Lineamientos éticos para la conducción de experimentos y la escritura de reportes científicos en Psicología12 Descargar este archivo (6 - Lineamientos éticos para la conducción de experimentos y la escritura de rep)

María Antonia Padilla Vargas 3

Centro de Estudios e Investigaciones en Comportamiento
Universidad de Guadalajara

 

Resu­men

Últi­ma­men­te se han repor­ta­do muchos casos de malas prác­ti­cas en cien­cia que por su gra­ve­dad han cul­mi­na­do con el des­pi­do de los impli­ca­dos, el reti­ro de sus gra­dos aca­dé­mi­cos, su expul­sión de orga­ni­za­cio­nes aca­dé­mi­cas y has­ta con con­de­nas en pri­sión. Dado que es indis­pen­sa­ble tra­ba­jar en la for­ma­ción éti­ca de los impli­ca­dos en la inves­ti­ga­ción cien­tí­fi­ca, en el pre­sen­te docu­men­to se des­cri­ben los prin­ci­pios éti­cos a los cua­les debe ape­gar­se quien reali­ce expe­ri­men­tos en psi­co­lo­gía (con­cre­ta­men­te con par­ti­ci­pan­tes huma­nos), así como quien ela­bo­re escri­tos cien­tí­fi­cos, con lo que se espe­ra con­tri­buir al ejer­ci­cio cien­tí­fi­co éti­co. Ade­más, con el obje­to de erra­di­car las malas prác­ti­cas en cien­cia, se pro­po­ne imple­men­tar una estra­te­gia que impli­que tres aspec­tos dife­ren­tes: por una par­te tra­ba­jar para que las ins­ti­tu­cio­nes aca­dé­mi­cas (uni­ver­si­da­des, cen­tros de inves­ti­ga­ción, etc.) pro­vean una capa­ci­ta­ción cons­tan­te en los aspec­tos éti­cos de la dis­ci­pli­na en cues­tión a todos y cada uno de los impli­ca­dos en el queha­cer cien­tí­fi­co (inves­ti­ga­do­res, téc­ni­cos, docen­tes, alum­nos), por otra par­te, dise­ñar estra­te­gias que per­mi­tan pro­veer una super­vi­sión cons­tan­te y estre­cha que garan­ti­ce que las acti­vi­da­des cien­tí­fi­cas se lle­ven a cabo ape­gán­do­se a los están­da­res éti­cos que corres­pon­dan, y, final­men­te, defi­nir meca­nis­mos que per­mi­tan esti­pu­lar y apli­car las san­cio­nes corres­pon­dien­tes en caso de malas prác­ti­cas en cien­cia, lo que inclui­ría la crea­ción de ins­tan­cias encar­ga­das de dichas acti­vi­da­des.

Pala­bras cla­ve: malas prác­ti­cas en cien­cia, éti­ca, inves­ti­ga­ción cien­tí­fi­ca, escri­tu­ra de repor­tes, psi­co­lo­gía.

Abs­tract

Recently, many cases of scien­ti­fic mal­prac­ti­ce have been repor­ted, and their seve­rity has resul­ted in the dis­mis­sal of tho­se invol­ved, the res­cis­sion of aca­de­mic degrees, expul­sion from aca­de­mic orga­ni­za­tions, and even pri­son sen­ten­ces. Becau­se it is essen­tial to pro­vi­de ethi­cal trai­ning to peo­ple invol­ved in scien­ti­fic research, the objec­ti­ve of this paper is to des­cri­be the ethi­cal gui­de­li­nes that ever­yo­ne who con­ducts expe­ri­ments in psy­cho­logy must obser­ve, espe­cially when human par­ti­ci­pants are invol­ved. The­se gui­de­li­nes are also appli­ca­ble to authors of scien­ti­fic papers. Our goal is to con­tri­bu­te to ensu­ring the ethi­cal per­for­man­ce of scien­ti­fic work. Also, in an effort to era­di­ca­te scien­ti­fic mal­prac­ti­ce, we pro­po­se imple­men­ting a three-pron­ged stra­tegy: first, wor­king with aca­de­mic ins­ti­tu­tions (uni­ver­si­ties, research cen­ters, etc.) to pro­vi­de ongoing trai­ning in the ethi­cal aspects of the dis­ci­pli­ne in ques­tion to all per­son­nel invol­ved in scien­ti­fic work (resear­chers, tech­ni­cians, pro­fes­sors, stu­dents); second, desig­ning stra­te­gies for cons­tant, clo­se super­vi­sion to gua­ran­tee that all scien­ti­fic acti­vi­ties adhe­re to the appli­ca­ble ethi­cal stan­dards; and, third, defi­ning mecha­nisms to esta­blish and then apply sanc­tions in the event of scien­ti­fic mal­prac­ti­ce, inclu­ding the crea­tion of organs entrus­ted with orga­ni­zing and imple­men­ting the­se acti­vi­ties.

Key­words: scien­ti­fic mal­prac­ti­ce, ethics, scien­ti­fic research, report wri­ting, psy­cho­logy.

Introducción

En los últi­mos meses, en Méxi­co han sali­do a la luz dife­ren­tes casos de pla­gio que por su gra­ve­dad han cul­mi­na­do, en algu­nos casos, en la expul­sión de los res­pon­sa­bles del Sis­te­ma Nacio­nal de Inves­ti­ga­do­res (SNI) (orga­nis­mo guber­na­men­tal mexi­cano que reco­no­ce el tra­ba­jo cien­tí­fi­co de cali­dad median­te un estí­mu­lo eco­nó­mi­co men­sual), el des­pi­do de par­te de sus emplea­do­res y la exhi­bi­ción públi­ca de los pla­gia­do­res en las redes socia­les (ver nota al res­pec­to en Mar­tí­nez, 2015).

Inclu­so, des­ta­ca el caso de Die­de­rik Sta­pel, famo­so psi­có­lo­go social holan­dés, cuya uni­ver­si­dad, adem­pas de des­pe­dir­lo, some­tió a dis­cu­sión el reti­rar­le el gra­do doc­to­ral, lo que al final no fue nece­sa­rio dado que él mis­mo renun­ció a éste. Lo ante­rior debi­do a que dicho inves­ti­ga­dor fal­seó datos en por lo menos 30 de sus artícu­los publi­ca­dos (ver nota al res­pec­to en De Mar­tos, 2011).

Y los casos de pla­gio o fal­si­fi­ca­ción (es decir, malas prác­ti­cas en la con­duc­ción de expe­ri­men­tos) pue­den tener toda­vía con­se­cuen­cias más gra­ves, como la cár­cel. Por ejem­plo, Dong Pyou Han, un ex inves­ti­ga­dor de la Uni­ver­si­dad Esta­tal de Iowa fue con­de­na­do (en julio de 2015) a más de cua­tro años y medio de pri­sión y a reem­bol­sar $7,2 millo­nes de dóla­res de lo que había reci­bi­do en sub­ven­cio­nes para tra­tar de encon­trar una vacu­na con­tra el VIH (Virus de la Inmu­no­de­fi­cien­cia Huma­na). Su deli­to fue con­ta­mi­nar deli­be­ra­da­men­te san­gre de cone­jos con anti­cuer­pos huma­nos con el obje­to de apa­ren­tar que los cone­jos esta­ban desa­rro­llan­do anti­cuer­pos con­tra el VIH (ver nota al res­pec­to en Phi­llip, 2015). Sin embar­go, él no fue el pri­me­ro en reci­bir una con­de­na car­ce­la­ria debi­do a malas prác­ti­cas en cien­cia, ya antes varios inves­ti­ga­do­res han sido con­de­na­dos a pasar tiem­po en pri­sión por razo­nes simi­la­res (ver nota res­pec­ti­va en Gho­rayshi y Fer­gu­son, 2015).

