Niveles de ansiedad y depresión en menores escolares1 Descargar este archivo (Niveles de ansiedad y depresión en menores escolares.pdf)

Arlington García Padilla2 – Gloria Fontalvo Cayón3

Programa de Psicología, Universidad Metropolitana

Resumen

El pre­sen­te estu­dio ana­li­za los nive­les de ansie­dad y depre­sión en esco­la­res en una ins­ti­tu­ción pri­va­da de la ciu­dad de barran­qui­lla. La mues­tra estu­vo con­for­ma­da por 80 estu­dian­tes de segun­do a quin­to gra­do de pri­ma­ria entre los 7 a 12 años. Se les admi­nis­tró el Cues­tio­na­rio de Ansie­dad Mani­fies­ta Revi­sa­do (MAS R 2; 2012) y el Cues­tio­na­rio de Depre­sión Infan­til (CDI; Kovacs, 1992). El dise­ño de inves­ti­ga­ción del pre­sen­te estu­dio fue des­crip­ti­vo de tipo trans­ver­sal. Se obser­vó que los niños pun­tua­ron nive­les medios en ansie­dad y depre­sión más que las niñas. Se obser­va rela­ción posi­ti­va muy baja entre ansie­dad y depre­sión. Por otra par­te, se obser­va una corre­la­ción nega­ti­va mode­ra­da entre depre­sión y sexo. Se dis­cu­te la nece­si­dad de estra­te­gias que pue­dan faci­li­tar un mejor desa­rro­llo emo­cio­nal y las for­ma en la que los maes­tros pue­dan con­tri­buir en este.

Pala­bras cla­ves: Ansie­dad infan­til, depre­sión infan­til, esco­la­res, Barran­qui­lla. 

Anxiety and depression levels in school children

Abstract

The current study analy­ses anxiety and depres­sion levels on scho­lars in a pri­va­te ins­ti­tu­tion in the city of Barran­qui­lla. The sam­ple was for­med by 80 stu­dents of ele­men­tary from second to fifth gra­de bet­ween ages 7 and 12.

They were admi­nis­tra­ted the Mani­fest Anxiety Revi­sed Ques­tion­nai­re (MAS R 2; 2012) And the Childhood Depres­sion Ques­tion­nai­re (CDI; Kovacs 1992). The inves­ti­ga­tion design from the pre­sent study was des­crip­ti­ve cross type. It was obser­ved that boys sco­red medium levels of anxiety and depres­sion, more than the girls. It’s obser­ved a very low posi­ti­ve rela­tion bet­ween anxiety and depres­sion. On the other hand, it’s obser­ved a mode­ra­te nega­ti­ve corre­la­tion bet­ween depres­sion and gen­der, it’s dis­cus­sed the neces­sity for stra­te­gies that may be able to faci­li­ta­te a bet­ter emo­tio­nal deve­lop­ment and ways in which tea­chers may con­tri­bu­te in the­se.

Key words: child anxiety, child depres­sion, school chil­dren, Barran­qui­lla.

Introducción

La ansie­dad “es una cons­truc­ción natu­ral y nece­sa­ria para el res­to de los seres vivos, dado que for­ma par­te del reper­to­rio de con­duc­tas de adap­ta­ción al entorno, cuan­do dicho entorno es o es vivi­do como algo ame­na­zan­te en gra­do sumo o del que se teme el mayor de los peli­gros” (Luen­go, 2004, p. 33).

Por otra par­te, Her­nán­dez, Hor­ga, Nava­rro, y Mira (s, f) des­cri­ben que la “ansie­dad es una emo­ción nor­mal que se expe­ri­men­ta en situa­cio­nes ame­na­za­do­ras. El esta­do men­tal de mie­do se acom­pa­ña de cam­bios fisio­ló­gi­cos que pre­pa­ran para la defen­sa o la hui­da, como el aumen­to de la fre­cuen­cia car­día­ca, la pre­sión arte­rial, la res­pi­ra­ción y la ten­sión mus­cu­lar.” (p.3).

