El sentimiento inconsciente de culpa: enigma clínico
Héctor Fernando Sánchez Aguilar[1], Ma. Antonia Reyes Arellano[2]
Facultad de Psicología, Universidad Autónoma de San Luis Potosí, S.L.P
Resumen
En el presente trabajo se discurre lo que Freud denomina el mayor obstáculo frente a la cura en un proceso psicoanalítico; se trata del sentimiento inconsciente de culpa, el cual se requiere diferenciar del sentimiento de culpa consciente. ¿Cuáles son los fundamentos teórico-clínicos que configuran este enigma? Se elabora también una reflexión del tema apoyándose en las representaciones pictóricas que se desprenden de la obra barroca El sacrificio de Isaac, del pintor español Juan de Valdez Leal. Por último, se destacan las exigencias que el mismo Freud indica para ejercer el psicoanálisis. El tema da lugar a confirmar lo bien fundamentado de los abastecimientos metapsicológicos de la teoría y del seguimiento de los requerimientos esenciales del ejercicio clínico que consisten en: la formación teórica, la supervisión y el análisis personal.
Palabras clave: sentimiento inconsciente de culpa, masoquismo moral, superyó, yo, clínica psicoanalítica.
Abstract
In the following text is stated what Freud referred to as the greatest obstacle for healing in a psychoanalytic process, that is the “unconscious feeling of guilt”, which needs to be differentiated from the “conscious feeling of guilt”. What is the theoretical-clinical foundation for this riddle?. A reflection based on the pictorial representations that emerge from the baroque work The Sacrifice of Isaac, by the Spanish painter Juan de Valdez Leal, is also elaborated and finally the requirements that Freud indicates to do psychoanalysis are highlighted. The content helps to confirm how well grounded the meta-psychological supplies of follow-up theory are to the fundamental requirements of clinical practice consisting of theoretical training, supervision, and personal analysis.
Keywords: unconscious feeling of guilt, moral masochism, superego, ego, psychoanalytic clinic.
Introducción
Este artículo se dispone a profundizar en la comprensión del sentimiento inconsciente de culpa, noción que advirtió Freud en su clínica y que describió teóricamente en trabajos como El yo y el ello (1923) y en El problema económico del masoquismo (1924) principalmente.
En estos escritos, Freud puntualiza en el sentimiento inconsciente de culpa relacionándolo con nociones fundamentales del aparato psíquico como la pulsión de muerte, el yo, el superyó, conciencia moral, ideal del yo, masoquismo y masoquismo moral, por nombrar algunos. Con estas nociones se advierte lo fundamental de su reflexión y discusión en este complejo tema.
Asimismo, a partir del cuadro de El Sacrificio de Isaac de Juan de Valdez Leal, se muestra una representación del conflicto desarrollado de manera teórica a partir de los elementos principales de la pintura como los personajes que figuran, el color y el relato bíblico de Abraham y su hijo Isaac.
Se reflexiona por último sobre las exigencias que el inventor del psicoanálisis señala para ejercer este arte. Los abastecimientos metapsicológicos de la teoría y los requerimientos fundamentales del ejercicio clínico, que consiste en la formación teórica, la supervisión y el análisis personal, confirman un actuar clínico al momento de escuchar y construir el enigmático sentimiento inconsciente de culpa a partir de la palabra del paciente.
Construcción teórica del sentimiento inconsciente de culpa
En la década de los años 1920 y 1930 la reflexión de Freud se encuentra alrededor de conceptos ligados a la segunda tópica del aparato psíquico. Trabajos como El yo y el ello (1923) y El problema económico del masoquismo (1924) son precursores de otra obra fundamental en psicoanálisis: El malestar en la cultura (1930). Se trata de textos que atienden conflictos metapsicológicos diversos, principalmente de contenido social y cultural en el caso de este último; sobre todo, dichas obras develan la implicancia de la pulsión de muerte en la vida del sujeto, y de ello da cuenta el sentimiento inconsciente de culpa, problema escuchado particularmente en la clínica psicoanalítica.
Partiendo de la reacción terapéutica negativa, actitud presentada por ciertos sujetos frente a la cura, Freud afirma:
en estas personas no prevalece la voluntad de curación, sino la necesidad de estar enfermas […] por último se llega a la intelección de que se trata de un factor por así decir ‘moral’, de un sentimiento de culpa que halla su satisfacción en la enfermedad y no quiere renunciar al castigo de padecer (Freud, 1923/1992 p. 50).