A fina­les de 2015, se publi­có un lis­ta­do de los escán­da­los más noto­rios ocu­rri­dos en el ámbi­to cien­tí­fi­co, entre los cua­les des­ta­can casos de “maqui­lla­je” e inven­ción de datos; aco­so sexual, dis­cri­mi­na­ción sexual, etc. (ver nota perio­dís­ti­ca en Dvorsky, 2015). Lo ante­rior pare­ce indi­car que los casos de malas prác­ti­cas en cien­cia son fre­cuen­tes y abar­can diver­sos ámbi­tos. Pero, ¿qué pue­de hacer­se para erra­di­car tales com­por­ta­mien­tos? Se con­si­de­ra que uno de los aspec­tos cen­tra­les impli­ca­ría capa­ci­tar a todos los impli­ca­dos en la rea­li­za­ción de acti­vi­da­des cien­tí­fi­cas (inves­ti­ga­do­res, pro­fe­so­res, alum­nos, y téc­ni­cos de labo­ra­to­rio) en los linea­mien­tos éti­cos a los cua­les deben ajus­tar­se. Por­que, como seña­la Sie­ber (1992), en el Manual de la Ame­ri­can Psy­cho­lo­gi­cal Asoc­cia­tion (APA) se esti­pu­la qué es una con­duc­ta éti­ca en inves­ti­ga­ción, pero no es lo mis­mo saber qué se debe hacer a saber cómo hacer­lo o cómo con­du­cir­se éti­ca­men­te al rea­li­zar inves­ti­ga­ción.

Dado lo ante­rior, el obje­ti­vo del pre­sen­te docu­men­to es des­cri­bir los prin­ci­pios éti­cos a que debe ape­gar­se quien reali­ce expe­ri­men­tos en psi­co­lo­gía (con­cre­ta­men­te con par­ti­ci­pan­tes huma­nos), así como quien ela­bo­re escri­tos cien­tí­fi­cos, con lo que se espe­ra con­tri­buir al ejer­ci­cio cien­tí­fi­co éti­co.

En pri­mer lugar, es nece­sa­rio pre­ci­sar a qué se hace refe­ren­cia cuan­do se habla de malas prác­ti­cas en cien­cia; a pesar de que no exis­te una defi­ni­ción como tal, en dicho rubro se englo­ban las siguien­tes acti­vi­da­des.

Fraude científico

El frau­de cien­tí­fi­co pue­de ser de dife­ren­tes tipos: (a) por inven­ción, cuan­do un autor fábri­ca par­te o la tota­li­dad de los datos de un estu­dio; (b) por fal­si­fi­ca­ción y mani­pu­la­ción de datos, en este caso los datos exis­ten, pero el autor los mani­pu­la para que se ajus­ten a su hipó­te­sis de par­ti­da (un tipo de “ajus­te” de esta natu­ra­le­za impli­ca eli­mi­nar de la mues­tra cier­tos datos, o bien, aumen­tar o dis­mi­nuir los valo­res de deter­mi­na­dos datos de la mues­tra); © por pla­gio, cuan­do un autor usa las ideas de otros como pro­pias sin dar el debi­do reco­no­ci­mien­to al ver­da­de­ro autor. A las ante­rio­res moda­li­da­des de malas prác­ti­cas en cien­cia, Sali­nas (2004) agre­ga el robar una idea de inves­ti­ga­ción de otro, robar un pro­yec­to com­ple­to o las obser­va­cio­nes de otro inves­ti­ga­dor.

Debi­do a que el pla­gio pare­ce ser una de las malas prác­ti­cas más comu­nes, se dedi­ca­rá un apar­ta­do com­ple­to a tra­tar dicho aspec­to.

Plagio

El pla­gio, defi­ni­do como el uso de las ideas de otros sin el reco­no­ci­mien­to apro­pia­do (Owens & Whi­te, 2013, p. 14), es qui­zá una de las malas prác­ti­cas más comu­nes, sobre todo en las eta­pas for­ma­ti­vas de los estu­dian­tes (y por ende, de los cien­tí­fi­cos poten­cia­les), tal como se evi­den­ció en una inves­ti­ga­ción rea­li­za­da con estu­dian­tes de medi­ci­na (Hua­ma­ní, Dulan­to-Piz­zor­ni, & Rojas-Revo­re­do, 2008); don­de se encon­tró que, de un total de 24 tra­ba­jos de inves­ti­ga­ción revi­sa­dos, 23 mos­tra­ban evi­den­cias de copia de tra­ba­jos encon­tra­dos en Inter­net, y del total de las ora­cio­nes eva­lua­das de tales tra­ba­jos, el 64% corres­pon­día a copias de ora­cio­nes com­ple­tas.

Dado que para rea­li­zar tales tra­ba­jos los estu­dian­tes con­ta­ban por lo menos con un tutor (en oca­sio­nes con 2), los auto­res del estu­dio dis­cu­ten al res­pec­to de la res­pon­sa­bi­li­dad que en tal com­por­ta­mien­to tenían los ase­so­res de dichos alum­nos, ya que al pare­cer sólo apor­ta­ban su nom­bre, pero no se invo­lu­cra­ban en el desa­rro­llo y repor­te de la inves­ti­ga­ción. Lo que sería simi­lar a fun­gir como un autor hono­ra­rio, com­por­ta­mien­to que impli­ca­ría una infrac­ción éti­ca y labo­ral de par­te de tales ase­so­res (Hua­ma­ní, Dulan­to-Piz­zor­ni, & Rojas-Revo­re­do, 2008).

Por otra par­te, en un estu­dio rea­li­za­do con estu­dian­tes de maes­tría del sis­te­ma de uni­ver­si­dad vir­tual de una uni­ver­si­dad públi­ca mexi­ca­na, el 71% de los entre­vis­ta­dos reco­no­ció haber pla­gia­do (19.4% de ellos en muchas oca­sio­nes), a pesar de reco­no­cer que ello es un com­por­ta­mien­to “simi­lar al robo” (71% de los entre­vis­ta­dos lo des­cri­bie­ron así), que debe­ría ser seve­ra­men­te cas­ti­ga­do (Larios, en pre­pa­ra­ción). Por otro lado, en el Rei­no Uni­do se encon­tró que más del 50% de los estu­dian­tes con­si­de­ra­ron que pla­giar infor­ma­ción de Inter­net era acep­ta­ble (Sza­bo & Under­wood, 2004).

Resul­ta curio­so que se ha encon­tra­do que el pla­gio es más fre­cuen­te en hom­bres que en muje­res (Under­wood & Sza­bo, 2003; Owens & Whi­te, 2013) y ocu­rre más en usua­rios fre­cuen­tes de Inter­net y en alum­nos de gra­dos infe­rio­res con res­pec­to a los supe­rio­res (Under­wood & Sza­bo, 2003), esto últi­mo tal vez debi­do a la adqui­si­ción y desa­rro­llo de com­pe­ten­cias para rea­li­zar inves­ti­ga­ción así como para escri­bir repor­tes cien­tí­fi­cos, ade­más del mayor entre­na­mien­to en aspec­tos éti­cos, pro­duc­to de la mis­ma for­ma­ción aca­dé­mi­ca.

