Mujeres jóvenes otomíes: de la tradición a la transformación Descargar este archivo (6 - Mujeres jóvenes otomíes.pdf)

Iris Rubí Monroy Velasco1, Corina Benjet2 y Emily Ito Sugiyama3

Resu­men

El tra­ba­jo de inves­ti­ga­ción en jóve­nes indí­ge­nas se ha exten­di­do a diver­sas áreas. Este artícu­lo se abor­da des­de la psi­co­lo­gía social y pre­ten­de evi­den­ciar las reali­da­des cul­tu­ra­les a las que está expues­to un gru­po de muje­res jóve­nes hñä hñu (oto­míes) en cuan­to a la tra­di­ción y la trans­for­ma­ción de su iden­ti­dad cul­tu­ral. El acer­ca­mien­to a la comu­ni­dad y a las muje­res se reali­zó median­te una apro­xi­ma­ción cua­li­ta­ti­va. La dis­cu­sión se hace en tér­mi­nos de la ten­sión que exis­te entre la tra­di­ción y la trans­for­ma­ción, a par­tir de diver­sos aspec­tos de la vida coti­dia­na de las par­ti­ci­pan­tes.  

Pala­bras cla­ve: Iden­ti­dad cul­tu­ral, gru­pos indí­ge­nas, muje­res jóve­nes, tra­di­ción cul­tu­ral y trans­for­ma­ción social.

 

Abs­tract

The research on indi­ge­nous youth has spread to dif­fe­rent areas. This arti­cle is addres­sed from social psy­cho­logy and show the cul­tu­ral reali­ties that expo­sed a group of young women hñä hñu (Oto­mies) about tra­di­tion and chan­ge in cul­tu­ral iden­tity. The com­mu­nity outreach and women was per­for­med using a qua­li­ta­ti­ve approach. The dis­cus­sion is in terms of the ten­sion bet­ween tra­di­tion and trans­for­ma­tion, from various aspects of the daily life of the par­ti­ci­pants.

Key words: Cul­tu­ral iden­tity, Indi­ge­nous groups, Young women, Cul­tu­ral tra­di­tion and Social trans­for­ma­tion.

Introducción

El reco­no­ci­mien­to de la diver­si­dad cul­tu­ral y la pro­pues­ta de socie­da­des inter­cul­tu­ra­les como res­pues­ta a la glo­ba­li­za­ción han inci­di­do en las for­mas de con­vi­ven­cia que ges­ta­das en los últi­mos años. La iden­ti­dad ocu­pa un lugar cen­tral en este fenó­meno, por lo que se supo­ne su estu­dio des­de una mira­da cul­tu­ra­lis­ta. Aquí, la cul­tu­ra es enten­di­da como un com­por­ta­mien­to apren­di­do que se vuel­ve heren­cia social y deter­mi­na las con­duc­tas de los indi­vi­duos. Des­de muy tem­prano, median­te los pro­ce­sos de socia­li­za­ción, se apren­den las nor­mas y prin­ci­pios que regu­lan el com­por­ta­mien­to y mode­lan la iden­ti­dad. Asi­mis­mo, se hace refe­ren­cia a una pos­tu­ra sub­je­ti­vis­ta, don­de el indi­vi­duo es cons­cien­te de que per­te­ne­ce a un gru­po cul­tu­ral étni­co y que tam­bién exis­ten gru­pos exter­nos que ejer­cen influen­cia sobre sus ele­men­tos cul­tu­ra­les. Como resul­ta­do, sus per­cep­cio­nes cam­bian o se modi­fi­can den­tro y fue­ra de su comu­ni­dad o gru­po étni­co. Enton­ces, la iden­ti­dad es enten­di­da como un sen­ti­mien­to de per­te­nen­cia a comu­ni­da­des ima­gi­na­das que están deter­mi­na­das por las repre­sen­ta­cio­nes que sus miem­bros se hacen sobre éstas (Cuche, 1996:93).

La juven­tud indí­ge­na en Méxi­co com­pren­de un sec­tor demo­grá­fi­co impor­tan­te. Sin embar­go, su investi­gación en años ante­rio­res ha sido casi inexis­ten­te, tan­to en los estu­dios sobre juven­tud como sobre cul­tu­ras juve­ni­les. Se con­si­de­ra­ba que entre los indí­ge­nas pri­ma­ba el trán­si­to inme­dia­to entre la niñez y la adul­tez. En la actua­li­dad, la aten­ción sobre este sec­tor ha ido cre­cien­do, al gra­do de que los jóve­nes de pue­blos indí­ge­nas son un tema recu­rren­te en las inves­ti­ga­cio­nes, las razo­nes son varias y de dis­tin­to orden: el peso demo­grá­fi­co en áreas rura­les y urba­nas, su visi­bi­li­dad en las ciu­da­des o su pro­cli­vi­dad al cam­bio cul­tu­ral; por lo que repre­sen­tan un amplio y atrac­ti­vo sec­tor como con­su­mi­do­res (Pérez-Ruiz, 2011:66).

El inte­rés fun­da­men­tal al rea­li­zar esta inves­ti­ga­ción ver­sa sobre la dis­po­si­ción que los y las jóve­nes tie­nen y mani­fies­tan al cam­bio cul­tu­ral. Este artícu­lo ana­li­za las tra­di­cio­nes y las trans­for­ma­cio­nes que las muje­res jóve­nes oto­míes o metsis como se les deno­mi­na en oto­mí (los metsis son muje­res y hom­bres jóve­nes que han entra­do a la puber­tad, son sol­te­ros o sol­te­ras y sin hijos) de una comu­ni­dad Hñä Hñu4 del Esta­do de Méxi­co, están inte­gran­do a su iden­ti­dad cul­tu­ral, la cual cons­ti­tu­ye un pro­ce­so socio­psi­co­ló­gi­co de comu­ni­ca­ción cul­tu­ral, don­de exis­te una cons­tan­te inter­ac­ción entre la cul­tu­ra y la iden­ti­dad. La iden­ti­dad cul­tu­ral es una enti­dad suje­ta a per­ma­nen­tes cam­bios y está con­di­cio­na­da por fac­to­res exter­nos y por la con­ti­nua retro­ali­men­ta­ción entre la iden­ti­dad y el con­tex­to (Gar­cía y Bae­za, 2002:17–18).  

