Repercusiones psicológicas del acoso sexual callejero en mujeres meridanas Descargar este archivo (Repercusiones psicológicas del acoso sexual callejero.pdf)

Jazive Tuyub Basulto, Valeria Valle Anguas1, Seydi Alpuche Salazar

Universidad Autónoma de Yucatán

Resumen

El obje­ti­vo de esta inves­ti­ga­ción fue cono­cer las reper­cu­sio­nes psi­co­ló­gi­cas que cau­sa el aco­so sexual calle­je­ro en las muje­res en la vida coti­dia­na. La mues­tra del estu­dio cua­li­ta­ti­vo fue­ron 14 muje­res, entre los 18 y 30 años. Los resul­ta­dos mos­tra­ron que la mayo­ría de las par­ti­ci­pan­tes han sufri­do de aco­so sexual en el trans­por­te públi­co, las calles y even­tos mul­ti­tu­di­na­rios como: bares, con­cier­tos, entre otras. De acuer­do con sus expe­rien­cias han iden­ti­fi­ca­do los siguien­tes tipos de aco­so: sexual, labo­ral, calle­je­ro, esco­lar y ciber­aco­so. Con­for­me a lo obte­ni­do, se pudo con­cluir que a las muje­res les gene­ra sen­ti­mien­tos nega­ti­vos como: impo­ten­cia, vul­ne­ra­bi­li­dad, inse­gu­ri­dad, moles­tia, mie­do, sen­ti­mien­to de inva­sión y ver­güen­za, pos­te­rior­men­te pue­den lle­gar a tener baja auto­es­ti­ma e inclu­so lle­gan a cam­biar su for­ma de ves­tir o las rutas que siguen para lle­gar a su des­tino, con el fin de evi­tar pasar por la mis­ma situa­ción de aco­so.

Pala­bras cla­ve: aco­so sexual, dife­ren­cias de géne­ro, calle­je­ro, sen­ti­mien­tos.

Abstract

The objec­ti­ve of this inves­ti­ga­tion was to know the psy­cho­lo­gi­cal reper­cus­sions of sexual harass­ment in the streets on women in every­day life. The sam­ple of this qua­li­ta­ti­ve study con­sis­ted in 14 women, aged bet­ween 18 to 30 years. The results revea­led that most of the par­ti­ci­pants have suf­fe­red sexual harass­ment on the streets, the public trans­port and on mas­si­ve events such as: con­certs, bars, among others. Accor­ding to their expe­rien­ces they have iden­ti­fied the follo­wing types of harass­ment: sexual harass­ment, work­pla­ce harass­ment, street harass­ment, bull­ying and cyber­bull­ying. In accor­dan­ce with the results, it’s con­clu­ded that this cau­ses women to get nega­ti­ve fee­lings, such as: impo­ten­ce, vul­ne­ra­bi­lity, inse­cu­rity, nui­san­ce, fear, sha­me and per­so­nal inva­sion; later, they can deve­lop a low self-esteem and even chan­ge their way of dres­sing or the rou­tes they follow to get to their des­ti­na­tions, in order to avoid going through the same harass­ment situa­tions.

Key­words: sexual harass­ment, gen­der dif­fe­ren­ces, street harass­ment, fee­lings.

Introducción

El tema cen­tral de esta inves­ti­ga­ción es el aco­so sexual calle­je­ro, que se refie­re a un tipo de vio­len­cia ejer­ci­da por una per­so­na des­co­no­ci­da a otra, sin con­sen­ti­mien­to y con la fina­li­dad de remar­car una posi­ción supe­rior en una rela­ción de poder que se ha impues­to por la socie­dad.

En pri­me­ra ins­tan­cia, la vio­len­cia se tra­ta de una o varias accio­nes que cau­san daño inten­cio­nal a una o un gru­po de per­so­nas median­te el uso de la fuer­za y pue­de pre­sen­tar­se de diver­sas mane­ras, ya sea ver­bal, físi­ca y sexual. De acuer­do con algu­nos estu­dios rea­li­za­dos por la Orga­ni­za­ción de las Nacio­nes Uni­das (ONU, 2014), se esti­ma que al menos el 35% de las muje­res a nivel mun­dial han sufri­do vio­len­cia físi­ca y/o sexual por par­te, o no, de un com­pa­ñe­ro sen­ti­men­tal en algún momen­to de su vida (párr.1). Con este estu­dio se pue­de ver que la vio­len­cia se pue­de rela­cio­nar con el aco­so sexual calle­je­ro, ya que ambas sur­gen de per­so­nas con las que nun­ca se ha teni­do con­tac­to. Otro pun­to res­ca­ta­ble del aco­so sexual calle­je­ro es el daño que los agre­so­res oca­sio­nan pue­de ser físico/sexual, aun­que tam­bién invo­lu­cra el ver­bal y, con ello, cla­si­fi­ca­ría como un tipo de vio­len­cia direc­ta.

