Corporalidad y experiencia del baile como práctica narrativa en la construcción de identidad en adolescentes
Maryely Paola Mafla Beltrán[1], Karen Jimena Duarte Martínez[2], Yeimi Esperanza Barbosa Avila[3], Adrian David Galindo Ubaque[4]
Semillero de investigación Eduser de la Universidad de Cundinamarca, Colombia
Resumen
Se propone comprender cómo se construye la identidad con relación a la corporalidad y la experiencia del baile como práctica narrativa en integrantes del grupo The Mob del municipio de Facatativá, Colombia; evidenciando el baile como artefacto generativo, en la configuración de relatos alternos ante las problemáticas del contexto de los adolescentes. Se desarrolla una investigación cualitativa sustentada en una epistemología construccionista, la narrativa conversacional como mecanismo de reconstrucción de la realidad. Se encontró que a través de la experiencia del baile y los escenarios conversacionales emergen nuevas formas en el lenguaje, permitiendo a los adolescentes tejer formas de narrarse más allá de la adversidad y la vulnerabilidad como sujetos críticos que encuentran alternativas a la identidad saturada en el problema.
Palabras clave: identidad, narrativa, lenguaje, adolescencia.
Abstract
The goal is to understand how identity is constructed in regard to corporeality and the experience of dance as a narrative practice in members of the group ‘The Mob’ from the municipality of Facatativá, Colombia; dance is highlighted as a generative artifact in the configuration of alternative stories in face of the problems of the adolescent context. It develops qualitative research based on a constructionist epistemology, the conversational narrative as a mechanism for reconstructing reality. It was found that through the experience of dance and conversational scenarios new forms of language can emerge, which allow teenagers to weave ways of narrating themselves beyond adversity and vulnerability as critical subjects who find alternatives to identity saturated amidst the problem.
Keywords: identity, narrative, language, adolescence.
Introducción
Favorecer escenarios de investigación/intervención social con adolescentes comprende un abanico de posibilidades capaces de retar incluso al interventor psicosocial en sus propias maneras de comprender la juventud; si bien es un momento vital de crisis y de cambios, el joven se configura en su subjetividad a través de acciones que edifican la identidad. Por esto se vuelve necesario impulsar intervenciones favorables, flexibles y creativas que den sentido al joven para entender sus dificultades y favorecer recursos identitarios a partir de artefactos narrativos que hacen parte de su cotidianidad.
La presente investigación concibe al joven como un ser crítico, capaz de reconocerse en sus dificultades y en sus propios recursos, al legitimar al joven en su individualidad y colectividad siendo posible encontrar caminos narrativos que posibiliten la transformación.
La construcción de identidad va más allá de lo teórico, el plano corporal emerge como territorio de violencia frente a otros o consigo mismo, a la vez que favorece escenarios para el cambio a través de artefactos narrativos generativos. Entre ellos, el baile aparece como una manera de evocar y transformar la crisis. De este modo, el fenómeno a investigar se centra en la transformación de discursos dominantes que encasillan al joven como violento, rebelde e incomprensible por medio de la experiencia del baile como medio narrativo generativo y recursivo para favorecer la emergencia de la identidad.
Discursos frente a la Identidad y la posibilidad de la experiencia del baile
La identidad desde la filosofía es concebida como una descripción de los atributos del hombre en su singularidad, como un proceso estable (Navarrete, 2015); mientras que Páramo (2008) concibe la identidad como las características del individuo, no como estable sino como producto de las interacciones sociales. Por su parte, Gergen (2006) sostiene que la identidad también es una construcción social que se da a través de las narraciones constantes en interacción con los otros (citado por Alvis, Duque y Rodríguez, 2013).
Los individuos construyen la realidad de acuerdo a las distinciones que surgen a través del diálogo donde operan, a través del lenguaje (Donoso, 2004), donde el cuerpo emerge como un instrumento de comunicación con los otros, y es la expresión de las vivencias como una forma de lenguaje (Blanco, 2009 y Maturana, 2008, citado por Ortiz, 2015); esta forma de lenguaje se ve reflejado en la danza, debido a que puede aportar al mejoramiento de procesos físicos, psicológicos y sociales (Marín, 2011; Bernárdez, 2011; Chamarro, Martos, Parrado y Oberst, 2011).
