Media y Sexualidad: la normalización de las prácticas sexuales contemporáneas Descargar este archivo (11 - Media y Sexualidad.pdf)

Ana Paula Maluf ; Paulo Roberto de Carvalho

Universidade Estadual de Londrina, Paraná, Brasil

Resumen

Este estu­dio tie­ne por obje­ti­vo cono­cer los pro­ce­sos de nor­ma­li­za­ción de la sexua­li­dad que inci­den sobre las socie­da­des con­tem­po­rá­neas y que, las más de las veces, no son iden­ti­fi­ca­dos. Fou­cault des­cri­be una nor­ma­li­za­ción ya dis­tan­cia­da de los pro­ce­di­mien­tos repre­si­vos y que san­cio­na muchas prác­ti­cas sexua­les. Los pro­ce­sos nor­ma­li­za­do­res se apo­yan en la pro­duc­ción de un saber acer­ca del sexo difun­di­do para el con­jun­to de la socie­dad, fun­cio­nan­do como pará­me­tro de los pro­ce­di­mien­tos con­si­de­ra­dos social­men­te acep­ta­dos. Como meto­do­lo­gía, se uti­li­zó la cole­ta y aná­li­sis de publi­ca­cio­nes perió­di­cas bra­si­le­ñas diri­gi­das a públi­co feme­nino. Estas publi­ca­cio­nes vehi­cu­lan una inci­ta­ción al sexo que gana con­tor­nos níti­dos. Se tra­tan, en estos casos, de pro­mo­ver el ejer­ci­cio de la sexua­li­dad en dife­ren­tes con­tex­tos, mis­mo que son teni­dos como adver­sos. Como con­clu­sión, se notó que las prác­ti­cas sexua­les son pre­sen­ta­das como pre-requi­si­tos nece­sa­rios para una vida salu­da­ble y satis­fac­to­ria, lejos de los modos repre­si­vos vigen­tes has­ta hace pocas déca­das.

Pala­bras-cla­ve:Sexua­li­dad, Nor­ma­li­za­ción, Psi­co­lo­gía, Media

Abstract

This study aimed to know the nor­ma­li­za­tion pro­ces­ses of sexua­lity which focus on con­tem­po­rary socie­ties and that often, are not iden­ti­fied. Michel Fou­cault des­cri­bes a nor­ma­li­za­tion already dis­tan­ced from repres­si­ve pro­ce­du­res that sanc­tions many sexual prac­ti­ces. The nor­ma­li­zing pro­ces­ses rely on the pro­duc­tion of a know­led­ge about sex which is in turn broad­cas­ted to the who­le of society, wor­king as a para­me­ter of the pro­ce­du­res con­si­de­red to be socially accep­ted. As a metho­do­logy, it was used the collec­tion and analy­sis of Bra­zi­lian perio­di­cal publi­ca­tions aimed at the femi­ni­ne audien­ce. The­se publi­ca­tions pro­vi­de an inci­te­ment to sex that is get­ting clear con­to­urs. The­se are, in the­se cases, to pro­mo­te the exer­ci­se of sexua­lity in dif­fe­rent con­texts, even tho­se held as adver­se. As a con­clu­sion, it was noted that sexual prac­ti­ces are pre­sen­ted as pre­re­qui­si­tes neces­sary for a healthy and satisf­ying life, far from the repres­si­ve modes in use until a few deca­des ago.

Key­words: Sexua­lity; Nor­ma­li­za­tion; Psy­cho­logy; Media

Introducción

En el con­jun­to de la pro­duc­ción teó­ri­ca de Michel Fou­cault, el tema de la sexua­li­dad apa­re­ce de mane­ra recu­rren­te. El sexo y sus impli­ca­cio­nes múl­ti­ples se colo­can en cues­tión sea en la serie de entre­vis­tas y deba­tes publi­ca­dos, sea en la pro­duc­ción con­ti­nua­da que resul­tó la obra His­to­ria de la sexua­li­dad, un esfuer­zo para enten­der el tra­ta­mien­to dado al tema en dife­ren­tes tiem­pos. Sus estu­dios no sólo die­ron lugar a un enfo­que his­tó­ri­co que pone de relie­ve los modos por los cua­les la sexua­li­dad es vivi­da, sino tam­bién los regí­me­nes dis­cur­si­vos que cada tiem­po y cada cul­tu­ra ana­li­za­da pro­du­ci­rán sobre el sexo. Al ana­li­zar los docu­men­tos grie­gos y roma­nos, el autor da visi­bi­li­dad a un amplio con­jun­to de reglas de vigen­cia varia­ble para el uso de los pla­ce­res. Dicha inves­ti­ga­ción, sin embar­go, tie­ne un obje­ti­vo deli­mi­ta­do: reco­pi­lar datos para la com­pren­sión de la sexua­li­dad con­tem­po­rá­nea, así como las for­mas por medio de las cua­les ella se vin­cu­la al con­tex­to social.

La idea de que la sexua­li­dad es el obje­ti­vo de una estan­da­ri­za­ción que la ins­cri­be en la orden social impe­ran­te resul­ta de esta mira­da hacia lo anti­guo, así como hacia el pre­sen­te. Se pue­de con­si­de­rar, enton­ces, que la nor­ma­li­za­ción corres­pon­de a la deli­mi­ta­ción de lo que se con­si­de­ra acep­ta­ble y no acep­ta­ble des­de el pun­to de vis­ta de los sis­te­mas socia­les. Como resul­ta­do de estas obser­va­cio­nes, Fou­cault seña­la la exis­ten­cia de una estan­da­ri­za­ción, al mis­mo tiem­po que asu­me la posi­ción polí­ti­ca de recha­zo de la mis­ma, en sus diver­sas con­fi­gu­ra­cio­nes. “Creo que un enfo­que intere­san­te sería hacer que el pla­cer de la cópu­la esca­pe del cam­po regla­men­ta­rio de la sexua­li­dad y de sus cate­go­rías, y así, hacer del pla­cer el pun­to de cris­ta­li­za­ción de una nue­va cul­tu­ra” (Fou­cault, 2004, p. 123).

