El estigma hacia los pacientes psiquiátricos: una revisión bibliográfica Descargar este archivo (El estigma hacia los pacientes psiquiátricos: una revisión bibliográfica.pdf)

Alma Alberta Martínez-Castillo[1] y Francisco Javier Rosas Santiago[2]

Instituto de Investigaciones Psicológicas, Universidad Veracruzana

Resumen

Este tra­ba­jo pre­sen­ta una revi­sión biblio­grá­fi­ca sobre diver­sas for­mas de expre­sión de dis­cri­mi­na­ción y recha­zo hacia pacien­tes con algu­na enfer­me­dad men­tal gra­ve. El estig­ma hacia este gru­po de per­so­nas dis­mi­nu­ye las opor­tu­ni­da­des de acce­so a tra­ta­mien­tos médi­cos y afec­ta los pro­ce­sos de recu­pe­ra­ción. Diver­sas inves­ti­ga­cio­nes han encon­tra­do que la pobla­ción gene­ral, el per­so­nal de salud, la fami­lia y los ami­gos cer­ca­nos a pacien­tes psi­quiá­tri­cos, les per­ci­ben con fre­cuen­cia como peli­gro­sos e impre­de­ci­bles. Los pacien­tes lle­gan a intro­yec­tar este tipo de acti­tu­des obser­va­das en su entorno y auto estig­ma­ti­zar­se. Actual­men­te se espe­ra que el tra­ta­mien­to psi­quiá­tri­co se lle­ve a cabo prin­ci­pal­men­te en el ámbi­to fami­liar y comu­ni­ta­rio, por lo que han aumen­ta­do los esfuer­zos por com­pren­der y dis­mi­nuir las con­duc­tas de dis­cri­mi­na­ción hacia este gru­po de per­so­nas. Se pre­sen­ta un bre­ve aná­li­sis de las inter­ven­cio­nes psi­co­so­cia­les que han mos­tra­do efec­tos en la dis­mi­nu­ción del estig­ma.

Pala­bras cla­ve: tras­torno men­tal, estig­ma, recha­zo, dis­cri­mi­na­ción.

Abstract

This work pre­sents a biblio­graphic revi­sion of diver­se forms of dis­cri­mi­na­tions and rejec­tion towards patients suf­fe­ring from some serious men­tal disea­se. The stig­ma towards this group of peo­ple redu­ces the oppor­tu­ni­ties to get access to medi­cal treat­ment and affects the pro­ces­ses of reco­very. Various research had found that the popu­la­tion in gene­ral, medi­cal per­son­nel, family, and clo­se friends of psy­chia­tric patients, per­cei­ve them as dan­ge­rous and unpre­dic­ta­ble. The patients inter­na­li­ze the­se atti­tu­des expres­sed around them and as a result they self-stig­ma­ti­ze them­sel­ves. Nowa­days, it is expec­ted that the psy­chia­tric treat­ment be carried out mainly in the fami­liar and com­mu­nity sphe­re, and for that reason the­re are grea­ter efforts to unders­tand and dimi­nish dis­cri­mi­na­tory beha­vior towards this group of peo­ple. Here we pre­sent a brief analy­sis of psy­cho­so­cial inter­ven­tions that have shown effects in decrea­sing the stig­ma.

Key­words: men­tal disor­der, stig­ma, rejec­tion, dis­cri­mi­na­tion.

Introducción

Es fre­cuen­te que las per­so­nas con algún tras­torno men­tal sean recha­za­das por la socie­dad (Thor­ni­croft, Rose, Kas­sam, y Sar­to­rius, 2007; De Sou­sa, Mar­ques, Curral, y Quei­rós, 2012). La dis­cri­mi­na­ción que expe­ri­men­ta este gru­po de per­so­nas tie­ne peo­res con­se­cuen­cias que la mis­ma enfer­me­dad (Thor­ni­croft, et al., 2016). Por ello, inter­ve­nir psi­co­ló­gi­ca­men­te para redu­cir la dis­cri­mi­na­ción y el recha­zo hacia las per­so­nas con algún tras­torno men­tal es una estra­te­gia esen­cial para favo­re­cer la salud de los pacien­tes psi­quiá­tri­cos.

