Relación entre la diferenciación del yo y la comunicación familiar en adolescentes Descargar este archivo (Relación entre la diferenciación del yo y la comunicación familiar en adolescent)

José de Jesús Vargas Flores1, Edilberta Joselina Ibáñez Reyes2 y Miguel Ángel Mendoza Espinosa3

Facultad de Estudios Superiores Iztacala
Universidad Nacional Autónoma de México

Resumen

La fami­lia, al ser el pri­mer gru­po con el que inter­ac­túa el ser humano, es don­de apren­de a rela­cio­nar­se emo­cio­nal e inte­lec­tual­men­te con otras per­so­nas. La teo­ría desa­rro­lla­da por Bowen y el mode­lo de comu­ni­ca­ción fami­liar de Bar­nes y Olson per­mi­ten dar expli­ca­ción a estas rela­cio­nes; des­de una pers­pec­ti­va evo­lu­cio­nis­ta. El obje­ti­vo del pre­sen­te tra­ba­jo es des­cri­bir la rela­ción entre la dife­ren­cia­ción del Yo y la comu­ni­ca­ción fami­liar en ado­les­cen­tes. Se reali­zó un estu­dio de cor­te cuan­ti­ta­ti­vo y se uti­li­za­ron dos cues­tio­na­rios, uno para medir la dife­ren­cia­ción y otro para medir la comu­ni­ca­ción fami­liar en ado­les­cen­tes. Los resul­ta­dos mos­tra­ron rela­cio­nes sig­ni­fi­ca­ti­vas entre la comu­ni­ca­ción fami­liar y la dife­ren­cia­ción del Yo, esto per­mi­te corro­bo­rar que una per­so­na desa­rro­lla su gra­do de dife­ren­cia­ción median­te la comu­ni­ca­ción que exis­ta den­tro de la fami­lia, ya que la dife­ren­cia­ción se trans­mi­te entre gene­ra­cio­nes median­te pro­ce­sos comu­ni­ca­ti­vos.

Pala­bras Cla­ve: Dife­ren­cia­ción, fami­lia, comu­ni­ca­ción, ado­les­cen­tes.

Differentiation of self in family communication in adolescents

Abstract

Family is the first group whe­re humans inter­act and is also whe­re the emo­tio­nal and inte­llec­tual rela­tionships are lear­ned. The theory deve­lo­ped by Bowen and the fami­liar com­mu­ni­ca­tion model by Bar­nes and Olson can explain the­se rela­tionships, sin­ce an evo­lu­tio­nist view. The aim of the pre­sent work is to des­cri­be the rela­tionship bet­ween dif­fe­ren­tia­tion of self and family com­mu­ni­ca­tion in ado­les­cents. A quan­ti­ta­ti­ve study was made, and two tests were used, one to eva­lua­te self-dif­fe­ren­tia­tion and the other to eva­lua­te family com­mu­ni­ca­tion in ado­les­cents. Results were dis­cus­sed by Murray Bowen´s theory and Bar­nes and Olson´s fami­liar model. Sug­ges­tions were made to coming research.

Key Words: Self dif­fe­ren­tia­tion, family, com­mu­ni­ca­tion, ado­les­cents.

La fami­lia ha evo­lu­cio­na­do a tra­vés de los años, y sus carac­te­rís­ti­cas y com­por­ta­mien­tos tam­bién, por lo que es nece­sa­rio man­te­ner actua­li­za­da la infor­ma­ción sobre la diná­mi­ca fami­liar; duran­te las últi­mas déca­das se han desa­rro­lla­do dife­ren­tes teo­rías que dan expli­ca­ción al fun­cio­na­mien­to fami­liar; de la mis­ma mane­ra, se han inves­ti­ga­do los dife­ren­tes fac­to­res que con­for­man a una fami­lia como por ejem­plo, los roles, el tipo de fami­lia, el núme­ro de inte­gran­tes, las rela­cio­nes al inte­rior y exte­rior de la fami­lia, la comu­ni­ca­ción, entre muchos otros.

El con­cep­to de fami­lia se ha des­cri­to de dife­ren­tes for­mas a lo lar­go de la his­to­ria y es posi­ble encon­trar con­cep­cio­nes como ins­ti­tu­ción, ele­men­to natu­ral, sis­te­ma, ele­men­to social, gru­po social, núcleo, entre otros (Mon­tal­vo, Espi­no­sa y Pérez, 2013). Por lo ante­rior­men­te men­cio­na­do, es posi­ble con­ce­bir a la fami­lia como un gru­po de dos o más per­so­nas que pue­den o no poseer lazos con­san­guí­neos de per­te­nen­cia pri­ma­ria y con­vi­ven­cia gene­ral­men­te bajo el mis­mo techo (Macías, 1995).

Den­tro de la diná­mi­ca fami­liar, es posi­ble esta­ble­cer una dife­ren­cia entre lo interno y lo externo, lo que per­mi­te una cla­si­fi­ca­ción para la diná­mi­ca; diná­mi­ca inter­na y exter­na. Esto per­mi­te regu­lar a la fami­lia situa­cio­nes socia­les e inter­nas (Vive­ros, 2010). A par­tir de la diná­mi­ca fami­liar se esta­ble­cen pro­ce­sos fami­lia­res como acul­tu­ra­ción, socia­li­za­ción, huma­ni­za­ción, sub­je­ti­va­ción e iden­ti­fi­ca­ción. Den­tro de la diná­mi­ca fami­liar es posi­ble esta­ble­cer sie­te dimen­sio­nes en las que se desa­rro­lla: los roles, la auto­ri­dad, las nor­mas, los lími­tes, las rela­cio­nes afec­ti­vas, la comu­ni­ca­ción y el uso del tiem­po libre.

La fami­lia como uni­dad de aná­li­sis repre­sen­ta, en oca­sio­nes, un reto, ya que actual­men­te con los dife­ren­tes tipos de fami­lias que exis­ten, se crean dife­ren­cias y es cada vez más com­pli­ca­do lle­gar a una nor­ma­li­za­ción en el dis­cur­so que inten­ta expli­car a la fami­lia. Si bien aún se cuen­ta con la estruc­tu­ra fami­liar tra­di­cio­nal, es decir, la fami­lia nuclear, es nece­sa­rio indi­car que ésta no es la mis­ma que años atrás.

