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Rosa María González Ortiz1

Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM

Resu­men

El tér­mino edu­ca­ción se rela­cio­na con la adqui­si­ción de con­te­ni­dos, de cono­ci­mien­tos y acti­tu­des valio­sas des­de una pers­pec­ti­va cog­nos­ci­ti­va inten­cio­nal (Sava­ter: 1997). Todo esto enca­mi­na­do a la for­ma­ción de un tipo de per­so­na y un tipo de socie­dad que se con­si­de­ren desea­bles. Lo desea­ble se enmar­ca den­tro del para­dig­ma de la demo­cra­cia, los dere­chos huma­nos, la igual­dad de opor­tu­ni­da­des, la equi­dad de géne­ro, el cui­da­do de la tie­rra y la cul­tu­ra para la paz. A la edu­ca­ción se le con­si­de­ra como la fuen­te más con­fia­ble de desa­rro­llo, pro­gre­so y for­ta­le­ci­mien­to de la socie­dad. La escue­la es un espa­cio idó­neo para pro­mo­ver un ambien­te edu­ca­ti­vo ade­cua­do para gene­rar la equi­dad de géne­ro. Enten­dien­do la idea de equi­dad como un prin­ci­pio de jus­ti­cia, en don­de se asu­me la igual­dad en las dife­ren­cias, en don­de las per­so­nas sean hom­bres o muje­res pue­dan rea­li­zar­se en sus pro­pó­si­tos de vida. Se pro­po­ne la coedu­ca­ción como estra­te­gia de cons­truc­cio­nes de géne­ro para la equi­dad.

Pala­bras cla­ve: Ambien­te edu­ca­ti­vo, Cons­truc­ción de géne­ro, Coedu­ca­ción.

 

Abs­tract

The term edu­ca­tion is rela­ted to the acqui­si­tion of con­tent, know­led­ge and atti­tu­des valua­ble inten­tio­nal cog­ni­ti­ve pers­pec­ti­ve. It all tends to the for­ma­tion of a type of per­son and the kind of society that are con­si­de­red desira­ble. Currently the desira­ble is part of the para­digm of demo­cracy, human rights, equal oppor­tu­ni­ties, gen­der equa­lity, caring for the earth, and the cul­tu­re of pea­ce. To edu­ca­tion is con­si­de­red as the most relia­ble sour­ce of deve­lop­ment, pro­gress and strengthe­ning society. Thus, the school beco­mes an ideal spa­ce to pro­mo­te an edu­ca­tio­nal envi­ron­ment sui­ta­ble for gene­ra­ting gen­der equity. Unders­tan­ding the idea of equa­lity as a prin­ci­ple of jus­ti­ce, whe­re equa­lity is assu­med dif­fe­ren­ces in whe­re peo­ple both men and women can be made in pur­po­se of life accor­ding to their dif­fe­ren­ces. Coedu­ca­tion is pro­po­sed as a peda­go­gi­cal stra­tegy for attai­ning a healthy and ade­qua­te to allow more equi­ta­ble gen­der cons­truc­tions.

Key­words: Edu­ca­tio­nal envi­ron­ment, gen­der cons­truc­tion, coedu­ca­tion.

Introducción

Las dife­ren­cias sexua­les, bio­ló­gi­cas, ana­tó­mi­cas, fisio­ló­gi­cas y cro­mo­só­mi­cas entre hom­bres y muje­res son inter­pre­ta­das por la cul­tu­ra y deter­mi­nan la asig­na­ción de com­por­ta­mien­tos y roles. El con­cep­to de géne­ro es una cate­go­ría teó­ri­ca que ana­li­za los roles y los valo­res que la cul­tu­ra patriar­cal asig­na a los hom­bres y a las muje­res. Es decir, la con­duc­ta desea­ble espe­ra­da en un deter­mi­na­do tiem­po his­tó­ri­co, cla­se socio­eco­nó­mi­ca, ubi­ca­ción geo­grá­fi­ca y demás com­po­nen­tes de la sub­je­ti­vi­dad huma­na (Lamas, 1996).

