Los procesos socioemocionales en la cohesión política

Socio-emotional Processes in Political Cohesion

Emmanuel Miranda Reséndiz[1], Rubén González Vera[2]

FES Iztacala, UNAM

Resumen

El obje­ti­vo del pre­sen­te artícu­lo fue ana­li­zar los pro­ce­sos socio­emo­cio­na­les inmer­sos en la cohe­sión polí­ti­ca, en miem­bros de un equi­po polí­ti­co. La meto­do­lo­gía con­tem­pló una mues­tra inten­cio­nal, de cua­tro miem­bros acti­vos de un equi­po polí­ti­co de dos hom­bres y dos muje­res, con al menos tres años de par­ti­ci­pa­ción en la mis­ma agru­pa­ción de for­ma inin­te­rrum­pi­da, la cual ten­dría al menos cin­co años de con­for­ma­ción. La téc­ni­ca emplea­da fue una entre­vis­ta semi­es­truc­tu­ra­da com­pues­ta de tres aspec­tos cla­ve: (a) sobre la deci­sión de adhe­rir­se al equi­po polí­ti­co, (b) sobre la per­ma­nen­cia en el equi­po polí­ti­co y, © sobre con­ti­nuar en el equi­po polí­ti­co. Los datos reca­ba­dos se mane­ja­ron de acuer­do con el esque­ma pro­pues­to por Mar­tí­nez (2017), para su com­pren­sión. Los resul­ta­dos deta­llan la pre­sen­cia de las siguien­tes emo­cio­nes: con­fian­za, hones­ti­dad, sen­sa­ción de liber­tad, gra­ti­tud, leal­tad, mie­do, poder, apo­yo, entu­sias­mo, amor, entre­ga, ale­gría, espe­ran­za, empa­tía y soli­da­ri­dad, ade­más de un nota­ble uso de tér­mi­nos vin­cu­la­dos a pro­ce­sos socio­emo­cio­na­les.

Pala­bras cla­ve: Acti­vi­dad polí­ti­ca, cli­ma emo­cio­nal, socio­emo­cio­nes, prác­ti­ca socio­cul­tu­ral, psi­co­lo­gía polí­ti­ca.

Abstract

The objec­ti­ve of this arti­cle was to analy­ze the emo­tio­nal pro­ces­ses invol­ved in poli­ti­cal cohe­sion in mem­bers of a poli­ti­cal team. The metho­do­logy con­tem­pla­ted a pur­po­si­ve sam­pling of four acti­ve mem­bers of a poli­ti­cal team, two men and two women, with at least three years of unin­te­rrup­ted par­ti­ci­pa­tion in the same group, which would have at least five years of con­for­ma­tion. The tech­ni­que used was a semi- struc­tu­red, com­po­sed of three key aspects; (a) about the deci­sion to join the poli­ti­cal team, (b) about the per­ma­nen­ce in the poli­ti­cal team, and © about con­ti­nuing to adhe­re to the poli­ti­cal team. The data collec­ted were hand­led accor­ding to the sche­me pro­po­sed by Mar­ti­nez (2017), for com­prehen­sion. The results detail the pre­sen­ce of the follo­wing emo­tions: trust, honesty, sen­se of free­dom, gra­ti­tu­de, loyalty, fear, power, sup­port, enthu­siasm, love, dedi­ca­tion, joy, hope, empathy and soli­da­rity, and a use of cate­go­ries lin­ked to socio­emo­tio­nal pro­ces­ses.

Key­words: Poli­ti­cal acti­vity, emo­tio­nal cli­ma­te, socio­emo­tions, socio­cul­tu­ral prac­ti­ce, poli­ti­cal psy­cho­logy.

Introducción

El ser humano a lo lar­go de su desa­rro­llo como espe­cie, se ha carac­te­ri­za­do por su pro­fun­da depen­den­cia a vivir en gru­pos socia­les, intrín­se­ca­men­te rela­cio­na­dos y orga­ni­za­dos que, duran­te mile­nios, los obje­ti­vos de per­ma­ne­cer agru­pa­dos se debie­ron úni­ca­men­te a la super­vi­ven­cia. Sin embar­go, con­for­me la espe­cie huma­na fue evo­lu­cio­nan­do, la vida en gru­po fue tor­nán­do­se más com­ple­ja. Engels (1979), nos deta­lla este desa­rro­llo social y cul­tu­ral, a modo de esta­dios (sal­va­jis­mo, bar­ba­rie y civi­li­za­ción), y por lo menos en los dos últi­mos, pode­mos corro­bo­rar lo que para Aris­tó­te­les esta­ba cla­ro que la socie­dad (polis) es una de las cosas que hay por natu­ra­le­za, y que el hom­bre es por natu­ra­le­za un ani­mal polí­ti­co.