Al reparar en esa afirmación, de manera contundente, afirma que este obstáculo es el más enérgico con el que se podría topar en la cura analítica (ibid, p. 50). Esta premisa le permite además formular el concepto de sentimiento inconsciente de culpa, el cual es necesario diferenciar de la noción del sentimiento de culpa consciente.
Para discernirlos metapsicológicamente, es preciso resaltar la participación de las instancias yoica y superyoica. Por un lado, el sentimiento de culpa ligado al superyó surge cuando la pulsión de agresión es contenida y devuelta a su punto de origen, es decir al yo como instancia tópica del aparato psíquico (Freud, 1930).
La conciencia de culpa o sentimiento de culpa, para Freud, refiere “a la tensión entre el superyó que se ha vuelto severo y el yo que le está sometido” (Freud, 1930/1992 p. 119). Es decir, que en esta nocion del sentimiento de culpa, la severidad y agresión provienen de la instancia superyoica representante del mundo exterior en el interior del sujeto.
Esta concepción de la culpa coincide con lo estructurado en el estudio de Tótem y Tabú (1913) al exponer el mito del asesinato del padre en la horda primordial. La culpa deviene del arrepentimiento del acto cometido. Sin embargo, en el caso de las neurosis no siempre se cometen los actos que se reprocha; basta con fantasear e imaginar algo prohibido y que se aleja del ideal de yo para que sobrevenga la culpa (Freud, 1930).
Por otro lado, el sentimiento inconsciente de culpa se piensa más como una necesidad de castigo proveniente del yo. Esta necesidad de castigo subraya la participación activa de la instancia yoica y no en la tendencia punitiva del superyó, “el acento recae […] sobre el genuino masoquismo del yo, quien pide castigo, sea por parte del superyó, sea de los poderes parentales de fuera” (Freud, 1924/1922 p. 174).
En el masoquismo moral reaparece el vínculo sexual edípico, y el sujeto puede inconscientemente incurrir en actos que logran sabotear éxitos personales, profesionales, o en casos extremos una tendencia a la autodestrucción; todo para obtener un castigo erotizado. La inclinación del sujeto por la satisfacción masoquista conlleva el establecimiento de vínculos caracterizados por una propensión repetitiva inconsciente que busca el sometimiento y la humillación: elementos eróticos y fuente de satisfacción pulsional, o dicho a la manera lacaniana: de goce.
En suma, la culpa ligada al superyó se configura con la conciencia moral y el ideal del yo, donde el sujeto puede ser consciente del malestar moral y también puede desconocerlo. El sentimiento inconsciente de culpa, por el contrario, está vinculado a la instancia yoica y el sujeto se encuentra en un desconocimiento total de la satisfacción masoquista en la que participa activamente. Ignora su deseo de ser castigado y sometido eróticamente no solo desde la instancia superyoica, sino también desde poderes impersonales en ocasiones aparentemente azarosos, provenientes de la vida misma, incluso de instituciones o del destino.
Isacc: ¿víctima o cordero?
Ilustrar los elementos metapsicológicos descritos es posible desde lo representado en el detalle de la pintura barroca El sacrificio de Isaac, realizado por Juan de Valdez Leal entre 1657 y 1659 (Anexo A). Es conocida la relación continua entre el arte y el psicoanálisis. En efecto, en varios de sus escritos Freud hace uso de obras artísticas tanto plásticas como literarias (el Moisés de Miguel Ángel, la Gradiva de Jensen, Hamlet de Shakespeare, solo por citar algunos ejemplos) para explicar y desarrollar sus teorías. En ese sentido, “la creación artística puede enseñar al psicoanálisis sobre la naturaleza de su objeto” (Bacile, Cura y Liliana, 2015). Es decir, la obra artística le permite ilustrar las pasiones humanas más allá de la teoría.
En el cuadro de Valdez Leal se observan tres figuras: un ángel vestido de amarillo y rojo que detiene la mano armada de Abraham, quien está a punto de degollar a su hijo Isaac por mandato de Dios; en la parte inferior se encuentra Isaac, casi desnudo, atado de manos y recostado sobre los troncos y las piedras que arman la hoguera en la que será sacrificado.
Resulta llamativo a la mirada del observador la postura esencialmente erótica y seductora de Isaac, de todo su cuerpo. La parte que queda al descubierto de su rostro no evidencía temor o miedo ante el asesinato que está punto de consumarse. Tampoco hay sorpresa o serenidad advenidas por la intervención del ángel que detiene la mano de Abraham.