Des­ta­ca­mos que la nor­ma­li­za­ción de la sexua­li­dad no nece­sa­ria­men­te coin­ci­de con la repre­sión sexual. Por el con­tra­rio, es un pro­ce­so que impli­ca cier­ta com­ple­ji­dad ya que reúne a pro­ce­di­mien­tos apa­ren­te­men­te con­tra­dic­to­rios que prohí­ben el sexo en algu­nos casos y lo san­cio­nan en los demás, siem­pre según el man­te­ni­mien­to de un orde­na­mien­to social. Adquie­re rele­van­cia, en este con­tex­to, las rela­cio­nes que se esta­ble­cen entre sexua­li­dad y poder, este otro, obje­to de una inves­ti­ga­ción exten­sa por par­te de Fou­cault. La sexua­li­dad y el poder son temas que se conec­tan por múl­ti­ples vías en las socie­da­des actua­les, sin nece­sa­ria­men­te resul­tar en la repre­sión sexual que, para Fou­cault, ya no es un pro­ce­di­mien­to domi­nan­te.     

Y des­pués, a par­tir de los años sesen­ta, se obser­vó que este poder rígi­do no era tan esen­cial cuan­to se creía, que las socie­da­des indus­tria­les podrían con­ten­tar­se con un poder mucho más tenue sobre el cuer­po. Se des­cu­brió, des­de enton­ces, que los con­tro­les de la sexua­li­dad podrían miti­gar y adop­tar otras for­mas. Res­ta estu­diar de cual cuer­po nece­si­ta la socie­dad actual (Fou­cault, 1996, p. 148).

Se lle­ga, así, a la cons­ta­ta­ción de que, en la con­tem­po­ra­nei­dad capi­ta­lis­ta, los modos de ejer­ci­cio del poder pier­den la visi­bi­li­dad en la medi­da que se dis­tan­cian de la repre­sión. ¿Cómo, enton­ces, podría ser carac­te­ri­za­do el poder nor­ma­li­za­dor sobre la sexua­li­dad? ¿Qué efec­tos impri­me sobre ella? Michel Fou­cault res­pon­de par­cial­men­te estas cues­tio­nes:

Pues si el poder solo tuvie­se la fun­ción de repri­mir, si actua­se ape­nas por el medio de la cen­su­ra, de la exclu­sión, del impe­di­men­to, del recal­que, a la mane­ra de un gran súper-ego, si ape­nas se ejer­cie­se de modo nega­ti­vo, él sería muy frá­gil. Si él es fuer­te, es por­que pro­du­ce efec­tos posi­ti­vos al nivel del deseo –como se empie­za a cono­cer– y tam­bién al nivel del saber (Fou­cault, 1996, p. 148).

No hay dudas de que la suge­ren­cia de Fou­cault es esti­mu­lan­te y se pue­de des­do­blar en dife­ren­tes direc­cio­nes: cono­cer cuál cuer­po las socie­da­des soli­ci­tan es una pro­pues­ta que trae implí­ci­ta la cues­tión de saber cuál sexua­li­dad se ins­cri­be en este cuer­po, teni­do como ade­cua­do des­de el pun­to de vis­ta del poder. Se pue­de acre­cen­tar aún otro obje­ti­vo: cono­cer las efec­tua­cio­nes del poder diri­gi­das hacia la pro­duc­ción de este cuer­po sexua­do. Lo más intere­san­te, sin embar­go, es que en la obra de Fou­cault ya encon­tra­mos algu­nas direc­cio­nes posi­bles, algu­nas res­pues­tas par­cia­les a estos cues­tio­na­mien­tos.

Así, reuni­mos evi­den­cias de que está en cur­so una nor­ma­li­za­ción fle­xi­ble de la sexua­li­dad. Pero ¿cómo carac­te­ri­zar­la? Tal vez sea posi­ble, pre­li­mi­nar­men­te, decir que ella com­por­ta una rever­sión apa­ren­te en rela­ción con las anti­guas prac­ti­cas repre­si­vas. Esto por­que ella esti­mu­la, inci­ta, dife­ren­tes prác­ti­cas rela­ti­vas a la sexua­li­dad.

¿Cómo es que el poder con­tes­ta? A tra­vés de una explo­ra­ción eco­nó­mi­ca (y tal vez ideo­ló­gi­ca) de la ero­ti­za­ción, des­de los pro­duc­tos para bron­cear has­ta las pelí­cu­las por­no­grá­fi­cas… Como res­pues­ta a la revuel­ta del cuer­po, encon­tra­mos una nue­va inver­sión que no tie­ne más la for­ma de con­trol repre­sión, sino de con­trol esti­mu­la­ción: Que­de nudo… ¡pero sea del­ga­do, gua­po y bron­cea­do! (Fou­cault, 1996, p. 147). [sic]

Se vuel­ve posi­ble, con esas colo­ca­cio­nes, iden­ti­fi­car una de las ver­tien­tes más efec­ti­vas de la nor­ma­li­za­ción fle­xi­ble inci­den­te en la sexua­li­dad en nues­tros días. Ella ofre­ce patro­nes y pará­me­tros refe­ren­tes a las prác­ti­cas sexua­les, san­cio­nán­do­las, y al mis­mo tiem­po, inci­tán­do­las. Esto ocu­rre por dife­ren­tes vías. Fou­cault mues­tra cómo uno de los agen­tes de ese pro­ce­so es la publi­ci­dad, vehi­cu­la­da en los medios de comu­ni­ca­ción de masa y en la cual los men­sa­jes de con­te­ni­do eró­ti­co se hacen pre­sen­tes. La inci­ta­ción al sexo, sin embar­go, no cesa los pro­ce­di­mien­tos de nor­ma­li­za­ción.

De mane­ra con­co­mi­tan­te, las socie­da­des occi­den­ta­les asis­ten a la ascen­sión de un dis­cur­so cien­tí­fi­co sobre la sexua­li­dad, vehi­cu­la­do, en prin­ci­pio, por cate­go­rías pro­fe­sio­na­les del área de la salud tales como médi­cos y psi­có­lo­gos. La dise­mi­na­ción de este tipo de dis­cur­so fue tan rápi­da y efec­ti­va que, para Fou­cault, lle­gó a sor­pren­der: “Creo que la cul­tu­ra occi­den­tal fue sor­pren­di­da por una espe­cie de des­en­vol­vi­mien­to, de híper-des­en­vol­vi­mien­to del dis­cur­so de la sexua­li­dad, de la teo­ría de la sexua­li­dad, de la cien­cia bajo la sexua­li­dad, del saber sobre la sexua­li­dad” (Fou­cault, 2004, p. 58). Fou­cault pone de relie­ve, en ese pro­ce­so, que la adop­ción de un padrón dis­cur­si­vo bajo la sexua­li­dad es, en reali­dad, par­te de un con­jun­to más amplio de polí­ti­cas del cuer­po que se vuel­ve obje­to de una aten­ción cre­cien­te a lo lar­go de todo el siglo XX. En tér­mi­nos gene­ra­les, el cuer­po sexua­do se vuel­ve obje­ti­vo de los pode­res al mis­mo tiem­po en que se estruc­tu­ran los sabe­res y las prác­ti­cas nor­ma­li­za­do­ras deri­va­das de los mis­mos.