La polí­ti­ca es una acti­vi­dad huma­na que se encar­ga de ges­tio­nar en pocas pala­bras el modo de vida, por lo cual esta resul­ta rele­van­te en todo nivel de estu­dio y en toda dis­ci­pli­na. No obs­tan­te, hablar de lo polí­ti­co es suma­men­te com­ple­jo, ya que en esen­cia como dice Bis­que­rra (2017), con­lle­va una con­si­de­ra­ción de una mul­ti­tud de varia­bles (socia­les, eco­nó­mi­cas, edu­ca­ti­vas, de jus­ti­cia y salud, etc.), no obs­tan­te, poco se ha dicho sobre los pro­ce­sos psi­co­ló­gi­cos inmer­sos en dicha acti­vi­dad, lo que sin duda per­mi­ti­ría un aná­li­sis más pro­fun­do de lo polí­ti­co.

Resul­ta fun­da­men­tal pre­ci­sar que cuan­do se habla de pro­ce­sos psi­co­ló­gi­cos, se está hacien­do énfa­sis en los pro­ce­sos socio­emo­cio­na­les, pues se debe com­pren­der que las emo­cio­nes, en con­cor­dan­cia con Enrí­quez y López (2014), no deben ser colo­ca­das úni­ca­men­te en el suje­to que las viven­cía, debién­do­se com­pren­der que la expe­rien­cia emo­cio­nal, siem­pre impli­ca a los otros, por lo cual, en este tra­ba­jo, com­par­ti­mos la idea de abor­dar a las emo­cio­nes, como cons­truc­cio­nes cul­tu­ra­les, his­tó­ri­cas y socia­les (socio­emo­cio­nes).

En este sen­ti­do, Enrí­quez y López (2014) afir­man que “…Pode­mos decir enton­ces que las emo­cio­nes son pro­ce­sos rela­cio­na­les, nodos vin­cu­la­res, don­de suje­to, encuen­tro y mun­do son la mis­ma cosa” (pp. 32), si con­si­de­ra­mos a las emo­cio­nes, no solo indi­vi­dua­les sino como pro­ce­sos socia­les, enton­ces pode­mos decir que “…Toda emo­ción tam­bién es polí­ti­ca”. (Enrí­quez y López, 2014, p.34).

Esto quie­re decir que el ser humano y su mun­do exte­rior, no son aspec­tos ais­la­dos per­fec­ta­men­te deli­mi­ta­dos entre sí, más bien ambos aspec­tos con­for­man una uni­dad indi­vi­si­ble. De acuer­do con Enrí­quez y López (2014), la cohe­sión social, en este caso de los gru­pos polí­ti­cos, sur­ge cuan­do los gru­pos com­par­ten las mis­mas ideas, intere­ses y sobre todo emo­cio­nes, creán­do­se así un sen­ti­mien­to de per­te­nen­cia, es decir; los gru­pos polí­ti­cos se orga­ni­zan en gran medi­da, a par­tir de una base emo­cio­nal.

Del pano­ra­ma des­cri­to, nace la siguien­te inte­rro­gan­te ¿Qué pro­ce­sos socio­emo­cio­na­les, se mani­fies­tan en la cohe­sión polí­ti­ca?, bus­can­do res­pon­der a la inte­rro­gan­te, se plan­tea como obje­ti­vo de este tra­ba­jo, ana­li­zar los pro­ce­sos socio­emo­cio­na­les inmer­sos en la cohe­sión polí­ti­ca, en miem­bros acti­vos de un equi­po polí­ti­co (par­ti­do polí­ti­co).

La actividad política

El con­cep­to de “acti­vi­dad polí­ti­ca” es el más apro­pia­do para abor­dar des­de la psi­co­lo­gía polí­ti­ca de cor­te socio­cul­tu­ral, el fenó­meno polí­ti­co-psi­co­ló­gi­co, esto es, como diría Arro­llo (1986) “…la con­duc­ta rela­cio­nal es la pie­dra fun­da­men­tal que da a la acti­vi­dad polí­ti­ca la garan­tía psi­co-social…” (p. 24). Cuan­do habla­mos de “lo polí­ti­co” nos esta­mos refi­rien­do a éste, como “acción polí­ti­ca”, la cual res­pon­de de acuer­do con Ada­mo et al., (1995) a un para­dig­ma cons­truc­cio­nis­ta, don­de la acción polí­ti­ca es vis­ta como par­te de la cons­truc­ción social, his­tó­ri­ca, diná­mi­ca y dia­léc­ti­ca. Hablar enton­ces de acción o acti­vi­dad polí­ti­ca, es incluir no sólo los hechos tra­di­cio­nal­men­te con­tem­pla­dos como polí­ti­cos, sino tam­bién muchos otros con­si­de­ra­dos poco polí­ti­cos y que se han deja­do de lado.

En pala­bras de Gon­zá­lez et al., (2014) Gon­zá­lez, la psi­co­lo­gía socio­cul­tu­ral logra gene­rar una visión crí­ti­ca, huma­nis­ta, refle­xi­va e inte­gra­do­ra de lo interno y lo externo. Por lo que, enten­der el con­cep­to de “acti­vi­dad” es cru­cial por­que de acuer­do con Pérez et al., (2017) se pue­de decir que, los fenó­me­nos psi­co­ló­gi­cos se for­man en la medi­da en que las per­so­nas se impli­can en la acti­vi­dad social, es decir la acti­vi­dad prác­ti­ca y orga­ni­za­da social­men­te, lo que gene­ra una influen­cia fun­da­men­tal sobre lo psi­co­ló­gi­co, en este sen­ti­do, pode­mos decir, que la acti­vi­dad mol­dea los fenó­me­nos psi­co­ló­gi­cos.

