2. La integración de Redes de Colaboración entre Cuerpos Académicos1 Descargar este adjunto (Alternativas en Psicología. Revista Semestral. Tercera Época. Año XVI. Núme~.pdf)

Elvia E. Silva Beltrán2, Ignacio Morales Hernández3, Alfredo Ramírez Carbajal4

Centro de Innovación, Desarrollo e Investigación Educativa (CIDIE)  

Universidad Autónoma del Estado de México

El tema de redes de cola­bo­ra­ción nos invo­lu­cra a quie­nes esta­mos cur­san­do estu­dios de pos­gra­do o rea­li­zan­do inves­ti­ga­ción en las Ins­ti­tu­cio­nes de Edu­ca­ción Supe­rior al ser con­si­de­ra­do por el Pro­gra­ma de Mejo­ra­mien­to del Pro­fe­so­ra­do vigen­te, como una de las moda­li­da­des prio­ri­ta­rias para apo­yar a quie­nes se han inte­gra­do, o lo están hacien­do, a cuer­pos aca­dé­mi­cos bajo esta nue­va for­ma de orga­ni­za­ción del tra­ba­jo aca­dé­mi­co en colec­ti­vo que no nece­sa­ria­men­te es en cola­bo­ra­ción.

En el cur­so del tra­ba­jo, se pre­ci­sa el tér­mino redes pues, por ser poli­sé­mi­co, ha lle­ga­do a ser uti­li­za­do de tan diver­sas mane­ras que algu­nas de ellas sue­len ser antó­ni­mas; aquí intro­du­ci­re­mos el tér­mino cuer­po aca­dé­mi­co. En un segun­do momen­to nos per­mi­ti­mos abrir un amplio parén­te­sis para tra­tar, de mane­ra bre­ve, algu­nos con­cep­tos de Michel Gib­bons sobre la nue­va for­ma, o Modo 2, de pro­duc­ción del cono­ci­mien­to. Pos­te­rior­men­te, reto­man­do el con­cep­to de redes y las carac­te­rís­ti­cas apli­ca­bles a redes edu­ca­ti­vas, vere­mos los plan­tea­mien­tos de otros auto­res, para con­cluir sobre cómo los cuer­pos aca­dé­mi­cos podrán inte­grar las redes de cola­bo­ra­ción.

Pala­bras cla­ve: Redes, inves­ti­ga­ción, cuer­po aca­dé­mi­co, com­por­ta­mien­to gru­pal.

 

The the­me of colla­bo­ra­tion net­works invol­ves us who we are pur­suing gra­dua­te stu­dies or con­duc­ting research in ins­ti­tu­tions of higher edu­ca­tion, as it is pla­yed by the tea­cher impro­ve­ment pro­gram­me exis­ting as one of the pre­fe­rred forms of sup­port to tho­se who are already inte­gra­ted or are inte­gra­ting aca­de­mic; bodies This new form of orga­ni­za­tion of aca­de­mic work in collec­ti­ve which is not neces­sa­rily together. Let’s begin by cla­rify the term net­works, being poly­se­mous, has come to be used in so many ways that some of them tend to be nonsy­nony­mous. Here we will intro­du­ce the corps aca­de­mic term. In a second time, we open a broad parenthe­sis to treat some con­cepts of Michel Gib­bons on the new form or mode 2 know­led­ge pro­duc­tion in a brief man­ner. Reta­king the con­cept of net­works and their appli­ca­ble edu­ca­tio­nal net­wor­king fea­tu­res, then see the approa­ches of other authors, con­clu­sion about how the aca­de­mic bodies may inte­gra­te colla­bo­ra­tion net­works.

Key­words: Net­works, research, aca­de­mic body, beha­vior group.

Redes

Una red, de acuer­do a las acep­cio­nes de la Real Aca­de­mia de la Len­gua Espa­ño­la, es un apa­re­jo hecho con hilos, cuer­das o alam­bres tra­ba­dos en for­ma de mallas y con­ve­nien­te­men­te dis­pues­to para pes­car, cazar, cer­car, suje­tar, etc. Tam­bién, es una labor o teji­do de mallas; un con­jun­to de ele­men­tos orga­ni­za­dos para deter­mi­na­do fin, o pue­de ser lla­ma­do a un ardid o enga­ño del que alguien se vale para atraer a otra per­so­na. Vea­mos enton­ces que pode­mos pes­car sobre el cono­ci­mien­to pero evi­te­mos caer en enga­ños, tam­bién evi­te­mos enga­ñar a algu­nos más.

En las dis­ci­pli­nas, el tér­mino red se ha uti­li­za­do de diver­sas mane­ras; por ejem­plo, en inge­nie­ría se habla de redes alám­bri­cas e inalám­bri­cas, redes hidráu­li­cas, redes de ins­ta­la­cio­nes; en infor­má­ti­ca se habla de redes de infor­ma­ción, redes de compu­tado­ras (que qui­zá sean  las más cono­ci­das y a las que per­te­ne­ce­mos sólo acce­dien­do a la web); en admi­nis­tra­ción y eco­no­mía se habla de redes eco­nó­mi­cas y redes orga­ni­za­cio­na­les; así, es común, en todas par­tes, oír sobre las redes socia­les.

