Fortaleza psicológica en la adolescencia: estudio de caso Descargar este archivo (Fortaleza psicológica en la adolescencia.pdf)

Andrea Estrella Pacheco1 y Rosa Isela Cerca Uc2

Facultad de Psicología
Universidad Autónoma de Yucatán

Resumen

El pre­sen­te artícu­lo abor­da el caso de un ado­les­cen­te de 16 años con difi­cul­ta­des, apa­tía y desin­te­rés por la escue­la. El obje­ti­vo gene­ral de este tra­ba­jo con­sis­tió en for­ta­le­cer psi­co­ló­gi­ca­men­te a un ado­les­cen­te que tran­si­ta los con­flic­tos de iden­ti­dad y voca­cio­na­les en ese momen­to de su vida, por medio de una inter­ven­ción psi­co­te­ra­péu­ti­ca de enfo­que cog­ni­ti­vo con­duc­tual, y con dura­ción de 18 sesio­nes, se favo­re­ció su inde­pen­den­cia, auto­no­mía y la reso­lu­ción de los cam­bios aso­cia­dos a la edad y a la diná­mi­ca fami­liar. Duran­te el pro­ce­so, se encon­tró que el joven esta­ba en un momen­to de con­fu­sión e inde­ci­sión, rela­cio­na­dos con diver­sos aspec­tos de la ado­les­cen­cia y el con­flic­to entre sus aspi­ra­cio­nes y las expec­ta­ti­vas de los demás. Con­for­me avan­zó el pro­ce­so, el pacien­te fue expre­san­do sen­tir­se más inde­pen­dien­te y res­pon­sa­ble, toman­do la ini­cia­ti­va de pro­po­ner­se peque­ñas metas y obje­ti­vos, y mos­trán­do­se moti­va­do a cum­plir­las.

Pala­bras Cla­ve: ado­les­cen­cia, for­ta­le­za psi­co­ló­gi­ca, fami­lia, iden­ti­dad.

Abstract

This arti­cle dis­cus­ses the case of a 16-year-old tee­na­ger with dif­fi­cul­ties, apathy and lack of inter­est in school. The gene­ral objec­ti­ve of this work was to strengthen psy­cho­lo­gi­cally a tee­na­ger who tra­vels the con­flicts of iden­tity and voca­tio­nal at that time of his life, through a psy­chothe­ra­peu­tic inter­ven­tion of cog­ni­ti­ve beha­vio­ral approach, and with dura­tion of 18 ses­sions, it favo­red its inde­pen­den­ce, auto­nomy and the reso­lu­tion of the chan­ges asso­cia­ted to the age and the family dyna­mics. During the pro­cess, it was found that the young man was in a moment of con­fu­sion and inde­ci­sion, rela­ted to various aspects of ado­les­cen­ce and the con­flict bet­ween his aspi­ra­tions and the expec­ta­tions of others. As the pro­cess advan­ced, the patient was expres­sing fee­ling more inde­pen­dent and res­pon­si­ble, taking the initia­ti­ve to pro­po­se small goals and objec­ti­ves, and sho­wing moti­va­tion to ful­fill them.

Key Words:ado­les­cen­ce, psy­cho­lo­gi­cal strength, family, iden­tity.

Introducción

La ado­les­cen­cia es una eta­pa de tran­si­ción que hace refe­ren­cia a un perío­do de cam­bio, cre­ci­mien­to y des­equi­li­brio que, a modo de puen­te, comu­ni­ca dos pun­tos rela­ti­va­men­te esta­bles en la vida, dis­tin­tos uno de otro (Kim­mel y Wei­mer, 1998). Este perio­do de tran­si­ción impli­ca cam­bios físi­cos, cog­nos­ci­ti­vos, emo­cio­na­les y socia­les, que adop­ta dis­tin­tas for­mas en dife­ren­tes esce­na­rios socia­les, cul­tu­ra­les y eco­nó­mi­cos (Papa­lia, Feld­man y Mar­to­rell, 2012).

Esta eta­pa se carac­te­ri­za por cam­bios fisio­ló­gi­cos, la for­ma­ción de una iden­ti­dad autó­no­ma y la bús­que­da de otros obje­tos y nue­vos lazos afec­ti­vos que favo­re­cen el des­vin­cu­la­mien­to paren­tal, lle­gan­do a una inde­pen­den­cia psi­co­ló­gi­ca y eco­nó­mi­ca (Sure­da, 1998). A nivel cog­ni­ti­vo, entre la puber­tad y la adul­tez tem­pra­na, tie­nen lugar cam­bios en las estruc­tu­ras del cere­bro invo­lu­cra­das en las emo­cio­nes, el jui­cio, la orga­ni­za­ción de la con­duc­ta y el auto­con­trol (Papa­lia, Feld­man y Mar­to­rell, 2012).

Las deman­das rela­ti­vas a esta eta­pa requie­ren que los ado­les­cen­tes pon­gan en prác­ti­ca estra­te­gias de afron­ta­mien­to, es decir, que des­plie­guen com­por­ta­mien­tos orien­ta­dos a dar res­pues­ta a las nue­vas deman­das que pro­vie­nen, tan­to del pro­pio pro­ce­so evo­lu­ti­vo, como del con­tex­to social inme­dia­to en el que el ado­les­cen­te se desa­rro­lla (Uri­be, Ramos, Villa­mil y Pala­cio, 2018).