Hablar de la acti­vi­dad polí­ti­ca per­mi­te reco­no­cer que los fenó­me­nos polí­ti­cos son de vital inte­rés para la psi­co­lo­gía socio­cul­tu­ral, pues su natu­ra­le­za está vin­cu­la­da al desa­rro­llo psi­co­ló­gi­co de quie­nes par­ti­ci­pan en dicha acti­vi­dad. Por tan­to, que­da per­fec­ta­men­te jus­ti­fi­ca­da, la per­ti­nen­cia del estu­dio de los fenó­me­nos polí­ti­cos por par­te de la psi­co­lo­gía y en con­cre­to de la psi­co­lo­gía socio­cul­tu­ral.

Aho­ra bien, es impor­tan­te men­cio­nar qué fenó­meno polí­ti­co se va a estu­diar en el pre­sen­te tra­ba­jo, y es la cohe­sión polí­ti­ca, la cual pue­de enten­der­se des­de su símil, cohe­sión de gru­po, enten­di­do por Carron et al., (2007), como “…un pro­ce­so diná­mi­co que se refle­ja en la ten­den­cia de un gru­po a man­te­ner­se uni­do en la con­se­cu­ción de sus obje­ti­vos ins­tru­men­ta­les y/o para la satis­fac­ción de las nece­si­da­des afec­ti­vas de sus miem­bros…” (p. 213). Para poder com­pren­der la cohe­sión polí­ti­ca, des­de el mar­co de estu­dio ya men­cio­na­do, empe­za­re­mos con la siguien­te pre­ci­sión, res­pec­to a la acti­vi­dad (acti­vi­dad-polí­ti­ca): de acuer­do con Pérez et al., (2017) la acti­vi­dad es una pre­mi­sa cen­tral en la psi­co­lo­gía socio­cul­tu­ral, no obs­tan­te cuan­do habla­mos de este tér­mino debe­mos tomar en cuen­ta que se está inclu­yen­do a los pro­ce­sos sim­bó­li­cos, his­tó­ri­cos, con­tex­tua­les, socia­les, cul­tu­ra­les e indi­vi­dua­les de la per­so­na, en este últi­mo, común­men­te encon­tra­mos a los pro­ce­sos emo­cio­na­les, ejes rec­to­res de nues­tra inves­ti­ga­ción.

Aportaciones socioculturales de la emoción

La visua­li­za­ción de las emo­cio­nes como nudos vin­cu­la­res, corres­pon­de en lo gene­ral a la psi­co­lo­gía socio­cul­tu­ral, don­de las emo­cio­nes vis­tas como modos rela­cio­na­les son enten­di­das como “pro­ce­so socio­emo­cio­nal”, cuyo con­cep­to, al igual que el de “acti­vi­dad polí­ti­ca, enmar­ca el estu­dio emo­cio­nal des­de el enfo­que socio­cul­tu­ral, lo que per­mi­te reco­no­cer a las emo­cio­nes en su rela­ción, con lo otro, en la inter­ac­ción, tal como lo vimos en el apar­ta­do de la acti­vi­dad polí­ti­ca.

El pro­ce­so socio­emo­cio­nal, es irre­duc­ti­ble a alguno de sus ele­men­tos (psi­co­ló­gi­cos, bio­ló­gi­cos, cul­tu­ra­les etc.), es un pro­ce­so con­tex­tual, con lo cual que­re­mos decir que el sen­tir una emo­ción es irre­duc­ti­ble a lo bio­ló­gi­co y a lo cul­tu­ral, pues ambos par­ti­ci­pan acti­va­men­te. Para Ahmed (2015), exis­te una inter­ac­ción entre lo indi­vi­dual y lo cul­tu­ral, don­de uno no pre­ce­de al otro, sino que se fusio­nan y com­ple­men­tan.

Reto­mar al mode­lo socio­cul­tu­ral de las emo­cio­nes (socio-emo­cio­nes), per­mi­te supe­rar el reduc­cio­nis­mo médi­co-bio­ló­gi­co uni­ver­sa­lis­ta, que per­mea al indi­vi­duo, ya que, al hablar de socio-emo­cio­nes se está incor­po­ran­do a todos los ele­men­tos que con­lle­van el sen­tir, sin pato­lo­gi­zar a las emo­cio­nes (López, 2014). Por lo cual hemos de decir que las emo­cio­nes des­de el mar­co ante­rior­men­te des­cri­to son pro­fun­da­men­te polí­ti­cas, nos obli­gan a tomar pos­tu­ras ante la vida y la vida públi­ca, las socio­emo­cio­nes pre­sen­tes, en un equi­po polí­ti­co, jue­gan un papel impor­tan­te a la hora de man­te­ner­los cohe­sio­na­dos.

Sobre la rela­ción entre las emo­cio­nes y la acti­vi­dad polí­ti­ca, Beri­cat (2012), nos men­cio­na que “Las emo­cio­nes que expe­ri­men­tan los seres huma­nos jue­gan un papel fun­da­men­tal en la diná­mi­ca de todos los fenó­me­nos socia­les.” (p. 1), inclu­yen­do por supues­to, a la acti­vi­dad polí­ti­ca.

