Beneficios del mindfulness y su influencia en las relaciones familiares: Un estudio de caso Descargar este archivo (10 - Beneficios del mindfulness y su influencia en las relaciones familiares.pdf)

Montserrat Georgina Salazar Segura

Universidad Nacional Autónoma de México

Resu­men

El  mind­ful­ness es una prác­ti­ca budis­ta que ha sido obje­to de estu­dio de la Psi­co­lo­gía des­de hace apro­xi­ma­da­men­te 30 años. Esta inves­ti­ga­ción tuvo como obje­ti­vo cono­cer, des­de la pers­pec­ti­va cua­li­ta­ti­va, sus bene­fi­cios en tér­mi­nos de la orien­ta­ción hacia la expe­rien­cia y la auto­rre­gu­la­ción de la aten­ción, como lo pro­po­nen Bishop y cola­bo­ra­do­res (2004). Ade­más, se reali­zó un aná­li­sis de la influen­cia de esta prác­ti­ca en las rela­cio­nes fami­lia­res, de acuer­do con el mode­lo cir­cum­ple­jo de Olson (2000). Se encon­tró que los resul­ta­dos de esta inves­ti­ga­ción ofre­cen apo­yo a lo encon­tra­do pre­via­men­te en otros estu­dios. Asi­mis­mo, cons­ti­tu­ye una pri­me­ra apro­xi­ma­ción al estu­dio del mind­ful­ness y su efec­to en las rela­cio­nes fami­lia­res, encon­tran­do que su prác­ti­ca gene­ra modi­fi­ca­cio­nes posi­ti­vas en la cohe­sión, la fle­xi­bi­li­dad y la comu­ni­ca­ción en la fami­lia.

Pala­bras cla­ve: mind­ful­ness, rela­cio­nes fami­lia­res, fami­lia.

Sum­mary

Mind­ful­ness is a Buddhist prac­ti­ce that has been stu­died from a psy­cho­lo­gi­cal view for the past 30 years. The goal of this research was to know, from a qua­li­ta­ti­ve pers­pec­ti­ve, its bene­fits in terms of orien­ta­tion toward expe­rien­ce and self-regu­la­tion of atten­tion, accor­ding to Bishop and his collea­gues (2004). Also, an analy­sis of the influen­ce of this prac­ti­ce in family rela­tionships was con­duc­ted, using Olson’s cir­cum­plex model (2000). Sup­port to pre­vious research was found and it is a first approach to the study of mind­ful­ness and its effects in family rela­tions, fin­ding that it influen­ces posi­ti­vely cohe­sion, adap­ta­bi­lity and com­mu­ni­ca­tion insi­de the family.

Key words: Mind­ful­ness, Family rela­tionships, Family.

Introducción

Mind­ful­ness es un tér­mino deri­va­do de las ense­ñan­zas budis­tas de hace más de 2500 años. Es la tra­duc­ción de la pala­bra que en una de las len­guas pali, el sati, sig­ni­fi­ca con­cien­cia, aten­ción y remem­bran­za. Mind­ful­nes­ses la esen­cia de la medi­ta­ción o, como men­cio­na Mañas (2009), es el tér­mino uti­li­za­do en Occi­den­te para deno­mi­nar a la medi­ta­ción. Exis­ten diver­sas defi­ni­cio­nes de lo que es mind­ful­ness: parar y pres­tar aten­ción a lo que está suce­dien­do en el momen­to (Bat­che­lor, 2005); la puer­ta de entra­da a la auto-obser­va­ción tera­péu­ti­ca de la expe­rien­cia (Miró, 2012); una obser­va­ción sin pre­jui­cios de los estí­mu­los inter­nos y exter­nos tal y como se pre­sen­tan (Baer, 2003); la capa­ci­dad huma­na uni­ver­sal y bási­ca, que con­sis­te en la posi­bi­li­dad de ser cons­cien­tes de los con­te­ni­dos de la men­te momen­to a momen­to (Simón, 2007); el man­te­ni­mien­to de la cons­cien­cia en el momen­to de la reali­dad pre­sen­te (Hanh, 1976); la con­cien­cia que emer­ge al poner aten­ción con un pro­pó­si­to; el momen­to pre­sen­te y sin juz­gar la expe­rien­cia vivi­da momen­to a momen­to (Kabat-Zinn, 2003); una for­ma de cul­ti­var la con­cien­cia de la expe­rien­cia pre­sen­te con acep­ta­ción (Sie­gel, 2011).

