Desarrollo profesional  versus  atención de la familia: dilema al que se enfrentan las profesionistas Descargar este archivo (6 - Desarrollo profesional versus atención de la familia.pdf)

María Antonieta Dorantes Gómez

Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM

Resu­men

La pre­sen­te inves­ti­ga­ción se reali­zó para cono­cer las creen­cias bajo las cua­les un gru­po de egre­sa­das de la carre­ra de Psi­co­lo­gía de la FES Izta­ca­la habían sig­ni­fi­ca­do el dile­ma “desa­rro­llo pro­fe­sio­nal ver­sus aten­ción de su fami­lia”. Para tal efec­to se les apli­có un cues­tio­na­rio abier­to a 14 egre­sa­das. En este cues­tio­na­rio se inda­gó acer­ca de sus creen­cias res­pec­to de este dile­ma, así como los efec­tos sobre su salud físi­ca y emo­cio­nal. Los resul­ta­dos mos­tra­ron que algu­nas de estas muje­res habían sig­ni­fi­ca­do esta situa­ción bajo la estruc­tu­ra de un pen­sa­mien­to para­dó­ji­co. En rela­ción con la mane­ra en que estos obs­tácu­los habían afec­ta­do su salud físi­ca, se encon­tró que la mayo­ría mani­fies­ta pade­cer tras­tor­nos diges­ti­vos, cefa­leas, bru­xis­mo y  can­san­cio cró­ni­co. Por lo que se refie­re a tras­tor­nos emo­cio­na­les, se encon­tró que estas muje­res habían teni­do depre­sión, sen­ti­mien­tos de cul­pa, eno­jo,  frus­tra­ción, tris­te­za y cri­sis de ansie­dad.

Pala­bras cla­ve: géne­ro, muje­res, creen­cias, para­do­jas.

Abs­tract

This paper was con­duc­ted to know the beliefs under which a group of gra­dua­tes from Psy­cho­logy in the FES Izta­ca­la had meant the dilem­ma “pro­fes­sio­nal deve­lop­ment ver­sus care of his family” For this pur­po­se a test with open ques­tions was applied to four­teen gra­dua­tes. This ques­tion­nai­re asked about their beliefs regar­ding this dilem­ma, and the effects on their phy­si­cal and emo­tio­nal health. The results sho­wed that some of the­se women had meant this situa­tion under the struc­tu­re of a para­do­xi­cal thought. In rela­tion to the ways in which the­se obs­ta­cles have affec­ted their phy­si­cal health, it was found that most of the women expres­sed diges­ti­ve disor­ders, hea­da­ches, bru­xism and chro­nic fati­gue. As regards to emo­tio­nal disor­ders, the sub­jects of the research had expe­ri­men­ted depres­sion, fee­lings of guilt, anger, frus­tra­tion, sad­ness and anxiety attacks.

Key­words: Gen­der, women, beliefs, para­do­xes.

Introducción

El avan­ce de la incor­po­ra­ción de las muje­res en los pro­gra­mas de for­ma­ción uni­ver­si­ta­ria es un fenó­meno inne­ga­ble. En los últi­mos, años la matrí­cu­la de estu­dian­tes muje­res se ha incre­men­ta­do den­tro de las ins­ti­tu­cio­nes de Edu­ca­ción Supe­rior has­ta ser casi igual el núme­ro de estu­dian­te muje­res que el de varo­nes. Para tener un pano­ra­ma repre­sen­ta­ti­vo tome­mos el caso de la UNAM. Los datos esta­dís­ti­cos del ciclo esco­lar 2011–2012, publi­ca­dos por la Direc­ción Gene­ral de Pla­nea­ción de la UNAM, mues­tran que a nivel licen­cia­tu­ra las estu­dian­tes repre­sen­tan un 51.6%, mien­tras que los estu­dian­tes cons­ti­tu­yen un 48.4%.

Res­pec­to a los datos sobre el por­cen­ta­je de muje­res que en este ciclo pre­sen­ta­ba su examen pro­fe­sio­nal se tie­ne que éstas repre­sen­ta­ban el 58% del total de egre­sa­dos que obte­nían su títu­lo pro­fe­sio­nal a nivel licen­cia­tu­ra. Esto cons­ti­tu­ye sin lugar a dudas un logro muy impor­tan­te, sin embar­go, debe seña­lar­se que no pode­mos, con­si­de­ran­do sólo estos datos, supo­ner que exis­ten con­di­cio­nes de equi­dad de géne­ro para las muje­res que están egre­san­do de los pro­gra­mas de licen­cia­tu­ra. Es pre­ci­so iden­ti­fi­car, más allá de solo aná­li­sis de cifras, las con­di­cio­nes sub­je­ti­vas que sub­ya­cen a la rea­li­za­ción de estu­dios de licen­cia­tu­ra y a la inser­ción de las muje­res den­tro del cam­po labo­ral.