Emociones y política

Las emo­cio­nes son polí­ti­cas en tan­to que fun­gen como agen­tes acti­va­do­res o inhi­bi­do­res de posi­cio­na­mien­tos que diri­gen nues­tra acti­vi­dad, es decir, las emo­cio­nes tie­nen impli­ca­cio­nes socia­les, éti­cas y polí­ti­cas, por tan­to, de acuer­do con Enrí­quez y López (2014), “…toda emo­ción tam­bién es polí­ti­ca” (pp. 34). Las emo­cio­nes tie­nen un papel impor­tan­te en el poder polí­ti­co y por lo tan­to son regu­la­do­ras de la vida social, dado que impul­san ini­cia­ti­vas, accio­nes, e inclu­so movi­mien­tos socia­les.

Sen­tir es enton­ces tomar un posi­cio­na­mien­to; la impli­ca­ción polí­ti­ca de las emo­cio­nes se obser­va más cla­ra­men­te en algu­nas, como el mie­do o la espe­ran­za, como diría Le Bon (2012) “En la muche­dum­bre, la exa­ge­ra­ción de sen­ti­mien­tos está for­ti­fi­ca­da por el hecho de que, mani­fes­ta­do un sen­ti­mien­to se pro­pa­ga rápidamente…acreciendo su fuer­za…” (p. 37). Las emo­cio­nes se hacen pre­sen­tes, en la polí­ti­ca como pro­fe­sión, en la polí­ti­ca de las gran­des ins­ti­tu­cio­nes, los par­ti­dos polí­ti­cos, pero son más evi­den­tes en la pro­pia acti­vi­dad polí­ti­ca. De acuer­do a Gon­zá­lez (2016), “lo polí­ti­co”, enten­dien­do esto como acti­vi­dad trans­for­ma­do­ra de las con­di­cio­nes mate­ria­les de los indi­vi­duos y que pue­de ser indi­vi­dual o colec­ti­va, sin impor­tar cuál for­ma de hacer­la esté pre­sen­te; es indu­da­ble que la acti­vi­dad polí­ti­ca corres­pon­de a la pro­duc­ción sim­bó­li­ca y emo­cio­nal, de las expe­rien­cias del equi­po polí­ti­co.

Las socio­emo­cio­nes, son un ele­men­to cons­ti­tu­ti­vo de lo social, que depen­den en gran medi­da del con­tex­to his­tó­ri­co del cual sur­gen; son crea­das a par­tir de la inter­ac­ción inter­sub­je­ti­va que deno­ta iden­ti­dad y adhe­ren­cia cul­tu­ral. Se con­vier­ten en un dis­po­si­ti­vo de poder polí­ti­co, que dotan en la per­so­na un posi­cio­na­mien­to polí­ti­co y de actua­ción; de igual mane­ra dotan a los gru­pos polí­ti­cos, de una iden­ti­dad. Ahmed (2015), apun­ta que es com­pren­si­ble que el gra­do de com­pro­mi­so de los indi­vi­duos para con el equi­po polí­ti­co en el que se inte­gran depen­da de su impli­ca­ción emo­cio­nal a dicho gru­po. Sin duda las emo­cio­nes poseen un poder polí­ti­co inne­ga­ble, son deci­si­vas en la regu­la­ción de la vida social; por lo que hablar de socio­emo­cio­nes, no es una mera ambi­güe­dad teó­ri­ca, es en todo caso una pos­tu­ra.

Metodología

Para ana­li­zar los pro­ce­sos emo­cio­na­les en la cohe­sión de un equi­po polí­ti­co, vamos a con­tex­tua­li­zar a dicho equi­po, pues esta­mos hablan­do de un gru­po inmer­so en un par­ti­do polí­ti­co de izquier­da, el de Movi­mien­to de Rege­ne­ra­ción Nacio­nal (MORENA), el cual sur­gió en Méxi­co como res­pues­ta a gobier­nos ante­rio­res, y que se lle­vó el triun­fo pre­si­den­cial en 2018 posi­cio­nan­do por pri­me­ra vez en la his­to­ria del país a un par­ti­do de izquier­da en el poder públi­co, fenó­meno sin pre­ce­den­tes

Una vez que el movi­mien­to-par­ti­do lle­gó al poder públi­co, su arti­cu­la­ción como movi­mien­to se debi­li­tó, pues todos sus diri­gen­tes polí­ti­cos que en su momen­to se ali­nea­ron a los obje­ti­vos, fue­ron recu­pe­ra­dos por el ser­vi­cio públi­co con­vir­tién­do­se en ser­vi­do­res públi­cos; los demás equi­pos y per­so­na­li­da­des que no fue­ron inclui­dos den­tro del sec­tor públi­co fue­ron ale­ján­do­se del movi­mien­to y crean­do frac­cio­nes alter­nas o inter­nas a éste, lo cual debi­li­tó al lla­ma­do movi­mien­to-par­ti­do, dejan­do úni­ca­men­te un par­ti­do hege­mó­ni­co, con res­pal­do social, pero sin estruc­tu­ra como par­ti­do polí­ti­co y mucho menos como movi­mien­to.