En gene­ral, los valo­res asig­na­dos a las muje­res se con­si­de­ran infe­rio­res, por lo tan­to, la cul­tu­ra pro­du­ce una infe­rio­ri­za­ción de ellas; en cam­bio, a los hom­bres se les repre­sen­ta como supe­rio­res y la cul­tu­ra pro­du­ce una supe­rio­ri­dad de ellos en la visión dico­tó­mi­ca patriar­cal. La cons­truc­ción de géne­ro es apren­di­da y por ende modi­fi­ca­ble, pero, se sabe que cam­biar los aspec­tos cul­tu­ra­les no es tarea sen­ci­lla, requie­re com­pro­mi­so tan­to de muje­res como de hom­bres. Sin embar­go, son las muje­res quie­nes se han invo­lu­cra­do más en tra­ba­jar para la reso­lu­ción de la des­igual­dad entre los géne­ros, al res­pec­to Sole­dad Galle­go-Díaz seña­la:

Para com­ba­tir el anti­se­mi­tis­mo no hace fal­ta ser judío, como para luchar con­tra el racis­mo no hace fal­ta ser negro. Lamen­ta­ble­men­te, a veces pare­ce que para com­ba­tir la dis­cri­mi­na­ción de la mujer, hace fal­ta ser mujer (Doran­tes y Torres, 2011: 5).

Se asu­me que dife­ren­tes cam­pos del cono­ci­mien­to humano han esta­do intere­sa­dos en la edu­ca­ción, si hace­mos un reco­rri­do en la his­to­ria de las ideas, iden­ti­fi­ca­mos influen­cia de las siguien­tes dis­ci­pli­nas: Psi­co­lo­gía, Antro­po­lo­gía, Psi­co­lo­gía, Medi­ci­na, Dere­cho, Bio­lo­gía, Lite­ra­tu­ra, Filo­so­fía, y por supues­to Peda­go­gía. El con­cep­to de edu­ca­ción reúne prin­ci­pios que tie­nen que ver con cómo se  tras­mi­ten a las nue­vas gene­ra­cio­nes los cono­ci­mien­tos, el uso de nue­vas tec­no­lo­gías, los logros de la cul­tu­ra local y uni­ver­sal, ade­más de acti­tu­des éti­cas. En otras pala­bras, a tra­vés del pro­ce­so edu­ca­ti­vo se for­man per­so­nas para que se incor­po­ren a la socie­dad como seres de cono­ci­mien­tos, habi­li­da­des y acti­tu­des éti­cas, con capa­ci­dad para con­vi­vir, tener res­pe­to a la socie­dad, poseer capa­ci­dad crí­ti­ca y con un nivel impor­tan­te de com­pro­mi­so que faci­li­te la con­vi­ven­cia en los dife­ren­tes órde­nes socia­les.

Por edu­ca­ción enten­de­mos la adqui­si­ción de con­te­ni­dos, de cono­ci­mien­tos y acti­tu­des valio­sas des­de una pers­pec­ti­va cog­nos­ci­ti­va no iner­te. Todo esto enca­mi­na­do a la rea­li­za­ción de una fina­li­dad valio­sa: Un tipo de per­so­na y un tipo de socie­dad que se con­si­de­ren desea­bles (Hie­rro, 1994:7,8).

Modelo educativo tradicional, liberal y con perspectiva de género

  1. Mode­lo Edu­ca­ti­vo Tra­di­cio­na­lis­ta

Un Mode­lo edu­ca­ti­vo tra­di­cio­na­lis­ta pro­po­ne al docen­te como emi­sor des­de don­de flu­ye la infor­ma­ción, como la per­so­na que ejer­ce el con­trol y el poder auto­ri­ta­rio sobre el cono­ci­mien­to y sobre la con­duc­ta del alum­na­do. Las per­so­nas que se edu­can bajo este mode­lo se con­vier­ten en recep­to­res del cono­ci­mien­to, gene­ral­men­te su par­ti­ci­pa­ción tien­de a ser pasi­va y serán un esla­bón más de la socie­dad tra­di­cio­na­lis­ta.

