Dos formas de hacer familia: visibilizando a las Familias Trans1Descargar este archivo (10 - Dos formas de hacer familia visibilizando a las familias trans.pdf)

Maria Olga Mejia Anzures2 y María Emily Ito Sugiyama3

Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM
Facultad de Psicología, UNAM

Resu­men

A par­tir de dos casos se pre­sen­ta un aná­li­sis y refle­xión acer­ca del pro­ce­so de cons­truc­ción de las lla­ma­das fami­lias diver­sas o de la diver­si­dad sexual, enfo­cán­do­se en aque­llas que son con­for­ma­das por per­so­nas tran­se­xua­les y trans­gé­ne­ro. La tran­si­ción gené­ri­ca del padre o de la madre enfren­ta en la coti­dia­ni­dad, hacia aden­tro y hacia afue­ra de la fami­lia, una serie de retos que la nue­va iden­ti­dad invo­lu­cra pues­to que la tran­si­ción gené­ri­ca y la pater­ni­dad se entre­la­zan en el sis­te­ma fami­liar e impac­tan en el reor­de­na­mien­to de la iden­ti­dad indi­vi­dual, en la rela­ción con la pare­ja y como figu­ra paren­tal. La pro­pues­ta con­sis­te en enten­der a la fami­lia como una prác­ti­ca social con­cre­ta, situa­da en un tiem­po y espa­cio reales.

Pala­bras cla­ve: tran­se­xua­li­dad, tran­si­ción gené­ri­ca, pater­ni­dad, mater­ni­dad, fami­lia.

Two ways to do family: Visua­li­zing Trans Fami­lies

 

Abs­tract

An analy­sis and reflec­tion, stem­ming from two cases, on the cons­truc­tion pro­cess of the so called diver­se fami­lies, focu­sing on tho­se which are for­med by trans­se­xual and trans­gen­der indi­vi­duals, is hereby pre­sen­ted. The gene­ric transition of the father or of the mother faces a serie of cha­llen­ges in every­day life, insi­de and outsi­de the family, sin­ce the gene­ric transition and pater­nity are intert­wi­ned in the family sys­tem and affect the reor­de­ring of the indi­vi­dual iden­tity, the rela­tion with the other part of the couple and as a father/mother figu­re. The pro­po­sal is to unders­tand the family as a con­cre­te social prac­ti­ce, loca­ted in real time and spa­ce.

Key words: Trans­se­xua­lity, Gene­ric transition, Pater­nity, Mater­nity, Family.

Introducción

La fami­lia sigue sien­do uno de los prin­ci­pa­les refe­ren­tes en la vida de los seres huma­nos; la repre­sen­ta­ción y viven­cia úni­ca de una fami­lia don­de hay un padre y una madre, crian­do y edu­can­do a sus hijos, es una reali­dad para un amplio por­cen­ta­je de la pobla­ción en Méxi­co y el mun­do. La hete­ro­nor­ma­ti­vi­dad, como un dis­po­si­ti­vo social y polí­ti­co que esta­ble­ce a la hete­ro­se­xua­li­dad repro­duc­ti­va como una regla uni­ver­sal obli­ga­to­ria para la cons­truc­ción de víncu­los de cui­da­do y afec­to, hace que se des­va­nez­can del esce­na­rio social todas aque­llas con­fi­gu­ra­cio­nes fami­lia­res que, bajo sus supues­tos, se encuen­tran fue­ra de la nor­ma social y jurí­di­ca que ampa­ra el bino­mio varón-padre y mujer-madre, espe­cial­men­te en Lati­noa­mé­ri­ca (Lib­son, 2012).

La ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción de un mode­lo ideal de fami­lia se ve apo­ya­da por el dis­cur­so reli­gio­so que cuen­ta con gran poder en diver­sos círcu­los socia­les y polí­ti­cos, por lo que se con­vier­te en un obs­tácu­lo para la visi­bi­li­za­ción y reco­no­ci­mien­to de fami­lias no hete­ro­se­xua­les.

El ocul­ta­mien­to y la nega­ción de esas otras for­mas de hacer fami­lia se extien­de hacia aque­llas en las que no sólo la orien­ta­ción sexual de los padres es dis­tin­ta de la “nor­ma” sino que tam­bién exis­te una iden­ti­dad gené­ri­ca dis­tin­ta y/o la meta­mor­fo­sis cor­po­ral de alguno de ellos, hace difí­cil pen­sar su exis­ten­cia y por ende, su paren­tes­co. Este es el caso de las fami­lias inte­gra­das por una per­so­na tran­se­xual, trans­gé­ne­ro o tra­ves­ti4 que ejer­ce su pater­ni­dad o mater­ni­dad, cuya deno­mi­na­ción de trans­pa­ren­ta­li­dad se debe a la iden­ti­fi­ca­ción y tran­si­ción gené­ri­ca de alguno de los pro­ge­ni­to­res; pro­ce­so que reba­sa las fron­te­ras de lo indi­vi­dual, ya que tran­si­ción gené­ri­ca y pater­ni­dad con­flu­yen en la prác­ti­ca.

La apa­ri­ción de tex­tos aca­dé­mi­cos sobre inves­ti­ga­cio­nes acer­ca de la pater­ni­dad, mater­ni­dad y fami­lia de per­so­nas trans comien­za a apa­re­cer en los bus­ca­do­res y bases de datos, reto­man­do tér­mi­nos como trans­pa­ren­ta­li­dad y hacien­do refe­ren­cia a las fun­cio­nes de cui­da­do y afec­to que ejer­cen estas per­so­nas en el con­tex­to de su tran­si­ción de géne­ro. La paren­ta­li­dad y sus “deri­va­dos”: pater­ni­dad y mater­ni­dad por un lado, tran­se­xua­li­dad y trans­ge­ne­ri­dad por el otro, son un bino­mio al fin reco­no­ci­do, si bien no legi­ti­ma­do en algu­nos casos, lo que cons­ti­tu­ye un avan­ce nece­sa­rio hacia aden­tro de la fami­lia, hacien­do posi­ble cono­cer la tran­si­ción ínti­ma e intrín­se­ca del padre o la madre que tran­si­cio­na y las diná­mi­cas fami­lia­res inhe­ren­tes (Hines, 2006; Fac­cio, Bor­din y Cipo­lle­ta, 2013; Hai­nes, Aja­yi y Boyd, 2014).

