Las sibilas y las profetas en la Capilla Sixtina Descargar este archivo (Las sibilas y las profetas en la Capilla Sixtina.pdf)

Mtra. María de los Ángeles Herrera Romero

Programa Institucional de Estudios de Género

Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM

Resumen

En las cul­tu­ras grie­ga y roma­na, las sibi­las eran muje­res pro­fe­tas. Ellas habla­ron sobre la veni­da del Sal­va­dor, su naci­mien­to y su ago­nía.  Estas pro­fe­cías hicie­ron que Miguel Ángel las toma­ra en cuen­ta para plas­mar­las en la Capi­lla Six­ti­na jun­to con las esce­nas bíbli­cas. Sin embar­go, no se habla mucho de su pre­sen­cia den­tro de este lugar.

Pala­bras cla­ve: Capi­lla Six­ti­na, sibi­las, pro­fe­cías.

Abstract

In Greek and Roman cul­tu­re, the sybils were women prophets. They spo­ke about the coming of the Savior, his birth and his agony. The­se prophe­cies led Miche­lan­ge­lo to take them into account in order to cap­tu­re them in the Sis­ti­ne Cha­pel along with the bibli­cal sce­nes. Howe­ver, nobody talks about them.

Key words: Sis­ti­ne Cha­pel, sibyls, prophe­cies.

Introducción

La capi­lla Six­ti­na2 debe su nom­bre al Papa Six­to IV, fue remo­de­la­da entre el año 1477 y en el 1480. La deco­ra­ción de las pare­des inclu­ye: las fal­sas cor­ti­nas, las his­to­rias de Moi­sés, de Cris­to y los retra­tos de los Pon­tí­fi­ces. La rea­li­za­ción de los fres­cos tuvo comien­zo en 1481 y se con­clu­yó en 1482. A esta épo­ca se remon­tan tam­bién las siguien­tes obras en már­mol: el tran­queo, el coro y el escu­do pon­ti­fi­cio enci­ma de la puer­ta de entra­da.  El 15 de agos­to de 1483 se con­sa­gró la nue­va capi­lla a la Asun­ción de la Vir­gen y se dedi­có a ella.

Julio II, sobrino de Six­to IV, deci­dió modi­fi­car par­cial­men­te la deco­ra­ción, con­fian­do el encar­go a Miguel Ángel en 1508, quien pin­tó la bóve­da y los lune­tos en la par­te alta de las pare­des. En octu­bre de 1512 el tra­ba­jo había ter­mi­na­do y el 1° de noviem­bre se inau­gu­ró. En los nue­ve recua­dros cen­tra­les se hallan repre­sen­ta­das las his­to­rias del Géne­sis, des­de la crea­ción has­ta la caí­da del hom­bre, el dilu­vio y el nue­vo rena­cer de la huma­ni­dad con la fami­lia de Noé. En los espa­cios entre las enju­tas apa­re­cen sen­ta­das sobre tro­nos, cin­co sibi­las y sie­te pro­fe­tas. En las cua­tro pechi­nas angu­la­res se obser­van las sal­va­cio­nes mila­gro­sas de Israel, mien­tras que en las enju­tas y lune­tos se mues­tran los ante­pa­sa­dos de Cris­to.

Hacia fines de 1533, Cle­men­te VII encar­gó nue­va­men­te a Miguel Ángel que modi­fi­ca­ra la deco­ra­ción, pin­tan­do en la pared del altar el jui­cio uni­ver­sal, esto oca­sio­nó la pér­di­da del reta­blo con la Vir­gen Asun­ta entre los após­to­les y los pri­me­ros dos epi­so­dios de las his­to­rias de Moi­sés y Cris­to. En este fres­co, Miguel Ángel repre­sen­to el retorno glo­rio­so de Cris­to a la luz de los tex­tos del Nue­vo Tes­ta­men­to.

En el pre­sen­te artícu­lo ana­li­za­re­mos la repre­sen­ta­ción de las Sibi­las y las Pro­fe­tas den­tro de la capi­lla Six­ti­na.