Teoría de Bowen

La fami­lia evo­lu­cio­na con­for­me lo hace el ambien­te que la rodea, se adap­ta a cier­tas prác­ti­cas, cos­tum­bres y crea rela­cio­nes para su sub­sis­ten­cia. Es en estas rela­cio­nes don­de cabe la posi­bi­li­dad de inves­ti­ga­cio­nes enfo­ca­das al fun­cio­na­mien­to fami­liar y los víncu­los emo­cio­na­les que se crean a par­tir de estas inter­ac­cio­nes. Sin embar­go, es impor­tan­te ver el fun­cio­na­mien­to fami­liar en for­ma dife­ren­te y no en una con­cep­ción lineal; es por esto por lo que para este tra­ba­jo se emplea la teo­ría fami­liar de Bowen.

La teo­ría sobre Dife­ren­cia­ción del Yo tie­ne sus bases en los estu­dios desa­rro­lla­dos por Murray Bowen sobre los sis­te­mas fami­lia­res. Este autor con­si­guió for­mu­lar su teo­ría a par­tir de la inter­ac­ción que tenía con su fami­lia y su edu­ca­ción, sin dejar a un lado el con­tex­to social y pro­fe­sio­nal en que se encon­tra­ba y por últi­mo se dedi­có, a afi­nar su teo­ría con la expe­rien­cia obte­ni­da de sus inves­ti­ga­cio­nes y prác­ti­ca clí­ni­ca (Titel­man, 2014).

La teo­ría de Bowen estu­dia los sis­te­mas fami­lia­res y refie­re que es en la fami­lia don­de el indi­vi­duo crea su dife­ren­cia­ción, la cual influ­ye en su depen­den­cia o auto­no­mía emo­cio­nal y esta a su vez deter­mi­na la for­ma en que la per­so­na esta­ble­ce sus víncu­los inter­per­so­na­les con los indi­vi­duos que inter­ac­túa (Var­gas, Ibá­ñez y Mares, 2015).

Kerr (2001), a su vez, men­cio­na que la emo­cio­na­li­dad de las per­so­nas es tan fuer­te, que es capaz de afec­tar la mayo­ría de las acti­vi­da­des huma­nas debi­do a que es la fuer­za prin­ci­pal detrás del desa­rro­llo de los pro­ble­mas. Cono­cer cómo ope­ra el sis­te­ma emo­cio­nal en las fami­lias, tra­ba­jos y sis­te­mas socia­les, reve­la­rá opcio­nes nue­vas y más efec­ti­vas para resol­ver los pro­ble­mas en cada una de estas áreas, debi­do a que la gen­te bus­ca la aten­ción, la apro­ba­ción y el apo­yo de los demás; reac­cio­na a las nece­si­da­des, expec­ta­ti­vas y tras­tor­nos de los otros. Pero no bus­ca la satis­fac­ción de uno mis­mo y éstas son cues­tio­nes que empie­zan a sur­gir den­tro del con­tex­to fami­liar. Es por esto por lo que Bowen, de acuer­do con Bou (2003), es uno de los auto­res que más ha tra­ba­ja­do la indi­vi­dua­ción de las per­so­nas como pun­to de par­ti­da para lograr auto­no­mía den­tro del con­tex­to fami­liar.

Como ya se men­cio­nó ante­rior­men­te, la teo­ría de los sis­te­mas fami­lia­res es de carác­ter evo­lu­cio­nis­ta y se cen­tra en la emo­ción como uni­dad cen­tral del sis­te­ma fami­liar. Sin embar­go, Bowen desa­rro­lló dis­tin­tos con­cep­tos en la bús­que­da de expli­car la diná­mi­ca fami­liar como prin­ci­pal influ­yen­te en la vida emo­cio­nal de las per­so­nas. Si bien, el con­cep­to de Dife­ren­cia­ción pue­de pare­cer el más impor­tan­te, es nece­sa­rio esta­ble­cer los con­cep­tos cir­cun­dan­tes para poder gene­rar un mayor enten­di­mien­to de la teo­ría.

De acuer­do con Bowen, la dife­ren­cia­ción es un cons­truc­to muy difí­cil de eva­luar de mane­ra cuan­ti­ta­ti­va. Se ten­dría que hacer una entre­vis­ta en pro­fun­di­dad para cono­cer el gra­do en que una per­so­na es dife­ren­cia­da. Sin embar­go, se han lle­va­do a cabo pro­pues­tas que demues­tran que posi­ble eva­luar cuan­ti­ta­ti­va­men­te el cons­truc­to (Skow­ron y Fried­lan­der, 1998; Miller, Ander­son, y Kau­la­na, 2004; Linch y Cha­bot, 2006). En Méxi­co hay varias pro­pues­tas que tie­nen un cier­to gra­do de vali­dez y con­fia­bi­li­dad (Var­gas, Ibá­ñez, Gui­llén y Tama­yo, 2014). De ahí la impor­tan­cia de seguir apli­can­do este últi­mo cues­tio­na­rio, con la fina­li­dad de obser­var sus carac­te­rís­ti­cas esta­dís­ti­cas.

Comunicación Familiar

El pro­ce­so de comu­ni­ca­ción en la fami­lia tie­ne como obje­ti­vo la nego­cia­ción de roles, tareas, etcé­te­ra y es aquí don­de cobra mayor sen­ti­do, ya que duran­te la ado­les­cen­cia se nego­cian las nor­mas fami­lia­res que has­ta ese momen­to se habían esta­ble­ci­do, los roles cam­bian de acuer­do con la diná­mi­ca fami­liar y la rela­ción emo­cio­nal entre padres e hijos pue­de cam­biar a con­flic­ti­va o abier­ta.

Toombs (2014), men­cio­na que cuan­do el con­flic­to se ori­gi­na duran­te la ado­les­cen­cia, gene­ra un reto para ambas par­tes, ya que se pre­ten­de satis­fa­cer las nece­si­da­des que ambas par­tes deman­dan. Sin embar­go, no siem­pre se logra, por lo que es nece­sa­rio incre­men­tar la cali­dad de la rela­ción para evi­tar los efec­tos nega­ti­vos de las nego­cia­cio­nes. Asi­mis­mo, el aumen­to del cono­ci­mien­to de los padres sobre sus hijos influ­ye en la comu­ni­ca­ción posi­ti­va den­tro de la rela­ción entre padres e hijos; esto ayu­da a ambas par­tes a esta­ble­cer lími­tes, reglas y con­ce­de un segui­mien­to al ado­les­cen­te por par­te de los padres.