Exis­ten muchas for­mas de prac­ti­car mind­ful­ness. Por ejem­plo, se pue­den uti­li­zar como obje­tos de medi­ta­ción cier­tas expe­rien­cias sen­so­ria­les cor­po­ra­les (soni­dos, obje­tos visua­les) o imá­ge­nes (man­da­las). Una de las prác­ti­cas más comu­nes es pres­tar aten­ción en la res­pi­ra­ción (o Ana­pa­na-sati, en pali).

Como men­cio­na Miró (2012), la con­tem­pla­ción del cuer­po es el pun­to de par­ti­da para prac­ti­car mind­ful­ness. El siguien­te esta­dio lo cons­ti­tu­ye la con­tem­pla­ción de las emo­cio­nes, que impli­ca la aten­ción con acep­ta­ción de los even­tos, tan­to si son agra­da­bles, des­agra­da­bles o neu­tros, con el fin de modi­fi­car los patro­nes de ape­go a lo pla­cen­te­ro y de evi­ta­ción de lo no pla­cen­te­ro.

Auto­res como Hof­mann y cols. (2011) pro­po­nen una prác­ti­ca que se rela­cio­na con las emo­cio­nes, que es la medi­ta­ción de amor y com­pa­sión (o Met­ta baha­va­na, en pali), cuyo obje­ti­vo es desa­rro­llar un esta­do afec­ti­vo de com­pa­sión incon­di­cio­nal hacia todas las per­so­nas. En tér­mi­nos gene­ra­les, con esta for­ma de medi­ta­ción se diri­gen sen­ti­mien­tos de amor, com­pa­sión y ter­nu­ra 1) hacia uno mis­mo, 2) hacia un ser que­ri­do, 3) hacia una per­so­na neu­tral, 4) hacia una per­so­na difí­cil y 5) hacia todos los seres sin­tien­tes.

Final­men­te, está la con­tem­pla­ción de la men­te, que impli­ca la obser­va­ción de esta­dos men­ta­les noci­vos, como la ira, la igno­ran­cia y la ava­ri­cia. Se reco­mien­da pre­gun­tar­se qué está suce­dien­do en la men­te cuan­do se pre­sen­tan estos esta­dos y obser­var cómo sur­gen y cómo des­apa­re­cen.

De acuer­do con Bishop y cols. (2004), una defi­ni­ción ope­ra­cio­nal del mind­ful­ness inclu­ye dos com­po­nen­tes:

  1. Auto­rre­gu­la­ción de la aten­ción, que impli­ca que la aten­ción debe per­ma­ne­cer en la expe­rien­cia inme­dia­ta, lo que per­mi­te reco­no­cer los even­tos men­ta­les en el momen­to pre­sen­te.
  2. Orien­ta­ción hacia la expe­rien­cia, que se carac­te­ri­za por la curio­si­dad, la aper­tu­ra y la acep­ta­ción.

Por otro lado, algu­nos estu­dios se han enfo­ca­do en docu­men­tar los bene­fi­cios de esta prác­ti­ca (Fran­co y Navas, 2009; Ramos, Her­nán­dez y Blan­ca, 2009; Brown y Ryan, 2003; Brown, Ryan y Cres­well, 2007, Sie­gel, 2011), entre los que se encuen­tran:

  • Ver cla­ra­men­te los pen­sa­mien­tos.
  • Sopor­tar de mane­ra más ple­na e inten­sa toda cla­se de expe­rien­cias emo­cio­na­les.
  • Sen­tir­se más inter­re­la­cio­na­dos con los demás.
  • Acep­tar todas las expe­rien­cias en lugar de afe­rrar­se úni­ca­men­te a las que son agra­da­bles.
  • Asu­mir el dolor.