El ámbi­to edu­ca­ti­vo no es la excep­ción; tene­mos redes de estu­dio, de apren­di­za­je, de escue­las, uni­ver­si­ta­rias, de revis­tas, de cen­tros comu­ni­ta­rios, de inves­ti­ga­ción, redes de redes, entre otras. Las redes en este terreno, pue­den ser de per­so­nas o de ins­ti­tu­cio­nes y son orga­ni­za­cio­nes con un pro­pó­si­to espe­cí­fi­co cuya carac­te­rís­ti­ca pri­mor­dial es la comu­ni­ca­ción e inter­ac­ción entre todos sus ele­men­tos.

No obs­tan­te, el tema que abor­da­mos en este tra­ba­jo ver­sa prin­ci­pal­men­te a las redes con­for­ma­das por indi­vi­duos, por per­so­nas dedi­ca­das a la labor edu­ca­ti­va den­tro de una Ins­ti­tu­ción de Edu­ca­ción Supe­rior (IES). Al res­pec­to, encon­tra­mos que algu­nos de los tér­mi­nos más uti­li­za­dos en las redes edu­ca­ti­vas son aca­de­mias, alian­zas, coa­li­cio­nes, agru­pa­cio­nes, con­sor­cios, gru­pos de desa­rro­llo, aso­cia­cio­nes, fede­ra­cio­nes, comu­ni­da­des, semi­na­rios, y actual­men­te, cuer­pos aca­dé­mi­cos. En el len­gua­je popu­lar, pro­fe­so­res y direc­ti­vos sue­len uti­li­zar estos tér­mi­nos indis­tin­ta­men­te, casi como sinó­ni­mos pero debe­re­mos tener cui­da­do al emplear cada tér­mino ya que cada uno expre­sa un con­jun­to de sig­ni­fi­ca­dos par­ti­cu­la­res y pue­den no corres­pon­der al pro­pó­si­to de cada con­jun­to, en este caso de per­so­nas, con­du­cién­do­nos a no decir lo que en reali­dad es.

Comunidad – Cuerpo académico

En éste apar­ta­do nos deten­dre­mos en dos con­cep­tos: comu­ni­dad y cuer­po aca­dé­mi­co que habre­mos de rela­cio­nar con el tér­mino redes.

Comu­ni­dad, es el con­jun­to de per­so­nas vin­cu­la­das por carac­te­rís­ti­cas o intere­ses comu­nes sin que nece­sa­ria­men­te per­si­gan un mis­mo obje­ti­vo o bien común ni ten­gan que inter­ac­tuar entre todos; éste tér­mino se apli­ca inclu­so a pue­blos o nacio­nes ente­ras. La noción de comu­ni­dad y red coin­ci­den al refe­rir­se a con­jun­tos de per­so­nas vin­cu­la­das por carac­te­rís­ti­cas u obje­ti­vos comu­nes; la dife­ren­cia la esta­ble­ce­mos al momen­to de des­ta­car, cuan­do habla­mos de red, la for­ma en que se rela­cio­nan entre sí todos y cada uno de los miem­bros, en tan­to que en una comu­ni­dad la rela­ción entre todos ellos no es nece­sa­ria; hay miem­bros que per­te­ne­cen a una comu­ni­dad sin nece­si­dad de inter­ac­tuar con todos los demás inte­gran­tes.

El cuer­po aca­dé­mi­co es un tér­mino, intro­du­ci­do en la déca­da de los años 90, que desig­na a un con­jun­to de pro­fe­so­res-inves­ti­ga­do­res, al menos tres, que com­par­ten una o más líneas de estu­dio, cuyos obje­ti­vos y metas están des­ti­na­dos a la gene­ra­ción y/o apli­ca­ción de nue­vos cono­ci­mien­tos. A estos se les regis­tra y se les cla­si­fi­ca de acuer­do al gra­do de con­so­li­da­ción que poseen y se les deno­mi­na en for­ma­ción, en con­so­li­da­ción o con­so­li­da­dos, ofer­tán­do­les recur­sos y fon­dos eco­nó­mi­cos con el fin de apo­yar la inves­ti­ga­ción.

Es des­de el Esta­do que se lle­va a cabo la asig­na­ción de recur­sos como una polí­ti­ca para la arti­cu­la­ción de las tareas de inves­ti­ga­ción, median­te el aus­pi­cio del Pro­gra­ma de Mejo­ra­mien­to del Pro­fe­so­ra­do (PROMEP)

… el cual fue dise­ña­do para mejo­rar el nivel de habi­li­ta­ción del per­so­nal aca­dé­mi­co de tiem­po com­ple­to, fomen­tan­do el desa­rro­llo y la con­so­li­da­ción de los Cuer­pos Aca­dé­mi­cos (CA),… (SEP, 2009, p. 3).

Son las nor­mas ope­ra­ti­vas del PROMEP las que defi­nen a las redes como redes temá­ti­cas de cola­bo­ra­ción de cuer­pos aca­dé­mi­cos. Son los CA con­so­li­da­dos o en con­so­li­da­ción de las ins­ti­tu­cio­nes ads­cri­tas a este pro­gra­ma o gru­pos de inves­ti­ga­ción equi­va­len­tes de Cen­tros de Inves­ti­ga­ción y Desa­rro­llo u otras ins­ti­tu­cio­nes, que vin­cu­la­dos armó­ni­ca­men­te, pre­ten­den resul­ta­dos cien­tí­fi­cos o tec­no­ló­gi­cos rela­cio­na­dos con algún tema aná­lo­go o com­ple­men­ta­rio con el fin de favo­re­cer el inter­cam­bio de cono­ci­mien­tos entre los miem­bros de la comu­ni­dad cien­tí­fi­ca, com­par­tir los recur­sos tec­no­ló­gi­cos, fomen­tar la con­so­li­da­ción de la cola­bo­ra­ción y esti­mu­lar el desa­rro­llo de pro­yec­tos de inves­ti­ga­ción común.