En cuanto a la construcción identitaria de los bailarines, se entiende que la percepción corporal de estos parece construirse a través de la experiencia subjetiva de su cuerpo como entidad organizada y simbólica. De igual forma (Sastre, 2007) se puede apreciar que la identidad se construye a partir de las experiencias subjetivas en las que se encuentran inmersos los sujetos que practican danzas. Además, en un estudio sobre la importancia del cuerpo en la formación de acróbatas y bailarines, el cuerpo adquiere este mismo significado a través de la corporalidad que construye un conocimiento de sus experiencias para reflexionar, expresar y narrar su realidad (Sáez, 2017).
En efecto, la danza y la corporalidad dan cuenta de la realidad conectada a la historia, siendo el baile un artefacto en la construcción de identidad desde la invención y recuperación de los bailes tradicionales, las características étnicas del territorio, el folclor, entre otros (Molleda, 2012). Asimismo, el baile ha sido utilizado como una técnica terapéutica, como lo contempla Marín (2011), encontrando una relación significativa entre el baile y la autoestima en el desarrollo de habilidades de adaptación y afrontamiento.
Así pues, es posible que el baile como artefacto narrativo reconstruya la identidad, la historia y dé sentido a la experiencia adaptativa ante las adversidades contextuales que se cristalizan en identidad problema.
Escenarios dialógicos de intervención con adolescentes
La intervención con adolescentes implica un reto frente al cómo hacerlo y sus efectos. Selekman (1996) sugiere crear contextos de intervención desde una acción conjunta en la secuencia de preguntas sistémicamente orientadas al adolescente; seguido propone un modelo ecológico en el que se convocan sistemas amplios como familia, comunidades e instituciones que estén interesadas en resolver la problemática para crear relaciones de cooperación y colaboración. Anderson y Goolishian (1988, citados por Selekman), entienden que al activar una intervención de manera ecológica se pone al servicio del interventor un sistema de significados en el que se disuelven y se organizan las problemáticas.
Es evidente la semántica de las conversaciones en las que el comportamiento adquiere recursivamente un sentido en un contexto social y cultural en tanto que entabla una relación dialógica entre sistemas semánticamente vinculados. Desde una epistemología construccionista, el lenguaje es relacional y su significado surge de los patrones de relación (Gergen, 1996).
Con relación a la complejidad de la adolescencia, la cibernética de segundo orden y la lógica de los sistemas observantes, el mirar desde adentro, donde los observadores configuran un lenguaje de las condiciones de un mundo social (Foerster, 1996), implica para el investigador/interventor ser responsable de sus propias experiencias y formas de narrar, en este caso a los adolescentes.
Es preciso conceptualizar la narrativa como la manera de dar cuenta de la experiencia, que se significa en la reflexión recurriendo a la memoria para producir el relato (Ricoeur 1999, citado por Estupiñán y González, 2015). La psicología construccionista comprende lo narrativo como aquellos escenarios de tramas y dilemas humanos para co-construir contextos y redefinir en la conversación. Según Estupiñán (2015): “…la narrativa compete un proceso psicosocial y cultural complejo que organiza la experiencia humana…” (p. 56). El relato adquiere características performativas, es decir; medios narrativos que para efectos de este estudio se concentran en la experiencia del baile y la corporalidad del sí mismo.
Metodología
Se aborda una investigación cualitativa de segundo orden, epistemológicamente reflexiva y contextual, donde Mejía (2002, citado por Lizcano, 2002) sustenta que es “una acción en la que se incluye al sujeto en la observación de sus estudios científicos y en la que este es capaz de hacer conciencia de que lo que está observando también lo construyen otros observadores”.
Se utilizó un diseño narrativo conversacional, que es un proceso donde la narrativa adquiere un sentido generativo, es flexible en las maneras de comprender la vida, en compañía de coautores para favorecer la redefinición de las experiencias vividas, elaborando relatos alternos en un acto hermenéutico y critico situados en contextos socioculturales (Garzón y Riveros, 2012). La narrativa conversacional genera una reflexión sobre la experiencia produciendo relatos alternos que emergen en el escenario de conversación. Así se puede analizar el proceso mediante el cual se configuran relatos alternos dentro de la narrativa por medio de tres conceptos metodológicos. Historias: siendo versiones dominantes y privilegiadas por el individuo y sus sistemas de relación. Memorias: relatos subdominantes que dan cuenta de la transformación de las historias; mantiene el relato problema. Relatos alternos: como versiones novedosas y emergentes de posibilidades en la experiencia del individuo (Galindo y Riascos, 2016).