A la situa­ción des­cri­ta ante­rior­men­te se agre­ga­ron otros ele­men­tos, como el dis­tan­cia­mien­to de Andrés Manuel López Obra­dor, quien pasa­rá a ser una figu­ra mera­men­te moral, como el incum­pli­mien­to de acuer­dos polí­ti­cos y final­men­te la con­for­ma­ción de equi­pos o frac­cio­nes inter­nas. Es aquí jus­ta­men­te, don­de se enmar­ca la pre­sen­te inves­ti­ga­ción, el tra­tar de ana­li­zar deter­mi­na­dos pro­ce­sos socio­emo­cio­na­les, que man­tie­nen cohe­sio­na­do a un equi­po polí­ti­co, enmar­ca­do en la diná­mi­ca des­cri­ta.

Esta inves­ti­ga­ción, par­tió de la inte­rro­gan­te; ¿Qué pro­ce­sos emo­cio­na­les, se mani­fies­tan en la cohe­sión polí­ti­ca? para res­pon­der a dicha pre­gun­ta, se lle­vó a cabo una inves­ti­ga­ción cua­li­ta­ti­va de cor­te feno­me­no­ló­gi­co. Tenien­do como obje­ti­vo ana­li­zar los pro­ce­sos emo­cio­na­les en la cohe­sión polí­ti­ca, en miem­bros acti­vos de un equi­po par­ti­dis­ta.

Participantes

Fue­ron selec­cio­na­dos de acuer­do con la pro­pues­ta de aná­li­sis para estu­dios cua­li­ta­ti­vos de Mar­tí­nez (2017), es decir una mues­tra inten­cio­nal, de cua­tro miem­bros acti­vos de un equi­po polí­ti­co, dos hom­bres y dos muje­res, con al menos tres años de par­ti­ci­pa­ción en el mis­mo equi­po polí­ti­co de for­ma inin­te­rrum­pi­da, cuya con­for­ma­ción del equi­po ten­dría al menos cin­co años, todos miem­bros del pari­do More­na.

Escenario y materiales

La inves­ti­ga­ción se desa­rro­lló en una ofi­ci­na ade­cua­da para la aten­ción psi­co­ló­gi­ca, amplia, con bue­na ven­ti­la­ción, sillas acol­cha­das y cómo­das, con bue­na ilu­mi­na­ción y pri­va­ci­dad. Se empleó un celu­lar con gra­ba­do­ra de voz, equi­po de cómpu­to, for­ma­to impre­so de entre­vis­ta semi­es­truc­tu­ra­da apli­ca­da, hojas de papel, bolí­gra­fos y agua puri­fi­ca­da para ofre­cer a los par­ti­ci­pan­tes.

Procedimiento

Se tra­ba­jó con cada par­ti­ci­pan­te, en dis­tin­tos días de mar­zo y abril de 2022, en un tiem­po apro­xi­ma­do, de una hora y media con cada uno, se apli­có una entre­vis­ta semi­es­truc­tu­ra­da com­pues­ta de diez pre­gun­tas eje, sobre los pro­ce­sos socio­emo­cio­na­les que se gene­ra­ron y man­tu­vie­ron la cohe­sión de los par­ti­ci­pan­tes en su equi­po polí­ti­co.

La entre­vis­ta se ela­bo­ró en tres ejes cla­ve; (a) sobre la deci­sión de adhe­rir­se al equi­po polí­ti­co, (b) sobre la per­ma­nen­cia en el equi­po polí­ti­co y, © sobre con­ti­nuar per­ma­ne­cien­do al equi­po polí­ti­co. Los datos reca­ba­dos de la apli­ca­ción de la entre­vis­ta semi­es­truc­tu­ra­da se vacia­ron de acuer­do con el esque­ma, pro­pues­to por Mar­tí­nez (2017).

Descripción de resultados

Con base en el con­jun­to de entre­vis­tas rea­li­za­das a los cua­tro miem­bros acti­vos de un equi­po polí­ti­co, de los cua­les fue­ron dos hom­bres y dos muje­res, se pue­de cerrar esta pre­sen­ta­ción, des­crip­ción, aná­li­sis e inter­pre­ta­ción de resul­ta­dos, sub­ra­yan­do que es nota­ble la apa­ri­ción del uso de tér­mi­nos y expre­sio­nes vin­cu­la­dos a pro­ce­sos socio­emo­cio­na­les, tal como lo defi­ne Ahmed (2015), las emo­cio­nes efec­ti­va­men­te, crean rela­cio­nes de pro­xi­mi­dad, entre los miem­bros de un equi­po polí­ti­co. En este sen­ti­do, todos los suje­tos reco­no­cen como su refe­ren­te moral a Andrés Manuel López Obra­dor, pero ven en Arman­do Nava­rre­te su líder polí­ti­co e ideo­ló­gi­co (refe­ren­te polí­ti­co), al cual le reco­no­cen un pro­fun­do agra­de­ci­mien­to, como líder del equi­po polí­ti­co al que per­te­ne­cen, des­cri­bién­do­lo como un líder inte­li­gen­te, con capa­ci­dad de lide­raz­go, con­gruen­te, con­fia­ble y leal.

