El abuelazgo, una forma de crianza en la familia
Jessica Paola Obregón Patiño[1], Laura Evelia Torres Velázquez[2]
Universidad Nacional Autónoma de México
Resumen
El abuelazgo es una construcción social que se ha implementado en las familias debido a los cambios sociales, económicos y culturales que las afectan; su práctica da cuenta de las formas de crianza de las y los nietos, vinculadas con la responsabilidad, afecto, autoridad y la construcción de género, que se llevan a cabo en la vida cotidiana. El objetivo de la presente investigación fue dar cuenta del estilo de crianza de una abuela, quien se ha hecho cargo de la educación de su nieta. Se utilizó metodología cualitativa de corte comprensiva-interpretativa con el fin de rescatar los significados desde la voz de la participante, como técnica de recolección se utilizó la entrevista semiestructurada; los resultados se presentan con base en el análisis del contenido temático. Los principales hallazgos muestran que la crianza integra prácticas de cuidado, confianza, autoridad y afectividad; asimismo, se encontró que el género es un elemento que permea en todo tiempo estas prácticas.
Palabras clave: Abuelazgo, crianza, cuidado, afectividad, género.
Abstract
Grandparenthood is a social construction that has been implemented in families due to social, economic, and cultural changes that affect them. This practice accounts for the ways of raising grandchildren, linked to responsibility, affection, authority, and gender that take place in everyday life. The objective of this research was to analyze the parenting style of a grandmother, who took care of her granddaughter’s raising. A qualitative comprehensive-interpretive methodology was used to rescue the meanings from the participant’s voice. A semi structured interview was used as a collection technique. Results are presented based on the analysis of the thematic content. The main findings show that parenting integrates practices of care, trust, authority, and affection. Likewise, it was found that gender is an element that always permeates these practices.
Keywords: Grandmother, parenting, care, affectivity, gender.
Introducción
El concepto de familia denota la importancia de reconocer que es un término plural, con posibilidades de construcción y alejado, sobre todo en este momento histórico, de una mirada tradicional hegemónica donde solo está conformada por el padre, la madre y los hijos(as) (Pérez, 2011).
También implica concebir el concepto desde la pluralidad, considerando los cambios históricos, sociales, económicos, tecnológicos y culturales (Beck y Beck-Gernsheimm, 2012). De ahí que el posicionamiento teórico del cual se parte es el construccionismo, ya que desde esta postura se reconocen las diferentes posibilidades de construcción de la familia, validando los diferentes cambios que enfrenta y considerando siempre el momento histórico, la cultura y los significados de los diferentes integrantes (Gergen, 2012).
En este sentido, dentro de los cambios que visibilizan a la familia como un constructo dinámico, en el que se llevan a cabo procesos de legitimación de roles, se encuentra el abuelazgo o abuelidad. Noriega y Velasco (2013), Marín Rengifo y Palacio-Valencia (2015b) y Maldonado (2015), mencionan que, en España, en Colombia y en México respectivamente, el aumento en la esperanza de vida, la disminución en las tasas de natalidad, la inserción de la mujer en la vida laboral, los cambios en la nupcialidad, así como la convivencia en los hogares de tres o más generaciones a partir de los años ochenta, han posibilitado que los abuelos y abuelas tengan un papel activo dentro de la crianza y el cuidado de los y las nietas.
Diversos autores (Pérez-Duarte, 2014; Marín-Rengifo y Palacio-Valencia, 2015a; Marín-Rengifo y Palacio-Valencia, 2015b; Zapata, Castro y Agudelo, 2016) manifiestan que la función de los adultos mayores como abuelos dedicados a la crianza se ha incrementado; sin embargo, no tenemos un dato conciso de cuántos adultos mayores se dedican a la crianza, porque no hay una medida o censo que nos proporcione esta información (Kánter-Coronel, 2021). El índice de población de adultos mayores, el vivir en un domicilio diferente al de los hijos o vivir con los hijos e hijas, el ocuparse del hogar, el ser jubilado o pensionado, etc., no refleja la función del abuelazgo. Quizá hace falta que los gobiernos incorporen un indicador que nos permita conocer cuántos adultos mayores realizan la función del abuelazgo y las repercusiones familiares, sociales y económicas que esto ha tenido.
La legitimación del término abuelazgo invita a mirar por un lado las dinámicas familiares donde se llevan a cabo prácticas de crianza, cuidado, afectividad y autoridad en los nietos, por imposición, delegación, voluntariedad o negociación; y por otro lado, reflexionar cómo se construyen roles de maternidad o paternidad de los abuelos y abuelas, ya sea por responsabilidad o por sentimientos de afecto (González et al., 2010; Weisbrot y Giraudo, 2012; Maldonado-Saucedo, 2015), los cuales desde una mirada biologicista solo estarían reconocidos por la consanguinidad.
