La construcción identitaria de cuatro mujeres zoques y su relación con diferentes sistemas de curación Descargar este archivo (1 - La construcción identitaria de cuatro mujeres zoques.pdf)

Abdiel Buelna Chontal1 y Elvia Taracena Ruíz2

Universidad Nacional Autónoma de México

Resu­men

El pre­sen­te tra­ba­jo ana­li­za las impli­ca­cio­nes a la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria resul­ta­do de las rela­cio­nes que cua­tro muje­res zoques de Chia­pas (una par­te­ra cer­ti­fi­ca­da, una enfer­me­ra aló­pa­ta y dos usua­rias) esta­ble­cen con dis­tin­tos sis­te­mas de cura­ción: el aló­pa­ta y el local (tra­di­cio­nal). La infor­ma­ción, obte­ni­da a tra­vés de entre­vis­tas pro­fun­das, obser­va­ción par­ti­ci­pan­te e inves­ti­ga­ción docu­men­tal, fue ana­li­za­da emplean­do una estra­te­gia en tres momen­tos que impli­ca­ron: aná­li­sis cua­li­ta­ti­vo de con­te­ni­do, aná­li­sis com­pren­si­vo e inter­pre­ta­ción socio-clí­ni­ca. Se con­clu­yó que las rela­cio­nes con los sis­te­mas de cura­ción inci­den en aspec­tos de la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria, prin­ci­pal­men­te el ser mujer, ser pobre y ser indí­ge­na, aspec­tos que están muy rela­cio­na­dos con la acti­vi­dad de curar y que defi­nen el papel de las muje­res en la comu­ni­dad. Dichas rela­cio­nes con dife­ren­tes medi­ci­nas tam­bién posi­bi­li­ta­ron que las entre­vis­ta­das cons­tru­ye­ran nue­vas iden­ti­fi­ca­cio­nes y trans­for­ma­ran sus fun­cio­nes y lugar social fren­te al colec­ti­vo.

Pala­bras cla­ve: cons­truc­ción iden­ti­ta­ria, sis­te­mas de cura­ción, zoques, socio-clí­ni­ca

Abs­tract

This paper explo­res the impli­ca­tions to the iden­tity cons­truc­tion that result from the rela­tionship bet­ween four zoque women from Chia­pas (one cer­ti­fied mid­wi­fe, one allo­pathic nur­se and two medi­ci­ne users) and dif­fe­rent hea­ling sys­tems: the allo­pathic medi­ci­ne and the local (tra­di­tio­nal) one. The data, obtai­ned through deep inter­views, par­ti­ci­pant obser­va­tion and docu­men­tal inves­ti­ga­tion, was analy­zed using a three-moment stra­tegy that inclu­ded qua­li­ta­ti­ve con­tent analy­sis, com­prehen­si­ve analy­sis and socio-cli­ni­cal inter­pre­ta­tion. We con­clu­ded that the rela­tionships with the dif­fe­rent hea­ling sys­tems affect cer­tain aspects of the iden­tity cons­truc­tion, spe­cially being a woman, being poor and being indi­ge­nous; the­se aspects are strongly rela­ted to the hea­ling acti­vity and defi­ne the role of women in the com­mu­nity. The rela­tionships with dif­fe­rent medi­ci­nes also made pos­si­ble that the infor­mants could cons­truct new iden­ti­fi­ca­tions and trans­form their fun­ctions and social pla­ce in the com­mu­nity.

Key words: Iden­tity cons­truc­tion, Hea­ling sys­tems, Zoque, Socio-cli­nic

Introducción

Las téc­ni­cas de aten­ción a las dolen­cias y enfer­me­da­des se han refi­na­do a lo lar­go de siglos gra­cias a la acu­mu­la­ción y com­ple­ji­za­ción de los cono­ci­mien­tos sobre el cuer­po humano y los ele­men­tos del entorno natu­ral. La ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción de la medi­ci­na mues­tra, entre otras cosas, la impor­tan­cia que tie­ne para las socie­da­des moder­nas ase­gu­rar el acce­so a los pro­ce­di­mien­tos cura­ti­vos más nove­do­sos para todos los miem­bros de las socie­da­des. Un obje­ti­vo que se anto­ja ilu­so­rio debi­do a las difi­cul­ta­des inhe­ren­tes de lle­var la medi­ci­na moder­na a los pobla­dos más recón­di­tos.