Este pro­ce­so pre­sen­ta a su vez fuer­tes impli­ca­cio­nes hacia fue­ra en ámbi­tos socia­les, cul­tu­ra­les y polí­ti­cos. Cabe des­ta­car que no es un pro­ce­so lineal que va de la fami­lia hacia afue­ra, pues ese afue­ra, ese exte­rior, ha con­tri­bui­do en un sen­ti­do dia­léc­ti­co a la arti­cu­la­ción de estos arre­glos fami­lia­res ins­ti­tui­dos en el exte­rior cons­ti­tu­ti­vo de la nor­ma hete­ro­se­xual (Soley-Bel­tran, 2004).

Una refle­xión que se tor­na inelu­di­ble­men­te en una reali­dad es que al mar­gen de deba­tes de tipo éti­co, filo­só­fi­co y polí­ti­co, exis­ten hom­bres y muje­res tran­se­xua­les que son padres y madres acce­dien­do a la tec­no­lo­gía repro­duc­ti­va median­te inse­mi­na­ción arti­fi­cial o recu­rrien­do a una madre sus­ti­tu­ta; crian­do y edu­can­do a otros seres huma­nos a los que “adop­tan” de mane­ra infor­mal y con­vir­tién­do­se en padres y madres en la for­ma más con­ven­cio­nal que exis­te: a tra­vés de la repro­duc­ción bio­ló­gi­ca. Lo que, a jui­cio de muchas per­so­nas cons­ti­tu­ye mater/paternidades impo­si­bles por impen­sa­bles (Zam­brano, 2007; Vag­gio­ne, 2008).

Lo que pare­ce estar tam­bién en jue­go es “la preo­cu­pa­ción” por el desa­rro­llo psi­co­so­cial de los hijos e hijas cria­dos por padres y madres cuya orien­ta­ción del deseo y esta­tus cor­po­ral no se ape­gan a la nor­ma regu­la­do­ra. El tras­fon­do pare­ce ser el temor a la repro­duc­ción de las per­so­nas trans, inde­pen­dien­te­men­te del bien­es­tar per­ci­bi­do y del cui­da­do que pue­dan reci­bir las hijas e hijos cria­dos y edu­ca­dos en hoga­res con madres y padres que tran­si­cio­nan.

La pro­crea­ción, ges­ta­ción, crian­za y edu­ca­ción de hijos e hijas de padres y madres que tran­si­cio­nan gené­ri­ca­men­te han sido recien­te­men­te reto­ma­dos en algu­nos tra­ba­jos. Al pare­cer, exis­te un acuer­do entre los estu­dio­sos del tema en cuan­to a que pue­de haber con­flic­tos rela­cio­na­les, como en el caso de padres y madres hete­ro­se­xua­les y no hete­ro­se­xua­les, pero que las hijas e hijos pue­den adap­tar­se a la reasig­na­ción gené­ri­ca de los padres y madres.

La niñez y la eta­pa pre­via a la puber­tad son los momen­tos en los que se obser­va que los hijos e hijas pre­sen­tan menor pro­ble­ma en el ajus­te psi­co­ló­gi­co y en la rela­ción con sus pro­ge­ni­to­res o padres adop­ti­vos. Si la rela­ción se inte­rrum­pe en algún momen­to del desa­rro­llo pue­de ser recu­pe­ra­da a tra­vés del tiem­po. En estos casos, los lazos que se crean son tan inten­sos y dura­de­ros como en cual­quier rela­ción madre-hijo/ padre-hijo (Whi­te & Ett­ner, 2007; Zam­brano, 2007).

No obs­tan­te, con res­pec­to de la crian­za y edu­ca­ción de los hijos e hijas por per­so­nas trans­gé­ne­ro y tran­se­xua­les, sur­gen varios y muy intere­san­tes pun­tos de deba­te y refle­xión, con­cre­ta­men­te refe­ri­dos al males­tar social que hay en cuan­to a los efec­tos psi­co­ló­gi­cos de las iden­ti­da­des y expre­sio­nes gené­ri­cas de madres y padres sobre los hijos y las fami­lias. La inves­ti­ga­ción rela­cio­na­da con los padres y madres trans mues­tra cómo per­so­nas no tran­se­xua­les recha­zan la pater­ni­dad o la mater­ni­dad trans, ade­más de que con­si­de­ran el deseo y su prác­ti­ca como algo anor­mal que van en con­tra de la natu­ra­le­za huma­na y a estas per­so­nas poco capa­ces de hacer­se car­go de los hijos; de lo que se obser­va que pre­sen­tan muchas reser­vas y jui­cios de valor nega­ti­vos en su con­tra (Zam­brano, 2007, Fac­cio, Bor­din y Cipo­lle­ta, 2013). Algu­nas per­so­nas trans, socia­li­za­das en un medio de recha­zo y nega­ción hacia lo dife­ren­te, acep­tan en algu­na medi­da ese sis­te­ma de creen­cias, lo cual impac­ta en su sub­je­ti­vi­dad. Que­da como tarea para la aca­de­mia cien­tí­fi­ca invo­lu­crar­se en estas reali­da­des socia­les dado que las mater/paternidades trans­son un hecho inelu­di­ble, muchos niños y niñas ya han naci­do en el seno de una fami­lia con este tipo de padres y madres.