Las sibilas

La pala­bra sibi­la es la con­trac­ción y com­po­si­ción de dos pala­bras grie­gas, una es sios, que sig­ni­fi­ca dios, y la otra es belle que sig­ni­fi­ca men­te, al tra­du­cir­lo se entien­de como men­te divi­na y se inter­pre­ta como “ilu­mi­na­do por Dios” (Cos­ta, 1846). Se con­si­de­ra­ba que las sibi­las eran muje­res que anun­cia­ban “ver­da­des” sobre los mis­te­rios e his­to­rias del sal­va­dor, la veni­da del supre­mo juez y los últi­mos suce­sos de los tiem­pos como el apo­ca­lip­sis, por lo que se les lle­go a con­si­de­rar como las muje­res que cono­cían la cien­cia de Dios.

Los habi­tan­tes de Asia occi­den­tal reci­ta­ban ver­sos con­si­de­ra­dos como decla­ra­cio­nes ora­cu­la­res de pro­fe­ti­sas lla­ma­das siby­llai.

Algu­nas tra­di­cio­nes refie­ren que hubo una joven hija del tro­yano Dár­dano y de Neso, hija del gober­na­dor Teu­cro, que esta­ba dota­da del don de la pro­fe­cía y tenía una gran repu­tación como adi­vi­na. Esta joven se lla­ma­ba Sibi­la y por eso se les lla­mó así a todas las muje­res que ejer­cie­ron la capa­ci­dad de pro­fe­ti­zar. En Gre­cia y Roma se con­si­de­ra­ba que eran muje­res que goza­ban de una facul­tad de des­en­tra­ñar el futu­ro para pro­fe­ti­zar acon­te­ci­mien­tos de toda índo­le, des­cri­bién­do­las como lon­ge­vas, con vidas ais­la­das y mis­te­rio­sas, habi­tan­do en luga­res atí­pi­cos y poco acce­si­bles como gru­tas o sitios escon­di­dos cer­ca­nos a cur­sos de agua. Sus pala­bras o pre­dic­cio­nes eran rea­li­za­das casi siem­pre en esta­do de tran­ce, ori­gi­na­das por con­sul­tas de los visi­tan­tes (Oje­da, 2011).

Una leyen­da dice que Sibi­la fue el nom­bre de una viden­te de Mar­pe­so, cer­ca de Tro­ya, que enun­cia­ba sus orácu­los en for­ma de acer­ti­jos, escri­bién­do­los en hojas de plan­tas.

Otra his­to­ria hace refe­ren­cia a que las sibi­las eran ins­pi­ra­das por el dios Apo­lo, ya que eran sus sacer­do­ti­sas, y para sumir­se en tran­ce pro­fé­ti­co mas­ti­ca­ban hojas de lau­rel (el árbol de Apo­lo) o se sen­ta­ban en un trí­po­de sobre una grie­ta del terreno con el pro­pó­si­to de inha­lar vapo­res vol­cá­ni­cos tóxi­cos, con esto el dios les daba su ins­pi­ra­ción, enun­cian­do a tra­vés de ellas sus ambi­guos orácu­los. Al ser el dios de la músi­ca y la poe­sía, ins­pi­ra­ción de poe­tas y ora­do­res, se con­si­de­ra­ba que las sibi­las se expre­sa­ban en hexá­me­tros que se trans­mi­tían por escri­to.

La tra­di­ción de las sibi­las fue tras­mi­ti­da a los grie­gos y de ellos a los roma­nos, loca­li­zán­do­se en luga­res con­cre­tos. El autor romano Varrón (116–27 AC) men­cio­na diez repar­ti­das por todo el mun­do, entre las que des­ta­ca­ba la de Cumas.

Los pri­me­ros escri­to­res grie­gos3 sólo men­cio­na­ron a la sibi­la lla­ma­da Heró­fi­la, que fue quien pro­fe­ti­zó la gue­rra de Tro­ya. Pos­te­rior­men­te, se comen­zó a nom­brar a más sibi­las, siem­pre con su nom­bre de pro­ce­den­cia, creán­do­se una lis­ta de tre­ce sibi­las, de las que se tie­ne regis­tro en la lite­ra­tu­ra: la sibi­la Heró­fi­la (de Tro­ya); Heles­pon­ti­na (de Mar­pe­so, en el mon­te Ida); Tibur­ti­na (de Tibur); Cuma­na (de Eri­tras, es con­si­de­ra­da la más impor­tan­te en  la mito­lo­gía roma­na); Fri­gia (de Anzi­ra, ciu­dad de la Asia menor); Cime­ria, Cumea o Itá­li­ca (de Cime­rio); Samia (de Samos); Dél­fi­ca (de Del­fos); Eri­trea (de Eri­tras, en Jonia); Líbi­ca (del oasis de Siwa, en el desier­to de Libia); Babi­ló­ni­ca o Pér­si­ca (de Per­sia); Euro­pea (de Cre­ta); y Agrip­pa, Egip­cia o Hebrai­ca (de Egip­to).