Ade­más, es posi­ble afir­mar que el aco­so sexual calle­je­ro se da mayor­men­te en muje­res por toda la estig­ma­ti­za­ción que tie­nen en la socie­dad con rela­ción a los hom­bres. Por ello, estos últi­mos bus­can resal­tar esta supe­rio­ri­dad que se les ha dado ante las muje­res ejer­cien­do este tipo de vio­len­cia en los espa­cios públi­cos. Valle­jo & Riva­ro­la (2013) seña­lan que “las ciu­da­des no son igua­les para las muje­res y los hom­bres, sino que el espa­cio públi­co pare­ce ajeno a ellas, por lo que deben desa­rro­llar estra­te­gias diver­sas para reco­rrer­lo” (p. 5). Es posi­ble seña­lar que el aco­so sexual calle­je­ro deto­na en las muje­res la apli­ca­ción de diver­sas estra­te­gias nece­sa­rias para tran­si­tar los espa­cios públi­cos sin impor­tar el lugar del mun­do en don­de se encuen­tren.

Se pue­de decla­rar que es per­ti­nen­te rea­li­zar esta inves­ti­ga­ción debi­do a los por­cen­ta­jes de vio­len­cia que reci­ben las muje­res por par­te de per­so­nas que se encuen­tran en su entorno social. Lo ante­rior es preo­cu­pan­te en la medi­da que impli­ca que cada vez más muje­res son víc­ti­mas de vio­len­cia, lo cual oca­sio­na que ten­gan mie­do a con­fiar en sus seme­jan­tes.

Método

Par­ti­ci­pan­tes

Los par­ti­ci­pan­tes fue­ron muje­res de la ciu­dad de Méri­da del Esta­do de Yuca­tán, la mayo­ría de ellas tra­ba­ja­ba en el Ins­ti­tu­to de la Mujer del Esta­do, a excep­ción de una que tra­ba­ja­ba en ban­que­tes. Sus eda­des eran de entre 18 y 30 años, y todas han teni­do algu­na expe­rien­cia de aco­so sexual.

Ins­tru­men­to

Para la rea­li­za­ción de la inves­ti­ga­ción se apli­có una entre­vis­ta semi­es­truc­tu­ra­da que cons­ta de 10 pre­gun­tas abier­tas para iden­ti­fi­car aspec­tos gene­ra­les sobre el tema de aco­so sexual, tales como las expe­rien­cias que han teni­do, las con­se­cuen­cias, a quie­nes acu­die­ron cuan­do pasó, entre otras.

Se uti­li­zó una herra­mien­ta com­ple­men­ta­ria lla­ma­da “Reci­cla­je de mi his­to­ria” en la que se ayu­da­ba a las muje­res a con­ver­tir su pers­pec­ti­va nega­ti­va de su expe­rien­cia en una posi­ti­va, redac­tan­do una his­to­ria y ela­bo­ran­do un dibu­jo.

Resultados

Según este estu­dio se encon­tró que el aco­so pue­de efec­tuar­se de los varo­nes hacia las muje­res, enfa­ti­zan­do que exis­te una des­igual­dad jerár­qui­ca de poder entre ellos por cues­tio­nes socia­les y cul­tu­ra­les.