En el mar­co jurí­di­co, recien­te­men­te se apro­bó en Méxi­co la Ley Gene­ral de Acce­so de las Muje­res a una Vida Libre de Vio­len­cia. Esta legis­la­ción pro­mue­ve la igual­dad de los géne­ros a tra­vés de la equi­dad, el ade­lan­to y el bien­es­tar de las muje­res, y tie­ne como obje­ti­vo lograr una socie­dad más jus­ta, en la que hom­bres y muje­res ten­gan igual­dad de dere­chos y opor­tu­ni­da­des. Den­tro de esta ley se con­si­de­ra que el empo­de­ra­mien­to es un pro­ce­so median­te el cual las muje­res tran­si­tan de cual­quier situa­ción de opre­sión, dis­cri­mi­na­ción, explo­ta­ción o exclu­sión a un esta­do de con­cien­cia, deter­mi­na­ción y auto­no­mía. Si lle­va­mos el espí­ri­tu de esta ley al tema de las opor­tu­ni­da­des con las que cuen­tan las muje­res egre­sa­das de las licen­cia­tu­ras para lograr un pleno desa­rro­llo tan­to den­tro del cam­po pro­fe­sio­nal como del fami­liar, nos encon­tra­mos con situa­cio­nes inequi­ta­ti­vas. Las pre­sio­nes socia­les en Méxi­co deman­dan de las muje­res su aten­ción prio­ri­ta­ria al cui­da­do de sus fami­lias, dejan­do de lado sus nece­si­da­des e intere­ses pro­fe­sio­na­les y per­so­na­les. Esto cons­ti­tu­ye una dis­cri­mi­na­ción en vir­tud de que las muje­res que siguen de mane­ra acrí­ti­ca estas deman­das socia­les que­dan en una situa­ción de des­ven­ta­ja res­pec­to al acce­so a los recur­sos y a las opor­tu­ni­da­des de desa­rro­llo pro­fe­sio­nal y per­so­nal.

Fren­te a una tra­di­ción mile­na­ria que esta­ble­ce el cui­da­do de la fami­lia como la acti­vi­dad pro­pia de las muje­res, las actua­les con­di­cio­nes deman­dan que las muje­res pro­fe­sio­nis­tas se inte­gren al mer­ca­do labo­ral. Esto pue­de gene­rar con­flic­tos psi­co­ló­gi­cos en las muje­res que ter­mi­nan una carre­ra pro­fe­sio­nal dado que se enfren­tan a deman­das que, por un lado, les seña­lan que deben de for­mar y/o cui­dar de sus fami­lias, mien­tras que por el otro gene­ran expec­ta­ti­vas res­pec­to a su desa­rro­llo pro­fe­sio­nal. De tal for­ma que estas muje­res pue­den estar vivien­do situa­cio­nes que esta­ble­cen deman­das que pare­cen excluir­se mutua­men­te. Si las muje­res se dedi­can al cui­da­do de su fami­lia pro­ba­ble­men­te des­aten­de­rán su desa­rro­llo pro­fe­sio­nal y si se dedi­can a su desa­rro­llo pro­fe­sio­nal es pro­ba­ble que des­atien­dan a sus fami­lias. Esta es una situa­ción que esta­ble­ce dile­mas, dado que las con­di­cio­nes socia­les actua­les no pro­veen los sufi­cien­tes apo­yos para que las muje­res pue­dan desa­rro­llar­se ple­na­men­te tan­to den­tro del ámbi­to fami­liar como del pro­fe­sio­nal.

Una de las con­di­cio­nan­tes socia­les que influ­ye para que las muje­res vivan el dile­ma “pro­fe­sión-fami­lia” es el hecho de que, den­tro de esta socie­dad, mien­tras las muje­res se han incor­po­ra­do a rea­li­zar acti­vi­da­des en el ámbi­to públi­co, los varo­nes no se han inte­gra­do, en su gran mayo­ría, a desa­rro­llar acti­vi­da­des en el ámbi­to domés­ti­co. Esta situa­ción ha impli­ca­do que muchas muje­res ten­gan que rea­li­zar dobles jor­na­das de tra­ba­jo en un esfuer­zo por inte­grar­se al ámbi­to labo­ral fue­ra de sus casas, al mis­mo tiem­po que rea­li­zan acti­vi­da­des de cui­da­do y aten­ción de sus fami­lias (Oli­vei­ra, 1989).

La socie­dad patriar­cal, a tra­vés de los este­reo­ti­pos sexua­les, esta­ble­ce que un varón debe desa­rro­llar­se en el ámbi­to labo­ral a fin de ser un buen pro­vee­dor (Lara, 1999), lo cual no impli­ca que deba renun­ciar a cons­truir una fami­lia debi­do a que gene­ral­men­te con­ta­rá con los apo­yos de muje­res (espo­sa, madre, her­ma­na, ami­gas, hijas, etc.) que rea­li­za­rán las acti­vi­da­des de aten­ción y cui­da­do fami­liar. En el caso de las muje­res no es así: para ellas su incor­po­ra­ción al ámbi­to pro­fe­sio­nal pue­de afec­tar sus posi­bi­li­da­des de desa­rro­llo den­tro del ámbi­to fami­liar y vice­ver­sa. Las pro­fe­sio­nis­tas deben ele­gir entre:

  • Dedi­car­se exclu­si­va­men­te a for­mar y/o cui­dar de su fami­lia, (asu­mien­do el rol de madre, espo­sa, hija, etc.). 
  • Con­cen­trar­se en su desa­rro­llo como pro­fe­sio­nis­tas dejan­do de lado su par­ti­ci­pa­ción en acti­vi­da­des fami­lia­res.
  • Asu­mir la rea­li­za­ción de una doble jor­na­da en la que deben com­pa­gi­nar sus labo­res de cui­da­do de sus fami­lias y el desa­rro­llo de acti­vi­da­des pro­fe­sio­na­les.

