Una idea sobre género y medio ambiente Descargar este archivo (Una idea sobre género y medio ambiente.pdf)

María de los Ángeles Herrera Romero

Programa Institucional de Estudios de Género de la FES Iztacala

Resu­men

Con todos los acuer­dos inter­na­cio­na­les fir­ma­dos y que se han pues­to en mar­cha en nues­tro país, el géne­ro pare­ce ser el tema de “moda” y por tan­to se ha tra­ta­do de vin­cu­lar o trans­ver­sa­li­zar en los dife­ren­tes temas socia­les y polí­ti­cos, por lo que en este artícu­lo se habla­rá del pano­ra­ma gene­ral de la rela­ción que tie­ne el géne­ro y el medio ambien­te en Méxi­co, ini­cian­do con un bre­ve pano­ra­ma his­tó­ri­co para fina­li­zar con los datos que se tie­nen repor­ta­dos de la imple­men­ta­ción de este tema  en nues­tro país.

Pala­bras cla­ve: géne­ro, medio ambien­te, polí­ti­cas públi­cas.

Abs­tract

With all the inter­na­tio­nal agree­ments sig­ned and imple­men­ted in our country, Gen­der seems to be a tren­ding topic and its has tried to be lin­ked or mains­trea­med in dif­fe­rent social and poli­ti­cal issues. So, this arti­cle will talk about the over­view of the rela­tionship of Gen­der and envi­ron­ment in Mexi­co, star­ting with a brief his­to­ri­cal over­view to finish with the data we have repor­ted on it imple­men­ta­tion in our country.

Key­words: Gen­der, Envi­ron­ment, Public policy.

Antecedentes del Género en el Medio Ambiente

La ONU defi­ne el medio ambien­te como el con­jun­to de cosas vivas que nos rodean. De éste obte­ne­mos agua, comi­da, com­bus­ti­bles y mate­rias pri­mas. Al abu­sar o hacer mal uso de los recur­sos natu­ra­les que se obtie­nen del medio ambien­te lo pone­mos en peli­gro y lo ago­ta­mos. El aire y el agua están con­ta­mi­nán­do­se, los bos­ques están des­apa­re­cien­do debi­do a los incen­dios y a la explo­ta­ción exce­si­va y los ani­ma­les se van extin­guien­do por el exce­so de la caza y de la pes­ca (CINU, 2000).

Según Tomás Aznar (2012) el medio ambien­te inclu­ye aque­llas con­di­cio­nes físi­cas, eco­nó­mi­cas, polí­ti­cas y socio cul­tu­ra­les que nos rodean y que varían a lo lar­go de los años. Estas con­di­cio­nes pue­den cons­ti­tuir un ries­go para la salud y afec­tan de una for­ma dife­ren­te a muje­res y hom­bres, por ejem­plo, la con­ta­mi­na­ción del aire pro­vo­ca mayo­res pro­ble­mas res­pi­ra­to­rios en muje­res que en varo­nes, sin embar­go, estos estu­dios no son con­clu­yen­tes por lo que se reco­mien­da la incor­po­ra­ción del géne­ro como una varia­ble para ver el impac­to de la con­ta­mi­na­ción ambien­tal.

His­tó­ri­ca­men­te, la rela­ción entre géne­ro y medio ambien­te comen­zó con el eco­fe­mi­nis­mo, gene­ran­do un mar­co con­cep­tual sobre las rela­cio­nes mujer-natu­ra­le­za. Éste plan­tea la exis­ten­cia de un víncu­lo entre ambas y defien­de la recu­pe­ra­ción de un “prin­ci­pio feme­nino” que impli­ca armo­nía, sus­ten­ta­bi­li­dad y diver­si­dad. Des­de esta posi­ción se afir­ma que todas las muje­res tie­nen una rela­ción espe­cial con la natu­ra­le­za y se con­si­de­ra a la mujer como un con­cep­to y una reali­dad uni­ta­rios, cen­tra­dos en el hecho de ser madre y cui­da­do­ra de vida (Are­llano, 2003). Al res­pec­to, Inmu­je­res (2008) publi­có en su pági­na de Inter­net que exis­te la idea de que las muje­res poseen una espe­cial afi­ni­dad con la natu­ra­le­za estan­do com­pro­me­ti­das con ella y sus obje­ti­vos en el uso de los recur­sos y en su pro­tec­ción, y que se carac­te­ri­zan por el “altruis­mo” ya que son las prin­ci­pa­les “volun­ta­rias” para luchar con­tra el dete­rio­ro ambien­tal.