Zona de estu­dio

Los oto­míes son uno de los cin­co gru­pos étni­cos5 más repre­sen­ta­ti­vos del Esta­do de Méxi­co6 y han com­par­ti­do por mucho tiem­po el terri­to­rio con otros gru­pos, ade­más de la his­to­ria de su con­for­ma­ción y trans­for­ma­ción (Barrien­tos, 2004:6).

La comu­ni­dad en la que se tra­ba­jó está ubi­ca­da en la zona mazahua-oto­mí, en el muni­ci­pio de San Bar­to­lo More­los. La comu­ni­dad cuen­ta con alre­de­dor de 3,000 habi­tan­tes, de los cua­les, de acuer­do con el Cen­so Gene­ral de Pobla­ción y Vivien­da, dos ter­ce­ras par­tes son indí­ge­nas y están estre­cha­men­te uni­dos por paren­tes­co (inegi, 2010).

La comu­ni­dad se encuen­tra divi­di­da por dos barrios y 16 para­jes7 y pre­sen­ta un alto gra­do de mar­gi­na­ción. En esta comu­ni­dad exis­ten 256 jóve­nes de 15 a 17 años, de los cua­les 127 son hom­bres (solo 69 de ellos acu­den a la escue­la) y 129 son muje­res (71 de ellas acu­den a la escue­la). El quin­to gra­do de pri­ma­ria es el pro­me­dio de esco­la­ri­dad que se tie­ne en la comu­ni­dad (coes­po, 2010).

Método

Esta inves­ti­ga­ción se reali­zó median­te un méto­do cua­li­ta­ti­vo, des­de el ini­cio era impor­tan­te cono­cer y reco­no­cer los ele­men­tos cul­tu­ra­les que las metsis inte­gra­ban a su iden­ti­dad cul­tu­ral, en cada una de las sesio­nes de los gru­pos de dis­cu­sión era asom­bro­so como des­cri­bían cada uno de los ele­men­tos, de los momen­tos y de los luga­res que habían com­par­ti­do como muje­res jóve­nes den­tro de la comu­ni­dad, qué habían vivi­do y qué reco­no­cían y afir­ma­ban en gru­po que era par­te de su iden­ti­dad cul­tu­ral.

i. Entra­da al cam­po y selec­ción de par­ti­ci­pan­tes

Para acce­der a la comu­ni­dad se acu­dió a diver­sas per­so­nas que juga­ron el papel de “por­te­ros”8: el sacer­do­te, el dele­ga­do muni­ci­pal y el direc­tor de la ins­ti­tu­ción de edu­ca­ción media supe­rior en la que se tra­ba­jó. Las infor­man­tes cla­ve fue­ron muje­res adul­tas con­si­de­ra­das en la comu­ni­dad como las “rezan­de­ras” del mes mariano, quie­nes nos pre­sen­ta­ron a las muje­res jóve­nes entre 159 y 21 años, sol­te­ras y que habla­ran espa­ñol. Se invi­tó todas ellas a par­ti­ci­par en el estu­dio y se tra­ba­jó con aque­llas que acce­die­ron a dia­lo­gar sobre el tema de iden­ti­dad cul­tu­ral. 

ii. Téc­ni­ca de reco­lec­ción y Guía de con­ver­sa­ción

Para pro­pi­ciar el inter­cam­bio de expe­rien­cias entre las par­ti­ci­pan­tes volun­ta­rias se uti­li­zó la téc­ni­ca de gru­po de dis­cu­sión, dado que se tra­ta de una estra­te­gia téc­ni­ca y meto­do­ló­gi­ca que per­mi­te la par­ti­ci­pa­ción acti­va del suje­to y le otor­ga liber­tad para expre­sar su opi­nión sobre el sen­ti­do de sus accio­nes vin­cu­la­das a la vida coti­dia­na (Ibá­ñez, 1979:13). Se bus­có que la dis­cu­sión se cen­tra­ra en los ele­men­tos cul­tu­ra­les que las muje­res jóve­nes inte­gran a su iden­ti­dad cul­tu­ral. Los temas de con­ver­sa­ción, se pre­sen­tan en el Cua­dro 1.

Cuadro 1. Guía de conversación

Eje

Temas 

Sig­ni­fi­ca­do de ser hñä hñu

Valo­res, creen­cias y sen­ti­mien­tos que las metsis han inte­gra­do a su iden­ti­dad cul­tu­ral (Cul­tu­ra Sub­je­ti­va).

Prác­ti­cas cul­tu­ra­les, len­gua y ves­ti­men­ta que las metsi reco­no­cen como par­te de su iden­ti­dad cul­tu­ral

(Cul­tu­ra Obje­ti­va).

Trans­for­ma­ción del sig­ni­fi­ca­do de ser hñä hñu

Ele­men­tos cul­tu­ra­les que las metsis han incor­po­ra­do para trans­for­mar su iden­ti­dad cul­tu­ral.

Las temá­ti­cas se orga­ni­za­ron en fun­ción del sig­ni­fi­ca­do de ser hñä hñu toman­do en cuen­ta las expre­sio­nes sub­je­ti­vas y obje­ti­vas de la cul­tu­ra que pro­po­ne Sim­mel (Ritzer, 1993:305), en don­de men­cio­na que las per­so­nas están influi­das por estruc­tu­ras socia­les y por sus pro­duc­cio­nes cul­tu­ra­les. Sim­mel dis­tin­guió entre cul­tu­ra indi­vi­dual (sub­je­ti­va) y cul­tu­ra obje­ti­va. La cul­tu­ra obje­ti­va se refie­re a aque­llas mani­fes­ta­cio­nes que las per­so­nas pro­du­cen (arte, cien­cia, filo­so­fía); la cul­tu­ra sub­je­ti­va es la capa­ci­dad del actor para pro­du­cir, absor­ber y con­tro­lar los ele­men­tos de la cul­tu­ra.