En este tra­ba­jo se pro­po­ne expo­ner algu­nos aspec­tos del pro­ce­so de cons­truc­ción de dos fami­lias enca­be­za­das por per­so­nas trans y los desa­fíos a los que se enfren­ta el sis­te­ma fami­liar a par­tir del cam­bio de iden­ti­dad gené­ri­ca de uno de los pro­ge­ni­to­res (la tran­si­ción de géne­ro de “hom­bre en mujer” o tran­se­xua­li­dad HaM), esto es, per­so­nas asig­na­das como hom­bres al momen­to de su naci­mien­to pero que se auto­iden­ti­fi­can con el géne­ro feme­nino, por lo que se nom­bran y viven como muje­res. La pri­me­ra, una fami­lia con un núcleo mono­pa­ren­tal con­for­ma­da por la madre y la hija; la segun­da, una nuclear5 bipa­ren­tal for­ma­da por dos muje­res, una mujer trans y una cis­gé­ne­ro6.

Pue­de decir­se que cada uno de los casos repre­sen­ta una “bio­gra­fía” fami­liar úni­ca; sin embar­go, las viven­cias de sus inte­gran­tes por sepa­ra­do per­mi­ten un acer­ca­mien­to a la expe­rien­cia “colec­ti­va” de las fami­lias en su situa­ción al com­par­tir aspec­tos de dicha expe­rien­cia en rela­ción a cómo se vive y cómo se hace una fami­lia en el con­tex­to de la tran­si­ción de géne­ro de uno de los padres y el tipo de reor­de­na­mien­tos que se tie­nen que hacer con los hijos.

Ambos casos fue­ron ele­gi­dos por­que sus núcleos fami­lia­res tie­nen la carac­te­rís­ti­ca de ser los ori­gi­na­les y per­ma­ne­cer intac­tos. La hija, en el pri­mer caso, y la pare­ja mujer, en el segun­do, son tes­ti­gos del pro­ce­so de tran­si­ción o reasig­na­ción sexual del padre y pare­ja res­pec­ti­va­men­te y con­ti­núan vivien­do jun­tos, nom­brán­do­se a sí mis­mos como una fami­lia.

Las par­ti­ci­pan­tes:7

La pri­me­ra fami­lia está inte­gra­da por la madre de nom­bre Ele­na, de 38 años de edad y su hija de 19. La segun­da está inte­gra­da por dos muje­res; Noe­mí e Isa­bel, de 36 años las dos y su hijo de 3.

Medio de explo­ra­ción y aná­li­sis de la infor­ma­ción:

Se lle­vó a cabo una entre­vis­ta semi­es­truc­tu­ra­da con una dura­ción pro­me­dio de una hora por cada par­ti­ci­pan­te. Las entre­vis­tas fue­ron audio­gra­ba­das y se hizo la trans­crip­ción com­ple­ta de cada una, rea­li­zan­do un aná­li­sis temá­ti­co de las mis­mas, lo que per­mi­tió desa­rro­llar ejes par­ti­cu­la­res para inte­grar la infor­ma­ción, hacien­do uso de un méto­do ad hoc (Kva­le, 2011).

Dos for­mas de hacer y ser fami­lia:

Caso 1) Una fami­lia mono­pa­ren­tal enca­be­za­da por una mujer: Ele­na y su pare­ja estu­vie­ron casa­dos apro­xi­ma­da­men­te diez años y pro­crea­ron una hija. Cuan­do la niña tenía cin­co años se dio la sepa­ra­ción entre ellos y, pos­te­rior­men­te, el divor­cio.

Duran­te el tiem­po que estu­vo casa­da, Ele­na vivió “como un hom­bre” ya que no tenía cla­ro aún qué pasa­ba con él y no había escu­cha­do hablar de la tran­se­xua­li­dad. Su hija, quien lo cono­ció como varón y por lo tan­to lo lla­ma­ba papá, esta­ble­ció des­de muy peque­ña un víncu­lo mucho más cer­cano con el padre que con la madre. Esto pudo haber influi­do para que des­pués de la sepa­ra­ción de sus padres, y de haber vivi­do por tem­po­ra­das con uno y otro, final­men­te deci­die­ra per­ma­ne­cer con su enton­ces padre. La hija de Ele­na y su madre bio­ló­gi­ca, que vive en el extran­je­ro, han con­ti­nua­do la rela­ción vía tele­fó­ni­ca y a la fecha sigue cola­bo­ra­do eco­nó­mi­ca­men­te para la edu­ca­ción de su hija.

Ele­na es una mujer y vive como lo que es, su reasig­na­ción gené­ri­ca es de tipo hor­mo­nal y social. Hizo la tran­si­ción duran­te la ado­les­cen­cia de su hija, lo cual fue habla­do con ella en su momen­to. La hija la reco­no­ce y nom­bra como su madre, cuan­do se invi­tó a Ele­na par­ti­ci­par en la inves­ti­ga­ción “gus­to­sa acce­de a com­par­tir su expe­rien­cia como madre sol­te­ra” (sic).

Caso 2) Una fami­lia nuclear enca­be­za­da por dos muje­res:Noe­mí y Móni­ca se cono­cie­ron casi once años atrás en el lugar en don­de tra­ba­ja­ban. Des­pués de dos años de noviaz­go comen­za­ron a vivir jun­tos como una pare­ja hete­ro­se­xual ya que Móni­ca no sabía nada de la tran­se­xua­li­dad de su pare­ja, quien des­de muy “peque­ño” se pen­sa­ba y se sabía mujer, por lo que a escon­di­das se ves­tía de mujer, aun­que toda­vía no cono­cía el tér­mino tran­se­xual.

