8. Estrategias de afrontamiento, estrés y alteración psicológica en niños1Descargar este adjunto (8. Estrategias de afrontamiento, estrés y alteración psicológica en niños.pdf)

Cynthia Zaira Vega Valero2, María Guadalupe Villagrán Velazco3, Carlos Nava Quiroz4 y Rocío Soria Trujano5

Facultad de Estudios Superiores Iztacala-UNAM

El obje­ti­vo del pre­sen­te estu­dio fue ana­li­zar la rela­ción entre estra­te­gias de afron­ta­mien­to, estrés y alte­ra­ción psi­co­ló­gi­ca (depre­sión) en niños. Par­ti­ci­pa­ron 206 niños y niñas de pri­ma­ria a los cua­les se les apli­ca­ron tres inven­ta­rios. Los resul­ta­dos repor­tan que para la alte­ra­ción psi­co­ló­gi­ca, los niños pre­sen­tan depre­sión mode­ra­da; para el estrés, los niños se encuen­tran mode­ra­da­men­te estre­sa­dos; y para las estra­te­gias de afron­ta­mien­to, los niños algu­nas veces cuen­tan con ellas. Se encon­tra­ron corre­la­cio­nes posi­ti­vas bajas sig­ni­fi­ca­ti­vas entre las prin­ci­pa­les varia­bles. Final­men­te se ana­li­zó si las niñas y niños difie­ren en cuan­to a las varia­bles medi­das, encon­tran­do úni­ca­men­te que las niñas se ubi­can en mode­ra­da­men­te estre­sa­das mien­tras los niños se encuen­tran no estre­sa­dos.

Pala­bras cla­ve: Estrés, estra­te­gias de afron­ta­mien­to, depre­sión, infan­tes, aná­li­sis dis­cri­mi­nan­te.

 

Abs­tract

The aim of this study was to analy­ze the pos­si­ble rela­tionship bet­ween coping stra­te­gies, stress and psy­cho­lo­gi­cal disor­der (depres­sion) in chil­dren. Inclu­ded 206 chil­dren from pri­mary school to which they applied three tests. The results indi­ca­ted that for psy­cho­lo­gi­cal disor­der chil­dren pre­sent mode­ra­te depres­sion; for stress chil­dren are mode­ra­tely stres­sed; and for coping stra­te­gies chil­dren some­ti­mes have coping stra­te­gies. Low posi­ti­ve sig­ni­fi­cant corre­la­tions were found among the main varia­bles. Finally analy­zed if girls and boys dif­fer in the mea­su­red varia­bles, fin­ding only that girls are loca­ted in mode­ra­tely stres­sed and boys are not stres­sed.

Key­words: Stress, coping stra­te­gies, depres­sion, infants, dis­cri­mi­nant analy­sis.

Introducción

En los últi­mos años, la inves­ti­ga­ción de alte­ra­cio­nes psi­co­ló­gi­cas como la depre­sión ha cobra­do rele­van­cia al estar aso­cia­da a dife­ren­tes enfer­me­da­des cró­ni­cas y a que son diver­sas varia­bles las que se encuen­tran en rela­ción direc­ta con ella; asi­mis­mo, el inte­rés no sólo se refie­re al cam­po de la salud sino tam­bién en rea­li­zar aná­li­sis con­cep­tua­les (Arie­ti y Bem­po­rad, 1993), en iden­ti­fi­car su pre­va­len­cia en la pobla­ción infan­til (Vinac­cia, 2006), su etio­lo­gía (Ben­kert, 1981), y su rela­ción con varia­bles como la cali­dad de red social (Nava y Vega, 2008), apo­yo social y estrés (Vega, Mar­tí­nez, Nava y Soria, 2010).

De acuer­do a la lite­ra­tu­ra, para la expli­ca­ción de la depre­sión son impor­tan­tes dos fac­to­res. Uno, las estra­te­gias de afron­ta­mien­to con que cuen­te el indi­vi­duo para afron­tar los pro­ble­mas que se le pre­sen­tan y, el otro, el estrés que expe­ri­men­te. Para inter­pre­tar la rela­ción estrés-salud exis­ten dife­ren­tes mode­los; uno de los más impor­tan­tes es el de estrés-afron­ta­mien­to pro­pues­to y desa­rro­lla­do por Laza­rus y Folk­man (1991) quie­nes mues­tran rela­cio­nes impor­tan­tes entre el estrés, la enfer­me­dad y el bien­es­tar psi­co­ló­gi­co; defi­nen al estrés como el pro­ce­so por el cual el indi­vi­duo res­pon­de a los pro­ce­sos del ambien­te que son per­ci­bi­dos como ame­na­zan­tes o desa­fian­tes (Folk­man y Laza­rus, 1980) lo cual impli­ca que un aná­li­sis del pro­ce­so de estrés debe con­te­ner tan­to a los ele­men­tos ambien­ta­les como a las res­pues­tas espe­cí­fi­cas del orga­nis­mo.