iii. Pro­ce­di­mien­to

Se for­ma­ron dos gru­pos de dis­cu­sión, el pri­me­ro estu­vo inte­gra­do por cin­co muje­res entre 16 y 18 años de edad que cur­sa­ban el cuar­to y sex­to semes­tre del bachi­lle­ra­to den­tro de la comu­ni­dad. Con ellas se rea­li­za­ron dos sesio­nes de 80 minu­tos apro­xi­ma­da­men­te cada una. El segun­do gru­po estu­vo inte­gra­do por ocho muje­res entre 18 y 21 años de edad, una egre­sa­da de la Licen­cia­tu­ra en Edu­ca­ción Pre-esco­lar y las demás aún estu­dian­do dife­ren­tes carre­ras10 en uni­ver­si­da­des públi­cas que se encuen­tran afue­ra de la comu­ni­dad. Con ellas se rea­li­za­ron dos sesio­nes de 120 minu­tos apro­xi­ma­da­men­te cada una.

iv. Aná­li­sis de la infor­ma­ción

El aná­li­sis se lle­vó a cabo median­te el méto­do nuclear-tópi­co (Ibá­ñez, 1979:334). Nuclear por­que cap­ta los ele­men­tos de vero­si­mi­li­tud, enten­dien­do como vero­si­mi­li­tud la simu­la­ción de la ver­dad, ya que la ver­dad defi­ni­ti­va no exis­te como tal. Ibá­ñez cla­si­fi­ca cua­tro tipos de vero­si­mi­li­tud: refe­ren­cial, poé­ti­ca, lógi­ca y tópi­ca. En este caso, la vero­si­mi­li­tud tópi­ca pro­du­ce un efec­to de socie­dad por­que expli­ca los valo­res que la socie­dad o comu­ni­dad acep­ta, aque­llos con los que se crean con­ven­cio­nes que son acep­ta­das por sus inte­gran­tes. En la medi­da en que cam­bian nor­mas y cos­tum­bres van alte­rán­do­se los con­ven­cio­na­lis­mos a tra­vés de dis­tin­tos jue­gos de socia­bi­li­dad: lo que se vale y lo que no. Esto tie­ne que ver con los con­sen­sos a los cua­les las inte­gran­tes de los gru­pos lle­ga­ron a lo lar­go de la dis­cu­sión, y son la mate­ria pri­ma para rea­li­zar el aná­li­sis.  

Resultados y Discusión

Ele­men­tos cul­tu­ra­les de su Iden­ti­dad: tra­di­ción y trans­for­ma­ción

Al ana­li­zar la infor­ma­ción ver­ti­da por los gru­pos se iden­ti­fi­ca­ron los ele­men­tos cul­tu­ra­les que carac­te­ri­zan a las metsis toman­do en cuen­ta la guía de con­ver­sa­ción que se había esta­ble­ci­do teó­ri­ca­men­te y se hizo un reajus­te para inte­grar los aspec­tos emer­gen­tes. Los ele­men­tos cul­tu­ra­les que las defi­nen como muje­res jóve­nes oto­míes resi­den en las viven­cias que han teni­do y que pue­den ser agru­pa­das en las viven­cias en ritua­les o cere­mo­nias, la ves­ti­men­ta, las con­me­mo­ra­cio­nes anua­les, los valo­res y sen­ti­mien­tos que se expre­san, las rela­cio­nes inter­per­so­na­les que man­tie­nen con sus fami­lia, sus rela­cio­nes de pare­ja y con la comu­ni­dad en gene­ral; la len­gua que han deja­do de hablar y la len­gua que aho­ra reco­no­cen como pro­pia y has­ta los ali­men­tos que con­su­men. Todo esto en su con­jun­to se con­vier­te en prác­ti­cas iden­ti­ta­rias que las hacen ser y mani­fes­tar­se ante los otros, tan­to den­tro como fue­ra de su comu­ni­dad. Estos ele­men­tos se inte­gran en un pro­ce­so con­ti­nuo entre la tra­di­ción y la trans­for­ma­ción; entre los ele­men­tos sub­je­ti­vos y obje­ti­vos de la cul­tu­ra; y entre estar aden­tro o afue­ra de la comu­ni­dad. Estas tres face­tas hacen que su iden­ti­dad tome dife­ren­tes tona­li­da­des que enri­que­cen y movi­li­zan sus recur­sos inter­nos  para hacer per­du­rar su iden­ti­dad cul­tu­ral en el tiem­po, aún con las modi­fi­ca­cio­nes que pue­dan sufrir ante las cir­cuns­tan­cias par­ti­cu­la­res que enfren­ten.

La Figu­ra 1 mues­tra los ele­men­tos cul­tu­ra­les que inte­gran la iden­ti­dad cul­tu­ral de las inte­gran­tes de los gru­pos de dis­cu­sión: las fies­tas y los ritua­les son ele­men­tos sub­je­ti­vos de la cul­tu­ra que for­man par­te de la tra­di­ción y que se rea­li­zan den­tro de la comu­ni­dad. Tam­bién los valo­res y las rela­cio­nes inter­per­so­na­les son ele­men­tos sub­je­ti­vos, sólo que estos se han trans­for­ma­do a par­tir de las influen­cias exter­nas (escue­la, tra­ba­jo y medios de comu­ni­ca­ción) a las que las jóve­nes están expues­tas. Los ali­men­tos y los bor­da­dos son ele­men­tos cul­tu­ra­les obje­ti­vos, ya que son pro­duc­cio­nes cul­tu­ra­les que están aso­cia­das a la tra­di­ción y se rea­li­zan aden­tro de la comu­ni­dad; igual­men­te, el uso de la len­gua y la ves­ti­men­ta tra­di­cio­nal son ele­men­tos cul­tu­ra­les obje­ti­vos y están aso­cia­dos a la trans­for­ma­ción por­que las metsis están incor­po­ran­do otros que son exter­nos a la comu­ni­dad. En la siguien­te figu­ra se repre­sen­ta un dia­gra­ma que inclu­ye los ele­men­tos que inte­gran la iden­ti­dad cul­tu­ral de las muje­res jóve­nes oto­míes toman­do como ejes la cul­tu­ra sub­je­ti­va y obje­ti­va; los esce­na­rios en don­de se des­en­vuel­ven (aden­tro y afue­ra de la comu­ni­dad) y el con­tras­te entre tra­di­ción y trans­for­ma­ción.