Una con­se­cuen­cia de esta situa­ción es que los varo­nes tien­den a cosi­fi­car a la mujer, pues­to que la ven como un medio de satis­fac­ción, pla­cer y repro­duc­ción sexual que se encuen­tra a su dis­po­si­ción y no como una per­so­na seme­jan­te a ellos, hacien­do que él se sien­ta supe­rior, mani­fes­tán­do­lo median­te el aco­so sexual ya que les cau­sa pla­cer este tipo de acti­vi­dad. Las par­ti­ci­pan­tes decla­ra­ron ser aco­sa­das por par­te de un varón por­que ellos bus­can demos­trar que tie­nen poder sobre ellas. Razón por la cual los varo­nes les dicen comen­ta­rios vul­ga­res, insi­nua­cio­nes, toque­teos, chi­fli­dos, etc., lo que es posi­ble aso­ciar con las inves­ti­ga­cio­nes actua­les en don­de se habla del domi­nio que tie­ne el varón sobre la mujer. Por ejem­plo, la par­ti­ci­pan­te 11 nos comen­ta­ba: “los hom­bres desean, no sé, sen­tir­se supe­rio­res a noso­tras, que, por el sim­ple de yo ser mujer, y yo por ser hom­bre pue­do tener un acer­ca­mien­to más con­ti­go, por decir­te unas pala­bras, una gro­se­ría, algo fuer­te no?” (comu­ni­ca­ción per­so­nal, 5 de octu­bre de 2018).

Actual­men­te, exis­ten dife­ren­tes tipos de aco­so que se encuen­tran pre­sen­tes dia­ria­men­te en la vida de las per­so­nas que habi­tan en la ciu­dad de Méri­da, Yuca­tán. Entre las comu­ni­ca­cio­nes de las par­ti­ci­pan­tes se encon­tró que el tipo de aco­so que más sufren es el aco­so sexual calle­je­ro, el cual les suce­de al cami­nar en cual­quier lugar públi­co.

Asi­mis­mo, las par­ti­ci­pan­tes reco­no­cían que exis­ten otros tipos de aco­so, como el aco­so esco­lar, el cual es rea­li­za­do por los mis­mos com­pa­ñe­ros de cla­se; tam­bién men­cio­nan el aco­so sexual, el cual seña­la­ban que podía ser come­ti­do por un varón o mujer; hablan del aco­so labo­ral, en el cual los pro­ta­go­nis­tas son los jefes que apro­ve­chan su poder jerár­qui­co en la empre­sa para aco­sar a las emplea­das, o cuan­do los clien­tes se acer­can a las ser­vi­do­ras públi­cas y tie­nen la osa­día de come­ter este tipo de aco­so duran­te su tra­ba­jo. Otro aspec­to intere­san­te que las par­ti­ci­pan­tes decla­ra­ron fue que los ami­gos pue­den lle­gar a apro­ve­char­se de las muje­res, ya que pien­san que esta­rían dis­pues­tas a sobre­pa­sar cier­tos lími­tes que se han esta­ble­ci­do en esa rela­ción de amis­tad. Tam­bién comen­ta­ron que se pue­de dar este fenó­meno de mane­ra digi­tal, ya sea por men­sa­jes de tex­to a tra­vés de dis­tin­tas pla­ta­for­mas, WhatsApp, Mes­sen­ger, Hot­mail, etc., y con ello esta­ban refi­rién­do­se al ciber­aco­so.

En cuan­to a las situa­cio­nes de aco­so, las par­ti­ci­pan­tes que uti­li­zan el trans­por­te públi­co de mane­ra cons­tan­te men­cio­nan que, muchas veces cuan­do el trans­por­te se satu­ra de pasa­je­ros, los varo­nes son los que sue­len apro­ve­char ese momen­to para pegar­se mucho a ellas, rozan­do, así, sus par­tes ínti­mas con algu­na par­te del cuer­po de ellas, así como come­ter vul­ga­ri­da­des como tocar­les la pier­na. Un ejem­plo de esto fue la expe­rien­cia muy impac­tan­te que tuvo una de las par­ti­ci­pan­tes al ver que un hom­bre se mas­tur­ba­ba al lado de ella, el cual ter­mi­nó eya­cu­lan­do y man­chán­do­la, por lo que la mujer ter­mi­nó llo­ran­do al regre­sar a su casa. De acuer­do con las expe­rien­cias que ocu­rren en el trans­por­te públi­co se pue­de com­pro­bar que el aco­so sexual suce­de mayor­men­te cuan­do las muje­res se encuen­tran solas.

Asi­mis­mo, cuan­do las muje­res cami­nan por las calles sue­len sen­tir­se aco­sa­das al reci­bir chi­fli­dos, piro­pos, insi­nua­cio­nes, mira­das las­ci­vas y/o toque­teos sin con­sen­ti­mien­to y que pue­den lle­gar a ser vio­len­tos. Algu­nos ejem­plos de los piro­pos que les dicen son “mama­ci­ta”, “qué chu­la” y “qué gua­pa”. Estos piro­pos o comen­ta­rios pue­den ser malin­ten­cio­na­dos y pro­vo­car inco­mo­di­dad o inclu­so eno­jo en las muje­res. Los varo­nes que ejer­cen este tipo de aco­so no se dan cuen­ta que pue­den dañar la inte­gri­dad de la mujer, no lo con­si­de­ran como algo serio y no miden las con­se­cuen­cias de sus accio­nes.