Una red se cons­ti­tu­ye por un míni­mo de tres CA, don­de al menos dos de ellos son de IES ads­cri­tas al pro­gra­ma y el ter­ce­ro pue­de ser externo, pero debe reu­nir las carac­te­rís­ti­cas de un CA con­so­li­da­do. Los cuer­pos aca­dé­mi­cos esta­ble­cen redes con el obje­ti­vo de:

  1. Pro­mo­ver la par­ti­ci­pa­ción de los CA de las Uni­ver­si­da­des Públi­cas Esta­ta­les.
  2. Ren­ta­bi­li­zar los recur­sos exis­ten­tes, faci­li­tan­do así el desa­rro­llo cien­tí­fi­co y    tec­no­ló­gi­co.
  3. For­ta­le­cer las capa­ci­da­des iden­ti­fi­ca­das.
  4. Pro­pi­ciar las inter­ac­cio­nes cien­tí­fi­cas esta­bles y con­ti­nua­das.
  5. Con­so­li­dar ini­cia­ti­vas y líneas de cola­bo­ra­ción.
  6. Inter­cam­biar infor­ma­ción cien­tí­fi­ca y tec­no­ló­gi­ca.
  7. Poten­ciar y coor­di­nar las líneas de inves­ti­ga­ción y desa­rro­llo.
  8. Pro­pi­ciar el inter­cam­bio y movi­li­dad del per­so­nal de inves­ti­ga­ción.
  9. For­mar recur­sos huma­nos.

Se han iden­ti­fi­ca­do dos tipos de redes: las de cola­bo­ra­ción y las de coope­ra­ción. De acuer­do a las Reglas de ope­ra­ción del PROMEP (SEP, 2009; p. 15), las redes de cola­bo­ra­ción se carac­te­ri­zan prin­ci­pal­men­te por:

  1. Ampliar o com­ple­men­tar Líneas de Gene­ra­ción y Apli­ca­ción Inno­va­do­ra de Cono­ci­mien­tos que cul­ti­van los gru­pos par­ti­ci­pan­tes.
  2. Fomen­tar la rea­li­za­ción con­jun­ta de pro­yec­tos de inves­ti­ga­ción o estu­dio.
  3. Desa­rro­llar solu­cio­nes a pro­ble­mas de inte­rés regio­nal o racio­nal, basa­dos en la inves­ti­ga­ción.

Así, las redes de cola­bo­ra­ción, es decir, de cono­ci­mien­to o de inves­ti­ga­ción, son aque­llas orga­ni­za­cio­nes en las que el pro­pó­si­to es inter­cam­biar cono­ci­mien­tos para hacer­los cre­cer, difun­dir­los, deba­tir­los y desa­rro­llar­los. Esa es su par­ti­cu­la­ri­dad: gene­rar cono­ci­mien­to a dife­ren­cia de las redes de coope­ra­ción en don­de sólo se inter­cam­bian recur­sos huma­nos e infra­es­truc­tu­ras.

Producción del conocimiento

Michel Gib­bons y cols. (1997), des­de hace más de una déca­da plan­tea­ron en su libro La nue­va pro­duc­ción del cono­ci­mien­to, la exis­ten­cia del Modo 2 como pana­cea al tam­bién lla­ma­do ‘nue­vo’ mode­lo social y para­dig­ma de labor ins­ti­tu­cio­nal. La tesis cen­tral de este tex­to es el cam­bio que ha teni­do la pro­duc­ción del cono­ci­mien­to; es decir,  des­cri­be cómo duran­te el trans­cur­so de los años las nue­vas deman­das socia­les y tec­no­ló­gi­cas han gene­ra­do la crea­ción de un nue­vo méto­do para la ela­bo­ra­ción del saber.

Gros­so modo, las dife­ren­cias pode­mos enmar­car­las en el Cua­dro 1, don­de se seña­lan las cua­li­da­des de los Modos 1 y 2 de pro­duc­ción del cono­ci­mien­to, es decir, tra­di­cio­nal y nue­vo:

Cuadro 1. Cualidades de los Modos 1 y 2 de producción del conocimiento.