Sin embar­go, las inves­ti­ga­cio­nes se han cen­tra­do en estra­te­gias de inter­ven­ción en el indi­vi­duo y en los efec­tos posi­ti­vos que pue­de pro­pi­ciar en él, gene­ral­men­te por medio de medi­cio­nes psi­co­mé­tri­cas o fisio­ló­gi­cas. Asi­mis­mo, en dichos estu­dios, la influen­cia recí­pro­ca de la per­so­na que prac­ti­ca el mind­ful­ness y su fami­lia ha sido prác­ti­ca­men­te igno­ra­da. Pen­sar en el indi­vi­duo como un ele­men­to ais­la­do y que no influ­ye ni es influi­do por su con­tex­to pue­de con­du­cir a con­clu­sio­nes par­cia­les y, peor aún, equí­vo­cas. La are­na de la pasión huma­na es la vida fami­liar ordi­na­ria, sen­ten­cia Haley (1983), quien enfa­ti­za la impor­tan­cia de com­pren­der y visua­li­zar la influen­cia del con­tex­to social sobre la natu­ra­le­za de la per­so­na. Como men­cio­na Andol­fi (1991) para enten­der la rela­ción entre la con­duc­ta indi­vi­dual y el gru­po fami­liar “es nece­sa­rio con­si­de­rar a la fami­lia como un todo orgá­ni­co, es decir, como un sis­te­ma rela­cio­nal que supera y arti­cu­la entre sí los diver­sos com­po­nen­tes indi­vi­dua­les” (p. 17).

     De acuer­do con el mode­lo cir­cum­ple­jo de los sis­te­mas mari­ta­les y fami­lia­res, pro­pues­to por Olson (2000) para que un sis­te­ma fami­liar ten­ga un fun­cio­na­mien­to ade­cua­do, es impor­tan­te que haya:

  1. Cohe­sión: enten­di­da como el víncu­lo emo­cio­nal que los miem­bros de la fami­lia tie­nen entre sí y varía entre des­arrai­ga­da, sepa­ra­da, conec­ta­da y enre­da­da. Los gra­dos más fun­cio­na­les se encuen­tran entre sepa­ra­da y conec­ta­da, en la que los miem­bros pue­den sen­tir­se inde­pen­dien­tes al igual que conec­ta­dos con su fami­lia.
  2. Fle­xi­bi­li­dad o adap­ta­bi­li­dad: es la can­ti­dad de cam­bio en el lide­raz­go, las reglas y los roles en las rela­cio­nes y varía entre rígi­da, estruc­tu­ra­da, fle­xi­ble y caó­ti­ca. Los gra­dos de “estruc­tu­ra­da” y “fle­xi­ble” per­mi­ten un mejor fun­cio­na­mien­to fami­liar, don­de el lide­raz­go es demo­crá­ti­co y nego­cia­do, los roles son inter­cam­bia­bles y com­par­ti­dos y hay flui­dez en las reglas.
  3. Comu­ni­ca­ción: per­mi­te la movi­li­dad de los dos fac­to­res arri­ba men­cio­na­dos. Se carac­te­ri­za por la escu­cha, el diá­lo­go, la aper­tu­ra, la cla­ri­dad, la con­ti­nui­dad y el res­pe­to.

A par­tir de la valo­ra­ción en estas tres esfe­ras pue­de decir­se que una fami­lia tie­ne un fun­cio­na­mien­to ade­cua­do o inade­cua­do, a la vez que es impor­tan­te obser­var a las fami­lias en movi­mien­to y cómo pue­den tran­si­tar, por ejem­plo, de un gra­do de cohe­sión des­arrai­ga­da a una conec­ta­da.

Por todo lo ante­rior, cabe pre­gun­tar­se, por un lado, qué efec­tos posi­ti­vos tie­ne la prác­ti­ca del mind­ful­ness en la per­so­na y, por otro lado, qué influen­cia tie­ne la fami­lia en la prác­ti­ca de la per­so­na y cómo los bene­fi­cios per­ci­bi­dos se refle­jan en las rela­cio­nes con la fami­lia.

Método

Par­ti­ci­pan­te

Se entre­vis­tó a una mujer de 40 años con más de 10 años en la prác­ti­ca de la medi­ta­ción basa­da en mind­ful­ness

Ins­tru­men­to

Para los pro­pó­si­tos de esta inves­ti­ga­ción, se uti­li­za­ron entre­vis­tas a pro­fun­di­dad. Los aspec­tos a explo­rar pro­ce­die­ron de dos fuen­tes que sir­vie­ron como guía:

  • Las carac­te­rís­ti­cas del mind­ful­ness inclui­das en la defi­ni­ción ope­ra­cio­nal de Bishop et al. (2004).
  • Los reac­ti­vos de la Esca­la de Mind­ful­ness de Toron­to de Lau et al. (2006).