Una de las carac­te­rís­ti­cas más rele­van­tes de la infan­cia y la ado­les­cen­cia es la deter­mi­na­ción ambien­tal, que hace refe­ren­cia a la depen­den­cia de esta pobla­ción res­pec­to a los adul­tos, que les hace par­ti­cu­lar­men­te vul­ne­ra­bles a múl­ti­ples influen­cias que están fue­ra de su con­trol, e influ­yen en su com­por­ta­mien­to y en el modo de afron­tar situa­cio­nes espe­cí­fi­cas. Por con­si­guien­te, los fac­to­res fami­lia­res adquie­ren un papel fun­da­men­tal en el ajus­te y desa­rro­llo del ado­les­cen­te (Mar­tí­nez y Julián, 2017).

En la ado­les­cen­cia, los jóve­nes empie­zan a bus­car la liber­tad psi­co­ló­gi­ca res­pec­to de sus padres: liber­tad para ser ellos mis­mos, para ele­gir a sus pro­pios com­pa­ñe­ros y pasa­tiem­pos, para pre­ser­var la inti­mi­dad de sus pen­sa­mien­tos, sen­ti­mien­tos y pose­sio­nes. El pro­gre­so de los jóve­nes hacia la auto­su­fi­cien­cia y sus sen­ti­mien­tos acer­ca de sus pro­pias capa­ci­da­des, reci­ben la influen­cia de lo que sus padres dicen y hacen. A su vez, el mun­do psi­co­ló­gi­co de los padres reci­be la influen­cia del modo en que sus hijos avan­zan hacia la madu­rez (Kim­mel y Wei­mer, 1998).

Así como los ado­les­cen­tes sien­ten cier­ta ambi­va­len­cia ante la depen­den­cia de sus padres y la nece­si­dad de des­pren­der­se de ellos, los padres quie­ren que sus hijos sean inde­pen­dien­tes, pero les resul­ta difí­cil dejar­los ir. Por lo tan­to, deben pisar un terreno deli­ca­do entre dar a los ado­les­cen­tes inde­pen­den­cia sufi­cien­te y pro­te­ger­los de jui­cios inma­du­ros. Las ten­sio­nes pue­den pro­vo­car con­flic­tos en la fami­lia y los esti­los de crian­za pue­den influir en su for­ma y resul­ta­do (Papa­lia, Feld­man y Mar­to­rell, 2012). Los padres de los ado­les­cen­tes se verán enfren­ta­dos a situa­cio­nes nue­vas que los reta­rán para su misión de orien­tar. El esti­lo de rela­ción, y más en con­cre­to la cali­dad de la comu­ni­ca­ción, se pre­sen­ta así como amor­ti­gua­dor del con­flic­to, en tan­to que hace posi­ble el ajus­te de expec­ta­ti­vas (Alon­so-Stuyck y Alia­ga, 2017).

Los padres que ejer­cen un con­trol con auto­ri­dad sobre sus hijos ado­les­cen­tes, es decir, com­bi­nan expec­ta­ti­vas fir­mes y explí­ci­tas con afec­to y sen­si­bi­li­dad hacia sus nece­si­da­des, ayu­dan a sus hijos a madu­rar y con­ver­tir­se en adul­tos inde­pen­dien­tes y segu­ros de sí mis­mos. Los padres auto­ri­ta­rios, que exi­gen mucho, pero dan poco apo­yo a cam­bio, nie­gan a sus hijos opor­tu­ni­da­des de adqui­rir com­pe­ten­cia social y de aumen­tar la con­fian­za en sí mis­mos. Los padres que son per­mi­si­va­men­te indul­gen­tes, mos­tran­do afec­to, pero pro­por­cio­nan­do poco con­trol y orien­ta­ción impi­den que sus hijos apren­dan el auto­con­trol. Los padres que son per­mi­si­va­men­te negli­gen­tes, es decir, que no ofre­cen ni direc­ción ni afec­to, hacen que sus hijos corran el ries­go de pre­sen­tar pro­ble­mas con­duc­tua­les (Kim­mel y Wei­mer, 1998).

Si entre padres e hijos se esta­ble­ce bue­na comu­ni­ca­ción, a pesar de las dis­cu­sio­nes el ado­les­cen­te con­ser­va­rá su auto­es­ti­ma, defi­nien­do con acier­to su auto­no­mía e iden­ti­dad y apren­dien­do a esta­ble­cer rela­cio­nes esta­bles en una socie­dad de con­tras­tes (Alon­so-Stuyck y Alia­ga, 2017).

Una vez alcan­za­da la madu­rez y la iden­ti­dad, la per­so­na nor­mal­men­te actúa, tam­bién con una indi­vi­dua­li­dad pro­pia, úni­ca y per­so­nal, sín­te­sis de su pro­pia his­to­ria cons­cien­te e incons­cien­te (Bor­dig­non, 2005).

Los ado­les­cen­tes pue­den entrar en cri­sis en este pro­ce­so de for­ma­ción de la iden­ti­dad, por lo que la orien­ta­ción y super­vi­sión paren­tal o de los adul­tos cer­ca­nos, serán de gran ayu­da para esta ela­bo­ra­ción.

Como resul­ta­do de su estu­dio, De la Villa Moral y Sir­vent (2011), encon­tra­ron que los ado­les­cen­tes que mani­fies­tan con­fu­sión y cri­sis de iden­ti­dad, mani­fies­tan mayo­res des­ajus­tes rela­cio­na­les, ines­ta­bi­li­dad emo­cio­nal, bús­que­das de aten­ción, rela­cio­nes con ado­les­cen­tes con­flic­ti­vos, des­obe­dien­cias, ame­na­zas y agre­sio­nes físi­cas, per­ci­ben una rela­ción más con­flic­ti­va con sus padres y menor cohe­sión fami­liar, mues­tran mayor insa­tis­fac­ción aca­dé­mi­ca y pre­sen­tan un con­cep­to gene­ral de sí mis­mos más nega­ti­vo.

