Impacto de la danza en el bienestar psicológico: Autorregulación autodeterminación y habilidades sociales Descargar este archivo (Impacto de la danza en el bienestar psicológico.pdf)

Alison Itzel Vargas Anaya1, Juan Carlos Mazón Sánchez2

Universidad Justo Sierra

Resumen

El obje­ti­vo de este artícu­lo fue ana­li­zar la apor­ta­ción de la dan­za al bien­es­tar psi­co­ló­gi­co, para ello se eva­lua­ron los nive­les de auto­de­ter­mi­na­ción, auto­no­mía, auto­rre­gu­la­ción, empo­de­ra­mien­to, auto­co­no­ci­mien­to y habi­li­da­des socia­les en una mues­tra de jóve­nes mexi­ca­nos, prac­ti­can­tes y no prac­ti­can­tes de dan­za. Par­ti­ci­pa­ron 227 jóve­nes habi­tan­tes del Esta­do de Méxi­co (108 hom­bres y 119 muje­res), en un ran­go de edad de 8 a 38 años (media= 12.7, D.E.=3.07). Del total, 57 jóve­nes seña­la­ron ser prac­ti­can­tes habi­tua­les de dan­za. Se apli­ca­ron los ins­tru­men­tos: Cues­tio­na­rio de Regu­la­ción de la Con­duc­ta en el Ejer­ci­cio (BREQ‑3), Esca­la ARC-INICO de Eva­lua­ción de la Auto­de­ter­mi­na­ción y la EEHSA Esca­la de Eva­lua­ción de Habi­li­da­des Socia­les para Ado­les­cen­tes. Los resul­ta­dos seña­la­ron que los prac­ti­can­tes de dan­za mos­tra­ban nive­les sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te más altos en indi­ca­do­res de Auto­rre­gu­la­ción: Regu­la­ción intrín­se­ca (t (217) =3.314, sig<.05), Regu­la­ción iden­ti­fi­ca­da (t (217) =2.143, sig<.05) y Regu­la­ción intro­yec­ta­da (t (217) =2.860, sig<.05). Ocu­rrió lo mis­mo con algu­nos aspec­tos de Auto­de­ter­mi­na­ción: Auto­no­mía (t (215) =3.213, sig<.05), Auto­rre­gu­la­ción (t (217) =2.369, sig<.05) y Auto­co­no­ci­mien­to (t (217) =2.648, sig<.05). Este efec­to fue más noto­rio para los chi­cos que esta­ban en la ado­les­cen­cia. No se obser­va­ron dife­ren­cias en cuan­to a las habi­li­da­des socia­les. Se dis­cu­ten los resul­ta­dos en cuan­to a los bene­fi­cios que apor­ta la prác­ti­ca de la dan­za al desa­rro­llo y al bien­es­tar.

Pala­bras cla­ve: Dan­za, Índi­ce de Auto­de­ter­mi­na­ción, Auto­de­ter­mi­na­ción, Habi­li­da­des socia­les.

Impact of dance on psychological well-being: Self-regulation self-determination and social skills

Abstract

The objec­ti­ve of this arti­cle was to analy­ze the con­tri­bu­tion of dan­ce to psy­cho­lo­gi­cal well-being. The levels of self-deter­mi­na­tion, auto­nomy, self-regu­la­tion, empo­wer­ment, self-know­led­ge, and social skills were eva­lua­ted in a sam­ple of Mexi­can youth, dan­cers, and non-dan­cers. 227 young inha­bi­tants of the Sta­te of Mexi­co par­ti­ci­pa­ted (108 men and 119 women), in an age ran­ge of 8 to 38 years (mean = 12.7, S.D. = 3.07). 57 par­ti­ci­pants were habi­tual dan­ce prac­ti­tio­ners. The ins­tru­ments were applied: Beha­vior Regu­la­tion in Exer­ci­se Ques­tion­nai­re (BREQ‑3), ARC-INICO Self-Deter­mi­na­tion Assess­ment Sca­le and the EEHSA Social Skills Assess­ment Sca­le for Ado­les­cents. The results indi­ca­ted that dan­ce prac­ti­tio­ners sho­wed sig­ni­fi­cantly higher levels in Self-Regu­la­tion indi­ca­tors: Intrin­sic regu­la­tion (t (217) = 3,314, sig <.05), Iden­ti­fied regu­la­tion (t (217) = 2,143, sig <.05) and Intro­jec­ted regu­la­tion (t (217) = 2.860, sig <.05). In the same way, some aspects of Self-Deter­mi­na­tion: Auto­nomy (t (215) = 3,213, sig <.05), Self-regu­la­tion (t (217) = 2,369, sig <.05) and Self-know­led­ge (t (217) = 2,648, sig < .05) sho­wed higher levels in dan­cers. This effect was sig­ni­fi­cant for youn­ger boys. No dif­fe­ren­ces were obser­ved regar­ding social skills. The results are dis­cus­sed regar­ding the bene­fits that dan­ce prac­ti­ce brings to deve­lop­ment and psy­cho­lo­gi­cal well-being.

Key­words: Dan­ce, Self Deter­mi­na­tion Index, Self Deter­mi­na­tion, Social Skills.

Introducción

La dan­za se entien­de como movi­mien­to cor­po­ral en su sen­ti­do más amplio, tie­ne una deter­mi­na­da dura­ción y pone o no en jue­go un rit­mo con­cre­to, pue­de reque­rir un espa­cio impor­tan­te o sólo el que nece­si­ta el cuer­po para habi­tar­lo. En todos los casos, siem­pre es una acción motriz que pro­ce­de de un indi­vi­duo que res­pon­de a sen­sa­cio­nes inter­nas o a la per­cep­ción de estí­mu­los exter­nos (Wen­gro­wer y Chai­klin, 2008).