Para Beck y Emer (2014) la ansie­dad es “un pro­ce­so cog­ni­ti­vo que pue­de adop­tar la for­ma de un pen­sa­mien­to auto­má­ti­co o de una ima­gen que apa­re­ce súbi­ta­men­te, como un refle­jo, tras el estí­mu­lo ini­cial (por ejem­plo, una difi­cul­tad para res­pi­rar), que pare­ce plau­si­ble, segui­da de una olea­da de ansie­dad” (p. 56).

Los tras­tor­nos ansio­sos en la pobla­ción infan­til, de acuer­do con lo que plan­tean Almon­te y Montt (2012) pre­sen­tan una con­ti­nui­dad en la vida adul­ta y una rela­ción con los tras­tor­nos depre­si­vos. Así mis­mo los auto­res mani­fies­tan que la base feno­me­no­ló­gi­ca de los tras­tor­nos ansio­sos es la angus­tia pato­ló­gi­ca, este tipo de angus­tia “es expe­ri­men­ta­da des­de el naci­mien­to como una emo­ción bási­ca inten­sa, de carác­ter des­agra­da­ble, e impli­ca la cap­ta­ción de un peli­gro inmi­nen­te que ame­na­za aspec­tos esen­cia­les de la exis­ten­cia (psí­qui­ca y físi­ca) del indi­vi­duo” (p. 451).  

La exis­ten­cia de fac­to­res fami­lia­res, de adap­ta­ción, esco­lar, social, que se rela­cio­nan con la ansie­dad infan­til, pue­de con­tri­buir en el esta­ble­ci­mien­to de pla­nes de inter­ven­ción que sean efi­ca­ces y res­pon­dan a la deman­da del niño. En este sen­ti­do, uno de los fac­to­res rela­cio­na­dos con la ansie­dad infan­til son los esque­mas des­adap­ta­ti­vos. Young, Klos­ko y Weishaar (2013) quie­nes des­cri­ben que “los esque­mas des­adap­ta­ti­vos tem­pra­nos sur­gen por la expo­si­ción a expe­rien­cias infan­ti­les tóxi­cas y pue­den ser el núcleo de los tras­tor­nos de per­so­na­li­dad y otros tras­tor­nos clí­ni­cos, como la ansie­dad, los tras­tor­nos psi­co­so­má­ti­cos, la depre­sión y las adic­cio­nes (cita­do en Sán­chez, Andra­de & Gómez, 2013).

Por otra par­te, New­comb, Mine­ka, Zin­barg y Grif­fith, (2007 cita­do en Fran­co, Pérez, De Dios, 2014) des­cri­ben que aque­llos niños y niñas que viven en un ambien­te dis­fun­cio­nal, pue­de ser que los niños desa­rro­llen sín­to­mas de ansie­dad y que, ade­más, se con­vier­ta en un ele­men­to nega­ti­vo para su apren­di­za­je. A nivel social, los niños se ven expues­tos a situa­cio­nes tales como hablar en públi­co, inter­ac­tuar con com­pa­ñe­ros, mane­jar sus emo­cio­nes (Caba­llo, Carri­llo y Ollen­dick, 2015), lo cual, gene­ra angus­tia y los hace sen­tir ame­na­za­dos, exclui­dos y soli­ta­rios. 

Res­pec­to a la depre­sión, la depre­sión mayor hace par­te de los tras­tor­nos del humor o tras­tor­nos afec­ti­vos como tam­bién se les lla­ma; se carac­te­ri­za por una tris­te­za pato­ló­gi­ca, decai­mien­to, irri­ta­bi­li­dad, dis­mi­nu­ción del inte­rés, sen­sa­ción de males­tar, sen­ti­mien­tos de inuti­li­dad o cul­pa, agru­pa­dos como una serie de sín­to­mas afec­ti­vos, de la mis­ma mane­ra; se pue­den pre­sen­tar sín­to­mas cog­ni­ti­vos y somá­ti­cos que cau­san afec­ta­ción en la fun­cio­na­li­dad de los indi­vi­duos. (DSM‑5, 2014).

