Corporalidad y experiencia del baile como práctica narrativa en la construcción de identidad en adolescentes Descargar este archivo (Corporalidad y experiencia del baile como práctica narrativa.pdf)

Maryely Paola Mafla Beltrán[1], Karen Jimena Duarte Martínez[2], Yeimi Esperanza Barbosa Avila[3], Adrian David Galindo Ubaque[4]

Semillero de investigación Eduser de la Universidad de Cundinamarca, Colombia

Resumen

Se pro­po­ne com­pren­der cómo se cons­tru­ye la iden­ti­dad con rela­ción a la cor­po­ra­li­dad y la expe­rien­cia del bai­le como prác­ti­ca narra­ti­va en inte­gran­tes del gru­po The Mob del muni­ci­pio de Faca­ta­ti­vá, Colom­bia; evi­den­cian­do el bai­le como arte­fac­to gene­ra­ti­vo, en la con­fi­gu­ra­ción de rela­tos alter­nos ante las pro­ble­má­ti­cas del con­tex­to de los ado­les­cen­tes. Se desa­rro­lla una inves­ti­ga­ción cua­li­ta­ti­va sus­ten­ta­da en una epis­te­mo­lo­gía cons­truc­cio­nis­ta, la narra­ti­va con­ver­sa­cio­nal como meca­nis­mo de recons­truc­ción de la reali­dad. Se encon­tró que a tra­vés de la expe­rien­cia del bai­le y los esce­na­rios con­ver­sa­cio­na­les emer­gen nue­vas for­mas en el len­gua­je, per­mi­tien­do a los ado­les­cen­tes tejer for­mas de narrar­se más allá de la adver­si­dad y la vul­ne­ra­bi­li­dad como suje­tos crí­ti­cos que encuen­tran alter­na­ti­vas a la iden­ti­dad satu­ra­da en el pro­ble­ma.

Pala­bras cla­ve: iden­ti­dad, narra­ti­va, len­gua­je, ado­les­cen­cia.

Abstract

The goal is to unders­tand how iden­tity is cons­truc­ted in regard to cor­po­rea­lity and the expe­rien­ce of dan­ce as a narra­ti­ve prac­ti­ce in mem­bers of the group ‘The Mob’ from the muni­ci­pa­lity of Faca­ta­ti­vá, Colom­bia; dan­ce is high­ligh­ted as a gene­ra­ti­ve arti­fact in the con­fi­gu­ra­tion of alter­na­ti­ve sto­ries in face of the pro­blems of the ado­les­cent con­text. It deve­lops qua­li­ta­ti­ve research based on a cons­truc­tio­nist epis­te­mo­logy, the con­ver­sa­tio­nal narra­ti­ve as a mecha­nism for recons­truc­ting reality. It was found that through the expe­rien­ce of dan­ce and con­ver­sa­tio­nal sce­na­rios new forms of lan­gua­ge can emer­ge, which allow tee­na­gers to wea­ve ways of narra­ting them­sel­ves beyond adver­sity and vul­ne­ra­bi­lity as cri­ti­cal sub­jects who find alter­na­ti­ves to iden­tity satu­ra­ted amidst the pro­blem.

Key­words: iden­tity, narra­ti­ve, lan­gua­ge, ado­les­cen­ce.

Introducción

Favo­re­cer esce­na­rios de investigación/intervención social con ado­les­cen­tes com­pren­de un aba­ni­co de posi­bi­li­da­des capa­ces de retar inclu­so al inter­ven­tor psi­co­so­cial en sus pro­pias mane­ras de com­pren­der la juven­tud; si bien es un momen­to vital de cri­sis y de cam­bios, el joven se con­fi­gu­ra en su sub­je­ti­vi­dad a tra­vés de accio­nes que edi­fi­can la iden­ti­dad. Por esto se vuel­ve nece­sa­rio impul­sar inter­ven­cio­nes favo­ra­bles, fle­xi­bles y crea­ti­vas que den sen­ti­do al joven para enten­der sus difi­cul­ta­des y favo­re­cer recur­sos iden­ti­ta­rios a par­tir de arte­fac­tos narra­ti­vos que hacen par­te de su coti­dia­ni­dad.

La pre­sen­te inves­ti­ga­ción con­ci­be al joven como un ser crí­ti­co, capaz de reco­no­cer­se en sus difi­cul­ta­des y en sus pro­pios recur­sos, al legi­ti­mar al joven en su indi­vi­dua­li­dad y colec­ti­vi­dad sien­do posi­ble encon­trar cami­nos narra­ti­vos que posi­bi­li­ten la trans­for­ma­ción.

