El uso de las medidas de auto-informe: ventajas y limitaciones en la investigación en Psicología Descargar este archivo (El uso de las medidas de auto-informe.pdf)

Macarena Verónica del Valle[1]y Eliana Vanesa Zamora[2]

Instituto de Psicología Básica, Aplicada y Tecnología
Universidad Nacional de Mar del Plata – CONICET

Resumen

El uso de medi­das de auto-infor­me, de amplia difu­sión en Psi­co­lo­gía, ha sido cri­ti­ca­do en diver­sas opor­tu­ni­da­des. El obje­ti­vo de este tra­ba­jo ha sido carac­te­ri­zar a las medi­das auto-infor­me, indi­can­do sus ven­ta­jas y des­ven­ta­jas en al área de la Psi­co­lo­gía bási­ca y apli­ca­da. Sobre la uti­li­dad de estas téc­ni­cas, se des­ta­can su ver­sa­ti­li­dad, su prac­ti­ci­dad, su faci­li­dad para pro­ce­sar las res­pues­tas, el aho­rro de cos­tos y tiem­po y el acce­so que dan a infor­ma­ción intros­pec­ti­va y amplias mues­tras, entre otras. Sobre sus des­ven­ta­jas, se des­ta­can los pro­ble­mas aso­cia­dos a su vali­dez y obje­ti­vi­dad, las bajas corre­la­cio­nes con medi­das com­por­ta­men­ta­les, la posi­ble fal­ta de moti­va­ción (coyun­tu­ral y estruc­tu­ral) de los par­ti­ci­pan­tes a res­pon­der, los posi­bles ses­gos en las res­pues­tas y la desea­bi­li­dad social. El cono­ci­mien­to de las ven­ta­jas y limi­ta­cio­nes de estas herra­mien­tas, resul­ta fun­da­men­tal para efec­tuar mejo­res deci­sio­nes meto­do­ló­gi­cas y pro­fe­sio­na­les.

Pala­bras cla­ve: auto-infor­me; auto-repor­te; medi­ción; psi­co­me­tría; ses­gos.

Abstract

The use of self-report mea­su­res, widely dis­tri­bu­ted in Psy­cho­logy, has been cri­ti­ci­zed on seve­ral occa­sions. The aim of this study was to cha­rac­te­ri­ze self-report mea­su­res, indi­ca­ting their advan­ta­ges and disad­van­ta­ges in both basic and applied Psy­cho­logy. Regar­ding the advan­ta­ges of the­se mea­su­res, we high­light (among others) their ver­sa­ti­lity, their prac­ti­ca­lity, the easi­ness of res­pon­se pro­ces­sing, their low cost and time savings, and the access they give to intros­pec­ti­ve infor­ma­tion and exten­si­ve sam­ples. Regar­ding its disad­van­ta­ges, we high­light the pro­blems asso­cia­ted with its vali­dity and objec­ti­vity, the low corre­la­tions with beha­vio­ral mea­su­res, the pos­si­ble lack of moti­va­tion (con­jun­ctu­ral and struc­tu­ral) of the par­ti­ci­pants for res­pon­ding, the pos­si­ble bia­ses and the social desira­bi­lity. Know­led­ge of the advan­ta­ges and limi­ta­tions of the­se assess­ment tools is essen­tial to make bet­ter metho­do­lo­gi­cal and pro­fes­sio­nal deci­sions.

Key­words: self-report mea­su­res; assess­ment; psy­cho­me­tric; bias.

¿Qué son las medidas de auto-informe?

Por méto­dos o medi­das de auto-infor­me o auto-repor­te se entien­de toda aque­lla eva­lua­ción, encues­ta, esca­la o cues­tio­na­rio que se uti­li­ce para reca­bar infor­ma­ción o datos sobre un suje­to y que tie­ne la par­ti­cu­la­ri­dad de ser el suje­to en cues­tión quien debe res­pon­der pre­gun­tas acer­ca de sí mis­mo, com­ple­tar los datos que le son reque­ri­dos o con­ta­bi­li­zar las medi­das que se le indi­can. Se tra­ta de ins­tru­men­tos de reco­lec­ción de infor­ma­ción sobre las per­so­nas, sien­do ellos mis­mos quie­nes deben com­ple­tar­los (Bour­que y Fiel­der, 2003; Raza­vi, 2001). El auto-infor­me posi­bi­li­ta que cada indi­vi­duo pue­da “entre­vis­tar­se a sí mis­mo” (De las Cue­vas Cas­tre­sa­na y Gon­zá­lez de Rive­ra Revuel­ta, 1992).