Inde­pen­dien­te­men­te de la opción que eli­jan estas muje­res, es impor­tan­te des­ta­car la impor­tan­cia de que el camino toma­do sea pro­duc­to de una pro­fun­da refle­xión per­so­nal, de una cla­ra deli­mi­ta­ción de un pro­yec­to de vida pro­pio, así como de un cues­tio­na­mien­to de los patro­nes patriar­ca­les. Cuan­do este no es el caso es muy pro­ba­ble que las muje­res expe­ri­men­ten sen­ti­mien­tos de baja auto­es­ti­ma, cul­pa, soma­ti­za­cio­nes, depre­sio­nes y pro­pen­sión a la vio­len­cia fami­liar.

Recien­te­men­te, las inves­ti­ga­cio­nes desa­rro­lla­das bajo una pers­pec­ti­va de géne­ro han mos­tra­do los pro­ble­mas psi­co­ló­gi­cos y de salud que enfren­tan las muje­res que tie­nen una doble jor­na­da de tra­ba­jo (Alman­za, 1996;  Rodrí­guez, et​.al 2001).

En los pro­gra­mas de estu­dio de las licen­cia­tu­ras es nece­sa­rio que las muje­res que están for­mán­do­se como pro­fe­sio­nis­tas ten­gan cono­ci­mien­to de esta con­di­ción, y se pre­pa­ren a fin de encon­trar solu­cio­nes crea­ti­vas. Esto sig­ni­fi­ca­ría la nece­si­dad de for­ta­le­cer los pro­ce­sos de empo­de­ra­mien­to. En la gran mayo­ría de los casos las muje­res se enfren­tan ante esta dis­yun­ti­va sin un pro­ce­so de auto­rre­fle­xión. Ante esta situa­ción, que gene­ran pro­ble­mas de salud físi­ca y psi­co­ló­gi­ca, se deja de lado el pro­pio sen­tir y pen­sar de las muje­res acer­ca de lo que desean que sea su pro­yec­to de vida. Estas muje­res gene­ral­men­te se enfren­tan a esta dis­yun­ti­va sin haber teni­do un pro­ce­so de auto­rre­fle­xión acer­ca de esta cir­cuns­tan­cia que defi­ni­ti­va­men­te influi­rá en su vida.

A fin de pro­mo­ver mejo­res con­di­cio­nes que per­mi­tan el pleno desa­rro­llo pro­fe­sio­nal, fami­liar y per­so­nal de las muje­res que están egre­san­do de carre­ras uni­ver­si­ta­rias, es impor­tan­te rea­li­zar inves­ti­ga­cio­nes psi­co­ló­gi­cas que per­mi­tan iden­ti­fi­car la mane­ra en que las muje­res están sig­ni­fi­can­do esta cir­cuns­tan­cia de vida. Esta es un área que debe ser inves­ti­ga­da des­de la pers­pec­ti­va de géne­ro, a fin de pro­por­cio­nar ele­men­tos de apo­yo psi­co­ló­gi­co para que las muje­res  pue­dan desa­rro­llar pro­ce­sos de empo­de­ra­mien­to que les per­mi­tan  tomar deci­sio­nes más refle­xio­na­das y autó­no­mas.

Las apor­ta­cio­nes de los plan­tea­mien­tos psi­co­ló­gi­cos que recu­pe­ran la cate­go­ría de géne­ro han per­mi­ti­do el cues­tio­na­mien­to de las nocio­nes patriar­ca­les que han con­si­de­ra­do como algo “natu­ral” y pro­pio de las muje­res las con­di­cio­nes de sumi­sión e inequi­dad que las enfren­tan a tener que ele­gir entre su fami­lia y su desa­rro­llo pro­fe­sio­nal. No es por una con­di­ción pro­pia de las muje­res el que muchas de ellas expe­ri­men­ten con­flic­tos psi­co­ló­gi­cos cuan­do ter­mi­nan una carre­ra y se enfren­tan a las deman­das que les exi­gen, por una par­te, la aten­ción y cui­da­do de sus fami­lias al mis­mo tiem­po que tam­bién se deman­da su incor­po­ra­ción den­tro del cam­po de tra­ba­jo pro­fe­sio­nal. Este dile­ma fami­lia-pro­fe­sión es pro­duc­to de una serie de cons­truc­cio­nes socia­les que muchas de ellas han inte­rio­ri­za­do. Es pre­ci­so inves­ti­gar las dife­ren­tes mane­ras en las que estas muje­res sig­ni­fi­can y enfren­tan la dis­yun­ti­va de dedi­car­se al cui­da­do de sus fami­lias o a su desa­rro­llo pro­fe­sio­nal.