El saber téc­ni­co-cien­tí­fi­co, ofre­ci­do como pará­me­tro de lo que es nor­mal y acep­ta­ble con rela­ción a la sexua­li­dad, nece­si­ta­ba ser con­fron­ta­do con un otro tipo de dis­cur­so, el de las per­so­nas comu­nes, refe­ri­do a las pro­pias expe­rien­cias sexua­les. Sólo de esta con­fron­ta­ción entre el vivi­do en el plano de la sexua­li­dad por las pobla­cio­nes y el reco­no­ci­do como nor­mal y salu­da­ble sobre el tema es que el ciclo de la nor­ma­li­za­ción fle­xi­ble del sexo se com­ple­ta. Se crían, enton­ces, por la com­pa­ra­ción con­ti­nua­da entre lo vivi­do de las expe­rien­cias sexua­les y los nue­vos pará­me­tros de nor­ma­li­dad las con­di­cio­nes para la ade­cua­ción nor­ma­li­za­do­ra. De todos modos, era nece­sa­rio que los suje­tos con­fe­sa­sen sus expe­rien­cias en el plano de la sexua­li­dad, y Fou­cault reco­no­ce eso al des­cri­bir los pro­ce­di­mien­tos de los pro­fe­sio­na­les envuel­tos en el pro­ce­so. “Ellos dicen más o menos lo siguien­te ‘Uste­des tie­nen una sexua­li­dad, esta sexua­li­dad está al mis­mo tiem­po frus­tra­da y muda, prohi­bi­cio­nes hipó­cri­tas la repri­men. Enton­ces ven­gan a noso­tros, digan y mues­tren todo eso a noso­tros, reve­len sus infe­li­ces secre­tos a noso­tros’” (Fou­cault, 1996, p. 232).

La nor­ma­li­za­ción fle­xi­ble de la sexua­li­dad, san­cio­na­do­ra de las prác­ti­cas sexua­les has­ta enton­ces repri­mi­das, es un acon­te­ci­mien­to que mar­ca deci­si­va­men­te la con­tem­po­ra­nei­dad. Sus ver­tien­tes más visi­bles aquí men­cio­na­das, a saber, la inci­ta­ción al sexo, la pro­duc­ción de un saber-poder sobre él mis­mo y tam­bién la adop­ción, en esca­la social, de un dis­cur­so con­fe­sio­nal sobre lo vivi­do, no ago­tan este acon­te­ci­mien­to. Hay, al menos, un aspec­to más para ser con­si­de­ra­do. La nor­ma­li­za­ción inci­den­te bajo la sexua­li­dad se cam­bia de los agen­tes reco­no­ci­dos del saber-poder, o sea, de los espe­cia­lis­tas y pasa a fre­cuen­tar la vida coti­dia­na en su infi­ni­dad de rela­cio­nes socia­les.

Método

Tenien­do como obje­ti­vo ana­li­zar la par­ti­ci­pa­ción de los medios de comu­ni­ca­ción acer­ca de la pro­duc­ción de la sub­je­ti­vi­dad con­tem­po­rá­nea, así como el deli­nea­mien­to de lo que es con­si­de­ra­do por tales medios como acep­ta­ble y nor­mal en el plano de la sexua­li­dad, fue­ron exa­mi­na­das en este tra­ba­jo tres revis­tas diri­gi­das al públi­co feme­nino, de cir­cu­la­ción nacio­nal en Bra­sil, lla­ma­das res­pec­ti­va­men­te “Nova”, “Máxi­ma” y “Clau­dia”. El cri­te­rio para la selec­ción de estas publi­ca­cio­nes fue la fre­cuen­cia con que la temá­ti­ca de la sexua­li­dad adquie­re en las mis­mas. Ade­más, se tomó en con­si­de­ra­ción el hecho de que estas publi­ca­cio­nes man­tie­nen una sec­ción de car­tas y de con­se­jos eró­ti­cos y amo­ro­sos, lo que reve­la que la publi­ca­ción es con­si­de­ra­da rele­van­te por sus lec­to­ras en lo que dice res­pec­to al tema.

Pri­me­ra­men­te fue­ron rea­li­za­das lec­tu­ras libres de este mate­rial y, pos­te­rior­men­te, fue­ron selec­cio­na­dos decla­ra­cio­nes que tra­ta­ban de la temá­ti­ca de la sexua­li­dad. De inme­dia­to, se notó en los refe­ri­dos vehícu­los mediá­ti­cos un fuer­te com­po­nen­te eró­ti­co y la inci­ta­ción al sexo, que se carac­te­ri­zan como for­ma de modu­la­ción de la sexua­li­dad, tal como fue ana­li­za­do por Fou­cault. Enten­de­mos por modu­la­ción jus­ta­men­te la pro­po­si­ción de un con­jun­to de nor­mas y pro­ce­di­mien­tos con­si­de­ra­dos “ade­cua­dos” para la viven­cia de la sexua­li­dad y que sus­ti­tu­yen las for­mas repre­so­ras de abor­da­je de este domi­nio de la vida. Así, Fou­cault des­ta­ca la exis­ten­cia de una nor­ma­li­za­ción con­ti­nua­da que inci­de sobre la vida amo­ro­sa de todos y que, en lar­ga medi­da, fue encon­tra­da en los docu­men­tos de domi­nio públi­co (las revis­tas) selec­cio­na­dos y ana­li­za­dos duran­te esta inves­ti­ga­ción.