La cons­truc­ción de iden­ti­dad va más allá de lo teó­ri­co, el plano cor­po­ral emer­ge como terri­to­rio de vio­len­cia fren­te a otros o con­si­go mis­mo, a la vez que favo­re­ce esce­na­rios para el cam­bio a tra­vés de arte­fac­tos narra­ti­vos gene­ra­ti­vos. Entre ellos, el bai­le apa­re­ce como una mane­ra de evo­car y trans­for­mar la cri­sis. De este modo, el fenó­meno a inves­ti­gar se cen­tra en la trans­for­ma­ción de dis­cur­sos domi­nan­tes que enca­si­llan al joven como vio­len­to, rebel­de e incom­pren­si­ble por medio de la expe­rien­cia del bai­le como medio narra­ti­vo gene­ra­ti­vo y recur­si­vo para favo­re­cer la emer­gen­cia de la iden­ti­dad.

Discursos frente a la Identidad y la posibilidad de la experiencia del baile

La iden­ti­dad des­de la filo­so­fía es con­ce­bi­da como una des­crip­ción de los atri­bu­tos del hom­bre en su sin­gu­la­ri­dad, como un pro­ce­so esta­ble (Nava­rre­te, 2015); mien­tras que Pára­mo (2008) con­ci­be la iden­ti­dad como las carac­te­rís­ti­cas del indi­vi­duo, no como esta­ble sino como pro­duc­to de las inter­ac­cio­nes socia­les. Por su par­te, Ger­gen (2006) sos­tie­ne que la iden­ti­dad tam­bién es una cons­truc­ción social que se da a tra­vés de las narra­cio­nes cons­tan­tes en inter­ac­ción con los otros (cita­do por Alvis, Duque y Rodrí­guez, 2013).

Los indi­vi­duos cons­tru­yen la reali­dad de acuer­do a las dis­tin­cio­nes que sur­gen a tra­vés del diá­lo­go don­de ope­ran, a tra­vés del len­gua­je (Dono­so, 2004), don­de el cuer­po emer­ge como un ins­tru­men­to de comu­ni­ca­ción con los otros, y es la expre­sión de las viven­cias como una for­ma de len­gua­je (Blan­co, 2009 y Matu­ra­na, 2008, cita­do por Ortiz, 2015); esta for­ma de len­gua­je se ve refle­ja­do en la dan­za, debi­do a que pue­de apor­tar al mejo­ra­mien­to de pro­ce­sos físi­cos, psi­co­ló­gi­cos y socia­les (Marín, 2011; Ber­nár­dez, 2011; Cha­ma­rro, Mar­tos, Parra­do y Oberst, 2011).

En cuan­to a la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria de los bai­la­ri­nes, se entien­de que la per­cep­ción cor­po­ral de estos pare­ce cons­truir­se a tra­vés de la expe­rien­cia sub­je­ti­va de su cuer­po como enti­dad orga­ni­za­da y sim­bó­li­ca. De igual for­ma (Sas­tre, 2007) se pue­de apre­ciar que la iden­ti­dad se cons­tru­ye a par­tir de las expe­rien­cias sub­je­ti­vas en las que se encuen­tran inmer­sos los suje­tos que prac­ti­can dan­zas. Ade­más, en un estu­dio sobre la impor­tan­cia del cuer­po en la for­ma­ción de acró­ba­tas y bai­la­ri­nes, el cuer­po adquie­re este mis­mo sig­ni­fi­ca­do a tra­vés de la cor­po­ra­li­dad que cons­tru­ye un cono­ci­mien­to de sus expe­rien­cias para refle­xio­nar, expre­sar y narrar su reali­dad (Sáez, 2017).

En efec­to, la dan­za y la cor­po­ra­li­dad dan cuen­ta de la reali­dad conec­ta­da a la his­to­ria, sien­do el bai­le un arte­fac­to en la cons­truc­ción de iden­ti­dad des­de la inven­ción y recu­pe­ra­ción de los bai­les tra­di­cio­na­les, las carac­te­rís­ti­cas étni­cas del terri­to­rio, el fol­clor, entre otros (Molle­da, 2012). Asi­mis­mo, el bai­le ha sido uti­li­za­do como una téc­ni­ca tera­péu­ti­ca, como lo con­tem­pla Marín (2011), encon­tran­do una rela­ción sig­ni­fi­ca­ti­va entre el bai­le y la auto­es­ti­ma en el desa­rro­llo de habi­li­da­des de adap­ta­ción y afron­ta­mien­to.