Los fac­to­res como las prác­ti­cas de crian­za, la posi­ción socio­eco­nó­mi­ca y la cali­dad del ambien­te fami­liar, influ­yen en el cur­so del ren­di­mien­to esco­lar en la ado­les­cen­cia (Papa­lia, Feld­man y Mar­to­rell, 2012).

La rela­ción entre fami­lia y escue­la tie­ne lugar a tra­vés de la comu­ni­ca­ción fami­liar, un recur­so que a su vez pro­mue­ve el desa­rro­llo de otro recur­so sig­ni­fi­ca­ti­vo para el ado­les­cen­te, como la auto­es­ti­ma social, que devie­ne un impor­tan­te faci­li­ta­dor de las rela­cio­nes con el gru­po de igua­les en la escue­la y del ajus­te esco­lar (Mar­tí­nez, Musi­tu, Mur­gui y Ama­dor, 2009).

Los recur­sos per­so­na­les, un con­tex­to fami­liar y esco­lar que sean amor­ti­gua­do­res para los con­flic­tos de esta eta­pa evo­lu­ti­va, per­mi­ti­rán que el ado­les­cen­te pue­da adap­tar­se ade­cua­da­men­te a los cam­bios de este pro­ce­so (Sure­da, 1998).

Metodología

La inves­ti­ga­ción se lle­vó a cabo como un mode­lo de inter­ven­ción psi­co­te­ra­péu­ti­ca con un ado­les­cen­te duran­te 18 sesio­nes indi­vi­dua­les, entre las cua­les tam­bién se tra­ba­jó con la madre del pacien­te, en entre­vis­tas indi­vi­dua­les de segui­mien­to.

El pacien­te es un joven mexi­cano de 16 años, de fami­lia tra­di­cio­nal y con nivel socio­eco­nó­mi­co medio-bajo.

La madre del pacien­te fue con quien se hizo el pri­mer con­tac­to y des­cri­bió el moti­vo de con­sul­ta como desin­te­rés y apa­tía por par­te de su hijo refe­ren­te a la escue­la. Refi­rió que su hijo no había teni­do difi­cul­ta­des mayo­res en la escue­la, pero fue a par­tir de que ini­ció pri­me­ro de pre­pa­ra­to­ria que comen­zó a bajar sus cali­fi­ca­cio­nes y a mos­trar estas acti­tu­des. Por otro lado, la madre men­cio­nó, como par­te del moti­vo de con­sul­ta, que su hijo no hacía las tareas del hogar que se le asig­na­ban y no cum­plía con cier­tos hábi­tos como bañar­se o lavar­se los dien­tes, ya que siem­pre espe­ra­ba a que alguien se lo dije­ra para hacer­lo.

En la entre­vis­ta con el joven pacien­te, des­cri­be el moti­vo de con­sul­ta des­de su pers­pec­ti­va, men­cio­nan­do que tenía difi­cul­ta­des para con­cen­trar­se y pres­tar aten­ción a las cla­ses, y con­si­de­ra­ba que este desin­te­rés se debía a que lo que se le ense­ña­ba en la escue­la no le ser­vi­ría en un futu­ro. El pacien­te refi­rió desin­te­rés en estu­diar una licen­cia­tu­ra, solo bus­ca aca­bar la pre­pa­ra­to­ria ya que eso le podría ayu­dar al momen­to de bus­car un tra­ba­jo. El pacien­te reco­no­cía que su desin­te­rés por estu­diar era un pun­to de con­flic­to ya que le traía dis­cu­sio­nes y rega­ños de sus padres, de igual for­ma, las exi­gen­cias res­pec­to al cum­pli­mien­to de las tareas del hogar, así como de sus res­pon­sa­bi­li­da­des pro­pi­cia dis­cu­sio­nes con su madre.

Se uti­li­zó el enfo­que cog­ni­ti­vo con­duc­tual con el obje­ti­vo de abor­dar los temas de con­flic­to que se pre­sen­ta­ban en el caso del pacien­te.

            Se uti­li­za­ron las téc­ni­cas de con­fron­ta­ción y la metá­fo­ra. La metá­fo­ra abre camino a la cate­go­ri­za­ción con­cep­tual de nues­tra expe­rien­cia vital; su fun­ción pri­ma­ria es cog­ni­ti­va y ocu­pan un lugar cen­tral en nues­tro sis­te­ma ordi­na­rio de pen­sa­mien­to y len­gua­je. El tera­peu­ta intro­du­ce la ima­gen o metá­fo­ra para dar con­te­ni­do sen­si­ble a la expe­rien­cia del suje­to (Ville­gas y Mallor, 2010).

Otras téc­ni­cas uti­li­za­das fue­ron la solu­ción de pro­ble­mas y la for­mu­la­ción de pre­gun­tas socrá­ti­cas. Por lo gene­ral, la solu­ción de pro­ble­mas impli­ca iden­ti­fi­car el pro­ble­ma, for­mu­lar una meta, hacer una llu­via de ideas, eva­luar los posi­bles resul­ta­dos y ele­gir la mejor estra­te­gia (O’Connor, Schae­fer y Bra­ver­man, 2017). El cues­tio­na­mien­to socrá­ti­co es un pro­ce­so median­te el cual, a tra­vés de una serie de pre­gun­tas, le ayu­da­mos al joven a ana­li­zar, revi­sar y cues­tio­nar sus creen­cias (Sta­llard, 2007).