La entre­vis­ta se divi­dió en cin­co apar­ta­dos. En el pri­me­ro se inclu­ye­ron los datos gene­ra­les. Pos­te­rior­men­te, se reco­pi­la­ron los ante­ce­den­tes de la prác­ti­ca de mind­ful­ness, como tiem­po de prác­ti­ca, téc­ni­cas uti­li­za­das, cómo lle­gó a cono­cer la prác­ti­ca y los fac­to­res que influ­ye­ron para ini­ciar­la (fami­lia­res, per­so­na­les y otros). En el ter­cer apar­ta­do, se explo­ra­ron los bene­fi­cios de la prác­ti­ca de medi­ta­ción con res­pec­to a la regu­la­ción de la aten­ción con base en las carac­te­rís­ti­cas pro­pues­tas por Bishop et al. (2004) y algu­nos de los reac­ti­vos de la esca­la de Toron­to. Los aspec­tos a explo­rar de la orien­ta­ción hacia la expe­rien­cia se mues­tran en el cuar­to apar­ta­do, toman­do en con­si­de­ra­ción las mis­mas pro­pues­tas teó­ri­cas que en el ter­cer apar­ta­do. Final­men­te, el quin­to apar­ta­do explo­ra las rela­cio­nes fami­lia­res antes y des­pués de la prác­ti­ca de la per­so­na y qué modi­fi­ca­cio­nes ha habi­do. La entre­vis­ta fue rea­li­za­da en el pun­to asig­na­do por la entre­vis­ta­da, una cafe­te­ría ubi­ca­da en la colo­nia Roma de la Ciu­dad de Méxi­co.

Análisis de los datos

Se ana­li­za­ron los datos obte­ni­dos median­te el aná­li­sis de con­te­ni­do. Las cate­go­rías de aná­li­sis fue­ron las siguien­tes:

  • Efec­tos del mind­ful­ness en la regu­la­ción de la aten­ción: enten­di­da como la capa­ci­dad de per­ma­ne­cer enfocado/a en el pre­sen­te, “sol­tar” pen­sa­mien­tos, emo­cio­nes y situa­cio­nes y apren­der a modi­fi­car patro­nes con­duc­tua­les auto­má­ti­cos.
  • Efec­tos en la orien­ta­ción hacia la expe­rien­cia: carac­te­ri­za­da por la acep­ta­ción, curio­si­dad y aper­tu­ra hacia lo acon­te­ci­do.
  • Cam­bios en las rela­cio­nes fami­lia­res: uti­li­zan­do los cri­te­rios de cohe­sión, fle­xi­bi­li­dad y comu­ni­ca­ción.

Carac­te­rís­ti­cas de la par­ti­ci­pan­te del estu­dio

Kar­la (se uti­li­za un seu­dó­ni­mo para pro­te­ger la con­fi­den­cia­li­dad y man­te­ner el ano­ni­ma­to) es una mujer de 40 años, divor­cia­da, que se dedi­ca a la con­sul­to­ría en Recur­sos Huma­nos y es pro­fe­so­ra de yoga. Es la octa­va de 9 hijos, sus padres están casa­dos des­de hace 58 años. Ini­ció su prác­ti­ca de medi­ta­ción hace 11 años.

Moti­va­ción para ini­ciar la prác­ti­ca

La prác­ti­ca del mind­ful­ness se ha aso­cia­do con un desa­rro­llo de sen­ti­mien­tos de ecua­ni­mi­dad, ener­gía y tran­qui­li­dad (Hoff­man et al. 2011), así como al desa­rro­llo de la capa­ci­dad de no afe­rrar­se a las expe­rien­cias o a las cosas, dán­do­se cuen­ta de que no son per­ma­nen­tes, que todo tie­ne una dura­ción limi­ta­da (inclui­do el sufri­mien­to) y ponien­do el énfa­sis en vivir el momen­to pre­sen­te (Simón, 2010).

Si bien se han atri­bui­do varios efec­tos que tie­ne el mind­ful­ness en cuan­to al mane­jo de las situa­cio­nes difí­ci­les de la vida, para Kar­la ini­ciar esta prác­ti­ca res­pon­día a un deseo de supe­rar una pér­di­da, recu­pe­rar la for­ta­le­za emo­cio­nal y libe­rar­se de los sen­ti­mien­tos nega­ti­vos que le gene­ra­ba tal situa­ción per­so­nal. Las expec­ta­ti­vas con res­pec­to a la rea­li­za­ción de esta prác­ti­ca pro­ve­nían de una situa­ción de dolor y de pér­di­da, pero ade­más se rela­cio­na­ban con un deseo de alcan­zar un esta­do más ele­va­do de exis­ten­cia:

“Lle­gué a la medi­ta­ción por una cri­sis exis­ten­cial, pre­ci­sa­men­te de divor­cio… nece­si­ta­ba fuer­za o más ener­gía que me hicie­ra sen­tir­me viva”.