Estu­dios cien­tí­fi­cos recien­tes seña­lan que el bai­le pue­de bene­fi­ciar al cere­bro humano y pre­ve­nir algu­nas impor­tan­tes enfer­me­da­des como el Alzhei­mer, ya que a tra­vés de éste se esti­mu­lan muchas fun­cio­nes del cere­bro humano. Tam­bién, pue­de con­si­de­rar­se como ejer­ci­cio y ayu­da a redu­cir el ries­go de enfer­me­da­des neu­ro­ló­gi­cas, ya que esti­mu­la las áreas cere­bra­les que inter­vie­nen en el equi­li­brio y la coor­di­na­ción de los movi­mien­tos (Dedi­car, 2017).

Bai­lar apor­ta bene­fi­cios fisio­ló­gi­cos y psi­co­ló­gi­cos: redu­ce el estrés, dis­mi­nu­ye los nive­les de la depre­sión, ayu­da a ejer­ci­tar la memo­ria y la aten­ción, obli­ga a coor­di­nar los movi­mien­tos cor­po­ra­les, poten­cia la auto­es­ti­ma y con­fian­za en uno mis­mo, a la vez que ayu­da a ven­cer la timi­dez. Tam­bién pro­por­cio­na la opor­tu­ni­dad de rela­cio­nar­se con otras per­so­nas favo­re­cién­do­los así en la inte­gra­ción social. En el caso de per­so­nas que sufren Artri­tis, Par­kin­son o Alzhei­mer, les ayu­da a esti­mu­lar las capa­ci­da­des físi­cas y psí­qui­cas (Dedi­car, 2017).

Es rele­van­te cono­cer estos datos, sobre todo en un momen­to don­de las enfer­me­da­des men­ta­les y los pade­ci­mien­tos psi­co­ló­gi­cos cobran una impor­tan­cia cru­cial den­tro de la vida coti­dia­na moder­na.

En todo el mun­do, 121 millo­nes de per­so­nas pade­cen depre­sión, 70 millo­nes pade­cen pro­ble­mas rela­cio­na­dos con el alcohol, 24 millo­nes pade­cen esqui­zo­fre­nia y 37 millo­nes demen­cia (Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud [OMS], 2005).

Los tras­tor­nos men­ta­les repre­sen­tan apro­xi­ma­da­men­te el 12% del total de la car­ga glo­bal de las enfer­me­da­des. En el 2020 repre­sen­ta­rán apro­xi­ma­da­men­te el 15% de la dis­ca­pa­ci­dad ajus­ta­da a los años de vida per­di­dos por enfer­me­dad. El impac­to de tras­tor­nos men­ta­les es mayor en adul­tos jóve­nes que es el sec­tor mas pro­duc­ti­vo de la pobla­ción (OMS, 2005).

El hom­bre es un ser social, y en vir­tud de acti­vi­da­des socia­li­za­do­ras se cons­tru­ye la rela­ción con los demás. Las habi­li­da­des socia­les son el resul­ta­do de pre­dis­po­si­cio­nes gené­ti­cas y de las res­pues­tas a las esti­mu­la­cio­nes ambien­ta­les. Duran­te el desa­rro­llo, la socie­dad trans­mi­te sus idea­les, valo­res, creen­cias, con­duc­tas acep­ta­bles; y para la Psi­co­lo­gía el acen­to está en ver cómo el indi­vi­duo los asi­mi­la y los inte­gra en su per­so­na­li­dad (Suriá, 2010).

Diver­sas inves­ti­ga­cio­nes han docu­men­ta­do el impac­to de la dan­za en el bien­es­tar de las per­so­nas. A con­ti­nua­ción, se revi­san algu­nos de estos tra­ba­jos.

Reque­na-Pérez, Mar­tín-Cua­dra­do y Lago-Marín (2015) rea­li­za­ron una inves­ti­ga­ción cuyo obje­ti­vo fue ana­li­zar las impli­ca­cio­nes de la ima­gen cor­po­ral, la auto­es­ti­ma, la moti­va­ción y el desem­pe­ño aca­dé­mi­co de un gru­po de estu­dian­tes de dan­za clá­si­ca. La mues­tra estu­vo com­pues­ta por 75 estu­dian­tes (de entre 12 y 18 años). En el estu­dio, tam­bién par­ti­ci­pó un gru­po de 15 jóve­nes de la mis­ma edad, diag­nos­ti­ca­dos con un Tras­torno de Con­duc­ta Ali­men­ta­ria (TCA). Los auto­res apli­ca­ron cues­tio­na­rios psi­co­mé­tri­cos para medir todas las varia­bles con­si­de­ra­das ade­más de incluir índi­ces antro­po­mé­tri­cos, como el índi­ce de masa cor­po­ral. Los resul­ta­dos seña­la­ron que las bai­la­ri­nas mos­tra­ron nive­les bajos de dis­con­for­mi­dad con su ima­gen, ade­más de que no se podían cla­si­fi­car como casos de TCA. Por otro lado, los auto­res encon­tra­ron una rela­ción débil entre los pará­me­tros cor­po­ra­les y el ren­di­mien­to aca­dé­mi­co. En con­tras­te, hubo una rela­ción sig­ni­fi­ca­ti­va entre la auto­es­ti­ma y la moti­va­ción con el ren­di­mien­to aca­dé­mi­co. Por tan­to, se pue­den docu­men­tar las ven­ta­jas que apor­ta la dan­za y el ejer­ci­cio al bien­es­tar de los ado­les­cen­tes.

Domín­guez y Cas­ti­llo (2016) lle­va­ron a cabo una inves­ti­ga­ción con el obje­ti­vo de ana­li­zar la rela­ción exis­ten­te entre la dan­za y el aumen­to de los nive­les de auto­es­ti­ma en las dife­ren­tes dimen­sio­nes que la con­for­man. Par­ti­ci­pa­ron 91 alum­nos de edu­ca­ción pri­ma­ria de quin­to y sex­to gra­do, el mues­treo fue no pro­ba­bi­lís­ti­co por con­ve­nien­cia. En el estu­dio, se uti­li­zó un dise­ño cua­si­ex­pe­ri­men­tal (con gru­po con­trol y expe­ri­men­tal), con dise­ño de pre­test y postest. El gru­po con­trol estu­vo con­for­ma­do por los alum­nos de quin­to, mien­tras que el gru­po expe­ri­men­tal, por los de sex­to. El gru­po expe­ri­men­tal par­ti­ci­pó en un pro­gra­ma de dan­za libre crea­ti­va que se inclu­yó en su cla­se de edu­ca­ción físi­ca. Dicha inter­ven­ción se com­pu­so por 13 sesio­nes. Se apli­có un cues­tio­na­rio que per­mi­tió medir el nivel de auto­es­ti­ma antes y des­pués del pro­gra­ma.