Para dar cuenta de este cambio narrativo se utilizó como técnica los escenarios narrativos conversacionales, donde los participantes adquieren el rol principal planteando alternativas a los problemas en versiones novedosas; en estos escenarios el investigador tiene la responsabilidad ética de reconocer y posibilitar el cambio narrativo (Aya, 2012).
Participantes
La investigación se realizó con 29 adolescentes con edades que oscilan entre 14 y 19 años, 13 mujeres y 16 hombres, pertenecientes al grupo de baile The Mob, residentes de Facatativá, Colombia. El grupo de baile The Mob es una academia de baile que cuenta con aportes financieros por parte de los integrantes, los habitantes del sector y gobernantes.
Procedimiento
En la figura 1 se describen los escenarios conversacionales que se llevaron a cabo en la investigación y las categorías que se implementaron para el análisis de la información.
Figura 1. Descripción de los escenarios conversacionales y las categorías de la investigación.
Resultados
En la categoría de identidad como proceso de construcción y reconstrucción, las historias dominantes encontradas en el grupo de jóvenes se enmarcan en situaciones difíciles y problemáticas de contexto sin alternativas, ni oportunidades para salir adelante, siendo una narrativa dominante de tipo regresivo.
“Eh… yo antes tampoco hacía nada era una persona muy insegura de mi condición por lo que decían de mí o pensaban de mí” (Sujeto 12, relato 83).
De esta manera se muestra la realidad en la que ellos se percibían como víctimas del contexto, el cual desencadenó la forma de narrarse e identificarse a ellos mismos.
Las memorias surgen al convocar el significado de las redes de apoyo y reconstruir la experiencia como adolescentes; evidenciando que a pesar de las situaciones adversas a las que se ven enfrentados y a los defectos que relatan sobre sí mismos, las relaciones con el grupo y con su profesor, les permite encontrar herramientas para cumplir metas en la vida.
“Pues a mí me motivó entrar a este grupo porque quería hacer algo diferente, hacer algo diferente de lo que hacen los demás, no caer de pronto con el tiempo en un vicio o cosas malas que afecta a mi familia y también a mí… también porque me gusta bailar, me gusta aprender cosas nuevas, me apasiona mucho bailar eh y pues porque Andrés… ha sido también una gran persona y nos ha colaborado mucho y nos ha enseñado que no debemos rendirnos” (Sujeto 11, relato 7).
Surgen formas alternas de narrarse conectadas a la experiencia e interacción con personas con las que no sólo comparten un contexto de vulnerabilidad sino relaciones donde emerge un sujeto critico a sus realidades, potenciando capacidades del joven en su convivencia conectada a la construcción identitaria en proyección al futuro:
“A mí me motivó estar en este grupo porque me apasiona bailar, en este grupo eh uno no se puede rendir fácilmente no importa las adversidades de los problemas, y lo hemos aprendido con los campeonatos que, si uno pierde, pues todos nos sentimos mal pero no nos rendimos sino nos esforzamos a progresar y mejorar en lo que fallamos” (Relato 6, sujeto 12).
Es significativo cómo los relatos de su profesor favorecen en los adolescentes acciones de cambio frente a la precariedad, la adversidad y el lograr emprender posibilidades de cambio en relación a la identidad de ser un joven sin futuro:
“Todos nacemos con una estrella así sea chiquitita, pero hay que trabajar para agrandarla, entre nosotros mismos, y si usted nació con una estrella, así sea chiquitica, pero usted debe trabajar cada día en su estrella (…)” (Relato 30, profesor).
Haciendo énfasis en la categoría cuerpo como lenguaje, la corporalidad es parte de la construcción de identidad a través de la simbología del cuerpo, como instrumento narrativo de sentimientos, ya sea verbal o no verbal; también es un dispositivo con el cual pueden desarrollar lo que más les gusta, en este caso el baile, que les permite comunicar y expresar.
“El cuerpo es como un instrumento que lo utilizamos, para expresar lo que sentimos” (Sujeto8, relato 8).
Las narrativas saturadas en prácticas de autolesión de los adolescentes se conectan de manera metodológica y teórica; la corporalidad, la experiencia del baile en prácticas dialógicas donde el baile se resignifica como un instrumento generativo, favorable, positivo y con múltiples cualidades:
“Es lo que más me gusta, porque pues yo creo que es mi manera de desahogarme y de buscar más salidas, no sólo la cuchilla y la navaja” (Relato 18, sujeto 18)
Sin embargo, a través del grupo se empiezan a dar relatos alternos que expresan por medio de su cuerpo, siendo el baile un medio narrativo de identidad.