En un inten­to por alcan­zar este ideal, en 1978 la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud plan­teó algu­nas reco­men­da­cio­nes para que los paí­ses en vías de desa­rro­llo ase­gu­ra­ran la pre­sen­cia médi­ca en pobla­cio­nes rura­les. Dichas reco­men­da­cio­nes incluían la amplia­ción de la aten­ción médi­ca no ins­ti­tu­cio­nal median­te la par­ti­ci­pa­ción y el cos­to que el país pudie­ra sopor­tar; capa­ci­tar, téc­ni­ca y social­men­te, a cura­do­res loca­les para aten­der enfer­me­da­des y emplear téc­ni­cas y reme­dios no aló­pa­tas cuya efi­ca­cia fue­ra com­pro­ba­da (Beja­rano, 2004).

En Méxi­co, el pro­gra­ma de asis­ten­cia social que comen­zó a hacer eco de dichas reco­men­da­cio­nes fue imss-copla­mar (1979) y entre las estra­te­gias que con­tem­pló esta­ba el adies­tra­mien­to de cura­do­res loca­les, espe­cial­men­te par­te­ras. Para 1983 se des­cen­tra­li­za­ron los ser­vi­cios de salud ins­ti­tu­cio­na­li­za­dos del país, lo que sig­ni­fi­có la cons­truc­ción de clí­ni­cas rura­les y hos­pi­ta­les en las zonas ale­ja­das, muchas de ori­gen indí­ge­na.

Para el caso par­ti­cu­lar de la pobla­ción zoque, el con­tac­to con la medi­ci­na aló­pa­ta ini­ció en la déca­da de los 50 con las visi­tas de las cara­va­nas de salud, y des­pués, en la déca­da de los 80, con el esta­ble­ci­mien­to de la pri­me­ra clí­ni­ca aló­pa­ta en la comu­ni­dad. Al mis­mo tiem­po, ini­ció la entra­da de pro­gra­mas asis­ten­cia­les, uno de los más recien­tes es Opor­tu­ni­da­des, que tie­nen como pro­pó­si­to edu­car a la pobla­ción (a tra­vés de las muje­res) en medi­das higié­ni­cas, vacu­na­ción y detec­ción de enfer­me­da­des como dia­be­tes y cán­cer.

A par­tir de la entra­da de la medi­ci­na aló­pa­ta, la pobla­ción zoque se ha vis­to inmer­sa en un con­tex­to con dos medi­ci­nas: la aló­pa­ta y la cons­trui­da local­men­te. Las estra­te­gias zoques de cura­ción tie­nen una his­to­ria que se remon­ta siglos atrás y están sos­te­ni­das en una con­cep­ción par­ti­cu­lar del mun­do. Las defi­ni­cio­nes de los esta­dos de salud y enfer­me­dad poco o nada tie­nen que ver con las defi­ni­cio­nes aló­pa­tas, prue­ba de ello es la exis­ten­cia de enfer­me­da­des no reco­no­ci­das en las cla­si­fi­ca­cio­nes ins­ti­tu­cio­na­les (Buel­na y Cas­tro, 2008).

La coexis­ten­cia de dife­ren­tes medi­ci­nas ha pro­du­ci­do la adop­ción, y en algu­nos casos arti­cu­la­ción, de las dis­tin­tas estra­te­gias para curar. La antro­po­lo­gía médi­ca ha dedi­ca­do gran­des esfuer­zos a com­pren­der cómo los con­jun­tos socia­les se apro­pian de las dife­ren­tes téc­ni­cas y ele­men­tos para sanar enfer­me­da­des (Menén­dez, 1988, 1992, 1994, 2005). Sin embar­go, el abor­da­je se ha man­te­ni­do al nivel de las prác­ti­cas, que­dan­do de lado las impli­ca­cio­nes a la expe­rien­cia sub­je­ti­va de la adop­ción o arti­cu­la­ción de dichas prác­ti­cas.

Este tra­ba­jo par­te de la idea de que la apro­pia­ción de dife­ren­tes estra­te­gias para curar tie­nen impli­ca­cio­nes para la psi­que en tan­to se cons­tru­yen rela­cio­nes con las dife­ren­tes medi­ci­nas. Sin embar­go, des­de la psi­co­lo­gía se ha abor­da­do poco este fenó­meno. Ante esta defi­cien­cia nos vimos fren­te al reto de plan­tear una inves­ti­ga­ción cuyo anda­mia­je teó­ri­co-meto­do­ló­gi­co die­ra cuen­ta de la com­ple­ji­dad del fenó­meno y nos per­mi­tie­ra un acer­ca­mien­to mul­ti­dis­ci­pli­na­rio (Morin, 1997). De esta mane­ra, nos acer­ca­mos a los plan­tea­mien­tos pro­pues­tos por el enfo­que socio-clí­ni­co (Tara­ce­na, 2005), los cua­les nos pro­veen del terreno para com­pren­der a los indi­vi­duos como suje­tos y seres socia­les.