Los resul­ta­dos seña­la­ron que los alum­nos que par­ti­ci­pa­ron en el pro­gra­ma mos­tra­ban nive­les más altos de auto­co­no­ci­mien­to, auto­per­cep­ción físi­ca y esti­ma cor­po­ral. Ade­más, logra­ron tener una mejor auto­per­cep­ción de las pro­pias habi­li­da­des físi­cas depor­ti­vas, pro­por­cio­nan­do una mayor con­fian­za en si mis­mos. Los auto­res seña­lan que la dan­za favo­re­ce el bien­es­tar psi­co­ló­gi­co y la esta­bi­li­dad emo­cio­nal. Por lo que se pue­de docu­men­tar una fuer­te rela­ción entre la auto­es­ti­ma y la dan­za (Domín­guez y Cas­ti­llo, 2016).

Gil, Gutié­rrez y Madrid, (2012) ela­bo­ra­ron una inves­ti­ga­ción con el obje­ti­vo de eva­luar la efec­ti­vi­dad de una inter­ven­ción extra­cu­rri­cu­lar de acti­vi­dad físi­ca de bai­le y habi­li­da­des socia­les. Se pre­ten­día incre­men­tar las habi­li­da­des de inter­ac­ción social tan­to en las alum­nas con algún pro­ble­ma rela­cio­nal cómo en las que se rela­cio­nan regu­lar­men­te en su entorno habi­tual. Par­ti­ci­pó un gru­po de estu­dian­tes de pri­ma­ria de 9 a 12 años. La inter­ven­ción duró un lap­so de 3 meses. Se rea­li­za­ron ejer­ci­cios para desa­rro­llar habi­li­da­des socia­les y acti­vi­da­des de dan­za. Como resul­ta­do, en los tra­ba­jos de expre­sión cor­po­ral, se pudie­ron obser­var muchas mani­fes­ta­cio­nes rela­cio­na­das a la expre­sión de emo­cio­nes. Por ejem­plo, las niñas espon­tá­nea­men­te mos­tra­ban incon­for­mi­da­des, tris­te­zas, ale­grías, frus­tra­cio­nes y moti­va­cio­nes. Prác­ti­ca­men­te en todos los aspec­tos se obser­vó un nota­ble aumen­to de habi­li­da­des socia­les: habi­li­da­des para hacer ami­gos y ami­gas, habi­li­da­des con­ver­sa­cio­na­les y habi­li­da­des para rela­cio­nar­se con los adul­tos. El aumen­to fue paten­te en el últi­mo mes de la inter­ven­ción.

Sin embar­go, algu­nos estu­dios han docu­men­ta­do que la dan­za podría repre­sen­tar un estrés adi­cio­nal para las per­so­nas, sobre todo cuan­do repre­sen­ta una acti­vi­dad adi­cio­nal a su queha­cer coti­diano. Valle (2014) reali­zó una inves­ti­ga­ción don­de eva­luó los nive­les de ansie­dad (ras­go y esta­do) en bai­la­ri­nes pro­fe­sio­na­les y ama​teurs​.La mues­tra estu­vo con­for­ma­da por 58 bai­la­ri­nes perua­nos, apro­xi­ma­da­men­te la mitad fue­ron bai­la­ri­nes clá­si­cos, mien­tras que el res­to fue­ron con­tem­po­rá­neos. Del total, la mitad eran pro­fe­sio­na­les y el res­to eran ama­teurs. El nivel de ansie­dad fue eva­lua­do con la prue­ba IDARE. Los resul­ta­dos seña­la­ron que los pro­fe­sio­na­les tenían nive­les de ansie­dad lige­ra­men­te más altos que los ama­teurs.

Por otra par­te, Ruiz de Azúa y Gon­zá­lez (2005) lle­va­ron a cabo una inves­ti­ga­ción que con­sis­tió en eva­luar la rela­ción que se esta­ble­ce entre el auto­con­cep­to físi­co y la fre­cuen­cia de la prác­ti­ca depor­ti­va. La mues­tra estu­vo for­ma­da por 1518 suje­tos, los cua­les per­te­ne­cían a cole­gios de dife­ren­tes nive­les edu­ca­ti­vos: 6,6% de nivel pri­ma­ria; 43,9% de nivel secun­da­ria; 16,6% de nivel bachi­lle­ra­to; 28% de uni­ver­si­dad, ade­más de un 4,9% de adul­tos no esco­la­ri­za­dos. Los par­ti­ci­pan­tes con­tes­ta­ron cues­tio­na­rios sobre Auto­con­cep­to Físi­co, Infor­ma­ción sobre la prác­ti­ca depor­ti­va y Cla­si­fi­ca­ción de los depor­tes. Los resul­ta­dos con­fir­man que exis­te rela­ción entre la prác­ti­ca depor­ti­va y el auto­con­cep­to físi­co, pero, más en con­cre­to, que un mejor auto­con­cep­to físi­co se corres­pon­de con una prác­ti­ca depor­ti­va más asi­dua, más socia­li­za­da y orga­ni­za­da.

Mur­gui, Gar­cía, Gar­cía y Gar­cía (2012) rea­li­za­ron un estu­dio con 1,630 adul­tos, de los cua­les 430 eran bai­la­ri­nes. A todos se les apli­có una esca­la que pre­ten­día medir el auto­con­cep­to. Los resul­ta­dos seña­la­ron que los bai­la­ri­nes tenían un mejor auto­con­cep­to en refe­ren­cia a aspec­tos fami­lia­res, pro­fe­sio­na­les y físi­cos.