Tam­bién se uti­li­zó la téc­ni­ca psi­co­edu­ca­ti­va, en el que se abor­da­ron con el pacien­te temas rela­cio­na­dos con la eta­pa de la ado­les­cen­cia, como los fac­to­res de ries­go y pro­tec­ción, la auto­no­mía e inde­pen­den­cia, así como la toma de deci­sio­nes y sus con­se­cuen­cias.

Evaluación

Para la eva­lua­ción de los con­flic­tos del pacien­te se uti­li­zó la his­to­ria y la entre­vis­ta clí­ni­ca, toman­do en cuen­ta la infor­ma­ción pro­por­cio­na­da tan­to por la madre del pacien­te como por el pacien­te.

La his­to­ria clí­ni­ca es una reco­pi­la­ción de los datos más rele­van­tes de las explo­ra­cio­nes rea­li­za­das a los pacien­tes, en rela­ción con el pade­ci­mien­to (Valle­jo, 1999).

La entre­vis­ta clí­ni­ca faci­li­ta la reco­lec­ción de infor­ma­ción acer­ca del pro­ble­ma psi­co­ló­gi­co del ado­les­cen­te y per­mi­te for­mu­lar y poner en mar­cha un plan glo­bal de tra­ta­mien­to; se divi­de en áreas tales como: datos gene­ra­les, datos pre­na­ta­les, eta­pas de madu­ra­ción, len­gua­je, his­to­ria esco­lar, infor­ma­ción extra­es­co­lar, rela­cio­nes fami­lia­res, vía afec­ti­va y pro­ble­ma actual (Sattler y Hoge, 2008).

Resul­ta­dos de la eva­lua­ción

Como resul­ta­do de los datos obte­ni­dos en la his­to­ria clí­ni­ca y la entre­vis­ta clí­ni­ca se encon­tró que el pacien­te se encuen­tra en la eta­pa de la ado­les­cen­cia, lo cual ha influi­do en su con­fu­sión e inde­ci­sión sobre lo que quie­re hacer de su tiem­po y en sus metas a futu­ro. Tam­bién mues­tra seña­les de con­flic­to entre lo que espe­ran los demás de él, sobre todo sus padres, y lo que él real­men­te quie­re hacer o desea.

La poca auto­ri­dad por par­te de sus padres, la fal­ta de lími­tes, reglas y con­se­cuen­cias, así como la pre­sen­cia de los padres para resol­ver los pro­ble­mas del pacien­te, sin que él tome ini­cia­ti­va para resol­ver­los, influ­yen en que él no pue­da sen­tir­se segu­ro para tomar deci­sio­nes y hacer­se res­pon­sa­ble de ellas, e impo­si­bi­li­ta que el pacien­te mues­tre ras­gos de auto­no­mía e inde­pen­den­cia. Par­te de la poca auto­no­mía del joven es la rela­ción muy estre­cha con su madre, sien­do su com­pa­ñe­ro emo­cio­nal, pero con­flic­ti­va, sien­do muy con­fu­so el cum­pli­mien­to de las obli­ga­cio­nes para su edad y oca­sio­nan­do peleas cons­tan­tes entre ellos. Del lado del padre, su rela­ción con él es cer­ca­na, sin embar­go, no mues­tra auto­ri­dad y es muy fle­xi­ble con él, has­ta lle­gar al pun­to de tener una rela­ción más de ami­gos y menos de padre-hijo.

Intervención

Duran­te las tres pri­me­ras sesio­nes se rea­li­za­ron las entre­vis­tas con la madre del pacien­te y con el pacien­te, por sepa­ra­do, con el obje­ti­vo de esta­ble­cer el rap­port y eva­luar el con­flic­to per­ci­bi­do por ambas par­tes. Se obtu­vo infor­ma­ción de la his­to­ria clí­ni­ca del pacien­te, así como de sus expec­ta­ti­vas del pro­ce­so tera­péu­ti­co e intere­ses per­so­na­les para ade­cuar las acti­vi­da­des a las carac­te­rís­ti­cas del pacien­te.

En la sesión 4 se uti­li­zó el video “Cómo con­ver­tir­nos en la per­so­na que que­re­mos ser. Enha­med Enha­med” ubi­ca­do en https://​www​.you​tu​be​.com/​w​a​t​c​h​?​v​=​x​7​j​r​G​I​s​I​QUA. El pacien­te expre­só que el video le hizo refle­xio­nar acer­ca la impor­tan­cia de actuar y hacer lo que nos gus­ta para poder con­se­guir lo que que­re­mos.

En la sesión 5 se abor­dó el tema de la liber­tad y la res­pon­sa­bi­li­dad que ésta impli­ca. El pacien­te men­cio­nó no sen­tir­se “libre” como él qui­sie­ra (poder salir, pasear, visi­tar luga­res) y que una de las cosas que limi­tan su liber­tad es la cues­tión eco­nó­mi­ca, por­que toda­vía depen­de de sus padres. Expre­só que una for­ma de sen­tir­se libre sería ganan­do su pro­pio dine­ro. Se refle­xio­na sobre los cam­bios que ha per­ci­bi­do en la tran­si­ción de la infan­cia a la ado­les­cen­cia e iden­ti­fi­có los siguien­tes cam­bios como los más noto­rios para él:

“Mi mamá no se estre­sa­ba tan­to y no se eno­ja­ba, aho­ra no quie­re salir por­que no quie­re gas­tar dine­ro, si no come a las 2:00 le empie­za a doler su cabe­za, nos exi­ge que haga­mos cosas en la casa y como sólo yo estoy en la casa con ella, yo lo ten­go que hacer, aho­ra todo le eno­ja y por todo está estre­sa­da. Mi papá juga­ba con­mi­go y con mis her­ma­nos en las noches a fut­bol, nos íba­mos a una can­cha cer­ca de mi casa. Íba­mos mucho a una casa en la pla­ya que me abue­lo materno ren­ta­ba, ten­go muchos recuer­dos en espe­cial de esa casa y a veces me gus­ta­ría regre­sar a ella. Creo que el dine­ro es la razón prin­ci­pal de que hayan cam­bia­do las cosas en mi casa y mis papás ya están más gran­des”.