Este mode­lo, al enmar­car­se en ideas de cons­truc­ción natu­ral, ubi­ca a los hom­bres y a las muje­res en espa­cios socia­les que se pien­san natu­ra­les e inmu­ta­bles. No son visi­bi­li­za­dos como seres con igua­les dere­chos e igua­les opor­tu­ni­da­des de rea­li­za­ción. Asi­mis­mo, al con­si­de­rar el mun­do como inmu­ta­ble, se fomen­ta una lucha para hacer que el mun­do, es decir, las rela­cio­nes socia­les no cam­bien. Difí­cil­men­te des­de una pos­tu­ra tra­di­cio­na­lis­ta se cons­tru­yen rela­cio­nes equi­ta­ti­vas.

2. Mode­lo Edu­ca­ti­vo Libe­ral

El mode­lo libe­ral pro­po­ne cam­bios en las per­so­nas que for­man par­te del pro­ce­so edu­ca­ti­vo, por ejem­plo, el pro­fe­so­ra­do debe ejer­cer auto­ri­dad y no auto­ri­ta­ris­mo, deben orien­tar y guiar en fun­ción de los intere­ses de los alum­nos. Se pro­po­ne que el alum­na­do sea acti­vo y res­pon­sa­ble de su pro­pio auto cono­ci­mien­to, con una aper­tu­ra men­tal y una volun­tad para cons­truir pos­tu­ras cons­cien­tes de la reali­dad que pue­den pasar des­aper­ci­bi­das, para ela­bo­rar crí­ti­ca cons­truc­ti­va de los pro­ble­mas del entorno social e his­tó­ri­co que les tocó vivir. Por ejem­plo, pro­ble­mas de orden polí­ti­co, edu­ca­ti­vo, labo­ra­les, pobre­za, repre­sión, impu­ni­dad, vio­len­cia, con­cen­tra­ción de la rique­za, pér­di­da del poder adqui­si­ti­vo, dete­rio­ro eco­ló­gi­co, con­ta­mi­na­ción, des­igual­dad, exclu­sión e inequi­dad en las rela­cio­nes entre hom­bres y muje­res, entre otros.

Des­de esta pro­pues­ta, la Epis­te­mo­lo­gía del cono­ci­mien­to debe basar­se en la ense­ñan­za de capa­ci­da­des de aná­li­sis, com­pa­ra­ción, elec­ción, con­fron­ta­ción, así como en la la posi­bi­li­dad de sus­ten­tar la elec­ción per­so­nal y los pro­yec­tos con argu­men­tos racio­na­les.

El pen­sa­mien­to res­pec­to a las muje­res tie­ne tin­tes femi­nis­tas, pro­po­ne que se con­ce­dan a las muje­res los mis­mos dere­chos y la mis­ma pro­tec­ción de las leyes. Los gran­des temas en una agen­da de equi­dad de géne­ro siguen sien­do el acce­so de las muje­res a los mis­mos dere­chos otor­ga­dos a los hom­bres, obte­ner la mis­ma pro­tec­ción legal e igual­dad en el acce­so de opor­tu­ni­da­des.

3. Mode­lo Edu­ca­ti­vo con Pers­pec­ti­va de Géne­ro

Un Mode­lo edu­ca­ti­vo con pers­pec­ti­va de géne­ro debe de tomar en cuen­ta lo siguien­te: 1) redis­tri­bu­ción equi­ta­ti­va de las acti­vi­da­des entre los sexos, en la esfe­ra públi­ca y pri­va­da, 2) jus­ta valo­ra­ción de los dis­tin­tos tra­ba­jos que rea­li­zan las muje­res y los hom­bres, 3) modi­fi­ca­ción de las estruc­tu­ras socia­les, reglas, hora­rios, meca­nis­mos, prác­ti­cas y valo­res que repro­du­cen des­igual­da­des, y 4) for­ta­le­ci­mien­to del poder de ges­tión y deci­sión de las muje­res.

