El rol de la suerte en las percepciones de fracaso deportivo de aficionados que juegan fútbol1
Tatiana Aguiar-Montealegre2
Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM, México
Andrea García-Arias3
Universidad de la Salle, Costa Rica
Resumen
Este estudio tuvo el objetivo de analizar la importancia que de la suerte cuando aficionados varones costarricenses explican las razones por las cuales se produce un fracaso deportivo. Se entrevistaron ocho participantes (entre 15 y 25 años). Luego de un proceso de condensación, categorización e interpretación de los datos, se establecieron vínculos entre los términos siguiendo los lineamientos del análisis lexicográfico. Los resultados mostraron que el fracaso no solamente se vive y entiende como un aspecto doloroso sino como una oportunidad para mejorar la actuación deportiva. Éste varía de forma importante cuando se experimenta como jugador o aficionado. Las principales reacciones al fracaso remiten al vínculo entre un aficionado y un grupo de jugadores y a la motivación de continuar observando un partido por televisión. El estudio concluye con una propuesta para complementar los modelos atribucionales.
Palabras clave: Fútbol, atribución causal, fracaso deportivo, suerte.
Abstract
This paper had the purpose of analyzing the importance that luck has according to Costa Rican male fans that explain the reasons why a sport failure occurs. Eight participants (with ages between 15 and 25) were interviewed. After a condensation, categorization and interpretation process of the data, the words were linked together according to the lexicography analysis. The results showed that sport failure is not only lived and understood as a painful aspect, but also as an opportunity to improve the athletic performance. Failure varies considerably when it is experienced as a soccer player or as a soccer fan. The most mentioned reactions to failure refer to the bond between a fan and a group of players and the motivations to continue watching a match on television. This paper concludes by suggesting a new proposal to complement the already existing attributional models.
Keywords: Soccer, causal attribution, sport failure, luck.
Introducción
El fracaso deportivo pareciera haberse constituido, desde los inicios de la psicología del deporte, como una sombra oscura de la cual se intenta huir. Los entrenadores y atletas pretenden silenciarlo al enfocarse casi exclusivamente en estrategias para mejorar el rendimiento deportivo. Algo similar sucede con los investigadores; son muy pocos los que teorizan en este sentido en comparación con los cientos que optan por profundizar en aspectos como motivación, atención y activación, formulación de objetivos, imaginería y visualización, lesiones, abuso de sustancias, desgaste profesional, entre otros.
En la última década se han publicado importantes trabajos que intentan probar que es necesario interesarse por este vacío teórico. Éstos pueden agruparse en tres grandes conjuntos: los que buscan adentrarse en las consecuencias del fracaso (tal es el caso de Arathoon & Malouff, 2004; y Conroy, Poczwardowski, & Henschen, 2001); los que revelan las atribuciones del fracaso (cuatro de ellos son García, Cervelló, Sánchez, Leo, & Navas, 2010; González-Boto, Molinero, Martínez, & Márquez, 2006; Malico, Túlia, & Lancho, 2010; Stoeber & Becker, 2008) y aquellos que reflexionan en torno al miedo al fracaso (por ejemplo, Conroy & Elliot, 2004; McGregor & Elliot, 2005; Sagar, Lavallee, & Spray, 2007). De hecho, el Miedo al Fracaso ha sido considerado por Silva (1994) como uno de los cuatro dominios del miedo en el ámbito deportivo, junto con el miedo a la evaluación social, a las lesiones y a lo desconocido.
Llama la atención que, pese a la copiosa literatura referida a aficionados al fútbol, existan pocas investigaciones cualitativas con esta población. Más aún, no se ha encontrado ninguna que indique el significado que los atletas o sus seguidores otorgan al fracaso deportivo. Con frecuencia el interés en estos últimos se refiere a su comportamiento violento, sus formas de agrupación, la identidad que se genera en las barras y sus representaciones sociales del deporte (Banyard & Shevlin, 2001; Mignon, 2009; Rech, 2008).