La expresión corporal transmite otra cosa: las curvaturas de su cuerpo, su cadera ligeramente empujada hacia atrás, sus piernas acomodadas entre los troncos como si estos lo acogieran a manera de lecho o nido en el que se recuesta plácidamente. Su cintura y pecho se elevan mostrando la satisfacción de quien retoza en medio del placer. Entregándose y seduciendo a quien le ató las manos a la espalda, a merced del goce del Otro, en este caso del goce de Dios realizado a partir de las manos de su padre.
Valdez Leal sin duda tiene la intención de que el desnudo de Isaac sea visto; algunos definen este elemento del cuadro como uno de los mejores desnudos creados por el autor (www.artehistoria.com) debido al detalle tan logrado en la anatomía y luminosidad del cuerpo que en definitiva opaca el amarillo del vestido o las alas blancas del ángel enviado de Dios.
Los rostros que componen el cuadro no son completamente mostrados o nítidos; el único que se ve completo es el de Abraham con tonos más oscuros y bajo un aplanamiento afectivo evidente; el rostro del ángel no es posible verlo; el de Isaac, por el contrario, fue recreado con tonos claros, pero sus ojos permanecen cubiertos, ¿acaso para no mostrar la realidad de la satisfacción del goce que su postura, en cambio, sí delata?
Desde esta perspectiva y con los antecedentes teórico-clínicos del sentimiento inconsciente de culpa, Isaac representado en el cuadro de Valdez Leal encuentra en su sacrificio una satisfacción masoquista; sus manos atadas y su postura sexualizada lo confirmarían. Si bien, en el relato bíblico él no ha cometido ningún pecado, se le conduce a un sacrificio inmerecido como prueba de amor, de fidelidad y de temor.
Isacc, como se describe en el pasaje bíblico, fue el hijo ansiosa y afanosamente esperado; recordar que ante todo pronóstico Sara, la estéril, dará a luz por gracia divina en su vejez y en “el tiempo que Dios le había dicho” (Reyna Valera, Génesis 21: 2) a este que sería el cordero en sacrificio, un ejemplo de repetición satisfactoria de cierto castigo justo cuando Abraham logra tener un hijo con su esposa a pesar de su avanzada edad, Dios lo amenaza con arrebatárselo.
Se trata de un gran Otro severo en tanto generador de una satisfacción que evidencía Isaac ante el sacrificio y que el pintor ilustra magistralmente en su postura sexualizada y erótica ante el inminente acto mortal. Padre e hijo atados a una voluntad sádica que exige el holocausto y el filicidio, como para interrogarse sobre la perversa orden que implica asesinar al solo y único hijo, de no ser que en el último segundo es detenido por el ángel de Jehová al corroborar la obediencia de Abraham, que implica sobre todo temer a Dios (Reyna Valera, Génesis 22:12). La obediencia de ambos es expresada con una frase única de Abraham: “Heme aquí”, como siervos-corderos sacrificables cada uno a voluntad de un padre.
¿Qué ganancia, qué satisfacción obtiene Abraham? ¿Cuáles son las de Isaac? El amor del padre, su vehemencia, su bienaventuranza, el filicidio, ¿sólo para trascender ante los ojos de Dios y ante los semejantes? La obediencia sin límites, el cordero prometido, el predilecto de madre y padre, el único Isaac, ¿sólo para devenir mártir? Ambos obedientes escópicamente, en espejo uno y otro ante un padre.
Ante el enigma del sentimiento inconsciente de culpa y su resolución, es claro, en rigor, que el psicoanálisis se desmarca del gran saber que colme sin discusión las preguntas del clínico de cara a ese tema. Ello trae consigo una problematización debido al choque entre discursos, para el caso, el de la moral personal e institucional, así como la ética y la clínica frente al sentimiento inconsciente de culpa.
Las exigencias del ejercicio clínico de orientación psicoanalítica
La cuestión sobre el enigma clínico de atención a estos casos y frente al deseo de castigo y destrucción inconsciente del sujeto interpela al clínico interesado en una formación psicoanalítica, particularmente en la ética y la técnica de las cuales se vale la escucha y atención del caso, así como la concepción de la cura. Esto podría permitir al paciente dar cuenta de que sus vínculos, una vez atravesados por el proceso de hacer consciente lo inconsciente, no tendrían por qué estar permeados siempre por el sufrimiento.