Vir­gi­nia  Woolf  indi­ca que hace siglos que las muje­res han ser­vi­do de espe­jos dota­dos de la vir­tud mági­ca y deli­cio­sa de refle­jar la figu­ra del hom­bre, dos veces agran­da­da (Woolf, 2000: 97). Este apren­di­za­je de que las muje­res sean espe­jos y los hom­bres las uti­li­cen para pro­yec­tar su ser se ha gene­ra­do en la fami­lia y tam­bién en la escue­la, y no es una idea que refle­je equi­dad.

La construccion del género

El Ins­ti­tu­to Nacio­nal de las Muje­res seña­la que el géne­ro es: “el con­jun­to de ideas, creen­cias y atri­bu­cio­nes socia­les, cons­trui­das en cada cul­tu­ra y momen­to his­tó­ri­co, toman­do como base la dife­ren­cia sexual; a par­tir de ello se ela­bo­ran los con­cep­tos de ‘mas­cu­li­ni­dad’ y ‘femi­ni­dad’, que deter­mi­nan el com­por­ta­mien­to, las fun­cio­nes, las opor­tu­ni­da­des, la valo­ra­ción y las rela­cio­nes entre muje­res y hom­bres” (Secre­ta­ría de la Refor­ma Agra­ria, 2007: 8)

A los hom­bres se les con­fie­re el desa­rro­llo de las tareas de mayor tras­cen­den­cia social, eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca. Mien­tras que a las muje­res se les con­fi­na a las tareas domés­ti­cas y pro­crea­do­ras, que son muy impor­tan­tes, pero que han sido des­po­ja­das de su valor real des­de la cul­tu­ra patriar­cal y oca­sio­nan este­reo­ti­pos que limi­tan la liber­tad y las poten­cia­li­da­des de hom­bres y muje­res al esti­mu­lar o repri­mir com­por­ta­mien­tos que pro­du­cen inequi­dad y anta­go­nis­mo entre los géne­ros.

Dice Bea­triz Casa que a las niñas se les ense­ña a tener una ima­gen de dul­zu­ra y la ter­nu­ra, para asu­mir roles de espo­sas fie­les y madres abne­ga­das. A los niños se les ense­ña a ejer­cer el poder en la fami­lia, ser fuer­tes, no llo­rar, ser lis­tos para dar a las muje­res pro­tec­ción, ali­men­to, direc­ción, que los lle­va a ava­sa­llar los dere­chos de las muje­res (Hie­rro, 1997:53).

En esa ense­ñan­za de géne­ro par­ti­ci­pa el Esta­do, la escue­la, la fami­lia, los medios de comu­ni­ca­ción, la igle­sia. Las ins­ti­tu­cio­nes socia­les, como la fami­lia mono­gá­mi­ca, la socie­dad y el Esta­do son las defen­so­ras de los roles asig­na­dos a los géne­ros.

Doran­tes y Torres seña­lan que: en su pro­ce­so de socia­li­za­ción y desa­rro­llo, gene­ral­men­te se plan­tea que las muje­res tie­nen que man­te­ner­se jóve­nes, boni­tas, atrac­ti­vas, cas­tas y puras para el hom­bre, su ple­na rea­li­za­ción es ser madres y espo­sas (en ese orden) den­tro del espa­cio pri­va­do del hogar. Por otro lado, se espe­ra, en casi todos los casos, que los hom­bres en el espa­cio públi­co sean vio­len­tos, fuer­tes, deci­di­dos, triun­fa­do­res e infie­les, mos­tran­do en todo momen­to su supre­ma­cía sexual. (Doran­tes y Torres, 2011: 31)

