Estrés y apoyo social en mujeres amas de casa y empleadas domésticas Descargar este archivo (7 - Estrés y apoyo social en mujeres amas de casa y empleadas domésticas.pdf)

Rocío Soria Trujano1 y Nancy Lara de Jesús2

FES Iztacala, UNAM

Resu­men

Las muje­res con doble jor­na­da de tra­ba­jo se enfren­tan a situa­cio­nes de estrés y pue­den tener pro­ble­mas fami­lia­res y de salud, entre otros. El tra­ba­jo domés­ti­co es con­si­de­ra­do por muchas muje­res como ruti­na­rio y estre­san­te, pero no es así cuan­do reci­ben un sala­rio por rea­li­zar­lo. Los obje­ti­vos del pre­sen­te estu­dio fue­ron el eva­luar estrés y apo­yo social en amas de casa y emplea­das domés­ti­cas, así como detec­tar dife­ren­cias según su lugar de resi­den­cia, la Ciu­dad de Méxi­co o el esta­do de Pue­bla. 200 muje­res amas de casa y 200 emplea­das domés­ti­cas par­ti­ci­pa­ron en la eva­lua­ción. Se uti­li­zó el Per­fil de Estrés de Ken­neth Nowack. Pre­do­mi­na­ron los nive­les mode­ra­dos de estrés y de apo­yo social. Se repor­ta­ron pro­ble­mas eco­nó­mi­cos, socia­les, ambien­ta­les y por rea­li­zar tra­ba­jo domés­ti­co. No hay una dis­tri­bu­ción equi­ta­ti­va entre géne­ros de las res­pon­sa­bi­li­da­des domés­ti­cas. El apo­yo social es impor­tan­te para afron­tar situa­cio­nes de estrés.

Pala­bras cla­ve: estrés, apo­yo social, amas de casa, emplea­das domés­ti­cas

Women with two work shifts face stress­ful situa­tions and may have family and health pro­blems, among others. Domes­tic work is con­si­de­red by many women as rou­ti­ne and stress­ful work, but not so when they recei­ve a salary to do it. The objec­ti­ves of this study were to eva­lua­te stress and social sup­port on hou­se­wi­ves and hou­se­maids, and detect dif­fe­ren­ces based on pla­ce of resi­den­ce: Mexi­co City or Pue­bla. 200 hou­se­wi­ves and 200 hou­se­maids were eva­lua­ted. Ken­neth Nowack Stress Pro­fi­le was used. Mode­ra­te levels of stress and social sup­port pre­vai­led. Eco­no­mic, social, envi­ron­men­tal and domes­tic labor pro­blems were repor­ted. The­re is no equi­ta­ble sha­ring bet­ween gen­ders when it comes to domes­tic res­pon­si­bi­li­ties. Social sup­port to cope with stress­ful situa­tions is impor­tant.

Key words: Stress, Social sup­port, Hou­se­wi­ves, Hou­se­maids

Hoy en día es fre­cuen­te que muchas muje­res ejer­zan un rol pro­duc­ti­vo, rea­li­zan­do una doble jor­na­da de tra­ba­jo, lo cual pue­de some­ter­las a situa­cio­nes de estrés y por ello mani­fes­tar pro­ble­mas físi­cos y psi­co­so­má­ti­cos. Muchas muje­res refie­ren que no logran com­bi­nar su tra­ba­jo domés­ti­co con el que rea­li­zan como emplea­das asa­la­ria­das, lo que oca­sio­na con­flic­tos fami­lia­res. Al res­pec­to, Gue­rre­ro (2003) men­cio­na que la apa­ri­ción de con­flic­tos entre el empleo y la fami­lia ocu­rre cuan­do los hora­rios de tra­ba­jo se cru­zan con los de tipo fami­liar; cuan­do tan­to el rol labo­ral como el fami­liar exi­gen las mis­mas deman­das; y cuan­do exis­te acu­mu­la­ción de roles, lo que per­mi­te mayor socia­li­za­ción y desa­rro­llo per­so­nal, pero que pue­de tener con­se­cuen­cias nega­ti­vas al des­cui­dar a la fami­lia. Álva­rez y Gómez (2011) pre­sen­tan datos que indi­can que las muje­res que mani­fies­tan con­flic­tos en lo labo­ral-fami­liar sue­len hacer alu­sión al dete­rio­ro de su salud: can­san­cio, dolo­res de cabe­za, pro­ble­mas gas­tro­in­tes­ti­na­les, y estrés. Ade­más, seña­lan con­flic­tos inter­per­so­na­les. Esta situa­ción se rela­cio­na con la des­igual­dad de roles entre hom­bres y muje­res, sien­do ellas quie­nes siguen sien­do las prin­ci­pa­les res­pon­sa­bles de las tareas del hogar.

Rodrí­guez, Peña y Torío (2010) opi­nan que no exis­te una dis­tri­bu­ción equi­ta­ti­va entre géne­ros de las res­pon­sa­bi­li­da­des domés­ti­cas, debi­do a que el cón­yu­ge que dis­po­ne de más recur­sos tie­ne más poder, y por lo tan­to lle­va­rá a cabo menos tra­ba­jo repro­duc­ti­vo; debi­do tam­bién al repar­to tra­di­cio­nal de tareas domés­ti­cas, y a que quie­nes invier­ten más tiem­po en el tra­ba­jo pro­duc­ti­vo, dedi­can menos a la rea­li­za­ción de tra­ba­jo del hogar. Estos mis­mos auto­res esta­ble­cen que el tra­ba­jo domés­ti­co inclu­ye tareas como son la admi­nis­tra­ción de recur­sos, lim­pie­za de la casa, pre­pa­ra­ción de ali­men­tos, trans­por­ta­ción, repre­sen­ta­ción al exte­rior del ámbi­to fami­liar, y en algu­nos casos, repa­ra­ción y man­te­ni­mien­to de la vivien­da, sin dejar fue­ra el cui­da­do de los hijos(as) y, en oca­sio­nes, de otras per­so­nas depen­dien­tes: ali­men­ta­ción, ves­ti­do, medi­ca­ción, lle­var­los al médi­co, etc.; suma­do a la pro­vi­sión de apo­yo emo­cio­nal.

