo social cons­ta de 9 reac­ti­vos que inclu­yen pare­ja, fami­lia de ori­gen, fami­lia exten­sa y amis­ta­des.

Pro­ce­di­mien­to:

Se apli­có el ins­tru­men­to de mane­ra indi­vi­dual, en el hogar o lugar de tra­ba­jo de los par­ti­ci­pan­tes. Se pidió que leye­ran las ins­truc­cio­nes y expre­sa­ran si exis­tía algu­na duda; de no ser así, se pro­ce­día a con­tes­tar los reac­ti­vos.

Aná­li­sis de datos:

Se obtu­vie­ron datos por­cen­tua­les y se empleó la prue­ba t de Stu­dent para rea­li­zar las com­pa­ra­cio­nes por sexo y actividad/inactividad labo­ral.

Resultados

En lo que res­pec­ta a la mues­tra total, se pudo obser­var que pre­do­mi­nó el nivel medio de apo­yo social (ver tabla 1).

Tabla 1. Frecuencias y porcentajes para cada nivel de apoyo social, en la muestra total de adultos mayores.

 APOYO SOCIAL Pobla­ción Total

 

Nive­les

Fre­cuen­cia

Por­cen­ta­je

BAJO

35

11.7

MEDIO

166

55.3

ALTO

99

33

TOTAL

300

100

En cuan­to a los datos por sexos, el nivel de apo­yo social que des­ta­có fue el medio (ver tabla 2).

Tabla 2. Frecuencias y porcentajes para cada nivel de apoyo social, en mujeres y hombres adultos mayores.

APOYO SOCIAL SEXOS

NIVELES

Muje­res

Hom­bres

 

FREC

%

FREC

%

Bajo

16

10.7

19

12.7

Medio

89

59.3

77

51.3

Alto

45

30

54

36

Total

150

100

150

100

En lo que res­pec­ta a la mues­tra de ancianos(as) acti­vos labo­ral­men­te, los datos indi­ca­ron que hubo un por­cen­ta­je mayor de par­ti­ci­pan­tes que repor­ta­ron un nivel medio de apo­yo social. Para los ancianos(as) inac­ti­vos labo­ral­men­te, se encon­tró un nivel medio de apo­yo social pre­do­mi­nan­te (ver tabla 3).

Tabla 3. Frecuencias y porcentajes para cada nivel de apoyo social, en las muestras de adultos (as) activos e inactivos laboralmente.

APOYO SOCIAL ANCIAN@S ACTIVOS

 

APOYO SOCIAL ANCIAN@S INACTIVOS

Nive­les

FREC        

%

FREC

%

Bajo

18           

12

17

11.3

Medio

74      

49.3

92

61.3

Alto

58      

38.7

41

27.3

Total

150

100

150

99.9

Los por­cen­ta­jes obte­ni­dos para la mues­tra de ancia­nas inac­ti­vas y acti­vas labo­ral­men­te seña­la­ron que pre­do­mi­na­ron los nive­les medios de apo­yo social (ver tabla 4).

Tabla 4. Frecuencias y porcentajes para cada nivel de apoyo social, en las muestras de adultas activas e inactivas laboralmente.

APOYO SOCIAL ANCIANAS ACTIVAS

 

APOYO SOCIAL ANCIANAS INACTIVAS

Nive­les

FREC

%

FREC

%

Bajo

6

8

11

14.6

Medio

42

56

47

62.7

Alto

27

36

17

22.7

Total

75

100

75

100

Final­men­te, se pudo obser­var que los nive­les medio y alto de apo­yo social fue­ron simi­la­res en por­cen­ta­je para la mues­tra de ancia­nos acti­vos, des­ta­can­do el nivel medio en la de ancia­nos inac­ti­vos labo­ral­men­te (ver tabla 5).

Tabla 5. Frecuencias y porcentajes para cada nivel de apoyo social, en las muestras de adultos activos e inactivos laboralmente.