La irre­duc­ti­bi­li­dad entre lo psí­qui­co y lo social (Gau­le­jac, 2002) nos ayu­da asu­mir una dia­léc­ti­ca entre los regis­tros indi­vi­dua­les y socia­les. Lo social ante­ce­de al suje­to, lo externo es inte­rio­ri­za­do por éste y pue­de dar cuen­ta de ello al narrar sus expe­rien­cias. Así es que la explo­ra­ción de lo sub­je­ti­vo se con­vier­te en una mane­ra de acce­der a los fenó­me­nos socia­les y psi­co­so­cia­les. Bus­ca­mos com­pren­der al suje­to como un ser don­de se entre­cru­zan los regis­tros macro (social y cul­tu­ral), meso (ins­ti­tu­cio­nes) y micro (expe­rien­cia sin­gu­lar).

Estas con­si­de­ra­cio­nes resul­tan rele­van­tes al refle­xio­nar sobre cómo cier­tas con­di­cio­nes socia­les, cul­tu­ra­les e ins­ti­tu­cio­na­les rela­cio­na­das a la cura­ción inci­den en la expe­rien­cia sub­je­ti­va, par­ti­cu­lar­men­te lo rela­cio­na­do a la cons­ti­tu­ción iden­ti­ta­ria. Enton­ces, pen­sa­mos a la cons­truc­ción de la iden­ti­dad como una pro­duc­ción con­jun­ta de las con­di­cio­nes socia­les y de la acción del pro­pio suje­to (Gon­zá­lez, 2002). El suje­to es un ser de his­to­ria y, como tal, su iden­ti­dad se for­ma don­de con­flu­yen dife­ren­tes pro­ce­sos socia­les. Bur­kitt (1991) habla de la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria como un pro­ce­so recur­si­vo, don­de aspec­tos socia­les y cul­tu­ra­les se encuen­tran, pero que es vivi­da como una reali­dad sub­je­ti­va.

Así que este tra­ba­jo se plan­teó como obje­ti­vo com­pren­der las impli­ca­cio­nes a la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria de las rela­cio­nes que esta­ble­cen cua­tro muje­res zoques con los sis­te­mas de cura­ción pre­sen­tes en su comu­ni­dad.

Método

Este tra­ba­jo se desa­rro­lló des­de un para­dig­ma cua­li­ta­ti­vo-inter­pre­ta­ti­vo (Tay­lor y Bog­dan, 1996), que con­tem­pla la induc­ti­vi­dad en la com­pren­sión del fenó­meno.

La infor­ma­ción fue recu­pe­ra­da a tra­vés del uso de tres herra­mien­tas etno­grá­fi­cas: la entre­vis­ta a pro­fun­di­dad (Goetz y Lecomp­te, 1988), la obser­va­ción par­ti­ci­pan­te (Ber­tely, 2000) y la inves­ti­ga­ción docu­men­tal de repor­tes esta­dís­ti­cos e infor­mes ofi­cia­les del muni­ci­pio y las clí­ni­cas loca­les. Se bus­có con­tras­tar la infor­ma­ción obte­ni­da de las tres fuen­tes a mane­ra de trian­gu­la­ción.

Las entre­vis­tas fue­ron rea­li­za­das con 4 muje­res ori­gi­na­rias de la cabe­ce­ra de uno de los 5 muni­ci­pios zoques que com­pren­den la zona de la Sie­rra Madre de Chia­pas, al noroes­te del esta­do. El con­tac­to con las infor­man­tes se dio a tra­vés del esta­ble­ci­mien­to de redes socia­les cons­trui­das duran­te el tra­ba­jo de cam­po, que tuvo una dura­ción de 9 meses. Con­si­de­ran­do que, de acuer­do a la cul­tu­ra local, la acti­vi­dad de curar se reser­va a las muje­res, se iden­ti­fi­có a 4 muje­res ori­gi­na­rias de la comu­ni­dad dis­pues­tas a par­ti­ci­par en el estu­dio y que sos­te­nían rela­cio­nes con ambas medi­ci­nas des­de dife­ren­tes luga­res y posi­cio­nes socia­les. A cada una de las entre­vis­ta­das se le infor­mó a gran­des ras­gos los obje­ti­vos del estu­dio y se con­si­guió su auto­ri­za­ción para audio­gra­bar las sesio­nes de entre­vis­ta y hacer uso de la infor­ma­ción. Para ase­gu­rar el ano­ni­ma­to de las entre­vis­ta­das se les fue asig­na­do un pseu­dó­ni­mo:

  • Mar­ta: 60 años, casa­da, 4 hijos. Par­te­ra cer­ti­fi­ca­da por el IMSS que ha ejer­ci­do por 30 años. Ade­más se desem­pe­ña como curan­de­ra y a ofi­cios rela­cio­na­dos a labo­res domés­ti­cas. Vive en la peri­fe­ria de la cabe­ce­ra, una de las zonas con menos recur­sos eco­nó­mi­cos.
  • María: 38 años, casa­da, 2 hijos. Enfer­me­ra aló­pa­ta de for­ma­ción téc­ni­ca. Labo­ra en la clí­ni­ca aló­pa­ta del muni­ci­pio vecino y ofre­ce con­sul­tas en su domi­ci­lio den­tro de la comu­ni­dad del estu­dio. Vive en uno de los barrios cen­tra­les de la cabe­ce­ra, de mayor urba­ni­dad.
  • Alba: 44 años, divor­cia­da, 4 hijas. Usua­ria de ambas medi­ci­nas de la loca­li­dad. Se desem­pe­ña como coci­ne­ra y nana. Vive en uno de los barrios peri­fé­ri­cos.
  • Lau­ra: 57 años, sepa­ra­da, 3 hijos. Usua­ria de ambas medi­ci­nas. Ama de casa, vive en el barrio cen­tral de la cabe­ce­ra muni­ci­pal, el barrio mejor ubi­ca­do, con más ser­vi­cios y mejo­res con­di­cio­nes eco­nó­mi­cas de la comu­ni­dad.

En las entre­vis­tas se bus­có pro­fun­di­zar en diver­sas temá­ti­cas: prác­ti­cas de cura­ción, inter­ac­cio­nes con la medi­ci­na aló­pa­ta, inter­ac­cio­nes con la medi­ci­na local, epi­so­dios de enfer­me­dad en la tra­yec­to­ria per­so­nal y con­cep­cio­nes de los esta­dos de salud y enfer­me­dad.

Las entre­vis­tas fue­ron ana­li­za­das emplean­do una estra­te­gia en 3 momen­tos: aná­li­sis cua­li­ta­ti­vo de con­te­ni­do (Cáce­res, 2003), en el que se codi­fi­ca­ron las entre­vis­tas y se iden­ti­fi­ca­ron las temá­ti­cas de inte­rés; aná­li­sis com­pren­si­vo (Ber­taux, 2005), en el que se iden­ti­fi­ca­ron indi­cios para pro­fun­di­zar en las rela­cio­nes de las entre­vis­ta­das con medi­ci­nas dife­ren­tes e inter­pre­ta­ción socio-clí­ni­ca (Tara­ce­na, 2005), don­de se hizo un aná­li­sis trans­ver­sal de los casos bus­can­do simi­li­tu­des y dife­ren­cias entre los casos.

Del aná­li­sis de las entre­vis­tas des­ta­ca­ron 3 temas en los que con­ver­gen las rela­cio­nes con las medi­ci­nas y la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria: ser mujer, ser pobre y ser indí­ge­na. En el siguien­te apar­ta­do dare­mos cuen­ta de ellos.

Resultados

Para enten­der los pro­ce­sos invo­lu­cra­dos en la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria de las entre­vis­ta­das es nece­sa­rio enten­der­las a la luz de los cam­bios estruc­tu­ra­les que influ­ye­ron en sus tra­yec­to­rias, como nue­vas vías de comu­ni­ca­ción y la entra­da de ser­vi­cios de salud y edu­ca­ción. Estas trans­for­ma­cio­nes no se limi­ta­ron al acce­so a nue­vos ser­vi­cios, tam­bién comen­zó un pro­ce­so de trans­for­ma­ción de cier­tos usos y cos­tum­bres cul­tu­ra­les; uno de ellos tie­ne que ver con la rela­ción que exis­te entre las muje­res y la acti­vi­dad de curar.

Aun­que la comu­ni­dad cuen­ta con dos clí­ni­cas aló­pa­tas, sólo el 67.5% (inegi, 2010) de la pobla­ción esta­ba afi­lia­da a algún ser­vi­cio de salud, prin­ci­pal­men­te imss. Mien­tras se arti­cu­la el empleo de pro­ce­di­mien­tos aló­pa­tas y reme­dios loca­les para curar­se, prin­ci­pal­men­te en un con­tex­to de auto­aten­ción. Esto colo­ca a la mujer, ya sea como cura­do­ra o ama de casa, como la figu­ra prin­ci­pal en lo que refie­re a la aten­ción de las enfer­me­da­des.