Esta divi­sión ha fun­da­men­ta­do la asig­na­ción arbi­tra­ria de atri­bu­tos y posi­bi­li­da­des que valo­ran lo mas­cu­lino como supe­rior y lo feme­nino como infe­rior, dan­do lugar a una asi­me­tría social que se ha refor­za­do con el paso de los años median­te meca­nis­mos socia­les, eco­nó­mi­cos, cul­tu­ra­les y jurí­di­cos que per­pe­túan la des­igual­dad entre muje­res y hom­bres. Así lo demues­tran algu­nos datos inter­na­cio­na­les y nacio­na­les (Secre­ta­ría de la Refor­ma Agra­ria, 2007: 10–13).

Datos Internacionales

  • Las muje­res rea­li­zan 52 por cien­to de las horas tra­ba­ja­das en el mun­do, pero sólo se les paga­da un ter­cio de estas horas.
  • Las muje­res cons­ti­tu­yen dos ter­ce­ras par­tes de los 960 millo­nes de per­so­nas que no saben leer ni escri­bir.
  • Las muje­res son due­ñas de sólo 10 por cien­to del dine­ro que cir­cu­la y del uno por cien­to de la tie­rra cul­ti­va­da en el pla­ne­ta.
  • Dos ter­ce­ras par­tes de los mil 300 millo­nes de per­so­nas pobres en el mun­do son muje­res.

Datos nacionales

  • En 50 por cien­to de los hoga­res nacio­na­les hay al menos una mujer que tra­ba­ja y apor­ta ingre­sos al hogar.
  • Las muje­res repre­sen­tan el 37.1 por cien­to de la pobla­ción eco­nó­mi­ca­men­te acti­va.
  • Las muje­res dedi­can, en pro­me­dio, entre  nue­ve y 12 horas sema­na­les al tra­ba­jo domés­ti­co.
  • Los tra­ba­jos que hacen las muje­res supo­nen menor remu­ne­ra­ción y pres­ta­cio­nes socia­les.
  • Aún en los casos en que las muje­res lle­van a cabo tra­ba­jo igual o de igual valor, éstas reci­ben en pro­me­dio 8.3 por cien­to de ingre­so menor que los varo­nes. En algu­nos casos lle­ga has­ta 40 por cien­to.
  • El por­cen­ta­je de muje­res en pues­tos de direc­ción y en car­gos de repre­sen­ta­ción popu­lar es bajo: en el sec­tor públi­co sólo dos de cada 10 fun­cio­na­rios en pues­tos de direc­ción son muje­res.

Tan­to el  ámbi­to inter­na­cio­nal como nacio­nal nos mues­tran evi­den­cias esta­dís­ti­cas de inequi­dad que hay que aten­der, la pre­gun­ta es ¿por dón­de empe­zar? Des­de mi pun­to de vis­ta pode­mos empe­zar por la edu­ca­ción for­mal en las escue­las y des­de la divul­ga­ción en dife­ren­tes medios de comu­ni­ca­ción.

Ya ha sido men­cio­na­do que la escue­la es una de las ins­ti­tu­cio­nes en don­de se apren­de y se prac­ti­can con­di­cio­nes de géne­ro, apren­di­za­je que pue­de per­pe­tuar la con­di­ción, pero tam­bién la edu­ca­ción pue­de ser un espa­cio de refle­xión y trans­for­ma­ción de esos patro­nes limi­tan­tes.

A la escue­la se asis­te sin com­pa­ñía y sin fami­lia­res, sólo se acu­de con la cons­truc­ción de géne­ro de cada uno. Se dice que ya des­de los tres años se tie­nen intro­yec­ta­das ideas, creen­cias, roles, con­duc­tas y len­gua­je dife­ren­cia­do, depen­dien­do si se es hom­bre o mujer, pues la fami­lia, los medios de comu­ni­ca­ción, la igle­sia y el Esta­do han con­tri­bui­do a esa cons­truc­ción. Esa cons­truc­ción se pue­de reafir­mar o se pue­de trans­for­mar hacia for­mas de liber­tad y equi­dad.