Agar­wal, en 1991, pro­po­ne el tér­mino “ambien­ta­lis­mo femi­nis­ta”, el cual sugie­re que “la rela­ción de la gen­te con el medio ambien­te está estruc­tu­ra­da por fac­to­res de géne­ro, cla­se, casta/raza, etcé­te­ra, rela­cio­na­dos con la pro­duc­ción, repro­duc­ción y dis­tri­bu­ción, de tal mane­ra que “las divi­sio­nes de tra­ba­jo, pro­pie­dad y poder que deter­mi­nan la expe­rien­cia tam­bién deter­mi­nan los cono­ci­mien­tos basa­dos en esa expe­rien­cia” (Are­llano, 2003, pág. 94).

En 1995, sur­ge el con­cep­to de “eco­lo­gía polí­ti­ca femi­nis­ta” pro­pues­to por Roche­leau,  en este se aspi­ra a enten­der la mane­ra en que intere­ses dife­ren­tes sobre el medio ambien­te se gene­ran y desa­rro­llan  hacien­do un aná­li­sis de las rela­cio­nes de poder implí­ci­tas en el uso, per­cep­ción y con­trol de los recur­sos (Are­llano, 2003).

Género, Medio Ambiente y Políticas Públicas.

A media­dos de los años ochen­ta se comen­zó a arti­cu­lar el dis­cur­so del tema del medio ambien­te y las muje­res en el seno de la Con­ven­ción Inter­na­cio­nal de Nai­ro­bi y se incor­po­ró en la agen­da polí­ti­ca como una tarea pen­dien­te ema­na­da de la Cum­bre de Río de Janei­ro en 1992, apor­tan­do un plan de acción glo­bal para ins­ti­tu­cio­na­li­zar el papel de la mujer res­pec­to al medio ambien­te y el desa­rro­llo (Are­llano, 2003; Ruíz, 2003).

En Amé­ri­ca Lati­na, uno de los ejem­plos más fruc­tí­fe­ros del diá­lo­go entre teo­ría y pra­xis es el men­sa­je eco­ló­gi­co y femi­nis­ta que se está ges­tan­do, la lucha por la sobe­ra­nía ali­men­ta­ria y los dere­chos de las muje­res, espe­cial­men­te de cam­pe­si­nas e indí­ge­nas, sien­do las cla­ves para la crea­ción de un mode­lo de desa­rro­llo sus­ten­ta­ble y la con­ser­va­ción de la natu­ra­le­za median­te la Agro­eco­lo­gía (Puleo, 2011; cita­do en: Mele­ro, 2012).

En el ámbi­to inter­na­cio­nal, Méxi­co se ha adhe­ri­do a ins­tru­men­tos inter­na­cio­na­les inser­tos en la Car­ta Uni­ver­sal de los Dere­chos Huma­nos, cuyos meca­nis­mos de segui­mien­to son par­te del sis­te­ma de las Nacio­nes Uni­das para la pro­mo­ción y la defen­sa de los dere­chos huma­nos. En este con­jun­to de res­pon­sa­bi­li­da­des inter­na­cio­na­les, la Con­ven­ción sobre la Eli­mi­na­ción de Todas las For­mas de Dis­cri­mi­na­ción con­tra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), es un mapa de ruta para el Esta­do Mexi­cano, su Pro­to­co­lo Facul­ta­ti­vo com­ple­men­ta el mar­co jurí­di­co para la apli­ca­ción de las dis­po­si­cio­nes de la Con­ven­ción al otor­gar a las muje­res la posi­bi­li­dad de acce­der a los recur­sos nece­sa­rios para rei­vin­di­car sus dere­chos (SEGOB, 2013).