La reasig­na­ción gené­ri­ca del hom­bre que fue, a la actual Noe­mí, es de tipo hor­mo­nal y social. Tie­ne ya un año en tra­ta­mien­to hor­mo­nal, por lo que su cuer­po pre­sen­ta algu­nos cam­bios y está vivien­do ya como mujer de tiem­po com­ple­to. Noe­mí y Móni­ca tie­nen un hijo de tres años de edad. Fue Móni­ca quien escri­bió acep­tan­do par­ti­ci­par en la inves­ti­ga­ción tan­to ella como Noe­mí esta­ban dis­pues­tas a dar una entre­vis­ta pues­to que la mayo­ría de la gen­te ya las cono­cía como “una fami­lia trans” (sic).

El dar­se cuen­ta

Un tema recu­rren­te en las narra­ti­vas de las per­so­nas que se iden­ti­fi­can como tran­se­xua­les o trans­gé­ne­ro que par­ti­ci­pa­ron en la inves­ti­ga­ción fue el que se refie­re a “dar­se cuen­ta” de quié­nes son en reali­dad, ya que son varias las que refie­ren que des­de muy peque­ñas sabían que algo no esta­ba muy bien con ellas. Sig­na­das y asig­na­das como hom­bres al nacer y tra­ta­das por los demás como “ellos”, cre­cie­ron desem­pe­ñan­do el papel y posi­ción mas­cu­li­nos que les corres­pon­día den­tro y fue­ra de su fami­lia.

Tan­to Ele­na como Noe­mí cre­cie­ron como “hom­bres” ponien­do en mar­cha dife­ren­tes tipos de mas­cu­li­ni­dad. En el caso de la pri­me­ra, una más light que se sos­tu­vo en la moda uni­sex que le tocó vivir como ado­les­cen­te y como hom­bre casa­do, dán­do­se “algu­nos per­mi­sos” per­so­na­les con la apro­ba­ción de su espo­sa para ves­tir cier­tas pren­das de mujer. La segun­da des­plie­ga una mas­cu­li­ni­dad mucho más ape­ga­da a la nor­ma, demues­tra su “hom­bría” a tra­vés de un com­por­ta­mien­to agre­si­vo y misó­gino.

Sin embar­go, la iden­ti­fi­ca­ción con los tér­mi­nos tran­se­xua­li­dad y, con­cre­ta­men­te, asu­mir­se como muje­res tran­se­xua­les, al prin­ci­pio de su “trans­for­ma­ción de hom­bre en mujer” se dió en una eta­pa ya madu­ra de sus vidas. Nin­gu­na de ellas lo había escu­cha­do siquie­ra, por lo que pue­de decir­se que ambas se cons­tru­ye­ron como los hom­bres que no eran y comien­za­ron un camino de incer­ti­dum­bre y tro­pie­zos tra­tan­do de seguir la línea hete­ro­se­xual para no ser exclui­dos de la fami­lia ni el gru­po social al que per­te­ne­cen:

Ele­na: “…yo des­de muy chi­ca, sabía que algo suce­día con­mi­go, ya en mi ado­les­cen­cia pues la más fácil era que yo era gay ¿no? cosa que me daba mucho temor por­que tú vas vien­do cómo la socie­dad, inclu­si­ve tu pro­pia fami­lia, tra­tan a las per­so­nas homo­se­xua­les y enton­ces tú dices ‘no, ni madres, yo no quie­ro vivir eso’ […] comien­zas a tra­tar de ocul­tar, tra­tas de con­ven­cer­te: sien­to, reac­ciono, pien­so, mis gus­tos van en un sen­ti­do, pero mi cuer­po y cómo me per­ci­be la gen­te, es otra cosa…”

Por su par­te, Noe­mí dice: “…des­de los cua­tro años yo no tenía idea de lo que eran social­men­te un hom­bre o una mujer pero yo me ima­gi­na­ba que cuan­do cre­cie­ra yo iba a ser como mis her­ma­nas, como mi mamá…”.

En cier­to pun­to de sus vidas es cuan­do comien­zan a sur­gir otras for­mas de nom­brar lo que se sien­te pero no se cono­ce, for­mas de lla­mar a eso que les pasa y que les lle­va a “con­ver­tir­se” en muje­res: tran­se­xua­li­dad, tran­se­xual, mujer tran­se­xual, estos tér­mi­nos fun­cio­nan como rito de paso para las dos, has­ta lle­gar a ser reco­no­ci­das como muje­res, recha­zan­do ser iden­ti­fi­ca­das como “muje­res trans”.

El camino para cons­truir­se como mujer

En el caso de Ele­na este camino comien­za for­mal­men­te a tra­vés del con­tac­to con ins­ti­tu­cio­nes médi­cas: “…enton­ces cuan­do ten­go la posi­bi­li­dad, el acce­so a cono­cer lo que es la tran­se­xua­li­dad, las teo­rías de la dis­fo­ria de géne­ro, etcé­te­ra, me acer­co ya con los médi­cos que iban a lle­var mi pro­ce­so…”. Para Noe­mí fue en un prin­ci­pio, dife­ren­te: “…yo empe­za­ba a inves­ti­gar qué era lo que a mí me pasa­ba, por­que en ese tiem­po no lo sabía, muchas veces me sen­tí como tras­ves­ti […] comen­cé a inves­ti­gar un poco más seria­men­te sobre mi situa­ción. A tra­vés de inter­net, encon­tré infor­ma­ción y me di cuen­ta de que ser tras­ves­ti no era mi situa­ción…”

Recon­fi­gu­ran­do la fami­lia: la tran­si­ción de Ele­na en com­pa­ñía de su hija