El dise­ño de la escue­la como espa­cio edu­ca­ti­vo, la selec­ción del cono­ci­mien­to, el logro de sus fines y alcan­ces se han hecho des­de el andro­cen­tris­mo, por­que es des­de esta pos­tu­ra ideo­ló­gi­ca que se cons­tru­ye el mun­do. El andro­cen­tris­mo se refie­re al pun­to de vis­ta de los hom­bres, no de todos, sola­men­te de aque­llos que se encuen­tran en las cúpu­las del poder, pun­to de vis­ta que se con­vier­te en la medi­da de todas las cosas y tra­ta de con­ven­cer que las muje­res están inclui­das y repre­sen­ta­das, sin ser eso ver­da­de­ro, como ya ha sido seña­la­do por medio de inves­ti­ga­cio­nes con pers­pec­ti­va de géne­ro.

Mari­na Subirats (1994: 64) dice que el andro­cen­tris­mo pue­de lle­var a for­mu­la­cio­nes absur­das cuan­do en el aná­li­sis de la reali­dad se tie­ne úni­ca­men­te en cuen­ta aque­llo que han pro­du­ci­do los varo­nes: por ejem­plo, en el aná­li­sis eco­nó­mi­co del con­cep­to “tra­ba­jo” que­da defi­ni­do a par­tir de las carac­te­rís­ti­cas del tra­ba­jo con­si­de­ra­do mas­cu­lino en la socie­dad en que vivi­mos, de tal mane­ra que el tra­ba­jo domés­ti­co no es valo­ra­do como pro­duc­ti­vo, e inclu­so, a menu­do, se pone en duda si es real­men­te tra­ba­jo.

La elec­ción de los cono­ci­mien­tos tam­bién se hace des­de el andro­cen­tris­mo, por ejem­plo, los sabe­res que han sido desa­rro­lla­dos prin­ci­pal­men­te por muje­res que­dan excluí­dos. La edu­ca­ción for­mal siem­pre ha dado valor a las mate­má­ti­cas, his­to­ria, bio­lo­gía, todos sabe­res supues­ta­men­te pro­duc­ti­vos.

No se con­si­de­ra impres­cin­di­ble apren­der a cui­dar a un recién naci­do, a pre­pa­rar una comi­da, a cono­cer los efec­tos de un lava­do sobre los teji­dos o aten­der a las nece­si­da­des coti­dia­nas; en todo caso estas tareas no requie­ren cono­ci­mien­tos de los cua­les deba ocu­par­se la escue­la, por­que no se les atri­bu­ye la cate­go­ría de un saber fun­da­men­tal (Subirats, 1994: 65).

La aten­ción que el pro­fe­so­ra­do otor­ga a hom­bres y muje­res es dife­ren­te, se ha encon­tra­do que a los niños se les da mayor impor­tan­cia y se les escu­cha más que a las, refor­zan­do su segu­ri­dad y auto­es­ti­ma, nece­sa­rias en el mun­do públi­co que tran­si­ta­rán como suje­tos acti­vos, par­ti­ci­pa­ti­vos y segu­ros.

Are­nas y Doran­tes men­cio­nan que den­tro del aula esco­lar se ha inves­ti­ga­do el ejer­ci­cio de con­trol por par­te de los niños sobre las niñas. Askew y Ross han obser­va­do en sus inves­ti­ga­cio­nes en escue­las pri­ma­rias que las niñas son some­ti­das a un hos­ti­ga­mien­to por par­te de los niños. Esto se mani­fies­ta en comen­ta­rios crí­ti­cos y mor­da­ces res­pec­to al tra­ba­jo de las niñas, pro­vo­ca­cio­nes, tra­tos brus­cos y otras for­mas de inti­mi­da­ción (Doran­tes y Torres, 2011:77).