Bene­fi­cios de la prác­ti­ca del mind­ful­ness

Siguien­do la pro­pues­ta de Bishop y cols. (2004) de una defi­ni­ción ope­ra­cio­nal demind­ful­ness, uno de los aspec­tos que la carac­te­ri­zan es la regu­la­ción de la aten­ción. Entre los bene­fi­cios que se repor­tan en la lite­ra­tu­ra a este res­pec­to, se ha men­cio­na­do que la aten­ción per­ma­ne­ce en la expe­rien­cia inme­dia­ta, per­mi­tien­do reco­no­cer los even­tos en el momen­to pre­sen­te y gene­ran­do una sen­sa­ción de aler­ta y de sen­tir­se “más vivo” (Bishop et al. 2004).

Se ha men­cio­na­do que la quie­tud que con­lle­va enfo­car­se en el momen­to pre­sen­te con­tra­rres­ta la “adic­ción” de las socie­da­des moder­nas hacia la sen­sa­ción de pro­gre­so, lo que gene­ra en las per­so­nas ansie­dad y preo­cu­pa­ción por el futuro/lo que va a pasar (Kabat-Zinn, 2003).

Auna­do a un mane­jo más ópti­mo de la ansie­dad y la preo­cu­pa­ción que gene­ra enfo­car­se en el futu­ro, el mind­ful­ness tam­bién per­mi­te no per­ma­ne­cer “engan­cha­do” a emo­cio­nes nega­ti­vas y cul­ti­var, en su lugar, emo­cio­nes posi­ti­vas. Esto podría carac­te­ri­zar­se como un esta­do de pre­sen­cia “con una ecua­ni­mi­dad inal­te­ra­ble ante toda expe­rien­cia y esti­mu­la­ción” (Mañas, 2009, p. 21):

Uno de los bene­fi­cios rela­cio­na­dos con la regu­la­ción de la aten­ción que Kar­la repor­ta de su prác­ti­ca se encuen­tra el conec­tar­se con el momen­to pre­sen­te, lo que per­mi­te eli­mi­nar sen­ti­mien­tos nega­ti­vos rela­cio­na­dos con el pasa­do y el futu­ro, que per­mi­te esta­ble­cer un momen­to de ple­ni­tud y quie­tud en el aquí y el aho­ra. Esto per­mi­te dar cuen­ta de la tem­po­ra­li­dad de las cosas y per­mi­te enfren­tar o des­en­gan­char­se de emo­cio­nes dis­pla­cen­te­ras y abra­zar emo­cio­nes pla­cen­te­ras, así como a desa­rro­llar patro­nes con­duc­tua­les no reac­ti­vos.

“Encuen­tro la bre­cha entre pen­sa­mien­to y pen­sa­mien­to… lo que hace tu men­te es conec­tar­te con el aquí y el aho­ra. Te lle­va a la bre­cha de estar aten­to a tu vida, des­pier­to a lo que está acon­te­cien­do en el aho­ra. Enton­ces te ayu­da a eli­mi­nar la preo­cu­pa­ción por el futu­ro y a olvi­dar­te del pasa­do… logra­mos esta­ble­cer un momen­to de ple­ni­tud y de quie­tud en el aquí y el aho­ra.”

De acuer­do con lo pro­pues­to por Bishop y cols. (2004), el otro ele­men­to carac­te­rís­ti­co del mind­ful­ness es orien­tar­se a la expe­rien­cia de for­ma tal que la per­so­na se man­ten­ga curio­sa, acep­tan­te y abier­ta ante lo que le suce­de. Auna­da a la erra­di­ca­ción de la ansie­dad por el futu­ro, esta prác­ti­ca tam­bién ayu­da a reco­no­cer las accio­nes que se rea­li­za­ron en el pasa­do tal cual son, acep­tan­do tan­to las expe­rien­cias dolo­ro­sas como las agra­da­bles (Mañas, 2009). Como Kar­la men­cio­na, la prác­ti­ca del mind­ful­ness le ayu­da a acep­tar los erro­res que ella ha come­ti­do y los erro­res de los demás y a estar en paz con ello, ya que se dis­mi­nu­yen los jui­cios de valor y se gene­ra una mayor aper­tu­ra para rela­cio­nar­se con las per­so­nas:

“Te ayu­da… la medi­ta­ción a decir ‘tal vez hice algu­nas cosas que no debí’, pero ya no pue­do cam­biar nada.”