Median­te las entre­vis­tas rea­li­za­das las par­ti­ci­pan­tes expre­sa­ron lo que sin­tie­ron, hacien­do refe­ren­cia a la inse­gu­ri­dad de andar solas en dis­tin­tos luga­res por la ves­ti­men­ta que uti­li­zan, la moles­tia por las gro­se­rías o insul­tos y por inten­tar tocar­las. Algu­nas de las par­ti­ci­pan­tes men­cio­nan que han sido aco­sa­das en even­tos mul­ti­tu­di­na­rios como son con­cier­tos, bares, dis­co­te­cas y/o cen­tros comer­cia­les. Como mues­tra de esto, una par­ti­ci­pan­te nos seña­ló: “en una oca­sión fui a un con­cier­to que igual esta­ba así en gru­po de amis­ta­des y de nue­vo sen­tí que me toca­ron un glú­teo” (par­ti­ci­pan­te 5, comu­ni­ca­ción per­so­nal, 1 de octu­bre, 2018). Con base a esta expe­rien­cia, pode­mos afir­mar que el aco­so sexual pue­de ocu­rrir en cual­quier lugar y en cual­quier momen­to, sin impor­tar si se tie­ne o no com­pa­ñía.

Factores para identificar una situación de acoso

El aco­so sexual es un pro­ble­ma que impli­ca diver­sos fac­to­res, tan­to físi­cos como ver­ba­les, que van afec­tan­do a la víc­ti­ma de mane­ra nega­ti­va. Entre los fac­to­res de aco­so sexual que encon­tra­mos están los sen­ti­mien­tos de des­agra­do e inco­mo­di­dad al ser pro­vo­ca­do por un des­co­no­ci­do que inva­de el espa­cio per­so­nal de la mujer, al rozar o exhi­bir sus par­tes ínti­mas, al acer­car­se a ellas en un con­tex­to sexual, entre otros. Un ejem­plo de la iden­ti­fi­ca­ción de este pro­ble­ma fue cuan­do “una per­so­na que no esta­ba bien de sus facul­ta­des men­ta­les” (par­ti­ci­pan­te 2, comu­ni­ca­ción per­so­nal, 28 de sep­tiem­bre de 2018) se intro­du­jo al domi­ci­lio de la par­ti­ci­pan­te y rozó sus par­tes ínti­mas en un cris­tal, cau­san­do que ella se sin­tie­ra inva­di­da y vul­ne­ra­ble por no poder hacer nada para dete­ner­lo.

Otros aspec­tos men­cio­na­dos por las muje­res son las ver­ba­li­za­cio­nes por par­te del aco­sa­dor, su acti­tud, el con­tac­to físi­co que se tie­ne con él, los sil­bi­dos (que tal vez sea el más común y que es más difí­cil de ras­trear) y, en el caso de los con­duc­to­res, sonar el cla­xon para hacer que vol­teen a ver­lo y decir­les algo des­agra­da­ble.

Sentimientos que genera el acoso sexual

Se demos­tró que cuan­do las muje­res se encuen­tran en una situa­ción de aco­so sexual, la mayo­ría de ellas pue­de lle­gar a sen­tir­se inva­di­das, vul­ne­ra­bles e inse­gu­ras en el lugar don­de han sido aco­sa­das algu­na vez, por el mie­do a que vuel­va a suce­der. Así pues, la par­ti­ci­pan­te 2 men­cio­nó que si no hubie­ra pedi­do ayu­da a un vecino cuan­do vivió el aco­so en su domi­ci­lio, lo más pro­ba­ble era que el aco­sa­dor hubie­ra acce­di­do a su casa has­ta el gra­do de poner­la en ries­go, por­que pudo haber recu­rri­do a la fuer­za.

Otros sen­ti­mien­tos que coin­ci­den con muje­res de otras inves­ti­ga­cio­nes son: la ver­güen­za, la impo­ten­cia y el eno­jo. Ellas comen­ta­ban que les eno­ja no poder hacer algo para evi­tar este tipo de situa­cio­nes.