Trastorno mental

Se con­si­de­ra tras­torno men­tal a un con­jun­to de pato­lo­gías que se carac­te­ri­zan por pre­sen­tar per­tur­ba­cio­nes o alte­ra­cio­nes en el pen­sa­mien­to, la per­cep­ción, las emo­cio­nes, la con­duc­ta y las rela­cio­nes con los demás (OMS, 2019). Estas alte­ra­cio­nes en la rela­ción con los demás son cau­san­tes de pro­ble­mas a nivel fun­cio­nal en el tra­ba­jo, en casa y en la escue­la (Maga­lla­res, 2011).

En este artícu­lo nos refe­ri­re­mos a los tras­tor­nos men­ta­les gra­ves, como son los tras­tor­nos del espec­tro de la esqui­zo­fre­nia y otros tras­tor­nos psi­có­ti­cos; los tras­tor­nos depre­si­vos; el tras­torno de ansie­dad, el tras­torno afec­ti­vo bipo­lar; la demen­cia; las dis­ca­pa­ci­da­des inte­lec­tua­les y los tras­tor­nos del desa­rro­llo como el autis­mo; un tras­torno es con­si­de­ra­do gra­ve cuan­do se detec­tan varios sín­to­mas con­si­de­ra­dos gra­ves y pro­du­cen un impor­tan­te dete­rio­ro de la acti­vi­dad social o labo­ral (Aso­cia­ción Ame­ri­ca­na de Psi­quia­tría, 1995).

Prevalencia de los trastornos mentales

Pade­cer algún tras­torno men­tal no es tan poco común como se pen­sa­ría, pues una gran pro­por­ción de la pobla­ción ha pre­sen­ta­do algún tras­torno men­tal a lo lar­go de su vida. Según la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud (OMS, 2004) en el mun­do exis­ten más de 450 millo­nes de per­so­nas diag­nos­ti­ca­das con algún tras­torno men­tal o de la con­duc­ta. Los tras­tor­nos con mayor inci­den­cia en el mun­do son los rela­cio­na­dos con la ansie­dad y la depre­sión, dos pade­ci­mien­tos que para 2017 habían pro­vo­ca­do dete­rio­ro fun­cio­nal y pér­di­da de la acti­vi­dad social en más de 500 millo­nes de per­so­nas (OMS, 2017). Ante este pano­ra­ma, la Orga­ni­za­ción Pan­ame­ri­ca­na de la Salud/OMS (2011) refie­ren que los tras­tor­nos men­ta­les son con­si­de­ra­dos un pro­ble­ma de salud públi­ca debi­do a que están pre­sen­tes en todas las regio­nes del mun­do, no hacen dis­tin­ción de edad, sexo, o nivel social, eco­nó­mi­co o cul­tu­ral, y cons­ti­tu­yen una de las tres prin­ci­pa­les cau­sas de mor­ta­li­dad entre las per­so­nas de 15 a 35 años, por sui­ci­dio.

La desinstitucionalización del paciente psiquiátrico

La aten­ción a este pro­ble­ma de salud públi­ca por par­te de los hos­pi­ta­les psi­quiá­tri­cos resul­tó ser poco efi­caz en la reha­bi­li­ta­ción del pacien­te, lo que hizo nece­sa­ria la rees­truc­tu­ra­ción de la aten­ción psi­quiá­tri­ca. Dicha rees­truc­tu­ra­ción pro­po­ne la desins­ti­tu­cio­na­li­za­ción de los ser­vi­cios de salud men­tal y el desa­rro­llo de estos a nivel comu­ni­ta­rio. De este modo, la aten­ción de los pacien­tes psi­quiá­tri­cos favo­re­ce cada vez más el tra­ba­jo inter­dis­ci­pli­nar de psi­quia­tras, psi­có­lo­gos, enfer­me­ros y tra­ba­ja­do­res socia­les, así como la par­ti­ci­pa­ción acti­va de la fami­lia en el aumen­to de la cali­dad de vida del pacien­te (Bela­rre, et al., 2017).

Sin embar­go, la estig­ma­ti­za­ción hacia la enfer­me­dad men­tal es con­si­de­ra­da como un obs­tácu­lo para cum­plir con los obje­ti­vos de la desins­ti­tu­cio­na­li­za­ción, ya que es fre­cuen­te encon­trar aún una gran des­igual­dad en la rela­ción del pacien­te con la fami­lia, con el sis­te­ma de salud y con el sis­te­ma judi­cial (Moras­so, 2013).