Así pues, es posi­ble que el bai­le como arte­fac­to narra­ti­vo recons­tru­ya la iden­ti­dad, la his­to­ria y dé sen­ti­do a la expe­rien­cia adap­ta­ti­va ante las adver­si­da­des con­tex­tua­les que se cris­ta­li­zan en iden­ti­dad pro­ble­ma.

Escenarios dialógicos de intervención con adolescentes

La inter­ven­ción con ado­les­cen­tes impli­ca un reto fren­te al cómo hacer­lo y sus efec­tos. Selek­man (1996) sugie­re crear con­tex­tos de inter­ven­ción des­de una acción con­jun­ta en la secuen­cia de pre­gun­tas sis­té­mi­ca­men­te orien­ta­das al ado­les­cen­te; segui­do pro­po­ne un mode­lo eco­ló­gi­co en el que se con­vo­can sis­te­mas amplios como fami­lia, comu­ni­da­des e ins­ti­tu­cio­nes que estén intere­sa­das en resol­ver la pro­ble­má­ti­ca para crear rela­cio­nes de coope­ra­ción y cola­bo­ra­ción. Ander­son y Goo­lishian (1988, cita­dos por Selek­man), entien­den que al acti­var una inter­ven­ción de mane­ra eco­ló­gi­ca se pone al ser­vi­cio del inter­ven­tor un sis­te­ma de sig­ni­fi­ca­dos en el que se disuel­ven y se orga­ni­zan las pro­ble­má­ti­cas.

Es evi­den­te la semán­ti­ca de las con­ver­sa­cio­nes en las que el com­por­ta­mien­to adquie­re recur­si­va­men­te un sen­ti­do en un con­tex­to social y cul­tu­ral en tan­to que enta­bla una rela­ción dia­ló­gi­ca entre sis­te­mas semán­ti­ca­men­te vin­cu­la­dos. Des­de una epis­te­mo­lo­gía cons­truc­cio­nis­ta, el len­gua­je es rela­cio­nal y su sig­ni­fi­ca­do sur­ge de los patro­nes de rela­ción (Ger­gen, 1996).

Con rela­ción a la com­ple­ji­dad de la ado­les­cen­cia, la ciber­né­ti­ca de segun­do orden y la lógi­ca de los sis­te­mas obser­van­tes, el mirar des­de aden­tro, don­de los obser­va­do­res con­fi­gu­ran un len­gua­je de las con­di­cio­nes de un mun­do social (Foers­ter, 1996), impli­ca para el investigador/interventor ser res­pon­sa­ble de sus pro­pias expe­rien­cias y for­mas de narrar, en este caso a los ado­les­cen­tes.

Es pre­ci­so con­cep­tua­li­zar la narra­ti­va como la mane­ra de dar cuen­ta de la expe­rien­cia, que se sig­ni­fi­ca en la refle­xión recu­rrien­do a la memo­ria para pro­du­cir el rela­to (Rico­eur 1999, cita­do por Estu­pi­ñán y Gon­zá­lez, 2015). La psi­co­lo­gía cons­truc­cio­nis­ta com­pren­de lo narra­ti­vo como aque­llos esce­na­rios de tra­mas y dile­mas huma­nos para co-cons­truir con­tex­tos y rede­fi­nir en la con­ver­sa­ción. Según Estu­pi­ñán (2015): “…la narra­ti­va com­pe­te un pro­ce­so psi­co­so­cial y cul­tu­ral com­ple­jo que orga­ni­za la expe­rien­cia huma­na…” (p. 56). El rela­to adquie­re carac­te­rís­ti­cas per­for­ma­ti­vas, es decir; medios narra­ti­vos que para efec­tos de este estu­dio se con­cen­tran en la expe­rien­cia del bai­le y la cor­po­ra­li­dad del sí mis­mo.

Metodología

Se abor­da una inves­ti­ga­ción cua­li­ta­ti­va de segun­do orden, epis­te­mo­ló­gi­ca­men­te refle­xi­va y con­tex­tual, don­de Mejía (2002, cita­do por Liz­cano, 2002) sus­ten­ta que es “una acción en la que se inclu­ye al suje­to en la obser­va­ción de sus estu­dios cien­tí­fi­cos y en la que este es capaz de hacer con­cien­cia de que lo que está obser­van­do tam­bién lo cons­tru­yen otros obser­va­do­res”.