La sesión 6 fue de eva­lua­ción del pro­ce­so del pacien­te. Se le indi­có que en una hoja con­tes­te las pre­gun­tas “¿Cómo lle­gas­te?, ¿Cómo te sien­tes aho­ra?, ¿Cómo te quie­res ir?”. Sus res­pues­tas fue­ron por medio de dibu­jos y pala­bras, uti­li­za colo­res para repre­sen­tar cada momen­to. Se iden­ti­fi­có que el esta­do de áni­mo de su madre de algu­na for­ma afec­ta su pro­pio esta­do de áni­mo. Se comen­tó la impor­tan­cia de hablar sobre aque­llas cosas que nos due­len o nos ponen tris­tes, para poder avan­zar. Expre­só que no le preo­cu­pa si se que­da o se sale de la pre­pa, pero por el temor de lo que le vayan a decir no lo hace y sólo por el hecho de que­dar­se quie­re hacer­lo bien y mejo­rar.

La sesión 7 fue divi­di­da en dos momen­tos, la pri­me­ra par­te fue de retro­ali­men­ta­ción con la madre del pacien­te y pos­te­rior­men­te se tra­ba­jó con el ado­les­cen­te. Con la madre del pacien­te explo­ra­mos el mie­do de que su hijo siga el patrón de sus her­ma­nos de no que­rer con­ti­nuar con sus estu­dios. Como reco­men­da­cio­nes se sugi­rió favo­re­cer en el pacien­te la auto­no­mía, inde­pen­den­cia, res­pon­sa­bi­li­dad ante sus actos y la toma de deci­sio­nes. Tam­bién sobre la impor­tan­cia de nego­ciar y hacer acuer­dos con el pacien­te res­pec­to a los lími­tes y reglas.

Con el ado­les­cen­te se abor­dó el tema de las emo­cio­nes y la solu­ción de con­flic­tos. El pacien­te iden­ti­fi­có que hay oca­sio­nes en las que le gus­ta­ría decir lo que sien­te o lo que pien­sa, por ejem­plo, cuan­do su her­mano lo moles­ta, pero que se con­si­de­ra una per­so­na pasi­va y que quie­re evi­tar tener pro­ble­mas o con­flic­tos. Reco­no­ció que no le gus­ta decir las cosas de fren­te y no le gus­ta hablar mucho, por lo cual no res­pon­de la mayo­ría de las veces y deja que las cosas suce­dan. Sin embar­go, en oca­sio­nes qui­sie­ra hablar o expre­sar­se pero que le da mie­do y cuan­do lo ha inten­ta­do no pue­de o no le salen las pala­bras.

En la sesión 8 se abor­dó el tema de la auto­es­ti­ma por medio de la apli­ca­ción de la Esca­la de auto­es­ti­ma de Rosen­berg, uti­li­za­da para la eva­lua­ción de la auto­es­ti­ma en ado­les­cen­tes, inclu­ye diez ítems cuyos con­te­ni­dos se cen­tran en los sen­ti­mien­tos de res­pe­to y acep­ta­ción de sí mismo/a. La mitad de los ítems están enun­cia­dos posi­ti­va­men­te y la otra mitad nega­ti­va­men­te (Váz­quez, Jimé­nez y Váz­quez, 2004). El pacien­te obtu­vo 30 pts. La esca­la de Rosen­berg esta­ble­ce que un pun­ta­je de 30 a 40 indi­ca una auto­es­ti­ma ele­va­da, con­si­de­ra­da como auto­es­ti­ma nor­mal. Al ver sus resul­ta­dos, el pacien­te men­cio­nó que con­si­de­ra estar de acuer­do con lo que obtu­vo de la esca­la ya que va de acuer­do con cómo se sien­te al res­pec­to. Iden­ti­fi­có que le gus­ta­ría tener más res­pe­to con él mis­mo rela­cio­na­do con el aspec­to de cómo se ve y cómo se sien­te con la ropa que usa, ya que en oca­sio­nes no le gus­ta cómo le que­da y cómo se ve con cier­tas pren­das y eso le moles­ta.

En las sesio­nes 9 y 10 se abor­da­ron los cam­bios en la diná­mi­ca del pacien­te. Por un lado, dejó la pre­pa­ra­to­ria ya que su padre le dio la opción al haber obte­ni­do bajas cali­fi­ca­cio­nes y le dio la opor­tu­ni­dad de que haga algo de su inte­rés para des­pués con­ti­nuar sus estu­dios en otra moda­li­dad como “la pre­pa libre”. El pacien­te iden­ti­fi­có que para él es difí­cil tomar deci­sio­nes o decir­les a sus papás las cosas que quie­re hacer, por­que no sabe cómo lo van a tomar o cómo van a reac­cio­nar y por mie­do a lo que le dirán es que se fre­na. Él expre­só que le hace fal­ta con­fian­za en sí mis­mo y que es algo que si le gus­ta­ría cam­biar.