Mar­tí­nez, López y Gar­cía (2013) obtu­vie­ron datos que per­mi­ten obser­var que las muje­res, aun­que ten­gan un nivel edu­ca­ti­vo alto y se desem­pe­ñen como pro­fe­sio­na­les, tam­bién rea­li­zan tra­ba­jo en el hogar a pesar de con­tar con algu­na emplea­da domés­ti­ca, mien­tras que sus cón­yu­ges las ayu­dan con los arre­glos de la casa. Encon­tra­ron que ellas dedi­can días de sus vaca­cio­nes u horas asig­na­das para su des­can­so a rea­li­zar este tipo de tra­ba­jo. Ade­más, estas muje­res repor­ta­ron pade­cer tras­tor­nos del sue­ño, ansie­dad, fati­ga, estrés, tras­tor­nos múscu­lo-esque­lé­ti­cos y dolor de cabe­za. Mon­te­só (2015) argu­men­ta que las muje­res que inclu­yen en sus obli­ga­cio­nes domés­ti­cas el cui­da­do de algún miem­bro de la fami­lia enfer­mo o depen­dien­te, son las que tie­nen peor per­cep­ción de su salud. Algu­nos estu­dios indi­can que la sobre­car­ga de tra­ba­jo pue­de reper­cu­tir en la salud de las muje­res, debi­do a que expe­ri­men­tan un nivel alto de estrés (Mar­tí­nez, 2014). Moreno, Ríos, Can­to, San Mar­tín y Per­les (2010) lle­va­ron a cabo un estu­dio sobre sín­dro­me de bur­nout en hom­bres y muje­res, y esta­ble­cie­ron que ellas pre­sen­ta­ron más ago­ta­mien­to y menor satis­fac­ción labo­ral, des­ta­can­do que dedi­can su tiem­po libre al cui­da­do de los hijos, a pre­pa­rar ali­men­tos, a lim­piar la casa, y a rea­li­zar com­pras de pri­me­ra nece­si­dad, todo lo cual pro­vo­ca una difí­cil con­ci­lia­ción entre tra­ba­jo asa­la­ria­do y tra­ba­jo fami­liar, vivien­do en cons­tan­te estrés. Se ha vis­to que el estrés está corre­la­cio­na­do con la fal­ta de apo­yo social en las muje­res amas de casa (Gon­zá­lez, Lan­de­ro y Moral, 2009; Moral, Gon­zá­lez y Lan­de­ro, 2011; Ortiz y Orte­ga, 2010). Exis­ten estu­dios que reve­lan que, en Méxi­co, las pare­jas jóve­nes siguen un patrón menos tra­di­cio­nal en la divi­sión de tareas domés­ti­cas, de mane­ra que los varo­nes par­ti­ci­pan más en el desem­pe­ño de las mis­mas; no obs­tan­te, son las muje­res las prin­ci­pa­les encar­ga­das del hogar, aun­que ambos tra­ba­jen. Ade­más, cuan­do los hijos son peque­ños, los hom­bres dedi­can menos tiem­po a su cui­da­do, dejan­do la mayor car­ga al res­pec­to a las muje­res (Casi­que, 2008; Sán­chez, Sán­chez y Dresch, 2009).

Desem­pe­ñar varios roles simul­tá­nea­men­te, no con­tar con sufi­cien­te tiem­po para ello y tam­po­co tener el apo­yo de la pare­ja, pro­vo­ca estrés, y el géne­ro feme­nino se ve afec­ta­do (Feld­man, Vivas, Lugli, Zara­go­za y Gómez, 2008). Por su par­te, Mon­te­só (2014) expre­sa que muchas muje­res amas de casa, en las zonas urba­nas, han per­di­do el apo­yo de la fami­lia exten­sa, por lo que están ais­la­das y ello les pue­de cau­sar estrés, sobre todo si tam­po­co reci­ben apo­yo de los demás miem­bros de su fami­lia.

Aho­ra bien, muchas muje­res mexi­ca­nas de fami­lias pobres, indí­ge­nas, y/o con bajo nivel esco­lar, labo­ran como emplea­das domés­ti­cas, cum­plien­do con una doble jor­na­da de tra­ba­jo, que impli­ca rea­li­zar tareas ruti­na­rias que ade­más, no son valo­ra­das social­men­te, tan­to en su hogar, como fue­ra de éste. Según el Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Esta­dís­ti­ca, Geo­gra­fía e Infor­má­ti­ca (INEGI, 2015), en ese año, eran 2’321,124 las per­so­nas dedi­ca­das al tra­ba­jo domés­ti­co remu­ne­ra­do. Asi­mis­mo, seña­la que en los hoga­res mexi­ca­nos, las muje­res dedi­can 47.9 horas a la sema­na al tra­ba­jo domés­ti­co, mien­tras que los varo­nes dedi­can sola­men­te 16.5 horas. Las emplea­das domés­ti­cas no cuen­tan con nin­gún tipo de con­tra­to de tra­ba­jo regu­lar, y la mayo­ría de las veces tam­po­co con un sala­rio jus­to, y no se les pro­por­cio­na segu­ri­dad social; ade­más, son some­ti­das a rela­cio­nes de subor­di­na­ción y en muchas oca­sio­nes cum­plen jor­na­das labo­ra­les exte­nuan­tes. Las emplea­das domés­ti­cas coti­dia­na­men­te se enfren­tan a situa­cio­nes que las hacen vul­ne­ra­bles: uso de subs­tan­cias tóxi­cas, levan­tar obje­tos pesa­dos, res­ba­lo­nes en sue­los húme­dos, que­ma­du­ras, etc. Esta situa­ción es peor por el hecho de que no cuen­tan con ser­vi­cios socia­les de salud, los cua­les pue­den obte­ner si son casa­das y el espo­so tie­ne un empleo for­mal en el que ten­ga dere­cho a la asis­ten­cia médi­ca, gra­cias a lo cual ella pue­de reci­bir aten­ción de este tipo al tra­tar­se de la cón­yu­ge, algo que no suce­de cuan­do se tra­ta de muje­res sol­te­ras, jefas de fami­lia o solas (Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal del Tra­ba­jo, OIT, 2013).