El pla­gio ocu­rre tan­to en estu­dian­tes como en cien­tí­fi­cos, aun­que pare­ce ser más fre­cuen­te en unos paí­ses que en otros, como lo demos­tró un estu­dio rea­li­za­do por Bohan­non (2014), un corres­pon­sal de Scien­ce, quien ana­li­zó cien­tos de miles de tra­ba­jos del sitio arXiv (sitio al que pue­den enviar­se artícu­los

—o borra­do­res de estos antes de su revi­sión por pares— de físi­ca, astro­no­mía, mate­má­ti­cas, infor­má­ti­ca, cien­cia no lineal, bio­lo­gía cuan­ti­ta­ti­va y esta­dís­ti­ca). Se encon­tró que en los artícu­los que pro­ve­nían de paí­ses indus­tria­li­za­dos (EE.UU., Cana­dá, etc.) era menos fre­cuen­te el pla­gio, hallaz­go que se atri­bu­ye a las dife­ren­cias cul­tu­ra­les exis­ten­tes entre los paí­ses indus­tria­li­za­dos y los que no con res­pec­to a la infra­es­truc­tu­ra aca­dé­mi­ca, los sis­te­mas de “ense­ñan­za y super­vi­sión, así como los incen­ti­vos que pri­vi­le­gian la can­ti­dad sobre la cali­dad de las publi­ca­cio­nes” (Bohan­non, 2014, últi­mo párra­fo).

El pro­ble­ma tan exten­di­do del pla­gio de mate­ria­les que cir­cu­lan en la red ha pro­pi­cia­do la pro­li­fe­ra­ción de pro­gra­mas que com­pa­ran las fra­ses de un tex­to con los dis­po­ni­bles en Inter­net para cal­cu­lar el gra­do de simi­li­tud entre ellos. Al res­pec­to des­ta­can los siguien­tes pro­gra­mas: Epho­rus, SafeAs­sign, Anti­Pla­gia­rist 1.8, Cross­Check, Copys­ca­pe: Doc Cop, Dupli Chec­ker, Pla­gium, The Pla­gia­rism Chec­ker o Viper. Se sugie­re que antes de enviar un tra­ba­jo para su publi­ca­ció se veri­fi­que con alguno de tales pro­gra­mas, con el obje­to de corro­bo­rar que no se esté uti­li­zan­do, de mane­ra invo­lun­ta­ria, infor­ma­ción de alguien más sin el debi­do reco­no­ci­mien­to.

Para evitar el plagio

Para evi­tar el uso inde­bi­do de infor­ma­ción de otros es nece­sa­rio dar el reco­no­ci­mien­to corres­pon­dien­te cuan­do se usen ideas, mate­ria­les, imá­ge­nes, o datos que no sean de uso públi­co (ver en el Ane­xo A, par­te a, un ejem­plo de cómo dar cré­di­to en tales casos), así como evi­tar el auto­pla­gio (usar infor­ma­ción pro­pia ya publi­ca­da sin expli­ci­tar­lo). Cuan­do se desea uti­li­zar infor­ma­ción de alguien más es nece­sa­rio para­fra­sear­la, lo que impli­ca, según el dic­cio­na­rio de la Real Aca­de­mia de la Len­gua, imi­tar el tex­to en su estruc­tu­ra, pero emplean­do pala­bras dife­ren­tes, cui­dan­do que la idea no pier­da su sig­ni­fi­ca­do ori­gi­nal. Cuan­do la cita sea tex­tual,  se debe indi­car entre­co­mi­llan­do dicho tex­to y  agre­gan­do al final la pági­na o pági­nas de don­de se tomó dicha infor­ma­ción (por ejem­plo: según x autor (año) “tal cosa…” (p. x)). Es impor­tan­te acla­rar que tam­bién cuan­do se para­fra­sea se debe citar la fuen­te de la cual se tomó la idea, agre­gan­do el nom­bre del autor y el año de la publi­ca­ción (por ejem­plo: según x autor (año) tal cosa… (p. x)). La úni­ca dife­ren­cia entre citar y para­fra­sear es que cuan­do la cita es tex­tual ésta se debe entre­co­mi­llar. Cuan­do se para­fra­sea la APA “acon­se­ja indi­car un núme­ro de pági­na o párra­fo, en espe­cial cuan­do esto ayu­de a un lec­tor intere­sa­do a ubi­car el frag­men­to rele­van­te en un tex­to lar­go y com­ple­jo” (APA, 2012, p. 171). En el Ane­xo A, par­te b, se mues­tran ejem­plos de una cita tex­tual, así como de una pará­fra­sis acep­ta­ble y de una no acep­ta­ble.

Aquí es impor­tan­te pre­ci­sar que, aun­que citar a otros está per­mi­ti­do, no se debe abu­sar de las citas tex­tua­les, ya que se con­si­de­ra poco cien­tífi­co un tra­ba­jo que está cons­ti­tui­do en su mayor par­te por ideas de otros, aun­que en el tex­to se les dé el debi­do reco­no­ci­mien­to (Miran­da, 2013).

Faltas de ética en el proceso de publicación de escritos científicos

Entre las fal­tas de éti­ca en el pro­ce­so de publi­ca­ción de escri­tos cien­tí­fi­cos se inclu­ye: (a) la auto­ría fic­ti­cia, tam­bién cono­ci­da como auto­ría rega­la­da u hono­ra­ria, que impli­ca apa­re­cer como coau­tor de un docu­men­to en el cual no se par­ti­ci­pó ya que según la APA (2010) un inves­ti­ga­dor sólo debe apa­re­cer como autor de un docu­men­to cuan­do real­men­te haya rea­li­za­do el tra­ba­jo corres­pon­dien­te o cuan­do haya con­tri­bui­do de mane­ra sus­tan­cial a éste; (b) la auto­ría can­jea­da o inter­cam­bio, es decir, agre­gar como coau­tor en un tra­ba­jo pro­pio a alguien que no con­tri­bu­yó a éste a cam­bio de apa­re­cer en un docu­men­to de dicho autor, en el cual no se tra­ba­jó; © la publi­ca­ción reite­ra­da o dupli­ca­da, que impli­ca publi­car en par­te o en su tota­li­dad un artícu­lo pre­via­men­te edi­ta­do en otra revis­ta (o en otros docu­men­tos impre­sos o elec­tró­ni­cos) sin el cono­ci­mien­to de los edi­to­res de las revis­tas impli­ca­das y sin indi­car que se tra­ta de infor­ma­ción ya publi­ca­da; (d) la publi­ca­ción frag­men­ta­da, es decir, seg­men­tar un tra­ba­jo para publi­car­lo en par­tes con el obje­ti­vo de aumen­tar el núme­ro de publi­ca­cio­nes; (e) la publi­ca­ción infla­da, que impli­ca publi­car un artícu­lo pre­via­men­te publi­ca­do úni­ca­men­te aña­dien­do más datos o casos, sin noti­fi­car de ello a los edi­to­res corres­pon­dien­tes y sin acla­rar­lo en el nue­vo tex­to; en esta situa­ción no deben incluir­se las publi­ca­cio­nes pre­li­mi­na­res de ensa­yos a lar­go pla­zo o la publi­ca­ción para­le­la del mis­mo artícu­lo en dife­ren­tes idio­mas o para dis­tin­tas audien­cias (por ejem­plo, en un libro de tex­to y en un artícu­lo de divul­ga­ción); y, final­men­te, (f) el auto­pla­gio, que impli­ca repe­tir la infor­ma­ción ya publi­ca­da en escri­tos pre­vios sin el debi­do reco­no­ci­mien­to de ello.

Es impor­tan­te pun­tua­li­zar que las malas prác­ti­cas en cien­cia no sólo se deben a la fal­ta de códi­gos de éti­ca a los cua­les ape­gar­se al rea­li­zar inves­ti­ga­ción, como lo demos­tró Richaud (2007), quien lle­vó a cabo un estu­dio en el que encon­tró que a pesar de su cono­ci­mien­to, las regu­la­cio­nes éti­cas no se cum­plen. En dicho estu­dio se encues­tó a los 366 depar­ta­men­tos en los que se ense­ña Psi­co­lo­gía en EE.UU. para iden­ti­fi­car cómo tra­ba­ja­ban con los suje­tos de inves­ti­ga­ción, pre­gun­tán­do­les si tales pro­ce­di­mien­tos cum­plían con las regu­la­cio­nes fede­ra­les res­pec­ti­vas y con los están­da­res de la APA.