La reco­lec­ción de datos en inves­ti­ga­ción en Cien­cias Socia­les revis­te cru­cial inte­rés, pues­to que los ins­tru­men­tos de los que nos vale­mos deben per­mi­tir­nos reca­bar infor­ma­ción bajo la cer­te­za de que esta será lo más váli­da y con­fia­ble posi­ble (Corral, 2009). Sin embar­go, la eva­lua­ción del ins­tru­men­to que se va a uti­li­zar para lle­var ade­lan­te una inves­ti­ga­ción debe cum­plir con cier­tos cri­te­rios aso­cia­dos a la vali­dez, la con­fia­bi­li­dad y la uti­li­dad prác­ti­ca.

Para la psi­co­lo­gía, los méto­dos auto-infor­me son ins­tru­men­tos clá­si­cos de eva­lua­ción en inves­ti­ga­ción en don­de se apli­ca a los suje­tos una diver­si­dad de cues­tio­na­rios, inven­ta­rios o esca­las, por lo gene­ral inda­gan­do a la per­so­na a tra­vés de una serie de pre­gun­tas cor­tas o sen­ten­cias a valo­rar, prin­ci­pal­men­te en for­ma­to tipo Likert, con varias opcio­nes de res­pues­ta. Así pues, el suje­to brin­da al inves­ti­ga­dor una valo­ra­ción sub­je­ti­va de sus nive­les en cier­tas habi­li­da­des o com­pe­ten­cias, o bien su opi­nión res­pec­to a deter­mi­na­dos hechos de la vida coti­dia­na (Fer­nán­dez Berro­cal y Extre­me­ra Pache­co, 2004).

Aun­que los ins­tru­men­tos de auto-infor­me pre­sen­tan una serie de bene­fi­cios para la inves­ti­ga­ción, tam­bién se pue­den encon­trar dis­tin­tas des­ven­ta­jas deri­va­das de las carac­te­rís­ti­cas intrín­se­cas de este tipo de prue­bas. El hecho de cono­cer y com­pren­der con cla­ri­dad cuá­les son las ven­ta­jas y las limi­ta­cio­nes de este tipo de herra­mien­tas per­mi­ti­rá a los inves­ti­ga­do­res efec­tuar mejo­res deci­sio­nes meto­do­ló­gi­cas y con­si­de­rar con mayor pre­ci­sión cuál es la exten­sión de los resul­ta­dos que encuen­tren (Spec­tor, 1994).

¿Cómo se aplican los instrumentos de auto-informe?

Los méto­dos auto-infor­me fue­ron tra­di­cio­nal­men­te ela­bo­ra­dos para ser com­ple­ta­dos median­te lápiz y papel. Cabe dis­tin­guir, a su vez, entre el auto-repor­te y la auto-admi­nis­tra­ción. Los ins­tru­men­tos auto-infor­me, como se men­cio­nó, son aque­llos en don­de la per­so­na debe res­pon­der pre­gun­tas acer­ca de sí mis­mo. Empe­ro, eso no sig­ni­fi­ca que deba ser él mis­mo quien se admi­nis­tre el ins­tru­men­to. En oca­sio­nes, por medio de entre­vis­tas, los pro­fe­sio­na­les de dis­tin­tas áreas pue­den hacer­nos pre­gun­tas acer­ca de cómo nos sen­ti­mos o de lo que pen­sa­mos o hace­mos: el eva­lua­dor pre­gun­ta y el suje­to de inte­rés res­pon­de. En esos casos, segui­mos fren­te a una medi­da de auto-infor­me, pero no está sien­do auto-admi­nis­tra­da. En otras opor­tu­ni­da­des, los ins­tru­men­tos son brin­da­dos a la per­so­na para que sea ella mis­ma la encar­ga­da de leer las pre­gun­tas o ítems y res­pon­der­los en fun­ción de sus pro­pias emo­cio­nes, sen­ti­mien­tos o accio­nes. Así, el suje­to que res­pon­de es tam­bién quien com­ple­ta la medi­da, por lo que se tra­ta de un auto-infor­me que ade­más está sien­do auto-admi­nis­tra­do. Adi­cio­nal­men­te, pode­mos apli­car medi­das de auto-infor­me de for­ma indi­vi­dual o gru­pal.