Ele­na deci­dió ini­ciar con el tra­ta­mien­to de reasig­na­ción sexual cuan­do su hija tenía quin­ce años, entre el médi­co tra­tan­te y ella acor­da­ron que lo mejor era que lo habla­ra antes con ella y final­men­te se lo hace saber: su hija, quien ya se había dado cuen­ta de algu­nos “deta­lles”, pen­sa­ba que su padre era gay. Ele­na atri­bu­ye en gran medi­da la res­pues­ta favo­ra­ble de su hija a la rela­ción tan estre­cha que fue cons­tru­yen­do con ella des­de que era muy peque­ña. La tran­si­ción ha sido un camino rela­ti­va­men­te fácil pues en todo momen­to ha esta­do acom­pa­ña­da de su hija: “…el máxi­mo apo­yo emo­cio­nal que yo he teni­do en mi tran­si­ción ha sido mi hija, des­de muy chi­qui­ta comen­cé a crear, sin pro­po­nér­me­lo, un víncu­lo con mi hija…”

A dife­ren­cia de otros padres y madres trans, en quie­nes hay temo­res res­pec­to de poder con­ti­nuar con los víncu­los de afec­to, amor y cui­da­do hacia sus hijos y que se ven debi­li­ta­dos o anu­la­dos duran­te la reasig­na­ción, la expe­rien­cia no ha sido así para ella (Hines, 2006).

Los hijos e hijas de padres y madres trans nece­si­tan “tran­si­cio­nar” jun­to con ellos; requie­ren de tiem­po para inte­grar la noti­cia y tra­ba­jar el due­lo por el padre o madre que “ya no es y ya no está” para acep­tar a la per­so­na en la que se ha con­ver­ti­do. Ello impli­ca ser tes­ti­gos mudos, pero acti­vos, de los cam­bios cor­po­ra­les, de voz, de com­por­ta­mien­to, entre otros aspec­tos que impli­ca la tran­si­ción. De igual mane­ra, es nece­sa­rio nego­ciar con “el nue­vo padre” o “la nue­va madre” acer­ca de cómo lo/la va a nom­brar en lo suce­si­vo.

En el caso de Ele­na, debi­do a su nue­va iden­ti­dad y for­ma de vida, su hija la nom­bra y la reco­no­ce como su madre tam­bién, como tam­bién tie­ne una madre bio­ló­gi­ca, ante­ce­de a la pala­bra mamá el nom­bre de cada una para dife­ren­ciar­las. Su hija inclu­so ha lle­ga­do a corre­gir a su madre bio­ló­gi­ca cuan­do ésta se refie­re a su mamá Ele­na como él o en mas­cu­lino:

“No, no, se lla­ma Ele­na, —ah, per­dó­na­me, oye que tu papá, —no es mi papá es mi mamá, esta mamá mía como tú la ves, —ah, dis­cúl­pa­me …”

Casos como el de Ele­na y su hija son actual­men­te repor­ta­dos en la lite­ra­tu­ra sobre padres y madres que tran­si­tan entre los géne­ros pero no pro­vie­nen de una inves­ti­ga­ción rea­li­za­da en nues­tro país (Hines, 2006; Fac­cio, Bor­din y Cipo­lle­ta, 2013: Hai­nes, Aja­yi y Boyd, 2014).

El tra­to de la hija hacia Ele­na se ha exten­di­do al novio de la pri­me­ra, quien tam­bién ha sido tes­ti­go del pro­ce­so de tran­si­ción gené­ri­ca de Ele­na y está cons­cien­te de su iden­ti­dad. Debe decir­se que para Ele­na el pas­sing8, o pasa­bi­li­dad y posi­bi­li­dad como mujer fue “afor­tu­na­do”, lo cual ha con­tri­bui­do favo­ra­ble­men­te para su inser­ción en algu­nas ins­ti­tu­cio­nes, por ejem­plo la esco­lar, sin pre­sen­tar mayo­res pro­ble­mas.

Uno de los desa­fíos que libra­ba esta fami­lia era el recha­zo y la nega­ción por par­te de la madre de Ele­na y algu­nos de sus her­ma­nos, quie­nes se nie­gan a acep­tar la tran­si­ción del hijo y her­mano res­pec­ti­va­men­te.

Recon­fi­gu­ran­do a la pare­ja y a la fami­lia; la mater­ni­dad social de Noe­mí

Para Noe­mí y Móni­ca la recon­fi­gu­ra­ción de pare­ja hete­ro­se­xual en una “de la diver­si­dad” se dió cuan­do esta últi­ma halló ropa de mujer en su casa, por lo que Noe­mí tuvo que hablar­le de su ver­da­de­ra iden­ti­dad gené­ri­ca, Móni­ca deci­dió no aban­do­nar­la y con­ti­nua­ron vivien­do jun­tas. Fua enton­ces cuan­do Noe­mí ini­ció su tran­si­ción gené­ri­ca de tipo social, vis­tién­do­se de mujer den­tro y fue­ra de casa.

Se dio una recon­fi­gu­ra­ción hacia den­tro de la pare­ja y tam­bién hacia fue­ra, con las fami­lias de ori­gen y cono­ci­dos; ya no son más una pare­ja común, for­ma­da por un hom­bre y una mujer. La deci­sión de Móni­ca de con­ti­nuar vivien­do con un “hom­bre” que se sabe mujer y que aho­ra se vis­te y se com­por­ta como mujer inau­gu­ró una nue­va for­ma de rela­ción y des­pla­zó el mode­lo “ori­gi­nal” hacia uno en el que ambas son muje­res.

En este nue­vo tra­yec­to Móni­ca le hizo saber a Noe­mí su deseo de tener un hijo, lo que se con­vier­tió en moti­vo de ten­sión y des­ave­nen­cia entre ellas pues la tran­si­ción no había resul­ta­do fácil para nin­gu­na al tener que enfren­tar ambas el asom­bro y el recha­zo de sus seres que­ri­dos, inclu­so de des­co­no­ci­dos en la calle.