Resultados y discusiones

Encon­tra­mos en las revis­tas feme­ni­nas selec­cio­na­das y ana­li­za­das la expo­si­ción sis­te­má­ti­ca de innu­me­ra­bles moti­vos para colo­car el sexo en prác­ti­ca en las más dife­ren­tes situa­cio­nes y con­tex­tos. La sexua­li­dad en estas publi­ca­cio­nes com­pa­re­ce como deten­ta­do­ra de la capa­ci­dad de influen­ciar los más varia­dos aspec­tos de la vida. El sexo pasa a ser pro­mo­tor de la salud y, para eso, las mate­rias vehi­cu­lan un dis­cur­so cien­tí­fi­co diri­gi­do hacia la com­pro­ba­ción, lo que evi­den­cia el ejer­ci­cio de un saber-poder. Mire­mos: “Se esti­ma que las rela­cio­nes sexua­les de cali­dad dis­mi­nu­yan en has­ta 30% el ries­go del infar­to y de des­en­ro­llar enfer­me­da­des vas­cu­la­res cere­bra­les, tales como derra­me” (Farias, 2010, p.58).

En otra publi­ca­ción encon­tra­mos cla­ra­men­te la repro­duc­ción del mode­lo dis­cur­si­vo cons­trui­do con el dis­cur­so cien­tí­fi­co y más una vez el efec­to se apro­xi­ma de una inci­ta­ción al ejer­ci­cio de la sexua­li­dad: “cien­tí­fi­cos aus­tra­lia­nos des­cu­brie­ron que la abs­ten­ción sexual resul­ta en esper­ma­to­zoi­des de mala cali­dad. O sea, que­dar sin joder pue­de hacer que el hom­bre sufra pro­ble­mas de fer­ti­li­dad” (Maga­rian, 2008, p. 50). Como indi­ca­dor de la inci­ta­ción nor­ma­li­za­do­ra de la sexua­li­dad, encon­tra­mos tam­bién el uso de la sexua­li­dad corre­la­cio­na­do con la cali­dad de vida. Más una vez las ins­ti­tu­cio­nes cien­tí­fi­cas del saber-poder se ponen como pro­mo­to­ras de una nor­ma­li­za­ción de la sexua­li­dad: “Hace diez años, la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud inclu­yó el sexo entre los pre-requi­si­tos para la cali­dad de vida, tan impor­tan­te como prac­ti­car ejer­ci­cios y ali­men­tar­se bien” (Frei­tas, 2010, p. 58). Otro aspec­to de la vida de las per­so­nas para las cua­les el sexo es pre­sen­ta­do como posee­dor de un papel fun­da­men­tal es la manu­ten­ción de la rela­ción amo­ro­sa. Una mate­ria de la mis­ma publi­ca­ción seña­la los secre­tos de las pare­jas que man­tie­nen sus casa­mien­tos feli­ces has­ta más de vein­te años:

No cie­rre las puer­tas a mane­ras inno­va­do­ras de mos­trar lo que desea. Osar, y has­ta come­ter algu­nas locu­ri­tas entre cua­tro pare­des, des­pier­ta la volun­tad del com­pa­ñe­ro, esti­mu­la la pro­duc­ción de har­mo­nios que gene­ran exci­ta­ción y vuel­ve la rela­ción más ínti­ma (Duar­te, 2011, p.65).

Los enun­cia­dos apa­ren­te­men­te inci­tan la libe­ra­ción sexual feme­ni­na, sin embar­go, camu­flan un direc­cio­na­mien­to, una vez que las mate­rias acer­ca del sexo pare­cen no ser direc­cio­na­das a las muje­res sol­te­ras, tra­tán­do­se siem­pre de muje­res casa­das que poseen una rela­ción esta­ble y monó­ga­ma. La prác­ti­ca sexual fre­cuen­te gana tam­bién la dimen­sión pre­ven­ti­va con­tra una posi­ble rup­tu­ra en las rela­cio­nes a tra­vés de la lla­ma­da trai­ción con­yu­gal: “Follar muuuuu­cho oxi­ge­na la rela­ción, faci­li­ta la com­pren­sión mutua, aumen­ta la inti­mi­dad y deja el camino libre para el diá­lo­go. ¿Casos con­yu­ga­les? Es menor el ries­go de que ocu­rrie­ren” (Frei­tas, 2010, p. 59). Iden­ti­fi­ca­mos así una serie de moti­vos que extra­po­lan, en mucho, la uti­li­za­ción de la sexua­li­dad para la obten­ción del pla­cer y que solo pue­den ser com­pren­di­das admi­tien­do una nor­ma­li­za­ción en cur­so.

En una edi­ción ya men­cio­na­da de la mis­ma revis­ta, el sexo es cita­do como pro­ce­di­mien­to pre­ven­ti­vo con­tra trai­cio­nes: “Saber que es posi­ble que­dar apa­sio­na­do por toda la vida cam­bia la per­cep­ción de las per­so­nas, que aumen­tan sus expec­ta­ti­vas rela­ti­vas a la rela­ción y que­den menos pro­pen­sas a bus­car pare­jas fue­ra del casa­mien­to” (Duar­te, 2011, p. 65). Al exa­mi­nar las mate­rias de las revis­tas, iden­ti­fi­ca­mos un cier­to gra­do de exi­gen­cia a sus las lec­to­ras, que evi­den­cia, en la publi­ca­ción, la nece­si­dad de man­te­ner rela­cio­nes sexua­les, sean cua­les fue­ren las situa­cio­nes y las adver­si­da­des de la vida. El sexo deja de ser facul­ta­ti­vo y se vuel­ve una obli­ga­ción: “todas las per­so­nas tie­nen cua­tro ape­ti­tos bási­cos, que son tra­ba­jar, comer, transar y dor­mir. Ellos deben ser sacia­dos para que la gen­te se man­ten­ga bien y equi­li­bra­da” (Ser­pa, 2010, p. 73). Tal frag­men­to dis­cur­si­vo colo­ca en relie­ve el hecho de que toda nor­ma­li­za­ción se apo­ya en un plan moral. El uso de la pala­bra “deben” demues­tra este hecho.

De mane­ra com­ple­men­ta­ria, una nor­ma­li­za­ción que deter­mi­na que la prác­ti­ca sexual pre­ci­sa ser man­te­ni­da a cual­quier cos­to va a con­tra­po­ner­se nece­sa­ria­men­te a las situa­cio­nes que pue­den pre­sen­tar­se como adver­sas para que esa regla sea cum­pli­da. Así, el naci­mien­to de un hijo, el emba­ra­zo, o aún, cir­cuns­tan­cias como el des­em­pleo o la enfer­me­dad no deben ser empie­ci­llo para man­te­ner rela­cio­nes sexua­les:

Por cau­sa de la fati­ga, dolo­res, osci­la­ción hor­mo­nal, exce­so de peso, lac­tan­cia mater­na, la mayo­ría de las muje­res emba­ra­za­das y de las madres de recién-naci­dos no quie­ren saber de sexo. Más: el naci­mien­to del bebé impli­ca nue­vos pape­les socia­les, de los padres. La pare­ja tie­ne que apren­der a armo­ni­zar las nue­vas fun­cio­nes con las de mari­do e mujer (Ser­pa, 2010, p.72).