Referente a la categoría baile como práctica narrativa, los diversos significados de los integrantes se expresan en metáforas:
“Pues para mí significa algo muy grande, significa mi pasión, si algo que me gusta mucho por lo que lucho y algo muy especial en mi vida” (Relato 54, Sujeto 4).
Por ende, los relatos alternos dan cuenta de la transformación que los integrantes del grupo tuvieron en todos los ámbitos de su vida. Se puede evidenciar que los adolescentes perciben el baile como una pasión y una motivación que los lleva a reconstruir emociones y formas de comprender la vida y redefinir el malestar en sus relaciones cotidianas:
“…a mí prácticamente el baile me ha enseñado a ser mejor persona, a aprender a hacer diferentes estilos de baile que pues nunca había conocido y pues a destacarme en cosas pues que yo sienta que mi cuerpo lo pueda hacer bien” (Relato 96, Sujeto 7).
Además, la experiencia ayuda a fortalecer el trabajo en equipo, superar límites, afrontar adversidades y encontrar capacidades en cuanto a su cuerpo (destrezas), igualmente les ha proporcionado un “refugio” en su red de apoyo. En este caso el baile toma fuerza en ellos:
“Yo pienso que el baile es… amor, integración y pasión”. (Relato 10, Sujeto 10).
Frente a la categoría emergente familia como nuevo significado, el concepto de familia se empieza a configurar desde su nueva relación.
“Bueno para mí familia, no es que, bueno, que hermanos y que mamá y que papá bueno eso no, para mí familia es digamos con las personas que comparto si, que he vivido que me han apoyado si son esas personas con las que he llorado he reído. Bueno con todo eso digamos como los muchachos si, nosotros no solamente salimos acá en el grupo nosotros nos armamos nuestros paseos, la pasamos bien, nos divertimos y todas esas cosas si, entonces son cosas que valen la pena” (Relato 102, Sujeto 15).
Redefiniendo los vínculos y el sentido de la familia, como escenario de apoyo y comprensión:
“Pues yo sé que yo he llevado poquito con el… pero…el me apoyado mucho el…que el que es como mi segundo papá como que me ha apoyado más que mi mamá y mi papá, es señor… yo lo quiero resto, gracias al el yo aprendí a ser… buena persona” (Sujeto 2, 17).
Emergen relatos alternos que reconstruyen el significado de “familia” esta transformación es dada a través de sus experiencias vividas.
Por último, los escenarios conversacionales crean un impacto significativo en los participantes frente al papel de la intervención psicológica:
“Pues me parece chévere y todo, y entonces sí, nos ayudó, como te digo, a organizar más ideas, lo que tenemos más en común y que cada cual tiene su manera de pasar por este mundo y hace lo mejor, lo mayor posible por hacerlo mejor, y entonces son cosas que vamos complementando para lograr eso” (Relato 129, Sujeto 4).
“A mí me gustó bastante porque hablamos cosas que nunca se habían tocado y si se podrían tocar, pues, sin que estén ellas, digamos ya tenemos preguntas, digamos ya cada fin de semana podemos ver cómo se sintieron esta semana, faltó, no sé qué, podría ser, para unirnos pues más, me gustó la actividad mucho” (Relato 127, Sujeto 3).
Discusión
Teniendo en cuenta las historias, memorias y relatos alternos, así como la posibilidad del lenguaje como acto generativo para la coordinación de acciones, según Echeverría (2006) y Morín (1995) desde el principio dialógico se encuentra que la realidad se construye desde diferentes perspectivas, al igual que la semántica de las narrativas identitarias de los adolescentes.
En la primera categoría, identidad como proceso de construcción y reconstrucción, se encuentra que el grupo crea una afiliación entre los miembros y su profesor; por ende, se forma una afiliación social, la cual según Páramo (2018): “Es aquella parte de un individuo que se deriva de la afiliación que hacen de los individuos, las instituciones sociales a grupos sociales, conjuntamente con el significado valorativo y emocional asociado a esta pertenencia” (p. 542). Los adolescentes se redefinen en la interacción con el profesor y su entorno a través del lenguaje configurando nuevas perspectivas, tal como lo afirma Gergen (1996): “los términos y formas mediante los cuales obtenemos la comprensión del mundo y de nosotros mismos son artefactos sociales, productos de intercambios histórica y culturalmente situados entre las personas” (p.162).