En Méxi­co, el pro­ce­so de incor­po­ra­ción del enfo­que de equi­dad en las polí­ti­cas públi­cas ini­ció de mane­ra ins­ti­tu­cio­nal en 1995, con el Pro­gra­ma Nacio­nal de la Mujer: Alian­za para la Igual­dad 1995–2000 (Pro­nam), sien­do una de las estra­te­gias fun­da­men­ta­les la pla­nea­ción con enfo­que de géne­ro. La enton­ces Comi­sión Nacio­nal de la Mujer, la Semar­nap y la Red Mujer y Medio Ambien­te comen­za­ron los pri­me­ros diá­lo­gos, en julio de 1998, que deli­nea­rían los pasos a seguir en el cor­to y mediano pla­zo para la adop­ción del enfo­que de equi­dad de géne­ro en las polí­ti­cas públi­cas ambien­ta­les.  Los resul­ta­dos die­ron pie al borra­dor de la Decla­ra­ción Polí­ti­ca de Equi­dad de Géne­ro para el Sec­tor, sur­gien­do el com­pro­mi­so con los pro­ce­sos de equi­dad de géne­ro hacia la sus­ten­ta­bi­li­dad.

A fina­les del 1998, la Con­mu­jer, la Sub­se­cre­ta­ría de Pla­nea­ción de la Semar­nap y la Red Mujer y Medio Ambien­te lle­va­ron a cabo la  “Pri­me­ra Reu­nión de Tra­ba­jo Géne­ro y Medio Ambien­te”,  plan­tean­do que la equi­dad de géne­ro es un ele­men­to cons­ti­tu­ti­vo del desa­rro­llo sus­ten­ta­ble, bajo los pará­me­tros de igual­dad de opor­tu­ni­da­des entre hom­bres y muje­res para deci­dir y par­ti­ci­par en el desa­rro­llo, esto dio pie al Pro­gra­ma Espe­cial de Equi­dad de Géne­ro, Medio Ambien­te y Sus­ten­ta­bi­li­dad (2000–2006) de la Semar­nat, con la línea estra­té­gi­ca de trans­ver­sa­li­dad de la pers­pec­ti­va de géne­ro. En junio de 1999, Méxi­co con­ta­ba ya con una Decla­ra­ción para la Equi­dad de Géne­ro de la SEMARNAP  (Ruiz, 2003).

En 2001 se expi­dió la Ley del Ins­ti­tu­to Nacio­nal de las Muje­res (Inmu­je­res), entre sus atri­bu­cio­nes des­ta­can: impul­sar la incor­po­ra­ción de la pers­pec­ti­va de géne­ro en la pla­nea­ción nacio­nal del desa­rro­llo, pro­gra­ma­ción y pre­su­pues­to de egre­sos de la fede­ra­ción; esti­mu­lar la incor­po­ra­ción de la pers­pec­ti­va de géne­ro en las polí­ti­cas públi­cas, en la ela­bo­ra­ción de pro­gra­mas sec­to­ria­les o, en su caso, ins­ti­tu­cio­na­les espe­cí­fi­cos, así como en las accio­nes de las depen­den­cias y enti­da­des de la Admi­nis­tra­ción Públi­ca Fede­ral (SEGOB, 2013). Así, en mar­zo del mis­mo año, la Semar­nat y el Inmu­je­res fir­ma­ron un con­ve­nio de cola­bo­ra­ción y esta­ble­cie­ron un pro­gra­ma de tra­ba­jo con­jun­to con la fina­li­dad de ins­ti­tu­cio­na­li­zar la pers­pec­ti­va de géne­ro en la polí­ti­ca ambien­tal para el desa­rro­llo sus­ten­ta­ble. El Plan de acción ini­cial­men­te pro­pues­to se trans­for­ma en el Pro­gra­ma de Equi­dad de Géne­ro, Medio Ambien­te y Sus­ten­ta­bi­li­dad (PEGMAS), den­tro de la cate­go­ría de pro­gra­mas espe­cia­les (Ruiz, 2003).