Una impor­tan­te línea de inves­ti­ga­ción en torno al impac­to de la dan­za en el bien­es­tar psi­co­ló­gi­co pro­vie­ne de la Teo­ría de la Auto­de­ter­mi­na­ción, la cual eva­lúa los ele­men­tos de esfuer­zo per­so­nal que ponen en prác­ti­ca las per­so­nas que rea­li­zan algu­na acti­vi­dad físi­ca, para alcan­zar sus metas. A con­ti­nua­ción se revi­san algu­nos tra­ba­jos al res­pec­to.

Ama­do, Leo, Sán­chez, Sán­chez y Gar­cía (2011), exa­mi­na­ron las rela­cio­nes que se esta­ble­cen entre las varia­bles que com­po­nen la Teo­ría de Auto­de­ter­mi­na­ción y la Flui­dez Dis­po­si­cio­nal en 48 prac­ti­can­tes de dan­za clá­si­ca y 48 de dan­za con­tem­po­rá­nea, per­te­ne­cien­tes a dife­ren­tes escue­las de dan­za espa­ño­las. Para ello, apli­ca­ron una bate­ría de prue­bas: Beha­vio­ral Regu­la­tion in Exer­ci­se Questionnaire‑2 [BREQ‑2], Esca­la de Media­do­res Moti­va­cio­na­les en el Depor­te [EMMD] y Dis­po­si­tio­nal Flow Sca­le [DFS]. Los resul­ta­dos seña­lan que los prac­ti­can­tes de dan­za con mayo­res nive­les de auto­de­ter­mi­na­ción y mayor satis­fac­ción con sus nece­si­da­des de rela­ción con los demás y de com­pe­ten­cia, tie­nen una mayor dis­po­si­ción a expe­ri­men­tar un esta­do de ren­di­mien­to ópti­mo.

Ama­do, Sán­chez, Leo, Sán­chez, Mon­te­ro y Gar­cía (2015), rea­li­za­ron una inves­ti­ga­ción cuyo obje­ti­vo fue exa­mi­nar los gru­pos de prac­ti­can­tes de dan­za, ana­li­zan­do sus per­fi­les moti­va­cio­na­les y las dife­ren­cias exis­ten­tes entre ellos, en fun­ción de la moda­li­dad prac­ti­ca­da. La mues­tra estu­vo com­pues­ta por 332 prac­ti­can­tes de dan­za clá­si­ca (n=89), con­tem­po­rá­nea (n=159) y espa­ño­la (n=84). Los bai­la­ri­nes per­te­ne­cían a dife­ren­tes escue­las y con­ser­va­to­rios en Espa­ña. Se uti­li­zó un mues­treo alea­to­rio estra­ti­fi­ca­do en fun­ción del tipo de dan­za prac­ti­ca­do.

Los resul­ta­dos de ambos gru­pos indi­can que, en el con­tex­to de la dan­za, los prac­ti­can­tes pue­den pre­sen­tar una ele­va­da auto­de­ter­mi­na­ción y flow dis­po­si­cio­nal inde­pen­dien­te­men­te del cli­ma moti­va­cio­nal que per­ci­ban en su entorno (Ama­do et al., 2015).

Ama­do, Leo, Sán­chez, Sán­chez y Gar­cia (2010), inves­ti­ga­ron la rela­ción entre la teo­ría de auto­de­ter­mi­na­ción y las estra­te­gias de afron­ta­mien­to del estrés en prac­ti­can­tes de dan­za, inten­tan­do cono­cer qué varia­bles pue­den pre­de­cir la uti­li­za­ción de un tipo u otro de estra­te­gias en situa­cio­nes estre­san­tes. La mues­tra estu­vo com­pues­ta por 98 bai­la­ri­nes con eda­des entre los 11 y los 55 años, per­te­ne­cien­tes a dife­ren­tes escue­las de dan­za. Los par­ti­ci­pan­tes con­tes­ta­ron cues­tio­na­rios sobre auto­de­ter­mi­na­ción, media­do­res moti­va­cio­na­les en el depor­te, estra­te­gias de afron­ta­mien­to y estra­te­gias orien­ta­das a la tarea.

Los resul­ta­dos mos­tra­ron una rela­ción posi­ti­va entre la moti­va­ción intrín­se­ca e iden­ti­fi­ca­da y la satis­fac­ción de las nece­si­da­des de com­pe­ten­cia, auto­no­mía y rela­cio­nes socia­les con la uti­li­za­ción de algu­nas estra­te­gias orien­ta­das a la tarea o al pro­ble­ma. Por otra par­te, la des­mo­ti­va­ción mues­tra rela­ción con las estra­te­gias orien­ta­das a la evi­ta­ción. La moti­va­ción intrín­se­ca y la per­cep­ción de com­pe­ten­cia apa­re­cen como prin­ci­pa­les pre­dic­to­res de la uti­li­za­ción de las estra­te­gias orien­ta­das a la tarea en bai­la­ri­nes.

El obje­ti­vo del pre­sen­te estu­dio fue ana­li­zar la apor­ta­ción de la dan­za al bien­es­tar psi­co­ló­gi­co, eva­luan­do los nive­les de auto­de­ter­mi­na­ción, auto­no­mía, auto­rre­gu­la­ción, empo­de­ra­mien­to, auto­co­no­ci­mien­to y habi­li­da­des socia­les en una mues­tra de jóve­nes mexi­ca­nos, prac­ti­can­tes y no prac­ti­can­tes de dan­za.

Método

Participantes

La mues­tra estu­vo cons­ti­tui­da por 227 jóve­nes habi­tan­tes del Esta­do de Méxi­co. Del total, 108 fue­ron hom­bres y 119 muje­res. El ran­go de edad de los par­ti­ci­pan­tes estu­vo com­pren­di­do entre los 8 y los 38 años (media= 12.7, D.E.=3.07). Los par­ti­ci­pan­tes fue­ron con­tac­ta­dos en cin­co escue­las del Esta­do de Méxi­co. Del total, 57 jóve­nes seña­la­ron ser prac­ti­can­tes habi­tua­les de dan­za. Se con­tó con la auto­ri­za­ción por escri­to de las auto­ri­da­des de las escue­las don­de se levan­ta­ron los datos, como de los padres o tuto­res de los par­ti­ci­pan­tes.