Los doc­to­res esco­lás­ti­cos las con­si­de­ra­ban pro­fe­ti­zas y refi­rie­ron que eran muje­res lle­nas del “espí­ri­tu de Dios”, que nega­ron los dio­ses de los gen­ti­les y con­fe­sa­ron la exis­ten­cia de un solo dios. Guar­da­ron per­pe­tua vir­gi­ni­dad y pre­di­je­ron las cosas que esta­ban por venir.

Los cris­tia­nos hablan de diez o doce sibi­las en algu­nos de sus escri­tos. Dio­do­ro Sícu­lo men­cio­na­ba que eran muje­res lle­nas de dios; para Mar­cos Varron escu­char­las era como escu­char el “con­se­jo de dios”; San Agus­tín las men­cio­na resal­tan­do su “espí­ri­tu pro­fé­ti­co”; San Geró­ni­mo refe­ría que este espí­ri­tu pro­fé­ti­co era un pre­mio a su vir­gi­ni­dad; San­to Tomas de Aquino men­cio­na­ba que ellas pre­di­je­ron muchos de los hechos de Jesu­cris­to; y Cle­men­te Ale­jan­drino seña­la­ba que dios les dio a los grie­gos y gen­ti­les a estas pro­fe­ti­zas para que les anun­cia­ran la veni­da del hijo de dios. Muchos gen­ti­les no aco­gie­ron el men­sa­je y con­si­de­ra­ban que eran “muje­res locas” por hablar de una “madre vir­gen” y del “mesías hom­bre y dios”. Y estos que­ma­ron sus orácu­los colo­can­do penas a quie­nes acu­die­ran con ellas. (Cos­ta, 1846).

Fuente: https://​es​.wiki​pe​dia​.org/​w​i​k​i​/​S​i​b​i​l​a​#​/​m​e​d​i​a​/​F​i​l​e​:​M​i​c​h​e​l​a​n​g​e​l​o​,​_​s​i​b​i​l​l​e​,​_​c​u​m​a​n​a​_​0​1​.​jpg

Miguel Ángel plas­mo en la capi­lla Six­ti­na a la sibi­la Cuma­na, Dél­fi­ca, Babi­ló­ni­ca o Pér­si­ca, Eri­trea y Líbi­ca. La sibi­la Cuma­na, tam­bién fue cono­ci­da como Deí­fo­ba, pala­bra que sig­ni­fi­ca dei­dad o for­ma de dios. Era natu­ral de Eri­tras, ciu­dad de Jonia (en la cos­ta oes­te de Tur­quía). Su padre era Teo­do­ro y su madre una nin­fa naci­da en una gru­ta del mon­te Córi­co.

Nació con el don de la pro­fe­cía y hacía sus pre­dic­cio­nes en ver­so, con­si­de­rán­do­se que ya pro­fe­ti­za­ba en el perio­do de los reyes roma­nos en el año 500 A.C., cuan­do rei­na­ba Tar­qui­nio el Sober­bio como rey. La leyen­da dice que aten­dió a los reyes roma­nos y a impor­tan­tes per­so­na­jes de la épo­ca repu­bli­ca­na de Roma como Cra­so, Pom­pe­yo y Cice­rón; y que des­pués aten­dió los empe­ra­do­res roma­nos, siguien­do su acti­vi­dad has­ta la edad media. Inclu­so es cita­da en la “Divi­na Come­dia” de Dan­te Alighie­ri.

Se cuen­ta que Apo­lo le pro­me­tió que le con­ce­de­ría un deseo, por lo que ella cogió un puña­do de are­na en su mano y pidió vivir tan­tos años como par­tí­cu­las de tie­rra había cogi­do; pero no pidió la eter­na juven­tud, así que con los años empe­zó a con­su­mir­se tan­to que tuvie­ron que ence­rrar­la en una jau­la que col­ga­ron en el tem­plo de Apo­lo en Cumas. La leyen­da dice que vivió nue­ve vidas huma­nas de 110 años cada una.