Figura 1. Elementos que integran la identidad cultural de las metsis (mujeres jóvenes otomíes).  

Las Fies­tas y los Ritua­les: un momen­to de con­vi­ven­cia fami­liar y de retorno al ori­gen

Las fies­tas son un momen­to de con­vi­ven­cia con la comu­ni­dad y con los fami­lia­res que viven fue­ra de ella, quie­nes regre­san pre­ci­sa­men­te esos días para acom­pa­ñar y dis­fru­tar de las fes­ti­vi­da­des. Las más repre­sen­ta­ti­vas de la comu­ni­dad son tres: 5 de mayo “Fies­ta del Buen Tem­po­ral”, 10 de agos­to “Fies­ta Patro­nal” y 12 de diciem­bre “Fies­ta de la Vir­gen de Gua­da­lu­pe”:

“la fies­ta del buen tem­po­ral es una cos­tum­bre ¿no?, por­que al hacer nues­tras vís­pe­ras que­re­mos que llue­va, es un tri­bu­to a Dios para que nos con­ce­da el agua, […] las cos­tum­bres nos inte­gran más entre noso­tros”.

Son orga­ni­za­das por la comu­ni­dad y los mayor­do­mos. Los padres de las par­ti­ci­pan­tes han sido mayor­do­mos en las dife­ren­tes fies­tas, ellas ase­gu­ran que en un futu­ro, cuan­do estén casa­das, desean par­ti­ci­par en algu­na de las mayor­do­mías para con­ti­nuar con la tra­di­ción. Las fies­tas for­ta­le­cen su iden­ti­dad como oto­míes por­que for­man par­te de sus cos­tum­bres: ellas se sien­ten per­te­ne­cien­tes a la etnia oto­mí, men­cio­nan­do que des­cien­den de una fami­lia oto­mí y se inte­gran como oto­míes a par­tir de las tra­di­cio­nes y cos­tum­bres:

 “sí per­te­ne­ce­mos a las cul­tu­ras oto­míes prin­ci­pal­men­te por las cos­tum­bres o por­que sí des­cen­de­mos de una fami­lia oto­mí o por­que la mayo­ría de la gen­te habla oto­mí. Pero prin­ci­pal­men­te es por las cos­tum­bres por­que des­de chi­cos [sic] nos incul­ca­ron, nos hacían par­te de esas cos­tum­bres […]”.

Los ritua­les que prac­ti­can le dan sig­ni­fi­ca­do a sus creen­cias y tra­di­cio­nes, ade­más de que ase­gu­ran la con­vi­ven­cia comu­ni­ta­ria. La reli­gión es un puen­te entre sus fes­ti­vi­da­des y los ritua­les que prac­ti­can, ya que se rea­li­zan en dife­ren­tes cere­mo­nias o con­me­mo­ra­cio­nes a lo lar­go del año: Día de muer­tos, fes­te­jo de la Navi­dad, ritual de recon­ci­lia­ción en el pedi­men­to del matri­mo­nio —“Con­ten­to”—  y las lim­pias que hacen para curar algu­nos pade­ci­mien­tos físi­cos. Las muje­res jóve­nes con las que se tra­ba­jó hicie­ron refe­ren­cia a dos de ellos que a con­ti­nua­ción se des­cri­ben:

a. El “Con­ten­to”

Este ritual tie­ne por obje­ti­vo recon­ci­liar a las fami­lias des­pués del “robo” de la mujer por par­te del hom­bre sin con­sen­ti­mien­to pre­vio de los padres. Este “robo” es un acuer­do mutuo entre los jóve­nes para ini­ciar una vida en pare­ja, por lo que el “con­ten­to” for­ma­li­za la rela­ción dan­do un lugar de res­pe­to y reco­no­ci­mien­to mutuo a las fami­lias de ambos con­tra­yen­tes. En el ritual, los padres del varón, la nue­va pare­ja, los her­ma­nos mayo­res del hom­bre y los abue­los acu­den a la casa de la mujer. El padre del hom­bre es quien enca­be­za el ritual y quien hace el pedi­men­to del per­dón acom­pa­ña­do de algu­nos obse­quios que se colo­can en una canas­ta como sím­bo­lo de recon­ci­lia­ción que inclu­yen refres­cos, pan, azú­car, café y tequi­la:

“ […] mi papá res­pe­ta mucho eso y dice, si tus sue­gros creen en eso, vamos a lle­var­les eso, a las dos cuña­das que hemos ido a pedir, bueno, a una a pedir­la y a la otra al “con­ten­to” lo que hemos hecho es lle­var la caja de refres­co, el café, tequi­la, caja de cer­ve­zas, bueno mi abue­li­ta es la que les dice a mis papás. Pero eso del con­ten­to toda­vía se hace, noso­tros lo hici­mos por­que es por res­pe­tar lo que creen los sue­gros”.

Las par­ti­ci­pan­tes men­cio­nan que sí les gus­ta­ría casar­se pero que el pedi­men­to fue­ra median­te el ritual del “con­ten­to” aun­que tam­bién inclu­yen la posi­bi­li­dad de ser madres sol­te­ras o bien, no casar­se. El pedi­men­to por “con­ten­to”, a la par que per­mi­te la elec­ción de la pare­ja, ase­gu­ra el víncu­lo con ella y mues­tra un con­sen­ti­mien­to mutuo para for­ma­li­zar la rela­ción. 

b. Ritua­les “Cura­ti­vos”

Los ritua­les cura­ti­vos son lla­ma­dos por ellas como “reme­dios cura­ti­vos” y son trans­mi­ti­dos por las abue­las y madres. Las metsis los usan cuan­do se sien­ten mal físi­ca o psi­co­ló­gi­ca­men­te, o bien, cuan­do algu­nos de los miem­bros de la fami­lia o ami­gos de la escue­la tie­nen algún pade­ci­mien­to. El ritual pro­pia­men­te con­tem­pla las lim­pias y la toma de algu­nos tés para ali­viar “el mal de ojo”11 y “el aire”12, en ambos casos y a pesar de tomar medi­ca­men­tos y acu­dir con el médi­co refie­ren que siguen tenien­do dolor has­ta que no les hacen una “lim­pia”, la cual con­sis­te en pasar un hue­vo por todo el cuer­po con la creen­cia de “lim­piar y qui­tar todo lo malo” que se ten­ga o que le “hayan hecho”. La lim­pia nece­sa­ria­men­te se hace con un hue­vo de galli­na por­que “se nece­si­ta una célu­la gran­de que absor­ba todo lo malo”:

“ […] los reme­dios cura­ti­vos […] por ejem­plo, que si alguien le echa­ron ojo, que si le dio aire, mi abue­li­ta dice que le lim­pies un hue­vo cuan­do les da aire […]”.