Dentro de los estudios de abuelidad se ha encontrado que existen diferencias con las prácticas de crianza y cuidado de los progenitores. La crianza ha sido relacionada con sentimientos de obligación y responsabilidad, pero implica un mayor sentimiento de carga emocional en las abuelas, ya que involucra el establecimiento de límites, tiempo y vigilancia de las actividades encomendadas a los nietos; incluso algunos abuelos y abuelas indican que son más flexibles con los nietos de lo que fueron con sus hijos e hijas. En el caso del cuidado, se relaciona sobre todo con espacios de tiempo cortos o esporádicos, en los cuales no existe un sentimiento de presión emocional (Weisbrot y Giraudo, 2012; Marín-Rengifo y Palacio-Valencia, 2015a; Marín-Rengifo y Palacio-Valencia, 2015b).
Ahora bien, un punto que es necesario resaltar es el estudio de género, ya que se ha encontrado que existen diferencias en las actividades y en el involucramiento emocional entre abuelos y abuelas con sus nietos y nietas (Osuna, 2006). En cuanto a las actividades que se realizan en conjunto, son las abuelas quienes realizan tareas escolares con sus nietos(as); mientras que los abuelos se centran en actividades recreativas y de ocio con ellos y ellas. Con respecto al involucramiento emocional, son las abuelas quienes los conocen más debido a la cercanía afectiva que construyen con sus nietos y nietas (Osuna, 2006; León et al., 2016).
Martínez-Espinoza y Gaxiola-Robles (2019), reportan algunos malestares en la práctica del Abuelazgo. Por ejemplo, a las abuelas, al ser mujeres, se les atribuye el cuidado y la atención de la familia; y, si no lo cumplen, generan sentimientos de culpa y algunos cuestionamientos e incomodidad en la familia extensa. Incluso cuando el motivo para no encargarse del cuidado de los nietos(as) sea por cansancio, enfermedad y/o molestias físicas como parte del proceso de envejecimiento, provocando en las abuelas un sentimiento de disminución para ejercer el cuidado; sin embargo, en muchas ocasiones acceden a encargarse del cuidado, aun enfermas o cansadas, para no ser cuestionadas, no sentirse culpables, o no parecer indiferentes ante la necesidad de los hijos o hijas de que les cuiden a su prole.
Dado lo planteado anteriormente, en este estudio consideramos importante dar cuenta del papel que los abuelos y abuelas han realizado en la crianza de sus nietos y nietas, en algunas ocasiones como cuidadores y en otras sustituyendo el papel de padre y/o madre. Por lo tanto, el objetivo de este trabajo es dar cuenta del estilo de crianza[3] de una mujer que es abuela, que se ha hecho cargo de su nieta y que realiza la función de abuelazgo.
Método
Participantes
Silvia[4] es una mujer de 58 años al momento de la entrevista, originaria del norte de la Ciudad de México. Tiene estudios de bachillerato y actualmente se dedica al hogar. Está casada desde hace 40 años con su esposo Luis, quien tiene 62 años; él es chofer de un tráiler en una empresa de paquetería. Juntos tuvieron dos hijos varones, el primero de ellos es Pedro de 39 años y el segundo es Gerónimo de 36. Silvia fue abuela por primera vez a los 37 años, ya que su hijo menor se hizo cargo de la crianza de una niña, hija solo de su pareja; después de un año Gerónimo procreó una hija con su pareja. Las edades actuales de sus nietas por parte de su hijo menor son de 21 y 20 años. Silvia no mantiene contacto con ellas, solo con Gerónimo vía telefónica y a veces cuando va a visitarla a su domicilio.
Hasta los 51 años Silvia se asume como abuela, cuando nace su nieta Teresa, hija de Pedro; a los 53 años ella decide (dadas las circunstancias) hacerse cargo, junto con su hijo mayor, de la crianza de su nieta Teresa. Actualmente Silvia, su esposo Luis, su hijo Pedro y su nieta Teresa de 7 años viven en un departamento propio en el Estado de México.
Pedro aporta económicamente para el mantenimiento del hogar y se hace cargo del sustento económico de su hija. Él tiene el bachillerato terminado y, al momento de la entrevista, trabaja como gerente en la misma compañía de paquetería en la que trabaja su papá. Silvia mencionó que tiene problemas de reumatismo en una mano y una pierna, lo cual hace que sufra de fuertes dolores cuando hace mucho frío.
Tipo de estudio
Se utilizó metodología cualitativa de corte comprensiva-interpretativa, ya que permite contextualizar los diferentes discursos, en este caso de la participante quien narra su experiencia de abuelazgo (Denzin y Lincoln, 2011). Asimismo, esta metodología permite, con base en sus discursos y acorde a las categorías de interés, realizar un análisis interpretativo de sus descripciones de vida cotidiana enfocadas al abuelazgo (Ito y Vargas, 2005).
Se utilizó como técnica de recolección de la información la entrevista semiestructurada, porque ayuda a conocer la información de los participantes, gracias a las descripciones coloquiales de su realidad y desde su perspectiva personal; asimismo, permite rescatar los significados que los participantes han construido sobre su experiencia en el tema a investigar (Martínez, 2006; Kvale, 2011). La entrevista semiestructurada se basó en 4 ejes de análisis: estilo de crianza, construcción de la maternidad o paternidad en los y las abuelas, el estudio de género y la incertidumbre ante la posibilidad de pérdida de la crianza de nietos-nietas.