Des­de muy peque­ñas las niñas apren­den las for­mas de curar y sir­ven como agen­tes de socia­li­za­ción de los pro­ce­di­mien­tos para tra­tar enfer­me­da­des. Cada abue­la le ense­ña a la madre y la madre trans­mi­te sus cono­ci­mien­tos a las hijas. La acti­vi­dad de curar se tor­na, enton­ces, en una mane­ra de defi­nir a las muje­res; la mujer que cura tie­ne cier­to valor para su entorno social. La rela­ción entre ser mujer y la acti­vi­dad de curar ha dota­do de una sig­ni­fi­ca­ción espe­cial a las muje­res, sig­ni­fi­ca­do con tin­tes agri­dul­ces, como lo expre­sa Alba:

Yo no que­ría [casar­me pero] yo no tenía apo­yo de padre. Cuan­do es cha­ma­ca tie­ne uno mucho mie­do. Pues en ese tiem­po cre­ci­mos muy así, igno­ran­te (…) En este tiem­po me casé, ni sabía para qué. En ese tiem­po no nos habla­ban de nada (…) ni de la mens­trua­ción.

Des­ta­can dos aspec­tos de sus pala­bras; por un lado la impor­tan­cia de con­tar con un hom­bre para apo­yar­se eco­nó­mi­ca y social­men­te; y por otro lado la caren­cia de cono­ci­mien­to sobre su pro­pio cuer­po, un secre­to que se reve­la­ba sólo a tra­vés de la expe­rien­cia.

El some­ti­mien­to al poder mas­cu­lino impli­có la inca­pa­ci­dad de tomar deci­sio­nes sobre ellas mis­mas al mis­mo tiem­po que su fun­ción de cura­do­ras les pro­ve­yó la facul­tad de tomar deci­sio­nes sobre el cuer­po de los miem­bros de su fami­lia y per­so­nas cer­ca­nas de la comu­ni­dad.

En este sen­ti­do hay una corres­pon­den­cia entre el ser mujer y curar. Las muje­res no se per­te­ne­cen a sí mis­mas, su cuer­po per­te­ne­ce a la comu­ni­dad y cuan­do ini­cia­ba su eta­pa de fer­ti­li­dad esta­ban dis­po­ni­bles para que un hom­bre las toma­ra. Esto obtie­ne nue­vos mati­ces cuan­do la mujer se asu­me como cura­do­ra (par­te­ra, curan­de­ra, ensal­ma­do­ra, etc.), su com­pro­mi­so con el colec­ti­vo adop­ta nue­vos nive­les; las muje­res cura­do­ras pasan de estar some­ti­das a sus mari­dos a estar suje­tas a la comu­ni­dad ente­ra, muchas veces pres­cin­dien­do del per­mi­so de sus espo­sos para ejer­cer la cura­ción.

La entra­da de pro­gra­mas asis­ten­cia­les mar­có una nue­va for­ma de inter­ac­ción con la medi­ci­na aló­pa­ta a tra­vés de cur­sos sobre higie­ne y pla­ni­fi­ca­ción fami­liar obli­ga­to­rios. Ello trans­for­mó la rela­ción de algu­nas muje­res con su pro­pio cuer­po y sus for­mas de reac­ción ante el poder mas­cu­lino.

Me que­ría ope­rar [liga­du­ra de trom­pas] pero mi sue­gra me dijo: ‘No, por­que así como toma [alcohol] mi hijo vas a que­rer otro mari­do’. Lo que hice es que me vine al imss y me puse dis­po­si­ti­vo [diu] (…) Muchas no quie­ren [usar diu o] sus espo­sos no quie­ren y yo me deci­dí. Él [su espo­so] no que­ría (…) pero le dije: “Si me quie­res dejar, déja­me, pero yo me lo voy a poner” (Alba).

Estas trans­for­ma­cio­nes sobre su capa­ci­dad de dar hijos se die­ron gra­cias a las nue­vas rela­cio­nes con el sis­te­ma aló­pa­ta de cura­ción. Pro­ce­so que no ha sido sen­ci­llo para las muje­res zoques; el imss ha emplea­do a las par­te­ras cer­ti­fi­ca­das para ejer­cer como agen­tes faci­li­ta­do­res de la adop­ción de estra­te­gias de con­trol natal. Mar­ta (par­te­ra cer­ti­fi­ca­da), ade­más de aten­der alum­bra­mien­tos debe ins­truir a sus “pacien­tas” sobre pla­ni­fi­ca­ción fami­liar aun­que esto ha pro­vo­ca­do enfren­ta­mien­tos con algu­nos hom­bres.

Una con­di­ción impor­tan­te en la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria que se suma al ser mujer es el ser pobre. Es un aspec­to que pesa a la socie­dad chia­pa­ne­ca en gene­ral y a la loca­li­dad estu­dia­da en par­ti­cu­lar, que tie­ne un índi­ce de mar­gi­na­ción de 1.217 (CONAPO, 2011) y el 88.3% per­ci­be menos de dos sala­rios míni­mos.