La com­bi­na­ción tran­si­ción gené­ri­ca y pater­ni­dad se con­vier­te en algo más com­ple­jo y fre­cuen­te­men­te es fuen­te de con­flic­tos entre las per­so­nas trans y sus pare­jas. En las inves­ti­ga­cio­nes con per­so­nas trans se obser­va una mayor pro­ba­bi­li­dad de con­ver­tir­se en padres o madres des­pués de la tran­si­ción gené­ri­ca; el caso de Noe­mí y Móni­ca pue­de con­si­de­rar­se dife­ren­te, ellas deci­die­ron pro­crear a su hijo ante de que Noe­mí comen­za­ra con el tra­ta­mien­to hor­mo­nal: “… yo tenía y sigo tenien­do muchos mie­dos acer­ca de él [refi­rién­do­se a su hijo], por­que a final de cuen­tas, ¿qué iba a pasar si era como yo?…”

Pese a los temo­res, el deseo del hijo es más fuer­te; Noe­mí cede en algún pun­to y Móni­ca que­da emba­ra­za­da; ellas lo hablan y acuer­dan que su hijo naz­ca en el entorno de una fami­lia en don­de ambas van a ser las madres del niño. Este acuer­do les faci­li­ta las cosas al no tener que dar expli­ca­cio­nes al hijo de la tran­si­ción de una de sus madres.

Se obser­va enton­ces, con la recon­fi­gu­ra­ción de la pare­ja paren­tal, la rees­truc­tu­ra­ción de la fami­lia, los reor­de­na­mien­tos en los pape­les, las posi­cio­nes y las diná­mi­cas paren­ta­les y fami­lia­res en gene­ral, ellas nego­cian como una fami­lia de muje­res.

Hacia aden­tro de la fami­lia las cosas han veni­do fun­cio­nan­do bien para ambas madres; su hijo las reco­no­ce y nom­bra agre­gan­do el nom­bre de pila de cada una de ellas o bien con el dimi­nu­ti­vo de Noe­mí. Pero hacia afue­ra de la fami­lia, como muchas otras fami­lias que se salen de la nor­ma hete­ro­se­xual, se enfren­tan a algu­nas mira­das de des­apro­ba­ción. Son algu­nos de los tro­pie­zos que pue­den tener como fami­lia “diver­sa”, los cua­les van más allá de inte­grar a una pare­ja de muje­res, el cuer­po y su apa­rien­cia pue­den hacer y hacen una dis­tin­ción.

Sin saber qué es un “buen pas­sing” y si éste es o no afor­tu­na­do en Noe­mí, la aten­ción en la pare­ja paren­tal se hace evi­den­te en oca­sio­nes y hay preo­cu­pa­ción por lo que pue­da enfren­tar el hijo: “…tenien­do una mamá como yo se va a enfren­tar a muchas cosas des­agra­da­bles, inclu­so él ya ha pasa­do en este cor­to perio­do, como bur­las tal vez, recha­zo… cosas que tal vez no ten­dría por qué pasar si vivié­ra­mos en una socie­dad jus­ta, tole­ran­te. Pero nues­tra socie­dad está muy leja­na de ser tole­ran­te aún…”

El aco­so y la trans­fo­bia hacia estas fami­lias y sus hijos son aspec­tos men­cio­na­dos en otras inves­ti­ga­cio­nes, las cua­les tam­bién inclu­yen algu­nas de las estra­te­gias que uti­li­zan para lidiar con estos aspec­tos. Cada fami­lia desa­rro­lla un esti­lo pro­pio de mane­jo hacia el exte­rior a fin de vin­cu­lar­se de la mejor mane­ra con las ins­ti­tu­cio­nes.

Un paso inelu­di­ble en el camino reco­rri­do por Noe­mí y Móni­ca fue dar la noti­cia a sus res­pec­ti­vas fami­lias de ori­gen, pues la fami­lia exten­sa con­ti­núa sien­do una ins­ti­tu­ción con un gran peso en Méxi­co. Es posi­ble que nin­guno de sus fami­lia­res supie­ra a qué se refe­rían cuan­do Móni­ca y Noe­mí les comu­ni­ca­ron “la ver­da­de­ra” iden­ti­dad y la tran­si­ción gené­ri­ca del hijo y yerno res­pec­ti­va­men­te en mujer. Cabe recor­dar que los tér­mi­nos tran­se­xua­li­dad y la trans­ge­ne­ri­dad no son cono­ci­dos amplia­men­te, por lo que enten­der lo que impli­ca en y para las per­so­nas que la viven de cer­ca, no es una tarea fácil y las reac­cio­nes no se hicie­ron espe­rar.

En el caso de Noe­mí, fue su madre la que inclu­so lle­gó a prohi­bir­le la entra­da a la casa fami­liar: “…has­ta que hace como unos seis meses mi mamá me habló y me dijo que me invi­ta­ba a comer, dije ‘bueno, tú sabes cómo voy a ir y tú me prohi­bis­te ir pues como soy ¿no?’ Me dice ‘no, no hay pro­ble­ma, pue­des venir como quie­ras’, ya como que lo empe­zó a acep­tar”.

Por su par­te, Noe­mí se ha dis­tan­cia­do por tem­po­ra­das de sus padres; su madre no estu­vo de acuer­do en que tuvie­ra un hijo y tan­to ella como su her­ma­na insis­tían en que su hijo se diri­gie­ra a Noe­mí en mas­cu­lino.

La con­ser­va­ción de los lazos fami­lia­res de ori­gen en las pare­jas que for­man fami­lias trans es uno de los ángu­los que no han sido lo sufi­cien­te­men­te explo­ra­do. Este aspec­to se tor­na impor­tan­te si se con­si­de­ra que la figu­ra y la pre­sen­cia de los abue­los es en muchos de los casos fuen­te de apo­yo y cui­da­do para los nie­tos.