Ellas tie­nen cono­ci­mien­to de cómo rea­li­zar las lim­pias y esto es par­te de sus cos­tum­bres, por­que sus abue­las y madres o curan­de­ras del pue­blo les han ense­ña­do. Las prac­ti­can pero dicen que no las hacen tan fre­cuen­te­men­te, por­que un adul­to tie­ne mayor ener­gía o fuer­za espi­ri­tual y es quien “te pue­de ayu­dar a sanar”; sin embar­go, con­si­de­ran que estos ritua­les las hacen dife­ren­tes a sus com­pa­ñe­ras de escue­la que no son oto­míes por­que pue­den reco­men­dar­les qué hacer cuan­do alguien se “sien­ten mal”:

“cuan­do los ami­gos se sien­ten mal les digo que tie­nen que hacer té y se sor­pren­den de que se sien­ten mejor […] yo le pre­gun­to a mi abue­li­ta ¿esa hier­ba para qué es? y lue­go me la tomo y sí se me qui­ta, ya les digo que com­pren esa hier­ba o que la jun­ten”.

Los ritua­les y las fes­ti­vi­da­des arrai­gan a las jóve­nes a sus tra­di­cio­nes. Ambos ele­men­tos for­man par­te de su iden­ti­dad cul­tu­ral por­que la inter­ac­ción entre los inte­gran­tes de la comu­ni­dad per­mi­te que se man­ten­ga la iden­ti­dad social. Esta inter­ac­ción se da en un lugar espe­cí­fi­co que se deno­mi­na terri­to­rio, enten­di­do como un espa­cio valo­ra­do sim­bó­li­ca o ins­tru­men­tal­men­te por los gru­pos huma­nos (Raf­fes­tin, 1980:129). El terri­to­rio fun­cio­na como un víncu­lo mate­rial entre las gene­ra­cio­nes del pasa­do y las del pre­sen­te (Gimé­nez, 1999:39), jus­ta­men­te los ritua­les y las fes­ti­vi­da­des se rea­li­zan en ese terri­to­rio que los vin­cu­la con sus ante­pa­sa­dos.

Lo “casual”: ves­ti­men­ta y los bor­da­dos

Las metsis ya no usan la ves­ti­men­ta tra­di­cio­nal de la mujer oto­mí13. Men­cio­nan que úni­ca­men­te las muje­res adul­tas la usan y que sólo de niñas fue­ron ves­ti­das por su mamá usan­do el tra­je tra­di­cio­nal en cere­mo­nias reli­gio­sas o bai­la­bles. Aho­ra se vis­ten con­si­de­ran­do los luga­res en los que se pre­sen­tan o como ellas dicen “por res­pe­to” a los luga­res que acu­den. Por ejem­plo, si van a la escue­la, lle­van uni­for­me; en algu­na boda, van de ves­ti­do; si van a algún bai­le, lle­van botas. Tam­bién uti­li­zan pren­das de ves­tir de acuer­do con el tipo de músi­ca que les gus­ta y que escu­chan, por ejem­plo rock, reg­gae­tón o ban­da. Este tipo de géne­ros musi­ca­les los empe­za­ron a escu­char indi­rec­ta­men­te por parien­tes (her­ma­nos o pri­mos) que en la mayo­ría de los casos salie­ron a tra­ba­jar al Dis­tri­to Fede­ral, o bien, en pro­gra­mas de tele­vi­sión:

“ […] los medios de comu­ni­ca­ción empie­zan a dar­nos tan­tas cosas… ense­ñar­nos […] por ejem­plo ves­tir­nos dife­ren­te… que la moda… y que­re­mos seguir cier­tos patro­nes […]”.

Coti­dia­na­men­te les gus­ta ves­tir “casual”, es decir, pan­ta­lón de mez­cli­lla, tenis o zapa­tos de piso, pla­ye­ra o cami­se­ta de dife­ren­tes colo­res y tex­tu­ras; que com­bi­nan con blu­sas bor­da­das y cha­les. De hecho, men­cio­nan que algo que las hace dife­ren­tes a otras mucha­chas de su edad que no viven en la región es que ellas saben bor­dar. Su madre o abue­la fue quien les ense­ñó a hacer su pro­pia cos­tu­ra. En su mayo­ría con­fec­cio­nan blu­sas, ser­vi­lle­tas, fun­das para coji­nes aun­que refie­ren tener poco tiem­po para hacer­lo por las tareas de la escue­la y de la casa.

Bor­dar es una tra­di­ción exclu­si­va de muje­res, se trans­mi­te de gene­ra­ción en gene­ra­ción con lo cual, las fami­lias y las pro­pias muje­res se dis­tin­guen al inte­rior de la comu­ni­dad según la for­ma y los mate­ria­les que uti­li­zan: 

“hay cosas que en las fami­lias van de gene­ra­ción en gene­ra­ción, que las iden­ti­fi­can, por ejem­plo la cos­tu­ra, muchas fami­lias y muchas muje­res se iden­ti­fi­can por el esti­lo de bor­dar, por­que yo he vis­to que no es igual. Uti­li­zan hilo o estam­bre, hacen bor­da­dos en los gaba­nes, siguen usan­do el telar de cin­tu­ra, hay seño­ras usan hila­dor para la lana, son aspec­tos que no todos hace­mos aun­que somos de la mis­ma comu­ni­dad”.

Si bien la ves­ti­men­ta ha cam­bia­do, aún uti­li­zan blu­sas bor­da­das, cha­les, rebo­zos, quex­qué­metls y gaba­nes que ellas o sus abue­las han teji­do y/o bor­da­do por­que ade­más de que son cos­to­sos hay poca gen­te que los hace para ven­der; la mayo­ría los hace para uso per­so­nal.