El estrés se encuen­tra aso­cia­do con pade­ci­mien­tos de la salud tales como hiper­ten­sión, jaque­cas, dolor de espal­da, ulce­ras esto­ma­ca­les o gas­tri­tis, estrés pre­mes­trual, entre otros. A su vez, se encuen­tra rela­cio­na­do con baja auto­es­ti­ma, depre­sión, insom­nio, con­su­mo de nar­có­ti­cos, exce­si­va inges­ta de ali­men­tos o pér­di­da de ape­ti­to. Par­ti­cu­lar­men­te, Zim­mer­man, Ramí­rez-Valles, Zapert y Maton (2000) y Youn­ga, Rus­sellb y Power­sa (2004) coin­ci­den al seña­lar que un rit­mo de vida estre­san­te pre­di­ce pro­ble­mas con­duc­tua­les en los ado­les­cen­tes lle­ván­do­los a con­su­mir dro­gas o bien a desa­rro­llar con­duc­tas van­dá­li­cas o delic­ti­vas.

El estrés es la valo­ra­ción que un indi­vi­duo hace res­pec­to una situa­ción la cual pue­de ser de daño, per­di­da o desa­fío; en este sen­ti­do, el estu­dio sobre hos­pi­ta­li­za­ción infan­til rea­li­za­do por Fer­nán­dez y López (2006); Mén­dez, Orti­go­sa y Pedro­che (1996) mues­tra que cuan­do los niños son some­ti­dos a una ciru­gía o con­sul­ta exter­na valo­ran su estan­cia en un hos­pi­tal como ame­na­zan­te. Por otro lado, estu­dios rela­cio­na­dos con estrés pos­trau­má­ti­co, por mal­tra­to infan­til o acci­den­tes, en com­pa­ra­ción con aque­llos niños que no sufrían de estos even­tos, en la edad adul­ta eran más sus­cep­ti­bles de pre­sen­tar estrés (Marty y Car­ba­jal, 2005), o como la que repor­tan Oli­va, Mon­te­ro, y Gutié­rrez (2006) quie­nes explo­ra­ron el estrés per­ci­bi­do por el padre y las carac­te­rís­ti­cas del niño de 4 a 6 años, encon­tran­do que exis­te una rela­ción entre el estrés de los padres y el de los niños.

Siguien­do con el mode­lo de Laza­rus y Folk­man (1991) las per­so­nas con pocas estra­te­gias de afron­ta­mien­to tie­nen más posi­bi­li­da­des de estre­sar­se. Por esto, la medi­ción y eva­lua­ción del afron­ta­mien­to es un com­po­nen­te esen­cial para la expli­ca­ción y con­cep­tua­li­za­ción del pro­ce­so de estrés. El afron­ta­mien­to es un pro­ce­so diná­mi­co, que invo­lu­cra la eva­lua­ción y reeva­lua­ción cons­tan­te de las per­so­nas ante situa­cio­nes deman­dan­tes y su fun­ción está en con­so­nan­cia con las estra­te­gias que los indi­vi­duos lle­van a cabo para la con­se­cu­ción de obje­ti­vos espe­cí­fi­cos.

Las estra­te­gias de afron­ta­mien­to pro­pues­tas por los auto­res están divi­di­das en: a) afron­ta­mien­to diri­gi­do a la acción, que son acti­vi­da­des o mani­pu­la­cio­nes orien­ta­das a modi­fi­car o alte­rar el pro­ble­ma y, b) el afron­ta­mien­to diri­gi­do a la emo­ción, que son las accio­nes que ayu­dan a regu­lar las res­pues­tas emo­cio­na­les a las que el pro­ble­ma da lugar.

En las inves­ti­ga­cio­nes sobre estra­te­gias de afron­ta­mien­to, Fra­gue­la, Luen­go, Rome­ro, Villar y Sobral (2006) encon­tra­ron dife­ren­cias de géne­ro res­pec­to al tipo de estra­te­gias y su rela­ción con el ini­cio de la con­duc­ta anti­so­cial y el con­su­mo de dro­gas, ade­más de que indi­car la exis­ten­cia de dife­ren­cias entre las estra­te­gias de afron­ta­mien­to en fun­ción de las varia­bles como la edad y el sexo. Tam­bién mues­tran que los esti­los de afron­ta­mien­to, como evi­tar los pro­ble­mas, dis­trac­cio­nes, etcé­te­ra, son fac­to­res pro­tec­to­res impor­tan­tes con­tra el ries­go del con­su­mir dro­gas, ade­más de la impli­ca­ción en actos anti­so­cia­les.