Con­si­de­ra­cio­nes Fina­les: fami­lia y pater­ni­dad como prác­ti­cas socia­les

Este tra­ba­jo tuvo como pro­pó­si­to hacer un ejer­ci­cio refle­xi­vo acer­ca de la meta­mor­fo­sis de fami­lias hete­ro­se­xua­les en las lla­ma­das fami­lias tran­se­xua­les en el con­tex­to de la tran­si­ción gené­ri­ca del hom­bre en mujer y sus reper­cu­sio­nes en el ámbi­to de la pater­ni­dad. Este tipo de ejer­ci­cios se hacen nece­sa­rios ante la casi inexis­ten­te lite­ra­tu­ra en lo tocan­te a la con­for­ma­ción y reor­de­na­mien­tos que se tor­nan nece­sa­rios en la rees­truc­tu­ra­ción de la pare­ja y la fami­lia.

Se requie­re de una mira­da abar­ca­do­ra que inte­gre a las fami­lias cons­trui­das des­de “la diver­si­dad”9 para incluir­las fami­lias en la tran­si­ción gené­ri­ca del padre o de la madre, apun­tan­do inne­ga­ble­men­te a su con­di­ción cor­po­ral.

Las fami­lias que han expues­to sus casos pue­den ser con­si­de­ra­das como mono­pa­ren­tal la pri­me­ra y como nuclear la segun­da. Ambas se encuen­tran en eta­pas dife­ren­tes del ciclo vital ya que mien­tras la pri­me­ra es una fami­lia en la eta­pa de hijos adul­tos, la segun­da con­sis­te en una fami­lia en eta­pa de hijos peque­ños.

Ambos casos pue­den ser con­si­de­ra­dos como “exi­to­sos”, la hija de Ele­na ha acep­ta­do la nue­va iden­ti­dad de su madre y la rela­ción entre ambas se ha con­ser­va­do y sigue sien­do muy cer­ca­na mien­tras que para Noe­mí y Móni­ca fue el deseo de esta últi­ma el que mar­có la ruta en la cons­truc­ción de su fami­lia, pro­crean­do de for­ma bio­ló­gi­ca a su hijo y acor­dan­do que éste nacie­ra en una fami­lia enca­be­za­da por dos muje­res, ambas reco­no­ci­das como madres por su hijo.

La inter­sec­ción pater­ni­dad y tran­si­ción gené­ri­ca pue­de disol­ver o cam­biar la estruc­tu­ra de la fami­lia hacia aden­tro del sis­te­ma como hacia afue­ra, reor­de­nan­do y reor­ga­ni­zan­do sus rela­cio­nes con ins­ti­tu­cio­nes como la fami­lia exten­sa, entre otras. El pro­ce­so rela­ti­vo a la tran­si­ción pue­de lle­gar a ser suma­men­te com­ple­jo con­fron­tan­do a la fami­lia emo­cio­nal y psi­co­ló­gi­ca­men­te. En estos casos la pater­ni­dad se com­pli­ca y se requie­re de un equi­li­brio entre ésta, vis­ta como ejer­ci­cio y como prác­ti­ca, y la asun­ción de la nue­va iden­ti­dad del padre o de la madre. La inves­ti­ga­ción sugie­re la impor­tan­cia del diá­lo­go abier­to y hones­to con los hijos e hijas de acuer­do con el momen­to de la tran­si­ción: antes, duran­te o pos­te­rior a ella (Sales,1995).

La noti­cia de la “ver­da­de­ra y nue­va” iden­ti­dad de alguno de los padres impli­ca para los hijos e hijas una serie de ten­sio­nes rela­ti­vas a la iden­ti­dad y los pape­les y posi­cio­nes de padre o madre dise­ña­dos social y cul­tu­ral­men­te para hom­bres y muje­res y sus deri­va­dos mas­cu­lino y feme­nino. Sin embar­go, lo esen­cial son los lazos afec­ti­vos y de cui­da­do que se cons­tru­yan, más que la apa­rien­cia físi­ca y ads­crip­ción emo­cio­nal y psi­co­ló­gi­ca del padre o madre que tran­si­cio­na entre los géne­ros.

Tran­si­ción, rela­ción de pare­ja y paren­ta­li­dad se pre­sen­tan así como peque­ños y gran­des pasos que día a día, momen­to a momen­to son refle­xi­va­men­te nego­cia­dos al inte­rior y al exte­rior de la fami­lia y en otros esce­na­rios. Los invo­lu­cra­dos actúan como agen­tes mora­les acti­vos, hacien­do jui­cios acer­ca de los pros y con­tras de las con­se­cuen­cias de sus accio­nes, las pers­pec­ti­vas y nece­si­da­des de los otros, lo cual suce­de en la vida de cual­quier fami­lia (Williams, 2005).

Se obser­va en estas fami­lias el com­pli­mien­to de las fun­cio­nes psi­co­so­cia­les que se les deman­dan: el cui­da­do, la aten­ción y satis­fac­ción de las nece­si­da­des bási­cas y edu­ca­ti­vas de los hijos e hijas, sin per­der de vis­ta la cali­dad de los víncu­los afec­ti­vos nece­sa­rios para el desa­rro­llo psi­co­ló­gi­co, emo­cio­nal y físi­co de los mis­mos sin impor­tar quién sea la per­so­na que está a su car­go, si es hom­bre o mujer o si se com­por­ta como uno u otra, si se le lla­ma padre o madre o sim­ple­men­te por su nom­bre.

Se hace nece­sa­rio que los estu­dios lle­va­dos a cabo sobre la fami­lia tomen una pos­tu­ra más inclu­si­va y cons­cien­te de las dis­tin­tas reali­da­des y for­mas de ser y hacer fami­lia y de las fuen­tes de apo­yo de las que estas fami­lias se sos­tie­nen; acer­car­se y cono­cer, más allá del pro­ce­so de tran­si­ción gené­ri­ca de alguno de los inte­gran­tes de la pare­ja paren­tal, cuá­les son las impli­ca­cio­nes y expe­rien­cias de inte­gra­ción psi­co­ló­gi­ca y emo­cio­nal de la nue­va figu­ra paren­tal en los hijos e hijas y ampliar la mira­da hacia otros sis­te­mas.