El moti­vo por el cual los suje­tos se inte­gra­ron al equi­po polí­ti­co fue dis­tin­to en cada uno, pero todos coin­ci­den en una inte­gra­ción com­pli­ca­da, algu­nos como el suje­to (P1J), inclu­so mani­fies­tan haber sido rele­ga­dos por el res­to de los inte­gran­tes. Los suje­tos mani­fes­ta­ron que, comen­za­ron a sen­tir­se par­te del equi­po con­for­me iban impli­cán­do­se en la acti­vi­dad polí­ti­ca del equi­po. (P1J)

“En el momen­to que me hicie­ron par­ti­ci­par en las dis­tin­tas actividades…al ini­cio voy a ser muy hones­to, he, si me sen­tía un poqui­to rele­ga­do, como que no me toma­ban en cuen­ta… pero he yo mos­tré cier­to inte­rés, dis­po­si­ción de tiem­po… y fue como me empe­za­ron a invo­lu­crar…”.

Igual­men­te, todos los suje­tos mani­fes­ta­ron, no tener inten­cio­nes de aban­do­nar a su equi­po polí­ti­co bajo nin­gu­na situa­ción, se per­ci­ben como miem­bros de un equi­po fuer­te, bien repre­sen­ta­do, con aper­tu­ra y res­pal­do a sus miem­bros. (P1J)

“Yo creo fir­me­men­te en que el par­ti­do movi­mien­to solo es uno… hay intere­ses per­so­na­les, sí, pero esa per­so­na no es el par­ti­do… no voy a pen­sar nun­ca en cam­biar de equi­po polí­ti­co…” (P2E) “No, no lo deja­ría, aun­que las cosas des­pués no se den bien, yo creo que por agra­de­ci­mien­to… yo creo que siem­pre que­da un tema de leal­tad”.

Las emo­cio­nes recí­pro­cas se con­vier­ten así, en el fun­da­men­to de la iden­ti­dad colec­ti­va, una cone­xión indi­vi­dual, cog­ni­ti­va, moral y emo­cio­nal con una comu­ni­dad más amplia, una cate­go­ría, una prác­ti­ca o una ins­ti­tu­ción, que pue­den for­ta­le­cer al gru­po, evi­tan­do el ago­ta­mien­to y ali­men­tan­do el com­pro­mi­so de los miem­bros (Poma y Gra­van­te, 2018).

A nivel indi­vi­dual las emo­cio­nes moti­van el acti­vis­mo y per­mi­ten enten­der por qué los indi­vi­duos deci­den invo­lu­crar­se has­ta que los cos­tos de la movi­li­za­ción pue­dan supe­rar los (sus) bene­fi­cios, mien­tras que, a nivel colec­ti­vo, crea­rían el ambien­te favo­ra­ble para el desa­rro­llo de la movi­li­za­ción (Poma y Gra­van­te, 2018). Así que­da cons­ta­ta­do cuan­do el suje­to (P4E)

“…yo ven­go de una pro­pues­ta polí­ti­ca, que he, no fue com­pa­ti­ble conmigo…yo que­ría hacer un cam­bio por mi país…me per­mi­tían mayor, he, flexibilidad…donde mis ideas real­men­te contaban…me uní a este equi­po, me esta­ban repri­mien­do en el otro…” o por lo refe­ri­do por el par­ti­ci­pan­te (P3R) “Lo que más me agra­da es, este, con­ti­nuar este, con los mis­mos com­pa­ñe­ros que ini­cié… Me agra­da el hecho de que me haya dado el movi­mien­to una opor­tu­ni­dad de participar…me sigue moti­van­do por­que ya el per­te­ne­cer a ello he podi­do desa­rro­llar­me y aprender…y apo­yar, a las per­so­nas”.

La mayo­ría de las emo­cio­nes, se expe­ri­men­tan en las rela­cio­nes con otras per­so­nas. El con­ta­gio emo­cio­nal es la trans­mi­sión de emo­cio­nes por con­tac­to per­so­nal, el con­ta­gio emo­cio­nal en un gru­po de per­so­nas gene­ra cli­mas emo­cio­na­les, en el caso del suje­to (P3R) deta­lla cli­mas de satis­fac­ción, ale­gría y agra­de­ci­mien­to. Dicho cli­ma emo­cio­nal da pie al sur­gi­mien­to de lo que se cono­ce como emo­cio­nes colec­ti­vas. (Bis­que­rra, 2017).

Hemos men­cio­na­do las con­ver­gen­cias de los suje­tos, res­pec­to a la per­cep­ción de su refe­ren­te polí­ti­co, la per­cep­ción de su equi­po, su expe­rien­cia al inte­grar­se y su sen­tir al inte­rior de este; sin embar­go, cuan­do habla­mos de emo­cio­nes, encon­tra­mos diver­gen­cias en el sen­tir de los suje­tos, para el suje­to “P1J”, las emo­cio­nes que les dis­tin­guen del res­to son con­fian­za, sen­sa­ción de liber­tad y hones­ti­dad, en cam­bio para para el suje­to “P2E”, las emo­cio­nes dis­tin­ti­vas fue­ron segu­ri­dad, gra­ti­tud y la sen­sa­ción de poder. Para el suje­to “P3R”, las emo­cio­nes dis­tin­ti­vas las defi­nió como con­fian­za amor, entre­ga, satis­fac­ción, ale­gría y agra­de­ci­mien­to; el suje­to “P4E”, mani­fies­ta como emo­cio­nes dis­tin­ti­vas del res­to: agra­de­ci­mien­to, leal­tad y sen­sa­ción de poder.