En junio de 2011 se refor­mó el artícu­lo 1° de la Cons­ti­tu­ción Polí­ti­ca de los Esta­dos Uni­dos Mexi­ca­nos para esta­ble­cer: “que todas las per­so­nas goza­rán de los dere­chos huma­nos reco­no­ci­dos en la Cons­ti­tu­ción y en los tra­ta­dos inter­na­cio­na­les de los que el Esta­do Mexi­cano sea par­te, así como de las garan­tías para su pro­tec­ción, cuyo ejer­ci­cio no podrá res­trin­gir­se ni sus­pen­der­se, sal­vo en los casos y bajo las con­di­cio­nes que esta Cons­ti­tu­ción esta­ble­ce, así como prohi­bir toda dis­cri­mi­na­ción moti­va­da por ori­gen étni­co o nacio­nal, el géne­ro, la edad, las dis­ca­pa­ci­da­des, la con­di­ción social, las con­di­cio­nes de salud, la reli­gión, las opi­nio­nes, las pre­fe­ren­cias sexua­les, el esta­do civil o cual­quier otra que aten­te con­tra la dig­ni­dad huma­na y ten­ga por obje­to anu­lar o menos­ca­bar los dere­chos y liber­ta­des de las per­so­nas”. Asi­mis­mo, el artícu­lo 4º cons­ti­tu­cio­nal dis­po­ne que el varón y la mujer son igua­les ante la Ley (SEGOB, 2013).

La Ley Gene­ral para la Igual­dad entre Muje­res y Hom­bres y la Ley Gene­ral de Acce­so de las Muje­res a una Vida Libre de Vio­len­cia, con­fi­gu­ran gran par­te de la agen­da nacio­nal para la igual­dad de géne­ro,  por lo que las atri­bu­cio­nes que ema­nan de los orde­na­mien­tos jurí­di­cos fue­ron incor­po­ra­das al Pro­gra­ma Nacio­nal para la Igual­dad de Opor­tu­ni­da­des y no Dis­cri­mi­na­ción con­tra las Muje­res 2013–2018 (PROIGUALDAD) que se reali­zó el 22 de julio de 2013, con­ce­bi­do como un pro­gra­ma que per­mi­te la ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción de la pers­pec­ti­va de géne­ro en las polí­ti­cas públi­cas de las depen­den­cias y en los pro­gra­mas sec­to­ria­les, espe­cia­les, ins­ti­tu­cio­na­les y regio­na­les a los que obli­ga el Plan Nacio­nal de Desa­rro­llo.

Den­tro de las estra­te­gia y líneas de acción de PROIGUALDAD, en la Estra­te­gia 1.1, cuyo obje­ti­vo es Armo­ni­zar la legis­la­ción nacio­nal con las con­ven­cio­nes y tra­ta­dos inter­na­cio­na­les de dere­chos huma­nos de las muje­res, de acuer­do con el Artícu­lo 1º Cons­ti­tu­cio­nal, se con­tem­plan tres líneas de acción que tie­nen rela­ción con el medio ambien­te y están rela­cio­na­das para su cum­pli­mien­to la Inmu­je­res, Secre­ta­ría de Medio Ambien­te y Recur­sos Natu­ra­les (Semar­nat) y la Secre­ta­ria de Rela­cio­nes Exte­rio­res (SRE):

  • 1.1.6. Armo­ni­zar los dere­chos de las muje­res con el Con­ve­nio sobre la Diver­si­dad Bio­ló­gi­ca.
  • 1.1.7 Pro­mo­ver la armo­ni­za­ción de los dere­chos de las muje­res con la Con­ven­ción de las Nacio­nes Uni­das de Lucha con­tra la Deser­ti­fi­ca­ción.
  • 1.1.8 Pro­mo­ver la armo­ni­za­ción de dere­chos de las muje­res con la Con­ven­ción Mar­co de las Nacio­nes Uni­das sobre el Cam­bio Cli­má­ti­co.

En la Estra­te­gia 3.4, que tie­ne por obje­ti­vo Pro­mo­ver el acce­so de las muje­res a la pro­pie­dad de tie­rra, agua, tec­no­lo­gía e infor­ma­ción de mer­ca­dos, para fines pro­duc­ti­vos, se iden­ti­fi­can tres líneas de acción que tie­nen rela­ción con el medio ambien­te y están rela­cio­na­das para su cum­pli­mien­to la Comi­sión Nacio­nal de Agua (Cona­gua), Secre­ta­ría de Agri­cul­tu­ra, Gana­de­ría, Desa­rro­llo Rural, Pes­ca y Ali­men­ta­ción (Sagar­pa) y Semar­nat:

  • 3.4.3 Rea­li­zar accio­nes afir­ma­ti­vas para incre­men­tar la par­ti­ci­pa­ción de las muje­res rura­les en pro­yec­tos pro­duc­ti­vos de ali­men­tos bási­cos.
  • 3.4.5 Impul­sar pro­yec­tos pro­duc­ti­vos, turís­ti­cos y de con­ser­va­ción del medio ambien­te espe­cial­men­te para las muje­res indí­ge­nas y del sec­tor rural.
  • 3.4.9 Fomen­tar el acce­so de las muje­res a los recur­sos hídri­cos.