El 89% de los depar­ta­men­tos que acep­ta­ron con­tes­tar la encues­ta fue­ron divi­di­dos al azar en dos gru­pos: anó­ni­mo e iden­ti­fi­ca­do con con­fi­den­cia­li­dad. Los resul­ta­dos mos­tra­ron que en gene­ral no se cum­plían las regu­la­cio­nes éti­cas, aun­que los encues­ta­dos iden­ti­fi­ca­dos jus­ti­fi­ca­ron con mayor fre­cuen­cia que los anó­ni­mos por qué vio­la­ban los están­da­res éti­cos. Por lo demás, se encon­tró que los que con­tes­ta­ban de for­ma iden­ti­fi­ca­da eran casi tan hones­tos como los que lo hacían de mane­ra anó­ni­ma res­pec­to de su fal­ta de cum­pli­mien­to de las nor­mas éti­cas. En dicho estu­dio se con­clu­yó que las malas prác­ti­cas en cien­cia no se deben a fal­ta de regu­la­cio­nes y códi­gos de éti­ca, ya que todas las ins­ti­tu­cio­nes aca­dé­mi­cas cuen­tan con éstos, pero como Richaud (2007) seña­la, que se cum­plan o no al final depen­de de la hones­ti­dad con que cada inves­ti­ga­dor deci­de tra­ba­jar.

Para evi­tar el hecho de que seguir los linea­mien­tos éti­cos en la prác­ti­ca cien­tí­fi­ca sea una deci­sión per­so­nal, en 2013 se con­vo­có a la 3ra Con­fe­ren­cia Mun­dial en Inte­gri­dad en la Inves­ti­ga­ción (3rd World Con­fe­ren­ce on Research Inte­grity) en la que se con­clu­yó que es nece­sa­rio mejo­rar el entre­na­mien­to y la super­vi­sión de los inves­ti­ga­do­res en for­ma­ción, fomen­ter que en las revis­tas se publi­quen resul­ta­dos nega­ti­vos, redu­cir la pre­sión por publi­car, pre regis­trar los estu­dios antes de rea­li­zar­los, ense­ñar com­por­ta­mien­to éti­co y endu­re­cer las san­cio­nes ante las malas prác­ti­cas (Fane­lli, 2013). Inclu­so Fane­lli (2013) enfa­ti­za que “a menu­do olvi­da­mos que el cono­ci­mien­to cien­tí­fi­co es con­fia­ble no por­que los cien­tí­fi­cos sean más inte­li­gen­tes, obje­ti­vos u hones­tos que otras per­so­nas, sino por­que sus hallaz­gos están expues­tos a la crí­ti­ca y a la repli­ca­ción” (149).

Recien­te­men­te, ha cobra­do noto­rie­dad el inves­ti­ga­dor Uri Simon­sohn, cono­ci­do ya como “el vigi­lan­te de datos”, quien ha dise­ña­do un soft­wa­re que por medio del aná­li­sis esta­dís­ti­co e infor­má­ti­co de datos ya publi­ca­dos ha detec­ta­do escan­da­lo­sos frau­des rea­li­za­dos por aca­dé­mi­cos de pres­ti­gio­sas uni­ver­si­da­des euro­peas y esta­dou­ni­den­ses (Torres, 2013), lo que ha cul­mi­na­do en el des­pi­do o dimi­sión de tales inves­ti­ga­do­res.

Para evitar las faltas de ética en el proceso de publicación de escritos científicos

Para no come­ter fal­tas éti­cas al escri­bir los repor­tes de los estu­dios rea­li­za­dos se debe cui­dar ape­gar­se a los linea­mien­tos éti­cos del caso, lo que inclu­ye no fabri­car, inven­tar o fal­si­fi­car resul­ta­dos. Y si des­pués de publi­ca­do un resul­ta­do se des­cu­bre un error es nece­sa­rio hacer una retrac­ta­ción o fe de erra­tas.

Según Fane­lli (2013) la US Offi­ce of Scien­ce and Tech­no­logy Policy defi­ne fal­si­fi­ca­ción como la mani­pu­la­ción de mate­ria­les de inves­ti­ga­ción, equi­po o pro­ce­sos, o cam­biar u omi­tir datos o resul­ta­dos de tal mane­ra que en el repor­te final no se regis­tre con pre­ci­sión lo que real­men­te se hizo y los datos que se obtu­vie­ron.

Al rea­li­zar inves­ti­ga­ción se debe evi­tar come­ter frau­de cien­tí­fi­co, ya que como Sali­nas (2004) men­cio­na, el “frau­de cien­tí­fi­co es una de las fal­tas más gra­ves que pue­de come­ter un cien­tí­fi­co, sea inves­ti­ga­dor, docen­te, aca­dé­mi­co, empre­sa­rio” (p. 42), debi­do a que un frau­de cien­tí­fi­co no lo come­te cual­quie­ra, es una esta­fa per­pe­tra­da con peri­cia cien­tí­fi­ca, ya que para enga­ñar a los eva­lua­do­res es nece­sa­rio saber lo sufi­cien­te de la pro­pia dis­ci­pli­na (Sali­nas, 2004).

Para evi­tar el frau­de cien­tí­fi­co en todas sus moda­li­da­des, entre otros aspec­tos, es nece­sa­rio acep­tar cré­di­to sólo por el tra­ba­jo rea­li­za­do, cui­dar que el orden de auto­ría de un artícu­lo refle­je el nivel de con­tri­bu­ción que cada coau­tor tuvo en un tra­ba­jo, reco­no­cer debi­da­men­te el tra­ba­jo de los miem­bros del equi­po, no publi­car más de una vez los datos reca­ba­dos (a menos que ello sea indis­pen­sa­ble y siem­pre acla­rán­do­lo).

Por otra par­te, se debe evi­tar el influ­yen­tis­mo, es decir, pre­sio­nar a otros para ser cita­do, para ser inclui­do en un tra­ba­jo en el que no se par­ti­ci­pó de mane­ra sig­ni­fi­ca­ti­va o para ser publi­ca­do. Tam­po­co es éti­co dar rega­los o hacer favo­res a otros con el obje­to de lograr los bene­fi­cios pre­via­men­te men­cio­na­dos.

Ética de la investigación con participantes humanos

Planeación de una investigación

Des­de el momen­to en que se ini­cia con la pla­nea­ción de una inves­ti­ga­ción es indis­pen­sa­ble cui­dar el con­du­cir­se éti­ca­men­te. Para ello se debe con­si­de­rar lo siguien­te (APA, 2010):