El tra­ba­jo domés­ti­co se ha con­si­de­ra­do por muchas muje­res como ruti­na­rio y que no per­mi­te adqui­rir nue­vas des­tre­zas, pero no así cuan­do se tra­ta de tra­ba­jo remu­ne­ra­do. Se han obte­ni­do datos que indi­can que las amas de casa con más pre­sen­cia de estrés y pro­ble­mas somá­ti­cos, son las que están menos satis­fe­chas con su rol. Ade­más, se ha obser­va­do que el hecho de tra­ba­jar fue­ra de casa y obte­ner un sala­rio por ello, así como con­tar con apo­yo social, son fac­to­res que influ­yen para que se repor­te menor pre­sen­cia de estos pro­ble­mas (Mon­te­só, Ferré, Llei­xá y Espuny, 2011). Resul­ta intere­san­te ana­li­zar mues­tras de muje­res que desem­pe­ñan el mis­mo tipo de tra­ba­jo, el domés­ti­co, sien­do amas de casa sola­men­te o emplea­das domés­ti­cas reci­bien­do un sala­rio por ello. Así, los obje­ti­vos del pre­sen­te estu­dio fue­ron eva­luar estrés y apo­yo social en amas de casa y emplea­das domés­ti­cas, así como detec­tar posi­bles dife­ren­cias con base en su lugar de resi­den­cia: Ciu­dad de Méxi­co o el esta­do de Pue­bla.

Método

El dise­ño fue un estu­dio explo­ra­to­rio des­crip­ti­vo, en el que se eva­lua­ron dos mues­tras de amas de casa: 100 resi­den­tes de la Ciu­dad de Méxi­co o área metro­po­li­ta­na y 100 de regio­nes del esta­do de Pue­bla (La Ven­ta y El Rin­cón). Todas ellas rea­li­za­ban labo­res domés­ti­cas en su hogar. Asi­mis­mo, se con­tó con dos mues­tras de emplea­das domés­ti­cas: 100 resi­den­tes de la Ciu­dad de Méxi­co o área metro­po­li­ta­na y 100 de las regio­nes del esta­do de Pue­bla antes men­cio­na­das. Estas tra­ba­ja­do­ras rea­li­za­ban labo­res domés­ti­cas en su hogar y en las casas en las que eran emplea­das (tra­ba­ja­ban en la ciu­dad de Pue­bla); todas de nivel socio­eco­nó­mi­co bajo y con un nivel edu­ca­ti­vo no mayor al de secun­da­ria. La edad pro­me­dio de la mues­tra total fue de 38.4 años. Fue­ron con­tac­ta­das a par­tir de amis­ta­des o fami­lia­res, sien­do la mues­tra no pro­ba­bi­lís­ti­ca, de tipo inten­cio­nal, ya que se reque­rían par­ti­ci­pan­tes con carac­te­rís­ti­cas espe­cí­fi­cas. Reci­bie­ron infor­ma­ción com­ple­ta con res­pec­to a los obje­ti­vos de la inves­ti­ga­ción, del ins­tru­men­to a emplear­se y de la for­ma en la que sería su par­ti­ci­pa­ción, de mane­ra que pudie­se con­tar­se con su con­sen­ti­mien­to infor­ma­do. Ade­más, se hizo del cono­ci­mien­to de las par­ti­ci­pan­tes que los datos obte­ni­dos en la inves­ti­ga­ción podrían ser pre­sen­ta­dos en even­tos cien­tí­fi­cos y/o publi­ca­dos en revis­tas espe­cia­li­za­das, res­pe­tan­do su ano­ni­ma­to.

Instrumento

Se empleó el Per­fil de Estrés de Ken­neth Nowack (2002), en cuan­to a sus áreas de estrés y apo­yo social. La esca­la de estrés inclu­ye seis áreas: salud, tra­ba­jo, finan­zas, pro­ble­mas fami­lia­res, socia­les, y estrés por el ambien­te. Este ins­tru­men­to se pilo­teó y se modi­fi­có la redac­ción de algu­nos reac­ti­vos, con el fin de que la pobla­ción a la que se diri­gi­ría no tuvie­se pro­ble­mas para enten­der su sig­ni­fi­ca­do. Asi­mis­mo, algu­nos reac­ti­vos se eli­mi­na­ron por eva­luar un esti­lo de vida ajeno al del tipo de par­ti­ci­pan­tes. El Alpha de Cron­bach fue de .771; la esca­la de apo­yo social cons­ta de 9 reac­ti­vos que inclu­yen pare­ja, fami­lia de ori­gen, fami­lia exten­sa y amis­ta­des.

Procedimiento

Se apli­có el ins­tru­men­to de mane­ra indi­vi­dual, en el hogar o lugar de tra­ba­jo de las par­ti­ci­pan­tes. Se pidió que leye­ran las ins­truc­cio­nes y expre­sa­ran si exis­tía algu­na duda para acla­rar­la; de no ser así, se pro­ce­día a con­tes­tar los reac­ti­vos.