 “La medi­ta­ción me ense­ñó a con­fiar en los otros seres y a acep­tar­los como son.”

  “Hoy sé que todas esas emo­cio­nes y sen­sa­cio­nes posi­ti­vas y nega­ti­vas están en mí.”

Rela­cio­nes fami­lia­res

De acuer­do con lo pro­pues­to por Olson (2000) en cuan­to a las carac­te­rís­ti­cas que un sis­te­ma fami­liar o mari­tal posee y que deter­mi­nan su fun­cio­na­li­dad, el rela­to de Kar­la con res­pec­to a la reac­ción de su fami­lia ante su prác­ti­ca da varios ele­men­tos de aná­li­sis. Ella men­cio­na que la reac­ción ini­cial de su fami­lia fue de des­apro­ba­ción y de recha­zo ante su prác­ti­ca. La fami­lia de Kar­la tien­de hacia una cohe­sión enre­da­da, en la que exis­te un con­sen­so implí­ci­to con res­pec­to a las expec­ta­ti­vas que se tie­nen de cada miem­bro, lo que per­mi­te muy poca inde­pen­den­cia (Olson, 2000). Ade­más, se deman­da leal­tad hacia los valo­res fami­lia­res, no per­mi­tien­do la disen­sión. Tam­bién pue­de pen­sar­se que la fami­lia tien­de hacia la rigi­dez, ya que había poca aper­tu­ra para la nego­cia­ción y los roles son defi­ni­dos de for­ma estric­ta, no per­mi­tien­do que algún miem­bro de la fami­lia (en este caso, Kar­la) pudie­ra cues­tio­nar su rol den­tro de la fami­lia y desa­rro­llar una acti­vi­dad con­tra­ria a las creen­cias fami­lia­res.

Sin embar­go, la per­sis­ten­cia y el con­ven­ci­mien­to que ella mos­tró, así como el que haya modi­fi­ca­do su for­ma de rela­cio­nar­se con su fami­lia gra­cias a la prác­ti­ca de mind­ful­ness, han per­mi­ti­do que las rela­cio­nes fami­lia­res vuel­van a ser armó­ni­cas, basán­do­se en el res­pe­to y la com­pren­sión mutua. Por lo ante­rior, se pue­de afir­mar que la fami­lia ha tran­si­ta­do, en su rela­ción con Kar­la, a una cohe­sión sepa­ra­da en la que se sigue espe­ran­do leal­tad hacia la rela­ción pero se per­mi­te tener intere­ses sepa­ra­dos. Tam­bién es posi­ble que la fami­lia ya pre­sen­te ras­gos de una fle­xi­bi­li­dad estruc­tu­ra­da, don­de los roles pue­den nego­ciar­se y modi­fi­car­se. Siguen exis­tien­do reglas fir­mes pero algu­nas pue­den ser modi­fi­ca­bles (op cit., 2010). Es pro­ba­ble que, para lograr estos movi­mien­tos fami­lia­res, la fami­lia haya hecho uso de habi­li­da­des de comu­ni­ca­ción como la aper­tu­ra y el res­pe­to.

Auna­do a lo ante­rior, Kar­la con­si­de­ra que la prác­ti­ca de mind­ful­ness le ayu­dó a cam­biar la for­ma en la que se rela­cio­na con los miem­bros de su fami­lia y que esto a su vez gene­ró cam­bios en la for­ma en la que ellos se rela­cio­nan con ella:

“Tene­mos res­pe­to. Una de las cosas que a mí me ha resul­ta­do en rela­ción a ellos es que yo res­pe­to mucho lo que ellos son, y eso tam­bién me lo ha dado la medi­ta­ción. Yo ya no peleo con ellos, no los obli­go a que me acep­ten, ellos me han ido acep­tan­do pero yo tam­bién los acep­to a ellos como son.”

“Mi for­ma de rela­cio­nar­me con ellos es com­ple­ta­men­te dife­ren­te a antes, tenía muchas dife­ren­cias con mis padres. Pero aho­ra es en armo­nía.”