  • Si se va a rea­li­zar una inves­ti­ga­ción es nece­sa­rio estar segu­ros de que se cuen­ta con la com­pe­ten­cia cien­tí­fi­ca nece­sa­ria y de que se cono­cen }los están­da­res éti­cos per­ti­nen­tes de acuer­do a las carac­te­rís­ti­cas de la inves­ti­ga­ción que se vaya a lle­var a cabo y se sabe cómo cum­plir­los. Ello ase­gu­ra­rá el tra­to res­pe­tuo­so y digno a los par­ti­ci­pan­tes, mini­mi­za­rá el ries­go de que los resul­ta­dos estén equi­vo­ca­dos y garan­ti­za­rá la vali­dez del tra­ba­jo.
  • Se debe enviar al comi­té de éti­ca de la ins­ti­tu­ción de per­te­nen­cia el pro­to­co­lo de la inves­ti­ga­ción antes de lle­var­la a cabo, con el obje­to de ase­gu­rar­se de cum­plir los están­da­res éti­cos a los cua­les debe suje­tar­se el pro­yec­to par­ti­cu­lar a rea­li­zar.
  • Al tra­ba­jar con suje­tos, ani­ma­les o huma­nos, es indis­pen­sa­ble garan­ti­zar que la inves­ti­ga­ción ten­ga valor social, es decir, que apor­te un bene­fi­cio a la huma­ni­dad, así como garan­ti­zar su vali­dez cien­tí­fi­ca al ape­gar­se a los pro­to­co­los esta­ble­ci­dos para ese tipo de inves­ti­ga­ción (Aris­ti­zá­bal, 2012).
  • Si se invo­lu­cra a par­ti­ci­pan­tes huma­nos en el estu­dio es indis­pen­sa­ble reca­bar su con­sen­ti­mien­to infor­ma­do (más ade­lan­te se tra­ta­rá este pun­to en mayor deta­lle) y tomar las medi­das nece­sa­rias para garan­ti­zar el bien­es­tar físi­co y psi­co­ló­gi­co, así como los dere­chos de los par­ti­ci­pan­tes, tra­tán­do­los con cor­te­sía, res­pe­to y dig­ni­dad. Ade­más, se debe pro­te­ger la con­fi­den­cia­li­dad de todos quie­nes hayan sido fuen­te de infor­ma­ción (estu­dian­tes, pacien­tes, clien­tes, orga­ni­za­cio­nes, etc.).
  • Para tra­ba­jar con suje­tos ani­ma­les es nece­sa­rio ape­gar­se a las regu­la­cio­nes éti­cas esta­ble­ci­das en la NORMA Ofi­cial Mexi­ca­na NOM-062-ZOO-1999 (http://​www​.fmvz​.unam​.mx/​f​m​v​z​/​p​r​i​n​c​i​p​a​l​/​a​r​c​h​i​v​o​s​/​0​6​2​Z​O​O​.​PDF), en la que se esta­ble­cen las espe­ci­fi­ca­cio­nes téc­ni­cas para la pro­duc­ción, cui­da­do y uso de ani­ma­les de labo­ra­to­rio.
  • Si se desea uti­li­zar ins­tru­men­tos o mate­ria­les que estén pro­te­gi­dos con dere­chos de autor es indis­pen­sa­ble reca­bar (por escri­to) la auto­ri­za­ción corres­pon­dien­te.
  • En caso de que se vayan a emplear en la inves­ti­ga­ción ins­tru­men­tos, pro­ce­di­mien­tos o datos no publi­ca­dos gene­ra­dos por otros inves­ti­ga­do­res, es indis­pen­sa­ble soli­ci­tar por escri­to la auto­ri­za­ción para uti­li­zar­los y reca­bar (por escri­to) el per­mi­so corres­pon­dien­te con el obje­to de evi­tar posi­bles con­flic­tos pos­te­rio­res. Y tan­to en el caso 6 como en éste se debe dar el cré­di­to corres­pon­dien­te en el docu­men­to resul­tan­te.
  • Al ela­bo­rar un manus­cri­to se debe dar el cré­di­to corres­pon­dien­te a los auto­res de los tra­ba­jos cita­dos. Y se debe cui­dar citar sólo aque­llos tra­ba­jos en los que se hayan res­pe­ta­do los están­da­res éti­cos del caso (Aris­ti­zá­bal, 2012).
  • Algo fun­da­men­tal es ser veraz al des­cri­bir en el repor­te los pro­ce­di­mien­tos o pro­to­co­los segui­dos al lle­var a cabo la inves­ti­ga­ción. Es una fal­ta de éti­ca fal­sear u omi­tir deli­be­ra­da­men­te infor­ma­ción que impi­da a otros inves­ti­ga­do­res repli­car la inves­ti­ga­ción en con­di­cio­nes simi­la­res a las del estu­dio ori­gi­nal.
  • Se debe con­tar con la auto­ri­za­ción expre­sa de todos y cada uno de los auto­res del repor­te final para apa­re­cer como coau­to­res del escri­to; es nece­sa­rio ase­gu­rar­se de que todos los auto­res están de acuer­do con el orden esta­ble­ci­do para el reco­no­ci­mien­to de la auto­ría.

Consentimiento informado

Dada su impor­tan­cia en la con­duc­ción de expe­ri­men­tos con suje­tos huma­nos, este aspec­to se tra­ta­rá con cier­to deta­lle, debi­do a que pro­veer a los par­ti­ci­pan­tes poten­cia­les de infor­ma­ción deta­lla­da res­pec­to de las impli­ca­cio­nes de su par­ti­ci­pa­ción en un estu­dio deter­mi­na­do es una obli­ga­ción legal (por ejem­plo, en EE.UU. dichas regla­men­ta­cio­nes las esti­pu­la el Com­mit­tee for the Pro­tec­tion of Human Par­ti­ci­pants in Research). Ape­gar­se a los linea­mien­tos éti­cos en este sen­ti­do impli­ca que el par­ti­ci­pan­te pue­da deci­dir de mane­ra com­ple­ta­men­te libre y volun­ta­ria si desea par­ti­ci­par o no en un deter­mi­na­do estu­dio, para ello es nece­sa­rio garan­ti­zar que cuen­te con toda la infor­ma­ción nece­sa­ria para tomar la deci­sión de mane­ra infor­ma­da. La car­ta de con­sen­ti­mien­to infor­ma­do debe expli­ci­tar la infor­ma­ción nece­sa­ria de una mane­ra sen­ci­lla, cla­ra y pre­ci­sa para ase­gu­rar que los par­ti­ci­pan­tes la com­pren­dan. No se les debe pre­sio­nar, coac­cio­nar o enga­ñar para que acep­ten par­ti­ci­par (Richaud, 2007).

En dicha car­ta se debe men­cio­nar el núme­ro total de sesio­nes que abar­ca­rá el estu­dio, así como la dura­ción de cada una de éstas. Se debe cui­dar que la dura­ción de las sesio­nes sea ade­cua­da para la pobla­ción con la que se tra­ba­je; si son infan­tes entre 5 y 15 minu­tos y si se tra­ta de ado­les­cen­tes o adul­tos no más de 2 horas (Pil­grim, 1998), ello con el obje­to de no fati­gar­los en exce­so.

Es nece­sa­rio men­cio­nar los posi­bles bene­fi­cios que se obten­drían de par­ti­ci­par en el estu­dio, si los hubie­ra. O bien, si la par­ti­ci­pa­ción impli­ca algún tipo de incon­ve­nien­te o esti­mu­la­ción aver­si­va para los suje­tos es indis­pen­sa­ble men­cio­nar­lo y ase­gu­rar­se de que el par­ti­ci­pan­te com­pren­de las impli­ca­cio­nes de ello. Se debe expli­ci­tar que el par­ti­ci­pan­te podrá aban­do­nar en cual­quier momen­to el estu­dio, si así lo deci­de, sin que ello le impli­que nin­gún tipo de con­se­cuen­cia nega­ti­va.

Lograr que los par­ti­ci­pan­tes huma­nos asis­tan a todas las sesio­nes pro­gra­ma­das para un estu­dio es a veces com­pli­ca­do, por lo que pue­den emplear­se dife­ren­tes estra­te­gias para ello, sin embar­go, se debe cui­dar que tales estra­te­gias no sean coer­ci­ti­vas; no se debe ejer­cer pre­sión ni obli­gar­los por medio de ame­na­zas explí­ci­tas o implí­ci­tas. En tal caso es acep­ta­ble, por ejem­plo, dar­les un incen­ti­vo por cada sesión com­ple­ta­da y/o bonos extras por com­ple­tar todas las sesio­nes, o bien, sor­tear entre todos los par­ti­ci­pan­tes un incen­ti­vo al final del estu­dio, etc. (Pil­grim, 1998).