Otro aspecto a destacar en la revisión de la literatura es la aparente relación indisoluble entre el éxito y el fracaso en las investigaciones. Los autores que eligen tratar el fenómeno del fracaso en el deporte lo hacen de forma simultánea al del éxito; como si fuera innecesario tratarlo individualmente o imposible pensarlo fuera de un modelo bipolar (Conroy et al., 2001).
Berger y Pope (2011), por ejemplo, analizaron más de 18000 juegos de baloncesto para concluir que en ciertas ocasiones perder puede conducir a ganar. Ellos demostraron estadísticamente que aquellos equipos que se encontraban ligeramente detrás de sus contrincantes durante el medio tiempo del partido, tenían mayor probabilidad de ganar.
Por otra parte, Rech (2008) les pidió a 521 hinchas brasileños que indicaran las palabras o expresiones que asocian con el fútbol. Del total, 411 estaban fuertemente ligadas al éxito deportivo (principalmente los términos ‘emoción’ y ‘gol’) mientras que solamente 36 se ligaban directamente al fracaso (en particular ‘tristeza’, ‘sufrimiento’, ‘enojo’ y ‘frustración’).
Un último ejemplo lo constituye el estudio de Oliveira, Gouveia, y Oliveira (2009). En éste, se investigaron las respuestas hormonales de jugadoras de fútbol para descubrir que el cambio en los niveles de testosterona era positivo para las ganadoras y negativo para las perdedoras (ambos a nivel estadísticamente significativo). Asimismo, se determinó que la atribución causal del resultado del partido en todas las ganadoras se asociaba con agentes internos, mientras que algunas perdedoras resaltaban los agentes externos como responsables.
Precisamente, el desarrollo de las teorías de la atribución ha constituido uno de los avances teóricos más significativos para la comprensión del fenómeno del fracaso deportivo. Estas teorías parten del supuesto de que las personas se esfuerzan por comprender, explicar, predecir y justificar las causas que explican sus acciones o las de otros. En otras palabras: “las atribuciones han sido definidas como la percepción de la inferencia de una causa” (García et al., 2010, 76).
El modelo atribucional básico fue propuesto por Fritz Heider (1944) y modificado por Bernard Weiner (1985). Weiner tomó los cuatro factores de Heider (esfuerzo, capacidad, dificultad de la tarea y suerte) y los estructuró en tres dimensiones causales: controlabilidad, estabilidad y locus de causalidad. El locus de causalidad (denominado anteriormente como locus de control) se refiere a la creencia de las personas de si son o no responsables de lo que les ha sucedido. La estabilidad indica la permanencia o variación de esta causa en el tiempo. Por último, la controlabilidad establece si el resultado es considerado controlable o incontrolable. Este modelo contribuyó a aclarar la teoría atribucional y permitió una mayor aplicabilidad en el ámbito deportivo.
Weiner consideró que todas las personas tenderían a atribuir sus éxitos y fracasos a una de estas cuatro opciones; sin embargo, años de investigación dieron a conocer las limitaciones de esta propuesta (Cox, 2009). El resultado fue una modificación al modelo que incluía los tipos de respuestas afectivas que se pueden esperar de un atleta de acuerdo a la atribución.
Pese al aparente olvido del rol de la suerte en algunas teorizaciones, Moore (2006) expresa que la racionalización del deporte en términos científicos y económicos no indica que esta noción carezca de un lugar primordial en las interpretaciones de los resultados deportivos. La suerte forma parte del vocabulario de los atletas pues rápidamente se reconoce que no siempre gana el mejor equipo o el mejor deportista. No obstante, es indispensable recordar la diferencia que menciona Aicinena (2013) entre suerte moral (por ejemplo, nacer en una zona donde se practica mucho el fútbol, o tener una genética familiar que favorece la práctica deportiva) y la suerte simple (tal sería el caso de haber jugado mejor de lo normal precisamente el día que llegó un cazatalentos al club).