Las reac­cio­nes ante las situa­cio­nes de aco­so sexual son diver­sas; sin embar­go, las muje­res de esta inves­ti­ga­ción comen­ta­ban que, en muchas oca­sio­nes, inten­tar con­tes­tar al aco­sa­dor o enfren­tar­los con una pala­bra gro­se­ra podría resul­tar con­tra­pro­du­cen­te ya que pue­de traer mayo­res reper­cu­sio­nes, como podría ser que el varón se vie­ra pro­vo­ca­do a con­ti­nuar con la vio­len­cia hacia ellas. Por lo que lo más pru­den­te sería bus­car ayu­da con algu­na per­so­na cer­ca­na o algu­na auto­ri­dad para que no exis­tan exce­si­vas con­se­cuen­cias.

Ade­más, algu­nas de las par­ti­ci­pan­tes opta­ron por cam­biar­se del lugar si se encon­tra­ban en algún trans­por­te públi­co y, en cuan­to esta­ban en la calle, cru­za­ban hacia la otra ban­que­ta, inclu­so los empu­ja­ban con la bol­sa si se acer­ca­ba mucho a ellas. Por otra par­te, exis­ten muje­res que no supie­ron qué hacer ante esa situa­ción y se que­da­ron para­li­za­das o “en shock” por­que no había una patru­lla o alguien cer­ca para pedir ayu­da. Sin embar­go, varias lo toma­ron con más cal­ma, ya que pri­me­ro eva­lua­ron la situa­ción y depen­dien­do de eso toma­ron accio­nes; a veces optan por evi­tar al aco­sa­dor o apar­tar­se del lugar has­ta con­si­de­rar­se segu­ras, o actúan de mane­ra indi­fe­ren­te; inclu­so hubo una per­so­na cuya reac­ción fue salir corrien­do del lugar en don­de se sin­tió aco­sa­da.

Cambios en su vida por sufrir acoso sexual

Las par­ti­ci­pan­tes de esta inves­ti­ga­ción men­cio­nan haber rea­li­za­do cam­bios en su ruta hacia su des­tino y en su ves­ti­men­ta; por ejem­plo, una par­ti­ci­pan­te men­cio­nó que cuan­do se diri­ge al zóca­lo de la ciu­dad de Méri­da, siem­pre uti­li­za pan­ta­lón. Otras seña­la­ron que se vol­vie­ron más pre­ca­vi­das y estu­vie­ron más aler­ta a par­tir de esta expe­rien­cia, a pro­pó­si­to de lo cual una mujer men­cio­nó: “me he vuel­to más fuer­te, como que he desa­rro­lla­do nue­vas habi­li­da­des” (par­ti­ci­pan­te 9, comu­ni­ca­ción per­so­nal, 3 de octu­bre, 2018).

Otros cam­bios que se encuen­tran pre­sen­tes en las muje­res son la for­ma de actuar en cier­tos luga­res don­de se pue­den sen­tir en ries­go de ser aco­sa­das y la impor­tan­cia que le dan a la com­pa­ñía de una per­so­na de con­fian­za. Por ello, algu­nas par­ti­ci­pan­tes comen­ta­ron que tra­tan de ale­jar­se sola­men­te si hay hom­bres en algún lugar por el que deseen pasar, inclu­so ponen en la par­te de enfren­te o a un cos­ta­do de su cuer­po la mochi­la o la bol­sa que traen con­si­go; otras men­cio­nan que pre­fie­ren estar acom­pa­ña­das al momen­to de tomar el camión por cual­quier situa­ción que pudie­ra sur­gir; asi­mis­mo, han apren­di­do que cuan­do están cami­nan­do deben ver quién está detrás, y en caso de que fue­se un varón dejar que pase delan­te de ellas; ade­más, un dato que des­ta­ca­ron es que inclu­so en luga­res en don­de nun­ca han vivi­do aco­so lle­gan a apli­car las mis­mas reglas.

A pesar de que el mayor cam­bio que rea­li­za­ron las entre­vis­ta­das fue que se vol­vie­ron más pre­ca­vi­das y cam­bia­ron su mane­ra de ves­tir, una de ellas comen­tó que no le sir­vió de mucho el modi­fi­car su ves­ti­men­ta por­que, a pesar de que se vis­tie­ra de una mane­ra “no pro­vo­ca­ti­va” la aco­sa­ban en la calle.