Forma gráfica del modelo de Barnes y Olson (1982)

El mode­lo de comu­ni­ca­ción de Bar­nes y Olson (1982), per­mi­te dar una expli­ca­ción amplia a este pro­ce­so, ya que expo­ne que la comu­ni­ca­ción es una de las tres gran­des dimen­sio­nes que com­po­nen al sis­te­ma fami­liar; con­si­de­ran­do que esta es un pro­ce­so faci­li­ta­dor en la diná­mi­ca fami­liar. Asi­mis­mo, la comu­ni­ca­ción es con­si­de­ra­da por estos auto­res como una res­pues­ta afec­ti­va que hace fun­cio­nar al sis­te­ma fami­liar, ade­más de ligar los cam­bios gene­ra­cio­na­les en la comu­ni­ca­ción con la madu­ra­ción emo­cio­nal en el ado­les­cen­te.

La comu­ni­ca­ción den­tro de la eta­pa de la ado­les­cen­cia repre­sen­ta en el futu­ro la for­ma en la que se desa­rro­lla la iden­ti­dad y la habi­li­dad de tomar roles. De igual for­ma, las dis­cu­sio­nes entre padres e hijos en esta eta­pa desa­rro­llan un alto gra­do de razo­na­mien­to moral. Cabe men­cio­nar que un pro­ce­so impor­tan­te que se da en la comu­ni­ca­ción duran­te esta eta­pa es la capa­ci­dad de los miem­bros de la fami­lia para lidiar con la sepa­ra­ción y cone­xión emo­cio­nal, tra­tan­do de lograr un balan­ce entre ambas.

Este mode­lo pro­por­cio­na una cla­si­fi­ca­ción fami­liar, prin­ci­pal­men­te con dos dimen­sio­nes cur­vi­lí­neas, la cohe­sión que corres­pon­de al gra­do emo­cio­nal entre los miem­bros de la fami­lia y por otro lado la adap­ta­bi­li­dad que carac­te­ri­za a la fami­lia para reor­ga­ni­zar­se en situa­cio­nes de estrés; así el fun­cio­na­mien­to ópti­mo en la fami­lia es dado por el balan­ce entre estas dos dimen­sio­nes; es por esto que los cua­tro nive­les de cohe­sión y los cua­tro nive­les de adap­ta­bi­li­dad peri­ten iden­ti­fi­car 16 tipos de sis­te­mas fami­lia­res.

En este sen­ti­do, el obje­ti­vo del pre­sen­te tra­ba­jo es cono­cer el gra­do de rela­ción entre la dife­ren­cia­ción del Yo y la comu­ni­ca­ción fami­liar. Esto se lle­va­rá a cabo apli­can­do el ins­tru­men­to ya vali­da­do de Bar­nes y Olson (1982) y el de Var­gas, Ibá­ñez, Gui­llén y Tama­yo (2014).

Método

Participantes

Para el pre­sen­te estu­dio se uti­li­zó una mues­tra total de 200 par­ti­ci­pan­tes, de los cua­les 100 eran muje­res y 100 hom­bres. Las eda­des de los par­ti­ci­pan­tes osci­lan entre los 18 y 21 años con una media de 19.09 años; asi­mis­mo, los par­ti­ci­pan­tes per­te­ne­cen a la pobla­ción estu­dian­til de la Facul­tad de Estu­dios Supe­rio­res Izta­ca­la. Se uti­li­zó un mues­treo no pro­ba­bi­lís­ti­co de suje­tos volun­ta­rios.

Instrumentos

Para este estu­dio se emplea­ron dos ins­tru­men­tos estan­da­ri­za­dos, uno eva­lúa la Dife­ren­cia­ción del yo y otro Comu­ni­ca­ción Fami­liar. El pri­mer ins­tru­men­to es el Cues­tio­na­rio de Dife­ren­cia­ción del Yo ela­bo­ra­do por Var­gas, Ibá­ñez, Gui­llén y Tama­yo (2014). Este ins­tru­men­to cons­ta de 50 ítems que eva­lúan cin­co cate­go­rías den­tro de la dife­ren­cia­ción:

Dife­ren­cia­ción Bási­ca: Es un com­por­ta­mien­to resul­tan­te de la sepa­ra­ción que logra el indi­vi­duo de los pen­sa­mien­tos y sen­ti­mien­tos en sí mis­mo, este tipo de dife­ren­cia­ción se carac­te­ri­za por la sepa­ra­ción emo­cio­nal que logra el indi­vi­duo de su fami­lia de ori­gen, cabe men­cio­nar que el gra­do de sepa­ra­ción emo­cio­nal que logra el indi­vi­duo es resul­ta­do de un pro­ce­so mul­ti­ge­ne­ra­cio­nal (Var­gas, Ibá­ñez, Gui­llén y Tama­yo, 2014).

Indi­fe­ren­cia­do- Des­co­nec­ta­do: Esta cate­go­ría es lo con­tra­rio a la fusión, pero al mis­mo tiem­po, sigue sien­do una expan­sión de la indi­fe­ren­cia­ción. Ya que una per­so­na des­co­nec­ta­da, bus­ca la sepa­ra­ción físi­ca y emo­cio­nal que tie­ne con la rela­ción con­flic­ti­va con su fami­lia; pero sin lograr­lo, ya que en vez de bus­car solu­cio­nar dicha rela­ción, la pos­po­ne. Ya sea evi­tan­do cual­quier tipo de comu­ni­ca­ción que dé pie al diá­lo­go o mudán­do­se a miles de kiló­me­tros de su fami­lia (Var­gas e Ibá­ñez, 2009).