Análisis de datos

Se obtu­vie­ron datos por­cen­tua­les y se empleó la prue­ba t de Stu­dent para com­pa­rar los resul­ta­dos entre amas de casa y emplea­das domés­ti­cas, así como entre lugar de resi­den­cia, con base en las varia­bles de inte­rés.

Resultados

Los datos sobre nive­les de estrés total y por esca­las, así como de apo­yo social, para las dife­ren­tes mues­tras, se pue­den apre­ciar en las Tablas 1, 2 y 3.

Tabla 1
Porcentajes de amas de casa para niveles de estrés

NIVELES ESTRÉS AMAS DE CASA

 

CDMX

Pue­bla

 

BAJO

MEDIO

ALTO

BAJO

MEDIO

ALTO

Total estrés

40%

59%

1%

33%

65%

2%

Salud

70%

29%

1%

64%

35%

1%

Tra­ba­jo

69%

28%

3%

57%

40%

3%

Finan­zas

65%

32%

3%

44%

53%

3%

Fami­lia

71%

29%

0%

68%

31%

1%

Social

93%

7%

0%

80%

19%

1%

Ambien­te

34%

49%

17%

54%

39%

7%

Tabla 2
Porcentajes de empleadas domésticas para niveles de estrés

NIVELES ESTRÉS EN EMPLEADAS DOMÉSTICAS

 

CDMX

Pue­bla

 

BAJO

MEDIO

ALTO

BAJO

MEDIO

ALTO

Total estrés

29%

64%

7%

51%

49%

0%

Salud

62%

34%

4%

77%

23%

0%

Tra­ba­jo

47%

46%

7%

69%

28%

3%

Finan­zas

44%

52%

4%

48%

52%

0%

Fami­lia

57%

43%

0%

77%

22%

1%

Social

86%

14%

0%

87%

13%

0%

Ambien­te

29%

52%

19%

53%

37%

10%

Tabla 3
Porcentajes de participantes de las diferentes muestras, para niveles de apoyo social

NIVELES APOYO SOCIAL

POBLACIÓN

CDMX

Pue­bla

BAJO

MEDIO

ALTO

BAJO

MEDIO

ALTO

Amas casa

18%

57%

25%

19%

63%

18%

Emplea­das domés­ti­cas

20%

64%

16%

16%

76%

8%

En lo que res­pec­ta al estrés total, no se obtu­vie­ron dife­ren­cias esta­dís­ti­cas sig­ni­fi­ca­ti­vas en la mues­tra total ni en la com­pa­ra­ción entre amas de casa de ambos luga­res de resi­den­cia; no obs­tan­te, sí se encon­tró dife­ren­cia entre las mues­tras de emplea­das domés­ti­cas, repor­tan­do más estrés las par­ti­ci­pan­tes de la Ciu­dad de Méxi­co: t198 = 4.290 p < .05. En cuan­to a estrés por salud, al ana­li­zar los datos de la mues­tra total (amas de casa y domés­ti­cas, de ambos luga­res de resi­den­cia), se pudo obser­var que no se encon­tra­ron dife­ren­cias. Cuan­do se rea­li­za­ron aná­li­sis por ítems, se obtu­vie­ron dos dife­ren­cias, para “Con­su­mo de alcohol o taba­co en exce­so”: t398 = ‑1.870 p < .05, con inges­ta más fre­cuen­te de las tra­ba­ja­do­ras domés­ti­cas; y “Algu­nos sín­to­mas físi­cos que le gene­ren moles­tia”: t398 = -.395 p < .05, una vez más sien­do las tra­ba­ja­do­ras domés­ti­cas las que pre­sen­tan más pro­ble­mas. Al rea­li­zar la com­pa­ra­ción entre amas de casa de ambas resi­den­cias, no se pudo esta­ble­cer dife­ren­cia esta­dís­ti­ca sig­ni­fi­ca­ti­va, pero sí se pudo encon­trar una al hacer aná­li­sis por ítems, tales como “Con­su­mo de alcohol o taba­co en exce­so”: t198 = 3.621 p < .05, con con­su­mo más fre­cuen­te entre las amas de casa de la Ciu­dad de Méxi­co. La com­pa­ra­ción entre tra­ba­ja­do­ras domés­ti­cas de la Ciu­dad de Méxi­co o área metro­po­li­ta­na y las de Pue­bla, no arro­jó una dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va, sola­men­te se obtu­vie­ron dife­ren­cias por los ítems “Con­su­mo de alcohol o taba­co en exce­so”: t198 = 2.808 p < .05; y “Limi­ta­cio­nes físi­cas para rea­li­zar sus acti­vi­da­des”: t198 = 2.584 p < .05; en ambos casos, las emplea­das domés­ti­cas de la Ciu­dad de Méxi­co repor­ta­ron pro­ble­mas más fre­cuen­te­men­te.