Las muje­res, en con­jun­to, adop­tan el papel pasi­vo que se les asig­na fren­te al papel acti­vo otor­ga­do a los niños, dejan­do que éstos ocu­pen los espa­cios cen­tra­les en los patios y en las aulas, que impon­gan sus jue­gos e inter­vi­nien­do lo impres­cin­di­ble en todas las situa­cio­nes abier­tas como, por ejem­plo, las asam­bleas (Subirats, 1994:69).

Este tra­to dife­ren­cia­do y jerar­qui­za­do influ­ye en la elec­ción de carre­ra y expli­ca por qué las muje­res eli­gen estu­dios poco valo­ra­dos por la socie­dad o acep­tan pues­tos pro­fe­sio­na­les subor­di­na­dos y mal paga­dos.

La coeducación como modelo educativo para la equidad de género

La coedu­ca­ción es un méto­do de inter­ven­ción edu­ca­ti­va que va más allá de la edu­ca­ción mix­ta, y cuyas bases se asien­tan en el reco­no­ci­mien­to de las poten­cia­li­da­des e indi­vi­dua­li­da­des de las muje­res y los hom­bres, inde­pen­dien­te­men­te de su sexo. Se pue­de decir que la coedu­ca­ción se basa en el res­pe­to de las dife­ren­cias y tie­ne como obje­ti­vo igua­lar las opor­tu­ni­da­des (Subirats: 1994).

Objetivos

  • Sen­tir­se bien con lo que se quie­re ser.
  • Escu­char un len­gua­je que nom­bre y repre­sen­te a hom­bres y a muje­res
  • Reci­bir valo­ra­ción en igual­dad de dere­chos y opor­tu­ni­da­des.

En el ambien­te esco­lar

  • Incor­po­rar lo emo­cio­nal.
  • Tra­ba­jar los tex­tos edu­ca­ti­vos, cui­dan­do la repre­sen­ta­ción de hom­bres y muje­res.
  • Capa­ci­ta­ción del pro­fe­so­ra­do en cuan­to a la refle­xión de su prác­ti­ca docen­te.

En el ambien­te fami­liar

  • Repar­to de las tareas den­tro del hogar.
  • Pro­mo­ción de los Dere­chos Huma­nos.
  • Incor­po­ra­ción de las muje­res al ámbi­to labo­ral y de los hom­bres a las tareas hoga­re­ñas.
  • Uso de jugue­tes libres de este­reo­ti­pos.
  • Mejo­rar la comu­ni­ca­ción entre todas las per­so­nas que com­par­ten el hogar.
  • Incre­men­tar el mane­jo de emo­cio­nes

Pro­po­ner la coedu­ca­ción como un mode­lo edu­ca­ti­vo para logar un ambien­te sano y ade­cua­do que per­mi­ta cons­truc­cio­nes de géne­ro más equi­ta­ti­vas, es actual­men­te la suge­ren­cia más ade­cua­da para supe­rar la pro­ble­má­ti­ca que ha sido expues­ta (Cer­vi­ño, 2007).

Pare­ce impor­tan­te tra­ba­jar en el medio edu­ca­ti­vo los siguien­tes aspec­tos:

  • Desa­rro­llar una auto­es­ti­ma valio­sa y autó­no­ma.
  • Pro­mo­cio­nar nue­vas iden­ti­da­des mas­cu­li­nas y feme­ni­nas para supe­rar la idea de pro­fe­sio­nes para ellos y pro­fe­sio­nes para ellas.
  •  Apo­yar para que las muje­res cum­plan metas y pro­pó­si­tos pro­pios.
  • Alen­tar la auto­su­fi­cien­cia eco­nó­mi­ca y emo­cio­nal, en par­ti­cu­lar para ellas.
  • Esta­ble­cer estra­te­gias para infor­mar a las muje­res y a los hom­bres acer­ca de los pro­ble­mas de inequi­dad.
  • Difun­dir el cono­ci­mien­to de los dere­chos huma­nos.