Mac­Crac­ken, (cita­do en Herre­ra, Losa­da, Rojas, y Goo­ding, 2009) des­ta­ca que, en la pre­va­len­cia de la depre­sión infan­til, las cifras varían según la pobla­ción estu­dia­da y el méto­do uti­li­za­do. Exis­ten múl­ti­ples fac­to­res que se rela­cio­nan con la pre­sen­cia de la depre­sión en niños, niñas y ado­les­cen­tes, entre ellos, los fac­to­res gené­ti­cos (Pache­co y Chas­kel, 2016), fac­to­res fami­lia­res (Gómez, Her­nán­dez, Rojas, San­ta­cruz y Uri­be, 2008) y fac­to­res psi­co­so­cia­les (Gari­bay, Jimé­nez, Vie­vra, Her­nán­dez y Villa­lón, 2014).

Con rela­ción a la sin­to­ma­to­lo­gía de la depre­sión, las cla­si­fi­ca­cio­nes inter­na­cio­na­les tien­den a equi­pa­rar la sin­to­ma­to­lo­gía de la depre­sión en los niños y los adul­tos, lo que hace aún más com­ple­jo el diag­nós­ti­co en los niños y ado­les­cen­tes (Gómez et al., 2008), no obs­tan­te; como ano­ta Carl­son (cita­do en Herre­ra et al., 2009) estu­dios recien­tes han mos­tra­do que en los niños y ado­les­cen­tes la depre­sión se pre­sen­ta con sín­to­mas dife­ren­tes a los de los adul­tos; en niños y ado­les­cen­tes es más fre­cuen­te la comor­bi­li­dad  con otros des­ór­de­nes que hacen más difí­ci­les el diag­nós­ti­co. El DSM‑5 esta­ble­ce unos cri­te­rios espe­ci­fi­ca­do­res para tras­tor­nos depre­si­vos a saber: con ansie­dad, con carac­te­rís­ti­cas mix­tas, con carac­te­rís­ti­cas melan­có­li­cas, con carac­te­rís­ti­cas atí­pi­cas, con carac­te­rís­ti­cas psi­có­ti­cas y con patrón esta­cio­nal.

Por lo tan­to, el obje­ti­vo de este estu­dio es iden­ti­fi­car y des­cri­bir la rela­ción entre los nive­les de depre­sión y ansie­dad en los niños y niñas per­te­ne­cien­te a una escue­la pri­va­da de bási­ca pri­ma­ria de la ciu­dad de Barran­qui­lla. 

Método

Participantes

El estu­dio se reali­zó con 80 par­ti­ci­pan­tes, sien­do el 66,2% (53) de sexo mas­cu­lino y el 33,8% (27) de sexo feme­nino. Los par­ti­ci­pan­tes per­te­ne­cen a una escue­la pri­va­da de edu­ca­ción bási­ca pri­ma­ria de un barrio popu­lar de la ciu­dad de Barran­qui­lla. Con rela­ción a la edad, se obser­va que el 11,3% de los estu­dian­tes tie­nen 7 años; el 26,3% tie­nen ocho años; un 13,8% de los estu­dian­tes tie­nen 9 años; el 30% de los estu­dian­tes tie­nen 10 años; el 11,3% tie­nen 11 años; y el 7,5% de los estu­dian­tes res­tan­tes tie­nen 12 años, con una media de edad de 9,26 (D: 1,4).  En cuan­to a la par­ti­ci­pa­ción de estu­dian­tes por gra­do, se pue­de obser­var que el cur­so de pri­me­ro res­pon­de con un 2,5%, segun­do con un 27,5%, ter­ce­ro con un 18,8%, cuar­to con un 27,5% y quin­to con un 23,8%; sien­do segun­do y cuar­to los que tie­nen un mayor por­cen­ta­je.

Instrumentos

Inven­ta­rio de Depre­sión Infan­til de 7 a 15 años – CDI. (Kovacs, M, 2004).  