Tam­bién con la revis­ta “Clau­dia” ese posi­cio­na­mien­to se man­tie­ne, lo que nos per­mi­te iden­ti­fi­car patro­nes recu­rren­tes en el dis­cur­so nor­ma­li­za­dor:

Para muchas pare­jas, es difí­cil reto­mar la vida sexual des­pués de la lle­ga­da del bebé. Envuel­tos con los cui­da­dos y los ajus­tes a los nue­vos pape­les, ellos pier­den la ener­gía o el inte­rés en joder. El niño ocu­pa el tiem­po de los padres de pri­me­ro via­je – pero no pre­ci­sa (ni debe) ocu­par la cama de casal la noche ente­ra (Bonu­má, 2003, p.112).

Uti­li­zan­do recur­sos que aho­ra exhi­ben un nivel de cien­ti­fi­ci­dad dis­cu­ti­ble, la prác­ti­ca sexual fre­cuen­te es pre­sen­ta­da como capaz de pro­du­cir efec­tos, siem­pre posi­ti­vos, acer­ca de aspec­tos bas­tan­te dis­tan­cia­dos de la sexua­li­dad, tales como la inser­ción en el mun­do del tra­ba­jo:

El mejor es que la per­so­na des­em­plea­da uti­li­ce una par­te del tiem­po para hacer algo que real­men­te le gus­te, como un cur­so o acti­vi­da­des que valo­ri­cen su poten­cial y le hagan sen­tir­se útil… Cam­biar el foco va a redu­cir el nivel de la ansie­dad, lo que des­per­ta­rá la libi­do y tam­bién dará más áni­mo para encon­trar un nue­vo empleo (Ser­pa, 2010, p.74).

Asi­mis­mo la enfer­me­dad, reco­no­ci­da como impe­di­ti­vo para muchas acti­vi­da­des del coti­diano, inclu­si­ve para el tra­ba­jo, pue­de ser un obs­tácu­lo a la obser­van­cia de las nor­mas que inci­den sobre la sexua­li­dad con­tem­po­rá­nea: “No se pue­de pen­sar que la vida sexual aca­bó por cau­sa de un diag­nós­ti­co ruin… En el caso de la enfer­me­dad o tra­ta­mien­to esté afec­tan­do a uno de los cón­yu­ges e impi­dien­do la pene­tra­ción, vale acor­dar que hay otras mane­ras de rela­cio­nar­se afec­ti­va­men­te” (Ser­pa, 2010, p. 74). Las revis­tas ofre­cen innu­me­ra­bles suge­ren­cias de espe­cia­lis­tas en el tema para la obten­ción de pla­cer y el alcan­ce de un bueno desem­pe­ño sexual, o sea, una fre­cuen­cia máxi­ma en las prác­ti­cas. Hay una varie­dad de pro­duc­tos de sex shop que pue­den auxi­liar en la obten­ción de esa fre­cuen­cia, así como el rela­to de las expe­rien­cias de muchas muje­res satis­fe­chas con sus vidas sexua­les que pue­den ser­vir de obje­to de com­pa­ra­ción. Delan­te de tan­tas ofer­tas, hay, por fin, el estre­cha­mien­to de la posi­bi­li­dad de abs­te­ner­se del sexo, o sea, de con­tra­po­ner­se a la nor­ma­li­za­ción que inci­ta al sexo:

Usted va a tener un orgas­mo hoy. Píl­do­ra del deseo, ocho posi­cio­nes (en letras para recor­tar y lle­var en el bol­so), un paso a paso que ter­mi­na con el trior­gas­mo, el tru­que de la len­gua, la téc­ni­ca de la res­pi­ra­ción. Y más: el Dr. Ian Ker­ner, famo­so Ph.D. en sexo­lo­gía, da nue­va cla­se para que su novio encuen­tre el pun­to-cla­ve que va a lle­var­la al nir­va­na. Sea para aumen­tar su pla­cer, sea para alcan­zar el pri­me­ro orgas­mo, solo con leer las pági­nas siguien­tes usted va a lle­gar allí (Maga­rian, 2008, p. 160).

Como apun­ta­mos ante­rior­men­te, la acep­ta­ción por par­te de la pobla­ción de con­fe­sar sus expe­rien­cias sexua­les pro­por­cio­nó pará­me­tros para la defi­ni­ción de lo que es nor­mal, y posi­bi­li­tó mayor vigi­lan­cia y con­trol sobre las prác­ti­cas sexua­les de la pobla­ción que se vuel­ven públi­cas. Como efec­to menos visi­ble de ese pro­ce­so, pode­mos per­ci­bir en las revis­tas la inci­ta­ción a un con­su­mo rela­cio­na­do a la sexua­li­dad. Cabe aún decir que, de acuer­do con Fou­cault, la inci­ta­ción se hace pre­sen­te de modo sig­ni­fi­ca­ti­vo en la pro­duc­ción de dis­cur­sos con­si­de­ra­dos ver­da­de­ros acer­ca de la sexua­li­dad. Las revis­tas feme­ni­nas se vol­vie­ron un medio don­de las muje­res pudie­ron reve­lar sus secre­tos y su inti­mi­dad y, a par­tir de allí, com­pa­rar­los con los nue­vos pará­me­tros de la nor­ma­li­za­ción fle­xi­ble pro­duc­to­ra de sabe­res sobre el sexo. Esos sabe­res pues­tos en cir­cu­la­ción, recu­bier­tos o no de cien­ti­fi­ci­dad, resul­tan en la pro­duc­ción de un mode­lo que, aun­que sigue tenien­do algu­na fle­xi­bi­li­dad, se vuel­ve pres­crip­ti­vo en cuan­to al ejer­ci­cio de la sexua­li­dad. La pres­crip­ción aquí se con­fron­ta con una dimen­sión de la pro­pia sexua­li­dad que es, como fue dicho, su carác­ter facul­ta­ti­vo, o sea, una prác­ti­ca que tie­ne su ejer­ci­cio acon­di­cio­na­do al deseo, puden­do enton­ces suce­der o no.