“Empe­cé a ver­los dife­ren­te (a los miem­bros de su fami­lia) por­que yo empe­cé a cam­biar en la for­ma de pro­yec­tar­me a los seres.”

“Con el tiem­po defi­ni­ti­va­men­te ellos tuvie­ron que ver algu­nas otras cosas y acep­tar­se ellos y acep­tar­me a mí.”

De acuer­do con lo pro­pues­to con Par­sons y Bales, 1955, cita­do en Andol­fi, 1991), la fami­lia de Kar­la con­ci­bió un cam­bio en su fun­cio­na­mien­to glo­bal a par­tir de un cam­bio en uno de sus miem­bros. Los cam­bios acon­te­ci­dos de for­ma indi­vi­dual en Kar­la gra­cias a su prác­ti­ca per­mi­tie­ron que su fami­lia modi­fi­ca­ra algu­nos de sus patro­nes rela­cio­na­les y, con esto, con­ser­var su iden­ti­dad como gru­po sin sacri­fi­car a uno de sus miem­bros.

Conclusiones

Median­te el aná­li­sis de la infor­ma­ción pro­por­cio­na­da por la par­ti­ci­pan­te de este estu­dio pue­de con­cluir­se que esta inves­ti­ga­ción apor­ta mayor evi­den­cia a la lite­ra­tu­ra que repor­ta bene­fi­cios de la prác­ti­ca del mind­ful­ness con res­pec­to a la orien­ta­ción hacia la expe­rien­cia y la regu­la­ción de la aten­ción (Bishop et al., 2004), así como los estu­dios en los que se ha valo­ra­do la uti­li­dad del mind­ful­ness como estra­te­gia tera­péu­ti­ca y de inter­ven­ción (por ejem­plo, Baer, 2003; Brown y Ryan, 2003; Brown, et al., 2007; Car­mony y Baer, 2008; entre otros).

Una obser­va­ción intere­san­te en rela­ción al aná­li­sis de los datos es que, al acer­car­se al estu­dio del fenó­meno, se encon­tró la difi­cul­tad de que los mode­los psi­co­ló­gi­cos que se apro­xi­man a él lo divi­den en frag­men­tos (en este caso: “orien­ta­ción hacia la expe­rien­cia” y “regu­la­ción de la aten­ción”), pero al con­si­de­rar la infor­ma­ción com­par­ti­da por la par­ti­ci­pan­te se obser­va que el mind­ful­ness es una expe­rien­cia que se vive de for­ma glo­bal, inte­gra­da. Es decir, las teo­rías psi­co­ló­gi­cas pro­pues­tas para el estu­dio del mind­ful­ness pue­den uti­li­zar­se para cono­cer­la de for­ma más gene­ral, pero sería útil hacer uso de otras apro­xi­ma­cio­nes para poder acce­der a un enten­di­mien­to más amplio, por ejem­plo, incor­po­rar la pers­pec­ti­va budis­ta.

Final­men­te, dado que la rela­ción entre la prác­ti­ca del mind­ful­ness y las rela­cio­nes fami­lia­res es un cam­po casi inex­plo­ra­do, este estu­dio cons­ti­tu­yó una pri­me­ra apro­xi­ma­ción. El mode­lo pro­pues­to por Olson (2000) per­mi­tió un aná­li­sis pre­li­mi­nar de la influen­cia del mind­ful­ness y los cam­bios deri­va­dos en la per­so­na y cómo per­mean hacia las rela­cio­nes con la fami­lia, pero no es su prin­ci­pal cam­po de apli­ca­ción. Por lo ante­rior, se sugie­re rea­li­zar más inves­ti­ga­cio­nes en torno a este tema, que pue­den cons­ti­tuir un pun­to de par­ti­da para el desa­rro­llo de inter­ven­cio­nes tera­péu­ti­cas con fami­lia­res con difi­cul­ta­des en la cohe­sión, la fle­xi­bi­li­dad y la comu­ni­ca­ción, pro­ble­mas muy común­men­te tra­ba­ja­dos en tera­pia fami­liar.

Referencias

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Notas

1. Facul­tad de Psi­co­lo­gía, Uni­ver­si­dad Nacio­nal Autó­no­ma de Méxi­co. Inves­ti­ga­ción rea­li­za­da duran­te el pro­gra­ma de maes­tría de la UNAM, que cuen­ta con finan­cia­mien­to de CONACyT.

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