Cua­li­dad

Modo 1

Modo 2

Esen­cia del pro­ble­ma

Emi­nen­te­men­te aca­dé­mi­co

Orien­ta­do a la apli­ca­ción

Cam­po

Uni­dis­ci­pli­na­rio y homo­gé­neo

Trans­dis­ci­pli­na­rio y hete­ro­gé­neo

Orga­ni­za­ción

Jerár­qui­ca ten­dien­te a pre­ser­var su for­ma

Lineal (hori­zon­tal) y  tran­si­to­ria o tem­po­ral

Difu­sión de resul­ta­dos

Ins­ti­tu­cio­na­les

Red o gru­po de inves­ti­ga­ción, socie­dad

Con­trol de cali­dad

Eva­lua­ción por pares de la comu­ni­dad cien­tí­fi­ca

Eva­lua­ción cien­tí­fi­ca, social, eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca

Uti­li­dad

Teó­ri­co

Apli­ca­ción

Vemos pues que este nue­vo modo de pro­duc­ción, es cola­bo­ra­ti­vo:

Des­de la pers­pec­ti­va de la orga­ni­za­ción esco­lar, se deno­mi­na apren­di­za­je cola­bo­ra­ti­vo al inter­cam­bio y desa­rro­llo del cono­ci­mien­to en el seno de peque­ños gru­pos de igua­les, es decir, peque­ñas redes de adqui­si­ción de cono­ci­mien­to, enca­mi­na­dos a la con­se­cu­ción de obje­ti­vos aca­dé­mi­cos (Mar­tín-Moreno, 2004, p. 5).

De estos seña­la­mien­tos sur­ge la siguien­te refle­xión: ¿Es el Modo 2 de pro­duc­ción del cono­ci­mien­to como esta­mos tra­ba­jan­do actual­men­te?  Debe­ría ser­lo, aun­que real­men­te nos encon­tra­mos en una eta­pa de tran­si­ción entre el Modo 1 y el Modo 2. Des­de 1996, año en el que el Gobierno Fede­ral ins­ti­tu­yó el PROMEP, podía vis­lum­brar­se, entre muchos otros obje­ti­vos, lograr el cam­bio en el modo de pro­duc­ción del cono­ci­mien­to, como una mane­ra de arti­cu­lar u orga­ni­zar la inves­ti­ga­ción. Cita­mos al PROMEP en sus reglas de ope­ra­ción:

Los Cuer­pos Aca­dé­mi­cos cons­ti­tu­yen un sus­ten­to indis­pen­sa­ble para la for­ma­ción de pro­fe­sio­na­les y exper­tos. Dada la inves­ti­ga­ción que rea­li­zan, son un ins­tru­men­to de pro­fe­sio­na­li­za­ción del pro­fe­so­ra­do y de su per­ma­nen­te actua­li­za­ción, por lo tan­to, favo­re­cen una pla­ta­for­ma sóli­da para enfren­tar el futu­ro cada vez más exi­gen­te en la for­ma­ción de capi­tal humano; situa­ción que les per­mi­te eri­gir­se como las célu­las de la aca­de­mia y repre­sen­tar a las masas crí­ti­cas en las dife­ren­tes área del cono­ci­mien­to que regu­lan la vida aca­dé­mi­ca de las IES (SEP, 2009, p. 5).

Antes de cerrar este apar­ta­do, que­re­mos dejar cla­ro que si pre­ten­de­mos hacer inves­ti­ga­ción, si esa es la acti­vi­dad que nos impo­ne­mos, gene­rar nue­vos cono­ci­mien­tos en bene­fi­cio del sec­tor edu­ca­ti­vo en Méxi­co y con ello modi­fi­car tam­bién nues­tra prác­ti­ca docen­te, no pode­mos sus­traer­nos de par­ti­ci­par bajo el Modo 2 de pro­duc­ción del cono­ci­mien­to, aun­que no nece­sa­ria­men­te bajo los esque­mas impues­tos por la polí­ti­ca edu­ca­ti­va en turno, es decir, bajo el esque­ma PROMEP.

Características de las redes

Ávi­la de Lima (2008) men­cio­na que exis­ten dimen­sio­nes cla­ve en toda red edu­ca­ti­va y son las siguien­tes:

  1. Géne­sis de la red; tie­ne que ver con cuá­les son las razo­nes de su crea­ción, si es emer­gen­te o con patro­ci­nio, pero tam­bién con las razo­nes para unir­se a ella.
  2. Com­po­si­ción de la red; se refie­re a si es una red que gene­re un indi­vi­duo, un colec­ti­vo o una ins­ti­tu­ción o escue­la y el cómo esta­rán ins­ti­tui­dos.
  3. Estruc­tu­ra; con­ju­ga las rela­cio­nes y posi­cio­nes que com­po­nen a la red  y son:
    1. Den­si­dad; es decir, los nive­les de inte­gra­ción y cohe­sión entre sus miem­bros.
    2. Cen­tra­li­za­ción; es el gra­do en que las rela­cio­nes y patro­nes de comu­ni­ca­ción den­tro de la red se cen­tran en uno o varios acto­res o temas.
    3. Conec­ti­vi­dad de la red; es la uni­dad glo­bal como red.
  4. Sus­tan­cia de la red; defi­ne su misión, fines, valo­res, nor­mas socia­les, pers­pec­ti­vas, etc. y pue­de ser de una sola fun­ción o mul­ti­pro­pó­si­to.
  5. Diná­mi­ca de la red; si es diri­gi­da a un obje­ti­vo o es de tra­yec­to­rias for­tui­tas.
  6. Efi­ca­cia de la red; su impac­to, logro y com­pro­mi­so nos hacen ver si es o no efi­caz.