Procedimiento
La invitación a formar parte del estudio se realizó por vía telefónica a la participante, en donde se mencionaron los propósitos de la investigación, la motivación y la importancia de mostrar la experiencia del abuelazgo. Asimismo, se hicieron puntualizaciones éticas donde se explicó la libertad para participar, la decisión de compartir cierta información o de abandonar el estudio en cualquier momento. Se enfatizó en que, si deseaba participar, se utilizaría un seudónimo para ella y para los participantes de su familia, con el fin de salvaguardar sus identidades. Se le mencionó la importancia de grabar la entrevista y se solicitó su permiso para hacerlo. Una vez que la participante brindó su consentimiento oral, se fijó la cita para realizar la entrevista vía telefónica.
Se eligió el análisis de contenido temático, ya que permite realizar interpretaciones de las descripciones del mundo de los participantes, considerando su contexto social y la perspectiva personal. Para realizarlo, se llevó a cabo la transcripción, codificación y categorización de las unidades de información, obtenidas con base en la similitud de su significado (Vázquez, 1996).
Resultados
Los resultados de este estudio se van a presentar con base en 4 ejes de análisis: estilo de crianza de los y las abuelas y sus componentes (crianza, cuidado, afectividad, autoridad); construcción de la maternidad o paternidad en los y las abuelas; el estudio de género, como elemento presente en las prácticas de crianza, e incertidumbre ante la posibilidad de pérdida de la crianza de nietos-nietas:
Estilo de crianza (crianza, cuidado, afectividad, autoridad)
El estilo de crianza es la forma en la cual la familia incorpora elementos que considera importantes para enseñar y educar a los hijos e hijas; involucra todo aquello que los padres y madres consideran que deben incluir para formar a los infantes en personas autónomas e independientes. Aguirre (2000) e Izzedin y Pachajoa (2009) consideran que la crianza es ese proceso que facilita al niño y a la niña incorporarse y desenvolverse adecuadamente en la sociedad.
La crianza surge en la vida de hombres y mujeres cuando se enfrentan al nacimiento o adopción de un infante que estará desde ese momento a su cargo. Sin embargo, en el caso de los adultos mayores, ellos no toman la decisión de ser abuelos; entonces, ¿qué pasa cuando por segunda vez a estos hombres y mujeres se les presenta la oportunidad de ejercer la crianza? Los adultos mayores generalmente toman la decisión de ayudar a sus hijos o hijas por tener una relación afectiva con sus nietos(as) o bien, porque se los dejaron debido a que, en muchas ocasiones, sus hijos e hijas no planearon o previeron lo que implicaría en sus vidas y actividades la llegada de un infante.
Este es el caso de Silvia, quien menciona que accedió a hacerse cargo de la crianza de Teresa debido a la falta de cuidado que le tenía su nuera. Ella narra que cuando la llevaban a su casa observaba que la niña presentaba siempre un estado de desnutrición, por lo que un día le dijo a su hijo que se la trajera a su casa y ella se haría cargo de su cuidado. Esta decisión vino acompañada de cierto nerviosismo debido a que reconocía que ya había perdido la práctica de cuidar a un menor:
… sí le entraban a uno nervios, como que ya perdiste la costumbre… pues lo vuelves otra vuelta a retomar, pero… pues ahora sí que… adaptándose poco a poco, ya fue como que realmente nos ubicamos en lo que era.
Resulta interesante que Silvia mencione “perdiste la costumbre” como un elemento importante que le genera cierto nerviosismo; con ello se puede mencionar que las prácticas de cuidado una vez, que se aprenden con los hijos e hijas, solo hace falta recordarlas para llevarlas a cabo con los nietos. Es decir, la crianza (en este caso de Teresa) fue posible gracias a las constantes actividades que se realizaron años atrás y que ahora, al ser recordadas en la práctica, permiten esta adaptación y un sentimiento de seguridad que contribuye a disminuir la posible ansiedad; lo cual deja entrever que Silvia, ahora como abuela, construye nuevamente un papel de responsabilidad como parte del cuidado de su nieta.
Cabe recordar que los estudios de la abuelidad marcan una diferencia entre la crianza y el cuidado, ya que señalan que la crianza tiene que ver sobre todo con un sentimiento de obligación, carga emocional y responsabilidad; mientras que el cuidado tiene que ver con lapsos de tiempo corto o esporádico, donde no existe presión emocional (Weisbrot y Giraudo, 2012; Marín-Rengifo y Palacio-Valencia, 2015a). Sin embargo, consideramos que crianza y cuidado no se pueden separar, ya que el cuidado es uno de los elementos del estilo de crianza, el cual forma parte del proceso de preparar al niño y a la niña no solo para desenvolverse en sociedad, sino que implica atenciones físicas, emocionales y sociales; por su parte, el cuidado no solo puede catalogarse con base en los periodos de tiempo corto, ya que con ello se da por entendida una postura pasiva ante el otro, desde una temporalidad. Desde nuestra perspectiva, el cuidado implica una acción, un actuar de la persona que cuida, así como una responsabilidad consigo misma y con los otros, en este caso los nietos y nietas, tal como se observa en lo referido por Silvia:
Pues la relación está en que la cuido, en parte porque es hija de Pedro y porque realmente para mí significa demasiado, y no quiero verla que se enferme para nada, en nada, porque yo cuando se enferma por cualquier cuestión, entro en desesperación… me pongo a llorar con ella y ya la abrazo… y así hasta que se tranquiliza… y hasta que se me pasa, no sé si sean cuestiones normales o sea cosa mía… pero realmente para mí vale mucho.