Ade­más del for­ma­to tra­di­cio­nal de lápiz y papel, la pro­li­fe­ra­ción actual de méto­dos compu­tari­za­dos, compu­tado­ras per­so­na­les, dis­po­si­ti­vos elec­tró­ni­cos y medios digi­ta­les ha gene­ra­do que muchos pro­ce­di­mien­tos aso­cia­dos a los cues­tio­na­rios hayan sido infor­ma­ti­za­dos. En este sen­ti­do, en tér­mi­nos de super­vi­sión del inves­ti­ga­dor, pue­de con­si­de­rar­se que con­ta­mos con dos tipos de méto­dos de auto-infor­me, que pue­den, cier­ta­men­te, enten­der­se como dos polos den­tro de un con­ti­nuo, en don­de, por un lado, se encuen­tran los méto­dos que son apli­ca­dos fren­te a la super­vi­sión del eva­lua­dor (cara-a-cara), y por el otro, aque­llos que son com­ple­ta­dos por el suje­to sin super­vi­sión algu­na (por ejem­plo, vía e‑mail o encues­tas por Inter­net) (Bour­que y Fiel­der, 2003). Cual­quie­ra que sea la moda­li­dad, las per­so­nas que res­pon­den deben ser capa­ces de hacer pre­gun­tas sobre el pro­ce­so, por lo que el eva­lua­dor debe ser o bien el pro­pio inves­ti­ga­dor, o bien alguien entre­na­do espe­cí­fi­ca­men­te para el fin de reco­lec­tar los datos. Ade­más, cuan­do la reco­lec­ción de datos es asin­cró­ni­ca, es decir, se pro­du­ce de mane­ra dife­ri­da en el tiem­po entre el eva­lua­do y el eva­lua­dor, los par­ti­ci­pan­tes deben tener a su dis­po­si­ción una for­ma de comu­ni­car­se con el inves­ti­ga­dor.

A con­ti­nua­ción se desa­rro­lla­rán los alcan­ces y las limi­ta­cio­nes más fre­cuen­te­men­te men­cio­na­das en la biblio­gra­fía res­pec­to de la apli­ca­ción de medi­das de auto-infor­me.

¿Cuáles son las ventajas de los métodos de auto-informe?

Según Bour­que y Fiel­der (2003) la ver­sa­ti­li­dad de estos méto­dos per­mi­te que los mis­mos pue­dan ser uti­li­za­dos como ins­tru­men­tos de eva­lua­ción de aspec­tos cuan­ti­ta­ti­vos y cua­li­ta­ti­vos. Ade­más, el pro­ce­sa­mien­to de los datos tam­bién es sen­ci­llo, pues­to que sue­len pre­sen­tar una estruc­tu­ra de res­pues­ta cerra­da, limi­ta­da a las cate­go­rías esta­ble­ci­das pre­via­men­te, fácil de compu­tar y pro­ce­sar. Para Eche­bu­rúa, Amor y Corral (2003), los auto-infor­mes dan acce­so a una infor­ma­ción rápi­da, razo­na­ble­men­te fia­ble y que corre­la­cio­na satis­fac­to­ria­men­te con otro tipo de medi­das como prue­bas de obser­va­ción y regis­tros psi­co­fi­sio­ló­gi­cos (aun­que las aso­cia­cio­nes sue­len ser mejo­res cuan­do se eva­lúa la rela­ción de varias medi­das auto-infor­me entre sí). Tam­bién Eche­bu­rúa (1996), par­ti­cu­lar­men­te refe­ri­do a la eva­lua­ción con fines clí­ni­cos, sos­tie­ne que los cues­tio­na­rios o inven­ta­rios per­mi­ten explo­rar un aba­ni­co muy amplio de con­duc­tas (muchas de ellas inac­ce­si­bles a la obser­va­ción direc­ta) en un tiem­po rela­ti­va­men­te bre­ve.

Las prin­ci­pa­les ven­ta­jas que los diver­sos auto­res refie­ren res­pec­to a las medi­das auto-infor­me en psi­co­lo­gía devie­nen prin­ci­pal­men­te de su uti­li­dad prác­ti­ca. Pue­den ser apli­ca­dos a un gran núme­ro de per­so­nas (pues es plau­si­ble la apli­ca­ción colec­ti­va) aún en los casos en los que no se dis­po­ne de mucho pre­su­pues­to, y esto nos per­mi­te acce­der a mues­tras de mayor tama­ño en menos tiem­po y con menor esfuer­zo (Fer­nán­dez Berro­cal y Extre­me­ra Pache­co, 2004).

Tam­po­co es nece­sa­rio entre­nar dema­sia­do a los eva­lua­do­res que reali­cen la apli­ca­ción de los ins­tru­men­tos, pues­to que pue­den sim­ple­men­te dis­tri­buir­se las ins­truc­cio­nes con­jun­ta­men­te con los pro­to­co­los entre un gru­po de suje­tos y espe­rar a que ellos mis­mos lo com­ple­ten. Bour­que y Fiel­der (2003) tam­bién seña­lan como un alcan­ce de estos méto­dos que no son nece­sa­rios soft­wa­res espe­cí­fi­cos o equi­pos y compu­tado­ras para reca­bar infor­ma­ción. En com­pa­ra­ción, según Fer­nán­dez Berro­cal y Extre­me­ra Pache­co (2004) las medi­das de eje­cu­ción o medi­das com­por­ta­men­ta­les nece­si­tan expli­ca­cio­nes deta­lla­das de cada una de las tareas a rea­li­zar, su imple­men­ta­ción sue­le ser indi­vi­dual y demo­ran más tiem­po en ser apli­ca­das, lo que pue­den aumen­tar el ries­go de posi­bles ses­gos en la con­tes­ta­ción debi­do al can­san­cio.