Indi­fe­ren­cia­do- Fusio­na­do: Esta cate­go­ría hace refe­ren­cia a la unión emo­cio­nal que se da entre dos per­so­nas, de tal for­ma que una depen­de­rá de la otra y vice­ver­sa. Las per­so­nas al encon­trar­se fusio­na­das se sien­ten uni­dos a sus seres que­ri­dos, por lo que exi­gen per­fec­ción, devo­ción, pro­tec­ción y feli­ci­dad, pero cuan­do esto no se lle­ga a cum­plir (como casi siem­pre suce­de), la par­tes empe­za­rán a exi­gir un cam­bio, en bus­ca de obte­ner sus deseos (Var­gas, Geró­ni­mo e Ibá­ñez, 2015).

Dife­ren­cia­ción Fun­cio­nal: Este tipo de dife­ren­cia­ción des­cri­be el pro­ce­so rela­cio­nal den­tro del indi­vi­duo, es decir, la sepa­ra­ción emo­cio­nal que se esta­ble­ce con los otros, esta dife­ren­cia­ción esta­rá deter­mi­na­da por la capa­ci­dad que desa­rro­lle el indi­vi­duo de dife­ren­ciar­se de per­so­nas con las que man­tie­ne inter­ac­ción (Var­gas, Ibá­ñez, Gui­llén y Tama­yo; 2014).

Dife­ren­cia­ción Total: Es el resul­ta­do de la suma de todos los reac­ti­vos, por lo que con­tie­ne la infor­ma­ción total de la dife­ren­cia­ción. Es decir, que des­cri­be el gra­do en que los suje­tos son o no dife­ren­cia­dos. Des­cri­be las carac­te­rís­ti­cas gene­ra­les del suje­to, tales como impul­si­vi­dad, emo­ti­vi­dad y depen­den­cia emo­cio­nal del suje­to, hacia sus rela­cio­nes ínti­mas.

Por otro lado, el ins­tru­men­to emplea­do para medir la comu­ni­ca­ción fami­liar es el Cues­tio­na­rio de Eva­lua­ción de la Comu­ni­ca­ción Fami­liar (CA‑M/CA‑P), ela­bo­ra­do por Bar­nes y Olson (1982). Este ins­tru­men­to cons­ta de 20 ítems que eva­lúan cua­tro cate­go­rías de la comu­ni­ca­ción fami­liar:

Comu­ni­ca­ción Ofen­si­va: Eva­lúa los aspec­tos de inter­cam­bio en la con­duc­ta comu­ni­ca­ti­va de mane­ra ins­tru­men­tal y emo­cio­nal, hacien­do refe­ren­cia a la inten­ción del men­sa­je.

Comu­ni­ca­ción Evi­ta­ti­va: Esta cate­go­ría eva­lúa el gra­do de pro­xi­mi­dad exis­ten­te entre los par­ti­ci­pan­tes en el acto comu­ni­ca­ti­vo.

Aper­tu­ra a la Comu­ni­ca­ción: Eva­lúa la exis­ten­cia de un inter­cam­bio flui­do de infor­ma­ción, tan­to ins­tru­men­tal como emo­cio­nal, así como el enten­di­mien­to mutuo y la satis­fac­ción expe­ri­men­ta­da en la inter­ac­ción.

Pro­ble­mas de Comu­ni­ca­ción: Eva­lúa los aspec­tos nega­ti­vos en la comu­ni­ca­ción como la resis­ten­cia a com­par­tir, esti­los de inter­ac­ción nega­ti­vos y selec­ti­vi­dad y cau­te­la en el con­te­ni­do de lo que se com­par­te.

Procedimiento

Para la apli­ca­ción de los ins­tru­men­tos los par­ti­ci­pan­tes se reu­nie­ron en las aulas den­tro de las ins­ta­la­cio­nes de la FES Izta­ca­la; se le asig­nó un lugar a cada par­ti­ci­pan­te y se pro­ce­dió a entre­gar­le un jue­go de cada cues­tio­na­rio, un con­sen­ti­mien­to infor­ma­do y un lápiz a cada uno. Pos­te­rior­men­te se leyó el con­sen­ti­mien­to infor­ma­do, las ins­truc­cio­nes de cada ins­tru­men­to y se pre­gun­tó si había dudas. Asi­mis­mo, dichas ins­truc­cio­nes se encon­tra­ban impre­sas en la par­te supe­rior de los ins­tru­men­tos; una vez acla­ra­das las dudas se ini­ció la acti­vi­dad cuya dura­ción fue de apro­xi­ma­da­men­te de 45 minu­tos.

Análisis estadísticos

Para la rea­li­za­ción de los aná­li­sis esta­dís­ti­cos se uti­li­zó el soft­wa­re “Paque­te Esta­dís­ti­co para las Cien­cias Socia­les (SPSS) ver­sión 20”, den­tro del pro­gra­ma se cap­tu­ra­ron los datos arro­ja­dos por los 200 cues­tio­na­rios y a su vez se rea­li­za­ron corre­la­cio­nes r de Pear­son de los dife­ren­tes fac­to­res que com­po­nen el cues­tio­na­rio de dife­ren­cia­ción de yo y el cues­tio­na­rio de comu­ni­ca­ción fami­liar.

Resultados

En la tabla 1 se mues­tran los coefi­cien­tes alfa de Cron­bach de los ins­tru­men­tos uti­li­za­dos; se obser­va que en el ins­tru­men­to de Dife­ren­cia­ción se obtu­vo un coefi­cien­te de con­fia­bi­li­dad de .874 y en el ins­tru­men­to de comu­ni­ca­ción un coefi­cien­te de .783.

Tabla 1. Coeficientes de confiabilidad del instrumento de diferenciación y comunicación.

Ins­tru­men­tos

Coefi­cien­te Alfa de Cron­bach

Dife­ren­cia­ción

.874

Comu­ni­ca­ción

.783

Tabla 2. Correlaciones entre las categorías del cuestionario de Diferenciación del Yo y del Cuestionario de Comunicación Familiar.
 