Se debe cui­dar que los incen­ti­vos emplea­dos sean ade­cua­dos a la pobla­ción con la que se está tra­ba­jan­do (con adul­tos pue­de emplear­se dine­ro, con uni­ver­si­ta­rios, cré­di­tos aca­dé­mi­cos, etc.), y no deben ser muy cos­to­sos (dado que, por ejem­plo, con par­ti­ci­pan­tes poco favo­re­ci­dos eco­nó­mi­ca­men­te ello podría fun­cio­nar como una estra­te­gia coer­ci­ti­va, es decir, podrían acep­tar par­ti­ci­par en el estu­dio debi­do a su nece­si­dad eco­nó­mi­ca sin con­si­de­rar las impli­ca­cio­nes de su par­ti­ci­pa­ción). No deben emplear­se como incen­ti­vos ele­men­tos que sean noci­vos para la salud (ciga­rri­llos, comi­da cha­ta­rra, etc.). En el caso de tra­ba­jar con infan­tes es nece­sa­rio soli­ci­tar la auto­ri­za­ción de los padres para entre­gar­les incen­ti­vos (con esta pobla­ción pue­de emplear­se fru­ta, úti­les de pape­le­ría o jugue­tes peque­ños).

En la car­ta de con­sen­ti­mien­to infor­ma­do se debe­rá men­cio­nar el tipo de incen­ti­vo que se emplea­rá y las con­di­cio­nes para su entre­ga. Y dado que la car­ta de con­sen­ti­mien­to infor­ma­do es un con­tra­to que se esta­ble­ce entre el expe­ri­men­ta­dor y el par­ti­ci­pan­te, ambos deben fir­mar­la y cada uno debe­rá con­ser­var una copia de ésta (APA, 2010). Si se tra­ba­ja con infan­tes o con per­so­nas inca­pa­ci­ta­das para deci­dir por ellas mis­mas, los padres o tuto­res debe­rán fir­mar­la en su lugar. En el Ane­xo B se mues­tra un ejem­plo de una car­ta de con­sen­ti­mien­to infor­ma­do que pue­de ade­cuar­se a las nece­si­da­des de cada caso.

Si se va a tra­ba­jar con par­ti­ci­pan­tes a car­go de algu­na ins­ti­tu­ción (alum­nos de una escue­la, miem­bros de un club, pacien­tes de una ins­ti­tu­ción psi­quiá­tri­ca, etc.) es nece­sa­rio reca­bar tam­bién el con­sen­ti­mien­to infor­ma­do de los repre­sen­tan­tes lega­les de esta. La car­ta para las ins­ti­tu­cio­nes debe­rá con­te­ner por lo menos la siguien­te infor­ma­ción (des­crip­ción de la pobla­ción con la que se desea tra­ba­jar, can­ti­dad nece­sa­ria de par­ti­ci­pan­tes, expli­car bre­ve­men­te y con un len­gua­je sen­ci­llo que se pre­ten­de hacer y para qué, des­cri­bir cómo se hará la inves­ti­ga­ción –apa­ra­tos o pro­ce­di­mien­tos que se emplea­rán- men­cio­nar los posi­bles bene­fi­cios (indi­vi­dua­les e ins­ti­tu­cio­na­les) de par­ti­ci­par en el estu­dio, des­cri­bir el tipo de datos que se reca­ba­rán, men­cio­nar los ries­gos poten­cia­les para los par­ti­ci­pan­tes y/o la ins­ti­tu­ción, si los hubie­ra, y adjun­tar la car­ta de con­sen­ti­mien­to infor­ma­do que se emplea­rá) (Pil­grim, 1998).

Es impor­tan­te pre­ci­sar que hay oca­sio­nes en las que, dada la natu­ra­le­za de la inves­ti­ga­ción, es indis­pen­sa­ble dar infor­ma­ción esca­sa, incom­ple­ta o fal­sa (emplear enga­ño), en tales casos, siem­pre y cuan­do ello esté debi­da­men­te jus­ti­fi­ca­do, y un comi­té de éti­ca lo ava­le, es ade­cua­do pro­ce­der así, pero el expe­ri­men­ta­dor debe ase­gu­rar­se de que los par­ti­ci­pan­tes sepan que algu­nos aspec­tos de la inves­ti­ga­ción no serán reve­la­dos has­ta que la mis­ma con­clu­ya. Sin embar­go, en tales casos es nece­sa­rio ase­gu­rar­se de que los ries­gos sean míni­mos, y de que se cuen­ta con un plan ade­cua­do para pro­veer a los par­ti­ci­pan­tes la infor­ma­ción com­ple­ta o ver­da­de­ra cuan­do ello sea per­ti­nen­te, así como para comu­ni­car­les sus resul­ta­dos, si los desea­ran cono­cer (Richaud, 2007). De hecho, la comu­ni­ca­ción de resul­ta­dos no debe hacer­se solo en estos casos, sino siem­pre, es decir, una vez con­clui­da la par­ti­ci­pa­ción del suje­to, o con­clui­do el estu­dio, según sea el caso, se debe infor­mar al par­ti­ci­pan­te sobre la natu­ra­le­za, obje­ti­vos, resul­ta­dos y con­clu­sio­nes de la inves­ti­ga­ción, así como sus datos par­ti­cu­la­res, si los qui­sie­ra cono­cer (APA, 2010).

Res­pec­to a los posi­bles ries­gos que pue­de entra­ñar el par­ti­ci­par en una inves­ti­ga­ción, es impor­tan­te pre­ci­sar que no siem­pre es posi­ble iden­ti­fi­car­los antes de rea­li­zar una inves­ti­ga­ción, y menos aún cuan­ti­fi­car­los. Por ello es indis­pen­sa­ble con­tar con la apro­ba­ción de un comi­té de éti­ca que apo­ye al inves­ti­ga­dor en la toma de deci­sio­nes res­pec­to de cómo rea­li­zar el estu­dio, ayu­dán­do­le a iden­ti­fi­car cuán­do los ries­gos sobre­pa­san los bene­fi­cios (Sie­ber, 1992), en cuyo caso tal inves­ti­ga­ción no debe lle­var­se a cabo.

Confidencialidad

Otro de los aspec­tos de gran impor­tan­cia al lle­var a cabo inves­ti­ga­ción con huma­nos es ase­gu­rar la con­fi­den­cia­li­dad de la infor­ma­ción reca­ba­da, para ello, en pri­mer lugar se debe obte­ner el per­mi­so para regis­trar los datos espe­ci­fi­can­do el medio que se emplea­rá  (video­fil­ma­ción, gra­ba­ción, regis­tro compu­tacio­nal, etc.); deben uti­li­zar­se cla­ves para alma­ce­nar los datos de los suje­tos evi­tan­do con ello su posi­ble iden­ti­fi­ca­ción, se debe mini­mi­zar la intru­sión en la vida pri­va­da de los par­ti­ci­pan­tes (se debe­rá reca­bar úni­ca­men­te la infor­ma­ción indis­pen­sa­ble dados los obje­ti­vos de la inves­ti­ga­ción), se podrá reve­lar (sin el con­sen­ti­mien­to del par­ti­ci­pan­te) la infor­ma­ción reca­ba­da sola­men­te solo bajo man­da­to legal cuan­do dicha infor­ma­ción sea rele­van­te para algu­na inves­ti­ga­ción en cur­so; la infor­ma­ción reco­lec­ta­da podrá emplear­se con fines didác­ti­cos, para pre­sen­tar en even­tos o publi­car­los, siem­pre y cuan­do se res­pe­te la pri­va­ci­dad de los par­ti­ci­pan­tes (APA, 2010); todos los regis­tros debe­rán con­ser­var­se por lo menos duran­te 5 años pos­te­rio­res a la fecha de publi­ca­ción del repor­te en cues­tión por si hubie­ra que hacer futu­ras acla­ra­cio­nes.