Es nece­sa­rio con­tar con herra­mien­tas psi­co­ló­gi­cas que per­mi­tan pro­ce­sos de empo­de­ra­mien­to en los cua­les las muje­res iden­ti­fi­quen las mane­ras en las que ellas mis­mas han inter­pre­ta­do este dile­ma y que encuen­tren su pro­pio camino de solu­ción. Estos cami­nos de solu­ción deben par­tir de un pro­fun­do cono­ci­mien­to de quié­nes son y de lo que quie­ren lle­gar a ser como per­so­nas.

Uno de los prin­ci­pa­les aspec­tos que con­for­man la repre­sen­ta­ción inter­na de las per­so­nas son sus creen­cias. De acuer­do con Robert Dilts (2004), las creen­cias son bási­ca­men­te jui­cios y eva­lua­cio­nes que las per­so­nas hacen de sí mis­mas y del mun­do que las rodea. Siguien­do a este autor, las creen­cias no depen­den de la expe­rien­cia o de algu­na evi­den­cia ambien­tal o con­duc­tual, sino que las pre­ce­den y son las que le dan sig­ni­fi­ca­do a las mis­mas.

Res­pec­to a la situa­ción de las muje­res pro­fe­sio­nis­tas en su dis­yun­ti­va de dedi­car­se a su desa­rro­llo pro­fe­sio­nal o al cui­da­do de sus fami­lias, es nece­sa­rio iden­ti­fi­car las creen­cias bajo las cua­les las muje­res han sig­ni­fi­ca­do esta con­di­ción.

Es pre­ci­so seña­lar que exis­ten creen­cias poten­cia­li­za­do­ras que posi­bi­li­tan el desa­rro­llo per­so­nal, al mis­mo tiem­po que exis­ten creen­cias limi­tan­tes que obs­ta­cu­li­zan el desa­rro­llo per­so­nal.

Nues­tra labor como faci­li­ta­do­res del desa­rro­llo se diri­ge a pro­mo­ver pro­ce­sos de refle­xión que per­mi­tan a estas muje­res dar­se cuen­ta de si la repre­sen­ta­ción inter­na que tie­nen de su per­so­na y de su cir­cuns­tan­cias de vida res­pec­to de esta temá­ti­ca les posi­bi­li­ta su desa­rro­llo o se los impi­de. De esta for­ma, entran­do al terreno de la cons­truc­ción sub­je­ti­va, pode­mos con­si­de­rar que exis­ten dife­ren­cias res­pec­to a la mane­ra en que estas muje­res enfren­tan este dile­ma social.

Cuan­do se abor­da el tema de las creen­cias, es pre­ci­so seña­lar que la mis­ma cir­cuns­tan­cia exter­na (el dile­ma acer­ca del cam­po de desa­rro­llo) pue­de ser repre­sen­ta­da por las muje­res de dis­tin­tas for­mas. Algu­nas de las creen­cias recrean encru­ci­ja­das que para­li­zan a estas muje­res y que las lle­van a expe­ri­men­tar sen­ti­mien­tos de cul­pa, mien­tras que otras per­fi­lan sali­das que favo­re­cen el desa­rro­llo per­so­nal y a fin de cuen­tas el bien­es­tar físi­co y emo­cio­nal de estas muje­res. Es nece­sa­rio iden­ti­fi­car estas creen­cias con el obje­ti­vo de ir pre­pa­ran­do el camino para que un mayor núme­ro de muje­res se desa­rro­llen satis­fac­to­ria­men­te como per­so­nas. El reco­no­ci­mien­to de las creen­cias que recrean las encru­ci­ja­das per­mi­ti­rá que las muje­res las iden­ti­fi­quen y apren­dan a salir de ellas. Para fines de este tra­ba­jo con­si­de­ra­re­mos como posi­bi­li­ta­do­ras a las creen­cias que per­mi­ten a las muje­res desa­rro­llar­se como per­so­nas y como limi­tan­tes a las que blo­quean su desa­rro­llo y las lle­van a seguir acrí­ti­ca­men­te las expec­ta­ti­vas que la socie­dad patriar­cal esta­ble­ce a tra­vés de los este­reo­ti­pos de géne­ro. Las creen­cias poten­cia­li­za­do­ras pro­mue­ven el cam­bio y alien­tan el desa­rro­llo per­so­nal, poten­cia­li­zan la uti­li­za­ción de recur­sos inter­nos (crea­ti­vi­dad, for­ta­le­za, auto­co­no­ci­mien­to, capa­ci­dad de esta­ble­cer lími­tes, etc.) y exter­nos (ami­gos, ins­ti­tu­cio­nes, libros,  etc.) y moti­van a hacer cam­bios y tomar ries­gos. Las creen­cias limi­tan­tes lle­van a las muje­res a sig­ni­fi­car su cir­cuns­tan­cia de vida bajo la figu­ra de tram­pas y encru­ci­ja­das que las hacen expe­ri­men­tar cul­pa, frus­tra­ción, eno­jo y blo­queos que en muchas oca­sio­nes aten­tan con­tra su salud físi­ca y emo­cio­nal. Las creen­cias limi­tan­tes impi­den la uti­li­za­ción de recur­sos, gene­ran cul­pa, mie­do, resen­ti­mien­tos y para­li­zan la bús­que­da de sali­das. Las deman­das socia­les que por un lado exi­gen a las muje­res que cui­den a sus fami­lias mien­tras que por el otro espe­ran que tam­bién se desa­rro­llen pro­fe­sio­nal­men­te, en muchas oca­sio­nes repre­sen­tan encru­ci­ja­das que las lle­van a con­si­de­rar que es exclu­si­va­men­te por limi­ta­cio­nes per­so­na­les por lo que no pue­den desa­rro­llar­se ple­na­men­te. Estas creen­cias limi­tan­tes for­ta­le­cen los sen­ti­mien­tos de frus­tra­ción y de eno­jo hacia ellas mis­mas y hacia las per­so­nas que las rodean. De tal mane­ra que los con­flic­tos inter­per­so­na­les  y la vio­len­cia intra­fa­mi­liar se incre­men­tan, así como los esta­dos depre­si­vos. Cuan­do las creen­cias limi­tan­tes se enca­de­nan pue­den lle­va a la cons­truc­ción de encru­ci­ja­das, de tram­pas de las que es difí­cil salir y que tie­nen un enor­me cos­to que afec­ta tan­to su salud físi­ca y emo­cio­nal así como la posi­bi­li­dad de su desa­rro­llo inte­gral como per­so­nas.