A su vez, los suje­tos pue­den encon­trar­se más dis­pues­tos a ser sin­ce­ros res­pec­to a deter­mi­na­dos temas sen­si­bles (como las dro­gas, la vio­len­cia, el abu­so sexual o la infi­de­li­dad) cuan­do la reco­lec­ción de datos se rea­li­za median­te auto-infor­mes anó­ni­mos que cuan­do se uti­li­zan, por ejem­plo, entre­vis­tas per­so­na­les. Her­nán­dez Sam­pie­ri, Fer­nán­dez Colla­do y Bap­tis­ta Lucio (2010), sos­tie­nen tam­bién que en los casos en don­de se inda­gan cues­tio­nes muy per­so­na­les o de mayor car­ga emo­ti­va, los suje­tos pue­den con­tes­tar de mane­ra más rela­ja­da y sin­ce­ra, pues no se encuen­tran fren­te a fren­te con el eva­lua­dor.

En el caso del ámbi­to clí­ni­co en psi­co­lo­gía, los méto­dos de auto-infor­me per­mi­ten un acer­ca­mien­to o abor­da­je ini­cial al tras­torno del pacien­te, a su sin­to­ma­to­lo­gía y males­tar gene­ral, así como a deter­mi­na­das carac­te­rís­ti­cas indi­vi­dua­les como la per­so­na­li­dad o el auto­con­cep­to (De las Cue­vas Cas­tre­sa­na y Gon­zá­lez de Rive­ra Revuel­ta, 1992). En este sen­ti­do, otra ven­ta­ja resi­de en que los méto­dos de auto-infor­me per­mi­ten el acce­so a infor­ma­ción intros­pec­ti­va que no podría ser reca­ba­da de nin­gu­na otra mane­ra, pues el suje­to es el úni­co capaz de sumi­nis­trar­la (Bald­win, 2009; Paulhus y Vazi­re, 2007). Las obser­va­cio­nes o medi­das de eva­lua­ción que rea­li­za el inves­ti­ga­dor, si bien sue­len resul­tar más fie­les a la reali­dad, omi­ten una gran por­ción de lo que acon­te­ce debi­do a que no pue­den acce­der a la con­cien­cia del suje­to de otro modo más que por aque­llo que este repor­ta (De las Cue­vas Cas­tre­sa­na y Gon­zá­lez de Rive­ra Revuel­ta, 1992).

Los méto­dos auto-infor­me tam­bién supo­nen un aho­rro de cos­tos y tiem­po por par­te del pro­fe­sio­nal que los emplea (De las Cue­vas Cas­tre­sa­na y Gon­zá­lez de Rive­ra Revuel­ta, 1992); pue­den ser con­si­de­ra­dos como el méto­do más eco­nó­mi­co de reco­lec­ción de datos, sien­do posi­ble apli­car­los a un gran núme­ro de per­so­nas en tiem­pos redu­ci­dos y con cos­tos eco­nó­mi­cos muy bajos. Al menos esa resul­ta ser una de sus ven­ta­jas más robus­tas fren­te a otros méto­dos (Mar­tín, 2011). Tam­bién se eli­mi­nan ses­gos que el expe­ri­men­ta­dor pue­da gene­rar en los encues­ta­dos, como el tono de la voz, la cali­dez, la expre­sión facial, etc. (Bour­que y Fiel­der, 2003; De las Cue­vas Cas­tre­sa­na y Gon­zá­lez de Rive­ra Revuel­ta, 1992). En ese sen­ti­do, se homo­ge­nei­zan las con­di­cio­nes de pre­sen­ta­ción de los estí­mu­los del ins­tru­men­to a todos los suje­tos.

¿Cuáles son las limitaciones de los instrumentos de auto-informe?