El maíz y el tri­go: base de su ali­men­ta­ción

Según el núme­ro de inte­gran­tes de la fami­lia es la can­ti­dad de tor­ti­llas que se con­su­men; éstas son acom­pa­ña­das con hue­vo, arroz, fri­jo­les, flor de cala­ba­za, cala­ba­ci­tas, chi­la­ca­yo­tes, habas, hon­gos, zanaho­rias, toma­tes, jito­ma­tes, nopa­les, dife­ren­tes tipos de que­li­tes (mal­vas, navos, quin­to­ni­les y ceni­zos) papas y dife­ren­tes tipos de chi­le (serrano, jala­pe­ño, chi­la­ca, man­zano y negro). Estos ali­men­tos se con­su­men de mane­ra coti­dia­na. Depen­dien­do de la tem­po­ra­da en la que se encuen­tren por­que la mayor par­te de estos ali­men­tos son sem­bra­dos por los habi­tan­tes de la comu­ni­dad. En algu­nas oca­sio­nes con­su­men car­ne de pollo o res, pero no es fre­cuen­te. En las fies­tas patro­na­les y en las cele­bra­cio­nes de bau­ti­zos, quin­ce años y bodas, comen mole ver­de o rojo, car­ni­tas de cer­do, arroz, gua­jo­lo­te, fri­jo­les, nopa­les y mixio­tes de borre­go.

Men­cio­nan que coci­nar o como ellas lo lla­man, “meter las manos a la coci­na” es algo que las hace dife­ren­tes de las demás muje­res que no viven en su región (por ejem­plo, las que acu­den a sus escue­las) y de los hom­bres, aun­que men­cio­nan que en oca­sio­nes los varo­nes ayu­dan, aun­que no saben coci­nar pla­ti­llos más ela­bo­ra­dos como el mole:

“las muje­res [] cuan­do hace­mos con­vi­vios [en la escue­la] coci­na­mos y las de mi salón casi no ‘meten las manos’ por­que dicen… que se que­man o ‘yo no ayu­do por­que no sé’, son mucha­chas que… sus padres les incul­ca­ron hacer otras cosas […] y no es por cri­ti­car pero dicen que no saben coci­nar […]”.

Usual­men­te las bebi­das que se con­su­men en la comu­ni­dad son dis­tin­tas para hom­bres y muje­res; agua sim­ple o de fru­tas o refres­co son con­su­mi­dos por las muje­res y tequi­la, cer­ve­za o pul­que por los varo­nes. Tan­to los ali­men­tos como las bebi­das siguen sien­do una tra­di­ción des­de su pre­pa­ra­ción has­ta su con­su­mo por­que tie­nen la cos­tum­bre de reu­nir a la fami­lia para comer y duran­te las fes­ti­vi­da­des; todos los asis­ten­tes com­par­ten los ali­men­tos que lle­va cada quien.  

Hablar Hñä Hñu

La len­gua oto­mí es habla­da por los adul­tos (abue­los, abue­las, padres, madres, tíos y tías). Las jóve­nes sola­men­te entien­den algu­nas pala­bras y hablan otras muy bási­cas como salu­dos y des­pe­di­das. Refie­ren que los padres no les ense­ña­ron a hablar­lo y que sólo lo que escu­chan es lo que han apren­di­do. El hecho de come­ter erro­res fre­cuen­te­men­te al pro­nun­ciar y ento­nar las pala­bras les gene­ra frus­tra­ción, ade­más de que reci­ben crí­ti­cas por no hablar­lo bien, moti­vo por el cual han deci­di­do evi­tar uti­li­zar la len­gua:

“en la mayo­ría de mi fami­lia hablan oto­mí, mis tíos, mi mamá, mis abue­los y mi bisa­bue­la. Yo entien­do el oto­mí y sólo sé algu­nas pala­bras, dije­ran lo bási­co Naxi, Mexi, Mijoi, pero tie­nen un acen­to muy fini­to que tam­bién se va de la mano de la pro­nun­cia­ción”.

Cuan­do cur­sa­ban la secun­da­ria y el bachi­lle­ra­to les ense­ña­ron hablar inglés y ellas se cues­tio­na­ban para qué. Aho­ra reco­no­cen la impor­tan­cia de apren­der­lo por­que se dan cuen­ta de que en la uni­ver­si­dad lo requie­ren: 

“ […] en la escue­la nos ense­ña­ban inglés y yo decía ¿por qué nos ense­ñan inglés, si esta­mos en Méxi­co?, […] aho­ra digo, sí, es muy nece­sa­rio por­que si esta­mos estu­dian­do y que­re­mos sobre­sa­lir, tene­mos que apren­der­lo […] y es por cul­tu­ra que lo tie­nes que apren­der”. 

No obs­tan­te, la len­gua madre o nati­va gene­ra iden­ti­dad y estruc­tu­ra en el pen­sa­mien­to de cada indi­vi­duo, moti­vo por el cual les resul­ta com­pli­ca­do a los adul­tos hablar el cas­te­llano o espa­ñol. Las par­ti­ci­pan­tes, de hecho, poseen un léxi­co limi­ta­do y con­fun­den el sin­gu­lar y el plu­ral, así como el mas­cu­lino y el feme­nino.

El res­pe­to y la humil­dad: la esen­cia de la con­vi­ven­cia

Los valo­res son esen­cia­les en la edu­ca­ción de los oto­míes, se ense­ñan en la casa con el ejem­plo de ambos padres y abue­los. Los valo­res a los que las par­ti­ci­pan­tes hicie­ron refe­ren­cia duran­te las sesio­nes fue­ron: res­pe­to, hones­ti­dad, res­pon­sa­bi­li­dad, obe­dien­cia, equi­dad y humil­dad. El res­pe­to es uno de los valo­res base para la con­vi­ven­cia al inte­rior y exte­rior de la comu­ni­dad, men­cio­nan que ellas res­pe­tan a sus mayo­res, res­pe­tan a los padres y en gene­ral a todas las per­so­nas. El “salu­do de mano o con la mano” es un sím­bo­lo de res­pe­to, éste per­mi­te y da cuen­ta de una inter­ac­ción y reco­no­ci­mien­to del “otro” y es algo que las muje­res jóve­nes con las que se tra­ba­jó refie­ren como un valor que aho­ra ya no está pre­sen­te en algu­nos de los mucha­chos con los que con­vi­ven.