Consecuencias psicosociales de la enfermedad mental

Los pacien­tes psi­quiá­tri­cos no solo deben hacer fren­te a los sín­to­mas pro­pios de la enfer­me­dad, sino tam­bién a una con­se­cuen­cia social: el estig­ma, que difi­cul­ta su recu­pe­ra­ción (Corri­gan, 1998; Maga­lla­res, 2011). Se ha docu­men­ta­do que las con­duc­tas de dis­cri­mi­na­ción hacia las per­so­nas con algún tras­torno men­tal son muy comu­nes (De Sou­sa, Mar­ques, Curral, y Quei­rós (2012); que el recha­zo rela­cio­na­do con los tras­tor­nos men­ta­les se pre­sen­ta en todo el mun­do (Ay, Save, y Fida­no­glu, 2006); que dicho recha­zo pro­vie­ne de los fami­lia­res, ami­gos y com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo (Peder­son, 2005), y que es muy difí­cil de cam­biar (Thor­ni­croft, Rose, Kas­sam & Sar­to­rius, 2007).

En su estu­dio, Mas­ca­yano, Lips, Mena, y Man­che­go (2015) encon­tra­ron que en Lati­noa­mé­ri­ca la dis­cri­mi­na­ción pue­de tener sus­ten­to en la for­ma en que se per­ci­be a los pacien­tes psi­quiá­tri­cos, a saber, como peli­gro­sos, impre­de­ci­bles, vio­len­tos e inca­pa­ces de tra­ba­jar. Así que la mani­fes­ta­ción de dis­cri­mi­na­ción y recha­zo hacia el pacien­te psi­quiá­tri­co con­tri­bu­ye nega­ti­va­men­te en su aten­ción. En su inves­ti­ga­ción, López et al. (2010) halla­ron que una con­se­cuen­cia impor­tan­te de la dis­cri­mi­na­ción en Espa­ña es la fal­ta de aten­ción opor­tu­na al pacien­te psi­quiá­tri­co. Kess­ler et al. (2007) mos­tra­ron que a nivel mun­dial las per­so­nas con algún tras­torno men­tal sue­len espe­rar más de una déca­da para bus­car ayu­da del sis­te­ma de salud.

El mie­do al estig­ma es la prin­ci­pal barre­ra para el uso de los ser­vi­cios de salud (Hasan y Thor­ni­croft, 2018). El estig­ma dis­mi­nu­ye la cali­dad de vida del pacien­te, obs­ta­cu­li­za sus pro­ce­sos de reha­bi­li­ta­ción y de inter­ac­ción social, debi­li­ta sus redes socia­les de apo­yo, dis­mi­nu­ye sus posi­bi­li­da­des de acce­der a una carre­ra pro­fe­sio­nal y aumen­ta el ries­go de deser­ción esco­lar (Peder­son, 2005). Ade­más, es fre­cuen­te que este gru­po de pacien­tes ten­gan poco acce­so a un tra­ba­jo o a una vivien­da, así como difi­cul­ta­des para esta­ble­cer rela­cio­nes de amis­tad o de pare­ja (Mas­ca­yano, Lips, Mena, y Man­che­go, 2015).

No solo las per­so­nas dis­cri­mi­nan y recha­zan al pacien­te psi­quiá­tri­co, sino que este tam­bién se pre­sen­ta des­de las estruc­tu­ras ins­ti­tu­cio­na­les de salud, cuyo estig­ma se mani­fies­ta en los pocos recur­sos des­ti­na­dos para enfren­tar el pro­ble­ma, en la fal­ta de ins­ta­la­cio­nes ade­cua­das y del per­so­nal cali­fi­ca­do para brin­dar­les aten­ción (Hasan, y Thor­ni­croft, 2018). Auna­do a la mani­fes­ta­ción de con­duc­tas de recha­zo hacia este gru­po de pacien­tes, por par­te de las per­so­nas a su alre­de­dor, se suman las con­se­cuen­cias del auto­es­tig­ma, un fenó­meno que los ori­lla al ais­la­mien­to social (en el inten­to de evi­tar el recha­zo), así como a expe­ri­men­tar baja auto­es­ti­ma, sen­ti­mien­to de cul­pa y auto­cen­su­ra (Alves do Nas­ci­men­to, Leão, 2019).