La Estra­te­gia 5.5, que está estre­cha­men­te liga­da con el tema que nos com­pe­te, tie­ne como obje­ti­vo Incor­po­rar la pers­pec­ti­va de géne­ro en las polí­ti­cas ambien­ta­les y de sus­ten­ta­bi­li­dad, inclu­yen­do el mar­co jurí­di­co en mate­ria ambien­tal. En sus diez líneas de acción están rela­cio­na­das para su cum­pli­mien­to la Cona­gua, Sagar­pa y Semar­nat:

  • 5.5.1 Incor­po­rar pers­pec­ti­va de géne­ro en la Estra­te­gia Nacio­nal de Cam­bio Cli­má­ti­co.
  • 5.5.2 Ali­near y coor­di­nar pro­gra­mas fede­ra­les e indu­cir un cre­ci­mien­to ver­de inclu­yen­te con enfo­que de inter­cul­tu­ral y de géne­ro.
  • 5.5.3 Incor­po­rar a orga­ni­za­cio­nes civi­les en el orde­na­mien­to eco­ló­gi­co, desa­rro­llo y apro­ve­cha­mien­to sus­ten­ta­ble de los recur­sos natu­ra­les con pers­pec­ti­va de géne­ro.
  • 5.5.4 Pro­mo­ver obser­va­to­rios ciu­da­da­nos para el moni­to­reo, eva­lua­ción y ren­di­ción de cuen­tas para las accio­nes de géne­ro, hábi­tat y medio ambien­te.
  • 5.5.5 Impul­sar pro­gra­mas ten­dien­tes a redu­cir las bre­chas de géne­ro en el acce­so, uso y apro­ve­cha­mien­to de los recur­sos natu­ra­les.
  • 5.5.6 Impul­sar la igual­dad de géne­ro en el apro­ve­cha­mien­to y sus­ten­ta­bi­li­dad de los recur­sos natu­ra­les: agua, pes­ca, agri­cul­tu­ra, gana­de­ría, ener­gías reno­va­bles.
  • 5.5.7 Pro­mo­ver acti­vi­da­des de pes­ca y acua­cul­tu­ra sus­ten­ta­bles para muje­res en zonas cos­te­ras y flu­via­les.
  • 5.5.8 Impul­sar el sanea­mien­to y abas­to de agua para con­su­mo humano y uso domés­ti­co en zonas rura­les don­de las muje­res abas­te­cen.
  • 5.5.9 Ase­gu­rar que los ins­tru­men­tos finan­cie­ros para la miti­ga­ción, adap­ta­ción y reduc­ción de la vul­ne­ra­bi­li­dad bene­fi­cien igua­li­ta­ria­men­te a muje­res y niñas.
  • 5.5.10 Pro­mo­ver un sis­te­ma de infor­ma­ción sobre cam­bio cli­má­ti­co que gene­re datos e indi­ca­do­res des­agre­ga­dos por sexo.

Como pode­mos ver, Méxi­co tie­ne tra­ba­jo que hacer al res­pec­to y la meta a cubrir tie­ne como pla­zo el 2018, por lo que es de suma impor­tan­cia cono­cer cómo se están imple­men­tan­do estas líneas de acción para así veri­fi­car que se cum­pla con lo esta­ble­ci­do.