En su discurso se puede advertir que Silvia relaciona el cuidado, la crianza y el afecto, ya que muestra la dedicación que tiene cuando su nieta Teresa está enferma. También se evidencian las atenciones físicas y emocionales que tienen que ver con la crianza y el cuidado mediado por la construcción de género, ya que se ha socializado que las mujeres son las responsables del cuidado de la salud (Lagarde, 1996).
Ahora bien, otro punto importante dentro de la crianza es la demostración de afecto traducido en emociones y sentimientos, los cuales pueden contribuir no solo a la posibilidad de identificarse como abuelos, sino de apropiarse de un rol diferente, en este caso el de madre, tal como comparte la participante:
… hasta que la niña nació es como yo empecé a sentir que para mí era muy importante… muy muy mucho muy fuerte el cariño hacia ella porque era como que si fuera mi hija, mi propia hija que yo hubiera tenido; entonces fue para mí muy importante y hasta la fecha es muy importante.
Sin embargo, esto no aplica para todas las nietas de Silvia, ya que menciona:
No, como que es más confianza [con Teresa] que con la [nieta] más grande porque con la otra casi no nos vemos, o sea nos vemos cada quince días o dos veces al mes, así diario, diario no nos vemos. A Úrsula [nieta más grande] pues sí la quiero, pero es un poquito menos la convivencia, si estuviera aquí yo creo que sería igual; pero como la tienen todo el tiempo como quien dice encerrada, uno no se puede poner contra lo que la mamá diga, aunque uno quisiera lo contrario ¡pues no se puede! No vas a pasar por encima de la autoridad de la mamá. Si estuviera más cercana, a lo mejor si se diera un poquito más la confianza y se llegaría al extremo que se está llegando ahorita con Teresa y sería más agradable, pero pues desgraciadamente, pues no se puede.
Entonces, ¿qué hace que la relación de afecto varie de una nieta a otra? Silvia lo atribuye a la cercanía, a la convivencia; ella señala que, si conviviera más con su otra nieta, podría llegar a tener la misma relación con las dos. De acuerdo con Zapata, Castro y Agudelo (2016), la crianza de los abuelos se caracteriza más por la afectividad que por la responsabilidad, a diferencia de la crianza de las madres y los padres. Sin embargo, en este caso observamos que están presentes tanto la responsabilidad como el afecto, lo cual favorece que Teresa y Silvia construyan con el paso del tiempo diferentes roles.
Otro de los elementos relevantes que tienen que ver con la crianza es la autoridad, ya que ejercer la autoridad en la familia significa tomar la responsabilidad de vigilar, conducir y guiar a las y los hijos con el fin de lograr su mejor desarrollo, por lo que resulta significativo considerar en la crianza de los abuelos quién ejerce esa autoridad. Silvia nos comenta al respecto:
Que sí luego la regaño y demás, pero por lógica, ¿no? Pero así si siento mucho, de que si se enferma tantito yo quisiera que no le pasara nada, que todo lo malo que le pasara le pasara a uno, y no a ella. Pero ¿quién sabe si sea normal eso? Yo creo que puede ser una cuestión normal y que hay mucha gente que diga que estoy exagerando, pero yo hago las cosas como las siento, porque siento que las cosas son importantes. Y ya todo lo demás, es como dice mucha gente que exageramos, pero para nosotros es lo que sentimos.
Yerro (2013) señala que las y los abuelos suelen tener una relación menos tensa con sus nietos y nietas, al establecer relaciones de autoridad diferentes a las que tienen con sus progenitores, lo que les permite mejores posibilidades de cuidar y atender a los infantes. En el discurso de Silvia encontramos lo que señala el autor, al ejercer Silvia la autoridad con menor tensión y buscando el mayor bienestar de la niña.
Construcción de la maternidad o paternidad en las y los abuelos
Así como los hombres y las mujeres no nacen como padres y madres, e incluso cuando las y los abuelos ya ejercieron la paternidad, los roles familiares son dinámicos y flexibles, pues se van construyendo en la cotidianidad, en la cercanía y en el afecto; esto aunado a que los padres se hacen a un lado y otorgan o delegan la crianza a los abuelos, de modo que se pueden asumir roles diferentes, tal como se observa en lo compartido por Silvia:
… muy muy mucho muy fuerte el cariño hacia ella porque era como que si fuera mi hija, mi propia hija que yo hubiera tenido… No, yo a la niña la empecé a sentir mía desde el momento en que había nacido. Y de hecho a mí no me importó, ahora si… lo que haya sido su mamá, porque para mí la niña vale mucho, es muy importante en mi vida. La niña tenía año y medio cuando ya se quedó aquí con nosotros. No seré su mamá de la niña, pero no se vale porque yo la he educado.