Den­tro de sus pre­dic­cio­nes se des­aca­tan la de la Nati­vi­dad, la fla­ge­la­ción y la pasión de Jesús. La pri­me­ra la hizo a la edad de 18 años y por ello se le aso­cia­ba con una con­cha, mien­tras que la segun­da la hizo a la edad de 30 años y se le aso­cia­ba con un láti­go y una colum­na.

Tam­bién se cuen­ta de ella que se pre­sen­tó ante el rey romano Tar­qui­nio, el Sober­bio, como una mujer muy ancia­na y le ofre­ció nue­ve libros pro­fé­ti­cos a un pre­cio extre­ma­da­men­te alto. Este se negó a com­prar­los y enton­ces la sibi­la des­tru­yó tres de los libros. Des­pués le ofre­ció los seis res­tan­tes al mis­mo pre­cio que al prin­ci­pio; Tar­qui­nio se negó de nue­vo y ella des­tru­yó otros tres. Ante el temor de que des­apa­re­cie­ran todos, el rey acep­tó com­prar los tres últi­mos, pero pagó por ellos el pre­cio que la sibi­la había pedi­do por los nue­ve.

Estos tres libros fue­ron guar­da­dos en el tem­plo de Júpi­ter y eran con­sul­ta­dos en situa­cio­nes espe­cia­les. En el año 83 a. C. el fue­go des­tru­yó los lla­ma­dos Libros sibi­li­nos y se for­mó una nue­va colec­ción, que en el año 405 a. C. el gene­ral romano Esti­li­cón orde­nó des­truir; se cree que estos libros ejer­cie­ron gran influen­cia en la reli­gión roma­na has­ta el rei­na­do de Augus­to.

Fuente: https://​es​.wiki​pe​dia​.org/​w​i​k​i​/​S​i​b​i​l​a​#​/​m​e​d​i​a​/​F​i​l​e​:​D​e​l​p​h​i​c​S​i​b​y​l​B​y​M​i​c​h​e​l​a​n​g​e​l​o​.​jpg

La sibi­la Dél­fi­ca, tam­bién lla­ma­da Herophi­la, se repre­sen­ta sen­ta­da en una pie­dra con una lira. Se cono­cen pre­dic­cio­nes de ella des­de el año 600 A.C. cuan­do la loca­li­dad de Del­fos, en Gre­cia, se con­vir­tió en la Ciu­dad Sacer­do­tal, sede de los céle­bres Orácu­los. Su actua­ción fue popu­lar y tuvo una enor­me impor­tan­cia duran­te todo el perio­do helé­ni­co.

Pro­fe­ti­zó el naci­mien­to de un niño de una vir­gen y todos los pade­ci­mien­tos que sufri­rían, pre­di­cien­do, cuan­do ella tenía 20 años, la coro­na­ción de espi­nas, hablan­do así de la pasión y cru­ci­fi­xión de Cris­to.

La sibi­la Babi­ló­ni­ca o Pér­si­ca, tam­bién cono­ci­da como Sam­be­ta, Sabea o Saba. Escri­bió 24 libros de la vida, pasión, muer­te y resu­rrec­ción de Jesu­cris­to.

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Esta sibi­la pre­di­jo, a la edad de 30 años, el advien­to del Sal­va­dor y el que la bes­tia sería piso­tea­da, por lo que se le repre­sen­ta con una lin­ter­na y una ser­pien­te en sus pies. Tam­bién se le rela­cio­na con la pre­dic­ción del naci­mien­to y la pasión de Cris­to.

Ella acom­pa­ñó a Ale­jan­dro Magno en sus con­quis­tas por Asia, des­de el año 334 a.C. Se pien­sa que él dia­lo­ga­ba con ella antes de ini­ciar sus prin­ci­pa­les bata­llas, como la de “Grá­ni­co” y la de “Isso”, en el cur­so de la cual cap­tu­ró a la fami­lia del Rey de Per­sia (Darío III), y ella le pre­di­jo que sería el “Señor y due­ño de toda Asia” (Oje­da, 2011).

La sibi­la Eri­trea, tam­bién cono­ci­da como Erqiea, Eri­fi­la, Heri­fi­le, Heró­fi­la y Riquea. Naci­da en Eri­trea, ciu­dad de Jonia, pro­vin­cia de la Asia Menor. Se dijo que ella popu­la­ri­zó los acrós­ti­cos median­te ver­sos escri­tos en hojas vege­ta­les y pro­fe­ti­zó la des­truc­ción de Tro­ya. Ber­nar­dino de Bus­to y Bar­to­lo­mé de Pis­cis, afir­man que esta sibi­la vivió en tiem­pos de Eze­quías y Numa Pom­pi­lio, segun­do rey de los roma­nos.