Es impor­tan­te des­ta­car que el recha­zo hacia el pacien­te psi­quiá­tri­co se pre­sen­ta ade­más en el per­so­nal de salud que los atien­de (Nord, Röss­ler, y Lam­ber, 2006; Peder­son, 2005, Alar­cón 2017). Un estu­dio rea­li­za­do por Li, Li, Thor­ni­croft, y Huang (2014) repor­tó que el per­so­nal de salud en Chi­na tie­ne acti­tu­des más nega­ti­vas hacia las per­so­nas con enfer­me­da­des men­ta­les que con res­pec­to a la pobla­ción gene­ral, debi­do a las per­cep­cio­nes de ries­go de vio­len­cia. Al res­pec­to, Nordt, Röss­ler, y Lam­ber (2006) mos­tra­ron que los psi­quia­tras en Sui­za pre­sen­tan más este­reo­ti­pos nega­ti­vos y acti­tu­des estig­ma­ti­zan­tes hacia la enfer­me­dad men­tal que la pobla­ción gene­ral.

El estig­ma de los médi­cos hacia los pacien­tes psi­quiá­tri­cos pare­ce comen­zar des­de su for­ma­ción y por ello es impor­tan­te cono­cer cómo los estu­dian­tes de cien­cias de la salud se rela­cio­nan con la enfer­me­dad men­tal. Las inves­ti­ga­cio­nes en torno a los estu­dian­tes de cien­cias de la salud y la mani­fes­ta­ción de estig­ma hacia los pacien­tes psi­quiá­tri­cos han pues­to de mani­fies­to que tam­bién está pre­sen­te en estos, en los futu­ros pro­fe­sio­na­les de la salud men­tal (Que­ri­do et al., 2016; Pored­di, Thim­maiah, y Bada­Math, 2017; Medi­na, 2017; Pusey-Murray, 2017).

Varas- Díaz et al. (2012) docu­men­ta­ron la pre­sen­cia de acti­tu­des nega­ti­vas o estig­ma­ti­zan­tes hacia enfer­mos men­ta­les en prac­ti­can­tes de psi­co­lo­gía y medi­ci­na en Puer­to Rico, encon­trán­do­se que estas pue­den crear una barre­ra en la pres­ta­ción de ser­vi­cios y cui­da­dos apro­pia­dos para esta pobla­ción.

El estigma

His­tó­ri­ca­men­te el estig­ma se ha vin­cu­la­do a un signo cor­po­ral que remi­te al des­ho­nor y la deva­lua­ción de su por­ta­dor (Goff­man, 2006). Jones et al. (1984) tam­bién defi­nen el estig­ma como una mar­ca sim­bó­li­ca que rela­cio­na a la per­so­na estig­ma­ti­za­da con carac­te­rís­ti­cas inde­sea­bles que lo deni­gran.

Esta mar­ca sim­bó­li­ca, ima­gi­na­ria, que físi­ca­men­te no se encuen­tra en la per­so­na, pero sí gene­ra reac­cio­nes en torno al pacien­te psi­quiá­tri­co, es con­si­de­ra­da una eti­que­ta. Link (1989) expli­ca cómo las con­cep­cio­nes, pen­sa­mien­tos e ideas que se inter­na­li­zan con rela­ción a las per­so­nas con algún tras­torno men­tal, se con­vier­ten en rótu­los y eti­que­tas. Estas eti­que­tas que se rela­cio­nan con los pacien­tes psi­quiá­tri­cos seña­lan que “son peli­gro­sos”, “son débi­les”, “son inú­ti­les”, y gene­ran acti­tu­des y actos dis­cri­mi­nan­tes de recha­zo (Corri­gan, 2012).

De tal mane­ra que el estig­ma es una mar­ca nega­ti­va atri­bui­da por el res­to de la socie­dad a las per­so­nas con algún tras­torno men­tal que se con­vier­te en con­duc­tas de recha­zo y dis­cri­mi­na­ción hacia el pacien­te, su fami­lia o cual­quier per­so­na con la cual tie­ne un tra­to cer­cano. Pero no solo es una mar­ca colo­ca­da por otros, sino que tam­bién pue­de pre­sen­tar­se como una mar­ca que el pacien­te asu­me sobre sí mis­mo. Así pues, el estig­ma se mani­fies­ta des­de todos los ámbi­tos de la vida del pacien­te psi­quiá­tri­co.