La Tabla 1 mues­tra los datos demo­grá­fi­cos de los par­ti­ci­pan­tes. Como se pue­de ver, la sec­ción de los jóve­nes que prac­ti­ca­ban algún tipo de dan­za se ubi­có nor­mal­men­te entre 8 y 18 años; la mayo­ría fue­ron muje­res (solo 4 fue­ron hom­bres). Los tipos de dan­za más popu­la­res fue­ron el Ballet, el Fol­klor y el Bai­le Urbano. Algu­nos seña­la­ron prac­ti­car más de un tipo de dan­za.

Tabla 1. Datos demográficos y tipo de danza practicados por los participantes.
 

Prac­ti­can­tes

No prac­ti­can­tes

Edad

F (%)

F (%)

8–12

28(49.1)

83(51.2)

13–18

19(33.3)

79(48.8)

19–24

7(12.3)

-

24 o más

3(5.3)

-

Sexo

   

Hom­bres

4(7.0)

99(61.1)

Muje­res

53(93.0)

63(38.9)

Tipo de bai­le

   

Ballet

16(28.1)

-

Fol­klor

14(24.6)

-

Urbano

11(19.3)

-

Con­tem­po­rá­neo

9(15.8)

-

Hip-Hop

9(15.8)

-

Jazz

6(10.5)

-

Sal­sa

3(5.3)

-

Líri­co

2(3.5)

-

Acro­ba­cia

2(3.5)

-

Otros

4(7.0)

-

Instrumentos

a) Cues­tio­na­rio de Regu­la­ción de la Con­duc­ta en el Ejer­ci­cio [BREQ‑3] (Gon­zá­lez-Cutre, Sici­lia y Fer­nán­dez, 2010). Cons­ta de 23 reac­ti­vos tipo Likert de cin­co nive­les (0=nada ver­da­de­ro; 4=total­men­te ver­da­de­ro). La esca­la pre­ten­de medir la auto­rre­gu­la­ción per­ci­bi­da en torno a la rea­li­za­ción de acti­vi­da­des físi­cas. En la vali­da­ción para el idio­ma espa­ñol se encon­tra­ron alfas de Cron­bach acep­ta­bles: regu­la­ción intrín­se­ca (.87), regu­la­ción inte­gra­da (.87), regu­la­ción iden­ti­fi­ca­da (.66), regu­la­ción intro­yec­ta­da (.72), regu­la­ción exter­na (.78) y des­mo­ti­va­ción (.70)

B) Esca­la ARC-INICO de Eva­lua­ción de la Auto­de­ter­mi­na­ción. Es una esca­la que pre­ten­de medir el nivel de auto­de­ter­mi­na­ción y está diri­gi­da a pobla­ción ado­les­cen­te. La esca­la se com­po­ne de cua­tro fac­to­res: Auto­no­mía (25 reac­ti­vos; alfa=.87), Auto­rre­gu­la­ción (12 reac­ti­vos; alfa=.80), Empo­de­ra­mien­to (14 reac­ti­vos; alfa=.79) y Auto­co­no­ci­mien­to (10 reac­ti­vos; alfa=.74). En el fac­tor de Auto­no­mía se uti­li­za una esca­la Likert de tres nive­les (1=No lo hago nun­ca; 3=Lo hago siem­pre). Para el res­to de las esca­las las opcio­nes de res­pues­ta son cua­tro (1=No estoy nada de acuer­do; 4=Estoy total­men­te de acuer­do).

c) EEHSA Esca­la de Eva­lua­ción de Habi­li­da­des Socia­les para Ado­les­cen­tes (Ríos, 2014). De este ins­tru­men­to se apli­ca­ron úni­ca­men­te tres fac­to­res: Habi­li­da­des socia­les de comu­ni­ca­ción (7 reac­ti­vos), Habi­li­da­des socia­les en el mane­jo de sen­ti­mien­tos (7 reac­ti­vos) y Habi­li­da­des de Pla­nea­ción y Toma de Deci­sio­nes (11 reac­ti­vos). Para eva­luar el nivel de con­fia­bi­li­dad la auto­ra uti­li­zó el méto­do de cal­cu­lar corre­la­cio­nes entre cada reac­ti­vo, y cada fac­tor, siem­pre obte­nien­do coefi­cien­tes supe­rio­res a .80. El alfa de Cron­bach total del ins­tru­men­to fue de .90. Para los reac­ti­vos se uti­li­za una esca­la tipo Likert de cin­co nive­les (1=Nunca soy bueno en ella; 5=Siempre soy bueno en ella).

Procedimiento

Para la reco­lec­ción de datos la auto­ra bus­có la apro­ba­ción de las escue­las en las que se reco­ge­rían los datos, expli­can­do los obje­ti­vos de la inves­ti­ga­ción a los direc­ti­vos. Una vez que se con­tó con la apro­ba­ción para que cada escue­la par­ti­ci­pa­ra, se les entre­ga­ron con­sen­ti­mien­tos infor­ma­dos a los padres y tuto­res de los alum­nos. Pos­te­rior­men­te, la inves­ti­ga­do­ra acu­dió a apli­car cues­tio­na­rios a las escue­las. Los ins­tru­men­tos se apli­ca­ron de for­ma colec­ti­va en las aulas de los gru­pos par­ti­ci­pan­tes.

Resultados

Ini­cial­men­te, se rea­li­za­ron aná­li­sis des­crip­ti­vos de las varia­bles eva­lua­das, ade­más de cal­cu­lar indi­ca­do­res de con­sis­ten­cia inter­na. Dichos resul­ta­dos se pue­den obser­var en la Tabla 2.