Ética en la investigación en el ciberespacio

En junio de 2014 esta­lló un escán­da­lo cuan­do se hizo del domi­nio públi­co que se había rea­li­za­do un estu­dio con casi 700,000 usua­rios de Face­book, a quie­nes se les cam­bió deli­be­ra­da­men­te el núme­ro de men­sa­jes posi­ti­vos y nega­ti­vos que reci­bían en sus actua­li­za­cio­nes duran­te una sema­na (de enero de 2012), y lue­go se regis­tró si tales cam­bios afec­ta­ban el tono emo­cio­nal de los men­sa­jes pos­te­rio­res de tales usua­rios. El obje­ti­vo del estu­dio era ana­li­zar cómo las emo­cio­nes se pro­pa­gan en gran­des pobla­cio­nes (Goel, 2014). El pro­ble­ma en este caso fue que tales usua­rios jamás supie­ron que esta­ban sien­do par­te de un expe­ri­men­to psi­co­ló­gi­co. Esto es gra­ve dado que cuan­do se hace inves­ti­ga­ción en esce­na­rios pre­sen­cia­les es indis­pen­sa­ble ase­gu­rar­se de con­tar con el con­sen­ti­mien­to infor­ma­do de todos y cada uno de los par­ti­ci­pan­tes, pero cuan­do dicha inves­ti­ga­ción se hace en medios vir­tua­les pare­cie­ra que tales requi­si­tos no son nece­sa­rios aun cuan­do los ries­gos de afec­tar al par­ti­ci­pan­te sean los mis­mos.

A raíz de la polé­mi­ca gene­ra­da por este estu­dio diver­sas uni­ver­si­da­des y cen­tros de inves­ti­ga­ción han orga­ni­za­do pane­les en los que se ha deba­ti­do res­pec­to de los linea­mien­tos éti­cos que es nece­sa­rio seguir cuan­do se rea­li­zan inves­ti­ga­cio­nes en línea. Has­ta aho­ra han suge­ri­do el reca­bar el con­sen­ti­mien­to infor­ma­do y emplear un sis­te­ma de retro­ali­men­ta­ción, es decir, bási­ca­men­te lo mis­mo que es obli­ga­to­rio hacer en las inves­ti­ga­cio­nes pre­sen­cia­les.

Regla­men­tar el uso de la infor­ma­ción de usua­rios de Inter­net es fun­da­men­tal para regu­lar una acti­vi­dad (la inves­ti­ga­ción psi­co­ló­gi­ca en las redes socia­les) que pue­de ser una fuen­te suma­men­te valio­sa de infor­ma­ción que podría per­mi­tir mayor com­pren­sión del com­por­ta­mien­to de las pobla­cio­nes huma­nas. Por ejem­plo, las comu­ni­da­des vir­tua­les de gru­pos de apo­yo pue­den ser una fuen­te inva­lua­ble de datos para los inves­ti­ga­do­res (Spriggs, 2009).

Por lo gene­ral, en Inter­net se hacen estu­dios que impli­can dife­ren­tes estra­te­gias: (a) aná­li­sis pasi­vo, en el que sólo se hacen obser­va­cio­nes sin que el inves­ti­ga­dor sea par­te del gru­po; se con­si­de­ra no intru­si­vo, pero los par­ti­ci­pan­tes no tie­nen cono­ci­mien­to de que están sien­do obser­va­dos con fines de inves­ti­ga­ción, (b) aná­li­sis acti­vo, en el que el inves­ti­ga­dor es par­te del gru­po vir­tual; se con­si­de­ra intru­si­vo sólo cuan­do no se infor­ma a los par­ti­ci­pan­tes que están sien­do ana­li­za­dos, y © inves­ti­ga­cio­nes simi­la­res a las pre­sen­cia­les en las que el inves­ti­ga­dor se iden­ti­fi­ca a sí mis­mo como tal y soli­ci­ta la par­ti­ci­pa­ción de los suje­tos (Spriggs, 2009, p. 322). Res­pec­to al aná­li­sis pasi­vo el deba­te con­ti­núa, ya que se cues­tio­na si es éti­ca­men­te correc­to hacer obser­va­cio­nes sin infor­mar a los par­ti­ci­pan­tes que están sien­do obje­to de aná­li­sis.

¿Cómo erradicar las malas prácticas en ciencia?

Para erra­di­car las malas prác­ti­cas en cien­cia se con­si­de­ra nece­sa­ria una estra­te­gia que impli­que tres aspec­tos dife­ren­tes, por una par­te es indis­pen­sa­ble que las ins­ti­tu­cio­nes aca­dé­mi­cas (uni­ver­si­da­des, cen­tros de inves­ti­ga­ción, etc.) pro­vean una capa­ci­ta­ción cons­tan­te en los aspec­tos éti­cos de la dis­ci­pli­na en cues­tión a todos y cada uno de los impli­ca­dos en el queha­cer cien­tí­fi­co (inves­ti­ga­do­res, téc­ni­cos, docen­tes y alum­nos), por otra par­te, se debe­rá ase­gu­rar una super­vi­sión cons­tan­te y estre­cha que garan­ti­ce que las acti­vi­da­des cien­tí­fi­cas se lle­ven a cabo ape­gán­do­se a los están­da­res éti­cos que corres­pon­dan, y final­men­te, es indis­pen­sa­ble defi­nir meca­nis­mos que per­mi­tan esti­pu­lar y apli­car las san­cio­nes corres­pon­dien­tes en caso de malas prác­ti­cas en cien­cia.

Al pare­cer las malas prác­ti­cas en cien­cia son cada vez más fre­cuen­tes, aun­que tam­bién podría ser el caso que ocu­rren con la mis­ma fre­cuen­cia que antes pero aho­ra, gra­cias a los medios elec­tró­ni­cos, es más fácil detec­tar­las. Lo que sí es evi­den­te es que la dis­po­ni­bi­li­dad cada vez mayor de todo tipo de mate­ria­les en línea pare­ce con­tri­buir a fomen­tar el pla­gio, por ejem­plo, pero el fac­tor más impor­tan­te que pare­ce aus­pi­ciar las malas prác­ti­cas en cien­cia podría ser la fal­ta de con­se­cuen­cias para quie­nes las come­ten ya que, aun­que se detec­ten malas prác­ti­cas éstas sue­len igno­rar­se.

Con­cre­ta­men­te en el caso del pla­gio, como se ha demos­tra­do en varios estu­dios al res­pec­to, la gran mayo­ría de quie­nes pla­gian saben per­fec­ta­men­te que dicha acti­vi­dad es inco­rrec­ta (inclu­so la equi­pa­ran al robo), sin embar­go, ello no impi­de que sigan pla­gian­do, dado lo ante­rior, se con­si­de­ra indis­pen­sa­ble tra­ba­jar en la cons­truc­ción de un mar­co legal que regu­le las prác­ti­cas cien­tí­fi­cas con mayor rigor que el que exis­te has­ta aho­ra, sobre todo en los paí­ses en vías de desa­rro­llo.

Ya que por lo menos en Méxi­co se care­ce de pro­to­co­los en los que se des­cri­ban los pro­ce­di­mien­tos que podrían imple­men­tar­se para poder iden­ti­fi­car, inves­ti­gar, y en su caso san­cio­nar las malas prác­ti­cas en cien­cia. Por ello es fun­da­men­tal tra­ba­jar en el dise­ño de estra­te­gias que per­mi­tan, ade­más de iden­ti­fi­car los casos de malas prác­ti­cas, esta­ble­cer las san­cio­nes que se con­si­de­ren ade­cua­das para cada tipo de trans­gre­sión, así como ins­ti­tuir orga­nis­mos que se hagan car­go de apli­car las san­cio­nes res­pec­ti­vas. Todo lo ante­rior se con­si­de­ra indis­pen­sa­ble para poder erra­di­car este tipo de com­por­ta­mien­tos, lo que per­mi­ti­ría que los resul­ta­dos del tra­ba­jo cien­tí­fi­co sean cada vez más con­fia­bles.