Por su par­te, Clark (1998) indi­ca que pue­den ser cla­si­fi­ca­das aten­dien­do a diver­sos cri­te­rios. De acuer­do a su cons­ti­tu­ción se orga­ni­zan como infor­ma­les, son las más nume­ro­sas, apa­re­cen y des­apa­re­cen de la mis­ma mane­ra habien­do uti­li­za­do o inclu­so gene­ra­do un míni­mo de cono­ci­mien­to; y for­ma­les, con estruc­tu­ra más defi­ni­da y qui­zá por ello más per­du­ra­bles en el tiem­po y los pro­pó­si­tos. De acuer­do al uso del cono­ci­mien­to, pue­den ser de infor­ma­ción, como las redes biblio­te­ca­rias o redes museo­grá­fi­cas; y de desa­rro­llo que son las que se con­for­man para crear cono­ci­mien­to y apli­car­lo. Asi­mis­mo, cla­si­fi­ca a las redes por su inclu­sión de miem­bros en cerra­das, cuan­do es sólo por invi­ta­ción del líder o algún otro miem­bro de la red que pue­den sumar­se miem­bros; y abier­tas aque­llas en las que pue­den ser adhe­ri­dos miem­bros por soli­ci­tud pro­pia y bajo el com­pro­mi­so de una par­ti­ci­pa­ción acti­va y tam­bién por invi­ta­ción.

Clark (1998) esta­ble­ce que las redes abier­tas y de desa­rro­llo se con­si­de­ran for­ma­les de pro­duc­ción de cono­ci­mien­to y sus carac­te­rís­ti­cas idó­neas son:

  1. Su prin­ci­pal pro­pó­si­to es crear y comu­ni­car cono­ci­mien­tos.
  2. Se orga­ni­za como una estruc­tu­ra defi­ni­da for­mal­men­te.
  3. Posee una estruc­tu­ra de comu­ni­ca­ción bien defi­ni­da (basa­da en TIC’s).
  4. Sus miem­bros son invi­ta­dos en fun­ción de sus méri­tos.
  5. Sus miem­bros per­ma­ne­cen en ella en fun­ción de sus méri­tos y tra­ba­jo desa­rro­lla­do.
  6. Debe pro­por­cio­nar bene­fi­cios a todos los par­ti­ci­pan­tes.
  7. Su tra­ba­jo debe tras­cen­der varios sec­to­res.

Pero, ¿Cómo fun­cio­nan los dife­ren­tes tipos de redes?, ¿Cómo par­ti­ci­pan los acto­res de la red?, ¿Cómo se comu­ni­can entre sí?, ¿Cómo afec­ta esto a su apren­di­za­je y la cali­dad de las rela­cio­nes entre sus miem­bros? Estas y otras pre­gun­tas se res­pon­den si se iden­ti­fi­can con cla­ri­dad los pro­ce­sos inter­nos de la red.

Ávi­la de Lima (2008) men­cio­na entre estos pro­ce­sos a la ges­tión y el lide­raz­go. Con res­pec­to al estu­dio de la ges­tión en redes edu­ca­ti­vas se requie­re, en pri­mer lugar, infor­ma­ción sobre sus meca­nis­mos de fun­cio­na­mien­to y de coor­di­na­ción por ello debe esta­ble­cer­se cla­ra­men­te cuá­les serán esos meca­nis­mos y defi­nir la for­ma en la que habrán de ser coor­di­na­dos. Tie­ne que ver con el que se deter­mi­ne quién será el líder, esta­ble­cer requi­si­tos para los demás miem­bros, defi­nir si se uti­li­za­rán minu­tas o for­mas de regis­tro de sus tareas, esta­ble­cer luga­res de reu­nión, mane­jo de pre­su­pues­to, entre otros. El lide­raz­go den­tro de una red sue­le ser difí­cil de man­te­ner si los roles de cada miem­bro no están pre­via­men­te deter­mi­na­dos, tam­bién corren el ries­go de con­ver­tir­se en gru­pos cerra­dos o cama­ri­llas, lo mis­mo que gru­pos auto­ri­ta­rios que actúan como jue­ces ante gru­pos menos con­so­li­da­dos.

Otro pro­ce­so interno es la par­ti­ci­pa­ción. En toda red es fun­da­men­tal tener cla­ro quié­nes son los par­ti­ci­pan­tes o miem­bros y has­ta dón­de su actua­ción es con­si­de­ra­da como par­te del tra­ba­jo o fun­ción de la red, por tan­to, debe­rán defi­nir­se nor­mas de par­ti­ci­pa­ción espe­cí­fi­ca para cada uno de los roles o pape­les que se esta­blez­can en ella, quién es el líder, quién el coor­di­na­dor, quié­nes los miem­bros regu­la­res; esto per­mi­te iden­ti­fi­car a aque­llos miem­bros que no par­ti­ci­pan direc­ta­men­te en los pro­pó­si­tos de la red cuan­do estas son eva­lua­das. Es evi­den­te que el impac­to de las redes edu­ca­ti­vas depen­de­rá en gran medi­da de la conec­ti­vi­dad de sus miem­bros den­tro de sus entor­nos de tra­ba­jo. No se pue­de con­fiar en la par­ti­ci­pa­ción volun­ta­ria, al menos en las redes edu­ca­ti­vas, sin correr el ries­go de ver en cual­quier ins­tan­te la extin­ción del cum­pli­mien­to de pro­pó­si­tos y de la red mis­ma.