Por otra par­te, su madre deci­dió ini­ciar un tra­ba­jo por las maña­nas para poder tener un ingre­so eco­nó­mi­co más. Como con­se­cuen­cia de estos cam­bios el pacien­te se enfren­tó a situa­cio­nes en las que tenía que resol­ver y tomar deci­sio­nes, al no tener a sus padres en casa o cer­ca y ejer­cer tareas de auto­no­mía e inde­pen­den­cia. El pacien­te men­cio­nó que ya no sen­tía preo­cu­pa­ción por la escue­la, pero a la vez sen­tía la nece­si­dad de hacer algo, cómo bus­car un tra­ba­jo, ya que no tener nada que hacer le hacía sen­tir deses­pe­ra­ción. En casa sus padres esta­ble­cie­ron que tenía que ayu­dar con las labo­res del hogar que antes su madre hacía, y que bus­ca­ra un tra­ba­jo o acti­vi­dad para ocu­par su tiem­po.

En este pun­to del pro­ce­so se eva­luó con el pacien­te como se ha sen­ti­do, él iden­ti­fi­ca que sien­te que ha cam­bia­do, dice que con­si­de­ra que es más res­pon­sa­ble que al ini­cio y que tie­ne cla­ri­dad sobre lo que quie­re hacer en este pun­to: “Quie­ro encon­trar un tra­ba­jo, pasar mis extra­or­di­na­rios de pri­me­ro de pre­pa­ra­to­ria para poder acre­di­tar­lo y des­pués ini­ciar un cur­so de inglés o tal vez entrar a la pre­pa libre.”

Iden­ti­fi­có que su meta final del pro­ce­so es saber qué es lo que quie­re hacer, qué pue­de hacer y cómo lo hará, para su futu­ro labo­ral u ocu­pa­cio­nal.

La sesión 11 se uti­li­zó como eva­lua­ción y retro­ali­men­ta­ción con la madre del pacien­te, con el obje­ti­vo de explo­rar si se rea­li­za­ron los acuer­dos esta­ble­ci­dos pre­via­men­te, así como los cam­bios o inquie­tu­des que se han dado en la diná­mi­ca fami­liar. La madre del pacien­te repor­tó que su hijo había esta­do rea­li­zan­do las tareas que le habían asig­na­do en casa y aun­que veía que le cos­ta­ba tra­ba­jo esta­ba res­pon­dien­do mejor a sus obli­ga­cio­nes que en otras oca­sio­nes. Se le reco­men­dó tra­ba­jar en casa con la orien­ta­ción y guía para el pacien­te por medio de lími­tes y reglas cla­ras, así como con con­se­cuen­cias, refor­zar­lo posi­ti­va­men­te ante sus peque­ños y gran­des logros. Se hizo énfa­sis en que como padres es impor­tan­te ser un pun­to de refe­ren­cia y de apo­yo para el pacien­te, favo­re­cien­do su auto­no­mía, inde­pen­den­cia, res­pon­sa­bi­li­dad, segu­ri­dad y la bue­na toma de deci­sio­nes.

En las sesio­nes 12 y 13, se repor­ta­ron cam­bios por el pacien­te a par­tir de que comen­zó a tra­ba­jar. En este pun­to el moti­vo de con­sul­ta cam­bia y se reorien­ta la meta tera­péu­ti­ca, la cual con­sis­te en orien­tar al pacien­te en la bús­que­da de res­pues­tas a las pre­gun­tas que se plan­tea sobre sí mis­mo, su futu­ro labo­ral, pro­fe­sio­nal y per­so­nal.    Se esta­ble­ció eva­luar al pacien­te para cono­cer sus for­ta­le­zas y áreas de opor­tu­ni­dad, su per­fil y las carac­te­rís­ti­cas que per­mi­tan avan­zar en el pro­ce­so. Se pro­po­ne un tra­ba­jo de auto­co­no­ci­mien­to que per­mi­ta dar cla­ri­dad a las inte­rro­gan­tes que sur­gen del pacien­te res­pec­to a su vida.

Se uti­li­zó con el pacien­te la metá­fo­ra del alqui­mis­ta, de mane­ra que pudie­ra com­pa­rar su pro­ce­so como ado­les­cen­te en bús­que­da de res­pues­tas, al pro­ce­so que un alqui­mis­ta rea­li­za des­de que se pre­pa­ra has­ta que se pone en acción para lograr esca­lar la mon­ta­ña ele­gi­da.

En estas dos sesio­nes se apli­có el Test de la figu­ra huma­na de Karen Macho­ver, es una prue­ba pro­yec­ti­va que se basa en la téc­ni­ca del dibu­jo y que per­mi­te eva­luar aspec­tos emo­cio­na­les, inte­lec­tua­les y de madu­ra­ción. Su apli­ca­ción con­sis­te en pedir­le al indi­vi­duo que reali­ce un dibu­jo de una figu­ra huma­na com­ple­ta, en una hoja tama­ño car­ta y a lápiz (Esqui­vel, Here­dia y Lucio, 2007).

En la sesión 12 el pacien­te reali­zó la figu­ra mas­cu­li­na, en 15 minu­tos, y en la sesión 13 el pacien­te con­ti­núa con la figu­ra feme­ni­na, en 20 minu­tos. El pacien­te repor­tó tener difi­cul­ta­des para rea­li­zar este test, ya que con­si­de­ra que no es bueno para dibu­jar y que sien­te cier­ta frus­tra­ción al hacer el dibu­jo feme­nino, ya que dice que­rer hacer­lo per­fec­to y sin­tió que no podría lograr­lo. Como resul­ta­do de la inter­pre­ta­ción de la prue­ba, se encon­tró que el pacien­te se carac­te­ri­za por ser un joven esta­ble, con capa­ci­dad de adap­ta­ción, con ener­gía y auto­di­rec­ción. Los con­flic­tos cen­tra­les se rela­cio­nan con la difi­cul­tad para el con­tac­to y esta­ble­ci­mien­to de rela­cio­nes inter­per­so­na­les. El pacien­te pue­de mos­trar­se como un indi­vi­duo infan­til con cier­ta nece­si­dad de pro­tec­ción y depen­den­cia mater­na, que entra en con­flic­to con sus deseos de con­trol y domi­nio.