La nor­ma­li­za­ción de la sexua­li­dad con­tem­po­rá­nea pue­de ser reco­no­ci­da en una amplia gama de publi­ca­cio­nes diri­gi­das para dife­ren­tes públi­cos. Ella se ins­cri­be en los pro­ce­sos de sub­je­ti­va­ción que están en cur­so en la con­tem­po­ra­nei­dad, y que no siem­pre es iden­ti­fi­ca­da como tal. La nor­ma­li­za­ción fle­xi­ble, que tie­ne como énfa­sis la inci­ta­ción de la sexua­li­dad corres­pon­de a una estra­te­gia de geren­cia­mien­to de la vida de las pobla­cio­nes que reem­pla­za, gra­dual­men­te, las prác­ti­cas repre­si­vas diri­gi­das a la sexua­li­dad. Fou­cault estra­té­gi­ca­men­te man­tu­vo la aten­ción diri­gi­da hacia esa varie­dad de pro­ce­di­mien­tos nor­ma­li­za­do­res y dis­cur­sos de inci­ta­ción a las prác­ti­cas sexua­les como ele­men­tos que des­ve­lan las rela­cio­nes de poder en la con­tem­po­ra­nei­dad. “En todo caso, en lo que me preo­cu­pa, me gus­ta­ría estu­diar todos los meca­nis­mos que, en nues­tra socie­dad, invi­tan, inci­tan, cua­jen a hablar de sexo” (Fou­cault, 1996, p. 231).

Uno de los efec­tos iden­ti­fi­ca­dos por Fou­cault en la nor­ma­li­za­ción cien­tí­fi­ca­men­te enva­sa­da de la sexua­li­dad, habla res­pec­to a la pro­duc­ción de un dis­cur­so reco­no­ci­do como ver­da­de­ro sobre el sexo, pero que amplía su rayo de acción pasan­do a sig­ni­fi­car una ver­dad sobre el humano en cuan­to cuer­po sexua­do. Así, el suje­to es com­pren­di­do a par­tir de su sexo y es per­ma­nen­te­men­te refe­ri­do al mis­mo.

El pro­ble­ma es lo siguien­te: ¿cómo se expli­ca que, en una socie­dad como la nues­tra, la sexua­li­dad no sea sim­ple­men­te aque­llo que per­mi­ta la repro­duc­ción de la espe­cie, de la fami­lia, de los indi­vi­duos? ¿No sea sim­ple­men­te algu­na cosa que dé pla­cer y gozo? ¿Cómo es posi­ble que ella tha­ya sido con­si­de­ra­da como lugar pri­vi­le­gia­do en que nues­tra ver­dad pro­fun­da es leí­da, es dicha? Pues lo esen­cial es que, a par­tir del cris­tia­nis­mo, el occi­den­te no paró de decir: “Para saber quién eres, cono­ce tu sexo”. El sexo siem­pre fue el núcleo don­de se alo­ja, jun­ta­men­te con el deve­nir de nues­tra espe­cie, nues­tra “ver­dad” de suje­to humano (Fou­cault, 1996, p. 229).

De fac­to, uno de los obje­ti­vos de la crí­ti­ca es esa intro­duc­ción del sexo como ele­men­to defi­ni­dor de la exis­ten­cia. Y eso hace que la sexua­li­dad se vuel­va un pun­to de apo­yo para algu­nas ope­ra­cio­nes estra­té­gi­cas del poder: cla­si­fi­car, des­cri­bir y jerar­qui­zar a los huma­nos a par­tir del sexo, pro­du­cien­do, así una varie­dad de iden­ti­da­des sexua­les. Ese pro­ce­so de ins­crip­ción gra­dual de una sexua­li­dad cien­tí­fi­ca­men­te estan­da­ri­za­da incor­po­ra, como vimos, ele­men­tos arti­cu­la­dos fue­ra de la cien­cia, como aque­llos extraí­dos de la reli­gión cris­tia­na. Pero, como nota el autor, ese pro­ce­so va a resul­tar en la pro­duc­ción his­tó­ri­ca de un domi­nio del saber acer­ca del hom­bre apo­ya­do en la sexua­li­dad. Eso favo­re­ce la fija­ción del humano a par­tir de su encua­dra­mien­to en una iden­ti­dad sexual. Es así que Fou­cault com­pren­de el sur­gi­mien­to del psi­co­aná­li­sis en el ini­cio del siglo XX: apa­ren­te­men­te libe­ra­ría al pro­po­ner­se a hablar de sexo en un perío­do en el cual el tema aún era tabú, pero com­ple­ta­men­te en sin­to­nía con los obje­ti­vos de los pode­res vigen­tes, que eran hacer hablar acer­ca de la vida pri­va­da y acer­ca del sexo, de modo que legi­ti­ma­se la ofer­ta de pará­me­tros nor­ma­li­za­do­res para eses domi­nios. Esos pará­me­tros se pre­sen­tan en la for­ma de un dis­cur­so ver­da­de­ro acer­ca del cuer­po de los suje­tos sexua­dos. “Se lle­ga enton­ces, en la his­to­ria de los pro­ce­di­mien­tos que esta­ble­cen una rela­ción entre el sexo y la ver­dad, un pun­to cul­mi­nan­te. En nues­tros días, no hay un solo dis­cur­so sobre la sexua­li­dad que de una mane­ra o de otra, no siga el del psi­co­aná­li­sis” (Fou­cault, 1996, p. 267).