En los tra­ba­jos de Figue­roa, Con­ti­ni, Leti­na, Levin y Este­vez, (2005) y Gon­zá­les, Mon­to­ya, Casu­llo y Ber­na­béu (2002) se ana­li­za­ron tres aspec­tos: estra­te­gias de afron­ta­mien­to, bien­es­tar psi­co­ló­gi­co y géne­ro, encon­tran­do rela­cio­nes entre éstas; en el caso de Figue­roa et al. (2005), y Palo­mar (2008), que ade­más eva­lua­ron el nivel socio eco­nó­mi­co de los par­ti­ci­pan­tes, obser­va­ron, pri­me­ro, que las estra­te­gias de afron­ta­mien­to que más uti­li­zan los ado­les­cen­tes son la dis­trac­ción y la evi­ta­ción del con­flic­to; segun­do, dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas en las estra­te­gias de afron­ta­mien­to en ado­les­cen­tes con alto y bajo nivel de bien­es­tar psi­co­ló­gi­co y dife­ren­cias por nivel eco­nó­mi­co, don­de los de bajo recur­sos cuen­tan con más estra­te­gias de afron­ta­mien­to y ter­ce­ro, tam­bién encon­tra­ron dife­ren­cias entre estra­te­gias de afron­ta­mien­to y géne­ro, sien­do las muje­res quie­nes poseen mayor reper­to­rio de estra­te­gias en com­pa­ra­ción con los hom­bres.

A la luz de lo ante­rior, una inves­ti­ga­ción que resul­ta impor­tan­te es la de Nava y Vega (2008) que eva­lua­ron las varia­bles de red y de alte­ra­ción psi­co­ló­gi­ca (depre­sión) con la fina­li­dad de pro­bar el valor rela­ti­vo de las pro­pie­da­des diná­mi­cas de la red para des­cri­bir y pre­de­cir alte­ra­ción emo­cio­nal en ado­les­cen­tes que vivie­ran con sus fami­lias y ado­les­cen­tes que no vivie­ran con ellas. Los resul­ta­dos mos­tra­ron que los ado­les­cen­tes con ausen­cia de fami­lia mues­tran más depre­sión que los ado­les­cen­tes que viven con sus fami­lias y estos últi­mos obtu­vie­ron pun­ta­jes más altos en el índi­ce de rela­cio­nes fami­lia­res y en la cali­dad de red social. Asi­mis­mo, repor­tan rela­cio­nes sig­ni­fi­ca­ti­vas entre cali­dad de red fami­liar y depre­sión, cali­dad de red de ami­gos y fami­lia­res en los ado­les­cen­tes reclui­dos, mien­tras que en los otros ado­les­cen­tes la cali­dad de red fami­liar corre­la­cio­nó con depre­sión y con los sub­gru­pos de red. Lo ante­rior indi­ca que cuan­do algún com­po­nen­te de la red social se ve alte­ra­do, por algu­na cir­cuns­tan­cia, tien­den a pre­sen­tar­se pro­ble­mas de alte­ra­ción psi­co­ló­gi­ca como la depre­sión y tie­ne impac­to en las medi­das de red social.

En con­ti­nui­dad con la inves­ti­ga­ción pre­ce­den­te, Vega, Mar­tí­nez, Nava y Soria (2010) se pro­pu­sie­ron dar res­pues­ta a las pre­gun­tas sur­gi­das del estu­dio ante­rior ¿sería posi­ble encon­trar depre­sión aun cuan­do no hay ausen­cia de fami­lia de ori­gen? y, ¿Qué varia­bles expli­ca­rían tal fenó­meno, en caso de encon­trar dife­ren­cias? Por lo tan­to, los par­ti­ci­pan­tes selec­cio­na­dos fue­ron ado­les­cen­tes de secun­da­ria que vivie­ran con sus fami­lias y que no mos­tra­ran nin­gu­na alte­ra­ción psi­co­ló­gi­ca apa­ren­te, eva­luán­do­se las varia­bles de apo­yo social, estrés y cali­dad de red. Los resul­ta­dos demues­tran que el nivel de cali­dad de red social fami­liar y de amis­ta­des es sig­ni­fi­ca­ti­vo para deter­mi­nar la depre­sión. En el caso de la segun­da pre­gun­ta sobre qué varia­bles podrían expli­car el fenó­meno de la depre­sión no se encon­tra­ron rela­cio­nes entre el estrés, el apo­yo social y la depre­sión.

Con base en lo ante­rior pode­mos refe­rir que el mode­lo de Laza­rus y Folk­man cuen­ta con evi­den­cias empí­ri­cas en las inves­ti­ga­cio­nes rea­li­za­das en dife­ren­tes mues­tras de adul­tos y ado­les­cen­tes, pero no con niños. Por tal moti­vo en el pre­sen­te estu­dio se ana­li­za la posi­ble rela­ción entre estra­te­gias de afron­ta­mien­to, estrés y alte­ra­ción psi­co­ló­gi­ca (depre­sión) en niños.

Método

Participantes

La mues­tra cons­tó de 206 niños de entre 10 y 13 años con un pro­me­dio de 11.1 años (s = .45) todos de 6° gra­do de pri­ma­ria, de los cua­les 100 eran niñas y 106 niños. La par­ti­ci­pa­ción fue volun­ta­ria y con­tó con la apro­ba­ción de sus padres y pro­fe­so­res.

Tipo de estudio

Este tra­ba­jo es un estu­dio de cam­po de tipo ex post-fac­to. Estos dise­ños se lle­van a cabo en situa­cio­nes en las que las varia­bles inde­pen­dien­tes y las depen­dien­tes han toma­do sus valo­res antes de que el inves­ti­ga­dor pue­da inter­ve­nir. Asi­mis­mo, es un estu­dio corre­la­cio­nal ya que nues­tro obje­ti­vo es iden­ti­fi­car rela­cio­nes entre las varia­bles de inte­rés, sin esta­ble­cer cau­sa­li­dad entre ellas.