Se uti­li­zó un dise­ño narra­ti­vo con­ver­sa­cio­nal, que es un pro­ce­so don­de la narra­ti­va adquie­re un sen­ti­do gene­ra­ti­vo, es fle­xi­ble en las mane­ras de com­pren­der la vida, en com­pa­ñía de coau­to­res para favo­re­cer la rede­fi­ni­ción de las expe­rien­cias vivi­das, ela­bo­ran­do rela­tos alter­nos en un acto her­me­néu­ti­co y cri­ti­co situa­dos en con­tex­tos socio­cul­tu­ra­les (Gar­zón y Rive­ros, 2012). La narra­ti­va con­ver­sa­cio­nal gene­ra una refle­xión sobre la expe­rien­cia pro­du­cien­do rela­tos alter­nos que emer­gen en el esce­na­rio de con­ver­sa­ción. Así se pue­de ana­li­zar el pro­ce­so median­te el cual se con­fi­gu­ran rela­tos alter­nos den­tro de la narra­ti­va por medio de tres con­cep­tos meto­do­ló­gi­cos. His­to­rias: sien­do ver­sio­nes domi­nan­tes y pri­vi­le­gia­das por el indi­vi­duo y sus sis­te­mas de rela­ción. Memo­rias: rela­tos sub­do­mi­nan­tes que dan cuen­ta de la trans­for­ma­ción de las his­to­rias; man­tie­ne el rela­to pro­ble­ma. Rela­tos alter­nos: como ver­sio­nes nove­do­sas y emer­gen­tes de posi­bi­li­da­des en la expe­rien­cia del indi­vi­duo (Galin­do y Rias­cos, 2016).

Para dar cuen­ta de este cam­bio narra­ti­vo se uti­li­zó como téc­ni­ca los esce­na­rios narra­ti­vos con­ver­sa­cio­na­les, don­de los par­ti­ci­pan­tes adquie­ren el rol prin­ci­pal plan­tean­do alter­na­ti­vas a los pro­ble­mas en ver­sio­nes nove­do­sas; en estos esce­na­rios el inves­ti­ga­dor tie­ne la res­pon­sa­bi­li­dad éti­ca de reco­no­cer y posi­bi­li­tar el cam­bio narra­ti­vo (Aya, 2012).

Participantes

La inves­ti­ga­ción se reali­zó con 29 ado­les­cen­tes con eda­des que osci­lan entre 14 y 19 años, 13 muje­res y 16 hom­bres, per­te­ne­cien­tes al gru­po de bai­le The Mob, resi­den­tes de Faca­ta­ti­vá, Colom­bia. El gru­po de bai­le The Mob es una aca­de­mia de bai­le que cuen­ta con apor­tes finan­cie­ros por par­te de los inte­gran­tes, los habi­tan­tes del sec­tor y gober­nan­tes.

Procedimiento

En la figu­ra 1 se des­cri­ben los esce­na­rios con­ver­sa­cio­na­les que se lle­va­ron a cabo en la inves­ti­ga­ción y las cate­go­rías que se imple­men­ta­ron para el aná­li­sis de la infor­ma­ción.

Figura 1. Descripción de los escenarios conversacionales y las categorías de la investigación.

Resultados

En la cate­go­ría de iden­ti­dad como pro­ce­so de cons­truc­ción y recons­truc­ción, las his­to­rias domi­nan­tes encon­tra­das en el gru­po de jóve­nes se enmar­can en situa­cio­nes difí­ci­les y pro­ble­má­ti­cas de con­tex­to sin alter­na­ti­vas, ni opor­tu­ni­da­des para salir ade­lan­te, sien­do una narra­ti­va domi­nan­te de tipo regre­si­vo.

“Eh… yo antes tam­po­co hacía nada era una per­so­na muy inse­gu­ra de mi con­di­ción por lo que decían de mí o pen­sa­ban de mí” (Suje­to 12, rela­to 83).

De esta mane­ra se mues­tra la reali­dad en la que ellos se per­ci­bían como víc­ti­mas del con­tex­to, el cual des­en­ca­de­nó la for­ma de narrar­se e iden­ti­fi­car­se a ellos mis­mos.