Gunnar Breivik (2000) se cuestiona si debería haber un mayor esfuerzo por excluir la suerte del deporte competitivo. Por ejemplo, los eventos de escalada oficiales dejaron de realizarse al aire libre pues el clima y el viento eran incontrolables y afectaban de forma más significativa a algunos deportistas que a otros. Si los elementos asociados a la suerte son aquellos que somos incapaces de influenciar, controlar o prever, ¿debería el fútbol excluir precisamente todo aquello que es incontrolable y se asocia con la incertidumbre?
Esta temática desemboca en la discusión entre el modelo denominado Pure Test of Skills (Examen Puro de Habilidades) y el modelo Exciting Game (Juego Emocionante). El primer modelo intentaría crear una situación similar a la de un laboratorio en donde se busca controlar todas las variables excepto el desempeño de los jugadores; no obstante, esto provocaría la pérdida del impacto que se vive cuando el resultado de un partido se opone a lo esperado. “Un deporte sin suerte degeneraría en una medición científica de capacidades físicas y estratégicas” (Breivik, 2000, 146).
El recorrido teórico anterior muestra la importancia de profundizar en el rol de la suerte y su relevancia en comparación con los otros factores mencionados en las teorías de atribuciones causales (tales como el esfuerzo, la capacidad y la dificultad que destacaba Heider, y la estabilidad, la controlabilidad y el locus de causalidad mencionados por Weiner). Por esta razón, el objetivo de la investigación fue analizar la importancia que tiene la suerte cuando aficionados costarricenses explican las razones por las cuales se produce un fracaso deportivo en un partido de fútbol. Se hipotetizó que la suerte resulta más transcendente de lo que se ha considerado hasta el momento en las teorías tradicionales de atribuciones causales, pues éstas han sido desarrolladas desde las perspectivas de los atletas y no de la población aficionada.
Método y estrategia de análisis
Una de las mayores confrontaciones de todo investigador es cómo obtener información suficiente para cumplir con los objetivos que lo han impulsado a indagar en torno a un tema específico. En este caso, había interés por aproximarse a hombres costarricenses (con edades entre 15 y 25 años) que fueran aficionados a algún equipo de fútbol nacional y, a la vez, practicaran este deporte semanalmente de forma no profesional.
En el enfoque cualitativo, la recolección de la información debe continuar hasta que todas las categorías teóricas que rigen la indagación estén saturadas (Corbin & Strauss, 2014). En este caso, la saturación se alcanzó al entrevistar al octavo aficionado. Cada uno de los ocho participantes eligió seudónimos para mantener confidencial su identidad: Santiago, Josué, Cristiano, David, Jeicob, Alexander, Andrés y Diego. A todos se les contactó por primera vez en plazas de fútbol de la capital para invitarlos a una entrevista individual semi-estructurada (Kvale, 1996) de aproximadamente una hora. Su elección concuerda con los criterios que Mertens (2005) propone para la muestra típica: se buscaron individuos representativos de la población joven de nivel socio-económico medio y se excluyeron jugadores profesionales y personas que pertenecieran a barras deportivas.
En un segundo momento, se les explicaron los objetivos del estudio y se les entregó un Consentimiento Informado; el cual detallaba lineamientos de confidencialidad, participación voluntaria y posibilidad de abstenerse de responder preguntas que resultaran incómodas. El documento debía ser firmado también por los padres de familia en caso de los menores de edad.
Todas las entrevistas fueron grabadas en audio y luego transcritas verbatim para el proceso de análisis sugerido por Kvale (1996) con la ayuda del programa ATLAS.ti versión 6.0. El análisis siguió las etapas de condensación, categorización e interpretación propuestas por dicho autor. La categorización fue acompañada por los lineamientos del análisis lexicográfico tal como lo describe Bouilloud (2014): se buscó destacar las co-ocurrencias de un término particular para establecer aquellas palabras centrales (verbos, adjetivos, sustantivos y adverbios) que marcaran las relaciones más robustas entre los entrevistados y el tema que se está tratando.