APOYO SOCIAL ANCIANOS ACTIVOS

 

APOYO SOCIAL ANCIANOS INACTIVOS

Nive­les

FREC

%

FREC

%

Bajo

12

16

6

8

Medio

32

42.7

45

60

Alto

31

41.3

24

32

Total

75

100

75

100

Por otro lado, en cuan­to a los aná­li­sis esta­dís­ti­cos, al hacer las com­pa­ra­cio­nes entre sexos en la mues­tra total no se pudo esta­ble­cer una dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va; no obs­tan­te, se encon­tra­ron algu­nas cuan­do se hicie­ron aná­li­sis por ítems: “¿Con qué fre­cuen­cia esta per­so­na le OFRECE ayu­da para que su vida per­so­nal sea más fácil? Espo­so (a) pare­ja”: t298 = ‑1.527 p < .05, sien­do los hom­bres a quie­nes su espo­sa o pare­ja, les ofre­cen más ayu­da; “Indi­que qué tan a gus­to se sien­te con el apo­yo que le pro­por­cio­nan estas per­so­nas: fami­lia­res o parien­tes (hijos-hijas, her­ma­nos-her­ma­nas, tíos-tías, etcé­te­ra?”: t298 = 2.906 p < .05, sien­do los hom­bres los que repor­ta­ron sen­tir­se más satis­fe­chos con el apo­yo de esos miem­bros de la fami­lia; y final­men­te “Indi­que qué tan a gus­to se sien­te con el apo­yo que le pro­por­cio­nan estas per­so­nas: ami­gos”: t298 = -.373 p < .05, notán­do­se que fue­ron las muje­res las que seña­la­ron estar más satis­fe­chas con el apo­yo ofre­ci­do por sus amis­ta­des.

Al lle­var a cabo los aná­li­sis entre la mues­tra de adul­tos mayo­res (hom­bres y muje­res) acti­vos labo­ral­men­te y la mues­tra de adul­tos mayo­res (hom­bres y muje­res) inac­ti­vos labo­ral­men­te, se encon­tró dife­ren­cia esta­dís­ti­ca sig­ni­fi­ca­ti­va: t298 = .535 p < .05, sien­do los (as) par­ti­ci­pan­tes inac­ti­vos labo­ral­men­te los que seña­la­ron tener más apo­yo. Tam­bién se obtu­vo una dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va para el ítem: “¿Con qué fre­cuen­cia estas per­so­nas le OFRECEN ayu­da para que su vida per­so­nal sea más fácil: Fami­lia­res o parien­tes (hijos-hijas, her­ma­nos-her­ma­nas, tíos-tías, etcé­te­ra?”: t298 = ‑2.326 p < .05, pudién­do­se obser­var que a las per­so­nas adul­tas mayo­res que no tra­ba­ja­ban, se les ofre­cía apo­yo con más fre­cuen­cia.

Cuan­do se reali­zó la com­pa­ra­ción entre muje­res que tra­ba­ja­ban y las que no lo hacían, no se encon­tró dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va. No obs­tan­te, sí se obtu­vie­ron dife­ren­cias para los ítems: “¿Con qué fre­cuen­cia esta per­so­na le OFRECE ayu­da para que su vida per­so­nal sea más fácil: Espo­so-pare­ja?”: t148 = .662 p < .05, sien­do las muje­res que tra­ba­ja­ban a quie­nes que se les ofre­cía ayu­da más a menu­do; “¿Con qué fre­cuen­cia estas per­so­nas le OFRECEN ayu­da para que su vida per­so­nal sea más fácil: Fami­lia­res o parien­tes (hijos-hijas, her­ma­nos-her­ma­nas, tíos-tías, etcé­te­ra?”: t148 = ‑1.376 p < .05, notán­do­se que fue­ron las muje­res que no tra­ba­ja­ban, a quie­nes se les ofre­cían ayu­da con más fre­cuen­cia; y “¿Con qué fre­cuen­cia les PIDE ayu­da a estas per­so­nas para que su vida per­so­nal sea más fácil: Fami­lia­res o parien­tes (hijos-hijas, her­ma­nos-her­ma­nas, tíos-tías, etcé­te­ra?”: t148 = .893 p < .05, iden­ti­fi­cán­do­se a las muje­res inac­ti­vas labo­ral­men­te, quie­nes eran las que pedían ayu­da más fre­cuen­te­men­te.

Al rea­li­zar la com­pa­ra­ción entre hom­bres acti­vos e inac­ti­vos labo­ral­men­te, sí se pudo esta­ble­cer una dife­ren­cia esta­dís­ti­ca sig­ni­fi­ca­ti­va: t148 = -.165 p < .05, con los hom­bres inac­ti­vos con más apo­yo social. Asi­mis­mo, se pudie­ron esta­ble­cer dife­ren­cias por ítems: “¿Con qué fre­cuen­cia esta per­so­na le OFRECE ayu­da para que su vida per­so­nal sea más fácil: Espo­sa-pare­ja?”: t148 = ‑1.057 p < .05, reci­bien­do más apo­yo de la pare­ja, los hom­bres que no tra­ba­ja­ban; y “¿Con qué fre­cuen­cia les PIDE ayu­da a estas per­so­nas para que su vida per­so­nal sea más fácil: Ami­gos?”: t148 = 2.815 p < .05, pidien­do ayu­da más fre­cuen­te­men­te los hom­bres que tra­ba­ja­ban.