Este rol de madre asumido por Silvia no solo es identificado por Teresa, sino también defendido por ella, tal como se observa a continuación:
…a mí no me ve como su abuelita, me dice mamá. Y es como dicen los muchachos, mis hijos, que como ellos me dicen mamá, la niña oye, pero no es eso, porque incluso cuando salimos hace como un mes a comprar unas materias primas la señora le dijo a la niña ¿oye no le vas a comprar un dulce a tu abuelita? Y ella dijo ¡ella no es mi abuelita, ella es mi mamá! Y bien enojada que le contestó a la señora. Y mi marido me dice y ¿por qué no dijo lo mismo de mí, que soy también su papá? Nada más a mí dice que yo no soy su abuelita sino su mamá.
Silvia refiere que la niña le dice mami y es algo que a ella le complace, porque ocupa ese lugar por el cuidado y crianza que le ha dado, aunque los hijos justifican que es porque los oye a ellos decirle así. Sin embargo, la relación que se va formando es de afecto, de cuidado una con otra, de confidentes cada vez más cercanas, con las características que tendría una relación madre-hija; a diferencia de la relación con su esposo, al cual la niña lo define como su abuelo, lo cual es comprensible porque ella al vivir también con su papá, resalta esta figura desde el plano afectivo.
El estudio de género, elemento presente en las relaciones de crianza
De acuerdo con Osuna (2006) y León et al., (2016), el género permea las actividades y el involucramiento emocional entre abuelos y abuelas con sus nietos y nietas. En este sentido, se encontraron coincidencias con los autores, ya que Silvia es quien, como mujer, se encarga no solo de realizar las tareas escolares con su nieta, sino de todo lo que implica el proceso de enseñanza y aprendizaje. También influye el hecho de que su nuera no esté presente en la vida de su nieta, así como de contar con la ayuda y aceptación de su hijo en la crianza; por ello, a Silvia se le ha facilitado el cuidado y disciplina en la crianza de Teresa:
De organización es lo mismo solo que se siente un poquito más pesado, es que por ejemplo en las cuestiones de las tareas de la televisión, es más pesado porque mandan, o sea mandan la tarea de la programación que hay en la televisión, incluso las maestras mandan tareas y es más pesado porque este… hay que organizar el tiempo para que este… resuelva uno las tareas de la televisión, las tareas de la escuela y lo que tiene uno que hacer en la casa. Pedro [su hijo y padre de la niña] ha estado al pendiente, es él el que se ha contactado con ella para entregar las tareas, es por medio de fotografías es lo que hacemos nosotras, por decir él nos manda mensajes y nosotras le mandamos las fotos o algo para que vea la maestra.
Si bien se le ha facilitado el cuidado y la disciplina de su nieta, esto no implica que Silvia no esté cargada también de otras actividades enfocadas al mantenimiento del hogar, ya que menciona en su discurso lo “pesado” que es organizarse con las tareas escolares y el “quehacer en la casa”. La sobrecarga de actividades domésticas enfocadas a la limpieza y la alimentación, que son delegadas a las mujeres como parte de un papel social de género, ha sido evidenciado sobre todo en este periodo de confinamiento (Valle-Morfin et al., 2021), lo cual puede generar consecuencias adversas en la salud de las mujeres.
Este aspecto de sobrecarga aparece de forma reiterada en lo compartido por Silvia; se ven los esfuerzos que hace para tener un rato de juego y tiempo libre para estar con su nieta, aspecto que en ocasiones los padres no consideran importante, o al tener como prioridad la provisión alimentaria, se deja de lado:
Pues de hecho hay veces que me levanto como a las 5 de la mañana o algo así, para que me dé tiempo de hacer un poquito de quehacer y prevenir las cosas para la comida. … yo me levanto más temprano de lo que acostumbro para que me ponga un poquito a recoger, y ver qué es lo que voy a hacer de comer y tener un tiempo libre para ella [se refiere a su nieta]. Sí juego con ella, que a las escondidillas, que a las estatuas de marfil, que a la pelota y estoy ahí corriendo con ella para que no se sienta tan así, le digo yo también me distraigo. O también nos ponemos ahí como mensas a cantar, ahí estamos las dos locas grite y grite [risas de ella], estamos las dos descansando un poquito de la televisión.
Otro aspecto donde el género está presente es en el establecimiento de actividades para educar a Teresa dentro del contexto familiar, las cuales están dentro del posicionamiento hegemónico, porque asumen que ella debe aprender a hacer el quehacer, porque es mujer:
Pues sí recoge la mesa, o está así de que va a lavar los trastes ¡aunque se moja todita, todita! Pero ella según lava los trastes, o luego me ve que voy a lavar y ya me dice: te ayudo a lavar. Y luego ya va y me dice te ayudo, y le digo, tú me vas a pasar la ropa ¡al fin que ya no está mojada! Y ya tú la vas metiendo ya que está seca y ya así nos la vamos llevando. Bueno más que nada lo primero es irse a la escuela, ya aquí en la casa es que se pone a recoger la mesa o a barrer.