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Es con­si­de­ra­da como la pro­fe­ti­za de la Anun­cia­ción, los azo­tes a Jesús y del jui­cio final, nor­mal­men­te es repre­sen­ta­da a la edad de 15 o 20 años.   La pin­tan con un cor­de­ro, por ser esta la insig­nia de Cris­to.

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Su pro­fe­cía decía:

“El ver­bo Eterno baja­rá del cie­lo,

Y nace­rá de una don­ce­lla hebrea;

Ten­drá con su veni­da gozo el sue­lo,

Y alcan­za­rá la glo­ria que desea:

Todo será rega­lo, paz, con­sue­lo,

Y por­que el mun­do con sus ojos vea

La faz de Dios eter­na y sobe­ra­na,

Toma­rá de una Vir­gen car­ne huma­na.

Pade­ce­rá des­de sus tier­nos años

Pobre­za, des­nu­dez y dolor fie­ro

Todo por repa­rar los gra­ves daños,

Que en el mun­do cau­só el padre pri­me­ro:

De la fie­ra ser­pien­te los enga­ños,

El tra­to doble, el sil­vo lison­je­ro

Serán dese­chos con la san­gre bella

Que ver­te­rá en la Cruz murien­do en ella.”

(Cos­ta, 1846, p.p. 165–166)

Busiel (2010) men­cio­na que esta sibi­la fue cano­ni­za­da por Cons­tan­tino y es men­cio­na­da por San Agus­tín en su epis­to­la­rio y en la Ciu­dad de Dios, don­de reco­no­ce a las sibi­las como ele­men­tos semi­na­les del Ver­bo en la gen­ti­li­dad y atri­bu­ye a la Eri­trea una pro­fe­cía sobre el fin del mun­do y el Jui­cio final.

Algu­nos auto­res como Are­llano (1996) con­si­de­ran que la sibi­la Líbi­ca es la sibi­la sin nom­bre, y se dice que a la edad de 24 años pre­di­jo la resu­rrec­ción de Jesús, sien­do repre­sen­ta­do el hecho con un sepul­cro vacío o un libro cerra­do. Pre­si­día el orácu­lo de Zeus Amón (Zeus repre­sen­ta­do con los cuer­nos de Amón) en el oasis de Siwa en el desier­to de Libia.

Los grie­gos decían que era la hija de Zeus y Lamia, una rei­na libia. Eurí­pi­des men­cio­na a la sibi­la de Libia en el pró­lo­go de su obra Lamia. Se fir­ma­ba que fue la pri­me­ra mujer que can­tó orácu­los. Vivió la mayor par­te de su vida en Samo­sios (Oje­da, 2011).

Conclusiones

La tra­di­ción bizan­ti­na hace refe­ren­cia a un lis­ta­do de doce sibi­las reco­gi­das ais­la­da­men­te en series dis­tin­tas. En 1438, en el pala­cio Orsi­ni de Roma, apa­re­cen pin­ta­das doce sibi­las de dis­tin­tas eda­des, pero es a par­tir de 1481 cuan­do el canon sibi­lino pasa de diez a doce debi­do a la obra del domi­ni­co Filip­po Bar­bie­ri. Este hecho gene­ró dis­cor­dan­cias entre San Jeró­ni­mo y San Agus­tín, ya que se empa­re­jan los doce pro­fe­tas del A.T. con las doce sibi­las de la gen­ti­li­dad anun­cian­do ambas series a Cris­to (Busiel, 2010).

Como ya hemos vis­to, las sibi­las tenían un papel impor­tan­te como pro­fe­tas y debi­do a ello fue­ron repre­sen­ta­das en la Capi­lla Six­ti­na. Sin embar­go, a lo lar­go de la his­to­ria se han borra­do o nubla­do sus inter­ven­cio­nes pro­fé­ti­cas y sólo se men­cio­nan las pro­fe­cías hechas por varo­nes.

Los cris­tia­nos con­ven­cían a los gen­ti­les uti­li­zan­do las pro­fe­cías escri­tas en los libros de las sibi­las, por lo que otros gen­ti­les decla­ra­ron pena de muer­te a quie­nes leye­sen dichos libros y Augus­to César man­do que­mar muchos de ellos.