Cuando Freud era cuestionado respecto a quienes podían llevar a cabo el ejercicio clínico psicoanalítico y bajo qué criterios, en Pueden los legos ejercer el psicoanálisis, texto de 1926, de manera detallada explicó cualés serían las exigencias que un profesional debe adquirir para ejercer un tratamiento con quienes padecen de las neurosis. A ese respecto enfatiza: “pero coloco el acento en la exigencia de que no pueda ejercer el análisis nadie que no haya adquirido títulos para ello mediante una formación. Me parece accesorio que esa persona sea o nó un médico” (Freud, 1926/1992 p. 219).
Para ese mismo año existían dos institutos encargados de la formación de los psicoanalistas, uno en Berlín y otro en Viena (Freud, 1926/1992), los cuales recibían instrucción rescatando tres elementos indispensables: recibir una formación teórica del edificio conceptual concerniente al aparato psíquico, supervisión clínica por otro psicoanalista con experiencia, y por último, el análisis personal, factor de colosal relevancia en la clínica psicoanalítica, al contrario de las psicoterapias donde no suele llegar a ser un requisito fundamental.
¿El análisis personal es esencial para la clínica del sentimiento inconsciente de culpa, como en toda práctica donde se promueve el psicoanálisis? Indiscutiblemente. Especialmente en el psicólogo debutante, puesto que tendría que dar cuenta a sí mismo de su relación con la moral y con su propio síntoma para evitar implementar intervenciones sustentadas en criterios morales de salud y enfermedad, en disyuntivas maniqueístas, en discursos fundamentados en ideales positivistas o en discursos que apuntan a ideales construidos a priori de la intervención.
El psicoanálisis, apuntaría a que la escucha del psicólogo debutante en la clínica psicoanalítica –descripción de Reyes y Medina (2020) a propósito de la nominación de estudiantes de psicología que realizan prácticas profesionales– aborde cada caso sin premisas previas (Freud, 1912/1992). Este elemento de la técnica permitiría un acercamiento regio a los aspectos inconscientes de cada caso, así como a la característica fundamental del enigma en el sentimiento inconsciente de culpa, esto es, el desconocimiento total de la dinámica del deseo masoquista, sin el cual no sería posible siquiera un mínimo acercamiento. Dicho de otra forma, al escuchar la emergencia de dicho conflicto neurótico se le estaría dando un lugar al deseo inconsciente de padecer, lo cual resulta más esclarecedor que el hecho de ignorar su existencia. Al ofrecer un lugar y una escucha para que se susciten y verbalicen los deseos de padecimiento y autodestrucción erótizados, el sujeto tendría la opción, en su particularidad, al vivenciarlo.
La propuesta de una intervención frente a la culpabilidad inconsciente, radica también en el cuestionamiento de la posición del clínico frente a la ética. El practicante que se orienta con el enfoque psicoanalítico retiene lo que significa la ética del psicoanálisis, que “no pretende ofrecer al sujeto que sufre un objeto que lo colme, […] ya que no existe tal objeto no hay una referencia precisa sobre el lugar donde se encuentra el bienestar. Existe la falta, el no todo”. (Gomez, 2011 p. 161). Una ética en la que el clínico también se ve involucrado definitivamente.
Asimismo, es necesario cuestionar el o los discursos que circulan en relación a la praxis. Por ejemplo, el discurso positivista que comunmente está presente en las instituciones académicas de la psicología, pue esta tiende a fundamentarse en la fisiología, la estadística y la demanda industrial, intentando generar respuestas caracterizadas por lo concreto, rápido y estandarizado.
Ordoñez y Moreno señalan que “se puede decir que existen instituciones con características particulares y que responden, a su vez, a demandas que provienen de lo que Lacan nombra como el discurso del Amo” (Ordoñez y Moreno, 2018, p. 202). Es decir que es posible argumentar que los discursos en las instituciones (y por supuesto en aquellas encargadas de formar psicólogos clíncos) suelen convertirse en lugares que promueven mandatos superyoicos, para el caso, sobre cómo dirigir y/o anular el sufrimiento, apostando por la modificación de la conducta, la reprogramación del pensamiento o la farmacología.
Esta sería la conceptualización de una psicoterapia eficiente y eficaz, hablando en términos propios de la industria. Estas psicoterapias tendrían los efectos deseados del clínico y del sujeto y, además, cumpliendo esos efectos con la menor cantidad de recursos y en el menor tiempo posible, como lo establecen los parámetros de productividad empresarial e industrial. A ese respecto sería bueno estudiar si los tratamientos psicológicos se rigen bajo esa ideología y si se estaría intentando industrializar al sujeto, pues las psicoterapias responderían a la idea de industrialización del sufrimiento.