Se encon­tra­ron ele­men­tos que indi­can que el pacien­te está atra­ve­san­do los cam­bios aso­cia­dos a la ado­les­cen­cia, se enfren­ta a los con­flic­tos rela­cio­na­dos con sus pro­ce­sos de auto­no­mía e inde­pen­den­cia y las diná­mi­cas de sus padres que lo lle­van a depen­der de ellos, sobre todo de su madre. Se encon­tró que el pacien­te es un joven con capa­ci­da­des y recur­sos que le per­mi­ti­rán enfren­tar esta eta­pa de for­ma ade­cua­da, y con la direc­ción y el acom­pa­ña­mien­to nece­sa­rio pudie­ra lle­gar a rela­cio­nar­se y diri­gir­se de for­mas más adap­ta­ti­vas.

En la sesión 13 se reali­zó un ejer­ci­cio de eva­lua­ción del pro­ce­so del pacien­te, en el que él repor­ta que ha sen­ti­do bien, se sien­te más res­pon­sa­ble, inde­pen­dien­te y un poco más rela­ja­do. Él repor­tó que antes se preo­cu­pa­ba más por las cosas y se eno­ja­ba, pero aho­ra se man­tie­ne tran­qui­lo y lo resuel­ve. Tam­bién comen­tó que ha nota­do a su mamá más tran­qui­la.

En las sesio­nes 14 y 15 se abor­da­ron las habi­li­da­des y herra­mien­tas que el pacien­te uti­li­zó para lograr cam­bios. El pacien­te iden­ti­fi­có que su situa­ción actual no es la mis­ma que cuan­do lle­gó a tera­pia. Repor­tó tener varios obje­ti­vos en men­te como pasar sus exá­me­nes de pre­pa­ra­to­ria, ter­mi­nar la pre­pa libre, man­te­ner­se en el tra­ba­jo actual que le ha gus­ta­do y cono­cer sobre las cosas que le intere­san y que podrían ser las posi­bles opcio­nes para dedi­car­se en un futu­ro.

Se reto­mó la metá­fo­ra del alqui­mis­ta y se hace la refle­xión de la impor­tan­cia de ir dan­do los pasos nece­sa­rios para alcan­zar las metas pro­pues­tas.

En la sesión 16 se abor­dó el tema de iden­ti­dad por medio de una acti­vi­dad con legos en la cual el pacien­te cons­tru­yó una figu­ra que lo repre­sen­ta­ra. Expli­có que su figu­ra era un astro­nau­ta y expre­só que deci­dió hacer eso por­que es simi­lar a él, ya que el astro­nau­ta está en el espa­cio y el “se pier­de”, como cuan­do está en sus audí­fo­nos escu­chan­do músi­ca y está en “su mun­do”. Men­cio­nó que estar en sus audí­fo­nos es una for­ma de ale­jar­se de las preo­cu­pa­cio­nes y encon­trar tran­qui­li­dad.

En la sesión 17, se reali­zó una acti­vi­dad con el pacien­te para abor­dar el tema de auto­con­cep­to e iden­ti­fi­car las expec­ta­ti­vas que lo rodean. En una hoja divi­di­da en dos mita­des con­tes­tó algu­nas pre­gun­tas. En el apar­ta­do “yo” res­pon­dió a las siguien­tes pre­gun­tas: ¿Quién soy?: “Yo soy un inde­ci­so en muchos aspec­tos”, ¿Qué espe­ro de mí?: “Espe­ro poder encon­trar las razo­nes por las cua­les hago lo que hago y pien­so lo que pien­so”. En el apar­ta­do “los demás” res­pon­dió las siguien­tes pre­gun­tas: ¿Cómo me ven los demás-qué pien­san de mí?: “Que soy ama­ble, ami­ga­ble y muy res­pon­sa­ble”, ¿Qué espe­ran los demás de mí?: “Que ter­mi­ne la pre­pa y que sepa lo que voy a hacer con mi vida”. El pacien­te refle­xio­nó acer­ca de que le impor­ta mucho lo que los demás pien­sen u opi­nen sobre las deci­sio­nes que él toma, pero al final lo que él quie­re es hacer y tomar sus pro­pias deci­sio­nes.