Las emo­cio­nes, como se ha men­cio­na­do son fenó­me­nos, social­men­te cons­trui­dos, cul­tu­ral­men­te regu­la­dos e indi­vi­dual­men­te vivi­dos, aun­que los suje­tos sean par­te de un equi­po don­de se per­ci­be un cli­ma emo­cio­nal homo­gé­neo, cada uno de ellos inter­pre­ta­rá y expe­ri­men­ta­rá expe­rien­cias emo­cio­na­les pro­pias.

Conclusiones

Pri­me­ra­men­te, es impor­tan­te reto­mar, el obje­ti­vo: Ana­li­zar los pro­ce­sos emo­cio­na­les en la cohe­sión polí­ti­ca, en miem­bros acti­vos de un equi­po polí­ti­co. A par­tir de dar res­pues­ta a la pre­gun­ta; ¿Qué pro­ce­sos emo­cio­na­les, se mani­fies­tan en la cohe­sión polí­ti­ca? Se obser­va­ron las siguien­tes emo­cio­nes: con­fian­za, hones­ti­dad, sen­sa­ción de liber­tad, gra­ti­tud, leal­tad, mie­do, poder, apo­yo, entu­sias­mo, amor, entre­ga, ale­gría, espe­ran­za, empa­tía y soli­da­ri­dad.

Res­pec­to del pro­ce­so emo­cio­nal que desa­rro­lla un indi­vi­duo que se ha inser­ta­do en un equi­po polí­ti­co y de las estra­te­gias socio­emo­cio­na­les que per­mi­ten o impi­den a un indi­vi­duo per­ma­ne­cer cohe­sio­na­do a un equi­po polí­ti­co, se podría plan­tear lo siguien­te: Haber­mas (Cita­do en Pam­bo, 1990) deta­lla que una iden­ti­dad del “Yo” sólo pue­de desa­rro­llar­se con base en la iden­ti­dad tras­cen­den­te de un gru­po; el indi­vi­duo, enton­ces, al estar ubi­ca­do en su gru­po defi­ne una serie de expec­ta­ti­vas en fun­ción de las cua­les actua­rá, es decir, adqui­ri­rá un rol.

En otras pala­bras, des­de el pro­ce­so de iden­ti­fi­ca­ción con los otros, se pro­du­cen pro­ce­sos socio­emo­cio­na­les, pues des­de la iden­ti­fi­ca­ción de los “unos”, de la uni­dad, se pro­du­ce una emo­ción de empa­tía y a su vez, una de recha­zo hacia los “otros”, es decir, de la otre­dad.

De mane­ra simul­tá­nea, una vez logra­da esta iden­ti­fi­ca­ción den­tro del gru­po polí­ti­co, se com­par­ten valo­res, prác­ti­cas, ideo­lo­gías; y por supues­to una cul­tu­ra del sen­ti­mien­to, tal como lo que seña­la Maf­fe­so­li (1998) es con­se­cuen­cia de la atrac­ción, lo cual quie­re decir, que se adhie­ren a ella según las ocu­rren­cias o deseos; así, el valor, la admi­ra­ción, el hobby o el gus­to que son com­par­ti­dos se con­vier­ten en cimien­tos, en vec­to­res de éti­ca, en una moral, “sin obli­ga­ción ni cas­ti­go”, sin otra obli­ga­ción que la de ele­gir adhe­rir­se y ser miem­bro de un cuer­po colec­ti­vo, y el cas­ti­go por ser exclui­do.

Aho­ra bien, una vez que se han crea­do estos lazos iden­ti­ta­rios de esta cul­tu­ra socio­emo­cio­nal, es nece­sa­rio ana­li­zar, qué emo­cio­nes influ­yen para que los indi­vi­duos per­ma­nez­can cohe­sio­na­dos a deter­mi­na­do equi­po polí­ti­co. A par­tir de lo reca­ba­do, se des­ta­ca el hecho, que las emo­cio­nes se for­ta­le­cen las unas con las otras, lo que favo­re­ce la soli­da­ri­dad y la iden­ti­fi­ca­ción en el gru­po. Dichas emo­cio­nes, mues­tran que la crea­ción de la cul­tu­ra al inte­rior del gru­po, se con­vier­ten en ele­men­tos cla­ve para com­pren­der no úni­ca­men­te la moti­va­ción para la acti­vi­dad polí­ti­ca, sino para enten­der las diná­mi­cas del gru­po a seguir (Poma y Gra­van­te, 2018).