Las memo­rias sur­gen al con­vo­car el sig­ni­fi­ca­do de las redes de apo­yo y recons­truir la expe­rien­cia como ado­les­cen­tes; evi­den­cian­do que a pesar de las situa­cio­nes adver­sas a las que se ven enfren­ta­dos y a los defec­tos que rela­tan sobre sí mis­mos, las rela­cio­nes con el gru­po y con su pro­fe­sor, les per­mi­te encon­trar herra­mien­tas para cum­plir metas en la vida.

“Pues a mí me moti­vó entrar a este gru­po por­que que­ría hacer algo dife­ren­te, hacer algo dife­ren­te de lo que hacen los demás, no caer de pron­to con el tiem­po en un vicio o cosas malas que afec­ta a mi fami­lia y tam­bién a mí… tam­bién por­que me gus­ta bai­lar, me gus­ta apren­der cosas nue­vas, me apa­sio­na mucho bai­lar eh y pues por­que Andrés… ha sido tam­bién una gran per­so­na y nos ha cola­bo­ra­do mucho y nos ha ense­ña­do que no debe­mos ren­dir­nos” (Suje­to 11, rela­to 7).

Sur­gen for­mas alter­nas de narrar­se conec­ta­das a la expe­rien­cia e inter­ac­ción con per­so­nas con las que no sólo com­par­ten un con­tex­to de vul­ne­ra­bi­li­dad sino rela­cio­nes don­de emer­ge un suje­to cri­ti­co a sus reali­da­des, poten­cian­do capa­ci­da­des del joven en su con­vi­ven­cia conec­ta­da a la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria en pro­yec­ción al futu­ro:

“A mí me moti­vó estar en este gru­po por­que me apa­sio­na bai­lar, en este gru­po eh uno no se pue­de ren­dir fácil­men­te no impor­ta las adver­si­da­des de los pro­ble­mas, y lo hemos apren­di­do con los cam­peo­na­tos que, si uno pier­de, pues todos nos sen­ti­mos mal pero no nos ren­di­mos sino nos esfor­za­mos a pro­gre­sar y mejo­rar en lo que falla­mos” (Rela­to 6, suje­to 12).

Es sig­ni­fi­ca­ti­vo cómo los rela­tos de su pro­fe­sor favo­re­cen en los ado­les­cen­tes accio­nes de cam­bio fren­te a la pre­ca­rie­dad, la adver­si­dad y el lograr empren­der posi­bi­li­da­des de cam­bio en rela­ción a la iden­ti­dad de ser un joven sin futu­ro:

“Todos nace­mos con una estre­lla así sea chi­qui­ti­ta, pero hay que tra­ba­jar para agran­dar­la, entre noso­tros mis­mos, y si usted nació con una estre­lla, así sea chi­qui­ti­ca, pero usted debe tra­ba­jar cada día en su estre­lla (…)” (Rela­to 30, pro­fe­sor).

Hacien­do énfa­sis en la cate­go­ría cuer­po como len­gua­je, la cor­po­ra­li­dad es par­te de la cons­truc­ción de iden­ti­dad a tra­vés de la sim­bo­lo­gía del cuer­po, como ins­tru­men­to narra­ti­vo de sen­ti­mien­tos, ya sea ver­bal o no ver­bal; tam­bién es un dis­po­si­ti­vo con el cual pue­den desa­rro­llar lo que más les gus­ta, en este caso el bai­le, que les per­mi­te comu­ni­car y expre­sar.

“El cuer­po es como un ins­tru­men­to que lo uti­li­za­mos, para expre­sar lo que sen­ti­mos” (Sujeto8, rela­to 8).

Las narra­ti­vas satu­ra­das en prác­ti­cas de auto­le­sión de los ado­les­cen­tes se conec­tan de mane­ra meto­do­ló­gi­ca y teó­ri­ca; la cor­po­ra­li­dad, la expe­rien­cia del bai­le en prác­ti­cas dia­ló­gi­cas don­de el bai­le se resig­ni­fi­ca como un ins­tru­men­to gene­ra­ti­vo, favo­ra­ble, posi­ti­vo y con múl­ti­ples cua­li­da­des:

“Es lo que más me gus­ta, por­que pues yo creo que es mi mane­ra de des­aho­gar­me y de bus­car más sali­das, no sólo la cuchi­lla y la nava­ja” (Rela­to 18, suje­to 18)

Sin embar­go, a tra­vés del gru­po se empie­zan a dar rela­tos alter­nos que expre­san por medio de su cuer­po, sien­do el bai­le un medio narra­ti­vo de iden­ti­dad.