Es un ins­tru­men­to que eva­lúa la sin­to­ma­to­lo­gía depre­si­va de apli­ca­ción indi­vi­dual y colec­ti­va, cons­ta de 27 reac­ti­vos cada uno de ellos enun­cia­dos en tres fra­ses que reco­gen la dis­tin­ta inten­si­dad o fre­cuen­cia de su pre­sen­cia en el niño o ado­les­cen­te (Kovacs, 20054, p. 7). La fia­bi­li­dad del Inven­ta­rio median­te alfa de Cron­bach es de 0,80 y la obte­ni­da median­te el méto­do de las dos mita­des es 0,79. (Kovacs, 20054, p. 30). El inven­ta­rio está estruc­tu­ra­do por el fac­tor Dis­fo­ria, fac­tor Auto­es­ti­ma y la Esca­la Total. Los ran­gos de pun­tua­cio­nes se cla­si­fi­can en sin sin­to­ma­to­lo­gía (Pc. 1 has­ta el Pc. 85), Leve (Pc. 90 has­ta el Pc. 95) y Seve­ra (Pc. 96 has­ta el Pc. 99). Las pun­tua­cio­nes per­cen­ti­les 90 al per­cen­til 99, se con­si­de­ran indi­ca­ti­vos de la exis­ten­cia de una sin­to­ma­to­lo­gía depre­si­va.

Esca­la de ansie­dad mani­fies­ta en niños revi­sa­da, segun­da edi­ción – CMASR‑2 (Rey­nolds & Rich­mond, 2012). Adap­ta­ción mexi­ca­na. Es un ins­tru­men­to de auto­in­for­me de 49 reac­ti­vos, dise­ña­dos para eva­luar el nivel y natu­ra­le­za de la ansie­dad en niños entre los 6 y 19 años. El ins­tru­men­to pue­de ser admi­nis­tra­do de mane­ra indi­vi­dual o gru­pal. El niño res­pon­de a cada ora­ción con un Sí o un No. El ins­tru­men­to cons­ta de seis esca­las con­for­ma­dos por dos esca­las de vali­dez: Acti­tud a la defen­si­va, Res­pues­tas incons­cien­tes y, las cua­tro esca­las res­tan­tes brin­dan una pun­tua­ción de ansie­dad total y pun­tua­cio­nes para tres esca­las que se encuen­tran rela­cio­na­das con Ansie­dad Fisio­ló­gi­ca, Inquie­tud y Ansie­dad Total. La con­fia­bi­li­dad de la esca­la se lle­vó a cabo por medio del Alfa de Cron­bach con valo­res en Ansie­dad total de 0,87; Ansie­dad Fisio­ló­gi­ca 0,79; Inquie­tud 0,64; Ansie­dad Social 0,83; Defen­si­vi­dad 0,75 (Rey­nolds & Rich­mond, 2012, p. 76). Los ran­gos de pun­tua­cio­nes del CMASR‑2 se encuen­tran orga­ni­za­dos en cua­tro nive­les: 39 y menor (Menos pro­ble­má­ti­co que para la mayo­ría de los estu­dian­tes), 40–60 (No más pro­ble­má­ti­cos que para la mayo­ría de los estu­dian­tes), 61–70 (mode­ra­da­men­te pro­ble­má­ti­cos) y, 71 y mayor (Extre­ma­da­men­te pro­ble­má­ti­co). Por lo que, para los auto­res, un nivel de ansie­dad ele­va­do pue­de aso­ciar­se con la pre­sen­cia de un tras­torno de ansie­dad o depre­si­vo.

Procedimiento

El estu­dio se lle­vó a cabo en una escue­la pri­va­da de bási­ca pri­ma­ria de la Loca­li­dad Suroc­ci­den­te de la Ciu­dad de Barran­qui­lla. se hizo con­tac­to con los direc­ti­vos de la ins­ti­tu­ción, don­de se reali­zó una reu­nión pre­via des­cri­bien­do el obje­ti­vo del estu­dio. Segui­da­men­te se esta­ble­cie­ron com­pro­mi­sos en infor­mar a los padres de fami­lia y acu­dien­tes sobre los intere­ses de los inves­ti­ga­do­res en la rea­li­za­ción del estu­dio a los estu­dian­tes de la ins­ti­tu­ción, para eso se les envío una noti­fi­ca­ción invi­tán­do­los a una reu­nión infor­ma­ti­va, con el fin de tener el con­sen­ti­mien­to por par­te de los padres de fami­lia y/o acu­dien­tes.

Se reali­zó una reu­nión infor­ma­ti­va con los padres de fami­lia y/o acu­dien­tes, pre­sen­tán­do­les la jus­ti­fi­ca­ción y los obje­ti­vos del estu­dio. De mane­ra inme­dia­ta se les pre­sen­tó y expli­co el con­sen­ti­mien­to infor­ma­do a cada uno de ellos; cabe decir que, a los padres que no estu­vie­ron en la reu­nión infor­ma­ti­va, se les envío por medio de noti­fi­ca­ción el con­sen­ti­mien­to infor­ma­do para su res­pec­ti­va apro­ba­ción.