Al incur­sio­nar en el tema de las creen­cias refe­ren­tes a este dile­ma social que se les pre­sen­ta a las muje­res pro­fe­sio­nis­tas, apa­re­ce un tema que ha sido tra­ba­ja­do en el terreno de la comu­ni­ca­ción huma­na y es el rela­ti­vo a las para­do­jas. La iden­ti­fi­ca­ción de comu­ni­ca­cio­nes de tipo para­dó­ji­co es un ele­men­to per­ti­nen­te que per­mi­te expli­car la con­di­ción que, debi­do a sus creen­cias, están expe­ri­men­tan­do muchas muje­res en su mane­ra de enfren­tar el dile­ma que se plan­tea entre dedi­car­se a su vida pro­fe­sio­nal o al cui­da­do y for­ma­ción de una fami­lia.

Uno de los prin­ci­pa­les estu­dios sobre la comu­ni­ca­ción para­dó­ji­ca es el rea­li­za­do por Watz­la­wick. En Palo Alto Cali­for­nia, en el año de 1967, Watz­la­wick publi­có un libro inti­tu­la­do Teo­ría de la comu­ni­ca­ción huma­na. Este libro tuvo una pro­fun­da influen­cia en el desa­rro­llo de diver­sas teo­rías psi­co­ló­gi­cas. En él, Watz­la­wick plan­tea que mucha de la comu­ni­ca­ción huma­na es ambi­gua, con­tra­dic­to­ria y para­dó­ji­ca. En espe­cial habla de las para­do­jas prag­má­ti­cas, las cua­les sue­len con­lle­var una orden, intrín­se­ca­men­te con­tra­dic­to­ria o “auto-con­tra­dic­to­ria”. Las para­do­jas prag­má­ti­cas son lógi­ca­men­te incohe­ren­tes y en la prác­ti­ca inso­lu­bles. Asi­mis­mo se ha vis­to que los miem­bros de fami­lias en las que este tipo de comu­ni­ca­ción es habi­tual, pre­sen­tan tras­tor­nos psi­co­ló­gi­cos.

Una for­ma ini­cial de iden­ti­fi­car a pri­me­ra vis­ta una para­do­ja prag­má­ti­ca es que uti­li­za expre­sio­nes del tipo: “nun­ca”, “siem­pre” “pero”. Aun­que no todas las situa­cio­nes en las que se uti­li­zan estas pala­bras son para­do­jas prag­má­ti­cas.

Un ejem­plo de para­do­ja prag­má­ti­ca es la siguien­te fra­se toma­da de una peti­ción que algu­nas muje­res, hacen a su pare­ja: Quie­ro que me digas que me amas por­que tú lo quie­res y no por­que yo te lo pido”. Esta peti­ción pre­sen­ta una nega­ción de sí mis­ma, deja abier­ta la posi­bi­li­dad irreal de elec­ción. Por­que obe­de­cer es des­obe­de­cer y vice­ver­sa. Por cues­tio­nes de este­reo­ti­pos de géne­ro esta es una peti­ción que muchas muje­res den­tro de las pare­jas hete­ro­se­xua­les deman­den de los varo­nes. La tram­pa de esta deman­da se pue­de expre­sar de la siguien­te for­ma: Si el varón le dice a la mujer que la ama, ella pue­de con­tes­tar que se lo dice por­que ella se lo pidió y no por­que así lo quie­ra. Si el hom­bre no le dice que la ama, esto refuer­za la ase­ve­ra­ción de la mujer de que no la ama. En ambos casos, haga lo que haga, el varón se encuen­tra entram­pa­do y  pue­de asu­mir­se cul­pa­ble por no amar a la mujer. Si el varón asu­me estas creen­cias con sen­ti­mien­tos de cul­pa que­da atra­pa­do en este doble víncu­lo. Asi­mis­mo, la mujer que esta­ble­ce este tipo de comu­ni­ca­ción tam­bién que­da atra­pa­da en esta para­do­ja1.