Los méto­dos de auto-infor­me son ins­tru­men­tos de cap­tu­ra de infor­ma­ción que resul­tan úti­les prin­ci­pal­men­te para des­cri­bir un con­cep­to o corro­bo­rar o refu­tar una hipó­te­sis o mode­lo. Sin embar­go, entre otros pro­ble­mas, los mis­mos resul­tan infruc­tuo­sos en el mar­co de un pro­yec­to de inves­ti­ga­ción cuan­do se tra­ta de gene­rar nue­vas ideas o teo­rías (Mar­tín, 2011). Así, es váli­do afir­mar que los méto­dos de auto-infor­me solo resul­tan úti­les para reca­bar cier­to tipo de datos, pero no otros (Bour­que y Fiel­der, 2003). Lo más pro­ble­má­ti­co es que las limi­ta­cio­nes que poseen las medi­das de auto-infor­me pue­den dar lugar a la reco­lec­ción de infor­ma­ción erró­nea que, como con­se­cuen­cia, des­em­bo­que en resul­ta­dos y con­clu­sio­nes equí­vo­cas (De las Cue­vas Cas­tre­sa­na y Gon­zá­lez de Rive­ra Revuel­ta, 1992) o a erro­res de inves­ti­ga­ción de Tipo I (fal­sos posi­ti­vos; Sam­pie­ri et al., 2010).

Al res­pec­to, Fer­nán­dez Berro­cal y Extre­me­ra Pache­co (2004) seña­lan que son téc­ni­cas poco obje­ti­vas y pue­den estar ses­ga­das por las capa­ci­da­des de intros­pec­ción de la per­so­na y su memo­ria en com­pa­ra­ción con medi­das de eje­cu­ción. Por ejem­plo, Cia­rro­chi, Dea­ne y Ander­son (2002), en su inves­ti­ga­ción sobre regu­la­ción emo­cio­nal, encon­tra­ron esca­sa corre­la­ción entre la per­cep­ción de las emo­cio­nes que los suje­tos auto-esti­ma­ban y su eje­cu­ción real. Simi­la­res resul­ta­dos han sido repor­ta­dos por otros estu­dios, en don­de las medi­das de auto-infor­me y las medi­das com­por­ta­men­ta­les que ver­san, ambas, sobre el mis­mo cons­truc­to, sue­len dar resul­ta­dos de aso­cia­cio­nes bajas o nulas (Allom, Panet­ta, Mullan y Hag­ger, 2016; Glass­man et al., 2016). En este sen­ti­do, la vali­dez y con­fia­bi­li­dad de diver­sas medi­das auto-infor­me tam­bién ha sido pues­ta en tela de jui­cio (Pike y Kuh, 2005). Por ejem­plo, Núñez, Solano, Gon­zá­lez-Pien­da y Rosa­rio (2006) deter­mi­na­ron, res­pec­to de la eva­lua­ción de los pro­ce­sos de auto­rre­gu­la­ción del apren­di­za­je, que los alum­nos bajo estu­dio aumen­ta­ban la fre­cuen­cia repor­ta­da de uti­li­za­ción de téc­ni­cas de estu­dio lue­go de asis­tir a una sesión de 45 minu­tos que infor­ma­ba sobre la natu­ra­le­za de las téc­ni­cas y el apren­di­za­je. Estos resul­ta­dos, al igual que las incon­sis­ten­cias encon­tra­das, aten­tan con­tra la vali­dez de cons­truc­to de las medi­das auto-infor­me uti­li­za­das en estos estu­dios.

Los méto­dos de auto-infor­me, ade­más, no son sus­cep­ti­bles de ser apli­ca­dos a todos los suje­tos. Por ejem­plo, los ins­tru­men­tos no son úti­les cuan­do se pre­ten­de eva­luar a niños peque­ños que no han desa­rro­lla­do aún capa­ci­da­des de auto-obser­va­ción o auto-eva­lua­ción, ni para aque­llos, aún más peque­ños, que no poseen un flui­do mane­jo de la lec­to­es­cri­tu­ra (Stur­gess, Rod­ger y Ozan­ne, 2002). A su vez, los erro­res tam­bién pue­den suce­der por des­co­no­ci­mien­to de quien res­pon­de, ya sea el caso de una fal­ta de capa­ci­dad de intros­pec­ción o un bajo nivel cul­tu­ral (Eche­bu­rúa et al., 2003; Mazefsky, Kao y Oswald, 2011).

Adi­cio­nal­men­te, algu­nos estu­dios que uti­li­zan las medi­das de auto-infor­me para aumen­tar sus núme­ros mues­tra­les, des­ta­can jus­ta­men­te la can­ti­dad de par­ti­ci­pan­tes como una for­ta­le­za de sus pro­ce­di­mien­tos y garan­tía de la gene­ra­li­za­ción de sus resul­ta­dos. Sin embar­go, el hecho de que la can­ti­dad de suje­tos inclui­dos en la mues­tra median­te la apli­ca­ción de encues­tas o pro­to­co­los sea alta, no sig­ni­fi­ca nece­sa­ria­men­te que la mues­tra obte­ni­da sea repre­sen­ta­ti­va o pue­dan gene­ra­li­zar­se los resul­ta­dos obte­ni­dos. En este sen­ti­do, sola­men­te las mues­tras pro­ba­bi­lís­ti­cas son repre­sen­ta­ti­vas, mien­tras que, en la mayo­ría de los casos, los estu­dios lle­va­dos a cabo con méto­dos de auto-infor­me tra­ba­jan con mues­tras no pro­ba­bi­lís­ti­cas, de con­ve­nien­cia (Bour­que y Fiel­der, 2003).