La com­pa­ra­ción entre sexos, en la pobla­ción acti­va labo­ral­men­te, indi­có que sí hubo dife­ren­cia esta­dís­ti­ca sig­ni­fi­ca­ti­va: t148 = -.066 p < .05, indi­can­do más apo­yo social para las muje­res. El aná­li­sis entre las mues­tras de muje­res y hom­bres inac­ti­vos labo­ral­men­te seña­ló que no hubo dife­ren­cia esta­dís­ti­ca sig­ni­fi­ca­ti­va, sola­men­te para algu­nos ítems: “¿Con qué fre­cuen­cia esta per­so­na le OFRECE ayu­da para que su vida per­so­nal sea más fácil: Espo­so (a)- pare­ja?”: t148 = ‑2.078 p < .05, iden­ti­fi­cán­do­se a los hom­bres como a los que les ofre­cen ayu­da más a menu­do; “¿Con qué fre­cuen­cia les PIDE ayu­da a esta per­so­na para que su vida sea más fácil: Espo­so (a)-pareja?”: t148 = ‑1.030 p < .05, pidien­do ayu­da más fre­cuen­te­men­te los hom­bres; “¿Con qué fre­cuen­cia les PIDE ayu­da a estas per­so­nas para que su vida per­so­nal sea más fácil: Ami­gos?”: t148 = -.233 p < .05, pidien­do más ayu­da los hom­bres; “Indi­que qué tan a gus­to se sien­te con el apo­yo que le pro­por­cio­nan estas per­so­nas: fami­lia­res o parien­tes (hijos-hijas, her­ma­nos-her­ma­nas, tíos-tías, etcé­te­ra”: t148 = 1.730 p < .05, repor­tan­do más satis­fac­ción las muje­res; y por últi­mo, “Indi­que qué tan a gus­to se sien­te con el apo­yo que le pro­por­cio­nan estas per­so­nas: ami­gos”: t148 = ‑1.142 p < .05, con mayor satis­fac­ción de los hom­bres.

Conclusiones

Los datos por­cen­tua­les obte­ni­dos en el pre­sen­te estu­dio indi­ca­ron que en todas las mues­tras des­ta­có un nivel medio de apo­yo social. No se encon­tra­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas por sexo; sin embar­go, cuan­do se hicie­ron los aná­li­sis por ítems, se pudo notar que a los hom­bres se les ofre­ce más apo­yo que a las muje­res, obte­nién­do­lo de par­te, prin­ci­pal­men­te, de la cónyuge/pareja. La mues­tra feme­ni­na repor­tó sen­tir­se más satis­fe­cha con el apo­yo reci­bi­do de par­te de amis­ta­des, mien­tras que los hom­bres esta­ban más satis­fe­chos del apo­yo de familiares/parientes (se inclu­yen los hijos). Las muje­res tien­den a invo­lu­crar­se más en acti­vi­da­des de la comu­ni­dad, tales como veci­na­les y de tipo reli­gio­so, lo cual aumen­ta la pro­ba­bi­li­dad de que esta­blez­can rela­cio­nes amis­to­sas. Ade­más, por cul­tu­ra, las muje­res adquie­ren más habi­li­da­des rela­cio­na­das a pro­por­cio­nar apo­yo a otros.

Cas­te­lla­nos (2014) pre­sen­ta datos que indi­can que las muje­res, aun­que sean ancia­nas, ofre­cen y dan apo­yo a su cón­yu­ge. Melén­dez, Tomás y Nava­rro (2007) seña­lan que la pare­ja es para los hom­bres la figu­ra más  impor­tan­te, segui­da de los hijos; que el hecho de que los hom­bres se ale­jen del mun­do labo­ral, per­dien­do así rela­cio­nes socia­les, pro­pi­cia el acer­ca­mien­to a sus cón­yu­ges, y que las muje­res se esfuer­zan siem­pre por man­te­ner sus lazos fami­lia­res y de amis­tad des­de antes de enve­je­cer. Arias y Poliz­zi (2013) han obte­ni­do datos que apun­tan a que ambos sexos dicen estar más satis­fe­chos con el apo­yo que les pro­por­cio­nan muje­res de su ámbi­to fami­liar y que los hom­bres obtie­nen más apo­yo de sus espo­sas o pare­jas. Mero­dio, Rivas y Mar­tí­nez (2015) opi­nan que en caso de nece­si­tar apo­yo, los ancia­nos acu­den pri­me­ro a pedir­lo a su pare­ja y des­pués a los hijos, y que las muje­res reci­ben menos apo­yo fami­liar que los hom­bres.