Refe­ren­te a la cate­go­ría bai­le como prác­ti­ca narra­tiva, los diver­sos sig­ni­fi­ca­dos de los inte­gran­tes se expre­san en metá­fo­ras:

“Pues para mí sig­ni­fi­ca algo muy gran­de, sig­ni­fi­ca mi pasión, si algo que me gus­ta mucho por lo que lucho y algo muy espe­cial en mi vida” (Rela­to 54, Suje­to 4).

Por ende, los rela­tos alter­nos dan cuen­ta de la trans­for­ma­ción que los inte­gran­tes del gru­po tuvie­ron en todos los ámbi­tos de su vida. Se pue­de evi­den­ciar que los ado­les­cen­tes per­ci­ben el bai­le como una pasión y una moti­va­ción que los lle­va a recons­truir emo­cio­nes y for­mas de com­pren­der la vida y rede­fi­nir el males­tar en sus rela­cio­nes coti­dia­nas:

“…a mí prác­ti­ca­men­te el bai­le me ha ense­ña­do a ser mejor per­so­na, a apren­der a hacer dife­ren­tes esti­los de bai­le que pues nun­ca había cono­ci­do y pues a des­ta­car­me en cosas pues que yo sien­ta que mi cuer­po lo pue­da hacer bien” (Rela­to 96, Suje­to 7).

Ade­más, la expe­rien­cia ayu­da a for­ta­le­cer el tra­ba­jo en equi­po, supe­rar lími­tes, afron­tar adver­si­da­des y encon­trar capa­ci­da­des en cuan­to a su cuer­po (des­tre­zas), igual­men­te les ha pro­por­cio­na­do un “refu­gio” en su red de apo­yo. En este caso el bai­le toma fuer­za en ellos:

“Yo pien­so que el bai­le es… amor, inte­gra­ción y pasión”. (Rela­to 10, Suje­to 10). 

Fren­te a la cate­go­ría emer­gen­te fami­lia como nue­vo sig­ni­fi­ca­do, el con­cep­to de fami­lia se empie­za a con­fi­gu­rar des­de su nue­va rela­ción.

“Bueno para mí fami­lia, no es que, bueno, que her­ma­nos y que mamá y que papá bueno eso no, para mí fami­lia es diga­mos con las per­so­nas que com­par­to si, que he vivi­do que me han apo­ya­do si son esas per­so­nas con las que he llo­ra­do he reí­do. Bueno con todo eso diga­mos como los mucha­chos si, noso­tros no sola­men­te sali­mos acá en el gru­po noso­tros nos arma­mos nues­tros paseos, la pasa­mos bien, nos diver­ti­mos y todas esas cosas si, enton­ces son cosas que valen la pena” (Rela­to 102, Suje­to 15).

Rede­fi­nien­do los víncu­los y el sen­ti­do de la fami­lia, como esce­na­rio de apo­yo y com­pren­sión:

“Pues yo sé que yo he lle­va­do poqui­to con el… pero…el me apo­ya­do mucho el…que el que es como mi segun­do papá como que me ha apo­ya­do más que mi mamá y mi papá, es señor… yo lo quie­ro res­to, gra­cias al el yo apren­dí a ser… bue­na per­so­na” (Suje­to 2, 17).

Emer­gen rela­tos alter­nos que recons­tru­yen el sig­ni­fi­ca­do de “fami­lia” esta trans­for­ma­ción es dada a tra­vés de sus expe­rien­cias vivi­das.

Por últi­mo, los esce­na­rios con­ver­sa­cio­na­les crean un impac­to sig­ni­fi­ca­ti­vo en los par­ti­ci­pan­tes fren­te al papel de la inter­ven­ción psi­co­ló­gi­ca:

“Pues me pare­ce ché­ve­re y todo, y enton­ces sí, nos ayu­dó, como te digo, a orga­ni­zar más ideas, lo que tene­mos más en común y que cada cual tie­ne su mane­ra de pasar por este mun­do y hace lo mejor, lo mayor posi­ble por hacer­lo mejor, y enton­ces son cosas que vamos com­ple­men­tan­do para lograr eso” (Rela­to 129, Suje­to 4).

“A mí me gus­tó bas­tan­te por­que habla­mos cosas que nun­ca se habían toca­do y si se podrían tocar, pues, sin que estén ellas, diga­mos ya tene­mos pre­gun­tas, diga­mos ya cada fin de sema­na pode­mos ver cómo se sin­tie­ron esta sema­na, fal­tó, no sé qué, podría ser, para unir­nos pues más, me gus­tó la acti­vi­dad mucho” (Rela­to 127, Suje­to 3).