Actual­men­te, los libros sibi­li­nos se con­si­de­ran apó­cri­fos (no acep­ta­dos por la igle­sia), pero no se pue­de negar que en ellos apa­re­cen muchas de las narra­cio­nes que se encuen­tran en la Biblia sobre el naci­mien­to, pasión y muer­te de Jesús, o ver­sícu­los que son seme­jan­tes a los expues­tos en el apo­ca­lip­sis.

Den­tro de la Biblia o los libros reli­gio­sos se habla de la lle­ga­da del mesías, del sal­va­dor y del hijo de dios, pero sólo en boca de los pro­fe­tas Isaías, Miqueas, Daniel, Mala­quías, Zaca­rías, etc. que pro­fe­ti­za­ron su lle­ga­da, vida y muer­te. Esto nos mues­tra que, aun­que las muje­res tenían las mis­mas pro­fe­cías y las mis­mas habi­li­da­des que los varo­nes, el sis­te­ma patriar­cal judío-cris­tiano las omi­te de la his­to­ria y sólo difun­de las pro­fe­cías de los varo­nes que la igle­sia aba­la como “pro­fe­tas”.

Es impor­tan­te remar­car que hoy en día sigue ocu­rrien­do lo mis­mo, tenien­do muje­res con las mis­mas habi­li­da­des que los varo­nes, que hablan y opi­nan sobre los mis­mos temas, no son igual­men­te escu­cha­das por el sis­te­ma o la socie­dad.

Referencias

Arellano, A. (1996) La Casa del Deán: un ejemplo de pintura mural civil del siglo XVI en Puebla. México, D.F.: UNAM.

Bautista, J. (1864) Mitología universal: historia y explicación de las ideas religiosas y teológicas. Madrid: Gaspar y Roig, Editores.

Buisel, M. D. (2010) Las sibilas de San Telmo. Auster (15), 59-80. En Memoria Académica. Universidad Nacional de la Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.4864/pr.4864.pdf

Costa, M. (1846) Las Sibilas: Oráculos divinos entre los gentiles. Documentos científicos e históricos. Barcelona, España: Imprenta de Valentín Torras:

Imágen Sibila de Cuma. De Miguel Ángel - Web Gallery of Art:   Image  Info about artwork, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=11422599

Imagen Sibila Delfica. De Miguel Ángel - Information on Michelangelo's frescoes in the Sistine ChapelInformation on Michelangelo's painting of the Delphic SibylPrimary source (internal jpeg comments modified for copyright reasons):Secondary source, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=360598

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Imagén Sibila Pérsica. De Miguel Ángel - Web Gallery of Art:   Image  Info about artwork, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2137889

Ojeda, C. (8 de Agosto de 2011). Odisea 2008. Recuperado el 28 de Marzo de 2018, de http://www.odisea2008.com/2011/08/las-sibilas.html

Notas

1. Pro­fe­so­ra de Asig­na­tu­ra de la Carre­ra de Psi­co­lo­gía. Correo Elec­tró­ni­co: angelesherrera04@yahoo.com.mx

2. Gover­na­to­ra­to del Esta­do de la Ciu­dad del Vati­cano – Direc­ción de los Museos Vati­ca­nos. Rosan­ge­la Man­cu­si, Res­pon­sa­ble de la Coor­di­na­ción, actua­li­za­ción, redac­ción y revi­sión con­te­ni­dos (2018), recu­pe­ra­do de: http://​www​.musei​va​ti​ca​ni​.va/​c​o​n​t​e​n​t​/​m​u​s​e​i​v​a​t​i​c​a​n​i​/​e​s​/​c​o​l​l​e​z​i​o​n​i​/​m​u​s​e​i​/​c​a​p​p​e​l​l​a​-​s​i​s​t​i​n​a​/​s​t​o​r​i​a​-​c​a​p​p​e​l​l​a​-​s​i​s​t​i​n​a​.​h​tml

3.Enci­clo­pe­dia Libre Uni­ver­sal en Espa­ñol. Sibi­la. Modi­fi­ca­da por últi­ma vez el 30 abr. 2008. Recu­pe­ra­do de: http://​enci​clo​pe​dia​.us​.es/​i​n​d​e​x​.​p​h​p​/​S​i​b​ila