Dicha interacción favorece nuevas pautas en sus vidas. Tal es el caso de las narraciones que dan cuenta de nuevas estrategias de afrontamiento y proyección de experiencias compartidas, siendo aquellas malas prácticas de la autolesión mecanismos no funcionales, como afirma Gergen (2006): “las personas existen en un estado de construcción y reconstrucción permanente” (p. 27).
En cuanto a la segunda categoría cuerpo como lenguaje emerge la corporalidad que según Martínez (2004) se constituye en un instrumento de expresión de nuestra propia personalidad, siendo mecanismo de conexión ecológica y del cuerpo vivido que da cuenta de las manifestaciones corporales en las relaciones y la socialización. Es decir, se enfocan más en el cuerpo vivido, ya que ellos perciben al cuerpo como instrumento para comunicar, afirmando lo que plantea Watzlawick, Beavin y Jackson (1971), a saber, que es imposible no comunicar, pues todo comportamiento tiene un contenido de mensaje (citado por Rizo, 2011).
El baile ayuda a transformar la realidad de los individuos, siendo un mecanismo de desahogo emocional donde se configuraban algunas prácticas nocivas propiciadas por el contexto, como el caso de la autolesión, a la vez que se crean nuevas formas de expresar la emoción generando prácticas de autocuidado. De esta manera el baile como práctica narrativa, en conexión con Ochoa (2006), se convierte en una acción de sentido, ya que los seres humanos crean con su cuerpo imaginarios sobre sí mismos. Lo anterior reafirma el relato de estabilidad emocional, ya que proporciona una nueva forma de evocar y transformar narrativamente sus emociones, con lo que la identidad narrada desde el aprendizaje y la mejora continua adquiere un nuevo significado.
Indudablemente la identidad emerge como campo narrativo de acción y relación en la intervención social. En el encuentro dialógico se espera resurgir de las versiones del sí mismo a través de medios narrativos como el baile, el cual se presenta como una práctica generativa de sentido psicológico en los adolescentes en los contextos interaccionales enmarcados en transformar, siendo el campo narrativo un espacio relacional y vincular de la experiencia humana con sistemas amplios en los que se significa la vida a través de relatos socioculturales (Estupiñán y González, 2015).
Conclusiones
La relación entre el baile y la construcción de la identidad pueden dirigirse como un apoyo en los procesos terapéuticos, dado que el baile por medio de la corporalidad genera nuevas estrategias de afrontamiento y autocuidado, lo que permite que un individuo se desvincule de prácticas invasivas y reconstruya su identidad en función de estas nuevas pautas.
Desde la investigación/intervención cualitativa de segundo orden se conecta con prácticas psicosociales para el abordaje de procesos socio comunitarios con jóvenes, sistemas relacionales y dialógicos que accionan posibilidades generativas, como es el fenómeno de la identidad en redefinición y cambio, esto conectado con la narrativa como performance y la creatividad de dispositivos narrativos, como fue para la investigación el baile.
Es importante reconocer las formas en que los jóvenes reconstruyen significados sobre la realidad, tal es el caso de significados alternos frente al contexto, la familia, las relaciones y la identidad, siendo esto un campo de análisis narrativo en el que los procesos autorreferenciales de los investigadores implican un acople emocional y contextual, donde los escenarios conversacionales constituyen instrumentos para encontrar caminos posibles frente a lo que parecía no tener solución.
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Notas
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Estudiante del programa de Psicología de la Universidad de Cundinamarca. Correo electrónico: mmafla@ucundinamarca.edu.co, https://orcid.org/000–00031-6967–4076. ↑
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Estudiante del programa de Psicología de la Universidad de Cundinamarca. Correo electrónico: kduarte@ucundinamarca.edu.co, https://orcid.org/000–00031-9846–5962. ↑
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Estudiante del programa de Psicología de la Universidad de Cundinamarca. Correo electrónico: yebarbosa@ucundinamarca.edu.co , https://orcid.org/0000–0003-2215–8936. ↑
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Mg. Psicología Clínica y de la Familia. Docente TCO Universidad de Cundinamarca. Correo electrónico: adavidgalindo@ucundinamarca.edu.co, https://orcid.org/0000–0002-1125–9400. ↑