Y estas directrices al parecer han tenido éxito, ya que también Silvia menciona más adelante en su discurso:
… cuando yo vine, cuando me fui nada más dejé medio barrido y ya cuando yo llegué ¡ya estaba hasta trapeado! Y dice: mami ya te trapie para que nada más… ya no te canses… para que ya no hagas nada, ya descansa porque hasta vienes sudando mucho.
Con lo anterior se ejemplifica que es en la crianza donde se reproducen los estereotipos de género, en donde se instruyen a niños y niñas en el papel que deberán jugar socialmente como hombres y mujeres, esto por medio de las actividades cotidianas en donde se enseñan, modelan y se vigila su cumplimiento; y como se observa en este caso, se va interiorizando el papel de género.
En este punto cobra sentido lo expuesto por Zapata, Castro y Agudelo (2016), quienes comentan que la crianza es un proceso intergeneracional en el cual se exteriorizan en el infante las costumbres, creencias, modos de ver y vivir la vida; en este caso basado en ideas hegemónicas de estereotipos de género. No obstante, consideramos que la crianza implica también un ejercicio reflexivo del tipo de creencias que dan vida a las relaciones de cuidado, afectividad y autoridad, considerando la perspectiva de género con el fin de no replicar prácticas basadas en estereotipos hegemónicos.
Finalmente, son notorias las diferencias que Silvia continuamente señala con respecto al ser mujeres y ser hombres; ella se siente a gusto con su nieta porque las dos son mujeres y percibe que, aunque su esposo se lleva muy bien con la nieta, no es lo mismo, porque él es hombre y la nieta mujer. Una vez más vemos sesgos de género en la crianza[5], porque se ha considerado que las relaciones entre el mismo género son mejores que la relación entre los géneros.
Pues sí le ha brindado un poquito de confianza pero como que ella es un poquito más…más ¿cómo se puede decir? Como que por el hecho de ser mujer, como que se retrae un poquito más de acercarse mucho a ellos…por desconfianza de qué pueda haber o no sé. Pero es que también como desde niñita, desde que empezó a entrar al kínder le dijeron que como mujercita debe de darse su lugar, y es lo que me imagino que ella hace; incluso le dijo si quieres que te respete me respetas porque yo no quiero ser grosera contigo, así que me respetas.
La relación con el abuelo es buena; sin embargo, Silvia tiene claro que la niña, como mujer, no puede tener una relación más estrecha con su abuelo, por el orden hegemónico de género, el cual no es cuestionado en esta familia.
Sí la abraza, se la lleva él solito (el abuelo) a jugar bicicleta, a jugar al parque, a patinar, a jugar basquetbol. Y ella en sus momentos vienen abrazados, o que vamos al mercado vienen ahí platicando, ¡no sé de qué platican! [risas] pero vienen los dos platicando y de la mano, pero cada quien en su lugar, porque ella sabe que cada uno debe estar en su lugar.
En este relato, podemos observar que tanto para Silvia, como para su esposo y sus hijos está claro el papel de género que deben jugar los hombres y las mujeres; está claro que así debe ser, sin cuestionar, ni repensar. Se da por hecho el modelo hegemónico de la diferencia y desigualdad sexual.
Ahora bien, algo que no se encontró en la revisión de la literatura que se hizo sobre abuelazgo, es la incertidumbre que pueden experimentar las abuelas ante la separación de las y los nietos, lo cual sí se encontró en el presente estudio. A continuación, damos cuenta de este tema y de la importancia que tiene en la relación abuela- nieta.
La incertidumbre ante la posibilidad de pérdida
La información obtenida en la entrevista que se realizó a Silvia permite visibilizar los límites que tiene el parentesco de los abuelos para la crianza de los nietos-nietas, pues tanto la guarda y custodia como la patria potestad legalmente se otorga a los padres biológicos en primer término, y solo ante la ausencia o incapacidad de estos se puede otorgar a los abuelos y abuelas, después de la realización de un cuidadoso estudio psicosocial, en el cual se acredite su capacidad para encargarse de la crianza, procurando el bien superior del menor.
Recordemos que un menor es una persona en desarrollo, del cual nuestra legislación buscará en todo momento el mejor entorno en el cual logrará su óptimo desarrollo; es así como la patria potestad y la guarda y custodia solo las otorga una autoridad competente; en el caso de Silvia, existe la madre biológica de su nieta, aunque decidió no hacerse cargo de su hija, pues se fue y abandonó a la pareja y a su hija, también existe el padre biológico que se hace cargo (junto con su madre) de su hija. Esto deja a Silvia en una indefensión legal, pues no se le ha otorgado mediante decisión jurídica la crianza de la nieta, así es que su labor está en función de que su hijo esté presente; sin embargo, ante una demanda de la madre o familia materna, la autoridad competente puede optar por otorgarle a la madre o a su familia la guarda y custodia.
Silvia manifiesta en la entrevista su incertidumbre y temor constante, sobre todo cuando se da cuenta de que la familia materna se acerca a la niña o mencionan que quieren relacionarse con ella. Con respecto a este punto, es importante comprender y resaltar que a pesar de que estos límites sean construidos afectivamente en la cotidianidad, existe un marco jurídico que regula las relaciones de crianza que hacen los abuelos y abuelas, las cuales pueden ser modificadas.