Dife­ren­cia­ción Bási­ca

Indi­fe­ren­cia­do Des­co­nec­ta­do

Indi­fe­ren­cia­do Fusio­na­do

Dife­ren­cia­do Fun­cio­nal

Dife­ren­cia­ción Total

Comu­ni­ca­ción Ofen­si­va Madre

Corre­la­ción de Pear­son

-.199**

-.262**

-.115

-.247**

-.296**

Sig. (bila­te­ral)

.006

.000

.112

.001

.000

N

192

193

193

193

192

Comu­ni­ca­ción Ofen­si­va Padre

Corre­la­ción de Pear­son

-.272**

-.108

-.286**

-.097

-.282**

Sig. (bila­te­ral)

.000

.144

.000

.189

.000

N

184

185

185

185

184

Comu­ni­ca­ción Evi­ta­ti­va Madre

Corre­la­ción de Pear­son

-.286**

-.135

-.030

-.093

-.199**

Sig. (bila­te­ral)

.000

.060

.674

.198

.006

N

194

195

195

195

194

Comu­ni­ca­ción Evi­ta­ti­va Padre

Corre­la­ción de Pear­son

-.364**

-.116

-.271**

-.009

-.273**

Sig. (bila­te­ral)

.000

.117

.000

.908

.000

N

184

185

185

185

184

Aper­tu­ra a la Comu­ni­ca­ción Madre

Corre­la­ción de Pear­son

.174*

.226**

.016

.135

.192**

Sig. (bila­te­ral)

.015

.001

.828

.060

.007

N

194

195

195

195

194

Aper­tu­ra a la Comu­ni­ca­ción Padre

Corre­la­ción de Pear­son

.297**

.098

.180*

.177*

.279**

Sig. (bila­te­ral)

.000

.186

.014

.016

.000

N

184

185

185

185

184

Pro­ble­mas de Comu­ni­ca­ción Madre

Corre­la­ción de Pear­son

-.275**

-.245**

-.094

-.187**

-.295**

Sig. (bila­te­ral)

.000

.001

.195

.009

.000

N

192

193

193

193

192

Pro­ble­mas de Comu­ni­ca­ción Padre

Corre­la­ción de Pear­son

-.345**

-.132

-.311**

-.080

-.324**

Sig. (bila­te­ral)

.000

.073

.000

.276

.000

N

184

185

185

185

184

Comu­ni­ca­ción Total Madre

Corre­la­ción de Pear­son

-.197**

-.085

-.106

-.123

-.197**

Sig. (bila­te­ral)

.006

.237

.142

.087

.006

N

192

193

193

193

192

Comu­ni­ca­ción Total Padre

Corre­la­ción de Pear­son

-.085

-.044

-.161*

.088

-.072

Sig. (bila­te­ral)

.251

.554

.028

.233

.330

En la Tabla 2 se mues­tran las corre­la­cio­nes entre las cate­go­rías del cues­tio­na­rio de dife­ren­cia­ción del yo y las cate­go­rías del cues­tio­na­rio de Comu­ni­ca­ción Fami­liar; se rea­li­za­ron corre­la­cio­nes de Pear­son en todos los casos por la natu­ra­le­za de los datos; la pri­me­ra cate­go­ría a ana­li­zar fue “Dife­ren­cia­ción Bási­ca” en la cual se encon­tra­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas con la comu­ni­ca­ción ofen­si­va en la madre (r=-.199, p< .05), la comu­ni­ca­ción ofen­si­va con el padre (r=-.272, p<.05), comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va con la madre (r=-.286, p<.05), comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va con el padre (r=-.364, p<0.5), aper­tu­ra a la comu­ni­ca­ción madre (r=.174, p<.05), aper­tu­ra a la comu­ni­ca­ción padre (r=.297, p<.05), pro­ble­mas de comu­ni­ca­ción madre (r=-.275, p<.05) y pro­ble­mas de comu­ni­ca­ción padre (-.345, p<.05); asi­mis­mo, no se encon­tra­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas entre la dife­ren­cia­ción bási­ca y el total de comu­ni­ca­ción en madre y padre (r=-.197, p>.05 y r=-.085, p>0.5; res­pec­ti­va­men­te).

La segun­da cate­go­ría a ana­li­zar fue la de “indi­fe­ren­cia­do des­co­nec­ta­do” en la cual se encon­tra­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas con la comu­ni­ca­ción ofen­si­va en la madre (r=-.262, p< .05), la comu­ni­ca­ción ofen­si­va con el padre (r=-.108, p<.05), comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va con la madre (r=-.135, p<.05), comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va con el padre (r=-.116, p<0.5), aper­tu­ra a la comu­ni­ca­ción madre (r=.226, p<.05), , pro­ble­mas de comu­ni­ca­ción madre (r=-.245, p<.05); de la mis­ma mane­ra, no se encon­tra­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas en la aper­tu­ra a la comu­ni­ca­ción padre (r=.098, p>.05), pro­ble­mas de comu­ni­ca­ción padre (-.132, p>.05) y el total de comu­ni­ca­ción en madre y padre (r=-.085, p>.05 y r=-.044, p>0.5; res­pec­ti­va­men­te).

La ter­ce­ra cate­go­ría fue indi­fe­ren­cia­do fusio­na­do, en la cual se encon­tra­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas con la comu­ni­ca­ción ofen­si­va con el padre (r=-.286, p<.05), comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va con el padre (r=-.271, p<0.5), aper­tu­ra a la comu­ni­ca­ción padre (r=.180, p<.05), y pro­ble­mas de comu­ni­ca­ción padre (-.311, p<.05) y total de comu­ni­ca­ción padre (r=-.161, p<0.5); así mis­mo, no se encon­tra­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas entre la comu­ni­ca­ción ofen­si­va en la madre (r=-.115, p> .05), comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va con la madre (r=-.030, p>.05), aper­tu­ra a la comu­ni­ca­ción madre (r=.016, p>.05), pro­ble­mas de comu­ni­ca­ción madre (r=-.094, p>.05), y el total de comu­ni­ca­ción en madre (r=-.106, p>.05).

La cuar­ta cate­go­ría fue dife­ren­cia­do fun­cio­nal, en la cual se encon­tra­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas con la comu­ni­ca­ción ofen­si­va en la madre (r=-.247, p< .05), aper­tu­ra a la comu­ni­ca­ción padre (r=.177, p<.05), pro­ble­mas de comu­ni­ca­ción madre (r=-.187, p<.05) y; no se encon­tra­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas en la comu­ni­ca­ción ofen­si­va con el padre (r=-.097, p>.05), comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va con la madre (r=-.093, p>.05), comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va con el padre (r=-.009, p>0.5), pro­ble­mas de comu­ni­ca­ción padre (-.080, p>.05) aper­tu­ra a la comu­ni­ca­ción madre (r=.135, p>.05), total de comu­ni­ca­ción en madre (r=-.123, p>.05) y el total de comu­ni­ca­ción padre (r=.088, p>0.5).