Tipos de estigma

La inves­ti­ga­ción res­pec­to al estig­ma hacia el pacien­te psi­quiá­tri­co ha ayu­da­do a visua­li­zar cómo este fenó­meno ocu­rre a dife­ren­tes nive­les de la socie­dad: en la comu­ni­dad, las ins­ti­tu­cio­nes y la per­so­na mis­ma (Tabla 1).

Tabla 1. Tipos de estigma

Estig­ma públi­co

Auto­es­tig­ma

Estig­ma fami­liar

Estig­ma estruc­tu­ral

Dis­cri­mi­na­ción de la comu­ni­dad hacia el pacien­te psi­quiá­tri­co.

El pacien­te psi­quiá­tri­co inte­rio­ri­za las acti­tu­des nega­ti­vas de la comu­ni­dad hacia él.

La dis­cri­mi­na­ción del pacien­te psi­quiá­tri­co es diri­gi­da tam­bién a su fami­lia.

Las ins­ti­tu­cio­nes que par­ti­ci­pan en la toma de deci­sio­nes res­pec­to a la aten­ción del pacien­te psi­quiá­tri­co obs­ta­cu­li­zan sus posi­bi­li­da­des de cui­da­do.

Fuente: Mascayano, Lips, Mena, y Manchego, 2015; Rüsch, Angermeyer, y Corrigan, 2005

Se ha dicho que las con­se­cuen­cias del estig­ma son una gran car­ga social para las per­so­nas con algún tras­torno men­tal; por ello, la inves­ti­ga­ción en este sec­tor no solo debe­ría cen­trar­se en el desa­rro­llo de fár­ma­cos, sino tam­bién en gene­rar pro­pues­tas de inter­ven­ción para redu­cir el estig­ma. Al res­pec­to, Thor­ni­croft et al. (2016) han docu­men­ta­do que la inves­ti­ga­ción se ha cen­tra­do en reco­no­cer las acti­tu­des hacia los pacien­tes psi­quiá­tri­cos, pero no en la pro­pues­ta de inter­ven­cio­nes psi­co­ló­gi­cas para redu­cir la dis­cri­mi­na­ción. A con­ti­nua­ción, se expon­drán las pro­pues­tas enfo­ca­das a dis­mi­nuir el estig­ma hacia los pacien­tes psi­quiá­tri­cos.

Intervenciones psicológicas para reducir el estigma

Dado el impac­to que tie­ne el estig­ma en la enfer­me­dad men­tal, en 1996 la Aso­cia­ción Mun­dial de Psi­quia­tría (WPA) se fijó el obje­ti­vo de eli­mi­nar los pre­jui­cios y acti­tu­des nega­ti­vas hacia el pacien­te esqui­zo­fré­ni­co y así faci­li­tar su reha­bi­li­ta­ción, a tra­vés del Pro­gra­ma anti­es­tig­ma y la dis­cri­mi­na­ción por esqui­zo­fre­nia “Open the Doors”.

Dicho pro­gra­ma tie­ne el obje­ti­vo de pro­por­cio­nar infor­ma­ción al públi­co en gene­ral y gru­pos cla­ve, como fami­lia­res de los pacien­tes con esqui­zo­fre­nia o pro­fe­sio­nal médi­co, res­pec­to a las cau­sas, la natu­ra­le­za y la tera­pia de la esqui­zo­fre­nia (WPA, 2005).

El pro­gra­ma “Open the Doors” se ha imple­men­ta­do en 26 paí­ses, mos­tran­do que pro­por­cio­nar infor­ma­ción res­pec­to a la esqui­zo­fre­nia es una herra­mien­ta efec­ti­va para dis­mi­nuir el estig­ma hacia este gru­po de pacien­tes (Gae­bel, Zäs­ke, Bau­mann, Klos­ter­köt­ter, Maier, Dec­ker, et al. 2008).

Res­pec­to a las ven­ta­jas de las inter­ven­cio­nes psi­co­ló­gi­cas diri­gi­das a redu­cir el estig­ma hacia per­so­nas diag­nos­ti­ca­das con algún tras­torno men­tal, Evans-Lac­ko, Hen­der­son, Thor­ni­croft, y McCro­ne (2013) eva­lua­ron eco­nó­mi­ca­men­te una cam­pa­ña anti­es­tig­ma lle­va­da a cabo entre el 2009 y el 2011 en Ingla­te­rra, hallan­do que pue­den ser una for­ma de bajo cos­to y efi­caz en la reduc­ción del estig­ma hacia las per­so­nas con algún tras­torno men­tal.