Una tarea de suma impor­tan­cia para la psi­co­lo­gía y dis­ci­pli­nas afi­nes es estar aten­tas al des­cen­tra­mien­to de las con­cep­cio­nes de la fami­lia, el paren­tes­co y la filia­ción, de su uso más que con­tem­po­rá­neo, apro­pia­cio­nes y refor­mu­la­cio­nes que de los mis­mos se están lle­van­do a cabo en la prác­ti­ca por estas fami­lias y así cono­cer de qué mane­ra se actua­li­zan en sus miem­bros, con sus impli­ca­cio­nes a nivel social, cul­tu­ral y polí­ti­co.

Referencias

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Notas

1. Este tra­ba­jo se deri­va de una inves­ti­ga­ción más amplia sobre pater/maternidad en per­so­nas tran­se­xua­les, trans­gé­ne­ro y tra­ves­tis que viven en Ciu­dad de Méxi­co y zona conur­ba­da, cuya fase de cam­po se lle­vó a cabo del 2011 al 2012.

2. Pro­fe­so­ra de Asig­na­tu­ra de la Facul­tad de Estu­dios Supe­rio­res Izta­ca­la, Uni­ver­si­dad Nacio­nal Autó­no­ma de Méxi­co. Correo elec­tró­ni­co: olga.mejia05@gmail.com

3. Pro­fe­so­ra de Carre­ra de la Facul­tad de Psi­co­lo­gía, Uni­ver­si­dad Nacio­nal Autó­no­ma de Méxi­co. Correo elec­tró­ni­co: maemilyito@gmail.com

4. Por per­so­nas tran­se­xua­les, trans­gé­ne­ro y tra­ves­tis se entien­de a todas aque­llas que se iden­ti­fi­can en un sexo/género dife­ren­te al que les fue­ra asig­na­do al nacer, cual­quie­ra que fue­se su esta­tus tran­si­cio­nal y/o legal (Cabral, 2005). Algu­nas de éstas, des­de muy peque­ñas se sien­ten incon­for­mes con el cuer­po y el géne­ro asig­na­do, ya que pien­san y sien­ten que no es el que les corres­pon­de. En la lite­ra­tu­ra se dis­tin­gue entre las per­so­nas trans­gé­ne­ro, que inclu­ye a tras­ves­tis, como a quie­nes se viven­cian y vis­ten como del géne­ro opues­to, pero que con­ser­van sus geni­ta­les. En cam­bio, las per­so­nas tran­se­xua­les, pre­sen­tan con­flic­tos con su cuer­po y se dice que su meta es la ciru­gía de reasig­na­ción sexual. En con­tras­te, en la prác­ti­ca se obser­van for­mas varia­das de ser y con­ce­bir­se como trans, sin tener como meta la ciru­gía de “reasig­na­ción sexual”, entre otras cosas, debi­do al alto cos­to de ésta y sólo recu­rren a tra­ta­mien­tos hor­mo­na­les para lograr trans­for­mar cier­tas par­tes del cuer­po.

5. Las pala­bras núcleo mono­pa­ren­tal y nuclear se uti­li­zan como una refor­mu­la­ción o reapro­pia­ción del tér­mino que ha sido exclu­si­va­men­te usa­do para refe­rir­se a la fami­lia nuclear, en la que hay un varón-padre y una mujer-madre, hete­ro­se­xua­les, con hijos e hijas pro­crea­dos bio­ló­gi­ca­men­te, que resi­den en el mis­mo domi­ci­lio, como estra­te­gia y prác­ti­ca de resis­ten­cia con­tra la natu­ra­li­za­ción de la fami­lia (en sin­gu­lar) que se repro­du­ce des­de la aca­de­mia en las inves­ti­ga­cio­nes y tex­tos cien­tí­fi­cos.

6. Cis es el pre­fi­jo latino que quie­re decir “del mis­mo lado”, el tér­mino cis­gé­ne­ro reem­pla­za el tér­mino no tran­se­xual o trans­gé­ne­ro, por lo tan­to se apli­ca a las per­so­nas no tran­se­xua­les, tam­bién lla­ma­das hom­bres o muje­res “bio­ló­gi­cos” (Schilt and West­brook, 2009).

7. El nom­bre de la madre de la pri­me­ra fami­lia ha sido cam­bia­dos a peti­ción expre­sa, no así los nom­bres de la segun­da que soli­ci­ta­ron se pre­sen­ta­ra el caso con los nom­bres reales.

8. El lla­ma­do pas­sing, pre­sen­ta al menos dos acep­cio­nes en la lite­ra­tu­ra trans y en el len­gua­je y la expe­rien­cia de per­so­nas trans, vie­ne de to pass. La pri­me­ra se refie­re a la “pas­sing pha­se” defi­ni­da como el perio­do pre­vio a la ciru­gía de reasig­na­ción sexual, duran­te el cual el can­di­da­to o la can­di­da­ta debe vivir y tra­ba­jar como una per­so­na con­tra­ria al sexo asig­na­do al nacer. La segun­da, a la apa­rien­cia y/o pare­ci­do físi­co que hace que una per­so­na que tran­si­cio­na entre los géne­ros sea real­men­te “leí­da” como un “ver­da­de­ro hom­bre” o una “ver­da­de­ra mujer” (Woj­dows­ki y Tebor, 1976).

9. Tér­mino que se ha acor­da­do del de “diver­si­dad sexual”, el que en cier­tos ambien­tes, pue­de resul­tar a todas luces pre­jui­cio­so y estig­ma­ti­zan­te, ya que alu­de a la orien­ta­ción del deseo les­boe­ró­ti­co u homo­eró­ti­co de la pare­ja paren­tal.