En cuan­to a estrés por tra­ba­jo, cabe hacer notar que des­pués del pilo­teo del ins­tru­men­to, los ítems de esta área que­da­ron redac­ta­dos de tal for­ma que podían eva­luar el tra­ba­jo domés­ti­co tan­to de amas de casa como de emplea­das domés­ti­cas, aun­que las pri­me­ras no se desem­pe­ña­ran labo­ral­men­te y no reci­bie­ran una remu­ne­ra­ción eco­nó­mi­ca. Con base en esto, los datos indi­ca­ron que en la mues­tra total no hubo dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va, pero al ana­li­zar los ítems de inte­rés, sí se encon­tró una para “Pro­ble­mas con el tiem­po para rea­li­zar las acti­vi­da­des domés­ti­cas”: t398 = ‑1.599 p < .05, repor­tan­do más que­jas de las tra­ba­ja­do­ras domés­ti­cas. En lo que res­pec­ta a las com­pa­ra­cio­nes sola­men­te entre amas de casa, de ambos luga­res de resi­den­cia, no apa­re­cie­ron dife­ren­cias. No obs­tan­te, sí se detec­ta­ron para los ítems “¿Pre­sen­ta pro­ble­mas finan­cie­ros, como por ejem­plo: deu­das, prés­ta­mos, finan­cia­mien­to para la edu­ca­ción de los hijos, etcé­te­ra?”: t198 = ‑1.054 p < .05, sien­do las par­ti­ci­pan­tes de Pue­bla las que seña­la­ron tener mayo­res pro­ble­mas eco­nó­mi­cos; y tam­bién “Fal­ta de reco­no­ci­mien­to por las labo­res domés­ti­cas que lle­vo a cabo”: t198 = .264 p < .05, repor­tan­do más pro­ble­mas las amas de casa de Pue­bla.

Los datos de las com­pa­ra­cio­nes entre emplea­das domés­ti­cas de ambos luga­res de resi­den­cia tam­po­co arro­ja­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas, ni siquie­ra por ítems. En lo que se refie­re a estrés por finan­zas, no se iden­ti­fi­có dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va para la mues­tra total; sin embar­go, sí hubo una para el ítem “Finan­cia­mien­to para la edu­ca­ción de los hijos”: t398 = .763 p < .05, sien­do las amas de casa quie­nes repor­ta­ron más pro­ble­mas para con­tar con dine­ro para la edu­ca­ción for­mal de los hijos. Las com­pa­ra­cio­nes entre amas de casa de la Ciu­dad de Méxi­co y las de Pue­bla no per­mi­tie­ron mar­car una dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va, aun­que sí la hubo en el ítem “Pro­ble­mas lega­les”: t198 = ‑1.498 p < .05, iden­ti­fi­can­do a las amas de casa de Pue­bla con algu­nos casos de pro­ble­mas de este tipo (pro­ce­sos de divor­cio con los gas­tos que impli­can). En lo que res­pec­ta a las emplea­das domés­ti­cas, no se pudie­ron esta­ble­cer dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas entre ambas mues­tras; tam­po­co cuan­do se hicie­ron aná­li­sis por ítems.

Por otro lado, en estrés por fami­lia, se obtu­vie­ron datos que indi­ca­ron que no hubo dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va en la mues­tra total, pero al rea­li­zar aná­li­sis por ítems, sí se encon­tra­ron para “Preo­cu­pa­ción por los parien­tes o fami­lia­res que no habi­tan en el hogar”: t398 = .861 p < .05, con más pro­ble­mas las amas de casa; y para “Des­equi­li­brio entre las acti­vi­da­des o labo­res que lle­vo a cabo y la fami­lia”: t398 = ‑2.356 p < .05, con más difi­cul­ta­des las emplea­das domés­ti­cas. Las com­pa­ra­cio­nes entre mues­tras de amas de casa y de tra­ba­ja­do­ras domés­ti­cas de ambos luga­res de resi­den­cia no reve­la­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas, como tam­po­co en los aná­li­sis por ítems. Los resul­ta­dos de las com­pa­ra­cio­nes entre emplea­das domés­ti­cas de ambos luga­res de resi­den­cia indi­ca­ron que no hubo dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va entre ambas mues­tras; de igual mane­ra no mar­ca­ron dife­ren­cias por ítems.

En lo con­cer­nien­te al estrés por entorno social, se obtu­vie­ron datos que no per­mi­tie­ron esta­ble­cer dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas en la mues­tra total, ni en cuan­to a ítems. Cuan­do se ana­li­za­ron los datos corres­pon­dien­tes a amas de casa de la Ciu­dad de Méxi­co y de Pue­bla, sí se encon­tra­ron dife­ren­cias por ítems tales como “Pro­ble­mas con los veci­nos”: t198 = ‑1.569 p < .05; “Difi­cul­ta­des con ami­gos”: t198 = ‑2.173 p < .05; “Com­pli­ca­ción para esta­ble­cer una con­ver­sa­ción con per­so­nas nue­vas”: t198 = ‑4.346 p < .05; y “Visi­tas ines­pe­ra­das”: t198 = ‑3.692 p < .05, encon­tran­do que en todos los casos fue­ron las amas de casa de Pue­bla quie­nes mani­fes­ta­ron mayo­res pro­ble­mas. No se obtu­vie­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas entre emplea­das domés­ti­cas de ambos luga­res de resi­den­cia, pero sí se pue­den mos­trar algu­nas al hacer los aná­li­sis por ítems, tal es el caso para “Pro­ble­mas con los veci­nos”: t198 = 2.273 p < .05; y “Difi­cul­ta­des con ami­gos”: t198 = 1.545 p < .05, don­de en ambos casos fue­ron las par­ti­ci­pan­tes de la Ciu­dad de Méxi­co las que repor­ta­ron mayo­res pro­ble­mas.