Tra­tán­do­se de redes de cola­bo­ra­ción, el apren­di­za­je resul­ta ser uno más de los pro­ce­sos inter­nos que Ávi­la de Lima (2008) con­si­de­ra de gran rele­van­cia ya que exis­te la creen­cia común acer­ca de que las redes gene­ran un apren­di­za­je pro­fe­sio­nal de gran alcan­ce. Pero ¿Ocu­rre el apren­di­za­je todo el tiem­po, en todas las redes?;  y si es así, ¿Qué tipo de apren­di­za­je?  En algu­nas redes, el apren­di­za­je pue­de ser una expe­rien­cia impul­sa­da por los miem­bros que poseen mayor exper­ti­cia o gra­dos aca­dé­mi­cos para el logro de gra­dos aca­dé­mi­cos simi­la­res; es decir, los doc­to­res con­tri­bu­yen, a su vez, en la for­ma­ción de nue­vos doc­to­res. En otras redes, el apren­di­za­je pue­de basar­se sim­ple­men­te en la trans­mi­sión de cono­ci­mien­to en resu­men y con­tex­tua­li­za­do al cum­pli­mien­to de obje­ti­vos pro­pios de la red. Así, hay redes en las que el apren­di­za­je se da de mane­ra cole­gia­da y otras en las que el apren­di­za­je ocu­rre como con­se­cuen­cia de la inter­ac­ción de un gru­po de exper­tos que for­man par­te de esa red.

Final­men­te, y qui­zá el más impor­tan­te pro­ce­so interno de la red son las rela­cio­nes inter­per­so­na­les y la con­fian­za. Lo impor­tan­te al res­pec­to es la medi­da en que las rela­cio­nes entre los miem­bros de la red se basan en los víncu­los inter­per­so­na­les y el gra­do en que estas limi­tan o pro­mue­ven los obje­ti­vos de la red. Krackhardt y Stern (1988; cita­dos en Ávi­la de Lima, 2008), sugie­ren que las orga­ni­za­cio­nes don­de hay lazos de amis­tad que tras­cien­den los depar­ta­men­tos pue­den estar mejor pre­pa­ra­dos para hacer fren­te a los cam­bios ambien­ta­les y la incer­ti­dum­bre en com­pa­ra­ción con aque­llos en los que éste tipo de rela­cio­nes no exis­ten. Tam­bién sos­tie­nen que el fuer­te víncu­lo del com­po­nen­te afec­ti­vo es impor­tan­te para enten­der la diná­mi­ca que rodea las cri­sis y los cam­bios en las orga­ni­za­cio­nes. Sin embar­go, en sus inves­ti­ga­cio­nes, hacen ver que si los lazos son muy fuer­tes (por ejem­plo, amplio, exclu­si­vo, recí­pro­co e ínti­mo) tam­bién pue­den ser sofo­can­tes y redun­dan­tes lo que pue­de tener con­se­cuen­cias nega­ti­vas para el poten­cial de apren­di­za­je de una red (Ávi­la de Lima, 2008).

Ade­más, si bien tene­mos que saber cómo se esta­ble­ce la con­fian­za en las redes, es igual­men­te impor­tan­te enten­der lo que son los lími­tes de con­fian­za que se encuen­tran en estos sis­te­mas. Algu­nos estu­dios sugie­ren que la comu­ni­ca­ción efec­ti­va entre los par­ti­ci­pan­tes de la red requie­re inter­ac­ción cara a cara, cues­tión espe­cial­men­te impor­tan­te si tene­mos en cuen­ta el enor­me tama­ño de algu­nas redes edu­ca­ti­vas con­tem­po­rá­neas. Asi­mis­mo, los miem­bros de una red tien­den a com­par­tir todo lo que con­si­de­ran tri­vial y man­te­ner en secre­to lo que con­si­de­ran real­men­te impor­tan­te. Tien­den a dar a cono­cer estra­té­gi­ca­men­te sólo aque­llo que creen menos crí­ti­co para su super­vi­ven­cia o per­ma­nen­cia en la red.

De acuer­do a Ávi­la de Lima (2008), en un mun­do edu­ca­ti­vo com­pe­ti­ti­vo, ¿Has­ta dón­de pue­de lle­gar la con­fian­za?, ¿Cómo estos temas se rela­cio­nan con la natu­ra­le­za y estruc­tu­ra de las redes?, ¿Hay lími­tes que res­pe­tar entre los miem­bros de la red?, ¿Cuál es el equi­li­brio real entre el inter­cam­bio de cono­ci­mien­tos y el man­te­ni­mien­to de secre­tos? y ¿Cuá­les son las con­se­cuen­cias de esto para el apren­di­za­je y la inves­ti­ga­ción? Hay una evi­den­te fal­ta de inves­ti­ga­ción empí­ri­ca a este res­pec­to.

Has­ta aquí hemos men­cio­na­do las carac­te­rís­ti­cas y pro­ce­sos inter­nos de las redes, sin embar­go Ávi­la de Lima (2008) men­cio­na que tam­bién exis­te lo que ha lla­ma­do el “lado obs­cu­ro de las redes”. Éste es uno de los temas por explo­rar en acti­vi­da­des de inves­ti­ga­ción. Se tra­ta de patro­nes de con­duc­ta y ope­ra­ción aso­cia­dos a dis­fun­cio­nes, con­flic­tos des­truc­ti­vos, la explo­ta­ción y otros efec­tos nega­ti­vos impre­vis­tos aso­cia­dos con la cons­ti­tu­ción de la red y su acti­vi­dad.