La rápi­da dise­mi­na­ción del dis­cur­so psi­co­ana­lí­ti­co y la pene­tra­ción del mis­mo en dife­ren­tes domi­nios son hechos que lla­man la aten­ción de Fou­cault. Las char­las acer­ca del sexo, tími­da­men­te ini­cia­das en los con­sul­to­rios, van a trans­por­tar­se de ahí para dife­ren­tes espa­cios socia­les: en fami­lia o en escue­las el tema empie­za a ser reves­ti­do de natu­ra­li­dad, crian­do las con­di­cio­nes nece­sa­rias para una eta­pa pos­te­rior y deci­si­va que es la aber­tu­ra de los medios de comu­ni­ca­ción. Tal vez uno de los ele­men­tos que más evi­den­cia esa rela­ción del psi­co­aná­li­sis con la nor­ma­li­za­ción de la sexua­li­dad a tra­vés de los medios de comu­ni­ca­ción, sea la per­ma­nen­cia de un mis­mo pro­ce­di­mien­to en el con­sul­to­rio o delan­te de las cáma­ras de tele­vi­sión: un rela­to con­fe­sio­nal, don­de el suje­to expo­ne su vida pri­va­da y sexual alter­nán­do­se con el posi­cio­na­mien­to de un espe­cia­lis­ta, médi­co o psi­có­lo­go, que enun­cia un saber téc­ni­co con valor de ver­dad acer­ca del con­te­ni­do dicho por el suje­to. A su modo, Fou­cault denun­cia los pro­ce­di­mien­tos nor­ma­li­za­do­res: “El psi­co­aná­li­sis, en algu­nas de sus actua­cio­nes tie­ne efec­tos que entran en el cua­dro del con­trol y de la nor­ma­li­za­ción” (Fou­cault, 1996, p.150).

La nor­ma­li­za­ción con­tem­po­rá­nea de la sexua­li­dad, como es posi­ble obser­var, no siem­pre es fácil­men­te reco­no­ci­da. Al sus­ti­tuir los pro­ce­di­mien­tos repre­si­vos por un abor­da­je tole­ran­te, mis­mo que nor­ma­li­za­dor, se pro­du­jo un efec­to de libe­ra­ción sexual que se dis­tri­bu­yó entre dife­ren­tes seg­men­tos socia­les. El cuer­po de la mujer, por ejem­plo, que era un obje­to de vigi­lan­cia cons­tan­te en los mar­cos de una moral con­ser­va­do­ra, pue­de ser admi­ti­do como cuer­po sexua­do, lo que fue evi­den­te en las revis­tas ana­li­za­das. Tam­bién la homo­se­xua­li­dad, uno de los blan­cos pre­fe­ri­dos de las accio­nes repre­si­vas y mora­lis­tas, pasa a ser reco­no­ci­da como prác­ti­ca sexual legí­ti­ma, aun­que per­sis­tan los actos dis­cri­mi­na­to­rios y con pre­jui­cios en el coti­diano de la pobla­ción. Esos seg­men­tos, para los cua­les los cam­bios de los pro­ce­di­mien­tos de la repre­sión hacia los de la inci­ta­ción al sexo fue­ron vivi­dos como una libe­ra­ción sexual, adhe­ri­rán de un modo cate­gó­ri­co a la idea de que vivi­mos una épo­ca de liber­tad sexual.

La ins­crip­ción de las prác­ti­cas y dis­cur­sos de un movi­mien­to social en el apa­ra­to de inci­ta­ción al sexo no se tra­du­ce nece­sa­ria­men­te en sumi­sión. Delan­te de los nue­vos modos de domi­na­ción a par­tir del sexo es posi­ble sim­ple­men­te resis­tir. Nota Fou­cault: “hay una posi­bi­li­dad de resis­ten­cia. Jamás somos apri­sio­na­dos por el poder: pode­mos siem­pre modi­fi­car su domi­na­ción en con­di­cio­nes deter­mi­na­das” (Fou­cault, 1996. p. 241).

Lle­ga­mos, de ese modo, a un pro­ble­ma polí­ti­co de la mayor rele­van­cia: ¿Cómo resis­tir a los pode­res que inci­den sobre la vida sexual de las pobla­cio­nes, una vez que ellos están reves­ti­dos de una ima­gen de libe­ra­ción sexual? ¿Cómo hacer fren­te al inmen­so con­sen­so social que des­cri­be la épo­ca actual como lle­na de liber­tad y satis­fac­ción sexua­les? Para el autor, es posi­ble lle­var ade­lan­te ese enfren­ta­mien­to. Se paga, sin embar­go, un pre­cio con­si­de­ra­ble por nece­sa­rio: des­en­re­dar­se de la pro­pia sexua­li­dad como una refe­ren­cia domi­nan­te para la com­pren­sión del humano. Así,

Creo que los movi­mien­tos dichos de “libe­ra­ción sexual” deben ser com­pren­di­dos como movi­mien­tos de afir­ma­ción “a par­tir” de la sexua­li­dad. Eso quie­re decir dos cosas: son movi­mien­tos que par­ten de la sexua­li­dad, del dis­po­si­ti­vo de sexua­li­dad en el inte­rior del cual noso­tros esta­mos ence­rra­dos, que hacen que fun­cio­ne has­ta su lími­te; pero, al mis­mo tiem­po, ellos se dis­lo­can en rela­ción a él, se libran de él y lo sobre­pa­san (Fou­cault, 1996, p. 233).

Esa resis­ten­cia posi­ble, mar­ca­da por una orien­ta­ción estra­té­gi­ca que evi­den­cia la rela­ción entre sexua­li­dad y poder, tal vez pue­da encar­nar en los auto­de­no­mi­na­dos movi­mien­tos de libe­ra­ción sexual, ofre­cien­do a los mis­mos un nue­vo hori­zon­te de actua­ción. Fou­cault, sin embar­go, atis­ba la resis­ten­cia como algo entre­ve­ra­do en la vida coti­dia­na, en las rela­cio­nes de todos los tipos, sin depen­der de la exis­ten­cia de un movi­mien­to social orga­ni­za­do.

Está esbo­zán­do­se actual­men­te un movi­mien­to que me pare­ce estar yen­do a con­tra­co­rrien­te del “siem­pre más sexo”, del “siem­pre más ver­dad en el sexo” que exis­te hace siglos: se tra­ta, no digo de “redes­cu­brir”, pero de fabri­car otras for­mas de pla­cer, de rela­cio­nes, de coexis­ten­cias, de lazos, de amo­res, de inten­si­da­des (Fou­cault, 1996, p. 234–235).