Por últi­mo, se obtu­vie­ron datos con res­pec­to a estrés por ambien­te. Para la mues­tra total no se mani­fes­ta­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas, pero sí se esta­ble­cie­ron por ítems; tal es el caso de “Noti­cias impac­tan­tes sobre los hechos actua­les”: t398 = ‑1.392 p < .05, evi­den­cián­do­se más pro­ble­ma en las tra­ba­ja­do­ras domés­ti­cas. Las com­pa­ra­cio­nes entre amas de casa de la Ciu­dad de Méxi­co y de Pue­bla no pro­por­cio­na­ron dife­ren­cia esta­dís­ti­ca, pero sí para el ítem “Dema­sia­do rui­do”: t198 = 4.794 p < .05, mani­fes­tan­do más pro­ble­mas las par­ti­ci­pan­tes de la Ciu­dad de Méxi­co. Los datos de las com­pa­ra­cio­nes entre tra­ba­ja­do­ras domés­ti­cas de ambos luga­res de resi­den­cia, no mos­tra­ron dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va, pero sí se pudo esta­ble­cer una para el ítem “Delin­cuen­cia”: t198 = 2.142 p < .05, repor­tan­do más pro­ble­ma al res­pec­to las par­ti­ci­pan­tes de la Ciu­dad de Méxi­co.

En lo que res­pec­ta a apo­yo social, no se encon­tra­ron dife­ren­cias esta­dís­ti­cas sig­ni­fi­ca­ti­vas en la mues­tra total. Las dife­ren­cias que se pudie­ron obser­var, se esta­ble­cie­ron al hacer los aná­li­sis por ítems. Al com­pa­rar las mues­tras de amas de casa de ambos luga­res de resi­den­cia, encon­tra­mos dife­ren­cia para el ítem “¿Con qué fre­cuen­cia estas per­so­nas le ayu­dan a que su tra­ba­jo o vida per­so­nal sean más fáci­les? Fami­lia­res o parien­tes (hijos-hijas, her­ma­nos-her­ma­nas, tíos-tías, etcé­te­ra)”: t198 = ‑1.113 p < .05, reci­bien­do ayu­da más fre­cuen­te­men­te las amas de casa de la Pue­bla; “¿Con qué fre­cuen­cia estas per­so­nas le ayu­dan a que su tra­ba­jo o vida per­so­nal sean más fáci­les? Ami­gos”: t198 = .717 p < .05, reci­bien­do apo­yo con más fre­cuen­cia las amas de casa de la Ciu­dad de Méxi­co; “Indi­que qué tan a gus­to se sien­te con el apo­yo que le pro­por­cio­nan estas per­so­nas. Ami­gos”: t198 = 1.884 p < .05, estan­do más a gus­to las amas de casa de la Ciu­dad de Méxi­co con el apo­yo reci­bi­do. Final­men­te, los datos de las com­pa­ra­cio­nes entre tra­ba­ja­do­ras domés­ti­cas de ambos luga­res de resi­den­cia, reve­la­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas para “¿Con qué fre­cuen­cia man­tie­ne la comu­ni­ca­ción con estas per­so­nas para que sus acti­vi­da­des dia­rias fun­cio­nen mejor (por ejem­plo: expre­sar sen­ti­mien­tos, pedir algún con­se­jo, reci­bir de ellos apo­yo, amor, cari­ño, acep­ta­ción)? Espo­so o novio”: t198 = .000 p < .05, repor­tan­do mejor comu­ni­ca­ción con la pare­ja, las tra­ba­ja­do­ras domés­ti­cas de Pue­bla.

Conclusiones

En lo con­cer­nien­te a estrés, se pue­de decir que des­ta­có el nivel medio y que las com­pa­ra­cio­nes rea­li­za­das para la mues­tra total no reve­la­ron dife­ren­cias esta­dís­ti­cas sig­ni­fi­ca­ti­vas, aun­que sí se esta­ble­cie­ron para algu­nos ítems. Los datos por­cen­tua­les per­mi­ten obser­var que pre­do­mi­nó el nivel medio de estrés total para las amas de casa de ambos luga­res de resi­den­cia, así como para las emplea­das domés­ti­cas de la Ciu­dad de Méxi­co, sien­do que para este tipo de tra­ba­ja­do­ras que viven en Pue­bla, los nive­les bajo y medio son simi­la­res, con la mitad de las par­ti­ci­pan­tes para cada uno. Esto sig­ni­fi­ca que tan­to en la capi­tal del país como en el lugar de pro­vin­cia de inte­rés, las muje­res eva­lua­das están some­ti­das a situa­cio­nes de estrés, y es nece­sa­rio ana­li­zar los datos para deter­mi­nar si se pue­den esta­ble­cer corre­la­cio­nes entre las áreas estu­dia­das.

Al revi­sar los resul­ta­dos para el área de salud, pre­do­mi­nó el nivel bajo en la mues­tra total; sin embar­go, los por­cen­ta­jes de par­ti­ci­pan­tes con nivel medio requie­ren de aten­ción pues­to que las dife­ren­cias que se encon­tra­ron se rela­cio­nan al con­su­mo de alcohol o taba­co, así como a moles­tias físi­cas, sien­do las emplea­das domés­ti­cas las que repor­ta­ron más pro­ble­mas. Ade­más, las amas de casa de la Ciu­dad de Méxi­co con­su­men en mayor medi­da estos pro­duc­tos, don­de la sobre­car­ga de tra­ba­jo de tipo domés­ti­co pue­de ser un fac­tor influ­yen­te. Ade­más, sería opor­tuno ana­li­zar la edad como fac­tor para que la salud de las muje­res se vea o no afec­ta­da al rea­li­zar una doble jor­na­da de tra­ba­jo. Vil­chez, Para­vic y Valen­zue­la (2013) men­cio­nan que la edad, el esta­do civil, la divi­sión del tra­ba­jo domés­ti­co, la car­ga de este tipo de labo­res, y el núme­ro de per­so­nas que con­for­man el sis­te­ma fami­liar, son fac­to­res que pue­den influir en la salud de las muje­res.