Consideraciones finales
Las reflexiones de la clínica fundamentada en psicoanálisis permiten una mejor comprensión de las diferencias entre el discurso de la psicología y el discurso del psicoanálisis. Lo anterior para considerar la atención que se brinda a los elementos inconscientes y la escucha que se presta a las implicaciones de la pulsión de muerte, en este caso a la necesidad de padecer.
Dar lugar a la escucha del sentimiento inconsciente de culpa durante la práctica clínica fundamentada en psicoanálisis, implica diferenciar la escucha que se presta desde la moral, la cual está caracterizada por el prejuicio de la bondad innata del paciente y la búsqueda del bienestar, elementos que se retoman como objetivos terapéuticos.
Principalmente por este aspecto es imprescindible retomar los requisitos necesarios para implementar y ejercer la clínica desde el psicoanálisis, puesto que la escucha se vería favorecida por el atravesamiento de la formación teórica del aparato psíquico y el análisis personal, dando cuenta de la propia pulsión de muerte y cómo se manifiesta en la subjetividad del clínico y en lo que escucha de sus pacientes, sostenido por el tercer elemento ineludible: la supervisión.
La problemática del sentimiento inconsciente de culpa problematiza principalmente al clínco al transitar desde el marco epistémico de la psicología al del psicoanálisis, puesto que cuestiona elementos fundamentales para la práctica clínica, tales como la diferencia entre la ética y la moral y los ideales de bienestar y de salud.
Referencias
De Valdéz Leal, Juan. (1657) El sacrificio de Isaac. Disponible en: https://www.artehistoria.com/es/obra/sacrificio-de-isaac-3
Bacile, J., Cura, E. & Liliana, V. (2015). “Arte y Psicoanálisis. Como el arte nos posibilita la tyche”. VII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. XXII Jornadas de Investigación. XI Encuentro de investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología – Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires
Freud, S. (1992). El yo y el ello. (J. Etcheverry, trad.). en J. Strachey (Ed.), Sigmund Freud: Obras Completas (Vol. 19 págs. 1- 66). Buenos Aires: Amorrortu Editores. (Trabajo original publicado en 1923).
Freud, S. (1992). El problema económico del masoquismo (J. Etcheverry, trad.). en J. Strachey (Ed.), Sigmund Freud: Obras Completas (Vol. 19 págs. 161-176). Buenos Aires: Amorrortu Editores (Trabajo original publicado en 1924)
Freud, S. (1992) ¿Pueden los legos ejercer el análisis? Diálogos con un juez impacial. (J. Etcheverry, trad.). en J. Strachey (Ed.), Sigmund Freud: Obras Completas (Vol. 20 págs. 165-244). Buenos Aires: Amorrortu Editores (Trabajo original publicado en 1926)
Freud, S. (1992) El malestar en la cultura (J. Etcheverry, trad.). En J. Strachey (Ed.), Sigmund Freud: Obras Completas (Vol. 21 págs. 57-140). Buenos Aires: Amorrortu Editores (Trabajo original publicado en 1930)
Gómez, G. (2011). “La ética del psicoanálisis”, en Revista Pensando Psicología, vol. 7, núm. 12, pp. 161–164.
Reyes, A., Medina, C. (2020). “Un caso de subjetividad y violencia. Por una clínica psicoanalítica en la formación del psicólogo”. En García, L., Ocaña, Z., Sujetos y contextos de las violencias en América Latina. Aportes teóricos y evidencias empíricas. (pp. 451-458). Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.
Ordóñez, R. & Moreno, C. (2018). “Psicoanálisis e institución. Sobre la aplicación del psicoanálisis en dispositivos institucionales”. Affectio Societatis. Vol. 15 (28) págs. 196 - 227
Anexo (A)
El sacrifico de Isaac, obra realizada por Juan de Valdez Leal (1657–1659)
Notas
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Maestrando en el Instituto de Investigación y Posgrado de la Facultad de Psicología de la UASLP, becado por CONACYT San Luis Potosí, S.L.P. Correo electrónico: hectorfernando-sa@hotmail.com ↑
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Profesor investigador en el Instituto de Investigación y Posgrado de la Facultad de Psicología de la UASLP, San Luis Potosí S.L.P. Correo electrónico: ma.reyes@uaslp.com.mx ↑