En el caso de las muje­res, ser pobre tie­ne con­no­ta­cio­nes par­ti­cu­la­res: no poder rea­li­zar las mis­mas acti­vi­da­des eco­nó­mi­cas que los hom­bres. Las entre­vis­ta­das habla­ron de la pobre­za como un aspec­to defi­ni­to­rio de ellas mis­mas, como algo inhe­ren­te a su con­di­ción.

(…) yo antes en mi infan­cia sufrí mucho por­que mi papá no me qui­so man­dar en la escue­la y tra­ba­já­ba­mos mucho con mi mamá para poder pasar los días, para el sos­tén de nues­tro dia­rio (Mar­ta).

Uno de los pri­vi­le­gios a los que las muje­res no podían acce­der era la edu­ca­ción, lo cual acen­tua­ba aún más su con­di­ción de pobre­za. Los ser­vi­cios de salud aló­pa­tas tam­bién eran mira­dos como pri­vi­le­gios no acce­si­bles para los pobres:

(…) el hos­pi­tal más famo­so que había era el de la Yer­ba­bue­na, Lin­da­vis­ta que le dicen, allá se iban los que tie­nen dine­ro por­que ahí todo era paga­do (…) (Mar­ta).

Así que se cons­tru­yó una nue­va dis­tin­ción entre la medi­ci­na aló­pa­ta y la local, una era con­si­de­ra­da inac­ce­si­ble eco­nó­mi­ca­men­te mien­tras que a la otra aún aho­ra la lla­man “la medi­ci­na de los pobres” y es común que afir­men pre­fe­rir el uso de pro­ce­di­mien­tos loca­les por ser bara­tos. Estas repre­sen­ta­cio­nes per­ma­ne­cen en la actua­li­dad, aún cuan­do las con­sul­tas y medi­ca­men­tos que pro­veen las clí­ni­cas aló­pa­tas no tie­nen cos­to.

Las muje­res se decan­tan por ele­gir pro­ce­di­mien­tos bara­tos para no com­pro­me­ter la eco­no­mía fami­liar, lo que tam­bién con­tri­bu­ye a for­ta­le­cer el sen­ti­mien­to de ser pobre, dán­do­se así una rela­ción de recur­si­vi­dad.

La pobre­za es una con­di­ción que se ha aso­cia­do por mucho tiem­po al ser indí­ge­na. Ambas con­di­cio­nes se han con­ver­ti­do en un estig­ma que pesa sobre los pobla­do­res de comu­ni­da­des indí­ge­nas. La comu­ni­dad en la que se lle­vó a cabo este estu­dio ha aban­do­na­do muchos ele­men­tos iden­ti­ta­rios zoques, tales como el uso de la len­gua o la ropa tra­di­cio­nal. En la comu­ni­dad sólo el 23% repor­tó cono­cer algu­na len­gua indí­ge­na (inegi, 2010).

Sin dudas esto inci­de impor­tan­te­men­te en la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria de los miem­bros de la comu­ni­dad. Las entre­vis­ta­das expre­sa­ron posi­cio­nes ambi­va­len­tes hacia el ser con­si­de­ra­das indí­ge­nas:

En par­te soy indí­ge­na por­que en par­te entien­do el zoque. Es bueno ser indí­ge­na (…) yo de mi par­te lo acep­to (…) no me aver­güen­za (Alba).

Inclu­so se per­ci­be cier­to tono de resig­na­ción cuan­do se asu­men como indí­ge­nas:

Por­que hay muchos que dicen “tú eres una indí­ge­na, india”, “sí, gra­cias a Dios lo soy, pero soy india com­pren­di­da, no soy mal com­pren­di­da” (Mar­ta).

Las repre­sen­ta­cio­nes cons­trui­das hacia el ser indí­ge­na han toma­do mati­ces tales que igua­lan dicha con­di­ción a la inde­cen­cia, a lo bajo, a lo indigno:

Ellos pues se sien­ten dife­ren­tes (…), si me van a topar así como estoy aho­ri­ta: “Ah mira esa mujer qué fea, qué india, qué horri­ble” (…) Nomás que por­que tie­nen estu­dios, andan más ves­ti­dos, se sien­ten que esas son las gen­tes decen­tes, pero no, están equi­vo­ca­dos. Todos somos del mis­mo (Mar­ta).