Cabe men­cio­nar que, uno de los ele­men­tos más acen­tua­dos que faci­li­ta la cohe­sión del gru­po, es la figu­ra de lide­raz­go al inte­rior del equi­po polí­ti­co. De acuer­do con Maf­fe­so­li (1998), exis­ten héroes, san­tos, figu­ras que son, en cier­to sen­ti­do, matri­ces que per­mi­ten que cada uno se reco­noz­ca y se comu­ni­que con otros, en este caso Andrés Manuel López Obra­dor, quien es la figu­ra que sir­ve como recep­tácu­lo, de la expre­sión del “noso­tros”, favo­re­ce el sur­gi­mien­to de un fuer­te sen­ti­mien­to colec­ti­vo; sin embar­go, aun­que esta figu­ra es la que los uni­fi­ca, el lide­raz­go del equi­po polí­ti­co estu­dia­do, no recae en Andrés Manuel, más bien en Arman­do Nava­rre­te López (pre­si­den­te muni­ci­pal), que es la figu­ra líder del equi­po. De acuer­do con Arro­llo (1986), se vis­lum­bra una afi­ción hacia el lide­raz­go polí­ti­co, de dicho per­so­na­je; lo que crea una caren­cia de saber polí­ti­co, en los miem­bros de More­na.

Evi­den­te es que los pro­ce­sos emo­cio­na­les mani­fes­ta­dos, se expe­ri­men­tan en las rela­cio­nes con el res­to de los miem­bros, ocu­rrien­do “un con­ta­gio emo­cio­nal”, que refie­re Bis­que­rra (2017), como la trans­mi­sión de emo­cio­nes por con­tac­to per­so­nal; el “con­ta­gio emo­cio­nal” en un gru­po de per­so­nas, en este caso en el equi­po polí­ti­co, que gene­ra “cli­mas emo­cio­na­les”. Par­ti­cu­lar­men­te se deta­lla en cli­mas de satis­fac­ción, ale­gría y agra­de­ci­mien­to, que dan pie al sur­gi­mien­to de lo que se cono­ce como emo­cio­nes colec­ti­vas o socio­emo­cio­na­les. Dan­do como resul­ta­do un pro­ce­so de tipi­fi­ca­ción de las expe­rien­cias, por par­te de los miem­bros del equi­po, en amo­ro­sas o dolo­ro­sas, en for­ma de recuer­dos o viven­cias, a lo cual Arro­llo (1986) deno­mi­na como “vida afec­ti­va”, la cual ha per­mi­ti­do que el equi­po polí­ti­co pue­da adqui­rir sig­ni­fi­ca­dos de las rela­cio­nes huma­nas y gene­rar códi­gos com­par­ti­dos. El con­ta­gio emo­cio­nal en este caso se da a par­tir de la empa­tía, don­de una pro­xi­mi­dad afec­ti­va, ha faci­li­ta­do la gene­ra­ción, de víncu­los afec­ti­vos fuer­tes (Bis­que­rra, 2017).

Por últi­mo, la ideo­lo­gía, jue­ga un papel impor­tan­te, pues sin ideo­lo­gía no hay iden­ti­dad, a tra­vés de ella se reco­no­ce un ori­gen común o un pun­to de par­ti­da colec­ti­vo, las coyun­tu­ras de accio­nes y los acon­te­ci­mien­tos par­ti­cu­la­res, se pue­den orde­nar de diver­sas mane­ras, a par­tir de intere­ses o pro­yec­tos espe­cí­fi­cos del equi­po polí­ti­co (Agua­do y Por­tal, 2014). La ideo­lo­gía orien­ta a la acción, pero para desa­rro­llar la acción o acti­vi­dad tan­to indi­vi­dual como gru­pal, es nece­sa­ria la inmer­sión emo­cio­nal de los miem­bros en el equi­po, don­de esta inmer­sión es cru­cial, pues defi­ne la per­ma­nen­cia de los miem­bros en la colec­ti­vi­dad, dan­do como resul­ta­do, una iden­ti­dad colec­ti­va (Chihu y López, 2007).

Algu­nas líneas de inves­ti­ga­ción, ten­drían que par­tir de la visión de aque­llos pro­ce­sos socio­emo­cio­na­les, que acti­van o inhi­ben el desa­rro­llo de la par­ti­ci­pa­ción, de cómo el indi­vi­duo a par­tir de una base socio­emo­cio­nal deci­de par­ti­ci­par acti­va­men­te o, por lo con­tra­rio, no hacer­lo, así como de la figu­ra de los lide­raz­gos polí­ti­cos, como cata­li­za­do­res de la acti­vi­dad polí­ti­ca mis­ma, del res­to del gru­po.

El prin­ci­pio que sus­ten­ta este plan­tea­mien­to es el siguien­te: la cohe­sión de un equi­po polí­ti­co tie­ne como base pro­ce­sos socio­emo­cio­na­les, por lo que el víncu­lo entre los pro­ce­sos socio­emo­cio­na­les, de los miem­bros de un equi­po polí­ti­co, per­mi­te dicha cohe­sión.

Referencias

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Notas

  1. Facul­tad de Estu­dios Supe­rio­res Izta­ca­la, UNAM, Esta­do de Méxi­co
  2. Facul­tad de Estu­dios Supe­rio­res Izta­ca­la, UNAM, Esta­do de Méxi­co