En el pre­sen­te estu­dio tam­bién se pudo obser­var que, tan­to hom­bres como muje­res inac­ti­vas labo­ral­men­te, fue­ron los que seña­la­ron con­tar con apo­yo más fre­cuen­te­men­te que quie­nes tra­ba­jan, no sola­men­te ofre­cién­do­se­los, sino que tam­bién ellos mis­mos lo piden; ellas por par­te de familiares/parientes, y ellos de la espo­sa y de ami­gos, prin­ci­pal­men­te. Man­te­ner­se acti­vo y fun­cio­nal per­mi­te que los ancia­nos se sien­tan úti­les y valo­ra­dos, así como menos depen­dien­tes de otros, lo cual pue­de ser un fac­tor que influ­ya para que no pidan apo­yo fre­cuen­te­men­te. Iacub y Arias (2010) seña­lan que la par­ti­ci­pa­ción acti­va de las per­so­nas de edad avan­za­da en los ámbi­tos fami­liar y de la comu­ni­dad, incre­men­ta su bien­es­tar y con ello  mejo­ra su cali­dad de vida.

Es impor­tan­te que los ancia­nos for­men redes socia­les y que ten­gan apo­yo; no obs­tan­te, hoy en día la fami­lia muchas veces no pue­de fun­gir como fuen­te de apo­yo social debi­do a las trans­for­ma­cio­nes de la mis­ma. El INMUJERES (2015) repor­ta que en muchos casos, el núcleo fami­liar cuen­ta con menos inte­gran­tes, los cua­les a menu­do tie­nen que per­ma­ne­cer fue­ra del hogar gran par­te del día debi­do a acti­vi­da­des labo­ra­les, lo cual afec­ta la cali­dad de las rela­cio­nes entre los miem­bros del sis­te­ma fami­liar. Los ancia­nos inac­ti­vos labo­ral­men­te, pue­den per­ma­ne­cer por muchas horas solos en casa y eso los pue­de hacer vul­ne­ra­bles; en el caso de las ancia­nas, algu­nas son las encar­ga­das de cui­dar a los nie­tos y con ello siguen desem­pe­ñan­do un rol impor­tan­te, hacién­do­las sen­tir úti­les, pero en el caso de los hom­bres, dis­mi­nu­ye su acti­vi­dad y con el tiem­po es posi­ble que se con­vier­tan en per­so­nas muy depen­dien­tes de otros, pues el dete­rio­ro fun­cio­nal y cog­nos­ci­ti­vo pue­de deber­se no sola­men­te a la edad, sino al esti­lo de vida.

Fio­ri, Anto­nuc­ci y Cor­ti­na (2006) han encon­tra­do corre­la­cio­nes entre redes res­trin­gi­das de apo­yo social y depre­sión en adul­tos mayo­res. Por todo lo ante­rior es impor­tan­te que la pobla­ción de la ter­ce­ra edad pue­da inte­grar­se a gru­pos de con­vi­ven­cia que les pue­dan pro­por­cio­nar apo­yo social, sobre todo cuan­do se tra­ta de ancia­nos (as) viu­dos, sol­te­ros, sepa­ra­dos, que viven solos y que no se rela­cio­nan con sus fami­lia­res, inclu­yen­do los hijos, de mane­ra fre­cuen­te. La fal­ta de inte­gra­ción social pue­de afec­tar su salud. Cas­te­llano (2015) ha esta­ble­ci­do que hay una rela­ción posi­ti­va entre apo­yo social, esta­do aní­mi­co y acti­tu­des en los ancia­nos, lo que les faci­li­ta con­duc­tas de pro­tec­ción y de pro­mo­ción de su salud.

Referencias

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Notas

1. Pro­fe­so­ra Titu­lar Área Psi­co­lo­gía Clí­ni­ca. Correo elec­tró­ni­co: maroc@unam.mx

2. Egre­sa­da de la FES Izta­ca­la, Psi­co­lo­gía, UNAM. Correo elec­tró­ni­co: moniflores510@gmail.com

3. Licen­cia­da en Psi­co­lo­gía egre­sa­da de la FES Izta­ca­la, UNAM. Correo elec­tró­ni­co: nlara.psic@hotmail.com

4. Licen­cia­da en Psi­co­lo­gía egre­sa­da de la FES Izta­ca­la, UNAM. Correo elec­tró­ni­co: mayenalexa13@gmail.com