Las nocio­nes desa­rro­lla­das por Watz­la­wick res­pec­to a las pro­ble­má­ti­cas de la comu­ni­ca­ción para­dó­ji­ca pue­de extra­po­lar­se a fin de expli­car la mane­ra en que algu­nas muje­res que cur­sa­ron una carre­ra pro­fe­sio­nal, se entram­pan en labe­rin­tos sin sali­da res­pec­to de su deci­sión de seguir su desa­rro­llo pro­fe­sio­nal y/o for­mar una fami­lia. Este dile­ma fami­lia-pro­fe­sión pue­de ser repre­sen­ta­do por las muje­res bajo al for­ma de una para­do­ja prag­má­ti­ca, en la cual hagan lo que hagan se sen­ti­rán mal.

En vir­tud de lo expues­to ante­rior­men­te, el obje­ti­vo de la pre­sen­te inves­ti­ga­ción fue iden­ti­fi­car algu­nas de las creen­cias que un gru­po de egre­sa­das de la carre­ra de Psi­co­lo­gía tenían res­pec­to al dile­ma social que se les plan­tea  al tener que deci­dir si dedi­car­se a su desa­rro­llo pro­fe­sio­nal y/o asu­mir el papel de cui­dar y aten­der a sus fami­lias. Tam­bién se inves­ti­gó acer­ca del impac­to que estos dile­mas tenían sobre su salud físi­ca y emo­cio­nal.

Metodología

La iden­ti­fi­ca­ción de las creen­cias se lle­vó a cabo a tra­vés de un cues­tio­na­rio abier­to en el cual a las par­ti­ci­pan­tes se le pre­gun­tó acer­ca de los siguien­tes aspec­tos:

  • Las difi­cul­ta­des que expe­ri­men­ta­ron a fin de con­ci­liar sus acti­vi­da­des pro­fe­sio­na­les con las de aten­ción y cui­da­do de tu fami­lia.  
  • Lo que para ellas sig­ni­fi­ca­ba el dile­ma “aten­ción de la fami­lia-desa­rro­llo pro­fe­sio­nal”.
  • La mane­ra en que las difi­cul­ta­des para con­ci­liar su vida pro­fe­sio­nal con su vida fami­liar afec­ta­ron su salud físi­ca y emo­cio­nal.

Población

La mues­tra estu­vo con­for­ma­da por 14 muje­res egre­sa­das de la carre­ra de Psi­co­lo­gía de la FES Izta­ca­la. Estas muje­res habían con­clui­do el 100% de cré­di­tos de la carre­ra de Psi­co­lo­gía y esta­ban en un Semi­na­rio de Titu­la­ción, aún no habían rea­li­za­do su tesis, ni titu­la­do.

La edad de las muje­res  tie­ne un ran­go de 24 a 52 años.  La mitad de las muje­res tenía hijos mayo­res de 15 años; seis de ellas no tenían hijos y una de ellas tenía una hija de 5 meses. Cua­tro de ellas esta­ban casa­das, cua­tro esta­ban sepa­ra­das, cua­tro eran sol­te­ras, una era madre sol­te­ra y una vivía en unión libre. Diez de las muje­res tenían de 1 a 4 años que egre­sa­ron de la carre­ra de Psi­co­lo­gía, dos tenían más de 15 años de haber egre­sa­do y otras dos, más de vein­te años. Seis muje­res tra­ba­ja­ban como psi­có­lo­gas, dos como emplea­das y seis se dedi­ca­ban a las labo­res de aten­ción de sus fami­lias.

Resultados

Los resul­ta­dos mues­tran que los prin­ci­pa­les obs­tácu­los que ellas iden­ti­fi­ca­ron en su inten­to por con­ci­liar las acti­vi­da­des de cui­da­do y aten­ción de sus fami­lias con su desa­rro­llo como pro­fe­sio­nis­tas pro­ve­nían de las deman­das de sus fami­lias.  Estas deman­das, en el caso de las casa­das, se rela­cio­na­ban con las pre­sio­nes que sus fami­lias nuclea­res y exten­sas ejer­cían a fin de que ellas dedi­ca­ran más tiem­po al cui­da­do y aten­ción de sus hijos y su espo­so. Estas muje­res seña­la­ron ade­más que los celos de sus espo­sos habían cons­ti­tui­do otro obs­tácu­lo para que ellas tuvie­ran un mayor desa­rro­llo pro­fe­sio­nal.

En el caso de las muje­res sol­te­ras tam­bién exis­tía una deman­da de cui­da­do a sus padres o a sus sobri­nos (depen­dien­do del caso) que obs­ta­cu­li­za­ba su desa­rro­llo pro­fe­sio­nal.  Una de ellas, que tenía un año de haber egre­sa­do de la carre­ra, se encon­tra­ba la mayor par­te de su tiem­po aten­dien­do a su padre enfer­mo.

Es intere­san­te men­cio­nar que sólo una de las muje­res, la que vivía en unión libre, mani­fes­tó que las pre­sio­nes pro­ve­nían de su tra­ba­jo.