Conclusiones

En este tra­ba­jo revi­sa­mos las ideas que defi­nen a los mode­los edu­ca­ti­vos tra­di­cio­nal y libe­ral. En el mode­lo tra­di­cio­nal no iden­ti­fi­ca­mos estra­te­gias para supe­rar la con­di­ción de inequi­dad que pre­va­le­ce en un ambien­te edu­ca­ti­vo, por lo con­ta­rio se per­pe­túan las iden­ti­da­des de géne­ro este­reo­ti­pa­das que oca­sio­nan con­di­cio­nes de supe­rio­ri­dad para ellos y de infe­rio­ri­dad para ellas.

En un mode­lo edu­ca­ti­vo libe­ral se sugie­re la edu­ca­ción de las muje­res, este mode­lo tie­ne tin­tes femi­nis­tas ya que denun­cia la influen­cia y limi­ta­cio­nes que tie­nen los mari­dos sobre sus espo­sas y pro­po­ne que se con­ce­dan a las muje­res los mis­mos dere­chos y la mis­ma pro­tec­ción de las leyes.

La pro­pues­ta edu­ca­ti­va con equi­dad de géne­ro advier­te sobre la impor­tan­cia de dar una serie de cono­ci­mien­tos a las muje­res, acer­ca de su rea­li­za­ción, el uso de su tiem­po, la impor­tan­cia de logar una segu­ri­dad eco­nó­mi­ca para poder lle­gar a ser per­so­nas autó­no­mas. 

Iden­ti­fi­ca­mos que a los hom­bres se les han con­fe­ri­do las tareas de mayor tras­cen­den­cia social, eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca. Y a las muje­res se les ha con­fi­na­do en las tareas domés­ti­cas y pro­crea­do­ras, que son muy impor­tan­tes, pero que han sido des­po­ja­das de su valor real des­de la cul­tu­ra patriar­cal. Reco­no­ce­mos que la cons­truc­ción del géne­ro oca­sio­na este­reo­ti­pos que limi­tan la liber­tad y las poten­cia­li­da­des de hom­bres y muje­res al esti­mu­lar o repri­mir com­por­ta­mien­tos que pro­du­cen inequi­dad y anta­go­nis­mo. Revi­sa­mos cifras nacio­na­les e inter­na­cio­na­les que mues­tran cru­da­men­te pro­ble­mas de des­igual­dad que nos cau­san males­tar y nos con­vo­ca a hacer algo para resol­ver la pro­ble­má­ti­ca.

En cuan­to al ambien­te edu­ca­ti­vo des­cu­bri­mos que muje­res y hom­bres no son tra­ta­dos en igual­dad (Gar­cía, 2004). Para ellos es fácil iden­ti­fi­car­se con figu­ras mas­cu­li­nas valio­sas, pue­den acce­der a cono­ci­mien­tos ela­bo­ra­dos por hom­bres y en las aulas se les pres­ta más aten­ción, tam­bién, tie­nen más con­fian­za para ocu­par espa­cios físi­cos y ava­sa­llar a las muje­res. Ellas tran­si­tan por las aulas con más sigi­lo y menos con­fian­za, tie­nen pocas imá­ge­nes de muje­res valio­sas con las que iden­ti­fi­car­se, se les pres­ta menos aten­ción y se sigue pen­san­do que el lugar más apro­pia­do para ellas es el hogar.

Pro­po­ne­mos a la coedu­ca­ción como el mode­lo edu­ca­ti­vo idó­neo para supe­rar con­di­cio­nes de inequi­dad entre hom­bres y muje­res.

Referencias

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Notas

1. Pro­fe­so­ra de carre­ra ads­cri­ta al área bási­ca médi­ca de la carre­ra de Ciru­jano Den­tis­ta en la Facul­tad de Estu­dios Supe­rio­res Izta­ca­la FESI. Per­te­ne­ce al Pro­gra­ma Ins­ti­tu­cio­nal de Estu­dios de Géne­ro de la FESI UNAM. Correo elec­tró­ni­co Kikinfan50@hotmail.com