La quin­ta cate­go­ría en la cual se encon­tra­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas con la comu­ni­ca­ción ofen­si­va en la madre (r=-.296, p> .05), la comu­ni­ca­ción ofen­si­va con el padre (r=-.282, p>.05), comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va con la madre (r=-.199, p>.05), comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va con el padre (r=-.273, p>0.5), aper­tu­ra a la comu­ni­ca­ción madre (r=.192, p>.05), aper­tu­ra a la comu­ni­ca­ción padre (r=.279, p>.05), pro­ble­mas de comu­ni­ca­ción madre (r=-.295, p>.05), pro­ble­mas de comu­ni­ca­ción padre (-.324, p>.05) y el total de comu­ni­ca­ción en madre (r=-.197, p<.05); no se encon­tra­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas en el total de comu­ni­ca­ción padre (r=-.072 p<0.5).

Discusión y Conclusión

Como se ha revi­sa­do, la dife­ren­cia­ción nos per­mi­te des­cri­bir el gra­do de balan­ce emo­cio­nal que exis­te en una per­so­na, y la comu­ni­ca­ción per­mi­te dar cuen­ta de ese hecho; ya que de acuer­do con Bar­nes y Olson (1985), la comu­ni­ca­ción afec­ta el fun­cio­na­mien­to emo­cio­nal en la per­so­na sien­do este un indi­ca­dor de la dife­ren­cia­ción. Es por esto por lo que el pre­sen­te tra­ba­jo reu­nió el fac­tor comu­ni­ca­cio­nal en la fami­lia y la dife­ren­cia­ción del Yo, a fin de des­cri­bir ambos pro­ce­sos en la eta­pa de la ado­les­cen­cia.

Den­tro de los resul­ta­dos obte­ni­dos se pue­de des­ta­car que la mues­tra estu­vo balan­cea­da entre hom­bres y muje­res, por lo que las corre­la­cio­nes per­mi­ten des­cri­bir el pro­ce­so de comu­ni­ca­ción y dife­ren­cia­ción en ambos sexos. Como se pue­de ver en la Tabla 2, se corre­la­cio­na­ron las dife­ren­tes cate­go­rías del cues­tio­na­rio de dife­ren­cia­ción del Yo y del cues­tio­na­rio de comu­ni­ca­ción fami­liar; se encon­tra­ron 33 corre­la­cio­nes sig­ni­fi­ca­ti­vas de las 50 espe­ra­das.

En cate­go­ría Dife­ren­cia­ción Total se encon­tra­ron corre­la­cio­nes sig­ni­fi­ca­ti­vas en todas las cate­go­rías del cues­tio­na­rio de comu­ni­ca­ción fami­liar, a excep­ción del total de comu­ni­ca­ción con el padre; si bien esto nos indi­ca que a mayor gra­do de dife­ren­cia­ción exis­te un menor gra­do de comu­ni­ca­ción ofen­si­va, evi­ta­ti­va y pro­ble­mas en la comu­ni­ca­ción con el padre y madre, tam­bién indi­ca que a mayor aper­tu­ra a la comu­ni­ca­ción con el padre y la madre mayor es el gra­do de dife­ren­cia­ción en el ado­les­cen­te.

Con lo ante­rior­men­te men­cio­na­do, es razo­na­ble haber encon­tra­do dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas den­tro de los tota­les de ambas prue­bas, ya que eva­lúan ras­gos gene­ra­les de los cons­truc­tos de inte­rés. De acuer­do con la teo­ría de Bowen (1991, 2001), una per­so­na dife­ren­cia­da es aque­lla que tie­ne un balan­ce en su sis­te­ma emo­cio­nal e inte­lec­tual; y toman­do en cuen­ta el mode­lo de Bar­nes y Olson (1985), don­de se men­cio­na que una comu­ni­ca­ción efi­cien­te per­mi­te a la per­so­na un desa­rro­llo emo­cio­nal esta­ble, es posi­ble con­fir­mar la rela­ción entre estos dos cons­truc­tos, de la mis­ma for­ma, los resul­ta­dos encon­tra­dos reafir­man esta hipó­te­sis.

De la mis­ma for­ma, se rela­cio­na­ron las cate­go­rías del cues­tio­na­rio de dife­ren­cia­ción del Yo y del cues­tio­na­rio de comu­ni­ca­ción; en la pri­me­ra cate­go­ría, dife­ren­cia­ción bási­ca se encon­tra­ron diez corre­la­cio­nes sig­ni­fi­ca­ti­vas, cabe men­cio­nar que la dife­ren­cia­ción bási­ca se carac­te­ri­za por el gra­do de sepa­ra­ción emo­cio­nal que logra el indi­vi­duo a tra­vés de un pro­ce­so mul­ti­ge­ne­ra­cio­nal (Var­gas e Ibá­ñez, 2009). Estas carac­te­rís­ti­cas de la dife­ren­cia­ción bási­ca con la pri­me­ra cate­go­ría del cues­tio­na­rio de comu­ni­ca­ción (Comu­ni­ca­ción Ofen­si­va Madre y Padre), mues­tran una corre­la­ción sig­ni­fi­ca­ti­va nega­ti­va, lo que indi­ca que a menor comu­ni­ca­ción ofen­si­va con la madre y padre exis­te una mayor dife­ren­cia­ción bási­ca. Es decir, exis­te un mayor gra­do de sepa­ra­ción emo­cio­nal cuan­do la comu­ni­ca­ción con la madre y padre no es de carác­ter ofen­si­vo.

Con res­pec­to a la segun­da cate­go­ría (Comu­ni­ca­ción Evi­ta­ti­va Madre y Padre), se encon­tró una corre­la­ción sig­ni­fi­ca­ti­va nega­ti­va, la cual indi­ca que, a mayor gra­do de sepa­ra­ción emo­cio­nal, menor comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va con el padre y la madre; lo cual indi­ca, de acuer­do con el mode­lo de Bar­nes y Olson (1985), que la comu­ni­ca­ción se encuen­tre en un nivel medio.