Instrumentos

Para lle­var a cabo la inves­ti­ga­ción se apli­ca­ron 3 ins­tru­men­tos:

  • El Inven­ta­rio de Estrés Infan­til (IEI) (Vega, Anguiano, Soria, Nava y Gon­zá­lez, 2008) que eva­lúa el nivel de estrés y cons­ta de 30 ítems con 3 posi­bles opcio­nes de res­pues­ta, Nada ner­vio­so (1 pun­to), Ner­vio­so (2 pun­tos) y Muy ner­vio­so (3 pun­tos). El pun­ta­je míni­mo es de 30 pun­tos y máxi­mo de 90; a mayor pun­tua­ción, mayor estrés. El alpha de Cron­bach obte­ni­do para este estu­dio fue de .85 y para los ítems fue­ron supe­rio­res a .84.
  • El Inven­ta­rio de Depre­sión de Beck (DE) eva­lúa el nivel de depre­sión; cons­ta de 21 ítems los cua­les con­sis­ten de entre tres y seis afir­ma­cio­nes de las que el par­ti­ci­pan­te selec­cio­na la que mejor refle­je su situa­ción actual. Cada afir­ma­ción reci­be un pun­ta­je de 1 a 6. El pun­ta­je míni­mo a obte­ner es de 21 pun­tos y el máxi­mo de 93 pun­tos; a mayor pun­tua­ción, mayor depre­sión. El alpha de Cron­bach obte­ni­do para este estu­dio fue de .80 y para los ítems supe­rio­res a .79.
  • El Inven­ta­rio de Estra­te­gias de Afron­ta­mien­to (IEA) (Cano, Rodrí­guez, y Gar­cía 2007) eva­lúa las estra­te­gias de afron­ta­mien­to que se encuen­tran cla­si­fi­ca­das en cua­tro subes­ca­las: mane­jo ade­cua­do cen­tra­do al pro­ble­ma, mane­jo ade­cua­do cen­tra­do a la emo­ción, mane­jo inade­cua­do cen­tra­do al pro­ble­ma, mane­jo inade­cua­do cen­tra­do a la emo­ción, y tuvo por obje­ti­vo cono­cer cómo las per­so­nas se enfren­tan a sus problemas.Consta de 40 ítems con 5 opcio­nes de res­pues­ta, En abso­lu­to (0), Un poco (1), Bas­tan­te (2), Mucho (3) y Total­men­te (4), con un pun­ta­je míni­mo de 40 y un máxi­mo de 160. El alpha de Cron­bach para este estu­dio fue de .80 para el ins­tru­men­to en gene­ral y para las subes­ca­las fue­ron: .69 para mane­jo ade­cua­do al pro­ble­ma, .75 mane­jo ade­cua­do a la emo­ción, .60 mane­jo inade­cua­do al pro­ble­ma y .76 mane­jo inade­cua­do a la emo­ción.

A los inven­ta­rios IEA y el de Beck les fue­ron rea­li­za­dos ajus­tes míni­mos para poder usar­los con los niños. La elec­ción de estos inven­ta­rios fue por razo­nes teó­ri­cas para el pri­me­ro, ya que fue dise­ña­do bajo los supues­tos del mode­lo aquí emplea­do y el segun­do por ser uno de los más emplea­dos en el cam­po clí­ni­co y de la inves­ti­ga­ción mos­tran­do bue­nos nive­les de con­fia­bi­li­dad.

Procedimiento

Los ins­tru­men­tos fue­ron apli­ca­dos en los salo­nes que pro­pu­sie­ron los pro­fe­so­res de la pri­ma­ria. En todos los casos se indi­có a los par­ti­ci­pan­tes que no había res­pues­tas correc­tas o inco­rrec­tas y que lo que se pre­ten­día era cono­cer su opi­nión res­pec­to de algu­nos plan­tea­mien­tos socia­les. Si des­pués de leer las ins­truc­cio­nes aún tenían algu­na duda, los encar­ga­dos del estu­dio podían acla­rar­las.

Análisis de datos

Se empleó en SPSS ver­sión 18 para rea­li­zar los aná­li­sis esta­dís­ti­cos. Se obtu­vie­ron esta­dís­ti­cos des­crip­ti­vos, corre­la­cio­nes de Pear­son, regre­sión lineal y aná­li­sis dis­cri­mi­nan­te.

Resultados

El pri­mer paso con­sis­tió en cono­cer los pro­me­dios para cada una de las esca­las con la fina­li­dad de iden­ti­fi­car los nive­les de depre­sión, estrés y las estra­te­gias de afron­ta­mien­to.

Tabla 1. Se presentan los tres rangos establecidos para cada una de las variables.