En la sesión 18, se hizo la retro­ali­men­ta­ción y eva­lua­ción con la madre del pacien­te, y cono­ci­mien­to del cie­rre del pro­ce­so. Como par­te de los cam­bios posi­ti­vos que el pacien­te ha mos­tra­do, la madre expu­so que su hijo ha teni­do mayor dis­po­si­ción para cum­plir con lo que se le pide, apor­ta eco­nó­mi­ca­men­te con lo que gana de su tra­ba­jo, se com­pra las cosas que nece­si­ta para uso per­so­nal, y en oca­sio­nes com­par­te estas ganan­cias con los miem­bros de su fami­lia. La madre del pacien­te com­par­tió sus inquie­tu­des, una de ellas es que aún debe insis­tir­le a su hijo sobre las cosas que tie­ne qué hacer y le resuel­ve par­te de las cosas que se han iden­ti­fi­ca­do son res­pon­sa­bi­li­dad del pacien­te; otra inquie­tud es saber si debe obli­gar a su hijo para que estu­die la pre­pa­ra­to­ria. Se acor­dó con la madre del pacien­te una estra­te­gia para abor­dar el tema en casa sobre la con­ti­nua­ción de los estu­dios de su hijo, con el obje­ti­vo de hablar de este tema en fami­lia, nego­ciar con el pacien­te y exter­nar ambas par­tes los pun­tos de vis­ta, inquie­tu­des y opcio­nes para que se pue­da tomar la mejor deci­sión; hacien­do énfa­sis con la madre del pacien­te de que es impor­tan­te que el ado­les­cen­te tome sus pro­pias deci­sio­nes y se haga res­pon­sa­ble de ellas, acom­pa­ña­do de la orien­ta­ción y guía de los padres.

En la sesión 19, se hizo el cie­rre con el ado­les­cen­te por medio de dos acti­vi­da­des. En la pri­me­ra el pacien­te iden­ti­fi­có como sus for­ta­le­zas “encon­trar cosas, des­cu­brir cómo fun­cio­nan las cosas o para qué sir­ven, rela­cio­nar­se, escu­char a los demás y ayu­dar a los demás”; en áreas de opor­tu­ni­dad con­si­de­ró “Visua­li­zar, expli­car y dar órde­nes”, y sus intere­ses son “des­cu­brir, cono­cer y explo­rar”.

En la segun­da acti­vi­dad el pacien­te esta­ble­ció metas en las diver­sas áreas de su vida. En el área de fami­lia-ami­gos pro­pu­so la meta “tener un espa­cio para reu­nir­me con mis fami­lia­res y con mis ami­gos con más fre­cuen­cia”, en el área voca­cio­nal, se pro­pu­so la meta de tener un buen tra­ba­jo esta­ble, y en el área per­so­nal su meta es tener esta­bi­li­dad social y eco­nó­mi­ca.

En esta últi­ma sesión, el pacien­te se mos­tró más segu­ro, con­fia­do al momen­to de refle­xio­nar y rea­li­zar las acti­vi­da­des, con más cla­ri­dad en sus ideas y menos reser­va­do.

Conclusiones

Al ini­cio del pro­ce­so, el pacien­te se mos­tró tími­do, con la mira­da baja y habla­ba poco. Se mos­tra­ba poco expre­si­vo al momen­to de hablar sobre él y sus preo­cu­pa­cio­nes, sin embar­go, man­tu­vo una acti­tud de cola­bo­ra­ción y par­ti­ci­pa­ción en las acti­vi­da­des que se le pre­sen­ta­ron.

Duran­te el pro­ce­so, el pacien­te fue iden­ti­fi­can­do las situa­cio­nes que le cau­sa­ban eno­jo, preo­cu­pa­ción y tris­te­za, a la vez que encon­tró alter­na­ti­vas para con­se­guir sus obje­ti­vos. Cabe men­cio­nar que par­te impor­tan­te del pro­ce­so fue el tra­ba­jo que se hizo en con­jun­to con la madre del pacien­te, ya que el desa­rro­llo de la auto­no­mía e inde­pen­den­cia del pacien­te, esta­ba inter­fe­ri­do por las accio­nes de los padres y la diná­mi­ca fami­liar, lo cual impe­día que el pacien­te se hicie­ra res­pon­sa­ble de sus deci­sio­nes y obli­ga­cio­nes, gene­ran­do sen­ti­mien­tos en él de apa­tía, desin­te­rés y poca moti­va­ción.

La liber­tad para el ado­les­cen­te fue un pun­to impor­tan­te que le per­mi­tió expe­ri­men­tar situa­cio­nes nue­vas y bus­car alter­na­ti­vas para la solu­ción de pro­ble­mas, lo cual favo­re­ció que el pacien­te iden­ti­fi­ca­ra el impac­to de sus deci­sio­nes y el rol que tie­nen sus padres en su vida, en espe­cial su madre, al depen­der de ella en muchos sen­ti­dos.

Ini­ciar un tra­ba­jo de tiem­po com­ple­to, tener cier­to ingre­so eco­nó­mi­co y estruc­tu­ra en casa, con los lími­tes y reglas que se esta­ble­cie­ron, fun­cio­na­ron como fac­to­res pro­tec­to­res que per­mi­tie­ron que el pacien­te se man­tu­vie­ra fir­me en el pro­ce­so.

En este pun­to del pro­ce­so, el pacien­te ha iden­ti­fi­ca­do, en diver­sos aspec­tos de su vida, cier­tas metas a las cua­les quie­re lle­gar y qui­sie­ra cum­plir. Se pro­po­ne que, al fina­li­zar el pro­ce­so psi­co­te­ra­péu­ti­co, el ado­les­cen­te nece­si­ta con­ti­nuar con lo apren­di­do y man­te­ner la acti­tud y la moti­va­ción para que logre sus obje­ti­vos que se pro­pon­ga y pue­da enfren­tar los dife­ren­tes retos que ten­drá en las dife­ren­tes eta­pas de vida.

Tam­bién se pre­ci­sa con la madre el con­ti­nuar el tra­ba­jo favo­re­cien­do la auto­no­mía e inde­pen­den­cia de su hijo, y orien­tar­lo hacia la bue­na toma de deci­sio­nes.

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Notas

1. Licen­cia­da en Psi­co­lo­gía psic.andreaep@gmail.com

2. Maes­tría en Psi­co­lo­gía Clí­ni­ca Infan­til. cerdauc@correo.uady.mx