Trans­cu­rri­das algu­nas déca­das de las entre­vis­tas arri­ba cita­das, el diag­nós­ti­co crí­ti­co rea­li­za­do por Fou­cault pare­ce con­fir­mar­se. La nor­ma­li­za­ción de la sexua­li­dad, en su moda­li­dad fle­xi­ble e inci­ta­do­ra, amplía su gama de efec­tos. La pro­gra­ma­ción tele­vi­si­va, ras­trea­da por las pes­qui­sas de audien­cia, ofre­ce hoy una nue­va mese­ta de visi­bi­li­dad para la cues­tión del sexo. El con­te­ni­do es dise­mi­na­do direc­ta­men­te para la pobla­ción sin nin­gún impe­di­men­to de natu­ra­le­za moral. Es posi­ble con­si­de­rar que los medios de comu­ni­ca­ción pro­duz­can hoy una “edu­ca­ción sexual” que inci­ta y nor­ma­li­za, ini­cian­do a los niños en la cul­tu­ra sexual de nues­tros tiem­pos. Tener un sexo, cono­cer­se a par­tir de él, com­pa­rar sus pro­pias viven­cias en ese domi­nio con los pará­me­tros de lo que es ava­lua­do como nor­mal, se tor­na­rán en tareas pobla­cio­na­les, rea­li­za­das indi­vi­dual y colec­ti­va­men­te. La inci­ta­ción al sexo se hace pre­sen­te tam­bién en el plano de las rela­cio­nes socia­les coti­dia­nas, en las cua­les los suje­tos son inte­rro­ga­dos y con­vo­ca­dos a expo­ner­se por ami­gos y fami­lia­res. Tam­bién en los loca­les de tra­ba­jo o estu­dio don­de los suje­tos de reúnen, la inci­ta­ción al sexo se tor­nó una mone­da corrien­te. Para la gran mayo­ría, esa reali­dad es algo desea­ble, como una con­quis­ta de la liber­tad sexual. ¿Pero, sería así?

Consideraciones finales

Al fin de ese tra­ba­jo, es posi­ble res­ca­tar un gru­po emer­gen­te en la con­tem­po­ra­nei­dad, para el cual la inci­ta­ción de la sexua­li­dad extra­po­ló los lími­tes de lo que es tole­ra­ble: son los deno­mi­na­dos ase­xua­les. Ellos se sien­ten per­se­gui­dos e inqui­ri­dos por todos aque­llos que se tor­na­ron agen­tes de la inci­ta­ción sexual. Pre­sien­ten que el dis­cur­so acer­ca del sexo y géne­ro en la con­tem­po­ra­nei­dad se vol­vió una herra­mien­ta de codi­fi­ca­ción y fija­ción de los cuer­pos en las iden­ti­da­des sexua­les. Muchas veces, se sien­ten dis­tan­cia­dos del pathos domi­nan­te por no iden­ti­fi­car, en sí mis­mos, el omni­pre­sen­te lla­ma­do a la sexua­li­dad. Con­vi­ven con el mie­do de ser tacha­dos de enfer­mos por el des­vío que encar­nan en rela­ción con los mode­los domi­nan­tes, pero decla­ran que tie­nen una vida satis­fac­to­ria con intere­ses diver­si­fi­ca­dos y momen­tos de ale­gría. En el lími­te de lo acep­ta­ble para nues­tra épo­ca, bus­can tam­bién cons­ti­tuir rela­cio­nes y for­mar pare­jas, de pre­fe­ren­cia con otros desin­te­re­sa­dos por el sexo. Les gus­ta­ría, por fin, que su modo sin­gu­lar de vivir no fue­ra obje­to de la aten­ción colec­ti­va; pero, en cuan­to a eso, ya no pue­den de fac­to ele­gir, pues, para ellos, la inci­ta­ción se vol­vió into­le­ra­ble y es pre­ci­so res­pon­der. Ya no sopor­tan el ase­dio cons­tan­te que ora con­vo­ca y ora inci­ta a hablar de sexo. Para hacer fren­te a una pre­sión into­le­ra­ble, ellos acep­tan hacer una con­ce­sión a esos mis­mos pode­res, acep­tan­do ser defi­ni­dos por una iden­ti­dad sexual, aun­que bajo el modo nega­ti­vo. Se auto­de­no­mi­nan, enton­ces, como ase­xua­les, por­ta­do­res de una dife­ren­cia radi­cal en rela­ción con su tiem­po y de modo tími­do empie­zan a vol­ver­se visi­bles. Se orga­ni­zan en sitios de inter­net (http//:asse​xua​li​da​de​.com​.br/​b​log) para afir­mar su modo de vida que, por el sim­ple hecho de exis­tir, pro­vo­ca un males­tar colec­ti­vo, hacien­do vaci­lar los con­sen­sos cons­trui­dos por el poder sobre el humano y sus sexos.

No hay de par­te de aque­llos que se auto­de­no­mi­nan ase­xua­dos una inten­ción de poli­ti­zar la cues­tión. Eso no es nece­sa­rio, pues, tal como está, la situa­ción ya es com­ple­ta­men­te polí­ti­ca. ¿No serían ellos cuer­pos encar­na­dos en una fun­ción de resis­ten­cia a los efec­tos del poder en la con­tem­po­ra­nei­dad? Sus vidas, tal vez, pudie­sen ser mejor com­pren­di­das a par­tir de las pala­bras dichas por Fou­cault (y ya cita­das), par­ti­cu­lar­men­te acer­ca de la emer­gen­cia de “nue­vas inten­si­da­des” más allá de la sexua­li­dad. Y esa resis­ten­cia, esa recu­sa a dejar­se defi­nir por el sexo pro­vo­ca el silen­cio y la per­ple­ji­dad de aque­llos que, en con­so­nan­cia con la actua­li­dad, siguen hacien­do sus estu­dios acer­ca de los géne­ros y los sexos, pro­du­cien­do ver­da­des sobre el humano que pue­den estar con­tri­bu­yen­do para encua­drar­lo y para con­tro­lar­lo. ¿Quién diría que la red de pode­res cien­tí­fi­cos, mediá­ti­cos y nor­ma­li­za­do­res que impe­ra bajo la socie­dad con­tem­po­rá­nea podría ser afron­ta­da por esa elec­ción tími­da, de expo­ner una sin­gu­la­ri­dad, de reve­lar una dife­ren­cia para con el orden social y sexual vigen­te? La con­tem­po­ra­nei­dad, deci­di­da­men­te, nos sor­pren­de.

Referencias

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Serpa, S. (2010). Por aqui para o melhor sexo... Sempre! Máxima. São Paulo: Abril, 6, nov.

Notas

1. Psi­có­lo­ga for­ma­da por la Uni­ver­si­da­de Esta­dual de Londrina/ PR/ Bra­sil.

2. Psi­có­lo­go. Pro­fe­sor del Depar­ta­men­to de Psi­co­lo­gía Social e Ins­ti­tu­cio­nal de la Uni­ver­si­da­de Esta­dual de Lon­dri­na / PR / BR. E‑mail: paulor@uel.br