Conclusiones

Las muje­res a lo lar­go de la his­to­ria han desem­pe­ña­do un papel socio-ambien­tal impres­cin­di­ble, algu­nos ejem­plos de ello son: las muje­res de Greenham Com­mon que se opu­sie­ron a la base mili­tar ame­ri­ca­na con misi­les nuclea­res; las muje­res del movi­mien­to Chip­ko en el nor­te de India, que des­de prin­ci­pios de los años 70 se opu­sie­ron median­te resis­ten­cia no vio­len­ta a la explo­ta­ción comer­cial de los bos­ques del Hima­la­ya; la cam­pa­ña Lax­mi Muk­ti pro­mo­vi­da por muje­res y que se pro­po­ne con­se­guir el acce­so de las muje­res a la pro­pie­dad de la tie­rra y la pro­mo­ción de un sis­te­ma de pro­duc­ción agrí­co­la más eco­ló­gi­co en opo­si­ción al mode­lo de la revo­lu­ción ver­de pre­do­mi­nan­te en la India; el movi­mien­to cin­tu­rón ver­de en Kenia, en el que las muje­res de las zonas rura­les se movi­li­za­ron para refo­res­tar su país; la crea­ción del cam­pa­men­to Femi­nis­ta Inter­na­cio­nal ‘Myriam Mer­let, Anne Marie Corio­lan y Maga­lie Mar­ce­lin’ de Uni­ted Nations Deve­lop­ment Found for Woman (UNIFEM) en Hai­tí, tras los desas­tres del terre­mo­to de 2010 en el que se plan­teó la recons­truc­ción del país des­de la ciu­da­da­nía y la igual­dad de géne­ro; la sen­ta­da ocu­rri­da en octu­bre de 2011, don­de un gru­po de muje­res de la ciu­dad de Fukushi­ma pro­tes­ta­ron fren­te al Minis­te­rio de Eco­no­mía en Tokio con­tra la ener­gía nuclear y la ame­na­za que repre­sen­ta no sólo para su país, sino para el mun­do ente­ro (Mele­ro, 2012).

Sin embar­go, según lo repor­ta­do por Inmu­je­res (2008), la arti­cu­la­ción géne­ro y medio ambien­te tie­ne poca impor­tan­cia en la for­mu­la­ción de los pla­nes, polí­ti­cas y pro­gra­mas de las ins­ti­tu­cio­nes públi­cas y se man­tie­ne como un asun­to late­ral de las polí­ti­cas de desa­rro­llo, por lo que Ruiz (2003) men­cio­na que es impor­tan­te enfa­ti­zar que el pro­ce­so que se ha dado en nues­tro país para la incor­po­ra­ción del enfo­que de equi­dad de géne­ro en las polí­ti­cas públi­cas del sec­tor ambien­tal va acom­pa­ña­do de todo un movi­mien­to e ini­cia­ti­vas gene­ra­das en Cen­troa­mé­ri­ca.

En 2005, la hue­lla eco­ló­gi­ca, indi­ca­dor rele­van­te de dete­rio­ro ambien­tal, fue de 3.4 hec­tá­reas, super­fi­cie mucho mayor que las 1.7 hec­tá­reas de terreno pro­duc­ti­vo, lo cual mues­tra el uso no sos­te­ni­ble de los recur­sos natu­ra­les en Méxi­co. En áreas rura­les la prin­ci­pal fuen­te de ener­gía es la leña y es indis­pen­sa­ble ofre­cer alter­na­ti­vas de uso a las muje­res rura­les, indí­ge­nas y cam­pe­si­nas para dete­ner la defo­res­ta­ción y la deser­ti­fi­ca­ción (SEGOB, 2013).

En rela­ción con el acce­so dife­ren­cial de muje­res y hom­bres a los recur­sos pro­duc­ti­vos y a la toma de deci­sio­nes, hay 4.2 millo­nes de ejidatarios(as) y comuneros(as), de los cua­les 19.8% son muje­res. Al no ser pro­pie­ta­rias de la tie­rra, no pue­den acce­der a pro­gra­mas de equi­pa­mien­to, infra­es­truc­tu­ra, cré­di­tos, arren­da­mien­to, apo­yos eco­nó­mi­cos por pago de ser­vi­cios ambien­ta­les, etc., y no son repre­sen­ta­das en la toma de deci­sio­nes para orga­ni­zar las acti­vi­da­des agro­pe­cua­rias (SEGOB, 2013).