La medi­ci­na local, al ser una cons­truc­ción que des­can­sa sobre la con­cep­ción zoque del mun­do, está aso­cia­da a lo indí­ge­na. En algu­nas entre­vis­ta­das fue posi­ble notar cómo esta­ble­cen nue­vas rela­cio­nes con la medi­ci­na aló­pa­ta en un inten­to de cons­truir nue­vas iden­ti­fi­ca­cio­nes más ale­ja­das de lo que repre­sen­ta ser indí­ge­na y más cer­ca­nas a lo que se con­si­de­ra moderno, avan­za­do:

Los doc­to­res no le lla­man como le lla­ma­mos noso­tros, ellos ya saben, han estu­dia­do (…) noso­tros por­que no sabe­mos, le lla­ma­mos como le lla­ma­ban antes (…) ya no me gus­ta ir con los curan­de­ros, me gus­ta mejor ir con los doc­to­res (Lau­ra).

Así es que las rela­cio­nes con dichas medi­ci­nas ape­lan a aspec­tos de la iden­ti­dad indí­ge­na, refor­zán­do­los o impul­san­do la bús­que­da de nue­vas iden­ti­fi­ca­cio­nes más cer­ca­nas a lo moderno u occi­den­tal.

De este modo, la cura­ción se pre­sen­ta como un ele­men­to que tras­to­ca la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria. La estre­cha rela­ción que exis­te entre muje­res y cura­ción les pro­vee de medios para asu­mir su papel de muje­res en el colec­ti­vo, con fun­cio­nes y luga­res socia­les bien deter­mi­na­dos. Sin embar­go, las carac­te­rís­ti­cas de sus inter­ac­cio­nes con los sis­te­mas de cura­ción (aló­pa­ta y local) ofre­cen la posi­bi­li­dad ejer­cer cier­to con­tra­po­der al domi­nio mas­cu­lino, tomar deci­sio­nes sobre su pro­pio cuer­po y per­mi­tir la cons­truc­ción de nue­vas iden­ti­fi­ca­cio­nes.

Conclusiones

Las impli­ca­cio­nes a la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria que apa­re­cen por las rela­cio­nes entre muje­res y los sis­te­mas de cura­ción atra­vie­san por pro­ce­sos dife­ren­cia­dos. Cada tra­yec­to­ria se cons­tru­ye de expe­rien­cias sin­gu­la­res, afi­cio­nes y deseos dis­tin­tos, expe­rien­cias con enfer­me­da­des y for­mas de curar, líneas fami­lia­res dife­ren­cia­das, etc. Es en la yux­ta­po­si­ción de dichos aspec­tos don­de se cons­tru­yen las dis­tin­tas for­mas de rela­cio­nar­se con las medi­ci­nas pre­sen­tes en la comu­ni­dad. En las muje­res, esas rela­cio­nes toman dis­tin­tos mati­ces depen­dien­do de su ejer­ci­cio de la cura­ción, ya sea en un entorno domés­ti­co, como usua­rias, o asu­mién­do­la como una acti­vi­dad pro­fe­sio­nal, como par­te­ra o enfer­me­ra aló­pa­ta.

Sin embar­go, apun­tan­do a una inter­pre­ta­ción socio-clí­ni­ca, pudi­mos iden­ti­fi­car algu­nos aspec­tos gene­ra­les en el orden de lo cul­tu­ral, social, ins­ti­tu­cio­nal, de la his­to­ria fami­liar y sin­gu­lar que se ven impli­ca­dos en la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria de las infor­man­tes res­pec­to a sus rela­cio­nes con dife­ren­tes medi­ci­nas.

En la dimen­sión macro los aspec­tos que des­ta­ca­mos son las polí­ti­cas de salud públi­ca, los pro­gra­mas asis­ten­cia­les, la tec­ni­fi­ca­ción de pro­fe­sio­na­les aló­pa­tas y la cer­ti­fi­ca­ción de cura­do­res loca­les por las ins­ti­tu­cio­nes de salud; en la dimen­sión meso des­ta­ca­mos la impor­tan­cia de la his­to­ria fami­liar, la pre­sen­cia de cura­do­res loca­les en la línea fami­liar, la arti­cu­la­ción tem­pra­na de ele­men­tos aló­pa­tas y loca­les en la cura­ción de las enfer­me­da­des y la trans­mi­sión de los cono­ci­mien­tos de sana­ción de una gene­ra­ción a otra a tra­vés de las muje­res; mien­tras que en la dimen­sión micro o sin­gu­lar, encon­tra­mos como rele­van­tes las expe­rien­cias con enfer­me­da­des y for­mas de curar en la his­to­ria indi­vi­dual, la pri­me­ra con­sul­ta con un pro­fe­sio­nal aló­pa­ta y los deseos en la infan­cia (deseos de estu­diar medi­ci­na o enfer­me­ría, o con­ver­tir­se en cura­do­ras como algu­na abue­la o madre).