La situación civil de madre y padre, en conjunto con los derechos que cada uno puede tener sobre sus hijos e hijas, es uno de los aspectos que también influye en la relación entre nietos, nietas, abuelos y abuelas. Este es el caso de Silvia, ya que debido a la forma en que llegó su nieta a su vida, la cual de acuerdo con su discurso, está marcada por la indiferencia de su madre biológica y demás familia materna; ahora Silvia muestra enojo y cierta incertidumbre en que la relación con su nieta pueda cambiar debido a la posible cercanía con su familia materna, tal como se muestra a continuación:
…cuando la niña estaba más chiquita no apareció ni mamá ni abuelitos ni nada, y ahorita sí que la niña está más grande ¡se aparecen todos! ¡no se vale! ¡Nunca, nunca! [Tono de voz alto y enojada] Porque desde el momento que Pedro [papá de Teresa] le hizo su bautizo y su primer año en los videos estamos nosotros nada más, ahí no aparece para nada su mamá. De hecho, cuando la niña cumplió un año que se hizo la fiesta para la convivencia con la niña, nunca se acercó la mamá para nada, o sea que ha visto que en fotografías está Pedro cargándola, o yo, o mi marido o mi otro hijo, pero nunca su mamá, nunca. Cuando la niña que estaba más chiquita no apareció ni mamá ni abuelitos ni nada y ahorita sí que la niña está más grande ¡se aparecen todos! ¡no se vale! Porque desgraciadamente en algún momento la niña necesitó la atención que necesitaba y nadie se prestó y ahorita que ya está más grande ¡tiene abuelito, abuelita, tíos, tías! ¿de dónde salió? ¡quién sabe! [Tono de voz de enojo] yo pienso que eso no se vale.
Ahora bien, este enojo puede esconder cierto miedo de perder la relación tan cercana y significativa que ahora tiene con su nieta, ya que en realidad ambas, como se observó anteriormente en los discursos, conciben su relación como madre-hija. Ante esta preocupación e incertidumbre de perder a la niña, Silvia comparte sus emociones y sentimientos con las maestras de la escuela de su nieta; se observa que ellas saben de la situación por la que atraviesa esta familia, y se puede ver la finalidad de compartir lo que sucede, tener cierta aprobación, apoyo y tranquilidad de personas externas a la familia:
… desde que ella empezó a ir al kínder que la niña era mía totalmente mía , porque me decían las maestras, me empezaron a decir que en las condiciones en que usted está de salud y junto con toda la situación de que la niña y las actividades que vienen, que tienen que hacer como padres dice, usted es la que está al frente de todo ese detalle y por ese lado pues no se preocupe lo que pase, o que quieran amenazarla, la niña es de usted, porque usted la ha visto, usted la ha cuidado y en todo punto, y por eso es de que en mí se ha estrechado más, ahora sí se puede decir la confianza entre ella y yo. Ahora sí que doy hasta mi vida, pues para mí es mucho, mucho muy importante la relación que tenga yo con ella.
Asimismo, se puede observar que para Silvia existe la creencia de que hay un tiempo de vigencia para la construcción de lazos afectivos, de responsabilidad y de cercanía hacia los infantes, en este caso hacia su nieta; y en este momento para ella es incomprensible e imposible que se formen estos vínculos con su familia materna. Sin embargo, este reclamo sigue mostrando el miedo a la pérdida de la relación y construcción de lazos afectivos con su nieta.
Finalmente, es importante puntualizar que la participante no manifiesta malestares debido a la crianza, aunque sí menciona su cansancio y las maestras de la escuela de Teresa hablan de su estado de salud; sin embargo, ella no habla al respecto, quizá porque no es una persona mayor todavía, pues cuenta con 58 años y en la entrevista señala que desde antes de los 40 años fue abuela; no obstante, fue hasta los 51 años cuando nació Teresa y a los casi 53 cuando se hizo cargo de su crianza. Consideremos que una mujer de esa edad y habiendo tenido dos hijos, todavía tiene fortaleza física y emocional; quizá esa sea la razón por la que Silvia no habla de los malestares físicos que le causa la crianza de Teresa.
Zapata, Castro y Agudelo, (2016), aludiendo a Megías y Ballesteros (2011), mencionan que actualmente los abuelos tienen una gran implicación en el cuidado y educación de los nietos, e incluso proporcionan ayuda financiera debido a las dificultades que los padres tienen por las horas de trabajo, el trabajo extradoméstico de las mujeres, las separaciones o divorcios y los problemas económicos que atraviesan. De esta forma, en muchas ocasiones la crianza que ellos ejercen es el resultado de una falta, ya sea del padre o de la madre, o de ambos; por lo que los abuelos, en esta tarea de crianza, se esmeran en un proyecto educativo que garantice la autonomía, independencia y madurez del infante, tanto física como psicológica y social.
Reflexiones finales
En este trabajo hemos analizado el estilo de crianza de una mujer que se encuentra al cuidado de su nieta; los hallazgos se organizan de acuerdo a cuatro ejes: el estilo de crianza, la construcción de la maternidad o paternidad en los y las abuelas, el estudio de género y la incertidumbre ante la posibilidad de pérdida de la crianza de nietos-nietas.