Ya que se tra­ta­ban de ins­tru­men­tos cons­trui­dos en otros paí­ses, fue impor­tan­te cal­cu­lar alfas de Cron­bach para eva­luar la con­sis­ten­cia inter­na de cada fac­tor. Como se pue­de ver, para el Cues­tio­na­rio de Regu­la­ción de la Con­duc­ta en el Ejer­ci­cio se obser­va­ron nive­les de alfa más bajos que en la ver­sión ori­gi­nal (de entre .53 y .72). A pesar de ello, se con­tó con un nivel de con­sis­ten­cia inter­na total acep­ta­ble (.80). En con­tras­te, para la Esca­la ARC-INICO de Eva­lua­ción de la Auto­de­ter­mi­na­ción, se obser­va­ron nive­les de alfa supe­rio­res a los obser­va­dos en el cues­tio­na­rio ori­gi­nal (.81 a .86). Final­men­te, para la EHSA Esca­la de Eva­lua­ción de Habi­li­da­des Socia­les para Ado­les­cen­tes tam­bién se obser­va­ron indi­ca­do­res bas­tan­te acep­ta­bles (.79 a .86), tenien­do una alfa total de .93.

En la Tabla 2 se mues­tran las medias de cada una de las varia­bles obser­va­das, hacien­do la dife­ren­cia entre hom­bres y muje­res. Las muje­res mos­tra­ron dife­ren­cias en nive­les más altos que los hom­bres en dis­tin­tas varia­bles: Regu­la­ción intrín­se­ca (t (225) =2.661, sig<.05), Regu­la­ción iden­ti­fi­ca­da (t (225) =2.500, sig<.05), Auto­no­mía (t (223) =2.332, sig<.05), Auto­rre­gu­la­ción (t (225) =2.883, sig<.05), Empo­de­ra­mien­to (t (225) =3.227, sig<.05) y Auto­co­no­ci­mien­to (t (225) =2.067, sig<.05).

Tabla 2. Análisis descriptivos de las variables evaluadas en el estudio
 

Total

(n=227)

M (D.E.)

Hom­bres

(n=108)

M(D.E.)

Muje­res

(n=119)

M(D.E.)

Auto­rre­gu­la­ción (α=.80)

     

Regu­la­ción intrín­se­ca (α=.70)

2.78(.93)

2.61(.95)*

2.93(.90)*

Regu­la­ción inte­gra­da (α=.72)

2.51(1.02)

2.48(.97)

2.54(1.07)

Regu­la­ción iden­ti­fi­ca­da (α=.58)

2.95(.92)

2.80(.98)*

3.10(.84)*

Regu­la­ción intro­yec­ta­da (α=.62)

1.09(.91)

1.03(.81)

1.15(.99)

Regu­la­ción exter­na (α=.71)

.86(.96)

.95(1.04)

.79(.87)

Des­mo­ti­va­ción (α=.53)

.93(.88)

1.01(.88)

.87(.87)

       

Auto­de­ter­mi­na­ción

     

Auto­no­mía (α=.83)

2.29(.29)

2.25(.31)*

2.34(.27)*

Auto­rre­gu­la­ción (α=.83)

3.20(.46)

3.11(.50)

3.28(.40)

Empo­de­ra­mien­to (α=.86)

3.24(.48)

3.14(.51)

3.34(.42)

Auto­co­no­ci­mien­to (α=.81)

3.24(.48)

3.17(.54)

3.30(.41)

       

Habi­li­da­des socia­les (α=.93)

     

Comu­ni­ca­ción (α=.82)

3.55(.87)

3.55(.86)

3.56(.88)

Mane­jo de sen­ti­mien­to (α=.79)

3.68(.81)

3.61(.82)

3.74(.80)

Pla­nea­ción y toma de deci­sio­nes (α=.86)

3.64(.76)

3.61(.82)

3.66(.70)

Nota: Se indican promedios de las respuestas observadas, según la escala utilizada en cada cuestionario.
* En negritas se indican los casos cuando existieron diferencias estadísticamente significativas < .05.

Pos­te­rior­men­te, se com­pa­ra­ron las medias de los varia­bles eva­lua­das entre los chi­cos que prac­ti­can algún tipo de dan­za y los que seña­la­ron no prac­ti­car nin­gún tipo de dan­za. Estos resul­ta­dos se pue­den obser­var en la Tabla 3. En la esca­la de Auto­rre­gu­la­ción, los alum­nos prac­ti­can­tes de dan­za mues­tran nive­les más altos de Regu­la­ción intrín­se­ca (t (217) =3.314, sig<.05), Regu­la­ción iden­ti­fi­ca­da (t (217) =2.143, sig<.05) y regu­la­ción intro­yec­ta­da (t (217) =2.860, sig<.05). Con res­pec­to a Auto­de­ter­mi­na­ción, los prac­ti­can­tes de dan­za mos­tra­ron nive­les más altos en Auto­no­mía (t (215) =3.213, sig<.05), Auto­rre­gu­la­ción (t (217) =2.369, sig<.05) y Auto­co­no­ci­mien­to (t (217) =2.648, sig<.05). En el caso de las habi­li­da­des socia­les, los prac­ti­can­tes de dan­za tenían nive­les más altos, pero no alcan­zan a ser sig­ni­fi­ca­ti­vos.

Tabla 3. Comparación entre practicantes y no practicantes de danza de las variables evaluadas
 

Prac­ti­can­tes (n=57)

M (D.E)

No prac­ti­can­tes (n=162)

M (D.E)

Auto­rre­gu­la­ción

   

Regu­la­ción intrín­se­ca

3.14(.82) *

2.68(.94) *

Regu­la­ción inte­gra­da

2.66(.91)

2.49(1.04)

Regu­la­ción iden­ti­fi­ca­da

3.18(.71) *

2,87(.97) *

Regu­la­ción intro­yec­ta­da

1.39 (1.11) *

.99(.82) *

Regu­la­ción exter­na

.82(.96)

.89(.97)

Des­mo­ti­va­ción

.91(.85)

.93(.89)

     

Auto­de­ter­mi­na­ción

   

Auto­no­mía

2.40(.30) *

2.25(.28) *

Auto­rre­gu­la­ción

3.32(.32) *

3.16(.49) *

Empo­de­ra­mien­to

3.32(.47)

3.22(.49)

Auto­co­no­ci­mien­to

3.39(.34) *

3.20(.50) *

     

Habi­li­da­des socia­les

   

Comu­ni­ca­ción

3.71(.72)

3.53(.89)

Mane­jo de sen­ti­mien­to

3.77(.69)

3.69(.82)

Pla­nea­ción y toma de deci­sio­nes

3.81(.55)

3.62(.79)

Nota: Se indican promedios de las respuestas observadas, según la escala utilizada en cada cuestionario.
* En negritas se indican los casos cuando existieron existen diferencias estadísticamente significativas < .05.