Ins­tru­men­tos

Esca­las

Subes­ca­las de Estra­te­gias de Afron­ta­mien­to

Alte­ra­ción Psi­co­ló­gi­ca (depre­sión)

Estrés Infan­til

Pun­ta­je total de Estra­te­gias de Afron­ta­mien­to

Mane­jo ade­cua­do cen­tra­do al pro­ble­ma

Mane­jo ade­cua­do cen­tra­do a la emo­ción

Mane­jo inade­cua­do cen­tra­do al pro­ble­ma

Mane­jo inade­cua­do cen­tra­do a la emo­ción

22 – 32

Depre­sión leve

33 – 54

Nada estre­sa­do

15 – 77

Pocas estra­te­gias

5 – 20

Esca­so mane­jo

0 – 18

Esca­so mane­jo

5 – 20

Esca­so mane­jo

0 – 12

Esca­so mane­jo

33 – 39

Depre­sión mode­ra­da

55 – 63

Mode­ra­da­men­te estre­sa­do

78 – 94

Algu­nas estra­te­gias

21 – 27

Mane­jo mode­ra­do

19 – 25

Mane­jo mode­ra­do

21 – 27

Mane­jo mode­ra­do

13 – 19

Mane­jo mode­ra­do

40 – 77

Depre­sión gra­ve

64 – 80

estre­sa­do

95 – 130

Muchas estra­te­gias

28 – 39

Sufi­cien­te mane­jo

26 – 40

Sufi­cien­te mane­jo

28 – 38

Bas­tan­te mane­jo

20 – 37

Bas­tan­te mane­jo

En la Tabla 1 se mues­tra que para la alte­ra­ción psi­co­ló­gi­ca, que fue la depre­sión (D), el pro­me­dio obte­ni­do en la mues­tra fue de 37.81 (s = 9.9) lo que sig­ni­fi­ca que los niños pre­sen­tan depre­sión mode­ra­da. Asi­mis­mo, del total de par­ti­ci­pan­tes, 70 de ellos tenían depre­sión leve, 69 depre­sión mode­ra­da y 67 depre­sión alta.

Para el Inven­ta­rio de Estrés Infan­til (IEI), el pro­me­dio obte­ni­do en la mues­tra fue de 58 (s = 9.5) lo que sig­ni­fi­ca que los niños están mode­ra­da­men­te estre­sa­dos. Ade­más se iden­ti­fi­có que 72 niños, dada su pun­tua­ción final, esta­ban nada estre­sa­dos, 62 esta­ban mode­ra­da­men­te estre­sa­dos, y 62 estre­sa­dos.

Final­men­te para el Inven­ta­rio de Estra­te­gias de Afron­ta­mien­to (EA), el pro­me­dio obte­ni­do fue de 83.5 (s = 19) lo que sig­ni­fi­ca que los niños algu­nas veces cuen­tan con estra­te­gias de afron­ta­mien­to. En par­ti­cu­lar, 68 niños tuvie­ron pocas estra­te­gias de afron­ta­mien­to, 73 pre­sen­ta­ron mode­ra­das estra­te­gias de afron­ta­mien­to y 65 cuen­ta con muchas estra­te­gias de afron­ta­mien­to. Para las subes­ca­las encon­tra­mos que en mane­jo ade­cua­do cen­tra­do al pro­ble­ma, el pro­me­dio obte­ni­do fue de 23.3 (s = 6.6) lo que sig­ni­fi­ca que los niños pre­sen­tan un mode­ra­do mane­jo ade­cua­do cen­tra­do al pro­ble­ma. Para la subes­ca­la de mane­jo ade­cua­do cen­tra­do a la emo­ción, el pro­me­dio obte­ni­do fue de 21.3 (s = 8) lo que indi­ca que los niños pre­sen­tan un mode­ra­do mane­jo ade­cua­do cen­tra­do a la emo­ción. Para la subes­ca­la de mane­jo inade­cua­do cen­tra­do al pro­ble­ma, el pro­me­dio obte­ni­do de esta subes­ca­la fue de 23.1 (s = 8.6) lo que esta­ble­ce que los niños pre­sen­tan un mode­ra­do mane­jo inade­cua­do cen­tra­do al pro­ble­ma. Para la subes­ca­la de mane­jo inade­cua­do cen­tra­do a la emo­ción, el pro­me­dio obte­ni­do de esta subes­ca­la fue de 15.5 (s = 8) lo que indi­ca que los niños pre­sen­tan un mode­ra­do mane­jo inade­cua­do cen­tra­do a la emo­ción.

Pos­te­rior­men­te se obtu­vie­ron las corre­la­cio­nes entre las varia­bles prin­ci­pa­les, estrés, depre­sión y estra­te­gias de afron­ta­mien­to y las dife­ren­tes subes­ca­las de afron­ta­mien­to (véa­se Tabla 2), encon­tran­do corre­la­cio­nes posi­ti­vas bajas sig­ni­fi­ca­ti­vas entre ellas, lo que impli­ca que a más estrés más uso de estra­te­gias de afron­ta­mien­to, a más estrés más depre­sión y a más uso de estra­te­gias de afron­ta­mien­to más depre­sión. Tam­bién se obser­va­ron corre­la­cio­nes posi­ti­vas bajas entre las subes­ca­las de estra­te­gias de afron­ta­mien­to ade­cua­das e inade­cua­das, estrés y depre­sión, excep­to en la subes­ca­la de mane­jo ade­cua­do cen­tra­do al pro­ble­ma que no se rela­cio­na con las varia­bles.