Res­pec­to a las inter­ven­cio­nes para redu­cir el estig­ma hacia el pacien­te psi­quiá­tri­co, Thor­ni­croft et al., (2016) hicie­ron cua­tro hallaz­gos impor­tan­tes: que las inter­ven­cio­nes sue­len gene­ran cam­bios posi­ti­vos en la acti­tud de la pobla­ción gene­ral; que en algu­nos casos mejo­ran el cono­ci­mien­to res­pec­to a los tras­tor­nos men­ta­les; que la inter­ven­ción más efi­caz para mejo­rar el cono­ci­mien­to y las acti­tu­des es la que pro­pi­cia la rela­ción y la cer­ca­nía con un pacien­te psi­quiá­tri­co; y que los cam­bios logra­dos con las inter­ven­cio­nes no tie­nen un efec­to dura­de­ro.

Así tam­bién, la inves­ti­ga­ción de Magliano et. al. (2005) mos­tró el éxi­to de la inter­ven­ción edu­ca­ti­va en el cam­bio de acti­tu­des nega­ti­vas hacia el pacien­te psi­quiá­tri­co en estu­dian­tes de medi­ci­na ita­lia­nos a tra­vés de la com­bi­na­ción de infor­ma­ción (sobre los con­cep­tos de este­reo­ti­pos, pre­jui­cios y dis­cri­mi­na­ción, la peli­gro­si­dad y la recu­pe­ra­ción del pacien­te psi­quiá­tri­co) y el con­tac­to direc­to con un pacien­te esqui­zo­fré­ni­co, el cual per­mi­ta a los estu­dian­tes cono­cer las expe­rien­cias de este en el desa­rro­llo del tras­torno men­tal, recu­pe­ra­ción y viven­cias de dis­cri­mi­na­ción.

En una revi­sión al res­pec­to de las prin­ci­pa­les estra­te­gias emplea­das para redu­cir el auto­es­tig­ma en pacien­tes psi­quiá­tri­cos, Mas­ca­yano, Lips, Mena, y Man­che­go (2015) encon­tra­ron efi­caz la Tera­pia Cog­ni­ti­vo Con­duc­tual (TCC) y el pro­gra­ma de empo­de­ra­mien­to per­so­nal.

La TCC ha resul­ta­do efi­caz para aumen­tar la auto­es­ti­ma, la auto­efi­ca­cia, el bien­es­tar sub­je­ti­vo y redu­cir las creen­cias nega­ti­vas aso­cia­das a la enfer­me­dad. El empo­de­ra­mien­to per­so­nal ha sido efec­ti­vo para moti­var al pacien­te a bus­car infor­ma­ción sobre su enfer­me­dad, a reu­nir­se con otras per­so­nas en situa­cio­nes simi­la­res y a tener mayor adhe­ren­cia al tra­ta­mien­to.

Masa­da et al. (2012) plan­tean dos vías de inter­ven­ción para redu­cir el auto­es­tig­ma: en pri­mer lugar, los méto­dos más tra­di­cio­na­les, cen­tra­dos en el cam­bio cog­ni­ti­vo al modi­fi­car la for­ma de pen­sar al res­pec­to de la enfer­me­dad men­tal, así como el mode­lo de fle­xi­bi­li­dad psi­co­ló­gi­ca que espe­cí­fi­ca­men­te es el obje­ti­vo de la Tera­pia de acep­ta­ción y com­pro­mi­so. Dicha Tera­pia se carac­te­ri­za por no inten­tar con­tro­lar los sín­to­mas de los tras­tor­nos men­ta­les, sino en acep­tar los pen­sa­mien­tos, emo­cio­nes y recuer­dos des­agra­da­bles en torno a estos y tener una vida más satis­fac­to­ria, orien­tan­do sus accio­nes cons­cien­te­men­te y no per­mi­tir que influ­yan en el com­por­ta­mien­to (Pérez, 2006).