A par­tir de estos resul­ta­dos se pue­de seña­lar que exis­ten indi­cios de que la prác­ti­ca de la dan­za pue­de traer con­si­go algu­nos bene­fi­cios para el bien­es­tar y desa­rro­llo de las per­so­nas. Sin embar­go, estos hallaz­gos podrían deber­se a que la media de edad de la mues­tra que prac­ti­ca­ba dan­za era más alta que la mues­tra no prac­ti­can­te. Por lo que se deci­dió lle­var a cabo este mis­mo aná­li­sis com­pa­ran­do a jóve­nes de la mis­ma edad. La Tabla 4 mues­tra los resul­ta­dos de los jóve­nes de 8 a 12 años y la Tabla 5 la de 13 a 18 años.

En la edad de 8 a 12 años, no se encon­tra­ron dife­ren­cias esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vas en nin­gu­na de las varia­bles eva­lua­das, a pesar de que en casi todos los casos los prac­ti­can­tes de dan­za mos­tra­ban nive­les mayo­res en los indi­ca­do­res de Auto­rre­gu­la­ción, Auto­de­ter­mi­na­ción y Habi­li­da­des socia­les.

En con­tras­te, para la mues­tra de 13 a 18 años, se pue­den obser­var nive­les más altos en los prac­ti­can­tes de dan­za en varias de las varia­bles eva­lua­das. Los bai­la­ri­nes de este ran­go de edad mues­tran mayo­res nive­les de Regu­la­ción intrín­se­ca (t (96) =2.446, sig<.05), iden­ti­fi­ca­da (t (96) =2.132, sig<.05) e intro­yec­ta­da (t (96) =2.649, sig<.05), ade­más de mos­trar meno­res nive­les de des­mo­ti­va­ción (t (96) =2.671, sig<.05). Por otra par­te, mues­tran mayo­res nive­les de Auto­rre­gu­la­ción (t (96) =3.071, sig<.05), Empo­de­ra­mien­to (t (96) =2.399, sig<.05) y Auto­co­no­ci­mien­to (t (96) =2.319, sig<.05). Al igual que en los casos ante­rio­res, se obser­van nive­les más altos en las habi­li­da­des socia­les, pero la dife­ren­cia resul­ta no ser sig­ni­fi­ca­ti­va.

Tabla 4. Comparación entre practicantes y no practicantes de danza de las variables evaluadas (Edad de 8 a 12 años)
 

Prac­ti­can­tes (n=28)

M (D.E)

No prac­ti­can­tes (n=83)

M (D.E)

Auto­rre­gu­la­ción

   

Regu­la­ción intrín­se­ca

2.96(.99)

2.70(.84)

Regu­la­ción inte­gra­da

2.62(.98)

2.45(.95)

Regu­la­ción iden­ti­fi­ca­da

3.07(.78)

2.92(.89)

Regu­la­ción intro­yec­ta­da

1.36(1.06)

1.02(.85)

Regu­la­ción exter­na

1.20(.93)

.92(.95)

Des­mo­ti­va­ción

1.27(.98)

1.05(.92)

     

Auto­de­ter­mi­na­ción

   

Auto­no­mía

2.26(.22)

2.20(.27)

Auto­rre­gu­la­ción

3.20(.33)

3.18(.49)

Empo­de­ra­mien­to

3.21(.57)

3.21(.52)

Auto­co­no­ci­mien­to

3.33(.38)

3.17(.55)

     

Habi­li­da­des socia­les

   

Comu­ni­ca­ción

3.87(.75)

3.59(.89)

Mane­jo de sen­ti­mien­to

3.95(.64)

3.75(.83)

Pla­nea­ción y toma de deci­sio­nes

3.87(.55)

3.62(.80)

Nota: Se indican promedios de las respuestas observadas, según la escala utilizada en cada cuestionario.
* En negritas se indican los casos cuando existen diferencias estadísticamente significativas < .05.
Tabla 5. Comparación entre practicantes y no practicantes de danza de las variables evaluadas (Edad de 13 a 18 años)
 

Prac­ti­can­tes (n=28)

M (D.E)

No prac­ti­can­tes (n=83)

M (D.E)

Auto­rre­gu­la­ción

   

Regu­la­ción intrín­se­ca

3.28(.64)

2.66(1.04)

Regu­la­ción inte­gra­da

2.71(.91)

2.54(1.14)

Regu­la­ción iden­ti­fi­ca­da

3.37(.65)

2.83(1.06)

Regu­la­ción intro­yec­ta­da

1.54(1.15)

.95(.79)

Regu­la­ción exter­na

.50(.92)

.86(1.00)

Des­mo­ti­va­ción

.46(.40)

.81(.84)

     

Auto­de­ter­mi­na­ción

   

Auto­no­mía

2.44(.34)

2.31(.29)

Auto­rre­gu­la­ción

3.50(.27)

3.13(.50)

Empo­de­ra­mien­to

3.50(.31)

3.24(.45)

Auto­co­no­ci­mien­to

3.48(.32)

3.23(.46)

     

Habi­li­da­des socia­les

   

Comu­ni­ca­ción

3.69(.62)

3.46(.89)

Mane­jo de sen­ti­mien­to

3.74(.66)

3.62(.81)

Pla­nea­ción y toma de deci­sio­nes

3.90(.53)

3.62(.79)

Nota: Se indican promedios de las respuestas observadas, según la escala utilizada en cada cuestionario.
* En negritas se indican los casos cuando existen diferencias estadísticamente significativas < .05.