Adi­cio­nal­men­te, res­pec­to de aque­llos cues­tio­na­rios de auto-infor­me que se apli­can sin super­vi­sión del eva­lua­dor, o en aque­llos que se rea­li­zan median­te tomas gene­ra­li­za­das y gru­pa­les, sue­len apa­re­cer con fre­cuen­cia datos per­di­dos, a saber, ítems sin res­pon­der o res­pues­tas ile­gi­bles (Bour­que y Fiel­der, 2003). Los datos per­di­dos pue­den dar lugar a ses­gos en la esti­ma­ción de pará­me­tros y a pér­di­da de poder esta­dís­ti­co (Roth, 1994). Por su par­te, la mayo­ría de los méto­dos de tra­ta­mien­to de datos per­di­dos, si bien sen­ci­llos de imple­men­tar esta­dís­ti­ca­men­te, poseen esca­so sus­ten­to en tér­mi­nos empí­ri­cos (Fox-Wasylyshyn y El-Mas­ri, 2005).

La fal­ta de moti­va­ción a res­pon­der a los ins­tru­men­tos auto-infor­me tam­bién es una limi­ta­ción con­si­de­ra­ble. Eche­bu­rúa et al. (2003) con­si­de­ran que la fal­ta de moti­va­ción pue­de ser estruc­tu­ral (en los casos en los que el suje­to no tie­ne inte­rés en cola­bo­rar con la inves­ti­ga­ción) o coyun­tu­ral (que ocu­rre cuan­do median fac­to­res aso­cia­dos a la fati­ga, la enfer­me­dad físi­ca, el apren­di­za­je por re-test, etc.). Cuan­do los suje­tos bajo estu­dio care­cen de una moti­va­ción ade­cua­da para par­ti­ci­par de la inves­ti­ga­ción tien­den a res­pon­der con rapi­dez más que con pre­ci­sión. Así, se asu­me que el eva­lua­do que res­pon­de pue­de y de hecho desea des­cri­bir lo más fide­dig­na­men­te posi­ble su con­duc­ta, lo cual pue­de no ser nece­sa­ria­men­te cier­to.

Los pro­ble­mas en la fide­li­dad de los datos tam­bién pue­den ser con­se­cuen­cia de otras cau­sas, como es el caso de pacien­tes con amne­sia, psi­co­sis, demen­cia, etc., o en aque­llas áreas o con­tex­tos don­de la simu­la­ción deli­be­ra­da o el enga­ño pue­dan gene­rar una ganan­cia per­so­nal. Por ejem­plo, en el ámbi­to labo­ral, un suje­to que soli­ci­ta un empleo pue­de ten­der a brin­dar res­pues­tas desea­bles social­men­te o espe­ra­bles según el lugar que aspi­ra a ocu­par, con el fin de favo­re­cer una bue­na impre­sión de sí mis­mo (Ander­son, War­ner y Spen­cer, 1984). Con­tra­ria­men­te, en el área jurí­di­ca, los cues­tio­na­rios tam­bién pue­den ver­se ses­ga­dos si la per­so­na inten­ta dar una ima­gen nega­ti­va de sí mis­mo si eso le per­mi­te, por ejem­plo, acce­der a una pri­ma por daños y per­jui­cios (Sleep, Petty y Wygant, 2015).

¿Qué ocurre con la deseabilidad social?