En la ter­ce­ra cate­go­ría (Aper­tu­ra a la Comu­ni­ca­ción Madre y Padre) se encon­tró una corre­la­ción sig­ni­fi­ca­ti­va posi­ti­va, lo que indi­ca que a mayor gra­do de sepa­ra­ción emo­cio­nal mayor dis­po­si­ción exis­te a la comu­ni­ca­ción por par­te del padre y la madre. Cabe men­cio­nar que esta rela­ción fue la úni­ca posi­ti­va para la Dife­ren­cia­ción Bási­ca; esto de acuer­do con el mode­lo de Bar­nes y Olson (1985), reafir­ma que la comu­ni­ca­ción se desa­rro­lla en la medi­da en que el aspec­to emo­cio­nal es posi­ti­va­men­te expre­sa­do entre los miem­bros de la fami­lia. En la siguien­te cate­go­ría (Pro­ble­mas en la Comu­ni­ca­ción Madre y Padre), se encon­tró una corre­la­ción sig­ni­fi­ca­ti­va nega­ti­va; por lo que a mayor gra­do de sepa­ra­ción emo­cio­nal, exis­ten menos pro­ble­mas para comu­ni­car­se con la madre y el padre.

La últi­ma cate­go­ría fue el total de comu­ni­ca­ción, en don­de se encon­tró una corre­la­ción sig­ni­fi­ca­ti­va nega­ti­va, por lo que se pue­de decir que a mayor gra­do de sepa­ra­ción emo­cio­nal, menor comu­ni­ca­ción exis­te con la madre y el padre; de acuer­do con el mode­lo de Bar­nes y Olson (1985), la comu­ni­ca­ción fami­liar es un meca­nis­mo que las fami­lias uti­li­zan para com­par­tir sus pre­fe­ren­cias, nece­si­da­des y sen­ti­mien­tos. Sin embar­go, a medi­da que los ado­les­cen­tes cre­cen, esta comu­ni­ca­ción dis­mi­nu­ye. Por lo que de acuer­do con la teo­ría, esta corre­la­ción toma sen­ti­do con las carac­te­rís­ti­cas de la dife­ren­cia­ción bási­ca antes men­cio­na­das.

Se encon­tra­ron corre­la­cio­nes sig­ni­fi­ca­ti­vas en la cate­go­ría de Indi­fe­ren­cia­do Des­co­nec­ta­do, que se carac­te­ri­za por evi­tar cual­quier tipo de comu­ni­ca­ción en bus­ca de una sepa­ra­ción físi­ca y emo­cio­nal con la rela­ción con­flic­ti­va. En rela­ción con la comu­ni­ca­ción ofen­si­va madre y padre, indi­ca que a mayor comu­ni­ca­ción ofen­si­va de madre y padre, el gra­do de indi­fe­ren­cia­ción des­co­ne­xión es menor. Es decir, de acuer­do con Var­gas e Ibá­ñez (2009), la per­so­na tra­ta de sepa­rar­se de la rela­ción con­flic­ti­va pero no lo logra, por lo tan­to evi­ta el diá­lo­go.

En la siguien­te cate­go­ría, comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va madre y padre, se encon­tró una corre­la­ción sig­ni­fi­ca­ti­va nega­ti­va por lo que a mayor comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va con la madre y el padre, exis­te un menor gra­do de indi­fe­ren­cia­ción y des­co­ne­xión. Sin embar­go, se encon­tró una corre­la­ción sig­ni­fi­ca­ti­va entre la aper­tu­ra a la comu­ni­ca­ción con la madre y el gra­do de indi­fe­ren­cia­ción des­co­ne­xión; lo cual indi­ca que a mayor aper­tu­ra en la comu­ni­ca­ción con la madre, exis­te un menor gra­do de des­co­ne­xión. De acuer­do con la teo­ría, la per­so­na indi­fe­ren­cia­da des­co­nec­ta­da evi­ta el diá­lo­go para poder esca­par de la rela­ción con­flic­ti­va; pero en este caso la aper­tu­ra a la comu­ni­ca­ción indi­ca una rela­ción no con­flic­ti­va por lo que el gra­do de indi­fe­ren­cia­ción des­co­ne­xión tien­de a dis­mi­nuir.

Den­tro de la siguien­te cate­go­ría indi­fe­ren­cia­do fusio­na­do del cues­tio­na­rio de dife­ren­cia­ción del Yo, sólo se encon­tra­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas en las cate­go­rías del padre (ofen­si­va evi­ta­ti­va aper­tu­ra la comu­ni­ca­ción pro­ble­mas en la comu­ni­ca­ción y el total de comu­ni­ca­ción); de estas cate­go­rías sólo se encon­tró una posi­ti­va en la aper­tu­ra la comu­ni­ca­ción del padre, indi­can­do que, a mayor sea la aper­tu­ra, la comu­ni­ca­ción por par­te del padre, menor será el gra­do de indi­fe­ren­cia­ción fusión en el ado­les­cen­te; en cam­bio, las demás fue­ron dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas pero nega­ti­vas Lo cual indi­ca en pri­me­ra ins­tan­cia, que a mayor comu­ni­ca­ción ofen­si­va con el padre, menor es el gra­do de indi­fe­ren­cia­ción fusión; a mayor comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va con el padre menor es el gra­do.

Den­tro de la siguien­te cate­go­ría dife­ren­cia­do fun­cio­nal, se encon­tra­ron dos corre­la­cio­nes sig­ni­fi­ca­ti­vas nega­ti­vas en las cate­go­rías de la madre sien­do estás comu­ni­ca­ción ofen­si­va y pro­ble­mas en la comu­ni­ca­ción, lo cual indi­ca que a menor comu­ni­ca­ción ofen­si­va con la madre, mayor es el gra­do de dife­ren­cia­ción fun­cio­nal; y a menos pro­ble­mas en la comu­ni­ca­ción con la madre mayor es el gra­do de dife­ren­cia­ción fun­cio­nal. Asi­mis­mo, se encon­tró una corre­la­ción sig­ni­fi­ca­ti­va posi­ti­va entre la aper­tu­ra la comu­ni­ca­ción con el padre y la dife­ren­cia­ción fun­cio­nal; lo cual indi­ca que a mayor gra­do de aper­tu­ra de comu­ni­ca­ción con el padre mayor es el gra­do de dife­ren­cia­ción fun­cio­nal en el ado­les­cen­te.