Conclusiones

El aco­so sexual es un tipo de vio­len­cia actual que se basa en una des­igual­dad de géne­ro impues­ta por la socie­dad, en la cual los varo­nes con­si­de­ran tener poder sobre las muje­res cosi­fi­cán­do­las y, en muchas oca­sio­nes, sin dar­se cuen­ta de la afec­ta­ción psi­co­ló­gi­ca y los cam­bios que pue­den cau­sar en su vida. Este pro­ble­ma es expe­ri­men­ta­do dia­ria­men­te por muchas muje­res, tan­to que a veces pien­san que es algo “nor­mal”; asi­mis­mo, algu­nas pre­fie­ren no hablar de este tipo de situa­cio­nes por ver­güen­za e inclu­so pue­den lle­gar a guar­dar­se lo suce­di­do para tra­tar de que pase des­aper­ci­bi­do. Por estas razo­nes, es muy impor­tan­te alzar la voz y defen­der­se ante esta pro­ble­má­ti­ca.

De acuer­do con un estu­dio rea­li­za­do por la CEPALC (2015), 6 de cada 10 muje­res han sido víc­ti­mas del aco­so calle­je­ro (párr. 2). La mayo­ría de las muje­res entre­vis­ta­das en esta inves­ti­ga­ción comen­tó haber sufri­do aco­so sexual calle­je­ro por par­te de un hom­bre, que según Mejía & Mar­tí­nez (S/A) las prin­ci­pa­les víc­ti­mas del aco­so sexual por par­te de hom­bres son muje­res (p. 2–6).

Según Gay­tán (2007), el aco­so sexual inclu­ye apro­xi­ma­cio­nes indi­rec­tas, sím­bo­los, sil­bi­dos, acer­ca­mien­tos, mira­das, susu­rros, con­tac­tos físi­cos y comen­ta­rios sexua­les (p. 5–17). Median­te las entre­vis­tas se encon­tra­ron dife­ren­tes mani­fes­ta­cio­nes del aco­so sexual calle­je­ro como chi­fli­dos, piro­pos, insi­nua­cio­nes, mira­das las­ci­vas y/o toque­teos que se pue­den dar sin su con­sen­ti­mien­to y que pue­den lle­gar a ser vio­len­tos, los cua­les son pre­sen­ta­dos pri­me­ra­men­te en espa­cios públi­cos, así como en bares, dis­co­te­cas y cen­tros comer­cia­les, pro­vo­cán­do­les impo­ten­cia, vul­ne­ra­bi­li­dad, inse­gu­ri­dad, moles­tia, mie­do, sen­ti­mien­to de inva­sión y ver­güen­za. Por su par­te, Medi­na y Zapa­na (2016) seña­lan que el aco­so sexual se da mayor­men­te en los espa­cios públi­cos, y que par­ti­cu­lar­men­te el calle­je­ro se da en el trans­por­te públi­co, en la vía públi­ca, en luga­res abier­tos como par­ques, pla­zas y para­de­ros, así como en luga­res de tra­ba­jo. Las muje­res pue­den sen­tir­se enco­le­ri­za­das, humi­lla­das, cul­pa­bles, depri­mi­das, irri­ta­bles y vul­ne­ra­bles, así como impo­ten­tes, moles­tas, des­ilu­sio­na­das, expe­ri­men­tar temor, cora­je ver­güen­za e indig­na­ción (pp. 61–84, 71).

Referencias

Comisión Económica para América Latina y Caribe (CEPALC). (2015). Acoso sexual en el espacio público: la ciudad en deuda con los derechos de las mujeres. Párr. 1-2 Recuperado en: https://www.cepal.org/fr/node/34890

Gaytán, P. (2007). El acoso sexual en lugares públicos: un estudio desde la Grounded Theory. El Cotidiano, 22. Pp. 5-17.

Organización de las Naciones Unidas (ONU), (2014). La violencia contra la Mujer. Párr.1. Recuperado de: http://www.unwomen.org/es/news/in-focus/end-violence-against-women/2014/violence

Vallejo, E. & Rivarola, M. (2013). La violencia invisible: acoso sexual callejero en Lima Metropolitana y Callao. Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú. (4), pp. 5. Recuperado en: http://repositorio.pucp.edu.pe/index/bitstream/handle/123456789/34946/Cuadernos%20de%20investigación%204.pdf?sequence=1&isAllowed=y

 

Notas

1. Correo elec­tró­ni­co: valeriavalle058@gmail.com.