Según lo men­cio­na­do ante­rior­men­te, tam­bién es impor­tan­te con­si­de­rar los ses­gos en las res­pues­tas debi­do a la desea­bi­li­dad social (como pre­jui­cios o racis­mo), que se pro­du­ce cuan­do los suje­tos con­tes­tan en fun­ción de lo que se con­si­de­ra social­men­te acep­ta­ble (Velo, 2005). Para Fer­nán­dez Berro­cal y Extre­me­ra Pache­co (2004), la desea­bi­li­dad en la inves­ti­ga­ción en psi­co­lo­gía se refie­re al ses­go pre­me­di­ta­do en las res­pues­tas al cues­tio­na­rio con obje­to de dar una ima­gen social desea­da o una peor ima­gen de lo que se espe­ra. Según Elling­ton, Smith y Sac­ket (2001), la desea­bi­li­dad social, o dis­tor­sión en la res­pues­ta, refie­re de mane­ra gene­ral a la ten­den­cia de los suje­tos bajo estu­dio a con­tes­tar a los ítems del ins­tru­men­to de eva­lua­ción de modo que las res­pues­tas corres­pon­dan más a las pre­sio­nes socia­les o nor­ma­ti­vas, en lugar de pro­por­cio­nar un auto-infor­me verí­di­co. Los ses­gos de desea­bi­li­dad social se han obser­va­do tan­to en el repor­te de con­duc­tas nega­ti­vas, como por ejem­plo la con­duc­ta delic­ti­va o vio­len­ta, como en el repor­te de con­duc­tas posi­ti­vas, como el con­su­mo de ali­men­tos salu­da­ble o la prác­ti­ca de ejer­ci­cio físi­co (Bren­ner y DeLa­ma­ter, 2014; Di Noia, Cullen y Moni­ca, 2016; Van de Mor­tel, 2008; Viss­chers, Jas­paert y Ver­vae­ke, 2017).

Al res­pec­to, Sal­ga­do (2005), en un meta­aná­li­sis sobre la eva­lua­ción de la per­so­na­li­dad en con­tex­tos labo­ra­les o de selec­ción de per­so­nal, encon­tró que la desea­bi­li­dad social tie­ne un efec­to pro­me­dio de inflar las pun­tua­cio­nes en 0.38 uni­da­des de des­via­ción típi­ca. Por su par­te, res­pec­to del fin­gi­mien­to, Fer­nán­dez Mon­tal­vo y Eche­bu­rúa (2006) repor­tan que tam­bién en el área clí­ni­ca los auto-infor­mes pre­sen­tan una ten­den­cia a sobre diag­nos­ti­car tras­tor­nos de per­so­na­li­dad en com­pa­ra­ción con las entre­vis­tas clí­ni­cas, a las cua­les los auto­res con­si­de­ran más estric­tas y con­ser­va­do­ras.

Para tra­tar de con­tra­rres­tar esta fuen­te de error, muchos inves­ti­ga­do­res (prin­ci­pal­men­te aque­llos que tra­ba­jan en áreas vin­cu­la­das a lo labo­ral, lo jurí­di­co o con pro­ble­mas psi­co­ló­gi­cos que pue­den pres­tar­se a fomen­tar las res­pues­tas desea­bles, como dro­ga­dic­ción, abu­so, vio­len­cia, etc.) han incor­po­ra­do herra­mien­tas que reduz­can el ses­go debi­do a la desea­bi­li­dad social. Esto se ha rea­li­za­do prin­ci­pal­men­te de dos for­mas: evi­tan­do las dis­tor­sio­nes (con­trol de aquies­cen­cia en for­mu­la­ción de ítems, inclu­sión de ítems de con­cor­dan­cia y de eva­lua­ción de ten­den­cias de impre­sión nega­ti­va o posi­ti­va y pedi­do de cola­bo­ra­ción sin­ce­ra por par­te de los suje­tos) y detec­tan­do las mis­mas, lue­go de la apli­ca­ción de los ins­tru­men­tos median­te la admi­nis­tra­ción de esca­las espe­cí­fi­cas de eva­lua­ción de sin­ce­ri­dad o desea­bi­li­dad social (Eche­bu­rúa et al., 2003). Un pro­ble­ma muy sobre­sa­lien­te en los últi­mos años es el de los cues­tio­na­rios que se admi­nis­tran por medio de pla­ta­for­ma digi­ta­les que pagan a las per­so­nas por sus res­pues­tas. En estos casos, mien­tras más cues­tio­na­rios res­pon­da la per­so­na, más dine­ro reci­be, por lo que pre­do­mi­na el inte­rés en res­pon­der más rápi­da­men­te, y no más sin­ce­ra o acer­ta­da­men­te. En estos casos, algu­nos inves­ti­ga­do­res (e.g., Rogers, Bar­deen, Fer­gus y Ben­fer, 2018) han opta­do por incor­po­rar en sus esca­las, de for­ma inter­ca­la­da, ítems for­mu­la­dos para ase­gu­rar­se de que el par­ti­ci­pan­te está pres­tan­do aten­ción, como por ejem­plo “res­pon­da ‘nun­ca’ si está pres­tan­do aten­ción en este momen­to”. Se asu­me que los par­ti­ci­pan­tes que fallan en con­tes­tar ade­cua­da­men­te a estos ítems die­ron res­pues­tas alea­to­rias y son eli­mi­na­dos de los aná­li­sis (Oppenhei­mer, Mey­vis y Davi­den­ko, 2009).