Discusión

El obje­ti­vo del pre­sen­te estu­dio fue ana­li­zar la apor­ta­ción de la dan­za al bien­es­tar psi­co­ló­gi­co, para ello se eva­lua­ron los nive­les de auto­de­ter­mi­na­ción, auto­no­mía, auto­rre­gu­la­ción, empo­de­ra­mien­to, auto­co­no­ci­mien­to y habi­li­da­des socia­les en una mues­tra de jóve­nes mexi­ca­nos, prac­ti­can­tes y no prac­ti­can­tes de dan­za.

Se lle­vó a cabo un mues­treo niños y ado­les­cen­tes, de los cua­les se logró iden­ti­fi­car a 57 par­ti­ci­pan­tes que prac­ti­ca­ban con regu­la­ri­dad la dan­za. La mayo­ría fue­ron muje­res, ubi­ca­das en los cua­tro gru­pos de edad que con­tem­pla­ba la inves­ti­ga­ción, obser­van­do mayor fre­cuen­cia en el gru­po de 8 a 12 años y en el de 13 a 18 años.

A pesar de que se uti­li­za­ron cues­tio­na­rios cons­trui­dos en otros paí­ses, para el pre­sen­te estu­dio se obser­va­ron nive­les de con­sis­ten­cia inter­na bas­tan­te acep­ta­bles.

En gene­ral, se pue­de obser­var que los prac­ti­can­tes de dan­za mos­tra­ban mayo­res nive­les de Auto­rre­gu­la­ción (intrín­se­ca, iden­ti­fi­ca­da e intro­yec­ta­da). Lo que es cohe­ren­te con otros estu­dios (Ama­do et al., 2011; Ama­do et al., 2015). Estos auto­res seña­lan que la par­te más impor­tan­te de la dan­za es su apor­te a la moti­va­ción indi­vi­dual, inde­pen­dien­te­men­te del cli­ma moti­va­cio­nal que exis­ta en su con­tex­to social, edu­ca­ti­vo o en las mis­mas cla­ses de dan­za.

Dichos datos seña­lan que la dan­za pue­de apor­tar una mayor moti­va­ción y acti­vi­dad orien­ta­da a la rea­li­za­ción de ejer­ci­cio físi­co, tra­yen­do con­si­go bene­fi­cios para salud, al ejer­ci­tar­se dife­ren­tes par­tes del cuer­po y del sis­te­ma ner­vio­so, pre­vi­nien­do dife­ren­tes enfer­me­da­des (Dedi­car, 2017).

En rela­ción con el ele­men­to de Auto­de­ter­mi­na­ción, se pudo docu­men­tar que a nivel de Auto­rre­gu­la­ción, Empo­de­ra­mien­to y Auto­co­no­ci­mien­to, los prac­ti­can­tes de dan­za mos­tra­ron nive­les más altos. Por tan­to, se pue­de docu­men­tar que la dan­za podría apor­tar el desa­rro­llo de una serie de habi­li­da­des para la vida, que podrían tra­du­cir­se en un mejor desa­rro­llo per­so­nal. Otros estu­dios han docu­men­ta­do la impor­tan­cia de la dan­za para desa­rro­llar un auto­con­cep­to físi­co más posi­ti­vo (Ruiz de Azúa y Gon­zá­lez, 2005), así como mayo­res nive­les de auto­es­ti­ma (Domín­guez y Cas­ti­llo, 2017; Reque­na-Pérez et al., 2015).

Por otro lado, se lle­vó a cabo este mis­mo aná­li­sis por gru­po de edad. Los resul­ta­dos seña­la­ron que no se obser­va­ron dife­ren­cia en el gru­po de 8 a 12 años. En con­tras­te, en el gru­po de 13 a 18 años se con­ser­va­ron las mis­mas dife­ren­cias, y por tan­to bene­fi­cios, que se habían docu­men­ta­do con la mues­tra total. Se pue­de asu­mir enton­ces que el efec­to de la dan­za es mayor en la ado­les­cen­cia que en la infan­cia. Qui­zás ten­ga que ver con que en esta edad la prác­ti­ca se vuel­va más pro­fe­sio­nal, tal como lo han docu­men­ta­do algu­nos estu­dios (Mur­gui et al., 2012). Sin embar­go, a mayor invo­lu­cra­mien­to en la acti­vi­dad tam­bién podría ocu­rrir que se regis­tra­ran mayo­res nive­les de ansie­dad (Valle, 2014).

A dife­ren­cia de otros estu­dios (Gil et al., 2013), en el pre­sen­te estu­dio no fue posi­ble docu­men­tar nin­gún bene­fi­cio diri­gi­do a las habi­li­da­des socia­les.

Referencias

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Amado, D., Leo, F. M., Sánchez, P. A., Sánchez, D. y García, T. (2011). Interacción de la teoría de la autodeterminación en la fluidez disposicional en practicantes de danza. Cuadernos de Psicología del Deporte, 11(1), 7-17.

Amado, D., Sánchez, P. A., Leo, F. M., Sánchez, D., Montero, C. y García, T. (2015). Análisis de los perfiles motivacionales en practicantes de danza: Diferencias en función de la modalidad. Revista de Psicología del Deporte, 24(2), 209-216.

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González-Cutre, D., Sicilia, A., y Fernández, A. (2010). Hacia una mayor comprensión de la motivación en el ejercicio físico: Medición de la regulación integrada en el contexto español. Psicothema, 22, 841-847.

Murgui, S., García, C., García, A. y García, F. (2012). Autoconcepto en jóvenes practicantes de danza y no practicantes: Análisis factorial confirmatorio de la escala AF5. Revista de Psicología del Deporte, 21(2), 263-269.

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Wengrower, H. y Chaiklin, S. (2008). La vida es danza. El arte y la ciencia en la Danza Movimiento Terapia. Barcelona, España: Editorial Gedisa.

Notas

1. Egre­sa­da de la Uni­ver­si­dad Jus­to Sie­rra. Con­tac­to: alianaya42@gmail.com

2. Pro­fe­sor Inves­ti­ga­dor de Tiem­po Com­ple­to Uni­ver­si­dad Jus­to Sie­rra. Con­tac­to: jcmazon@ujsierra.com.mx