Si bien, no se obtu­vie­ron todas las corre­la­cio­nes espe­ra­das, es nece­sa­rio men­cio­nar que los mar­cos teó­ri­cos de ambos ins­tru­men­tos no corres­pon­den por com­ple­to uno con otro; es decir, exis­ten dife­ren­cias teó­ri­cas entre ellos. Esto es evi­den­te en los sis­te­mas que uti­li­zan, la teo­ría de Bowen uti­li­za el sis­te­ma emo­cio­nal e inte­lec­tual den­tro de la dife­ren­cia­ción del Yo; en cam­bio, el mode­lo de Bar­nes y Olson sólo toma en cuen­ta el fac­tor emo­cio­nal.

Den­tro de esta inves­ti­ga­ción se emplea­ron dos ins­tru­men­tos estan­da­ri­za­dos y váli­dos para medir los cons­truc­tos para los que fue­ron ela­bo­ra­dos. Cabe men­cio­nar que el ins­tru­men­to de dife­ren­cia­ción del Yo mide un cons­truc­to com­ple­jo, pero a pesar de eso los datos se pue­den con­si­de­rar con­fia­bles. Den­tro de los resul­ta­dos se obtu­vie­ron dife­ren­cias que apo­yan la rela­ción entre la comu­ni­ca­ción fami­liar y el gra­do de dife­ren­cia­ción de la per­so­na.

Lo que a su vez nos indi­ca que no exis­te una homo­ge­nei­dad en los datos obte­ni­dos, indi­cán­do­nos que los par­ti­ci­pan­tes se encuen­tran dis­per­sos en el espec­tro de la dife­ren­cia­ción. Si bien es posi­ble men­cio­nar cate­go­rías en las que las dife­ren­cias fue­ron cons­tan­tes, como es el caso de la aper­tu­ra a la comu­ni­ca­ción y los tota­les de ambas prue­bas; estos resul­ta­dos refle­jan la nece­si­dad de rea­li­zar nue­vas inves­ti­ga­cio­nes para des­cri­bir las carac­te­rís­ti­cas de los rubros que esta inves­ti­ga­ción no alcan­zó a cubrir como la des­crip­ción del pro­ce­so de comu­ni­ca­ción den­tro de las dife­ren­tes cate­go­rías del cues­tio­na­rio de dife­ren­cia­ción del Yo.

Den­tro de la revi­sión biblio­grá­fi­ca, no se encon­tra­ron inves­ti­ga­cio­nes que rela­cio­nen direc­ta­men­te ambos fac­to­res. Sin embar­go, las inves­ti­ga­cio­nes revi­sa­das men­cio­nan el papel de la comu­ni­ca­ción en un pro­ce­so más com­ple­jo como la diná­mi­ca fami­liar, la satis­fac­ción den­tro del matri­mo­nio, etcé­te­ra. Es impor­tan­te seña­lar que la comu­ni­ca­ción, al ser un pro­ce­so bási­co, no es seña­la­da de mane­ra direc­ta en la teo­ría de Bowen.

Sin embar­go, toman­do en cuen­ta la teo­ría y los aná­li­sis rea­li­za­dos en el pre­sen­te tra­ba­jo, es posi­ble con­cluir que, el gra­do de balan­ce emo­cio­nal entre la cer­ca­nía y leja­nía de la per­so­na con su fami­lia de ori­gen y las per­so­nas con las que se rela­cio­na, depen­de, entre otros fac­to­res, del gra­do de comu­ni­ca­ción fami­liar que expre­sa.

Esto últi­mo per­mi­te con­fir­mar que la dife­ren­cia­ción se desa­rro­lla median­te la comu­ni­ca­ción que exis­ta den­tro de la fami­lia. Es decir, con­for­me a los patro­nes de com­por­ta­mien­to emo­cio­nal apren­di­dos, ya que estos se trans­mi­ten entre gene­ra­cio­nes median­te el pro­ce­so de comu­ni­ca­ción.

Sin embar­go, los resul­ta­dos no per­mi­ten rea­li­zar con­clu­sio­nes sobre las cate­go­rías don­de la comu­ni­ca­ción no es ver­bal, como por ejem­plo, la cate­go­ría de comu­ni­ca­ción evi­ta­ti­va, ya que la for­ma de eva­luar este tipo de comu­ni­ca­ción es median­te la per­cep­ción indi­vi­dual del par­ti­ci­pan­te.

Para futu­ras inves­ti­ga­cio­nes sería reco­men­da­ble la apli­ca­ción de entre­vis­tas a pro­fun­di­dad, para explo­rar aspec­tos más com­ple­jos sobre el pro­ce­so de dife­ren­cia­ción y la comu­ni­ca­ción fami­liar. Esto per­mi­te cen­trar­se en los deta­lles que los cues­tio­na­rios dejan a un lado. Por otro lado, se reco­mien­da la crea­ción de un ins­tru­men­to de comu­ni­ca­ción, con­gruen­te con el mar­co teó­ri­co de la teo­ría de Bowen; esto per­mi­ti­ría explo­rar las rela­cio­nes entre ambos con­cep­tos de una mane­ra deta­lla­da, y per­mi­ti­ría dar expli­ca­ción a pro­ce­sos pro­pios de la mis­ma teo­ría como por ejem­plo, el pro­ce­so de trans­mi­sión mul­ti­ge­ne­ra­cio­nal o el pro­ce­so de pro­yec­ción fami­liar.

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Viveros, E. (2010). La alteridad familiar. Una aproximación desde el concepto de alteridad de Emmanuel Lévinas. Medellín: Universidad de Manizales.

Notas

1. Pro­fe­sor Titu­lar de la Carre­ra de Psi­co­lo­gía. Correo Elec­tró­ni­co: jjvf@unam.mx

2. Pro­fe­so­ra Titu­lar de la Carre­ra de Psi­co­lo­gía. Correo Elec­tró­ni­co: joselinai@hotmail.com

3. Pro­fe­sor de Asig­na­tu­ra de la Carre­ra de Psi­co­lo­gía Correo elec­tró­ni­co: miguel180694@gmail.com