Discusión y conclusiones

En el ámbi­to de la inves­ti­ga­ción en psi­co­lo­gía, pese a la juven­tud de la cien­cia, encon­tra­mos una amplí­si­ma gama de méto­dos, medi­das e ins­tru­men­tos que res­pon­den a la com­ple­ji­dad de pro­ce­sos, capa­ci­da­des, cons­truc­tos y habi­li­da­des que la cien­cia psi­co­ló­gi­ca abar­ca. Ade­más, dado que muchas de las varia­bles tie­nen difi­cul­ta­des inhe­ren­tes para ser medi­das (pues no pue­den ser obser­va­das direc­ta­men­te), exis­te una diver­si­dad de téc­ni­cas apli­ca­bles para poder medir un mis­mo cons­truc­to psi­co­ló­gi­co. Esta amplia dis­po­ni­bi­li­dad de herra­mien­tas en la medi­ción cien­tí­fi­ca gene­ra que con fre­cuen­cia las inves­ti­ga­do­ras no ten­gan cla­ro qué medi­das pue­den ser más úti­les en fun­ción de los obje­ti­vos que se plan­tean o qué ven­ta­jas o incon­ve­nien­tes tie­nen unas medi­das fren­te a otras. Según Fer­nán­dez Berro­cal y Extre­me­ra Pache­co (2004), com­pren­der las limi­ta­cio­nes y ven­ta­jas de los dife­ren­tes acer­ca­mien­tos y medi­das de eva­lua­ción per­mi­te al inves­ti­ga­dor y a los lec­to­res enten­der por qué, en oca­sio­nes, se pue­den obte­ner resul­ta­dos muy dis­pa­res con ins­tru­men­tos que, en teo­ría, eva­lúan el mis­mo cons­truc­to.

Las crí­ti­cas en la lite­ra­tu­ra hacia las medi­das de auto-infor­me, sos­tie­ne Mar­tín (2011), lle­van a un pun­to en común, y es que los méto­dos auto-infor­me no sir­ven para todo, al igual que tam­po­co sir­ven para todo las téc­ni­cas infor­ma­ti­za­das o el méto­do bio­grá­fi­co. Empe­ro, des­de hace ya muchos años (e.g., Nun­naly, 1978) se con­si­de­ra que, aun­que las esca­las o cues­tio­na­rios de auto-infor­me tie­nen sus limi­ta­cio­nes y des­ven­ta­jas cuan­do se tra­ta de hacer eva­lua­cio­nes psi­co­ló­gi­cas, cons­ti­tu­yen uno de los mejo­res abor­da­jes posi­bles.

Por lo tan­to, el reto de la inves­ti­ga­ción no es suplan­tar los méto­dos auto-infor­me por medi­das meto­do­ló­gi­ca­men­te más segu­ras, sino más bien dise­ñar ins­tru­men­tos de medi­ción que cuen­ten con bue­nas pro­pie­da­des psi­co­mé­tri­cas, que no se sola­pen entre sí, que estén adap­ta­dos o vali­da­dos en aque­llas pobla­cio­nes que se pre­ten­de eva­luar y que sean sen­si­bles a los cam­bios en aque­llos cons­truc­tos que se espe­ra medir (Eche­bu­rúa, 1996). No obs­tan­te, según Eche­bu­rúa et al. (2003), siem­pre que sea posi­ble, una inves­ti­ga­ción minu­cio­sa se enri­que­ce­ría con infor­ma­ción pro­ve­nien­te de dis­tin­tas moda­li­da­des y méto­dos (medi­das auto-infor­me, medi­das de eje­cu­ción, entre­vis­tas, obser­va­ción direc­ta, etc.).

Así, pue­de decir­se que el hecho de cono­cer y com­pren­der con cla­ri­dad cuá­les son las ven­ta­jas y limi­ta­cio­nes de este tipo de herra­mien­tas resul­tan fun­da­men­ta­les para los inves­ti­ga­do­res y pro­fe­sio­na­les de la psi­co­lo­gía, pues les per­mi­ti­rá efec­tuar mejo­res deci­sio­nes meto­do­ló­gi­cas y con­si­de­rar con mayor pre­ci­sión cuál es la exten­sión de los resul­ta­dos que encuen­tren.

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Notas

  1. Ins­ti­tu­to de Psi­co­lo­gía Bási­ca, Apli­ca­da y Tec­no­lo­gía – Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Mar del Pla­ta – CONICET. Correo elec­tró­ni­co: mdelvalle1989@gmail.com

  2. Ins­ti­tu­to de Psi­co­lo­gía Bási­ca, Apli­ca­da y Tec­no­lo­gía – Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Mar del Pla­ta – CONICET. Correo elec­tró­ni­co: elianavanesazamora@gmail.com