La modi­fi­ca­ción de los valo­res se debe a la influen­cia de las per­so­nas que salen o van a tra­ba­jar al Dis­tri­to Fede­ral y de ellas mis­mas dado que se encuen­tran inmer­sas en ins­ti­tu­cio­nes edu­ca­ti­vas que se encuen­tran fue­ra de la comu­ni­dad:

 “de hecho no es irse has­ta el DF para per­der esos valo­res o para traer cier­tas influen­cias, yo sien­to que has­ta noso­tros como estu­dian­tes de uni­ver­si­dad, ya no estás con gen­te de tu comu­ni­dad y se va influen­cian­do, vas aga­rran­do malos moda­les […]”.

La humil­dad y la dis­cri­mi­na­ción apa­re­cen con­jun­tas en sus rela­tos como viven­cias que han mar­ca­do su vida afue­ra de la comu­ni­dad, en par­ti­cu­lar en refe­ren­cia a su vida esco­lar. Los sen­ti­mien­tos que han expe­ri­men­ta­do ante esto son de sole­dad y ais­la­mien­to que espe­cial­men­te con sus madres que son quie­nes las acon­se­ja para libe­rar la emo­ción gene­ra­da por la situa­ción.

La fami­lia sir­ve para con­te­ner las emo­cio­nes y es un lugar don­de se pue­den mos­trar la mayo­ría de las emo­cio­nes y los sen­ti­mien­tos. Cuan­do se enfren­ta a situa­cio­nes que no se pue­den hablar con los padres, los her­ma­nos sue­len ser una alter­na­ti­va para comen­tar­lo o bien, los ami­gos.

La rela­ción con el “otro”

a. Rela­cio­nes de pare­ja

Las rela­cio­nes de pare­ja son un signo carac­te­rís­ti­co de ser mujer joven. En el cor­te­jo quien toma la ini­cia­ti­va es el hom­bre. Ellas espe­ran a que él las invi­te a salir, las bus­que y les hable por pri­me­ra vez, ya sea en la escue­la, en algu­na fies­ta o en la calle. El lugar idó­neo para encon­trar pare­ja es acu­dien­do a los bai­les o fies­tas que se rea­li­zan de mane­ra regu­lar en la comu­ni­dad:

“[…] soy más de la idea de que un hom­bre debe de pedir­le a una mujer que sea su novia y por ejem­plo, ahí [en la escue­la] si a la cha­va, ya le gus­tó el cha­vo, va y le dice; [en cam­bio] yo soy más de que él te tie­ne que decir a ti […]”.

Ellas tie­nen y man­tie­nen rela­cio­nes de noviaz­go, las defi­nen en tres tipos: “novios for­ma­les”, “ami­go­bios” y “ami­gos con dere­chos”. En el pri­mer tipo de rela­ción tie­nen y bus­can acti­vi­da­des en común, exis­te un inte­rés en la rela­ción tan­to por par­te del hom­bre como por par­te de la mujer; mani­fies­tan una preo­cu­pa­ción mutua, hay comu­ni­ca­ción de lo que desean, com­par­ten ale­grías y dos aspec­tos carac­te­rís­ti­cos de este tipo de rela­ción son que se mues­tran como pare­ja en la comu­ni­dad y que el novio lle­ga a la casa de los padres para poder visi­tar­la. El segun­do y ter­cer tipo de rela­ción son con­si­de­ra­dos como infor­ma­les, don­de ellas acce­den a estar con el supues­to ami­go de mane­ra momen­tá­nea, no se dejan ver con ellos ni se mues­tran ante la comu­ni­dad como novias de ellos y mucho menos ante los padres. Todas las par­ti­ci­pan­tes habían man­te­ni­do una rela­ción de pare­ja antes de la rea­li­za­ción del gru­po de dis­cu­sión y sólo cin­co de ellas tenían “novio medio for­mal” en ese momen­to. En dos de los casos la pare­ja asis­te a la mis­ma escue­la en la que estu­dian, en los otros tres casos la pare­ja no estu­dia y se dedi­ca a tra­ba­jar. Ellas tra­tan de com­pa­gi­nar la rela­ción de noviaz­go y la escue­la:

“el novio que aho­ri­tas [sic] ten­go no estu­dia, me da mi espa­cio y yo le doy el de él, cuan­do pue­do lo veo por­que abar­ca más mi tiem­po de estar estu­dian­do, para que yo tuvie­ra novio es la con­di­ción que me puso mi mamá”

Ambos padres otor­gan el “per­mi­so” para tener una rela­ción de noviaz­go; sin embar­go el padre se invo­lu­cra poco y la madre es quien está al pen­dien­te de la rela­ción, recor­dán­do­les en todo momen­to que lo más impor­tan­te es estu­diar.

b. Rela­cio­nes con los padres y otros fami­lia­res

Las fami­lias están inte­gra­das por ambos padres, her­ma­nos y abue­los; en oca­sio­nes tías y tíos, así como pri­mos y pri­mas. Los adul­tos tie­nen un lugar de res­pe­to, por lo tan­to, pue­den edu­car o corre­gir a los más peque­ños. Las muje­res jóve­nes con las que se tra­ba­jó toman en cuen­ta la edu­ca­ción que sus padres les han dado, refie­ren que ésta se basa en la con­fian­za, en el ejem­plo que ellos (sus padres) les pon­gan y en la correc­ción a veces median­te gol­pes de los malos moda­les: 

 “en el momen­to… cuan­do hace­mos las accio­nes nos corri­gen y nos dicen qué cosas tene­mos que hacer con res­pe­to y qué cosas no hace­mos con res­pe­to. Y a veces usan otros tipos de méto­dos [de edu­ca­ción], por ejem­plo un gol­pe”.