Res­pec­to a las subes­ca­las mane­jo ade­cua­do cen­tra­do a la emo­ción y mane­jo inade­cua­do cen­tra­do al pro­ble­ma, se rela­cio­nan con estrés. Final­men­te en la subes­ca­la de mane­jo inade­cua­do cen­tra­do a la emo­ción, rela­cio­na tan­to con el estrés como con la depre­sión. Como en todos los casos las rela­cio­nes fue­ron posi­ti­vas, se esta­ble­ce que a más estrés o depre­sión más el tipo de estra­te­gias de afron­ta­mien­to, ya sean ade­cua­das o inade­cua­das.

Tabla 2. Se muestran las correlaciones de Pearson entre las variables Estrés, Depresión y Estrategias de Afrontamiento.

Varia­bles

Alte­ra­ción Psi­co­ló­gi­ca (depre­sión)

Estrés Infan­til

Pun­ta­je total de Estra­te­gias de Afron­ta­mien­to

Estrés Infan­til

.287**

 

 

Pun­ta­je total de Estra­te­gias de Afron­ta­mien­to

.200**

.259**

 

Mane­jo ade­cua­do cen­tra­do en el pro­ble­ma

-.078

.023

.695**

Mane­jo ade­cua­do cen­tra­do en la emo­ción

.069

.241**

.708**

Mane­jo inade­cua­do cen­tra­do en el pro­ble­ma

.039

.198**

.650**

Mane­jo inade­cua­do cen­tra­do en la emo­ción

.433**

.188**

.549**

Nota: ** correlaciones significativas al 0.01

Otra pre­gun­ta de inte­rés plan­tea­da fue deter­mi­nar si las niñas y niños difie­ren en cuan­to a las varia­bles medi­das, hallan­do que para las estra­te­gias de afron­ta­mien­to, ambos gru­pos se ubi­can en el ran­go de algu­nas veces cuen­tan con EA: niñas x = 84.16 (s = 18.62), niños x = 82.86 (s = 19.68), no encon­trán­do­se dife­ren­cias esta­dís­ti­cas (t (204) = -.408; p > 0.05).

Res­pec­to a la depre­sión, ambos casos están mode­ra­da­men­te depri­mi­dos: niñas x = 38.55 (s = 10.61), niños x = 37.17 (s = 9.25), sin encon­trar dife­ren­cias esta­dís­ti­cas (t (204) = ‑1.044; p > 0.05).

Para el caso de estrés, por su pro­me­dio x = 61.61 (s = 8.48), las niñas se ubi­can en mode­ra­da­men­te estre­sa­das y los niños se encuen­tran no estre­sa­dos, x = 54 (s = 9.28), encon­tran­do dife­ren­cias esta­dís­ti­cas (t (204) = ‑5.53; p < 0.01).

Ya que sólo se iden­ti­fi­ca­ron dife­ren­cias en el nivel de estrés, se pro­ce­dió a for­mar dos gru­pos, estre­sa­dos y no estre­sa­dos, y se ana­li­zó la exis­ten­cia de dife­ren­cias res­pec­to a las estra­te­gias de afron­ta­mien­to y depre­sión encon­trán­do­se que con res­pec­to a las estra­te­gias de afron­ta­mien­to, los niños no estre­sa­dos obtu­vie­ron un pun­ta­je de x = 80.44 (s = 19.69), y los estre­sa­dos x = 86.90 (s = 17.65), ubi­cán­do­se en el ran­go de algu­nas veces cuen­tan con estra­te­gias, obser­van­do que la dife­ren­cia en los pro­me­dios fue sig­ni­fi­ca­ti­va (t (204) = ‑2.46; p < 0.05).

De las estra­te­gias de afron­ta­mien­to, sólo resul­tó con dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas el mane­jo ade­cua­do cen­tra­do en la emo­ción (t (204) = ‑1.999; p < 0.05), aun­que los que están estre­sa­dos y no, por pro­me­dio, se ubi­can en mane­jo mode­ra­do. En el caso de depre­sión, los no estre­sa­dos se ubi­can en el ran­go de depre­sión mode­ra­da x = 35.54 (s = 8.29), y los estre­sa­dos, en depre­sión alta x = 80.44 (s = 19.69), con dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas (t (204) = ‑3.56; p < 0.01).

Con lo ante­rior, desa­rro­lla­mos el aná­li­sis dis­cri­mi­nan­te para esti­mar la capa­ci­dad de pre­dic­ción de las varia­bles de alte­ra­ción psi­co­ló­gi­ca (depre­sión), pun­ta­je total de estra­te­gias de afron­ta­mien­to y mane­jo ade­cua­do cen­tra­do en la emo­ción. Cabe seña­lar que el aná­li­sis dis­cri­mi­nan­te es un mode­lo basa­do en la regre­sión múl­ti­ple, don­de la varia­ble depen­dien­te es cate­gó­ri­ca (dico­tó­mi­ca o poli­tó­mi­ca) y las inde­pen­dien­tes tie­nen que ser con­ti­nuas.