En cuan­to a las creen­cias bajo las cua­les estas muje­res sig­ni­fi­can este dile­ma “fami­lia-desa­rro­llo pro­fe­sio­nal” se encon­tró que algu­nas de ellas repre­sen­ta­ban esta situa­ción bajo para­do­jas. Ejem­plos de estas para­do­jas que mani­fes­ta­ron las muje­res casa­das fue­ron las siguien­tes:

- “Si me dedi­có a desa­rro­llar­me pro­fe­sio­nal­men­te voy a des­cui­dar a mi fami­lia”.

- “Yo debo dedi­car­me a cui­dar de mi fami­lia, pero como estu­dié una carre­ra, tam­bién debo desa­rro­llar­me como pro­fe­sio­nis­ta.”

-“Me sien­to mal por­que no me he titu­la­do toda­vía, a pesar de que ya han pasa­do muchos años des­de que ter­mi­né la carre­ra, pero me voy a sen­tir mal si obten­go mi títu­lo, ya que mi espo­so se va  a sen­tir mal por­que él no estu­dió una carre­ra.”

-“Yo quie­ro desa­rro­llar­me como psi­có­lo­ga, pero si me dedi­co a mi carre­ra  pier­do a mi espo­so.”

-“Yo quie­ro desa­rro­llar­me como psi­có­lo­ga pero si lo hago des­cui­do a mi fami­lia.”

-“Me quie­ro titu­lar pero asis­tir a un semi­na­rio de tesis es sólo una for­ma de eva­dir mis res­pon­sa­bi­li­da­des en casa.”

-“Yo quie­ro desa­rro­llar­me como psi­có­lo­ga pero si lo hago me voy a que­dar sola.”

Es impor­tan­te sub­ra­yar la pala­bra pero que esta­ba pre­sen­te en estas creen­cias, indi­can­do que en su repre­sen­ta­ción inter­na, estas muje­res esta­ban crean­do para­do­jas en las que se encon­tra­ban atra­pa­das. Si deci­dían aten­der sus nece­si­da­des como pro­fe­sio­nis­tas esta­ban mal, por­que des­aten­dían a sus fami­lias; si deci­dían cui­dar de sus fami­lias esta­ban mal por­que no se desa­rro­llan como pro­fe­sio­nis­tas.

En el caso de las muje­res sol­te­ras las para­do­jas que mani­fes­ta­ron fue­ron las siguien­tes”:

-“Ten­go que desa­rro­llar­me como psi­có­lo­ga pero si lo hago voy a com­pla­cer a mis padres y no se lo mere­cen”.

-“Quie­ro titu­lar­me pero si lo hago voy a some­ter­me a lo que me exi­gen mi tra­ba­jo y no quie­ro hacer­lo.”

-“Si deci­des desa­rro­llar­te en tu pro­fe­sión, des­cui­das a tu fami­lia o renun­cias a for­mar una fami­lia”.

En rela­ción a la mane­ra en que el dile­ma desa­rro­llo pro­fe­sio­nal-fami­lia había afec­ta­do su salud físi­ca, se encon­tró que la mayo­ría mani­fes­ta­ron pade­cer tras­tor­nos diges­ti­vos tales como coli­tis, gas­tri­tis y dia­rreas. Tam­bién habían pre­sen­ta­do cefa­leas, bru­xis­mo, hiper­ten­sión y  can­san­cio cró­ni­co.

Por lo que se refie­re a la afec­ción de su salud emo­cio­nal, las muje­res con­tes­ta­ron que habían sufri­do de depre­sión, sen­ti­mien­tos de cul­pa, eno­jo, frus­tra­ción, tris­te­za y cri­sis de ansie­dad.

Ejem­plos de sen­ti­mien­tos de cul­pa que mani­fes­ta­ron las egre­sa­das son los siguien­tes: “soy una fra­ca­sa­da”, “soy muy ton­ta para poder tra­ba­jar en mi pro­fe­sión”, “no sir­vo para nada”, “soy inca­paz de ejer­cer mi pro­fe­sión”. Estas creen­cias se habían enca­de­na­do con otras que esta­ble­cían que en vir­tud de que eran inca­pa­ces, no mere­cían tener una mejor cali­dad de vida. Es pre­ci­so des­ta­car que sólo una de las egre­sa­das, la que vivía en unión libre (sin hijos) y que se desa­rro­lla­ba exi­to­sa­men­te en el cam­po pro­fe­sio­nal como psi­có­lo­ga, mani­fes­tó no tener pro­ble­mas en su salud físi­ca y emo­cio­nal.

Conclusiones

Los resul­ta­dos de esta inves­ti­ga­ción mues­tran el papel que los este­reo­ti­pos sexua­les  jue­gan en las creen­cias que se for­ma­ron un gru­po de egre­sa­das res­pec­to al dile­ma desa­rro­llo pro­fe­sio­nal ver­sus cui­da­do de la fami­lia. Muchas de estas muje­res han intro­yec­ta­do creen­cias patriar­ca­les  que cali­fi­can de “egoís­ta” cual­quier inten­to de tra­ba­jar en su desa­rro­llo pro­fe­sio­nal y per­so­nal. Asi­mis­mo, están pre­sen­tes las creen­cias que aso­cian el desa­rro­llo pro­fe­sio­nal de las muje­res con la sole­dad y el aban­dono por par­te de los varo­nes. Al estar guia­da su vida por una creen­cia que esta­ble­ce que las muje­res deben subor­di­nar sus intere­ses pro­fe­sio­na­les a los del cui­da­do y for­ma­ción de una fami­lia, se sien­ten cul­pa­bles de rea­li­zar cual­quier  inten­to de afir­mar­se como per­so­nas más allá de los intere­ses y nece­si­da­des de su fami­lia.