Entre los resultados relevantes encontramos que la crianza de los abuelos está basada en la autoridad, disciplina y más aún en la afectividad; la diferencia con la crianza de los padres es que los abuelos deciden involucrarse en este compromiso con sus nietos o nietas y que lo hacen con mayor afectividad, es una segunda oportunidad de crianza, en donde tratan de enmendar los errores, bajar el estrés y expresar más su afecto, a diferencia de lo realizado como padres y madres.
También encontramos una crianza más relajada, porque contaban con la aprobación de su hijo en el cuidado y atención de Teresa, y en lo económico no tenían problemas, debido a la presencia del padre de la niña que aportaba económicamente.
Es también relevante la forma en que los estereotipos de género emergen en los discursos, en las prácticas, en las creencias y en la disciplina; los papeles de ser hombre y mujer se inculcan desde la crianza, por lo que pudimos observar que Teresa, con apenas 7 años, ya los tiene bien cimentados, incluso se asume en ocasiones como mamá de su papá, como cuidadora y defensora de su abuela, con reservas y recatos en su conducta con su tío, su papá y su abuelo por ser varones, así como confidente de su abuela por el hecho de ser mujeres.
Otro aspecto para resaltar y que no encontramos en la literatura revisada es la incertidumbre que pueden vivir los abuelos y abuelas ante la posibilidad de una separación definitiva de sus nietos, esto a pesar de haber construido a través del tiempo y de forma cotidiana una crianza responsable y afectiva. Como se sabe, en este contexto las personas a las que se les otorga con mayor frecuencia la guarda y custodia son al padre y la madre; por lo cual la abuela enfrenta este constante sentimiento de miedo, debido a la desconfianza de que su nuera la aleje de su nieta.
Este panorama invita a reflexionar sobre la necesidad de realizar más investigaciones para contribuir en la construcción de un marco jurídico que reconozca legalmente este tipo de vínculos, que proteja la actividad de Abuelazgo que realizan los adultos mayores, que proteja el sano desarrollo de los niños y niñas que han sido criados por los abuelos, ya sea por la ausencia de los padres o por su abandono. Es necesario contar con elementos suficientes para que se regule legalmente la actividad de crianza que hacen los abuelos y no solo se vea como una ayuda, sin otorgarles derechos y obligaciones. Puesto que el incremento de la esperanza de vida plantea a nivel mundial un gran desafío familiar, social, económico y sanitario, tal como lo plantean Leiva et al. (2020), que deberá ser atendido por el gobierno en beneficio de su población, en este caso en beneficio de los abuelos y abuelas que se dedican a la crianza de sus nietos y nietas.
Dentro de las limitaciones que se enfrentaron en nuestro estudio fue que no se contó con un consentimiento informado escrito debido a la situación de salud actual del Covid-19. Sin embargo, se explicó a la participante el objetivo del estudio, el tratamiento que se iba a dar a la información y el derecho que tenía para abandonar o terminar la entrevista en el momento que lo quisiera, y verbalmente ella mencionó que entendía la información y que decidía participar.
Otra limitación pudo ser el que solo tuvimos una participante; sin embargo, la información recabada fue suficiente para abordar los aspectos más relevantes que se muestran en la literatura y además se identificó un elemento más que no se había encontrado, que es la incertidumbre por perder a la nieta, en el sentido de que regrese la madre o la familia materna quiera tener la custodia.
Entre las sugerencias para futuras investigaciones es importante considerar también la experiencia de los abuelos dentro de este proceso de crianza, ya que consideramos que el género es una pieza clave que está presente en las diferentes prácticas dentro de la familia, así como buscar más participantes que nos puedan dar información sobre su vivencia, para ir construyendo estos estilos de crianza que se presentan en el Abuelazgo.
Finalmente, consideramos importante ir construyendo los estilos de relaciones afectivas, de cuidado y de crianza sobre el Abuelazgo para que esta figura, que muchos adultos mayores están llevando a cabo, pueda ser reconocida jurídicamente para defender sus derechos y normar sus obligaciones, al mismo tiempo de que se proteja el desarrollo y bienestar de los infantes.
Referencias
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Notas
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Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico obrepat82@yahoo.com.mx ↑
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División de Investigación y Posgrado UIICSE, Facultad de Estudios Superiores Iztacala, Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico lauratv@unam.mx ↑
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Sin embargo, no concebimos el estilo de crianza del abuelazgo dentro de la clasificación que se han realizado sobre la parentalidad (Jorge y González, 2017); en este trabajo vamos a ir construyendo el modo, el estilo y la forma de crianza desde el ser abuelo o abuela. ↑
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Los nombres de las y los participantes han sido cambiados para proteger su identidad. ↑
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El sesgo de género según el glosario para la igualdad del Instituto Nacional de las Mujeres se refiere a la omisión sobre las conceptualizaciones de las mujeres, los hombres y las relaciones de género en un determinado objeto o problemática de estudio
(https://campusgenero.inmujeres.gob.mx/glosario/) ↑