La vul­ne­ra­bi­li­dad que enfren­tan las muje­res ante los ries­gos de desas­tres difie­ren en fun­ción de los roles que desem­pe­ñan y los espa­cios en que se desa­rro­llan. Se seña­la que los desas­tres natu­ra­les tie­nen un impac­to mayor sobre la espe­ran­za de vida de las muje­res, pues son 14 veces más pro­pen­sas a morir duran­te un desas­tre. Ade­más, debi­do a que sobre las muje­res recae la res­pon­sa­bi­li­dad del tra­ba­jo no remu­ne­ra­do (sumi­nis­tro de cui­da­dos, agua y ali­men­tos), los desas­tres les aca­rrean una car­ga adi­cio­nal. (SEGOB, 2013)

INMUJERES (2008) seña­la que para enten­der las rela­cio­nes que esta­ble­cen muje­res y hom­bres con la natu­ra­le­za, es nece­sa­rio ana­li­zar el acce­so, uso y con­trol de los recur­sos y los bene­fi­cios que se deri­van de ellos y es pre­ci­so que los obje­ti­vos que se aso­cian al uso y mane­jo de los recur­sos ambien­ta­les tomen en cuen­ta las rela­cio­nes de poder y las rela­cio­nes de géne­ro que dife­ren­cian a varo­nes y muje­res en los pro­ce­sos de pro­duc­ción y repro­duc­ción; por lo que el aná­li­sis de los pro­ce­sos de degra­da­ción ambien­tal impo­ne visua­li­zar e incor­po­rar el impac­to que las muje­res y los hom­bres pro­vo­can en el medio ambien­te, y pro­mo­ver que las deci­sio­nes a nivel guber­na­men­tal y la ela­bo­ra­ción de polí­ti­cas públi­cas no que­den exen­tas de la incor­po­ra­ción de la pers­pec­ti­va de géne­ro.

Asi­mis­mo, Ruiz (2003) men­cio­na que se debe revi­sar la rela­ción “hom­bre-natu­ra­le­za” para replan­tear el mode­lo de desa­rro­llo, ya que esta rela­ción evi­den­cia un ses­go de géne­ro deter­mi­nan­te en los patro­nes de acción-pen­sa­mien­to y es aquí don­de cabe inser­tar la pers­pec­ti­va de géne­ro.

La Edu­ca­ción Ambien­tal, des­de un enfo­que de géne­ro, es un requi­si­to indis­pen­sa­ble para incor­po­rar el desa­rro­llo humano sus­ten­ta­ble. Dicho de otra mane­ra, no pue­de haber un desa­rro­llo humano sus­ten­ta­ble si no se tie­ne en cuen­ta la igual­dad de géne­ro. Esta pers­pec­ti­va pue­de apor­tar cla­ves impor­tan­tes y una mira­da dis­tin­ta de la domi­nan­te en los pro­ce­sos edu­ca­ti­vos. (Mele­ro, 2012).

Para Are­llano, en el 2003 era un reto la cons­truc­ción de una nue­va agen­da que per­mi­tie­ra ana­li­zar la par­ti­ci­pa­ción de las muje­res en la lucha eco­ló­gi­ca de una mane­ra rea­lis­ta, par­tien­do de cómo las mis­mas muje­res per­ci­ben su entorno y  la rela­ción de ellas con los hom­bres. Actual­men­te, según lo plan­tea­do por el PROIGUALDAD, esto se está con­vir­tien­do en reali­dad y nues­tro reto será veri­fi­car que se cum­pla lo pac­ta­do.

Referencias

Arellano, R. (julio de 2003). Género, medio ambiente y desarrollo sustentable: un nuevo reto para los estudios de género. (U. d. Guadalajara, Ed.) Revista de Estudios de Género. La Ventana, 79-106. Recuperado el Septiembre de 2015

CINU. (2000). Naciones Unidas- Centro de Información. Recuperado el septiembre de 2015, de http://www.cinu.org.mx/ninos/html/onu_n5.htm

Inmujeres. (2008). INMUJERES. Recuperado el 2015, de www.inmujeres.gob.mx

Melero, N. &. (Diciembre de 2012). Género y medio ambiente. El desafío de educar hacia una dimensión humana del desarrollo sustentable. Revista Internacional Investigación en Ciencias Sociales, 8(2), 235-250.

Ruiz, D. y. (julio de 2003). Equidad de género,medio ambiente y políticas públicas: el caso de México y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Revista de Estudios de Género. La ventana.(17), 43-77.

SEGOB. (30 de agosto de 2013). Diario Oficial de la Federación. Obtenido de http://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5312418&fecha=30/08/2013

Tomas, C. (2012). ECODES. Recuperado el septiembre de 2015, de http://ecodes.org/archivo/proyectos/archivo-ecodes/pages/especial/genero-salud-y-medio-ambiente/index.html