La figu­ra mater­na es fun­da­men­tal en el cre­ci­mien­to de las jóve­nes, es la madre quien está al pen­dien­te de sus acti­vi­da­des en la escue­la, con sus ami­gos o ami­gas e inclu­so en los bai­les. Ellas reco­no­cen la auto­ri­dad y los con­se­jos que les dan:

“[…] ape­nas me cos­tó mucho dar­me cuen­ta y dar­le la razón a mi mamá… es cier­to que… las mamás, siem­pre tie­nen la razón [sube el volu­men en la voz], si las mamás te dicen “no” por esto y por esto, tar­de… pero te das cuen­ta”.

Sus madres están más intere­sa­das en que sigan estu­dian­do, ven el estu­dio como una for­ma de “salir ade­lan­te”, de tener lo que ellas no pudie­ron hacer. Las metsis son las pri­me­ras de su fami­lia que están estu­dian­do la uni­ver­si­dad.

 “de hecho, de toda la fami­lia de mi papá y de mi mamá soy la pri­me­ra que estu­dio”.

Conclusiones

Los y las jóve­nes ocu­pan un lugar cla­ve den­tro de la socie­dad por­que son los acto­res y pro­mo­to­res de ideas, creen­cias y lega­dos cul­tu­ra­les que sus ante­pa­sa­dos han ense­ña­do, pero tam­bién quie­nes están en posi­bi­li­dad de seguir­los o modi­fi­car­los. En su cuer­po y en su men­te exis­te una ten­sión entre con­ti­nuar con las tra­di­cio­nes, o bien, optar por nue­vas mane­ras de iden­ti­fi­car­se tan­to den­tro como fue­ra de su comu­ni­dad por­que exis­te cier­ta influen­cia de los dife­ren­tes esce­na­rios en los que se des­en­vuel­ven, tales como: la escue­la, el tra­ba­jo y los medios de comu­ni­ca­ción. La tra­di­ción y la trans­for­ma­ción son así par­te de ese pro­ce­so iden­ti­ta­rio que para el gru­po estu­dia­do, iden­ti­fi­ca a las metsis y las hace dife­ren­tes tan­to al inte­rior como al exte­rior de la comu­ni­dad. Se reco­no­cen, se asu­men y se dejan ver en la inter­ac­ción con los otros como muje­res jóve­nes oto­míes por­que saben y tie­nen muy cla­ro que ése es su ori­gen, el cual está sien­do per­mea­do por sus valo­res, fes­ti­vi­da­des, ritua­les, ali­men­ta­ción, bor­da­dos y sobre todo por el tra­ba­jo que intrín­se­ca­men­te rea­li­zan en bene­fi­cio de la comu­ni­dad, algo que sin duda es una gran ense­ñan­za y un pun­to de refle­xión ante nues­tro actuar.

Referencias

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Ritzer, G. (1993). Teoría sociológica clásica. España: McGraw-Hill.

Notas

1. Estu­dian­te del Doc­to­ra­do en Psi­co­lo­gía en la Facul­tad de Psi­co­lo­gía de la UNAM y Pro­fe­so­ra de Asig­na­tu­ra en la Facul­tad de Cien­cias de la Con­duc­ta de la UAEM. irum_v@hotmail.com 

2. Inves­ti­ga­dor en Cien­cias Médi­cas E, Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Psi­quia­tría Ramón de la Fuen­te, cbenjet@imp.edu.mx

3. Pro­fe­so­ra de la Facul­tad de Psi­co­lo­gía de la UNAM, ma_emily_ito@yahoo.com.mx

4. Los oto­míes se auto­de­no­mi­nan como Hñä Hñu que sig­ni­fi­ca, los que hablan oto­mí

5. Los otros gru­pos son: mazahua, náhuatl, tlahui­ca y matla­zin­ca

6. Habi­tan en 14 de los 125 muni­ci­pios, en orden de impor­tan­cia están Tolu­ca, Temoa­ya, Jiqui­pil­co, San Bar­to­lo More­los, Otzo­lo­te­pec, Cha­pa de Mota, Ler­ma, Acul­co, Ama­nal­co, Huix­qui­lu­can, Xona­catlán, Timil­pan y Zina­can­tepec

7. Los para­jes son pobla­dos peque­ños que podrían ser equi­va­len­tes a las colo­nias o barrios en una ciu­dad en cuan­to a las agru­pa­cio­nes den­tro de la comu­ni­dad.

8. Los “por­te­ros” son per­so­nas que per­mi­ten el víncu­lo entre el inves­ti­ga­dor y los inte­gran­tes de la comu­ni­dad. Por lo regu­lar son cono­ci­dos y reco­no­ci­dos por la comu­ni­dad.

9. Cabe seña­lar que para las muje­res jóve­nes que desea­ron par­ti­ci­par en la inves­ti­ga­ción y que eran meno­res de edad, se soli­ci­tó un per­mi­so de mane­ra ver­bal a los padres para que pudie­ran acu­dir a las sesio­nes de los gru­pos de dis­cu­sión.

10. Ges­tión Empre­sa­rial, Sis­te­mas Compu­tacio­na­les, Arqui­tec­tu­ra, Turis­mo, Tra­ba­jo social, Dere­cho y Edu­ca­ción Pre­es­co­lar.

11. El “mal de ojo” se da a par­tir de envi­dias y por lo regu­lar, se mani­fies­ta por dolor de cabe­za sin moti­vo apa­ren­te de algu­na enfer­me­dad. En los bebés men­cio­nan que por lo regu­lar llo­ran mucho y no pue­den dor­mir.

12. Cuan­do les “da aire” se pade­ce de dolor de cabe­za y estó­ma­go inten­sos y fre­cuen­tes y que en la mayo­ría de oca­sio­nes es por pasar por luga­res en don­de murie­ron o mata­ron a per­so­nas “lo que pasa es que te due­le mucho la cabe­za o el estó­ma­go, pero es un dolor extra­ño, que te tomas una pas­ti­lla y no se te qui­ta o un dolor de estó­ma­go pero que no se te qui­ta y ya des­pués pasa el rati­to y ya se te va qui­tan­do poco a poco, des­pués de la lim­pia”.

13. Inclu­ye enaguas, fon­do de labor, chin­cue­te, fajas, blu­sas bor­da­das, chal o rebo­zo y quex­qué­metl.