Para la apli­ca­ción de los ins­tru­men­tos, se acu­dió a los salo­nes de cla­ses, se les pre­sen­tó y expli­co a los estu­dian­tes el obje­ti­vo del estu­dio; Antes de apli­car los ins­tru­men­tos, se les pre­sen­to el asen­ti­mien­to infor­ma­do, acto segui­do, se apli­can los ins­tru­men­tos de mane­ra gru­pal, de acuer­do con las eda­des de los estu­dian­tes, se les hace el acom­pa­ña­mien­to leyen­do cada uno de los ítems corres­pon­dien­tes a cada uno de los ins­tru­men­tos. Cabe decir, que en este pro­ce­so se con­tó con el acom­pa­ña­mien­to de los direc­ti­vos y pro­fe­so­res de la ins­ti­tu­ción.   

Análisis estadístico

Para el aná­li­sis esta­dís­ti­co se uti­li­zó el pro­gra­ma esta­dís­ti­co SPSS don­de ini­cial­men­te se esta­ble­ció la cons­truc­ción de una matriz de datos, aná­li­sis des­crip­ti­vo y un aná­li­sis de corre­la­ción que cal­cu­la el coefi­cien­te de corre­la­ción de Spear­man con sus nive­les de sig­ni­fi­ca­ción.

Resultados

En cuan­to a los nive­les de ansie­dad (ver Tabla. 1. Aná­li­sis des­crip­ti­vo nive­les de Ansie­dad), se obser­va que el 37% de la pobla­ción se ubi­ca en los nive­les de menos pro­ble­má­ti­cos y un 67% en nive­les no más pro­ble­má­ti­cos. Sin embar­go, hay un 1,3% que se ubi­ca en mode­ra­da y extre­ma­da­men­te pro­ble­má­ti­co, res­pec­ti­va­men­te.  En cuan­to a los nive­les de depre­sión (Ver Tabla. 2. Aná­li­sis des­crip­ti­vo nive­les sin­to­ma­to­lo­gía depre­si­va), se obser­va que el 91,3% se encuen­tran sin sin­to­ma­to­lo­gía, un 7,5% con depre­sión leve y 1,3 con depre­sión seve­ra.

Tabla. 1. Análisis descriptivo niveles de Ansiedad

Nive­les de Ansie­dad

Fre­cuen­cia

Por­cen­ta­je

<= 39 Menos pro­ble­má­ti­co que para la mayo­ría de los estu­dian­tes

24

30,0

40 – 60 No más pro­ble­má­ti­co que para la mayo­ría de los estu­dian­tes

54

67,5

61 – 70 Mode­ra­da­men­te pro­ble­má­ti­co

1

1,3

71+ Extre­ma­da­men­te pro­ble­má­ti­co

1

1,3

Total

80

100,0

Tabla. 2. Análisis descriptivo niveles sintomatología depresiva

Nive­les de depre­sión

Fre­cuen­cia

Por­cen­ta­je

<= 85 Sin Sin­to­ma­to­lo­gía

73

91,3

86 – 95 Depre­sión Leve

6

7,5

96+ Depre­sión seve­ra

1

1,3

Total

80

100,0

Los resul­ta­dos sobre el aná­li­sis de la ansie­dad por sexo (ver Tabla 3. Nive­les de Ansie­dad Por Sexo), mues­tra que, tan­to para el sexo mas­cu­lino como para el sexo feme­nino, se encuen­tran en los des­crip­to­res menos pro­ble­má­ti­cos y no más pro­ble­má­ti­cos. Sin embar­go, se encon­tró un suje­to de sexo feme­nino en el nivel mode­ra­da­men­te pro­ble­má­ti­co y, un suje­to de sexo mas­cu­lino en el nivel extre­ma­da­men­te pro­ble­má­ti­co.