En cuan­to a estrés por tra­ba­jo, pre­do­mi­nó el nivel bajo para las amas de casa de la Ciu­dad de Méxi­co y de Pue­bla, así como para las emplea­das domés­ti­cas de Pue­bla; mien­tras que los nive­les bajo y medio son simi­la­res para la mues­tra de emplea­das de la Ciu­dad de Méxi­co, lo que indi­ca que a estas muje­res les estre­sa el hecho de que no les alcan­ce el tiem­po dia­rio para cum­plir con sus obli­ga­cio­nes domés­ti­cas tan­to en su hogar como en su tra­ba­jo, auna­do a la fal­ta de reco­no­ci­mien­to por su esfuer­zo.

Para estrés por finan­zas, el nivel bajo resal­tó para las amas de casa de la Ciu­dad de Méxi­co, mien­tras que el medio pre­do­mi­nó en las de Pue­bla; para las emplea­das domés­ti­cas de ambas ciu­da­des, tam­bién pre­va­le­ció este nivel, con altos por­cen­ta­jes de par­ti­ci­pan­tes. Esto indi­ca que exis­ten pro­ble­mas eco­nó­mi­cos en la mayo­ría de las fami­lias de las muje­res eva­lua­das, prin­ci­pal­men­te por la fal­ta de dine­ro para la edu­ca­ción for­mal de los hijos, a pesar de que reci­ben un sala­rio por su tra­ba­jo. Es posi­ble que se tra­ta­ra de sis­te­mas fami­lia­res uni­pa­ren­ta­les.

En el área fami­liar pre­pon­de­ró el nivel bajo de estrés en todas las mues­tras, pero cabe hacer notar que en el caso de las tra­ba­ja­do­ras domés­ti­cas de la Ciu­dad de Méxi­co, el nivel medio adquie­re rele­van­cia, pues casi en la mitad de la mues­tra se repor­tó estrés en esta área, a este nivel. En la capi­tal de Méxi­co es dema­sia­do el tiem­po que se invier­te para el tras­la­do de un lugar a otro, lo que pue­de resul­tar un fac­tor que influ­ya para que muchas emplea­das dedi­quen menos tiem­po al cui­da­do de la fami­lia, y por ello ten­gan pro­ble­mas.

En cuan­to a estrés en el área social impe­ró el nivel bajo en todas las mues­tras, pero se pue­de decir que algu­nas amas de casa de Pue­bla y algu­nas emplea­das domés­ti­cas de la capi­tal de Méxi­co están estre­sa­das por la con­vi­ven­cia con­flic­ti­va con veci­nos y/o amis­ta­des. Las regio­nes don­de resi­dían las par­ti­ci­pan­tes de Pue­bla son luga­res que han cre­ci­do y cada día tie­nen más habi­tan­tes; el haci­na­mien­to y la com­pe­ten­cia entre los ciu­da­da­nos para obte­ner los ser­vi­cios públi­cos para la sobre­vi­ven­cia, así como la des­con­fian­za entre unos y otros debi­do a la inse­gu­ri­dad, hacen muy difí­cil la con­vi­ven­cia entre la gen­te.

Por últi­mo, en el área ambien­tal, adquie­re impor­tan­cia el nivel medio de estrés en las muje­res de la Ciu­dad de Méxi­co; mien­tras que en Pue­bla resal­tó el nivel bajo. Las amas de casa de la capi­tal del país mani­fes­ta­ron mayo­res pro­ble­ma en rela­ción al rui­do, y las emplea­das domés­ti­cas con res­pec­to a la delin­cuen­cia y los hechos actua­les de vio­len­cia, debi­do tal vez a que ellas tie­nen que per­ma­ne­cer fue­ra de casa gran par­te de la sema­na, lo cual las hace más vul­ne­ra­bles de lo que son las amas de casa. Por otro lado, impe­ró el nivel medio de apo­yo social. Este apo­yo es un fac­tor que influ­ye para una menor pre­sen­cia de estrés (Matud y Bethen­court, 2000; Álva­rez y Gómez, 2011). Muchos hoga­res en Pue­bla alber­gan no sola­men­te a una fami­lia de ori­gen, sino tam­bién a par­te de la fami­lia exten­sa, lo cual pue­de con­ver­tir­se en una gran ayu­da para las muje­res amas de casa (repar­ti­ción de res­pon­sa­bi­li­da­des domés­ti­cas, inclui­da la crian­za y cui­da­do de los hijos), y sobre todo para las emplea­das domés­ti­cas. Tal vez por ello las muje­res de pro­vin­cia seña­la­ron que reci­ben más apo­yo de fami­lia­res y tie­nen mejor comu­ni­ca­ción con su pare­ja, mien­tras que las de la capi­tal del país lo reci­ben de ami­gos, pues en este espa­cio hay más fami­lias nuclea­res indi­vi­dua­les.

Es impor­tan­te rea­li­zar más estu­dios con res­pec­to a apo­yo social y habi­li­da­des socia­les en rela­ción a la dis­tri­bu­ción equi­ta­ti­va de labo­res domés­ti­cas y del cui­da­do de los hijos. El tra­ba­jo domés­ti­co, aun­que sea remu­ne­ra­do, no deja de ser exte­nuan­te, sobre todo si se lle­va a cabo en una doble jor­na­da de tra­ba­jo.