Discusión 

Tenien­do en cuen­ta las his­to­rias, memo­rias y rela­tos alter­nos, así como la posi­bi­li­dad del len­gua­je como acto gene­ra­ti­vo para la coor­di­na­ción de accio­nes, según Eche­ve­rría (2006) y Morín (1995) des­de el prin­ci­pio dia­ló­gi­co se encuen­tra que la reali­dad se cons­tru­ye des­de dife­ren­tes pers­pec­ti­vas, al igual que la semán­ti­ca de las narra­ti­vas iden­ti­ta­rias de los ado­les­cen­tes.

En la pri­me­ra cate­go­ría, iden­ti­dad como pro­ce­so de cons­truc­ción y recons­truc­ción, se encuen­tra que el gru­po crea una afi­lia­ción entre los miem­bros y su pro­fe­sor; por ende, se for­ma una afi­lia­ción social, la cual según Pára­mo (2018): “Es aque­lla par­te de un indi­vi­duo que se deri­va de la afi­lia­ción que hacen de los indi­vi­duos, las ins­ti­tu­cio­nes socia­les a gru­pos socia­les, con­jun­ta­men­te con el sig­ni­fi­ca­do valo­ra­ti­vo y emo­cio­nal aso­cia­do a esta per­te­nen­cia” (p. 542). Los ado­les­cen­tes se rede­fi­nen en la inter­ac­ción con el pro­fe­sor y su entorno a tra­vés del len­gua­je con­fi­gu­ran­do nue­vas pers­pec­ti­vas, tal como lo afir­ma Ger­gen (1996): “los tér­mi­nos y for­mas median­te los cua­les obte­ne­mos la com­pren­sión del mun­do y de noso­tros mis­mos son arte­fac­tos socia­les, pro­duc­tos de inter­cam­bios his­tó­ri­ca y cul­tu­ral­men­te situa­dos entre las per­so­nas” (p.162).

Dicha inter­ac­ción favo­re­ce nue­vas pau­tas en sus vidas. Tal es el caso de las narra­cio­nes que dan cuen­ta de nue­vas estra­te­gias de afron­ta­mien­to y pro­yec­ción de expe­rien­cias com­par­ti­das, sien­do aque­llas malas prác­ti­cas de la auto­le­sión meca­nis­mos no fun­cio­na­les, como afir­ma Ger­gen (2006): “las per­so­nas exis­ten en un esta­do de cons­truc­ción y recons­truc­ción per­ma­nen­te” (p. 27).

En cuan­to a la segun­da cate­go­ría cuer­po como len­gua­je emer­ge la cor­po­ra­li­dad que según Mar­tí­nez (2004) se cons­ti­tu­ye en un ins­tru­men­to de expre­sión de nues­tra pro­pia per­so­na­li­dad, sien­do meca­nis­mo de cone­xión eco­ló­gi­ca y del cuer­po vivi­do que da cuen­ta de las mani­fes­ta­cio­nes cor­po­ra­les en las rela­cio­nes y la socia­li­za­ción. Es decir, se enfo­can más en el cuer­po vivi­do, ya que ellos per­ci­ben al cuer­po como ins­tru­men­to para comu­ni­car, afir­man­do lo que plan­tea Watz­la­wick, Bea­vin y Jack­son (1971), a saber, que es impo­si­ble no comu­ni­car, pues todo com­por­ta­mien­to tie­ne un con­te­ni­do de men­sa­je (cita­do por Rizo, 2011).

El bai­le ayu­da a trans­for­mar la reali­dad de los indi­vi­duos, sien­do un meca­nis­mo de des­aho­go emo­cio­nal don­de se con­fi­gu­ra­ban algu­nas prác­ti­cas noci­vas pro­pi­cia­das por el con­tex­to, como el caso de la auto­le­sión, a la vez que se crean nue­vas for­mas de expre­sar la emo­ción gene­ran­do prác­ti­cas de auto­cui­da­do. De esta mane­ra el bai­le como prác­ti­ca narra­ti­va, en cone­xión con Ochoa (2006), se con­vier­te en una acción de sen­ti­do, ya que los seres huma­nos crean con su cuer­po ima­gi­na­rios sobre sí mis­mos. Lo ante­rior reafir­ma el rela­to de esta­bi­li­dad emo­cio­nal, ya que pro­por­cio­na una nue­va for­ma de evo­car y trans­for­mar narra­ti­va­men­te sus emo­cio­nes, con lo que la iden­ti­dad narra­da des­de el apren­di­za­je y la mejo­ra con­ti­nua adquie­re un nue­vo sig­ni­fi­ca­do.