Tabla 3. Niveles de Ansiedad Por Sexo

SEXO

Nive­les de Depre­sión

     Total

Menos pro­ble­má­ti­co que para la mayo­ría de los estu­dian­tes

No más pro­ble­má­ti­co que para la mayo­ría de los estu­dian­tes

Mode­ra­da­men­te pro­ble­má­ti­co

Extre­ma­da­men­te pro­ble­má­ti­co

Mas­cu­lino

20

32

0

1

53

Feme­nino

4

22

1

0

27

En cuan­to al aná­li­sis ansie­dad por edad (ver Tabla 4. Nive­les de Ansie­dad por edad), se obser­va que, don­de se pre­sen­ta nive­les altos de sin­to­ma­to­lo­gía ansio­sa en los estu­dian­tes encues­ta­dos, fue­ron en las eda­des de 8 años (mode­ra­da­men­te pro­ble­má­ti­co) y 10 años (extre­ma­da­men­te pro­ble­má­ti­co).

Tabla 4. Niveles de Ansiedad por edad

EDAD

Nive­les de Ansie­dad

Total

Menos pro­ble­má­ti­co que para la mayo­ría de los estu­dian­tes

No más pro­ble­má­ti­co que para la mayo­ría de los estu­dian­tes

Mode­ra­da­men­te pro­ble­má­ti­co

Extre­ma­da­men­te pro­ble­má­ti­co

7

6

3

0

0

9

8

6

14

1

0

21

9

2

9

0

0

11

10

8

15

0

1

24

11

0

9

0

0

9

12

2

4

0

0

6

Total

24

54

1

1

80

En can­to a los nive­les de depre­sión por sexo (ver Tabla 5. Nive­les de Depre­sión por Sexo), se encon­tró que el mayor por­cen­ta­je tan­to en niños (con un 57,5%) como niñas (con un 33,7) se ubi­can sin sin­to­ma­to­lo­gía; sin embar­go, se obser­vó pre­sen­cia de depre­sión leve (con un 7,5%) y depre­sión seve­ra (con un 1,2%) en niños.

Tabla. 5. Niveles de Depresión por Sexo

SEXO

Nive­les de Depre­sión

Total

<= 85 Sin Sin­to­ma­to­lo­gía

86 – 95 Depre­sión Leve

96+ Depre­sión seve­ra

Mas­cu­lino

46

6

1

53

Feme­nino

27

0

0

27

Total

73

6

1

80

Los resul­ta­dos sobre el aná­li­sis de los nive­les de depre­sión por edad (ver Tabla. 6. Nive­les de depre­sión por edad) mos­tra­ron que en depre­sión leve resal­tan cua­tro casos entre las eda­des de 9 y 10 años con 2,5% cada una res­pec­ti­va­men­te. Por otra par­te, en los nive­les de depre­sión seve­ra, se obser­va un caso en edad de 11 años, equi­va­len­te al 1,25% del total de la mues­tra.

Tabla. 6. Niveles de depresión por edad

EDAD

Nive­les de Depre­sión 

Total

<= 85 Sin Sin­to­ma­to­lo­gía

86 – 95 Depre­sión Leve

96+ Depre­sión seve­ra

7

9

0

0

9

8

20

1

0

21

9

9

2

0

11

10

22

2

0

24

11

8

0

1

9

12

5

1

0

6

Total

73

6

1

80

Coeficiente de Correlación Spearman

En la tabla 7 (Out­put de la Corre­la­ción de Spear­man) se pre­sen­ta el aná­li­sis de corre­la­ción de las varia­bles edad, sexo, ansie­dad y depre­sión (coefi­cien­te de corre­la­ción de Spear­man). Se bus­ca una rela­ción entre las varia­bles men­cio­na­das. Como se pue­de obser­var, los resul­ta­dos entre ansie­dad con edad (0,186 – p. 0,098) y depre­sión con edad (0,127 – p. 0,260), pre­sen­tan una esca­sa corre­la­ción lineal. Sin embar­go, al ana­li­zar la rela­ción entre ansie­dad con sexo (0,236 – p. 0,025) indi­can una rela­ción míni­ma; mien­tas que la corre­la­ción depre­sión con sexo (-0,221 – p. 0,049), indi­can una corre­la­ción nega­ti­va.