Resultados
Los participantes del estudio homologaron las nociones de fracaso, derrota deportiva y perder un partido de fútbol, y explicitaron que “la derrota es cuando usted, eh, se esforzó y usted dio lo mejor, pero no pudo ganar. O sea, eso es derrota (…), es cuando realmente usted dio todo y luchó para ganar, pero no lo logró” (Josué). Desde un punto de vista más positivo: “La derrota para mí es como un impulso al éxito” (Diego). Esto indica que el fracaso no es visto como un concepto que englobe toda la trayectoria de un equipo de jugadores. Más bien se entiende como un momento específico que se vive dentro de una temporada. En otras palabras, los clubes de fútbol no viven un fracaso, sino más bien varios momentos de fracaso intercalados con momentos de éxito.
Algunos entrevistados mencionaron que no les gusta perder ya que eso los desmotiva aunque, paradójicamente, también admiten que “para mí perder es como ponerle más ganas en el segundo partido” (Jeicob). Esto se ve matizado por la importancia del partido que se acaba de jugar; la carga afectiva cambia significativamente cuando se juega la final de una copa renombrada en lugar de un encuentro amistoso entre dos clubes.
Alexander expresa, dentro de un plano que se aproxima a la fantasía, que quisiera ganar cada uno de los partidos que juega; aunque reconoce que eso sería sumamente difícil. Él señala que, como jugador y aficionado, siente que el perder lo aproxima a la tristeza y al remordimiento por considerar que pudo haberse presentado más empeño a la hora de jugar en la cancha.
En el caso de Andrés, un fracaso experimentado como jugador puede generar tal grado de enojo que llegue a considerarse rabia. Este sentimiento provoca una evaluación con respecto a la actuación deportiva: “Diay, siento que no dimos la talla”.
Por su parte, Diego siente mucha frustración cuando es partícipe de una derrota. A su vez, desde su rol de aficionado, muchas veces se enoja con sus jugadores favoritos pues no tienen el desempeño que él hubiera esperado. Su experiencia de fracaso es mencionada como sinónimo de frustración aunque no toda derrota es siempre negativa: “A veces se siente… se siente bien perder porque en esta vida no siempre se puede ganar, y a veces uno tiene que perder para seguir adelante. (…) Se siente bien porque usted sabe que entregó todo y dejó el alma en la cancha y entonces, di, se siente bien” (Diego).
Surge como importante, en esta misma línea, el sentimiento de culpa que se repite en varias de las entrevistas. Tal es el caso de Jeicob, quien expresa que cuando está jugando considera que sus acciones estuvieron ligadas a un marcador insatisfactorio en el partido, pero cuando es aficionado opta por apagar la televisión (al igual que Andrés) y apartarse para evitar una cierta incomodidad ante la derrota.
Otro aspecto de gran interés es que la derrota tiene consecuencias a nivel de las relaciones interpersonales. Cuando el equipo de preferencia pierde un partido, los entrevistados temen ser molestados por sus compañeros de la secundaria y por sus amigos que apoyan al equipo ganador. Algo similar sucede cuando son ellos los que están jugando, sienten que perder se asociará con burlas y miradas de crítica por parte de quienes los vieron participar en el partido de fútbol.
A lo largo de las ocho entrevistas, se buscó profundizar en las reacciones específicas que se viven cuando el equipo favorito enfrenta un fracaso. Estas fueron las emociones y sensaciones que se explicitaron, ordenadas de la más mencionada a la menos mencionada:
- Enojo: “Me dio tanta cólera que un equipo tan grande como es el Saprissa, por nombre, no le pudo ganar a un equipo que en teoría, digamos que es más bajo” (Santiago).
- Tristeza: “Di uno se pone triste. No triste en el sentido de: ‘Voy llorar’… no, no. Pero de la misma cólera, uno se agüeva” (Cristiano).
- Decepción: “Es decepcionante saber que se pudo haber dado más” (Josué).