Indu­da­ble­men­te la iden­ti­dad emer­ge como cam­po narra­ti­vo de acción y rela­ción en la inter­ven­ción social. En el encuen­tro dia­ló­gi­co se espe­ra resur­gir de las ver­sio­nes del sí mis­mo a tra­vés de medios narra­ti­vos como el bai­le, el cual se pre­sen­ta como una prác­ti­ca gene­ra­ti­va de sen­ti­do psi­co­ló­gi­co en los ado­les­cen­tes en los con­tex­tos inter­ac­cio­na­les enmar­ca­dos en trans­for­mar, sien­do el cam­po narra­ti­vo un espa­cio rela­cio­nal y vin­cu­lar de la expe­rien­cia huma­na con sis­te­mas amplios en los que se sig­ni­fi­ca la vida a tra­vés de rela­tos socio­cul­tu­ra­les (Estu­pi­ñán y Gon­zá­lez, 2015).

Conclusiones

La rela­ción entre el bai­le y la cons­truc­ción de la iden­ti­dad pue­den diri­gir­se como un apo­yo en los pro­ce­sos tera­péu­ti­cos, dado que el bai­le por medio de la cor­po­ra­li­dad gene­ra nue­vas estra­te­gias de afron­ta­mien­to y auto­cui­da­do, lo que per­mi­te que un indi­vi­duo se des­vin­cu­le de prác­ti­cas inva­si­vas y recons­tru­ya su iden­ti­dad en fun­ción de estas nue­vas pau­tas.

Des­de la investigación/intervención cua­li­ta­ti­va de segun­do orden se conec­ta con prác­ti­cas psi­co­so­cia­les para el abor­da­je de pro­ce­sos socio comu­ni­ta­rios con jóve­nes, sis­te­mas rela­cio­na­les y dia­ló­gi­cos que accio­nan posi­bi­li­da­des gene­ra­ti­vas, como es el fenó­meno de la iden­ti­dad en rede­fi­ni­ción y cam­bio, esto conec­ta­do con la narra­ti­va como per­for­man­ce y la crea­ti­vi­dad de dis­po­si­ti­vos narra­ti­vos, como fue para la inves­ti­ga­ción el bai­le.

Es impor­tan­te reco­no­cer las for­mas en que los jóve­nes recons­tru­yen sig­ni­fi­ca­dos sobre la reali­dad, tal es el caso de sig­ni­fi­ca­dos alter­nos fren­te al con­tex­to, la fami­lia, las rela­cio­nes y la iden­ti­dad, sien­do esto un cam­po de aná­li­sis narra­ti­vo en el que los pro­ce­sos auto­rre­fe­ren­cia­les de los inves­ti­ga­do­res impli­can un aco­ple emo­cio­nal y con­tex­tual, don­de los esce­na­rios con­ver­sa­cio­na­les cons­ti­tu­yen ins­tru­men­tos para encon­trar cami­nos posi­bles fren­te a lo que pare­cía no tener solu­ción.

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Notas

  1. Estu­dian­te del pro­gra­ma de Psi­co­lo­gía de la Uni­ver­si­dad de Cun­di­na­mar­ca. Correo elec­tró­ni­co: mmafla@ucundinamarca.edu.co, https://orcid.org/000–00031-6967–4076.

  2. Estu­dian­te del pro­gra­ma de Psi­co­lo­gía de la Uni­ver­si­dad de Cun­di­na­mar­ca. Correo elec­tró­ni­co: kduarte@ucundinamarca.edu.co, https://orcid.org/000–00031-9846–5962.

  3. Estu­dian­te del pro­gra­ma de Psi­co­lo­gía de la Uni­ver­si­dad de Cun­di­na­mar­ca. Correo elec­tró­ni­co: yebarbosa@ucundinamarca.edu.co , https://orcid.org/0000–0003-2215–8936.

  4. Mg. Psi­co­lo­gía Clí­ni­ca y de la Fami­lia. Docen­te TCO Uni­ver­si­dad de Cun­di­na­mar­ca. Correo elec­tró­ni­co: adavidgalindo@ucundinamarca.edu.co, https://orcid.org/0000–0002-1125–9400.