En el caso de las egre­sa­das que sig­ni­fi­ca­ron el dile­ma fami­lia-desa­rro­llo pro­fe­sio­nal bajo la estruc­tu­ra de una para­do­ja se pue­de seña­lar que se encon­tra­ban en encru­ci­ja­das sin sali­da, en vir­tud de que ellas creían que si se desa­rro­lla­ban pro­fe­sio­nal­men­te (bus­car un tra­ba­jo mejor remu­ne­ra­do como psi­có­lo­gas, titu­lar­se, rea­li­zar estu­dios de pos­gra­do, diplo­ma­dos, espe­cia­li­za­cio­nes, etc.) se sen­ti­rían mal por des­aten­der a sus hijos y a su fami­lia; mien­tras que al mis­mo tiem­po creían que si se que­da­ban a rea­li­zar úni­ca­men­te las labo­res domés­ti­cas tam­bién se sen­ti­rían mal, sen­ti­rían que había fra­ca­sa­do como pro­fe­sio­nis­tas. El deam­bu­lar entre un lado y otro de esta tram­pa las había inmo­vi­li­za­do, blo­quea­do y limi­ta­do en su desa­rro­llo tan­to pro­fe­sio­nal como fami­liar. El sig­ni­fi­car de esta mane­ra el dile­ma fami­lia-desa­rro­llo pro­fe­sio­nal les había gene­ra­do sen­ti­mien­tos de cul­pa. La mujer era mala por no haber­se desa­rro­lla­do pro­fe­sio­nal­men­te y esto hacía que debie­ra expe­ri­men­tar situa­cio­nes limi­tan­tes, las que a su vez refor­za­ban las cir­cuns­tan­cias que le impe­dían desa­rro­llar­se pro­fe­sio­nal­men­te.

En el caso de las muje­res sol­te­ras es intere­san­te des­ta­car cómo en sus creen­cias se mues­tran ras­gos de rebel­día con­tra sus padres o con­tra sus jefes que les deman­dan que se titu­len. La para­do­ja se pre­sen­ta en vir­tud de que si se titu­lan com­pla­cen a alguien con­tra quien sien­ten eno­jo, y si no se titu­lan se sien­ten eno­ja­das con ellas mis­mas.

Los resul­ta­dos de esta inves­ti­ga­ción nos mos­tra­ron que las diver­sas vías que se les pre­sen­tan a las muje­res fren­te al dile­ma fami­lia-pro­fe­sión pue­den lle­var­las a sen­tir­se atra­pa­das en labe­rin­tos sin sali­da. Pue­den estar tenien­do una comu­ni­ca­ción inter­na para­dó­ji­ca que recrea la comu­ni­ca­ción exter­na. En esta comu­ni­ca­ción inter­na para­dó­ji­ca se están sin­tien­do mal con­si­go mis­mas por­que se cul­pan ya sea por no estar desa­rro­llán­do­se como pro­fe­sio­nis­ta o por no estar aten­dien­do debi­da­men­te a sus fami­lias. Están atra­pa­das en encru­ci­ja­das, en cami­nos sin sali­da, en los cua­les, hagan lo que hagan, se sien­ten cul­pa­bles. O bien, son malas por ser egoís­tas y des­aten­der a su fami­lia y sobre ellas recae­rán todas las cul­pas por lo que pue­da salir mal con los hijos, con la pare­ja y con la fami­lia en gene­ral; o bien, son malas por no haber­se desa­rro­lla­do pro­fe­sio­nal­men­te.

Es nece­sa­rio rea­li­zar un tra­ba­jo de apo­yo psi­co­ló­gi­co des­de una pers­pec­ti­va de géne­ro para las muje­res que están cur­san­do una carre­ra uni­ver­si­ta­ria a fin de pre­pa­rar­las para enfren­tar exi­to­sa­men­te este dile­ma. El énfa­sis en la for­ma­ción aca­dé­mi­ca de las muje­res que están cur­san­do una carre­ra uni­ver­si­ta­ria ha deja­do de lado el aná­li­sis de esta cues­tión. Es pre­ci­so seña­lar cómo den­tro de los dife­ren­tes pla­nes curri­cu­la­res no se abor­da esta pro­ble­má­ti­ca, que es fun­da­men­tal a fin de lograr la equi­dad de géne­ro para las muje­res en nues­tra socie­dad. 

Referencias

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Watzlawick, P., Beavin, J. y Jackson, D. (1983). Teoría de la comunicación humana: interacciones, patologías y paradojas. Barcelona: Herder.

Notas

1. Aun­que algu­nos tex­tos afir­man que las para­do­jas son una cues­tión común en la comu­ni­ca­ción de las muje­res, esto no es cier­to ya que las para­do­jas prag­má­ti­cas son una par­te común de la comu­ni­ca­ción dis­fun­cio­nal entre todos los seres huma­nos.