Discusión

El tra­ta­mien­to inte­gral a pacien­tes psi­quiá­tri­cos inclu­ye la inter­ven­ción de diver­sos pro­fe­sio­na­les de la salud men­tal, tales como el psi­quia­tra, quien se encar­ga del diag­nós­ti­co médi­co y del tra­ta­mien­to far­ma­co­ló­gi­co, ade­más de la inter­ven­ción de psi­có­lo­gos, enfer­me­ras y tra­ba­ja­do­res socia­les, quie­nes a tra­vés de acti­vi­da­des espe­cí­fi­cas pro­pi­cian la recu­pe­ra­ción del pacien­te. No solo los inte­gran­tes del sec­tor salud par­ti­ci­pan en dicha inter­ven­ción, sino tam­bién las per­so­nas del medio inme­dia­to del pacien­te. Los tras­tor­nos men­ta­les siguen sien­do con­si­de­ra­dos un pro­ble­ma de salud públi­ca por su alta inci­den­cia y se pre­sen­tan en todos los gru­pos socia­les y en dife­ren­tes momen­tos a lo lar­go de la vida. La cola­bo­ra­ción de la fami­lia en la reha­bi­li­ta­ción del pacien­te psi­quiá­tri­co es impor­tan­te debi­do al cam­bio que se ha gene­ra­do en su aten­ción, actual­men­te enca­mi­na­da a la desins­ti­tu­cio­na­li­za­ción y la inte­gra­ción del pacien­te a la comu­ni­dad, pues per­ma­ne­cer inmer­so en el ambien­te psi­co­so­cial habi­tual se aso­cia con mayo­res tasas de recu­pe­ra­ción.

No obs­tan­te, se ha encon­tra­do que exis­ten mani­fes­ta­cio­nes de recha­zo y dis­cri­mi­na­ción hacia este gru­po de pacien­tes, lo que reper­cu­te nega­ti­va­men­te en su recu­pe­ra­ción en vez de favo­re­cer­lo. Este fenó­meno social, deno­mi­na­do estig­ma, se suma a los sín­to­mas pro­pios del tras­torno men­tal, empeo­ran­do la salud men­tal del pacien­te.

El estig­ma es un con­jun­to de ideas nega­ti­vas que tie­nen las per­so­nas del entorno del pacien­te. Estas cog­ni­cio­nes se tra­du­cen en una per­cep­ción del pacien­te como un suje­to peli­gro­so e impre­de­ci­ble, lo cual gene­ran acti­tu­des y actos de dis­cri­mi­na­ción hacia este.

De modo que el pacien­te psi­quiá­tri­co y su fami­lia expe­ri­men­tan con fre­cuen­cia el recha­zo de los otros (estig­ma públi­co y estig­ma fami­liar res­pec­ti­va­men­te), y de for­ma indi­rec­ta la dis­cri­mi­na­ción de las ins­ti­tu­cio­nes de salud, que des­atien­den el cui­da­do de la enfer­me­dad men­tal (estig­ma estruc­tu­ral); pero el pacien­te tam­bién inte­rio­ri­za las acti­tu­des nega­ti­vas y la deva­lua­ción social que se expre­sa a su alre­de­dor, lo que les pro­du­ce sen­ti­mien­to de cul­pa y auto­cen­su­ra (auto­es­tig­ma).

Las inves­ti­ga­cio­nes con res­pec­to al estig­ma hacia los pacien­tes psi­quiá­tri­cos han mos­tra­do que la fami­lia, los com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo y el per­so­nal de salud sue­len tener con­duc­tas de dis­cri­mi­na­ción y recha­zo hacia ellos, lo cual es difí­cil de cam­biar.

Tan­to el públi­co gene­ral como los pro­fe­sio­na­les de la salud per­ci­ben con fre­cuen­cia a los pacien­tes psi­quiá­tri­cos como peli­gro­sos, vio­len­tos, impre­de­ci­bles, y pro­cu­ran dis­tan­ciar­se de ellos. El recha­zo y la dis­cri­mi­na­ción oca­sio­na­da por el mie­do hacia este gru­po de pacien­tes tie­nen con­se­cuen­cias gra­ves en su cali­dad de vida, así como en sus pro­ce­sos de reha­bi­li­ta­ción.

Muchos pacien­tes se nie­gan a usar los ser­vi­cios de salud o retar­dan por años la bús­que­da de ayu­da pro­fe­sio­nal, ade­más de pre­sen­tar ais­la­mien­to social y una fran­ca dis­mi­nu­ción en sus redes de apo­yo y sus rela­cio­nes socia­les, lo que se tra­du­cen en dis­fun­ción labo­ral o esco­lar.