- Estrés: “Di el fútbol realmente es una pasión, es algo que entretiene y es algo que se puede llevar de muchas formas (…): sólo por entretenimiento o una forma en que ya lo puede llevar a uno a un estrés… inclusive a enfermarse” (Josué).
- Pereza: “Pereza de seguir viendo el partido y ver que no van a hacer nada bueno” (Cristiano).
Estas respuestas remiten al vínculo que se tiene hacia un grupo de jugadores (incluso hasta afectar su estado de salud) y a la motivación de continuar observando un partido por televisión. La relación entre los aficionados y su equipo va mucho más allá del entretenimiento, crea todo un conjunto de expectativas con respecto al desempeño antes incluso que comience un partido. Esto hace que la forma de entender el resultado necesariamente se remita a la jerarquía que cada club de fútbol tiene para una persona; de ahí la decepción cuando se pierde contra un equipo considerado inferior.
Llama la atención que en ningún momento de los ocho encuentros de entrevista se planteó la posibilidad de dejar de ser seguidor de un equipo si éste enfrentara varios fracasos consecutivos. La lealtad es sumamente valorada, en particular en aquellos momentos en que el club logra mejorar sus actuaciones anteriores y vuelve a tener una buena posición en el ranking nacional. Para los entrevistados es un orgullo poder decir que nunca dudaron de la capacidad de los jugadores y que se mantuvieron como seguidores en los buenos y en los malos momentos.
El análisis del material discursivo derivó en los códigos siguientes: resultado de un partido, atribuciones internas, atribuciones externas, locus de causalidad, controlabilidad y estabilidad. La suerte resultó medular a la hora de profundizar en las percepciones asociadas al fracaso y al éxito deportivo, ilustrado mediante el marcador de un partido de fútbol. Es por esto que no siempre la cantidad de goles corresponden a las acciones durante los 90 minutos de juego (por ejemplo, se puede jugar muy bien pero no anotar un gol).
Para Jeicob, la suerte no necesariamente se vincula con el resultado de un partido pues es el propio esfuerzo el que cobra relevancia: “trato de esforzarme y no confiar tanto en la suerte”. Lo contrario le sucede a Alexander, para quien la suerte es algo con lo que hay que vivir a diario. Por su parte, Diego cree que la suerte es un concepto de mediocres porque lo que hace posible el éxito es el esfuerzo y el talento personal.
La suerte surgió como un tema central en el fútbol de acuerdo a los participantes. En palabras de Josué: “La suerte sí es una gran parte del fútbol… Hay un dicho que ʻUn portero sin suerte, no es un portero’. El hecho de que el balón vaya directo a la cancha, y de un pronto a otro doble y pegue en el palo y no sea gol… ahí existe la suerte en el fútbol.” También Cristiano es explícito en cuanto a este aspecto: “Hay casos en los que un equipo juega mejor que otro e igual pierden, se trata de pura suerte. Que tenga suerte para meter los goles o que no la tenga… Obviamente sí tiene que ver con lo que el jugador haga, con el esfuerzo, con lo que corra, con lo que defienda. Pero en la mayoría de los casos, es como pura suerte. Por ejemplo, un jugador que no se sienta bien físicamente y no juegue bien como en otros partidos.” Asimismo, la suerte se asocia con la labor del árbitro de un partido, por ejemplo cuando no ve una falta que debería ser penal a favor de un equipo y por eso no la señala.
En la Figura 1 se muestran las palabras que los entrevistados asociaron con la derrota. Esta representación es respetuosa de la cantidad de veces que cada concepto fue mencionado, dando importancia a la vertiente cuantitativa del análisis, y también propone la interacción entre una arista emocional (en matices morados) y una atribucional (en tonos de verde) que se percibe desde la vertiente cualitativa. En medio se encuentra en un círculo rojo el concepto goleada (6 menciones), que liga ambas aristas pese a estar ligeramente más relacionado con un orgullo reducido (debido a la pérdida de estatus que puede representar perder un partido por un margen considerable). Pese a la importancia que tiene el esfuerzo (38 menciones) y el sentimiento de culpa (35 menciones) para entender la derrota, la suerte (58 menciones) aparece como el término de mayor importancia.