La biblio­gra­fía gene­ral sobre las rela­cio­nes inter-orga­ni­za­cio­na­les sugie­re algu­nas des­ven­ta­jas poten­cia­les que pue­den deri­var­se de la par­ti­ci­pa­ción de los acto­res en las redes (Barrin­ger y Harri­son, 2000; cita­dos en Ávi­la de Lima, 2008). Algu­nos de estos fac­to­res pue­den ser rele­van­tes para las redes en la edu­ca­ción:

  • La pér­di­da de infor­ma­ción con­fi­den­cial; por ejem­plo, el ries­go de que los maes­tros no reco­noz­can los dere­chos de sus cole­gas en la auto­ría de una inno­va­ción que se difun­de a lo lar­go de toda la red.
  • Ges­tión de la com­ple­ji­dad; por ejem­plo, el ries­go de que la nece­si­dad de múl­ti­ples reunio­nes entre los dife­ren­tes nive­les y en dis­cu­sio­nes colec­ti­vas cuyos resul­ta­dos se tra­duz­can en cos­to­sos retra­sos y sen­ti­mien­tos de frus­tra­ción gene­ra­li­za­da.
  • Los ries­gos finan­cie­ros y de orga­ni­za­ción; por ejem­plo, el ries­go de com­por­ta­mien­to opor­tu­nis­ta de los socios de la red, o cuan­do miem­bros de una orga­ni­za­ción hacen uso de infor­ma­ción pri­vi­le­gia­da para ase­gu­rar­se de ganar otras ven­ta­jas com­pe­ti­ti­vas, tales como la finan­cia­ción adi­cio­nal de pro­gra­mas que invo­lu­cran la com­pe­ten­cia entre las dis­tin­tas escue­las o inclu­so entre los pro­fe­so­res.
  • Des­equi­li­brio de poder y de tra­ba­jo; por ejem­plo, el ries­go de depen­den­cia apren­di­do por algu­nos pro­fe­so­res que su par­ti­ci­pa­ción es poca al estar segu­ros que sus cole­gas de la red siem­pre plan­tea­ran solu­cio­nes y ayu­da; este ries­go es par­ti­cu­lar­men­te alto en las redes don­de se pre­mia la expe­rien­cia en lugar de la maes­tría y favo­re­cen la buro­cra­cia en lugar de cons­truir ambien­tes de apren­di­za­je.
  • La pér­di­da par­cial de la auto­no­mía en la toma de deci­sio­nes.
  • Con­flic­to poten­cial entre los socios; por ejem­plo, las dife­ren­cia­cio­nes entre los miem­bros que per­te­ne­cen a ámbi­tos dis­tin­tos.
  • La pér­di­da de fle­xi­bi­li­dad de la orga­ni­za­ción; por ejem­plo, el ries­go de que una aso­cia­ción con un con­jun­to de orga­ni­za­cio­nes exclu­ya la posi­bi­li­dad de esta­ble­cer rela­cio­nes con los demás, o que las ruti­nas de orga­ni­za­ción crea­da por las alian­zas tor­ne difí­cil la acción inde­pen­dien­te.
  • Las redes, espe­cial­men­te las que cuen­tan con patro­ci­nio externo, corren el ries­go de coop­ta­ción polí­ti­ca, la apro­pia­ción ideo­ló­gi­ca, y la colo­ni­za­ción por intere­ses exter­nos. Esto pue­de ocu­rrir, por ejem­plo, en pro­gra­mas de la red ofi­cial patro­ci­na­da en la que los pro­fe­so­res selec­cio­na­dos por el Esta­do  para con­ver­tir­se en miem­bros de la red están capa­ci­ta­dos para actuar como acto­res y pro­mo­to­res de Refor­mas espe­cí­fi­cas en sus escue­las, usan­do una varie­dad de estra­te­gias de influen­cia proac­ti­va para per­sua­dir a los direc­to­res y cole­gas en sus pers­pec­ti­vas (Ávi­la de Lima, 2008).

Otro ries­go es el de la sobre­car­ga de tra­ba­jo. La par­ti­ci­pa­ción en las redes pue­de ser una car­ga extra para los pro­fe­so­res que ya están de tiem­po com­ple­to en su Ins­ti­tu­ción de ori­gen. Ellos no tie­nen más tiem­po y ener­gía para dedi­car­se a acti­vi­da­des adi­cio­na­les, esto es, se ven obli­ga­dos a estu­diar o capa­ci­tar­se, impar­tir docen­cia, hacer inves­ti­ga­ción, difu­sión o divul­ga­ción, for­mar nue­vos cua­dros y tuto­rar alum­nos. Incre­men­tar esta situa­ción pue­de lle­var a una buro­cra­ti­za­ción de la peda­go­gía y de la acti­vi­dad inves­ti­ga­ti­va.