Los resul­ta­dos mues­tran que el poder pre­dic­ti­vo de estas varia­bles y en con­jun­to, suman el 59.4 por cien­to, lo que impli­ca que tie­nen un valor mode­ra­do para pre­de­cir estrés; de mane­ra par­ti­cu­lar, los por­cen­ta­jes de pre­dic­ción indi­can que nues­tras varia­bles son mejo­res para dis­cri­mi­nar a los indi­vi­duos no estre­sa­dos de los estre­sa­dos (véa­se Tabla 3).

Tabla 3. Análisis discriminante para los grupos de estrés y no estrés respecto de las variables Estrategias de afrontamiento, manejo adecuado centrado en la emoción y depresión

 

Pre­dic­ción de per­te­nen­cia al gru­po

Pre­dic­ción de per­te­nen­cia al gru­po

Total

Gru­po

No estre­sa­dos

Estre­sa­dos

 

Con­teo No estre­sa­dos

70

39

109

Estre­sa­dos

45

52

97

Por­cen­ta­je No estre­sa­dos

64.2

35.8

100.0

Estre­sa­dos

46.4

53.6

100.0

Discusión

El pro­pó­si­to de este estu­dio fue iden­ti­fi­car si las varia­bles de estra­te­gias de afron­ta­mien­to, estrés y alte­ra­ción psi­co­ló­gi­ca (depre­sión) se encuen­tran corre­la­cio­na­das entre sí en una mues­tra de niños e iden­ti­fi­car la vali­dez del inven­ta­rio de estrés infan­til. En gene­ral se encon­tró que las varia­bles de inte­rés corre­la­cio­nan posi­ti­va­men­te, par­ti­cu­lar­men­te las subes­ca­las del ins­tru­men­to de estra­te­gias de afron­ta­mien­to con estrés y solo la de mane­jo inade­cua­do cen­tra­do a la emo­ción con depre­sión.

De acuer­do al mode­lo de Laza­rus y Folk­man se espe­ra­ría corre­la­cio­nes nega­ti­vas entre estra­te­gias de afron­ta­mien­to y estrés; el IEA fue cons­trui­do con la lógi­ca de este mode­lo y las corre­la­cio­nes que resul­tan sig­ni­fi­ca­ti­vas son con aque­llas que iden­ti­fi­can el mane­jo inade­cua­do cen­tra­do al pro­ble­ma y a la emo­ción, ambas subes­ca­las se rela­cio­nan con inefi­ca­cia para enfren­tar cual­quier pro­ble­ma, esto es, se evi­ta el pro­ble­ma, se pien­sa que no exis­te, que no se tie­ne la capa­ci­dad de enfren­tar­lo, en reti­rar­se, de tal mane­ra que una rela­ción posi­ti­va esta­ría impli­can­do que a mayor estrés las estra­te­gias que se emplean no resuel­ven el pro­ble­ma, en este sen­ti­do el dato obte­ni­do coin­ci­de con lo teó­ri­co.

Aun­que tam­bién se iden­ti­fi­có una rela­ción posi­ti­va entre el mane­jo ade­cua­do cen­tra­do a la emo­ción y estrés, en esta subes­ca­la se iden­ti­fi­can las expre­sio­nes emo­cio­na­les que hacen las per­so­nas tales como: dejé salir mis sen­ti­mien­tos para redu­cir el estrés, ana­li­cé mis sen­ti­mien­tos y sim­ple­men­te los dejé salir, mis sen­ti­mien­tos eran abru­ma­do­res y esta­lla­ron, pasé algún tiem­po con mis ami­gos, etc., obser­van­do que el hecho de expre­sar no impli­ca resol­ver, lo que de acuer­do al mode­lo, las estra­te­gias diri­gi­das a la emo­ción son aque­llas que no le per­mi­tan al indi­vi­duo resol­ver el pro­ble­ma que­dán­do­se en el esta­do de, por ejem­plo, eno­jo, ansie­dad, impo­ten­cia, etc., por lo que aún cuan­do en el inven­ta­rio es esta­ble­ci­da la subes­ca­la como mane­jo ade­cua­do, en nues­tra opi­nión el resul­ta­do nos per­mi­te seña­lar que es cohe­ren­te encon­trar rela­ción posi­ti­va ya que lo que se iden­ti­fi­ca es que a más estrés más emo­ción pero sin resol­ver, que es algo simi­lar a lo obte­ni­do en las subes­ca­las de mane­jo inade­cua­do.

Res­pec­to a la rela­ción estra­te­gias de afron­ta­mien­to y depre­sión, éstas corre­la­cio­nan posi­ti­va­men­te en cuan­to al pun­ta­je total de ambos inven­ta­rios y solo con el mane­jo inade­cua­do cen­tra­do a la emo­ción, lo cual impli­ca que a mayor depre­sión más pre­sen­cia de pen­sa­mien­tos deside­ra­ti­vos, evi­ta­ción del pro­ble­ma y auto­crí­ti­ca, dato acor­de al mode­lo.