Figura 1. Aspectos emocionales y atribucionales ligados a la derrota fútbol
Fuente: Elaboración propia.
Conclusiones y discusión
Los resultados de un partido de fútbol vienen inevitablemente acompañados de una búsqueda de sentido. Es por ello que las teorías atribucionales se interesan por la manera en que las personas comprenden, explican, predicen o justifican las causas de un acontecimiento. Dentro de las teorías de atribución, mencionamos con particular interés el constructo de locus de causalidad; el cual indica si el desenlace de un encuentro deportivo es percibido como teniendo causas internas (esfuerzo, capacidad, etc.) o externas (dificultad de la tarea, suerte, etc.).
Al profundizar en las entrevistas, fue claro que el fracaso presenta múltiples aristas. No solamente se vive y se entiende como un aspecto doloroso, sino como una oportunidad para mejorar la actuación deportiva en futuros encuentros. Asimismo, éste varía de forma importante cuando se vive como jugador (en donde los sentimientos de ira, tristeza y culpa son más marcados) o como aficionado (en donde la decepción es central).
Todos los entrevistados indicaron que su forma de entender el fracaso deportivo (el cual es visto como sinónimo de derrota en un partido de fútbol importante) es distinta a la expuesta por las teorías de las atribuciones causales. En particular, la manera en que ellos intentan comprender y dar sentido a los momentos en que han vivido una derrota (ya sea como jugadores o como aficionados a un equipo) involucra el tema de la suerte en mucho mayor medida de la considerada por Heider (1944) o por Wiener (1985). El término suerte es definido en su primera acepción por la Real Academia Española en 2012 como un encadenamiento de sucesos fortuito o casual.
Bailey (2007) aporta una reflexión interesante sobre la suerte que también surgió en las entrevistas: el que llega a ser elegido para un equipo o para jugar un partido específico no siempre es el mejor. Según este autor los cazadores de talentos parten de dos premisas básicas erróneas: que la actuación prodigiosa de un joven está relacionada con el éxito de ese deportista en el futuro y que el talento es fácil de ubicar en poblaciones jóvenes. “Vamos a lo mismo de suerte. Un día llega un visor, o el entrenador de una segunda división, o algo así y usted ha venido haciendo tres, cuatro partidos buenos. Y llega ese día y algo le pasó, ese día no es su día. Entonces a usted no lo ven jugar bien, entonces no lo dejan [en el equipo]” (David).
La centralidad de la suerte en el fútbol percibida en los entrevistados muestra una gran diferencia con respecto a lo planteado actualmente en las teorías atribucionales. Tal como se mencionó anteriormente, trabajar más duro no necesariamente garantiza el éxito en un partido. Estadísticamente siempre existe por lo menos una pequeña probabilidad que cualquier equipo gane, independientemente de su capacidad y sus actuaciones deportivas anteriores. Siempre es posible que se presentan circunstancias inusuales en un encuentro deportivo: reacciones inesperadas ante un comentario del entrenador o de un aficionado, condiciones climáticas adversas, errores del árbitro, cambios de último minuto en la alineación (debido a lesiones, enfermedades, problemas familiares, renuncias o cambios de club, etc.), tener que enfrentar el equipo favorito de un torneo, entre otros. “La suerte es con frecuencia el factor determinante y muchos de los éxitos y los fracasos que los entrenadores enfrentan durante una temporada” (Aicinena, 2013, 556).
Referencias
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Notas
1. Este artículo se deriva del trabajo de la segunda autora para optar por el grado de Licenciada en Psicología que no contó con financiamiento público ni privado.
2. Licenciada en Psicología por la Universidad de Costa Rica. Estudiante del Doctorado en Psicología de la UNAM. Examen de Candidatura aprobado. Correo electrónico: tatiana_24_a@yahoo.com
3. Licenciada en Psicología por la Universidad de la Salle, Costa Rica. Correo electrónico: angarias@hotmail.es