Uno más de los ries­gos, direc­ta­men­te rela­cio­na­do con el ante­rior, es la posi­ble exclu­sión de otros acto­res edu­ca­ti­vos rele­van­tes; es decir, los direc­ti­vos de la escue­la, los padres de fami­lia o los repre­sen­tan­tes de las comu­ni­da­des loca­les,  a par­tir de acti­vi­da­des de la red. Por últi­mo, exis­te el ries­go de dema­sia­da inte­gra­ción, en par­ti­cu­lar, cuan­do los gru­pos den­sos, muy uni­dos de acto­res que creen apa­sio­na­da­men­te en sus ideas peda­gó­gi­cas y polí­ti­cas, con­for­man una red que pue­de desa­rro­llar un refuer­zo de los meca­nis­mos de retro­ali­men­ta­ción y con­ver­tir­se así en un ente par­ti­cu­lar ais­la­do.

Cada uno de estos ries­gos es poten­cial­men­te una opor­tu­ni­dad para los inves­ti­ga­do­res edu­ca­ti­vos para explo­rar estos peli­gro­sos lados obs­cu­ros de las redes.

Conclusión

Cerra­mos aquí con la con­no­ta­ción que Luna Serrano y Rue­da Bel­trán (2006) hacen de las redes for­ma­les de cono­ci­mien­to deli­nea­do por Creech y Willard, “una red for­mal de cono­ci­mien­to es un gru­po de per­so­nas con intere­ses comu­nes en el pro­ce­so de gene­ra­ción, apli­ca­ción y trans­mi­sión de cono­ci­mien­tos, reu­ni­das con la inten­ción de for­ta­le­cer­se unas a otras en sus capa­ci­da­des de inves­ti­ga­ción y comu­ni­ca­ción, que com­par­ten las bases del cono­ci­mien­to y el desa­rro­llo de las solu­cio­nes, usual­men­te dis­per­sas en luga­res geo­grá­fi­ca­men­te sepa­ra­dos y que hacen uso de las tec­no­lo­gías de infor­ma­ción y comu­ni­ca­ción para mane­jar los flu­jos de cono­ci­mien­to.”

Las redes así cons­ti­tui­das, no son sólo una estra­te­gia para la coope­ra­ción y cons­truc­ción del cono­ci­mien­to, sino que son el mode­lo orga­ni­za­ti­vo que pue­de con­tri­buir al for­ta­le­ci­mien­to ins­ti­tu­cio­nal al inte­grar­se como redes de per­so­nas gene­ra­do­ras de cono­ci­mien­to y que par­ten de la uni­dad que con­for­ma un cuer­po aca­dé­mi­co. Si bien la inves­ti­ga­ción es una fun­ción sus­tan­ti­va de las Ins­ti­tu­cio­nes de Edu­ca­ción Supe­rior, son sus pro­fe­so­res quie­nes la desa­rro­llan, cons­ti­tui­dos o no en cuer­pos aca­dé­mi­cos inte­gran­do redes.

Referencias

Ávila de Lima, J. (2008). Thinking more deeply about networks in education. Department of education, University of the Azores, R. Mãe de Deus, 9501-801 Ponta Delgada, Portugal. Consultado el 20 de agosto de 2010 en http://www.springerlink.com/content/617846l054758216/fulltext.html

Clark, H. (1998). Formal knowledge networks: A study of Canadian experiences. Canada: Winnipeg International Institute for Sustainable Development.

Gibbons, M. C., et al. (1997). La nueva producción del conocimiento. La dinámica de la ciencia y la investigación en las sociedades contemporáneas. Barcelona: Pomares-Corredor.

Luna Serrano, E. y Rueda Beltrán, M. (2006). Constitución y desarrollo de una red de investigadores sobre evaluación de la docencia. Revista Mexicana de Investigación Educativa, COMIE, México, Vol. 11, N° 30, 971-996.

Martín-Moreno, Q. (2004). Aprendizaje colaborativo y redes de conocimiento. En IX Jornadas Andaluzas de Organización y Dirección de Instituciones Educativas. Granada: Grupo Editorial Universitario.

SEP. (2009). Acuerdo 526.  Reglas de operación del Programa de Mejoramiento del Profesorado (PROMEP), consultado el 17 de agosto de 2010 en: http://promep.sep.gob.mx/reglas/Reglas_PROMEP_2010.pdf

Notas

1. Este artícu­lo es resul­ta­do del tra­ba­jo en la línea Inves­ti­ga­ción de la Inves­ti­ga­ción Edu­ca­ti­va que se desa­rro­lla en el CIDIE-UAE­Méx.

2. Inves­ti­ga­do­ra del Cen­tro de Inno­va­ción, Desa­rro­llo e Inves­ti­ga­ción Edu­ca­ti­va de la UAE­Méx. Miem­bro de la Red Mexi­ca­na de Inves­ti­ga­do­res de la Inves­ti­ga­ción Edu­ca­ti­va. email: eesb@uaemex.mx

3. Coor­di­na­dor del Cen­tro de Inno­va­ción, Desa­rro­llo e Inves­ti­ga­ción Edu­ca­ti­va de la UAE­Méx. Miem­bro de la Red Mexi­ca­na de Inves­ti­ga­do­res de la Inves­ti­ga­ción Edu­ca­ti­va.  email: imh@uaemex.mx

4. Inves­ti­ga­dor del Cen­tro de Inno­va­ción, Desa­rro­llo e Inves­ti­ga­ción Edu­ca­ti­va de la UAE­Méx. Miem­bro de la Red Mexi­ca­na de Inves­ti­ga­do­res de la Inves­ti­ga­ción Edu­ca­ti­va.  email: posgradoarc@hotmail.com