Por ello es impor­tan­te redu­cir las acti­tu­des de dis­cri­mi­na­ción hacia este gru­po de pacien­tes. Las inves­ti­ga­cio­nes al res­pec­to han mos­tra­do que las inter­ven­cio­nes más efec­ti­vas para redu­cir el estig­ma son, en pri­mer lugar, los cur­sos edu­ca­ti­vos, con­fe­ren­cias y char­las infor­ma­les sobre las cau­sas, la natu­ra­le­za y el tra­ta­mien­to de los tras­tor­nos men­ta­les, así como pro­pi­ciar el con­tac­to direc­to con el pacien­te psi­quiá­tri­co y cono­cer su expe­rien­cia de vida con res­pec­to a la enfer­me­dad y la dis­cri­mi­na­ción expe­ri­men­ta­da debi­do a ella. En segun­do lugar, la Tera­pia Cog­ni­ti­va Con­duc­tual y el pro­gra­ma de empo­de­ra­mien­to han demos­tra­do su efec­ti­vi­dad al aumen­tar la auto­es­ti­ma, la auto­efi­ca­cia y el bien­es­tar sub­je­ti­vo del pacien­te, moti­ván­do­lo a bus­car infor­ma­ción, a rela­cio­nar­se con otros pacien­tes con el mis­mo pade­ci­mien­to y a tener mayor adhe­ren­cia al tra­ta­mien­to.

En ter­cer lugar, el mode­lo de fle­xi­bi­li­dad men­tal, orien­ta­do a pro­fe­sio­na­les de la salud men­tal, ha teni­do bue­nos resul­ta­dos en mejo­rar el cono­ci­mien­to res­pec­to a los tras­tor­nos men­ta­les y las con­duc­tas de recha­zo.

Lograr la fle­xi­bi­li­dad psi­co­ló­gi­ca del pacien­te psi­quiá­tri­co es el obje­ti­vo de la tera­pia de acep­ta­ción y com­pro­mi­so, cuyo apor­te con­sis­te en la acep­ta­ción cons­cien­te de las expe­rien­cias inter­nas (mie­do y angus­tia) y exter­nas, tan­to posi­ti­vas como nega­ti­vas (recha­zo y dis­cri­mi­na­ción), así como que el pacien­te pue­da iden­ti­fi­car metas y enfo­car­se en el logro de ellas para acce­der a una vida más satis­fac­to­ria, a la vez que renun­ciar a con­tro­lar los sín­to­mas del tras­torno men­tal.

Los esfuer­zos por redu­cir el estig­ma hacia el pacien­te psi­quiá­tri­co se han lle­va­do a cabo de mane­ra masi­va, prin­ci­pal­men­te a tra­vés de cam­pa­ñas de tele­vi­sión y radio, con la cola­bo­ra­ción de más de 20 paí­ses de dis­tin­tos con­ti­nen­tes. Estas accio­nes se han enfo­ca­do en favo­re­cer el desa­rro­llo de cono­ci­mien­tos sobre los tras­tor­nos men­ta­les y el cam­bio en las acti­tu­des hacia quie­nes la pade­cen.

Sin embar­go, aún fal­ta mucho por hacer y cono­cer al res­pec­to, aun­que es impor­tan­te decir que el esfuer­zo por redu­cir el estig­ma ha sido gran­de, pero no es una tarea fácil ya que se tra­ta de un fenó­meno social arrai­ga­do que requie­re tan­to de la par­ti­ci­pa­ción comu­ni­ta­ria como de la inter­ven­ción de los gobier­nos para pro­cu­rar una mayor cali­dad de vida a los pacien­tes psi­quiá­tri­cos.

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Notas

  1. Ins­ti­tu­to de Inves­ti­ga­cio­nes Psi­co­ló­gi­cas, Uni­ver­si­dad Vera­cru­za­na. Beca­ria Conacyt. Correo elec­tró­ni­co: aamc25103@hotmail.com

  2. Ins­ti­tu­to de Inves­ti­ga­cio­nes Psi­co­ló­gi­cas, Uni­ver­si­dad Vera­cru­za­na. Pro­fe­sor inves­ti­ga­dor. Correo elec­tró­ni­co: frosas98@yahoo.com.mx