Discusión

En este estu­dio se esta­ble­ció como obje­ti­vo gene­ral, iden­ti­fi­car y des­cri­bir la rela­ción entre los nive­les de depre­sión y ansie­dad en los niños y niñas per­te­ne­cien­te a una escue­la pri­va­da de bási­ca pri­ma­ria de la ciu­dad de Barran­qui­lla. Al ana­li­zar los resul­ta­dos de los par­ti­ci­pan­tes, se obser­va que con rela­ción a la ansie­dad solo se pre­sen­ta­ron dos casos con sin­to­ma­to­lo­gía ansio­sa (mode­ra­da y extre­ma­da­men­te pro­ble­má­ti­co, ambos con 1,3% de la pobla­ción total) el 97,5% se encuen­tran por deba­jo de 60, lo cual indi­ca que no se evi­den­cia sin­to­ma­to­lo­gía ansio­sa. Res­pec­to a la sin­to­ma­to­lo­gía depre­si­va, que obser­va un 7,5% con depre­sión leve y un 1,3% con depre­sión seve­ra, el res­to de los par­ti­ci­pan­tes no evi­den­cia sín­to­mas depre­si­vos.

Los resul­ta­dos sobre el aná­li­sis de la ansie­dad por sexo (ver tabla 3), mues­tra que, tan­to para el sexo mas­cu­lino como para el sexo feme­nino, se encuen­tran en los des­crip­to­res menos pro­ble­má­ti­cos y no más pro­ble­má­ti­cos. En cuan­to al aná­li­sis ansie­dad por edad (ver tabla 4), se obser­va que, don­de se pre­sen­ta nive­les altos de sin­to­ma­to­lo­gía ansio­sa en los estu­dian­tes encues­ta­dos, fue­ron en las eda­des de 8 años (mode­ra­da­men­te pro­ble­má­ti­co) y 10 años (extre­ma­da­men­te pro­ble­má­ti­co).

En cuan­to a los nive­les de depre­sión por sexo (ver tabla 5), se encon­tró que el mayor por­cen­ta­je tan­to en niños (con un 57,5%) como niñas (con un 33,7) se ubi­can sin sin­to­ma­to­lo­gía; sin embar­go, se obser­vó pre­sen­cia de depre­sión leve (con un 7,5%) y depre­sión seve­ra (con un 1,2%) en niños.

Los resul­ta­dos sobre el aná­li­sis de los nive­les de depre­sión por edad (ver tabla 6) mos­tra­ron que en depre­sión leve resal­tan cua­tro casos entre las eda­des de 9 y 10 años con 2,5% cada una res­pec­ti­va­men­te. Por otra par­te, en los nive­les de depre­sión seve­ra, se obser­va un caso en edad de 11 años, equi­va­len­te al 1,25% del total de la mues­tra.

Lo ante­rior, des­cri­be que no se obser­van dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas entre los nive­les de ansie­dad total entre niños y niñas.  Por lo que, estos resul­ta­dos se sus­ten­tan con los rea­li­za­dos por Sán­chez, Andra­de, y Gómez (2018), en su estu­dio no se encon­tra­ron dife­ren­cias en los nive­les de ansie­dad total ni en sus dimen­sio­nes entre los niños y niñas.

Sin embar­go, de for­ma opues­ta, en una inves­ti­ga­ción rea­li­za­da por Couoh, Gón­go­ra, Gar­cía, Macias y Olmos (2015) des­cri­ben que las niñas tuvie­ron pun­tua­cio­nes altas en ansie­dad social, mien­tras que, en los varo­nes, las pun­tua­cio­nes en ansie­dad son salu­da­bles.

En otro estu­dio rea­li­za­do por Gómez, Gar­cía, Vin­cent, San­mar­tint, Gon­za­les, Apa­ri­si e Inglés (2017) encon­tra­ron que los resul­ta­dos para la ansie­dad ante el aco­so esco­lar en chi­cos son mayo­res (con un 68%) que la ansie­dad ante el aco­so esco­lar en chi­cas (63,3%).  

Así mis­mo, Orgi­lés, Mén­dez, Espa­da, Car­ba­llo, & Pique­ras (2012) en una inves­ti­ga­ción rea­li­za­da en una pobla­ción entre los 8 y 17 años, encon­tra­ron que las dife­ren­cias entre sexo fue­ron sig­ni­fi­ca­ti­vas “con pun­tua­cio­nes mayo­res en las chi­cas que en los chi­cos (p < ‚001), excep­to en los sín­to­mas del tras­torno obse­si­vo com­pul­si­vo en el que no se halla­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas.” (p. 118).