Así que es posi­ble obser­var cómo la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria de las muje­res está ínti­ma­men­te rela­cio­na­da a la acti­vi­dad de curar. Todo ello enmar­ca­do den­tro del con­tex­to social zoque, par­ti­cu­lar­men­te de la loca­li­dad, que defi­ne a la aten­ción de las enfer­me­da­des como una acti­vi­dad de las muje­res y tam­bién enrai­za­do en la his­to­ria par­ti­cu­lar de cada una de las entre­vis­ta­das y las rela­cio­nes y for­mas de inter­ac­tuar que desa­rro­llan con la medi­ci­na local y con las ins­ti­tu­cio­nes de salud aló­pa­tas.

La cura­ción for­ma par­te cons­ti­tu­ti­va en la cons­truc­ción de la iden­ti­dad de las muje­res des­de muy tem­prano y apor­ta, en este sen­ti­do, al sen­ti­mien­to de per­te­nen­cia o afi­lia­ción a la comu­ni­dad (Taj­fel, 1984). Com­pren­de­mos a la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria, enton­ces, como un pro­ce­so recur­si­vo, don­de se encuen­tran aspec­tos socia­les y cul­tu­ra­les, pero que se vive como una reali­dad sub­je­ti­va (Bur­kitt, 1991).

Fue­ron tres los aspec­tos de la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria que se reve­la­ron como impor­tan­tes en rela­ción con lo que impli­ca a la cura­ción: ser mujer, ser pobre y ser indí­ge­na. Tres aspec­tos que defi­nen a las muje­res de la comu­ni­dad y que deter­mi­nan su lugar den­tro de la socie­dad chia­pa­ne­ca y den­tro de la loca­li­dad.

Reto­man­do las ideas sobre la rela­ción entre his­to­ria e his­to­ri­ci­dad en el suje­to (Gau­le­jac, 2002), nos fue posi­ble obser­var cómo las muje­res han sido capa­ces de emplear las rela­cio­nes con la medi­ci­na aló­pa­ta para trans­for­mar la con­di­ción de muje­res que his­tó­ri­ca­men­te les ha sido impues­ta. De este modo, han con­se­gui­do inter­ve­nir en su pro­pia his­to­ria al con­se­guir cier­to con­tra­po­der al domi­nio mas­cu­lino que, ade­más, las posi­bi­li­ta para ejer­cer deci­sio­nes sobre su pro­pio cuer­po, algo que hace no muchas déca­das les esta­ba veda­do. Tam­bién las ha posi­bi­li­ta­do para cons­truir iden­ti­fi­ca­cio­nes más ale­ja­das de lo indí­ge­na y más cer­ca­nas a una repre­sen­ta­ción de lo moderno. Tal como lo expre­sa Tole­do (2012): “El suje­to no es un espe­jo del sis­te­ma social. El suje­to tie­ne la capa­ci­dad de auto­de­fi­ni­ción: está limi­ta­do por las rela­cio­nes socia­les que lo cons­ti­tu­yen, pero tam­bién tie­ne una capa­ci­dad de res­pues­ta, de crea­ción, de resis­ten­cia” (p. 44).

Así que con­si­de­ra­mos impor­tan­te abor­dar las impli­ca­cio­nes a la expe­rien­cia sub­je­ti­va, par­ti­cu­lar­men­te de la cons­truc­ción iden­ti­ta­ria en cons­tan­te dina­mis­mo, resul­ta­do de las viven­cias en un con­tex­to don­de coexis­ten dife­ren­tes medi­ci­nas.

Referencias

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Notas

1. Can­di­da­to al doc­to­ra­do en Psi­co­lo­gía Social y Ambien­tal del Pro­gra­ma Úni­co de Maes­tría y Doc­to­ra­do en Psi­co­lo­gía de la Uni­ver­si­dad Nacio­nal Autó­no­ma de Méxi­co. Esta inves­ti­ga­ción fue desa­rro­lla­da gra­cias al finan­cia­mien­to otor­ga­do por el Con­se­jo Nacio­nal de Cien­cia y Tec­no­lo­gía. E‑mail: abdielbuelna@gmail.com

2. Doc­to­ra en Cien­cias de la Edu­ca­ción por la uni­ver­si­dad de Paris-VIII. Pro­fe­so­ra Inves­ti­ga­do­ra Titu­lar “C” del área de Desa­rro­llo y Edu­ca­ción UNAM, FES-Izta­ca­la. Coor­di­na­do­ra del Pro­gra­ma de Sub­je­ti­vi­dad y Socie­dad, UNAM. Miem­bro del SNI. E‑mail: etaracenar@yahoo.com