El resul­ta­do obte­ni­do res­pec­to a la alte­ra­ción psi­co­ló­gi­ca (depre­sión) con estrés es simi­lar al iden­ti­fi­ca­do con adul­tos (Soria, Muñoz y Vega, 2010) a los cua­les, en tér­mi­nos des­crip­ti­vos, les ocu­rre que des­pués de estar bajo estrés se depri­men, bajan la acti­vi­dad y no le encuen­tran sen­ti­do a las acti­vi­da­des rea­li­za­das por lo que pode­mos infe­rir que con los niños está ocu­rrien­do lo mis­mo.

Con rela­ción a las dife­ren­cias entre niños y niñas, al igual que otros estu­dios, el nivel de estrés es dife­ren­te por géne­ro, tan­to en niños como adul­tos, sien­do las muje­res quie­nes más se estre­san (Vega, Gon­zá­lez, Anguiano, Nava y Soria, 2009; Soria, et al., 2010). De igual mane­ra las dife­ren­cias encon­tra­das entre los que pre­sen­tan estrés y no res­pec­to a las estra­te­gias de afron­ta­mien­to y el nivel de depre­sión, se pue­de expli­car des­de el mode­lo de Laza­rus y Fol­kam, nue­va­men­te, lo impor­tan­te es que el dato se pre­sen­ta en adul­tos y niños.

Los resul­ta­dos en su con­jun­to son rele­van­tes debi­do a que el fenó­meno estrés-estra­te­gias de afron­ta­mien­to-depre­sión obser­va­do en adul­tos, se repli­ca en los niños. Pode­mos con­cluir que no es extra­ño que al expe­ri­men­tar estrés los niños des­plie­guen una serie de com­por­ta­mien­tos que pue­den ser efec­ti­vos o no para resol­ver sus pro­ble­mas y que, a su vez, esto los des­gas­te y expe­ri­men­ten depre­sión tal y como se pre­sen­ta en los adul­tos; un ejem­plo de esto es lo que se cono­ce como sín­dro­me de Bour­nout.

Lo ante­rior sugie­re que des­de edad muy tem­pra­na se esta­ble­cen los patro­nes de res­pues­ta de estrés-afron­ta­mien­to en el que pare­ce exis­tir con­sis­ten­cia en la mane­ra de res­pon­der de los indi­vi­duos a lo lar­go del tiem­po. Lo ante­rior es impor­tan­te si se pien­sa en la posi­bi­li­dad de inves­ti­gar estas varia­bles que pue­den inter­fe­rir con la salud futu­ra de los adul­tos, dan­do pie a la urgen­cia de pro­fun­di­zar en la inves­ti­ga­ción del estrés en infan­tes.

Por otro lado, el inven­ta­rio IEI pre­sen­ta vali­dez en tan­to que las rela­cio­nes teó­ri­cas espe­ra­das se pre­sen­tan, por lo que sería impor­tan­te correr otros estu­dios a fin de demos­trar rela­cio­nes par­ti­cu­la­res entre el estrés, la enfer­me­dad y el afron­ta­mien­to y las dife­ren­tes mane­ras en que pue­den ser regu­la­dos los efec­tos noci­vos del estrés en la salud a par­tir del afron­ta­mien­to, entre otros, en niños. Por últi­mo, el ins­tru­men­to IEA fue cons­trui­do con base en el mode­lo de Laza­rus y Folk­man, sin embar­go, los nive­les de con­fia­bi­li­dad y la agru­pa­ción que los auto­res pro­po­nen no se repli­can en este estu­dio, por lo que se sugie­re rea­li­zar futu­ras apli­ca­cio­nes con el obje­to de ana­li­zar sus carac­te­rís­ti­cas métri­cas.

Cabe seña­lar que uno de los pro­ble­mas más serios que enfren­tan los inves­ti­ga­do­res, es no con­tar con ins­tru­men­tos que posean nive­les métri­cos de alta cali­dad lo cual impo­si­bi­li­ta la obten­ción de infor­ma­ción útil que apo­ye la pro­pues­ta de inves­ti­ga­cio­nes nue­vas y que sean de valor para pro­mo­ver la salud de los indi­vi­duos, sobre todo con la pobla­ción aquí estu­dia­da.

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Notas

1. Este tra­ba­jo fue finan­cia­do por PAPIIT IN305810.

2. Pro­fe­so­ra de la carre­ra de psi­co­lo­gía de la FES Izta­ca­la. Correo‑e: vegavalero@hotmail.com

3. Egre­sa­da de la carre­ra de psi­co­lo­gía de la FES Izta­ca­la. Correo‑e: villagranmg@hotmail.com

4. Pro­fe­sor de la carre­ra de psi­co­lo­gía de la FES Izta­ca­la. Correo‑e: canaqi@unam.mx

5. Pro­fe­so­ra del área de clí­ni­ca de la carre­ra de psi­co­lo­gía de la FES Izta­ca­la. Correo‑e: maroc@campus.iztacala.unam.mx