En los estu­dios revi­sa­dos se ha encon­tra­do disi­mi­les resul­ta­dos con res­pec­to a la pre­va­len­cia de la depre­sión en niños y ado­les­cen­tes, así, por ejem­plo, Alvi­te (2019)  encon­tró en su estu­dio que los nive­les de depre­sión (Dis­fo­ria y Auto­es­ti­ma) pre­sen­tan nive­les mode­ra­dos en ado­les­cen­tes de 13, 14, y 15 años; mien­tras que Herre­ra et al. (2009) repor­tan que el 17.09% de los niños eva­lua­dos pre­sen­tan sín­to­mas de depre­sión, de la mis­ma mane­ra, Gómez y Barre­ra (2012) halla­ron que el 13.78% de los niños par­ti­ci­pan­tes en el estu­dio, pre­sen­ta­ron sin­to­ma­to­lo­gía depre­si­va; por otra par­te, Gavi­ria, Mar­tí­nez, Atehor­túa, y Tru­ji­llo, (2006) encon­tra­ron una pre­va­len­cia de 12.5% para depre­sión en pobla­ción infan­til.

Con rela­ción al sexo, Alaez et al; (2000) encon­tra­ron que, en niños la pre­va­len­cia era de 10.5% mien­tras que en las niñas resul­tó de 20.3%; así mis­mo, Mar­tuano, Toller y Elias (2005) en un estu­dio rea­li­za­do en Gali­cia, encon­tra­ron mayor inci­den­cia de depre­sión en niñas que en niños. De igual mane­ra, Straf­fon, Valen­cia, Bau­tis­ta y Lima (2019) en su estu­dio encon­tra­ron que las niñas pre­sen­tan una mayor pre­dis­po­si­ción para desa­rro­llar depre­sión. Lo ante­rior, tam­bién lo con­fir­ma un estu­dio rea­li­za­do por Abe­llo, Cor­tés, Barros, Mer­ca­do, y Solano (2014) encon­tra­ron que las niñas pre­sen­tan mayor nivel de pre­va­len­cia repre­sen­ta­do en 18,60%, a dife­ren­cia del géne­ro opues­to con un 13,04%

Tenien­do en cuen­ta lo ante­rior, cabe resal­tar la for­ta­le­za de este estu­dio y, es que, se pudo hacer un aná­li­sis de los sín­to­mas de ansie­dad y depre­sión en niños y niñas de la escue­la pri­ma­ria de la ciu­dad de Barran­qui­lla, reco­no­cien­do como un pri­mer avan­ce en la eva­lua­ción psi­co­ló­gi­ca en esta pobla­ción en par­ti­cu­lar. Cabe decir que una limi­ta­ción fue que, no se con­tó con el total de la pobla­ción, ya que los padres de fami­lia no asis­tie­ron a las reunio­nes infor­ma­ti­vas que se rea­li­za­ron en la escue­la, por lo que, no die­ron el con­sen­ti­mien­to para que el estu­dian­te par­ti­ci­pa­ra en el pro­ce­so de eva­lua­ción.

Conflicto de interés

Los auto­res de este tra­ba­jo decla­ran que no pre­sen­tan con­flic­tos de intere­ses. 

Referencias

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1. Agra­de­ce­mos la cola­bo­ra­ción de los direc­ti­vos, maes­tros, los acu­dien­tes y padres de fami­lia y, a los estu­dian­tes del Cole­gio que nos brin­da­ron los espa­cios para lle­var a cabo el estu­dio.

2. Pro­fe­sor del Pro­gra­ma de Psi­co­lo­gía Uni­ver­si­dad Metro­po­li­ta­na. Correo elec­tró­ni­co: agarcia@unimetro.edu.coarlingtongarcia85@gmail.com

3. Pro­fe­so­ra del Pro­gra­ma de Psi­co­lo­gía Uni­ver­si­dad Metro­po­li­ta­na. Correo elec­tró­ni­co: gfontalvo@unimetro.edu.cogloriafontalvo@gmail.com