Referencias

Álvarez, A. y Gómez, I. (2011). Conflicto trabajo-familia, en mujeres profesionales que trabajan en la modalidad de empleo. Pensamiento Psicológico, 9 (16), 89-106. Disponible en red: http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_isoref&pid=S1657-896120110000100007&Ing=en&tIng=en&nrm=ISO>

Casique, I. (2008). Participación en el trabajo doméstico de hombres y mujeres en México. Papeles de Población, 14 (55), 173-200. Disponible en red: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11205508

Feldman, L., Vivas, E., Lugli, Z., Zaragoza, J. y Gómez, V. (2008). Relaciones, trabajo y salud en mujeres trabajadoras. Salud Pública Méx, 50 (6), 482-489. Disponible en red: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0036-363420080000600009&Ing=es&nrm=iso>

González, M., Landero, R. y Moral, J. (2009). Cuestionario de Burnout para amas de casa 8CUBAC): evaluación de sus propiedades psicométricas y del Modelo Secuencial de Burnout. Univ Psychhol, 8 (2), 533-544. Disponible en red: http://www.redalyc.org/pdf/647/64712165020.pdf

Guerrero, J. (2003). Los roles no laborales y el estrés en el trabajo. Revista Colombiana de Psicología, 12, 73-84. Disponible en red: http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/psicologia/article/viewFile/1189/1741

Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática INEGI (2015). Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo. Población Económicamente Activa. “Estadísticas a propósito del día internacional del trabajador doméstico (22 de julio)”. Disponible en red: http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/aproposito/2015/domesticoO.pdf

Martínez, M. L. (2014). Creencias irracionales sobre el trabajo doméstico, horas dedicadas al hogar y estado general percibido en docentes universitarias. Conexxión. Revista Académica Aliat Universidades, 2 (3). Disponible en red: http://www.alistuniversidades.com.mx/conexxion/ind.php/en/sample-levels/psicologia/780-creencias-irracionales-sobre-el-trabajo-domestico-horas-dedicadas-al-hogar-y-estado-general-percibido-en-docentes-universitarias-ano-2-numero-3

Martínez, S., López, F. y García, O. (2013). Tiempo libre y trabajo doméstico en su relación con daños psicosociales en docentes de una Universidad Pública mexicana. Ciencia y Trabajo, 15 (48), 165-172. Disponible en red: http://www.scielo.cl/pdf/cyt/v15n48/art11.pdf

Matud, M. P. y Bethencourt, J. M. (2000). Ansiedad, depresión y síntomas psicosomáticos en una muestra de amas de casa. Revista Latinoamericana de Psicología, 32 (1). Disponible en red: http://www. Redalyc.org/articulo.oa?id=80532105

Montesó, M. P. (2014). La construcción de los roles de género y su relación con el estrés crónico y la depresión en las mujeres. Comunitaria. Revista Internacional de Trabajo Social y Ciencias Sociales, 8, Julio. Disponible en red: http://dx.doi.org/10.5944/comunitaria.8.6

(2015). La depresión en las mujeres: Una aproximación multidisciplinaria desde la perspectiva de género. Publicaciones Universitat Roviral Virgili. Disponible en red: https://books.google.com.mx/books?id=8JE5CQAAQBAJ&pg=PA219&lpg=PA219

Montesó, M. P., Ferré, C., Lleixá, N. y Espuny, C. (2011). Factores psicológicos que influyen en el desarrollo de la depresión en las mujeres. Anuario Hojas de Warmi, 16. Disponible en red: http://www.ub.edu/SIMS/hojaWarmi/hojas16/articulos/Montesoetal.pdf

Moral, J., González, M. y Landero, R. (2011). Estrés percibido, ira y burnout en amas de casa mexicanas. Revista Iberoamericana de Psicología y Salud, 2 (2), 123-143. Disponible en red: http://www. Redalyc.org/articulo.oa?id=245118507001

Moreno, M. P., Ríos, M. L., San Martín, J. y Perles, F. (2010). Satisfacción laboral y Burnout en trabajos poco calificados. Diferencias entre sexos en población migrante. Revista de psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 26 (3), 255-265. Disponible en red: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_isoref&pid=S1576-59622010000300008&Ing=es&yIng=es&nrm=iso

Nowack, K. (2002). Perfil de estrés. México: Manual Moderno.

Organización Internacional del Trabajo OIT (2013). Manual de buenas prácticas. Trabajadoras y empleadoras de servicio doméstico. Disponible en red: http://www.iLo.org/wcmsp5/groups/public---americas/---ro-lima/---sro-Santiago/documents/publication/wcms_219955.pdf

Ortiz, G. y Ortega, M. E. (2010). Burnout, sobrecarga percibida y sintomatología asociada al estrés en amas de casa mexicanas. Ponencia presentada en el III Congreso Internacional, VII Congreso Nacional, XXXII Asamblea Nacional FENAPSIME A.C., IV Jornadas de Psicoanálisis y Psicología Hospitalaria. Memorias. Facultad de Psicología, Universidad Autónoma de Querétaro. Disponible en red: http://www.academia.edu/845383d1/BURNOUT_SOBRECARGA_EN_AMAS_DE_CASA_MEXICANAS

Rodríguez, M. C., Peña, J. y Torío, S. (2010). Corresponsabilidad familiar: negociación e intercambio en la división del trabajo doméstico. Papers, 95 (1), 95-117. Disponible en red: dialnet.unirioja.es/servlet/extaut?codigo=860583

Sánchez, S., Sánchez, M. P. y Dresch, V. (2009). Hombres y trabajo doméstico: variables demográficas, salud y satisfacción. Anales de Psicología, 25 (2), 299-307. Disponible en red: http://www.um.es/analesps/v25/v25_2/12-25_2.pdf

Vilchez, V., Paravic, T. y Valenzuela, S. (2013). Contribución de Enfermería al abordaje de los trastornos psicosomáticos de la mujer trabajadora. Enfermería Global, 12 (31), 254-264. Disponible en red: http://scielo.isciii.es/pdf/eg/v12n31/ensayo1.pdf

Notas

1. Pro­fe­so­ra titu­lar, Área Psi­co­lo­gía Clí­ni­ca. Email: maroc@campus.iztacala.unam.mx

2. Egre­sa­da de la FES Izta­ca­la, Psi­co­lo­gía, UNAM. Email: nlara.psic@hotmail.com