Referencias

APA (2010). Manual de estilo de publicaciones de la American Psychological Association. México: Manual Moderno.

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Anexo A. Ejemplo de cómo dar crédito al emplear tablas o figuras de otros, así como de una cita textual adecuadamente referenciada y de una paráfrasis aceptable y una no aceptable.

Par­te (a) Ejem­plo de cómo dar cré­di­to al emplear tablas o figu­ras de otros.

En el caso de tablas, figu­ras, imá­ge­nes, foto­gra­fías, etc., inme­dia­ta­men­te des­pués de la des­crip­ción de ésta se debe poner la leyen­da, toma­do de (autor, año, títu­lo de la publi­ca­ción, medio de la publi­ca­ción ‑nom­bre de la revis­ta o libro‑, y pági­na de la que se tomó, todo ello sepa­ra­do por comas).

Par­te (b) Ejem­plo de una cita tex­tual ade­cua­da­men­te refe­ren­cia­da.

Ejem­plo de una cita tex­tual (refe­ren­cia­da ade­cua­da­men­te), así como de una pará­fra­sis acep­ta­ble y de una no acep­ta­ble.

Cita tex­tual:

“Se espe­ra­ba alre­de­dor de un 75% de res­pues­tas (que lue­go en reali­dad fue­ron 89%) lo que sig­ni­fi­ca­ba un núme­ro sufi­cien­te de suje­tos como para rea­li­zar una asig­na­ción al azar de los depar­ta­men­tos a dos con­di­cio­nes: anó­ni­mo e iden­ti­fi­ca­do con con­fi­den­cia­li­dad” (Richaud, 2007, p. 7).

Par­te © Ejem­plo de una pará­fra­sis acep­ta­ble y una pará­fra­sis no acep­ta­ble.

Pará­fra­sis acep­ta­ble:

El 89% de depar­ta­men­tos que acep­ta­ron con­tes­tar la encues­ta fue­ron divi­di­dos al azar en dos gru­pos: anó­ni­mo e iden­ti­fi­ca­do con con­fi­den­cia­li­dad (Richaud, 2007, p. 7).

Pará­fra­sis no acep­ta­ble:

Se creía que sólo res­pon­de­ría el 75%, pero como res­pon­die­ron 89% se con­si­de­ró que eso era un núme­ro sufi­cien­te para rea­li­zar una asig­na­ción al azar de los depar­ta­men­tos a dos con­di­cio­nes: anó­ni­mo e iden­ti­fi­ca­do con con­fi­den­cia­li­dad.

Anexo B. Ejemplo de carta de consentimiento informado.

FORMATO DE CONSENTIMIENTO INFORMADO

UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA

Agra­de­ce­mos tu valio­sa par­ti­ci­pa­ción. Te pedi­mos que ten­gas en cuen­ta lo siguien­te:

  • Este estu­dio fue dise­ña­do para inves­ti­gar el modo en el que la gen­te apren­de cier­tas cosas. Con esto no se bus­ca eva­luar per­so­na­li­dad, inte­li­gen­cia o memo­ria.
  • El pre­sen­te estu­dio está com­pues­to de 3 sesio­nes (una dia­ria) de media hora cada una. Duran­te cada sesión debe­rás eje­cu­tar un pro­gra­ma en una compu­tado­ra. 
  • La tarea que debes rea­li­zar impli­ca inter­ac­tuar con un gru­po de figu­ras hacien­do click sobre ellas de acuer­do con lo que la pan­ta­lla de la compu­tado­ra te indi­que. La compu­tado­ra mis­ma regis­tra­rá los datos que se vayan gene­ran­do.
  • Si no deseas ter­mi­nar la tarea podrás con­cluir con tu par­ti­ci­pa­ción en el estu­dio en el momen­to en el que lo desees, infor­man­do de ello al inves­ti­ga­dor encar­ga­do y sin que ello impli­que para ti nin­gún tipo de con­se­cuen­cia nega­ti­va.
  • Es impor­tan­te pre­ci­sar que nin­gu­na de las acti­vi­da­des con­tem­pla­das en el estu­dio impli­ca algún tipo de ries­go o algu­na moles­tia físi­ca o psi­co­ló­gi­ca a cor­to o a lar­go pla­zo.
  • Te acla­ra­mos que los datos que pro­por­cio­nes en este for­ma­to, así como los que regis­tra­rá la compu­tado­ra serán con­fi­den­cia­les, y se uti­li­za­rán para fines de la inves­ti­ga­ción exclu­si­va­men­te.

A con­ti­nua­ción, se enu­me­ran los casos en los que el inves­ti­ga­dor pue­de dar por ter­mi­na­da tu par­ti­ci­pa­ción en el estu­dio:

    • Pre­sen­tar com­por­ta­mien­tos que aten­ten con­tra los bie­nes o las per­so­nas invo­lu­cra­das con el estu­dio o,
    • No rea­li­zar algu­na de las tareas soli­ci­ta­das.

POR NINGÚN MOTIVO PUEDES DIVULGAR INFORMACIÓN AL RESPECTO DE LAS TAREAS Y LOS PROCEDIMIENTOS LLEVADOS A CABO EN ESTE ESTUDIO PORQUE ELLO PODRÍA AFECTAR A OTROS ESTUDIANTES.

Yo______________________________________________________ decla­ro que par­ti­ci­po volun­ta­ria­men­te en la inves­ti­ga­ción, que he leí­do y com­pren­di­do la infor­ma­ción seña­la­da en este for­ma­to de con­sen­ti­mien­to, y que estoy de acuer­do con las con­di­cio­nes esta­ble­ci­das en el mis­mo.

En cons­tan­cia se fir­ma a los ___________ días del mes de _______________ del año ___________

FIRMA DEL PARTICIPANTE                                   FIRMA DEL INVESTIGADOR

Notas

1. Se agra­de­cen los inva­lua­bles comen­ta­rios que el Mtro. Abdiel Flo­ren­tino Cam­pos Gil hizo a una ver­sión pre­via de este docu­men­to.

2. El pre­sen­te docu­men­to fue publi­ca­do pre­via­men­te en inglés con la siguien­te refe­ren­cia: Padi­lla, M.A. (2016). Ethi­cal gui­de­li­nes for con­duc­ting expe­ri­ments and wri­ting scien­ti­fic reports in psy­cho­logy. Inter­na­tio­nal Jour­nal of Psy­cho­lo­gi­cal Stu­dies, Vol, 8, No. 3, 1–10. doi: http://​dx​.doi​.org/​1​0​.​5​5​3​9​/​i​j​p​s​.​v​8​n​3p1,

http://​www​.ccse​net​.org/​j​o​u​r​n​a​l​/​i​n​d​e​x​.​p​h​p​/​i​j​p​s​/​a​r​t​i​c​l​e​/​v​i​e​w​/​6​0​017, Se publi­ca en espa­ñol con la auto­ri­za­ción de dicha revis­ta.

3. María Anto­nia Padi­lla Var­gas, Cen­tro de Estu­dios e Inves­ti­ga­cio­nes en Com­por­ta­mien­to, Uni­ver­si­dad de Gua­da­la­ja­ra

Datos de con­tac­to: Cen­tro de Estu­dios e Inves­ti­ga­cio­nes en Com­por­ta­mien­to, Uni­ver­si­dad de Gua­da­la­ja­ra, Fran­cis­co de Que­ve­do 180, Col. Arcos Vallar­ta. Gua­da­la­ja­ra, Jalis­co, Méxi­co, C. P.  44130, email: tony.padilla@academicos.udg.mx
Tel.  33 38180730, Ext. 33311